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NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS

A inicios del siglo XX, la literatura española vive un periodo de gran esplendor conocido como
Edad de Plata (1900-1936). Este término abarca movimientos literarios como Modernismo,
Generación del 98, Novecentismo, Vanguardias y la Generación del 27. En España, la llegada
de las Vanguardias coincidió con la aparición del Novecentismo también llamado Generación
del 14. Los novecentistas habían superado el Modernismo evolucionando hacia una expresión
más sobria. También se alejan de los enfoques dramáticos del 98, tratan el problema de España
de una manera serena y rigurosa. Se preocupan por la solidez intelectual, por la obra “bien
hecha”.

Entre los rasgos que caracterizan la literatura novecentista destacan el racionalismo, la razón ha
de guiar al ser humano; el europeísmo, defienden hacer reformas para modernizar España y
acercarnos a Europa; el intelectualismo, esta literatura evita lo sentimental y anecdótico, se
persigue el arte puro; el elitismo, es un arte minoritario, creado y dirigido a una élite intelectual
con una educación sólida. Vuelven la mirada hacia el mundo clásico, hacia un estilo sereno y
alejado de los adornos superfluos.

En esta generación destacan los pensadores y ensayistas, género más adecuado para la
expresión de las inquietudes intelectuales. Hay que destacar al escritor y filósofo José Ortega y
Gasset, quien asumió el liderazgo de esta generación. Fundó la revista España y la Revista de
Occidente, publicaciones fundamentales para conocer las nuevas corrientes europeas del
pensamiento y de la creación. En sus ensayos filosóficos (El espectador, El tema de nuestro
tiempo) trata el tema de la existencial, la razón vital, el perspectivismo; es célebre su frase
filosófica “yo soy yo y mis circunstancias”. En sus ensayos literarios y estéticos (La
deshumanización del arte e Ideas sobre la novela) analiza el Vanguardismo y defiende un arte
puro, minoritario, intelectual que evite lo anecdótico y sentimental. En los ensayos
sociopolíticos (La rebelión de las masas, Meditaciones del Quijote, España invertebrada)
expone la necesidad de europeizar y modernizar el país, advierte del peligro de los
particularismos territoriales y sociales, defiende que un país debe estar dirigido por una élite
intelectual y reflexiona sobre el peligro que supone la masa. Otros grandes ensayistas y
pensadores de este periodo fueron Eugenio d´Ors (La ben plantada, Nuevo glosario), el
presidente de la II República Manuel Azaña, Salvador de Madariaga, Gregorio Marañón y
Américo Castro.

En poesía, la gran figura de la generación es Juan Ramón Jiménez, que evoluciona desde el
Modernismo de su primera etapa hacia una mayor intimidad y complejidad intelectual. Su etapa
intelectual (Diario de un poeta recién casado, Eternidades, Poesía y Belleza) se caracteriza por
una expresión más desnuda y precisa, por una reflexión intelectual e incluso filosófica sobre
temas transcendentes y todo ello con el uso del verso libre y de símbolos como el mar. En la
etapa suficiente o verdadera (Espacio, La estación total, Dios deseado y deseante, Animal de
fondo) continúa la depuración verbal, su búsqueda de la belleza y de la poesía pura acaba en un
misticismo poético.

La narrativa novecentista se caracteriza por un lenguaje cuidado, minuciosidad estilística y un


marcado carácter intelectual. Gabriel Miró en sus novelas líricas (Las cerezas del cementerio,
Nuestro padre San Daniel, o El obispo leproso) demuestra dominio del lenguaje y su estilo rico
y sensorial. Las novelas de Ramón Pérez de Ayala tienen un marcado carácter ensayístico e
intelectual; en ellas destacan las continuas digresiones sobre diversos temas y una tendencia a la
experimentación formal. Hay que destacar Troteras y danzaderas, inspirada en sus propias
vivencias, en Belarmino y Apolonio aplica el perspectivismo al presentar la realidad desde dos
puntos de vista, en Tigre Juan y su continuación El curandero de su honra trata el tema del
amor, el honor y el donjuanismo.

Durante la segunda década del siglo XX surgieron en toda Europa una serie de movimientos
artísticos conocidos como vanguardias o ismos, que perseguían romper con la tradición
proponiendo nuevas formas de expresión. Fueron movimientos efímeros que se dieron a
conocer gracias a las revistas y a los manifiestos en los que detallaban sus principios y su
propuesta estética. Se caracterizaron por su originalidad, eclecticismo, antirrealismo,
modernidad, experimentalismo y elitismo. Entre las vanguardias hay que destacar el Futurismo,
en el Manifiesto futurista del escritor italiano Marinetti se ensalza la velocidad, la tecnología, la
ruptura lingüística. El cubismo comenzó con el cuadro de Picasso Las señoritas de Avignon
donde se refleja una visión múltiple de la realidad. En la literatura, destacó Apollinaire con sus
Caligramas, poemas que dibujaban con palabras. El Expresionismo nació en Alemania y
reacciona ante la guerra y la violencia con una deformación grotesca y crítica de la realidad ( El
grito del pintor Munch o el esperpento de Valle-Inclán en nuestra literatura). El Dadaísmo,
fundado por el poeta rumano Tristan Tzara, buscó la provocación a través de la
experimentación, son los precursores del Surrealismo. El Surrealismo es el movimiento de
vanguardia que más ha influido y perdurado. Nació en Francia cuando André Breton publicó el
primer Manifiesto surrealista (1924); daba importancia a lo onírico y lo irracional, defendían la
libertad creadora, la escritura automática, las imágenes irracionales.

Las vanguardias llegaron a España gracias a la labor de intelectuales como Rafael Cansinos
Assens y Ramón Gómez de la Serna. Gómez de la Serna fue director de la revista Prometeo y
asiduo de las tertulias literarias del café Pombo. Escribió ingeniosas Greguerías (metáfora +
humor “La T es el martillo del abecedario”). Entre los movimientos de vanguardia nacidos en
España hay que destacar el Ultraísmo, un movimiento sincrético en el que se fundieron rasgos
del cubismo, el futurismo y el dadaísmo. Destacaron en él, Guillermo de Torre y el argentino
Jorge Luis Borges. El Creacionismo fue creado por el chileno Vicente Huidobro y en España lo
cultivaron Gerardo Diego o Juan Larrea. No querían imitar o reflejar la realidad, pretendían
crearla en sus poemas. El Surrealismo fue el movimiento de vanguardia que más arraigó en
España y fue gracias a los poetas del 27 (García Lorca, Alberti, Dámaso Alonso, etc.)

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