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DESÓRDENES

MUSCULOESQUELÉTICOS
Por: Ruth María Villalba Polo
Alexander José Payares Garcés

Los trastornos musculoesqueléticos comprenden más


de 150 trastornos que afectan el sistema locomotor.
Abarcan desde trastornos repentinos y de corta
duración, como fracturas, esguinces y distensiones, a
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enfermedades crónicas que causan limitaciones de las
capacidades funcionales e incapacidad permanentes.

Los trastornos musculoesqueléticos suelen cursar con


dolor (a menudo persistente) y limitación de la
movilidad, la destreza y el nivel general de
funcionamiento, lo que reduce la capacidad de las
personas para trabajar.

Puede afectar a:
Articulaciones (artrosis, artritis reumatoide, artritis
psoriásica, gota, espondilitis anquilosante)
Huesos (osteoporosis, osteopenia y fracturas
debidas a la fragilidad ósea, fracturas traumáticas)
Músculos (sarcopenia)
La columna vertebral (dolor de espalda y de cuello)
Varios sistemas o regiones del cuerpo (dolor
regional o generalizado y enfermedades
inflamatorias, entre ellas los trastornos del tejido
conectivo o la vasculitis, que tienen
manifestaciones musculoesqueléticas, como el
lupus eritematoso sistémico).

El dolor lumbar es el principal factor que contribuye a la


carga general de trastornos musculoesqueléticos.
Otros factores que contribuyen a la carga general de
trastornos musculoesqueléticos son las fracturas,
artrosis, dolor de cuello, amputaciones y artritis
reumatoide.

Factores de riesgo:
La manipulación de cargas, especialmente al
flexionar o girar el cuerpo.
Movimientos repetitivos o enérgicos.
Posturas forzadas y estáticas
Vibraciones, una mala iluminación o los entornos de
trabajo a temperaturas bajas.
El trabajo a un ritmo rápido.
Una posición sentada o erguida durante mucho
tiempo sin cambiar de postura.
Medidas de prevención y protección:
Automatización de procesos.
Empleo de equipos mecánicos como carretillas elevadoras, grúas o
mesas regulables.
Evitar inclinar mucho el tronco adelante y, en especial, girarlo hacia
atrás sin apoyarlo en un respaldo.
La mejora de la organización y del entorno de trabajo.
Reducir la intensidad del trabajo físico pesado, introduciendo pausas
de recuperación, o alternándolo con actividades más ligeras que no
fuercen la espalda.
Evitar ciclos muy cortos y repetitivos.
Evitar la aplicación de fuerzas muy intensas y repetidas con zonas del
cuerpo de poca masa muscular, como por ejemplo, la mano.
Evitar la transmisión de vibraciones, tanto al cuerpo como al sistema
mano-brazo.
Los empleados deben:
Participar en capacitación ergonómica.
Realizar los movimientos corporales adecuados.
Aun cuando se utilicen dispositivos de asistencia
durante la atención al cliente, puede ser necesario
realizar algún tipo de esfuerzo físico.
Notifique a su empleador rápidamente cualquier
lesión laboral.

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