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TEMA 4: EL HOMBRE POSTMODERNO Y SU EDUCACIÓN.

2. LA POSTMODERNIDAD: DEFINICIÓN, FUNDAMENTOS, CLAVES Y PRINCIPALES


AUTORES.

La postmodernidad según Lyotard, 1994 es “Estado de la cultura después de las


transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, la literatura y de las
artes a partir del fin del siglo XIX”. Por lo tanto, es un Proceso cultural que comenzó en el S. XX
caracterizado por el individualismo, el desinterés, el consumo y la desaparición de ideales.

Se fundamenta en: el desencanto y la debilidad de la razón, el predominio de la inseguridad,


la desaparición de las grandes ideologías, el pluralismo de creencias, la pérdida del sentido de
la historia y el relativismo moral.

Las claves desde las que se interpreta el mundo son: en clave relativista: “todo vale”; en
clave hedonista: “A vivir que son dos días”; en clave nihilista: “nada vale la pena”; en clave
subjetivista: “yo tengo mi propia verdad de las cosas, la que me conviene”; en clave agnóstica:
“a saber quién es y donde está Dios, si es que existe. Yo prefiero creer en mí mismo”.

Entre los principales autores destacamos: Beck, Chomsky, Bauman, Sennet, entre otros.

Ellos defienden, por un lado, que el individuo postmoderno de hoy aspira únicamente a
alcanzar una existencia placentera, hedonista, exitosa y superficial. Además, su vida está
denominada por la indiferencia y la barbaridad. Como consecuencia, padece una profunda
crisis de identidad característica por la desorientación, las contradicciones y el riesgo. Por otro
lado, la pérdida de referentes que garanticen la socialización y la educación para la apropiación
de varios modelos de vida.

Por último, la sociedad del consumo y de la comunicación de hoy prima, en la mayor parte
de las casas, la estética sobre la Ética y el mercado sobre el Estado.
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3. LA POSTMODERNIDAD: RIESGOS, LIQUIDEZ Y DECEPCIÓN.

La sociedad del riesgo es una nueva teoría de la nueva modernidad. El primer teórico que
habló de este cambio fue Beck, quien en su libro, la sociedad del riesgo, nacía una nueva
modernidad. Expuso una serie de cambios que no estaban siendo advertidos la sociedad y que
afectaban notablemente a las nuevas generaciones. Beck, tomó como hito simbólico que usó
para explayarse a otra serie de transformaciones. Se trataba del desastre de Chemobyl, el cual
había mostrado simbólicamente el límite de la modernidad.

La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y


de la liberalización de los mercados. La metáfora de la liquidez, propuesta por Bauman, intenta
también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y
privatizada, marcada por el carácter transitorio de sus relaciones. Surfeamos en las olas de una
sociedad líquida siempre cambiante y cada vez más impredecible. La modernidad líquida es un
tiempo sin certezas donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener
libertades civiles, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y
las circunstancias existenciales que la libertad comporta.

En cuanto a la decepción, la sociedad actual ha contribuido a precipitar las desilusiones, a


multiplicar el número de descontentos y a amargar por una sociedad que no suele coincidir
con sus ideales.

Cuando se promete felicidad a todos y se anuncia placeres en cada esquina, la vida cotidiana
es una dura prueba. La búsqueda permanente de la calidad de vida crea un espíritu de
decepción que expone al individuo a la ansiedad y la frustración.

El peligro viene para Lipovetsky de lo que él denuncia una inquietante fragilización y


desestabilización enunciada de los individuos, y es el punto al éxito o al consumo el que
provoca esa fragilidad. Ejemplos de estas decepciones: suicidios, depresiones….
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4. ¿CUÁLES SON LOS VALORES QUE ACTUALMENTE PREDOMINAN EN NUESTRAS


SOCIEDADES OCCIDENTALES?

Los valores que actualmente predominan en nuestras sociedades occidentales son:

- El consumismo y el pragmatismos:

Quizás lo que más claro se ve de las dinámicas actuales es la importancia suprema que se
otorga al dinero y el poder que se le concede desmesurado del mercado.

Para alimentar esta economía de mercado es indispensable un consumo masivo de bienes y


servicios disponibles gracias a la producción a gran escala de los mismos. Estamos pues en una
etapa de consumismo salvaje en el que la felicidad se asocia equivocadamente y
malintencionadamente con la posesión, en el tener, la adquisición de productos, bienes y
servicios. Tenemos que cambiar de óptica y empezar a valorar más aquellas cosas que no se
compran materialmente: por dos cosas, porque suelen ser las cosas auténticas y verdaderas y
porque no se devalúan.

- El relativismo de la razón y el valor:

No existe la verdad absoluta ni de validez universal. Solo una validez subjetiva y relativa a los
diferentes marcos de referencia. Relativismo moral y relativismo cultural. “Todo vale”, todo
vale igual o lo mismo. Desaparecen las grandes ideologías. Crece el escepticismo ya que nadie
cree en nada (principios).

- El presente, lo momentáneo:

Lo que sucede ahora es lo que existe y todo lo demás es falso. El pasado y el futuro no son
parte de la realidad que vivimos, son cosas imaginarias. La actualidad como importante valor
de nuestro tiempo. “Vive hoy que mañana Dios dirá”. Se trata del antiguo “Carpe diem”.

- El cambio y la novedad:

Cambio como sinónimo de mejora/progreso. No importa hacia donde, ni de qué manera.


“Reciclarse o morir” (lo viejo no encaja). “Nada es para siempre” (inestabilidad-liquidez). En
este contexto adquiere una gran importancia el discurso de la innovación y la creatividad. Se
da una gran aceleración del tiempo vital y los cambios nos superan.

- El individualismo y el aislamiento:

Prima el individualismo de tipo narcista, egoísmo y el egocentrismo. No se favorece el


colectivismo lo que se traduce en una gran falta de compromiso y de responsabilidad, que se
traduce en indiferencia y apatía.
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5. ¿POR QUÉ ES NECESARIA HOY MÁS QUE NUNCA UNA EDUCACIÓN DIFERENTE?

El panorama que caracteriza a la sociedad del siglo XXI exige pensar la educación desde
otros presupuestos epistemológicos. Los roles del alumnado y el profesorado, los diseños
curriculares, las relaciones que se establecen entre docentes y discentes, los espacios y
tiempos de aprendizaje, y las relaciones de las instituciones educativas con la sociedad no
pueden pensarse desde los ideales de la Ilustración y desde los presupuestos económicos de la
Revolución Industrial. Es urgente en el Siglo XXI una educación instrumentalista y
conceptualista.

Por ejemplo, la revolución tecnológica ha cambiado las formas de acceso al conocimiento y


ha eliminado las barreras espacio-temporales. En la sociedad del conocimiento han de cambiar
necesariamente los roles que tradicionalmente venían desempeñando las instituciones
educativas. Ahora, el docente no es el que transmite la cultura, sino el encargado de generar
contextos educativos donde se enseñe la manera de gestionar y seleccionar la ingente
cantidad de información que circula por Internet.

Por otro lado, la autoridad del profesor ha cambiado, ya no es depositario exclusivo de


autoridad moral y cultural. En la sociedad de la información los referentes culturales,
familiares y escolares ya no son tan potentes como antaño, y la flexibilidad ligada al modelo
económico que caracteriza nuestra sociedad requiere de un análisis y redefiniciones
constantes. Las prácticas sociales han de revisarse para, a la luz de las nuevas informaciones
tomar decisiones. En este sentido, la escuela u otras instituciones encargadas de la formación
no pueden seguir ancladas en formas educativas de la modernidad tradicional. De lo que se
trata es, en definitiva, de transformar la información en conocimiento valioso para dar
respuesta a las exigencias que se nos plantean en la actualidad.

“En educación nos hemos olvidado de lo esencial” qué hombre y qué sociedad queremos
construir, aquí y ahora “desnaturalizando la acción educativa. La mentalidad racional, científica
y materialista se ha impuesto en la investigación y práctica pedagógica. Se consideran como
valores básicos y únicos de la acción educativa la “eficacia y la competencia” en sintonía con
los valores que rigen el mundo” (Ortega, 2009,170)

Esto provoca que la pedagogía se encuentre en una crisis de identidad al atravesar por una
situación de clara incertidumbre y de incapacidad para dar una respuesta a los retos con los
que se enfrenta el hombre de hoy día. Crisis que forma parte de una situación crítica mucho
más amplia y envolvente que tiene que ver con el “malestar de la cultura” y de la convivencia
humana en estos primeros compases del siglo XXI).

SI NO ME ACUERDO DE TODO ESTE ROLLO, IMPORTANTE DECIR ESTO:

La educación NO debe adaptarse, a las tendencias sociales y rasgos culturales que predominan
hoy día aunque sean si éstos contrarios a la función última de educar.

Interrogantes que me surgen La educación TIENE que ser un instrumento de denuncia, crítica y
transformación social.
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