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A través de la historia, diversas instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas e

incuestionables, donde los valores más relevantes se asociaban a la estabilidad, la unión y la


tradición. Pero en nuestra realidad actual, estos valores, guías y estructuras se han disuelto,
dando lugar a la Modernidad Líquida, concepto elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt
Bauman, reconocido a nivel mundial como uno de los más grandes referentes del área. Si te
interesan los fenómenos sociales, descubre en este Especial de teorías del Conocimiento de
qué hablamos cuando decimos Modernidad Líquida.

La Modernidad Líquida es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de
nuestra sociedad. Bauman la define como una figura de cambio constante y transitoriedad,
atada a factores educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta
demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo
afectivo y en lo laboral. Las redes sociales juegan su parte en ello, ya que nos permiten
conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa
un muro o un puente en las relaciones humanas.

La sociedad líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde
parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la
propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos como raza humana
navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo estará la economía mañana, si
estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si formaremos una familia, etcétera.

El sociólogo del siglo


Zygmunt Bauman es un sociólogo y filósofo polaco y es reconocido en la actualidad como
uno de los más grandes sociólogos y analistas críticos del último siglo. Comenzó a publicar
sus obras en 1950, preocupado por los temas que afectaban a las diferentes clases sociales,
el consumismo extremo, la globalización y el advenimiento de la posmodernidad. Entre sus
teorías se destaca la de Modernidad Líquida, que ha servido como base para la elaboración
de la mayoría de sus investigaciones y ha inspirado a grandes filósofos, sociólogos y
psicólogos contemporáneos.

Las investigaciones de Bauman se enfocan en la estratificación social, los movimientos


obreros, el consumo y la naturaleza de la modernidad. A lo largo de su vida ha publicado más
de 50 libros y 100 ensayos entre los que se destacan “Modernidad Líquida”, “Amor líquido” y
“Vida de Consumo”, que resumen gran parte de su pensamiento en torno a las relaciones
sociales actuales, los conflictos de identidad, y el consumo excesivo trasladado a todos los
ámbitos de la vida.

¿Por qué “Líquido”?


Los líquidos y los gases tienen la cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos
porque son elementos con forma definida y fija, mientras que los primeros sufren continuos
cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las “cosas líquidas” no se
atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero
siempre de manera momentánea. Los sólidos claramente no cuentan con la libertad de fluir
y no se desplazan con facilidad, son fijos y tienen una forma definida y son perdurables: sí
ocupan un espacio y un tiempo.

La liquidez es, por tanto, una clara representación de nuestra realidad actual. En la vida
todas las cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un
periodo de tiempo limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido. Es por ello
que Bauman adopta el concepto de “liquidez” como una alegoría de la naturaleza, que
representa además una nueva fase de la historia humana.

Los conflictos que la liquidez muestra en el mundo laboral


En su teoría, Bauman expone que uno de los ámbitos más afectados por la Modernidad
Líquida es el laboral. Las personas ya no ingresan a un trabajo sabiendo cuándo se retirarán,
sino que eso depende de las reglas del mercado y por tanto, es incierto. No sucede como
antes que una persona comenzaba a trabajar en una compañía en la que permanecía hasta
retirarse: el mercado actual exige renovación y cambios desde la propia empresa, pero
también desde las necesidades profesionales.

A nivel laboral hay que estar capacitado para cumplir diferentes funciones y movilizarse para
enfrentarse a nuevos desafíos. Un empleo ya no es suficiente para crear una carrera
profesional, es necesario experimentar distintas labores en diferentes puestos y
compañías para poder aprender más y destacarse por sobre los demás. El individualismo y el
egoísmo es también determinante en el campo profesional, lo que ha llevado a una
preferencia por los trabajos particulares por sobre los trabajos en equipo.

Los cambios constantes y las exigencias cada vez más limitantes del mercado laboral
atemorizan a los trabajadores, que no pueden seguir el ritmo vertiginoso de la Modernidad
Líquida, quienes muchas veces quedan rezagados y no sirven como sujetos funcionales al
sistema laboral actual.

La identidad del hombre y el problema de las relaciones


La búsqueda de la identidad es otra de las problemáticas que presenta la Modernidad
Líquida. El trabajo de construirse a sí mismo como sujeto conlleva mucho tiempo y gira en
torno a determinadas tradiciones y creencias, que funcionan como un eje central en la vida.
Debido a la fugacidad de los valores actuales, esta identidad se construye en cimientos
débiles, causando fragilidad y desarraigo en las personas.

Surge de esta forma una nueva identidad flexible, que puede adaptarse a diferentes
escenarios y personas, pero que ya no se relaciona con la construcción de un “yo”, sino
que es en función a los demás, lo que genera en los sujetos una fuerte dependencia para con
los otros y las expectativas de estos, que deberán ser cumplidas.

Las relaciones humanas han sido el ámbito más afectado por la Modernidad Líquida, donde
los roles sociales y las instituciones han cambiado para siempre, bajo el lema de uniones más
libres y sin ataduras. El matrimonio como institución es un riesgo que pocas personas se
animan a tomar: ya nadie quiere comprometerse a largo plazo. El egoísmo reinante no
permite generar verdaderos lazos, por el miedo a perder libertad.

La idea del “use y tire” que nos ha otorgado el consumismo se desplaza a las relaciones,
donde no hay tiempo para reciclar, ni seguir usando cosas obsoletas, o en propias palabras
del sociólogo: “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros
finales”. El miedo a profundizar por perder poder de elección ata a las personas, quienes
cada día se encuentran más solas.
Agathos:
Se conoce por Agathos a un nombre propio griego, también forma parte de una frase griega
que describe una conducta ideal. Dicha frase era utilizada por los escritores clásicos griegos en
contextos militares. Esta frase se conformaba por los términos Kalos kagathos que significan
bello y bueno.

Kalo Agathos:
Es una expresión usada por escritores de la Grecia clásica para significar la fusión de la nobleza
de aspecto y de bien moral como ideal de conducta personal, sobre todo en un contexto
militar.

Su uso está atestiguado desde Heródoto y el período clásico. La frase está compuesta por dos
adjetivos, καλὸς (kalòs, 'bello') y ἀγαθός (agathós, 'bueno'), el segundo de los cuales se
combina por crasis o contracción gramatical con καί, 'y', para formar κἀγαθός. Werner Jaeger lo
resume como “una formación espiritual plenamente consciente”, que estaría fundada en “una
concepción de conjunto acerca del hombre”.

Immanuel Kant fue bautizado como “Emanuel” pero cambió su nombre


a Immanuel tras aprender hebreo.

Nació en 1724 en Königsberg (antiguamente Prusia, desde


1946 Kaliningrado, Rusia). Era el cuarto de nueve hermanos, de los cuales
solo cinco alcanzaron la adolescencia. Pasó toda su vida dentro o en los
alrededores de su ciudad natal, la capital de Prusia Oriental, sin viajar jamás más allá de 150kms
de Königsberg. Su padre, Johann Georg Kant (1682-1746), era un artesano alemán de Memel,
en aquel tiempo la ciudad más al noreste de Prusia (ahora Klaipėda, Lituania). Su madre Anna
Regina Reuter (1697-1737), nacida en Núremberg, era la hija de un fabricante alemán de sillas
de montar.

En su juventud, Kant fue un estudiante constante, aunque no espectacular. Creció en un


hogar pietista que ponía énfasis en una intensa devoción religiosa, la humildad personal y una
interpretación literal de la Biblia. Por consiguiente, Kant recibió una educación tan severa —
estricta, punitiva, disciplinaria, polarizada y excluyente— que favorecía la enseñanza del latín y
la religión por encima de las matemáticas y las ciencias.
Desde el principio de sus estudios, Kant mostró gran aplicación en sus investigaciones. Primero
fue enviado al Collegium Fridericianum y después se matriculó en la Universidad de
Königsberg en 1740, a la edad de 16 años. Estudió la filosofía de Leibniz y Wolff con el
profesor Martin Knutzen, un racionalista que también estaba familiarizado con los desarrollos
de la filosofía y la ciencia británica y que introdujo a Kant en la nueva física
matemática de Newton. También previno al joven alumno respecto del idealismo, visto
negativamente por toda la filosofía del siglo XVIII, e, incluso después de la creación de la teoría
del idealismo trascendental, Kant refutó el idealismo en la segunda edición de su obra principal:
la Crítica de la razón pura.

El infarto de su padre y su posterior muerte en 1746 interrumpió sus estudios. Kant se convirtió
en un profesor particular en los pequeños pueblos alrededor de Königsberg, pero continuó su
investigación académica. En 1749 publicó su primera obra filosófica, Gedanken von der wahren
Schätzung der lebendigen Kräfte (Meditaciones sobre la verdadera estimación de las fuerzas
vivas). Kant publicó muchas más obras sobre temas científicos, y llegó a ser profesor
universitario en 1755. El tema de sus lecciones era la metafísica, la cual enseñó durante casi
cuarenta años, incluso después de su ruptura con esta. El manual para el curso estaba escrito
por Alexander Gottlieb Baumgarten, autor del término «estética» en su sentido moderno.

En Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels (Historia general de la naturaleza y


teoría del cielo, 1755), Kant diseñó la hipótesis de la nebulosa protosolar, en donde dedujo
correctamente que el sistema solar se formó de una gran nube de gas, una nebulosa. De este
modo intentaba explicar el orden del sistema solar, anteriormente visto por Newton como
impuesto por Dios desde el comienzo. Kant en su libro también dedujo correctamente que
la Vía Láctea era un gran disco de estrellas, formada asimismo a partir de una nube giratoria.
Además, sugirió la posibilidad de que otras nebulosas podían ser igualmente grandes discos de
estrellas distantes, similares a la Vía Láctea, lo que dio origen a la denominación de Universos
Isla para las galaxias, término en uso hasta bien entrado el siglo XX.

Desde este momento, Kant se concentró en temas cada vez más filosóficos, aunque continuaría
escribiendo sobre las ciencias a lo largo de su vida. En los inicios de los años 1760, Kant concibió
una serie de importantes obras de filosofía: Die falsche Spitzfindigkeit der vier syllogistischen
Figuren (La falsa sutileza de las cuatro figuras del silogismo), una obra sobre lógica, publicada
en 1762. Aparecieron dos libros más al año siguiente: Versuch, den Begriff der negativen
Größen in der Weltweisheit einzuführen (Ensayo para introducir el concepto de magnitudes
negativas en la filosofía) y Der einzig mögliche Beweisgrund zu einer Demonstration des Daseins
Gottes (El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios).

En 1764, Kant escribió Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und
Erhabenen (Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime) y quedó segundo
tras Moses Mendelssohn en un concurso de la Academia de Berlín con su Untersuchung über
die Deutlichkeit der Grundsätze der natürlichen Theologie und Moral (Sobre la nitidez de los
principios de la teología natural y de la moral). En 1770, a la edad de cuarenta y cinco años,
Kant fue nombrado finalmente profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad de Königsberg.
Kant escribió su Disertación inaugural (De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis)
en defensa de este nombramiento. Esta obra vio la aparición de muchos temas centrales de su
obra madura, incluyendo la distinción entre las facultades del pensamiento intelectual y la
receptividad sensible. Ignorar esta distinción significaría cometer el error de la subrepción y,
como dice en el último capítulo de la disertación, la metafísica tan solo progresará evitando
dicho error.

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