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El periodo comprendido entre 1914 y 1925 reúne a todos aquellos autores posteriores a la Generación
del 98 los cuales tenían las misma preocupaciones, pero dan un tono más intelectual, menos subjetivo.
Se caracterizan por lo que llaman ‘Arte puro’ alejado de sentimientos personales. La literatura se vuelve
más elitista pensada para las minorías. Buscan el equilibrio y el gusto por la metáfora.
Los autores del llamado Novecentismo, verán en Europa el modelo para mejorar España. El principal
género que cultivan fue el ensayo, su líder fue Ortega y Gasset con su libro La deshumanización del arte
en el que propone alejarse de los temas humanos y analiza los rasgos que caracterizan al arte nuevo
(antirrealismo, carácter minoritario y antisentimentalismo). Eugenio d’Ors escribió una nueva forma de
ensayo periodístico, la glosa, que consistía en una breve reflexión sobre el ambiente cultural o político de
la época. Sus obras más importantes fueron Glosari (1915-1927) y Nuevo glosario (1920-1943).
También renuevan la novela como es el caso de Gabriel Miró con su obra El obispo leproso o Ramón
Pérez de Ayala con Troteras y danzaderas que cultiva una novela intelectual, en la que la trama pierde
interés a favor de la exposición de ideas.
Juan Ramón Jiménez merece una mención especial. Fue premio Nobel de literatura en 1956 y destacó
como poeta. Su producción poética es una constante búsqueda de la poesía desnuda, esencial; además,
utilizó la creación poética como vía de conocimiento de sí mismo y manera de elevación espiritual.
Transitó desde una poesía más cercana al modernismo, hasta composiciones caracterizadas por la
expresión desnuda y pura, como en Diario de un poeta recién casado (1917), y por la poesía esencial del
exilio, donde fusionó su experiencia personal con lo trascendental, como en La estación total (1946) y
Animal de fondo (1949).
Las vanguardias o ismos surgieron en Europa poco antes de la Primera Guerra Mundial, buscando la
renovación estética a partir de la ruptura con todo el arte anterior. Comparten características entre ellas
como: la formación a partir de manifiestos, el carácter elitista y minoritario y que se alejan de los gustos
populares apostando por una imaginación creadora y la autosuficiencia del arte.
Las cuatro vanguardias europeas más importantes son:
El Futurismo, de origen italiano (Marinetti, 1909), exalta la acción, las máquinas modernas y la
velocidad, suprime el adjetivo y busca imágenes sorprendentes, emplea recursos tipográficos novedosos
y arremete contra la lógica sintáctica.
El Cubismo literario tiene a Guillaume Apollinaire como máximo representante, creador del
caligrama, que mezcla la palabra y el dibujo mediante la eliminación de los signos de puntuación.
El Dadaísmo busca destruir el arte y la literatura y defiende lo absurdo y lo irracional volviendo a
etapas primitivas y a la infancia.
El Surrealismo, basado en las ideas de Freud y del marxismo, y promovido por André Breton,
busca un nuevo lenguaje que permita la expresión del mundo subconsciente. Propició la aparición de
imágenes visionarias, metáforas sorprendentes y asociaciones libres e inéditas, y favoreció la
rehumanización de las expresiones artísticas.
En España, Ramón Gómez de la Serna se encargará de difundir estas corrientes renovadoras sobre todo
a través de sus Gregerías (pequeñas composiciones poéticas a las que definió como metáfora más
humor) y a través de revistas y tertulias literarias. Se desarrollan sobre todo dos “ismos”:
Creacionismo: impulsado por Vicente Huidobro, se basa en la idea de que el poeta ha de ser
creador de nuevas realidades; elimina lo anecdótico y descriptivo, y construye el poema por
yuxtaposición de imágenes sorprendentes.
Ultraísmo: (Guillermo de Torre y Rafael Cansinos Assens) huye del sentimentalismo, convierte
los objetos de la vida moderna en tema poético, defiende la autonomía del arte, emplea el verso libre,
disposiciones tipográficas llamativas, neologismos y metáforas infrecuentes.
AUTORES
- NOVECENTISMO:
Los autores más importantes del novecentismo fueron Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró,
José Ortega y Gasset y Eugenio d’Ors; todos ellos vinculados al mundo intelectual y
universitario.
Ramón Pérez de Ayala fue sobre todo novelista; destacó por el lirismo sensorial, la crítica social
y obras más intelectuales al final de su carrera. Su obra más importante es Belarmino y
Apolonio (1921). Gabriel Miró fue también fundamentalmente novelista, recibió influencias del
modernismo y de la generación del 98. Una de sus obras más importantes fue El obispo
leproso (1926), donde destacan las descripciones sensoriales y evocadoras, así como los
estados de ánimo de los personajes. En esa obra revela la opresión ejercida por el ambiente
provinciano en la inocencia y el amor del protagonista. José Ortega y Gasset fue un importante
filósofo, que destacó sobre todo como ensayista y fundador de revistas, como España y
Revista de Occidente. En su obra España invertebrada (1921) aseguraba que el país solo
podría desarrollarse mediante la europeización de los ciudadanos; en La rebelión de las masas
(1930) defendió la tesis de que el Gobierno solo podía estar formado por una élite de individuos
intelectualmente preparados. Por último, Eugenio d’Ors escribió una nueva forma de ensayo
periodístico, la glosa, que consistía en una breve reflexión sobre el ambiente cultural o político
de la época. Sus obras más importantes fueron Glosari (1915-1927) y Nuevo glosario
(1920-1943).
Juan Ramón Jiménez merece una mención especial. Fue premio Nobel de literatura en 1956 y
destacó como poeta. Su producción poética es una constante búsqueda de la poesía desnuda,
esencial; además, utilizó la creación poética como vía de conocimiento de sí mismo y manera
de elevación espiritual. Transitó desde una poesía más cercana al modernismo, hasta
composiciones caracterizadas por la expresión desnuda y pura, como en Diario de un poeta
recién casado (1917), y por la poesía esencial del exilio, donde fusionó su experiencia personal
con lo trascendental, como en La estación total (1946) y Animal de fondo (1949).
Ramón Gómez de la Serna, fue un autor prolífico de gran influencia en el mundo cultural de la
época, pero que se mantuvo independiente de las actividades colectivas. Gómez de la Serna
cree que el mundo es un circo grotesco, que solo puede describirse a través del humor. Para
ello utiliza la parodia, la personificación de objetos o la fragmentación, una técnica mediante la
cual extrae motivos a veces nimios de la realidad y los reelabora desde una perspectiva nueva.
Creó el género de la greguería, combinación de humorismo y metáfora, que le permite describir
un mundo absurdo a través de la incoherencia y del humor.