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ZYGMUNT BAUMAN: MODERNIDAD LÍQUIDA Y

FRAGILIDAD HUMANA

ZYGMUNT BAUMAN: MODERNIDAD LÍQUIDA Y FRAGILIDAD HUMANA

Adolfo Vásquez Rocca señala una serie de consideraciones importantes y


dignas de reconocer con respecto a la explicación brindada por Zygmunt Bauman,
profesor emérito de la Universidad de Leeds, en la búsqueda de una explicación y
demostración adecuada con respecto a la sociedad posmoderna, su accionar y
cómo estos afectan a la sociedad y al mundo en su conjunto. De este modo,
introduce un concepto de importancia a lo largo de la lectura que se va a denominar
“modernidad líquida”, en torno a la metáfora de la liquidez, que hace referencia a la
pérdida de los vínculos humanos en relación con sus relaciones que el autor
considera que son volátiles y transitorias. Se evidencia, desde un inicio, la visión del
autor con respecto a la posmodernidad y a su sociedad, que claramente es
netamente negativa y llena de desilusión por el cambio en las actitudes de los seres
humanos.

Posteriormente, se refiere a que la modernidad líquida, entonces, es un


tiempo sin certeza en donde las principales agrupaciones sociales se han visto
afectadas en gran medida. Con respecto a la familia y al amor, señala que ambas
están guiadas por un sentimiento flotante, donde una persona puede abandonar a
otra de manera sencilla sin sentir responsabilidad afectiva con la otra persona, es
decir, las personas se muestran más individualistas y recelosas de sí mismas, y no
temen en abandonar a otras ante una dificultad que aparezca. Así como las
instituciones y el Estado de bienestar, los cuales ya no parecieran estar anclados a
lo que los seres humanos necesitan.

Siguiendo con la misma línea de ideas, el autor señala, que los vínculos
actuales están caracterizados por el olvido y el desarraigo afectivo,
fundamentándose en el miedo que sienten las personas a comprometerse y
establecer relaciones duraderas debido a los interés y beneficios que se pueden
encontrar de por medio. Relacionado con el planteamiento anterior, el autor hace
referencia a los desempleados, y como parecen ser los “desechos humanos” en las
sociedades, suponiendo entonces que las personas son reemplazables,
innecesarias y superfluas.

El autor no se limita solamente a los comentarios anteriores, sino que


también señala que como vivimos en liquidez, es decir, en términos volátiles, las
sociedades actuales son artificiales y frágiles, frías y pragmáticas, que si llegasen a
sentir compasión de otros sería meramente por una “esperanza egoísta común” en
referencia a una empatía egoísta y disfuncional. Pareciera, entonces, que las
personas no solamente tienden al desapego para evitar la dependencia personal,
sino que además las relaciones que se forman son ficticias y que en realidad no se
siente compasión sino una especie de lástima en beneficio propio.

Sin embargo, considero que si bien sí se ha vislumbrado una mayor


tendencia al individualismo y al cuidado propio en los últimos años, denotar las
relaciones personales de esta manera radica en afirmar que las personas carecen
de sentimientos como empatía o preocupación por las demás, lo cual es
completamente falso y se detalla no sólo en los lazos personales, sino en la
compasión por situaciones ajenas a la que nos sentimos identificados y
pretendemos ayudar de alguna u otra forma, se ha visto esto en gran parte por la
aparición de la pandemia del Covid-19.

Por otro lado, el autor hace mención al tema de la seguridad y el miedo,


afirmando que tanto las ciudades como las personas son centros de miedos, que
mantienen vivo un estado de emergencia latente y continuo, es la incertidumbre e
ignorancia con respecto a algo que nos puede hacer daño pero que en realidad no
tenemos las herramientas para poder combatirlo. Así, se explica que los miedos de
los seres humanos en realidad derivan de situaciones tanto reales como
imaginarias, como lo son una guerra, enfermedades y hasta el desempleo. Más que
un sentimiento de miedo, deriva uno de advertencia y previsión por ciertas
situaciones, no obstante, esta no es condición para que las personas dejen de vivir
sus vidas al máximo posible, disfrutarlas en la medida en que lo consideren
necesario.

La cuestión cambia, y me permitiré a hacer referencia una vez más a la


pandemia del Covid-19, cuando los miedos logran materializarse y estar presentes
día a día en nuestras vidas, el sentimiento de temor se justifica y se ponen límites
necesarios para no contraer la enfermedad e infectar a los demás. El miedo
proviene de la ansiedad, un año antes de la aparición del virus las personas vivían
como comúnmente lo suelen hacer, tomando siempre previsiones contra cierto tipo
de situaciones para no verse afectados por alguna problemática, en general, el
sentimiento de miedo generalizado por el autor no necesariamente encuentra
sustento en situaciones cotidianas, más si en situaciones de peligro.

Las últimas consideraciones del autor se enfocan en la existencia de un


mundo que es global y policéntrico, es decir, ya no existe solamente un punto de
importancia y relevancia al que todos deban rendir cuentas o admiración, sino que el
fenómeno de la globalización ha dado paso a un nuevo mundo lleno de culturas y
gentes diferentes interactuando con los demás, un mundo más libre que poco a
poco deja atrás los prejuicios que en un principio se encontraban bastante
marcados. Hace referencia a que en los últimos cinco siglos Europa era considerada
el centro político, económico y militar de mayor importancia, en donde se divisó una
gran cantidad de avances tecnológicos, científicos, políticos, entre muchos más,
contando con un poderío mundial sin precedentes.

Hoy en día el dominio europeo ha sido cuestionado por diferentes naciones


que han mostrado signos de autoestima y crecimiento propio, los cuales tienen
ambiciones de poder pertenecer a aquel mundo globalizado y empaparse de todo
aquello que tiene para ofrecer. Este acontecimiento no es necesariamente malo, da
paso a diferentes países a poder desarrollarse y avanzar de la manera en la que
deberían hacerlo, a fin de cuentas, un poder grande y fuerte por parte de Europa y
varios países en específico ya ha demostrado en la historia la propensión a querer
controlar todo el mundo, convirtiendo a los demás países en simples colonias, sin
darles oportunidad de progresar como deberían hacerlo.
Es importante también resaltar un punto curioso explicado por el autor, que
está relacionado con el régimen de sabotaje y la lógica de pánico enunciada por
Sloterdijk, el cual señala que la sociedad en la que vivimos se encuentra
completamente obsesionada con la seguridad, en torno al sentimiento del miedo
que ha sido mencionado con anterioridad. Esto fundamentado en la existencia de
redes globales dedicadas al sabotaje y amenaza de otras regiones, haciendo
referencia al atentado al World Trade Center y al grupo terrorista conocido como Al
Qaeda, y que con motivo de estas amenazas es que pueden sobresalir voces
defensoras de regímenes autoritarios que lograrían subsistir en torno a la promesa
de la seguridad de la nación, ya que el temor es ahora colectivo, según el autor y
Sloterdijk.

Ante las consideraciones mencionadas con anterioridad, es menester


entender varios puntos de importancia. Considero, en primer lugar, que el catalogar
a la sociedad como artificial, alejada de los lazos que la unen y que no se atreven a
aceptar y asumir relaciones por miedo al abandono y a la dependencia es un
pensamiento radical y que, en realidad, no encuentra su base más que en una
generalización de acciones tomadas por ciertas personas, así como tampoco
considero del todo correcto el temor generalizado que evita el poder vivir una vida
digna y plena, a diferencia de que las personas se encuentren en situaciones
extremas, como ocurre actualmente con la pandemia mundial.

Un punto positivo que debo rescatar de lo enunciado por el autor es la


aceptación de la globalización y cómo los países hoy en día tratan de alcanzar
niveles de desarrollo óptimos para poder posicionarse y ser tomados en
consideración, por las buenas obras, en el nuevo mundo que es multicultural, y con
esto, la creación de países más empáticos con aquellos que tienen características o
pensamientos distintos, como lo pueden ser personas de otra religión, sexo o raza.
Es decir, en lugar de observar esto como un punto negativo a atacar, ya es parte del
nuevo mundo y es menester sacarle provecho a la situación para poder educar y
formar nuevos ciudadanos comprometidos con sus conciudadanos.

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