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Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof.

Federico Lanza – Texto n° 9

Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005), AA.VV., Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2008.

CAPÍTULO 5

LIBERALIZACIÓN ECONÓMICA, DICTADURA Y RESISTENCIA. 1965-1985

Magdalena Broquetas San Martín

Cuestionario

1) Compara las propuestas de solución a la crisis que hacían los sindicatos nucleados en la CNT con las medidas
aplicadas por los gobiernos blancos y colorados.
2) ¿Qué cambios provocó la crisis socioeconómica en la interna de los partidos tradicionales y de la izquierda? ¿Por qué?
3) ¿Por qué la autora afirma que el año 1968 fue “el año de todos los excesos” y que 1972 “marcó la memoria de sus
contemporáneos”? Cita algunos ejemplos que permitan justificar estas afirmaciones.
4) ¿Por qué el historiador Álvaro Rico calificó como “el camino democrático al autoritarismo” al gobierno de Pacheco?
5) Compara las biografías políticas de Pacheco Areco y de Ferreira Aldunate.
6) Lee el documento n°1 del MLN-T. ¿Cómo justifica la lucha armada en un país democrático? Compara estos planteos
con las declaraciones del dirigente comunista Rodney Arismendi.
7) ¿Por qué al gobierno de EE.UU. le preocupaba más el Frente Amplio que el MLN-T?
8) Lee el programa electoral de Wilson Ferreira titulado “Nuestro compromiso con usted”. ¿Qué críticas realiza al
pachequismo y a la izquierda? ¿Qué propone?
9) ¿Por qué si el embajador de EE.UU. estaba conforme con lo que sucedió en febrero de 1973 fue necesario para
Bordaberry y las FF.AA. hacer el golpe de Estado en junio?
10) Explica cada una de las imágenes en relación la información del texto.

Resumen

En un contexto de alta movilización política y gremial -aumento de la capacidad de presión de los sectores
asalariados, crecimiento electoral de la izquierda y apuesta de un sector de ésta a la vía armada como opción de cambio- la
implantación del modelo neoliberal, impulsado por los grandes grupos económicos, se realizó por la vía autoritaria. En este
sentido, la estructuración de una política hacia las Fuerzas Armadas acorde con la doctrina de la seguridad nacional
preconizada por los Estados Unidos, constituyó un recurso clave del elenco civil para contener la movilización social e
implementar el nuevo modelo. En este período el país no permaneció ajeno al ciclo latinoamericano de golpes de Estado, que
se inició en 1964 en Brasil para extenderse a lo largo de las dos décadas siguientes. La profundización de la represión
caracterizó al tramo exclusivamente dictatorial, signado por los secuestros, las detenciones, las torturas, las desapariciones de
adultos y niños, las destituciones y la clausura de los canales de expresión opositores. La emigración de una importante porción
de la población por razones políticas y económicas representó otra de las constantes de este período. No obstante, y a pesar del
sentimiento de miedo que dominó la vida pública y privada de muchos uruguayos, existieron variadas expresiones de
resistencia. La negociación política, la protesta social -dentro y fuera del país- y las condenas internacionales a las violaciones
de los derechos humanos, pautaron el último tramo de este período, que se cerró con las elecciones de noviembre de 1984, que
marcaron el inicio de la restauración del régimen democrático.

Movilización popular y autoritarismo en la consolidación de un nuevo modelo económico (1965-1973)

Especulación financiera, inflación y políticas fondomonetaristas. El período que se inaugura en 1965 estuvo
caracterizado por la inflación, la especulación financiera y el aumento del endeudamiento externo. Los índices de la época
señalan el aumento constante de los precios de los bienes de consumo y de las tarifas de los servicios. Los salarios de los
trabajadores no acompasaron este aumento en el costo de la vida, lo cual trajo como resultado el empobrecimiento
generalizado de la población. (1)
A la inflación y la especulación financiera se sumó en abril de 1965 una crisis bancaria que, además de sacar a luz
irregularidades y episodios de corrupción política, sembró una fuerte desconfianza tanto en los ahorristas como en los
acreedores extranjeros.
A partir de este momento se profundizó la adopción de las políticas económicas postuladas por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Excepto durante un breve período de 1967 -conocido como los "cien días"2- los gobiernos blancos y
colorados desarrollaron una política económica que siguió las recomendaciones de este organismo. Para mediados de la década
de 1960 la deuda externa había crecido considerablemente y su refinanciación quedaba condicionada al compromiso del
gobierno uruguayo de adoptar las políticas recomendadas por el FMI, cuyas principales exigencias eran la liberalización del
comercio exterior y la estabilidad de la moneda. Durante los primeros cinco años, el gobierno uruguayo había incumplido los
compromisos asumidos con esta y otras instituciones por lo que cada vez contaba con menos margen de maniobra a la hora de
negociar las refinanciaciones de sus deudas. La crisis bancaria de 1965 empeoró considerablemente esta situación. La cuarta
"carta de intención" que el gobierno uruguayo firmó con el FMI en mayo de 1966 constituye un buen ejemplo de las duras
condiciones en que se pactaban los préstamos.
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En octubre de 1967 se produjo un punto de inflexión importante cuando el Presidente Oscar Gestido reorganizó su
gabinete ministerial, designando para el área económica a técnicos vinculados a grandes grupos económicos y partidarios de
los postulados fondomonetaristas.3

Protesta social y movilización. ¿Cómo fue vivido y resistido este proceso por los sectores trabajadores? Producto de
la expansión industrial de las dos décadas anteriores, había un alto número de trabajadores asalariados organizados en
sindicatos que entre 1964 y 1966 lograron un accionar unificado en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Para
comprender las demandas de los trabajadores y las respuestas del gobierno durante este período, debe tenerse presente el alto
grado de movilización alcanzado por el movimiento sindical en el transcurso de los diez años anteriores y, ligado a ello, su
capacidad para impedir la concreción de determinadas políticas. 4
En 1965 se destacó la realización del Congreso del Pueblo auspiciado por la CNT, al que concurrieron delegados de
más de setecientas organizaciones de distinto tipo. Además de resultar un ejemplo del grado de movilización de la sociedad de
la época, esta instancia reveló tanto las preocupaciones como las estrategias a seguir de los sectores directamente afectados por
la política económica llevada adelante por el gobierno. De este modo, el "Programa de soluciones a la crisis", elaborado en el
marco de este Congreso, ratificaba los postulados fundamentales del programa de la CNT, entre los que sobresalían: la
realización de una reforma agraria que corrigiese las formas de tenencia de la tierra consideradas improductivas (latifundio y
minifundio); la revitalización de la actividad industrial, valorada como principal fuente de empleo y la puesta en marcha de una
política cambiaría cuyo motor fuese el "interés nacional". Si bien la coordinación de organizaciones dejó de funcionar a
mediados de 1967, se legaron importantes antecedentes en materia de aportes programáticos que, en adelante, serían
incorporados por la CNT.5
En consecuencia con estos postulados, los trabajadores agremiados enfrentaron el descenso del salario real y la
pérdida de varias conquistas sindicales realizando paros (sectoriales y generales), huelgas y movilizaciones en todo el
territorio.6
Trabajadores y estudiantes, desde la CNT y la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), se
solidarizaron en varias oportunidades con las luchas de los países latinoamericanos víctimas del autoritarismo. Las intensas
movilizaciones que tuvieron lugar en Montevideo en 1965 cuando las Fuerzas Interamericanas de la Organización de Estados
Americanos (OEA) invadieron la República Dominicana dan cuenta de este modo de proceder. Asimismo, se destacan las
múltiples manifestaciones impulsadas para impedir la realización en Punta del Este en 1967 de la Conferencia de Presidentes
de la OEA a la que, según expresó el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República, asistieron "dictadores cuyas
credenciales son la tortura y el asesinato ".7
Autoritarismo y represión. Los gobiernos blancos -presidencias de Washington Beltrán y Alberto Heber en el
período de vigencia del Poder Ejecutivo colegiado- y colorados -Oscar Gestido- se mantuvieron intransigentes ante la mayoría
de los reclamos de los trabajadores. Para contener la presión gremial se implantaron en varias ocasiones "medidas prontas de
seguridad" (abril y octubre de 1965 y octubre de 1967). Esta forma de proceder (sobre la que volveremos más adelante) fue
acompañada de varios intentos por reglamentar la acción sindical que en los hechos suponía privar a los trabajadores de
derechos históricamente adquiridos. Ejemplifican esta tendencia la reglamentación del derecho de reunión (abril de 1965), la
aprobación del decreto que autorizaba al desalojo de fábricas y comercios por la fuerza pública en caso de que así lo
requiriesen los propietarios (octubre de 1966) o la institución de tribunales de arbitraje para solucionar conflictos laborales
(abril de 1967).
La práctica de los interrogatorios con torturas fue denunciada en dos oportunidades en este período. En 1965 se hizo
público que el ingeniero y profesor de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) Julio Arizaga, había sido víctima de
torturas en una unidad militar de Montevideo. A finales de 1967 volvieron a denunciarse malos tratos y torturas a estudiantes
de magisterio que habían sido detenidos e interrogados en el Departamento de Inteligencia y Enlace.8

Los partidos políticos ante la reforma constitucional. La ciudadanía manifestaba un apoyo mayoritario a los
partidos Nacional y Colorado que entre ambos, sumando sus cada vez más numerosos sublemas, recibían los votos de
aproximadamente el 90% del electorado. Sin embargo el escenario partidario estaba procesando cambios profundos que
arrojarían consecuencias pocos años más tarde.
En el Partido Colorado, la "lista 15", desde 1965 liderada por Jorge Batlle, sustituía los históricos postulados del
batllismo en materia social y económica por las concepciones neoliberales. Este viraje suscitó el alejamiento de algunos de sus
más destacados integrantes que en una primera instancia optaron por organizar nuevas agrupaciones dentro del partido ("lista
99" y "Frente Colorado de Unidad"). Dentro de la "Unión Colorada y Batllista" -agrupación formada en 1962 con integrantes
del batllismo catorcista y colorados independientes- se consolidó una corriente que impulsó la candidatura del Gral. Oscar
Gestido a la Presidencia de la República y bregó por una reforma constitucional que reinstaurase el Poder Ejecutivo
unipersonal. También esta prédica suponía una ruptura con la tradicional defensa que el batllismo, nucleado en torno a la "lista
14", hiciera del gobierno colegiado.
En el Partido Nacional se perfilaban dos tendencias opuestas: la organizada en torno a la "Alianza Nacionalista",
caracterizada por posiciones conservadoras desde el punto de vista social, y la de algunos sectores provenientes del "naciona-
lismo independiente" (agrupados principalmente en el "Movimiento Nacional de Rocha", surgido en 1964), representantes de
una alternativa de corte reformista.
El Ruralismo había perdido a su líder, Benito Nardone, y debatía el rumbo a seguir. Algunos de sus integrantes
defendían la permanencia de la agrupación en el espectro partidario, mientras que otros se mostraban proclives a retornar a sus
orígenes, limitándose a la acción gremial.
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Las izquierdas discutían y actuaban en forma independiente. El 9,8% de las adhesiones obtenidas en las elecciones de
1966 en total por los partidos de izquierda, evidenciaba la existencia de un aparente "techo" para estas agrupaciones. Sin
embargo, desde principios de la década comenzaron a afinarse proyectos de formación de un frente común. Las dificultades
para la unión de los partidos y las agrupaciones de izquierda en un frente político común estaban directamente relacionadas con
las diferencias tácticas y estratégicas imperantes en estas organizaciones. Como se ha señalado en el capítulo anterior, el
proceso político experimentado por los partidos y las agrupaciones políticas desde comienzos de la década de 1960, deben ser
analizados en un contexto mundial pautado por una etapa de especial endurecimiento de los antagonismos de la Guerra Fría en
el continente latinoamericano, que desde 1961 contaba con un gobierno apoyado por la URSS en territorio cubano.

A grandes rasgos, la posición acerca de la violencia revolucionaria y el tipo de vínculo a establecer con la Unión
Soviética constituyeron dos de los grandes “parteaguas" de la izquierda latinoamericana en esta época, ante los cuales sus pares
uruguayos no permanecieron ajenos. Una parte de la izquierda uruguaya -representada entre otras por las agrupaciones de
tendencia anarquista y las inspiradas en las revoluciones cubana y china- descartaba la vía electoral como motor cambio social,
aprobando la lucha armada como forma de llegar al poder. Los defensores de esta estrategia tuvieron su correlato en los
movimientos sindical y estudiantil, desde donde promovieron acciones tendientes a lograr una mayor radicalización de la
protesta, procurando mantener un margen de autonomía con respecto a la subordinación partidaria. Defensor de otra posición,
el Partido Comunista Uruguayo (PCU) si bien no descartaba la lucha armada en una etapa futura, estaba a la formación de un
gran movimiento de masas que creara conciencia acerca del camino revolucionario. Rodney Arismendi -Secretario General y
principal teórico del PCU desde mediados de la década de 1950- se refería al "camino pacífico al socialismo". Principal
impulsor de esta concepción, el PCU alentaba la participación electoral, otorgando especial importancia a las agrupaciones
partidarias en la planificación y organización de la protesta social.9
En 1966 se instaló con fuerza la idea de que era imprescindible sustituir el gobierno colegiado para superar la crisis
que atravesaba el país. Habiéndose presentado varios proyectos de reforma, finalmente salió vencedor el identificado con
papeleta de votación color naranja, cuyos lineamientos principales resultaron de un acuerdo entre sectores de los partidos
Nacional y Colorado. Además de reinstaurar un Poder Ejecutivo unipersonal -para el Presidente y para las intendencias
departamentales- que veía reforzadas sus potestades ante el Poder Legislativo, la nueva Constitución creaba organismos de
planificación en el área propiamente gubernativa. Entre las novedades en esta materia se destaca la creación de la Oficina e
Planeamiento y Presupuesto (OPP) y la Oficina de Servicio Civil. La nueva constitución también establecía la creación del
Banco de Previsión Social, encargado de la administración de las pensiones y retiros. Para la regulación del sistema monetario
se instituía el Banco Central. Suele afirmarse que la nueva Constitución otorgó facilidades para la escalada autoritaria que
precedió a su aprobación. Sin embargo, Carlos Real de Azúa ha reparado en la vigencia en la larga duración de la historia
constitucional del país de los instrumentos legales que facilitaron los posteriores desbordes autoritarios. 10 Podría entonces
decirse que lo novedoso fue su utilización reiterada y su adaptación a situaciones distintas a las previstas en el texto
constitucional.
A las primeras acciones del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) a finales de 1966 se respondió
en los primeros meses del año siguiente con una operación combinada entre fuerzas policiales comunes y la Guardia
Metropolitana.
Comandada por el jefe del Departamento de Inteligencia y Enlace, comisario Alejandro Otero, en esta operación se
allanaron domicilios particulares de políticos de izquierda, intelectuales y periodistas y el sindicato de los trabajadores cañeros.
En esta oportunidad también fue revisada minuciosamente la red de cloacas de la capital.11
El 6 de diciembre de 1967 murió repentinamente el Presidente Gestido. Una semana más tarde su sucesor, Jorge
Pacheco Areco, firmaba un decreto por el cual se retiraba la personería jurídica al Partido Socialista, el Movimiento
Revolucionario Oriental (MRO), la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), el Movimiento de Izquierda Revolucionario
(MIR) y el Movimiento de Acción Popular Uruguayo (MAPU). A su vez disponía la clausura del vocero socialista "El Sol" y
de "Época" (estableciéndose la detención de los integrantes de su Consejo Directivo). La medida fue justificada, aludiendo a la
adhesión de estos grupos a los postulados de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que incluía entre otros
aspectos la lucha armada como vía para llegar al poder. 12
1968: el año de todos los excesos. En materia de política económica el gobierno de Pacheco mantuvo los principales
lineamientos de sus predecesores, llevando hasta las últimas consecuencias una política de "choque" contra la inflación.
Durante la reorganización ministerial que tuvo lugar en el mes de mayo el Presidente integró a su equipo de gobierno a nuevos
representantes de poderosos grupos económicos, en su mayoría sin participación político-partidaria previa (tal fue el caso de
Jorge Peirano Facio, Ministro de Industria y Comercio y Carlos Frick Davie de Ganadería; Alejandro Végh Villegas fue
nombrado director de la OPP). De este modo se cerraba un ciclo: un grupo de "técnicos" y empresarios -formado en parte en
octubre de 1967- dirigía directamente la política económica del país. Los integrantes del nuevo gabinete debían poner freno al
proceso inflacionario, sin importar el costo político de esta medida.
A nivel mundial, mayo de 1968 fue un año de grandes movilizaciones estudiantiles (el "mayo francés", las protestas
de los estudiantes estadounidenses contra la guerra de Vietnam y el movimiento estudiantil mexicano, víctima de la masacre
que tuvo lugar en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco). Uruguay también vivió su "mayo del 68" con características
específicas. A partir del mes de mayo se realizaron grandes manifestaciones estudiantiles en contra de la suba del precio del
boleto del transporte colectivo y hacia junio se multiplicaron las ocupaciones de liceos y las manifestaciones en demanda de
mayores recursos para la enseñanza (el gobierno debía 500 millones de pesos a la Universidad y 400 a la UTU).
Además de la importante presencia numérica del estudiantado de secundaria, lo novedoso en el seno del movimiento
estudiantil fueron sus formas de lucha. A las ya clásicas formas de protesta (movilizaciones, paros, huelgas), se le agregaron
manifestaciones "relámpago", ocupaciones de locales liceales, quema de neumáticos y organización de "contracursos" y liceos
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populares como forma de resistencia a las clausuras de locales dispuestas por el gobierno en varias ocasiones. 13 Por su parte, el
movimiento -solidario con muchos de estos conflictos- mantuvo un alto índice de movilización, probando una vez más su
capacidad negociadora.
El gobierno respondió a la movilización social con medidas represivas, siendo frecuente que los actos y las
manifestaciones dejasen como saldo detenidos y heridos.
A pesar de que los disturbios estudiantiles habían comenzado a disminuir y que los funcionarios de la banca oficial -
en conflicto desde principios de junio- habían anunciado su disposición a reanudar las tareas, el 13 de junio el Presidente
decretó "medidas prontas de seguridad". El 28 de junio se decretó la congelación de precios y salarios. Esta disposición tomó
por sorpresa al movimiento sindical que esperaba para el 1° de julio la aprobación de los aumentos laudados por los Consejos
de Salarios, producto del acuerdo entre trabajadores, empresarios y delegados estatales. Puesto que los precios ya habían
aumentado, la congelación de salarios hizo recaer el peso de la crisis sobre los trabajadores. Promedialmente, el costo de la
canasta familiar básica se duplicó con respecto al año anterior, mientras que el salario real decayó abruptamente 12,8 puntos
porcentuales. Durante los seis meses que siguieron a la congelación los precios se mantuvieron estables, creando una situación
privilegiada para la inversión.14

En diciembre el gobierno dio un nuevo paso en la política anti-inflacionaria instaurando por ley un organismo
(Comisión Nacional de Precios e Ingresos) que tendría como objetivo "administrar la estabilización" y disponer los
incrementos de precios y salarios de acuerdo a informes técnicos sobre el grado de productividad. Con esta medida se ponía fin
a la experiencia de los Consejos de Salarios como ámbito negociador de las remuneraciones de los trabajadores. 15
Las gremiales empresariales dieron su apoyo a esta política gubernamental. Simultáneamente, durante este año los
trabajadores percibieron el salario real más bajo de toda la década de los sesenta.
En agosto de 1968, en las inmediaciones de la Facultad de Veterinaria fue herido de muerte el estudiante Líber Arce
que participaba en una de las varias manifestaciones en repudio a los allanamientos de locales universitarios. Su nombre
inauguraba una lista de muertos producto de la represión estatal que se iría ampliando en el transcurso de los años siguientes.
La multitudinaria manifestación que acompañó el cortejo fúnebre de Líber Arce expresó el repudio y el desconcierto de parte
de la sociedad, impactada por el asesinato de un estudiante.
El gobierno reprimió el descontento y la conflictividad social a través del empleo de la fuerza y del abuso de algunos
instrumentos legales. Entre las acciones tomadas en lo que Alvaro Rico ha llamado el "camino democrático al autoritarismo”ó
se destaca la disposición reiterada de "medidas prontas de seguridad": un instrumento constitucional previsto para casos de
excepción17. El Poder Ejecutivo es el responsable de su adopción, debiendo dar cuenta al Parlamento dentro de las 24 horas
siguientes de todas las acciones realizadas durante su vigencia. El gobierno de Jorge Pacheco Areco se valió de este
instrumento para gobernar por decreto, sin los controles de la oposición parlamentaria. Su implementación posibilitó la
prohibición del derecho a huelga en la actividad pública y privada por tiempo indeterminado, impidiendo asimismo la
realización de reuniones sindicales. Las libertades de expresión y de prensa fueron limitadas, al tiempo que se alteraron
derechos y garantías fuertemente arraigados en la sociedad uruguaya. Amparándose en las "medidas prontas de seguridad" el
Poder Ejecutivo aplicó disposiciones que constitucionalmente son de competencia legislativa o jurisdiccional. Por ejemplo,
entre otras medidas, nombró directores de entes estatales, suspendió las actividades de enseñanza y "militarizó" funcionarios
de los sectores público y privado. Un instrumento previsto para situaciones transitorias de excepcionalidad terminó amparando
una política de contención de la protesta social. Recién en 1969 y 1970 el "estado de excepción" habilitado por las "medidas
prontas de seguridad" fue utilizado principalmente para reprimir las actividades de la guerrilla.

En dos oportunidades el Poder Ejecutivo desconoció la decisión del Parlamento de levantar las medidas. Políticos de
la oposición, que interpretaron este acontecimiento de la voluntad parlamentaria como una violación de la Constitución
promovieron un juicio político al Presidente que finalmente no prosperó.

Entre el 13 de junio de 1968 y el 15 de marzo de 1969 la Asamblea General fue citada 83 veces consecutivas para
tratar el levantamiento de las medidas, sin lograr nunca el quórum exigido para sesionar. Esto fue posible debido a la ausencia
sistemática de legisladores del partido gobernante y del partido Nacional.

En simultáneo con la adopción de "medidas prontas de seguridad", el Presidente Pacheco decretó la militarización de
los funcionarios de la banca oficial de la administración de las empresas del Estado. Al año siguiente esta medida se extendió a
los empleados de la banca privada. La "militarización" supuso que aproximadamente 30.000 funcionarios del Estado fueran
sometidos a la disciplina y a los castigos previstos en la jurisdicción militar. La medida habilitaba a declarar "desertores" a
aquellos funcionarios que no se presentasen en sus lugares de trabajo por adherir a la huelga de su gremio. Entre las sanciones
aplicables en estos casos figuraba el arresto en cuarteles y unidades militares. Las "medidas prontas de seguridad" no autorizan
a recluir a los detenidos bajo este régimen de excepción en lugares de detención para prisioneros comunes, por lo cual también
se le encomendó a los mandos del Ejército esta misión.18 Diversas dependencias de la Universidad fueron reiteradamente
allanadas, transformándose en más de una oportunidad en escenarios de desiguales enfrentamientos entre estudiantes y
policías. Asimismo fueron intervenidos entes autónomos y los Consejos de Secundaria y UTU. El 28 de agosto de 1970 el
Consejo Interventor de Enseñanza Secundaria decretó la clausura de los cursos tanto de liceos públicos como privados por el
resto del año. En respuesta a esta medida el sindicato de profesores promovió la apertura de liceos populares en parroquias,
locales sindicales y universitarios, clubes y casas de familia. El Poder Ejecutivo y el Consejo Interventor ordenaron
allanamientos policiales en los lugares donde funcionaban liceos populares y prohibieron a los docentes impartir enseñanza en
estos ámbitos, amenazándoles con retirar la personería jurídica de las organizaciones que colaborasen con esta iniciativa.
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En reiteradas ocasiones fue violada la libertad de prensa, clausurándose parcial o definitivamente periódicos y
semanarios o decretándose el cierre de emisoras radiales. Por lo general se trataba de medios que informaban de la intensa
conflictividad social que atravesaba el país, dando cuenta de las medidas represivas del gobierno. A su vez, a través de las
clausuras y censuras, el gobierno buscaba evitar la difusión de las acciones de la guerrilla a la cual se quería mantener en el
plano de la delincuencia común (en julio de 1969 se prohibió la divulgación de "todo tipo de información que directa o
indirectamente refiera a los grupos delictivos que actúan en el país "19). En este contexto, se produjeron detenciones de
miembros de los consejos editores y periodistas de los diarios clausurados (tal fue el caso del consejo editor de "De Frente " y
de tres de sus periodistas en marzo de 1970).

Nuevas funciones para las Fuerzas Armadas. Desde fines de los años cuarenta, al igual que sus pares del
continente, las Fuerzas Armadas uruguayas, venían incorporando la "doctrina de la seguridad nacional", impulsada por Estados
Unidos en el contexto de la polarización ideológica de la Guerra Fría. 20 De acuerdo a la nueva doctrina las fuerzas armadas
debían prepararse para enfrentar un nuevo tipo de lucha, en la que el "enemigo" estaba dentro y no fuera del país y actuaba con
rostros diversos en múltiples frentes. El complemento de estas ideas debe buscarse en la "doctrina de la seguridad continental",
a través de la cual se procuró alinear a los ejércitos latinoamericanos en una política de aislamiento hacia Cuba que, desde la
proclamación de Fidel Castro de su orientación marxista, se había transformado en un "peligro latente".

El gobierno de Jorge Pacheco marcó un hito en el proceso de politización de las funciones de las Fuerzas Armadas,
encomendándoles la represión de los conflictos laborales y el mantenimiento de los servicios estatales. A su vez 1968 fue un
año clave para la interna militar que, según afirma Selva López, desde comienzos de la década venía experimentado
modificaciones en sus funciones y alejándose de algunas de sus prácticas corrientes.21 A principios de 1969 los generales Líber
Seregni y Víctor Licandro solicitaron el pase a retiro, provocando con ello el alejamiento de un grupo de oficiales de las
distintas armas que, influido por su liderazgo, optó por seguirles en su decisión. Según confesara Seregni años más tarde, la
resolución se debió a la negativa a realizar las tareas represivas contra la movilización sindical y estudiantil que el Poder
Ejecutivo les imponía. A partir de esta "autodepuración", el Ejército perdió a un importante grupo de militares "civilistas" o
"legalistas" -como se los denominó en la época-, partidario del respeto a la Constitución y contrario a la nueva orientación
ideológica por la que atravesaba la institución.

Hasta 1968 la represión de las huelgas y las manifestaciones había sido confiada a la Policía, que desde 1965 había
modernizado su equipamiento y entrenado a parte de sus integrantes de acuerdo a los parámetros de la "lucha contrainsurgente"
pregonada por Estados Unidos en distintos países de Latinoamérica. En adelante, las Fuerzas Armadas también aceleraron el
proceso de readaptación que venían transitando desde los tempranos sesenta. Estos cambios fueron posibles gracias a los
programas de asistencia policial y militar financiados por Estados Unidos desde mediados de la década de 1960. Según
consignan las recientes investigaciones de Clara Aldrighi, esta "ayuda" llegó fundamentalmente a través de tres vías: cursos de
entrenamiento en el país y en las principales escuelas estadounidenses, prestación de asistencia técnica y suministro de
tecnología represiva. Además de estas actividades, la influencia estadounidense en la política interna del país se manifestó en
la gestión de los funcionarios de ese gobierno que, a través de los Programas de Seguridad Pública o del Grupo Militar de la
Embajada, planificaron, promovieron y supervisaron buena parte de las acciones represivas del período. 22

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JORGE PACHECO ARECO (1920-1998)

Nació en Montevideo el 9 de abril de 1920. Realizó estudios incompletos de Derecho en la Universidad de la República y
dictó clases en Enseñanza Secundaria. Tempranamente se vinculó al Partido Colorado, al que lo unía una doble relación familiar. Por
línea paterna estaba vinculado a la familia Batlle Pacheco, hecho que posiblemente influyó en su incorporación como periodista al
diario El Día. Por parte materna era nieto de Ricardo Areco, destacado político que se formó al lado de José Batlle y Ordoñez, y
posteriormente acompañó al Presidente Feliciano Viera, -luego de la derrota del "primer batllismo" en 1916- en la formación del
Partido Colorado Radical (vierismo). Sin embargo Jorge Pacheco Areco adhirió a las posiciones batllistas ortodoxas, continuando su
carrera ascendente dentro del matutino El Día, del cual llegó a ser director. En 1962, fue electo diputado por Montevideo por la lista
10, auspiciada por el mencionado periódico. Posteriormente jugó un importante papel en la conformación de la "Unión Colorada y
Batllista", grupo político que unificó la lista 14 con otros sectores colorados, tales como los ex riveristas. Bajo este sublema asumió a
la Vicepresidencia de la República en marzo de 1967 como compañero de fórmula del General Oscar Gestido. La muerte de éste a los
pocos meses de la asunción de mando (6 de diciembre de 1967) lo llevó a la Presidencia de la República. Inició entonces uno de los
períodos de gobierno más controvertidos hasta la actualidad. A partir de 1972 comenzó una larga trayectoria diplomática y dio su
apoyo al golpe de Estado del 27 de junio de 1973. Fue candidato a la presidencia en las elecciones de 1984, 1989 y 1994. Falleció el
29 de julio de 1998.

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La estrategia armada: etapas y apuestas de los grupos de acción directa. En este período la organización
"Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros” (MLN-T) fue creciendo en número y diversificando su accionar. 23 Desde su
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óptica la "acción generaba conciencia" y, a diferencia de las guerrillas que actuaban en otros países latinoamericanos, el
desafío era operar en el escenario urbano.
Hasta octubre de 1969 la mayoría de sus acciones consistió en asaltos a instituciones financieras de las que se extraía
dinero y documentación, con el doble objetivo de denunciar situaciones de corrupción económica -o la implicación de políticos
en las mismas- y, simultáneamente, obtener financiamiento para su actividad clandestina. En algunas oportunidades los asaltos
también tuvieron como finalidad el aprovisionamiento de armas y municiones.
En esta etapa también se realizaron algunos secuestros de figuras vinculadas al autoritarismo estatal -como Ulysses
Pereira Reverbel, Presidente del Directorio de UTE cuyos funcionarios habían sido militarizados- o representantes de las
grandes finanzas -caso de Gaetano Pellegrini Giampietro, director de la empresa editora de los diarios "La Mañana" y "El
Diario" y dirigente de la patronal bancaria-. Estos primeros secuestros parecerían haber estado muy vinculados a las
necesidades de obtención de información y de financiación para la organización, aunque también deben tenerse en cuenta los
factores "aleccionadores" presentes en la ejecución de estas acciones. Tampoco faltaron en esta etapa las acciones con función
desmitificadora a través de las cuales se buscaba atacar símbolos del poder económico beneficiado con la política vigente
(ataque a la multinacional "General Motors") o agentes del sistema represivo (como las estaciones radiales o televisivas
vinculadas a la propaganda a favor de la represión gubernamental).
El 8 de octubre de 1969 un comando del MLN intentó tomar la ciudad de Pando, apoderándose de la comisaría, el
cuartel de bomberos y la central telefónica. Este ensayo del poderío militar tupamaro fue la primera operación correspondiente
a un cambio de táctica en el accionar del movimiento que, según sus integrantes, respondía al empeoramiento generalizado de
la situación que atravesaba el país (se gobernaba por decreto, los cuarteles eran cárceles y los trabajadores estaban sometidos a
leyes militares). En esta etapa -que se extiende hasta abril de 1972- se realizaron nuevos asaltos y atentados, a la vez que se
multiplicaron los secuestros, introduciéndose en dos oportunidades la determinación de la pena de muerte por parte de los
llamados "tribunales del pueblo". Fueron objetos de esta práctica el Inspector de Policía Héctor Moran Charquero (13 de abril
de 1970), denunciado por infligir torturas durante los interrogatorios a los detenidos, y Dan Mitrione (10 de agosto de 1970),
uno de los jefes del equipo de consejeros del Programa de Seguridad Pública dependiente de la Agencia Internacional para el
Desarrollo.
Clara Aldrighi señala que otra de las características sobresalientes de esta fase del movimiento fue el alto crecimiento
del número de militantes, muchos de ellos integrantes de los grupos periféricos (Comandos de Apoyo Tupamaro) entre cuyas
funciones figuraba la obtención de información, la difusión de proclamas y volantes y la realización de diversas actividades de
propaganda.
La sociedad uruguaya asistía a un fenómeno desconocido en la historia del país. Si bien algunas de las acciones del
MLN gozaron de cierta popularidad a nivel social, otras fueron apreciadas negativamente.24 De lo que no cabe duda es que en
pocos años la población fue testigo de acciones que, al margen de cómo se juzgaran, se caracterizaban por su espectacularidad.
Al impacto provocado por esta nueva forma de incidir en la vida política deben sumársele las reiteradas fugas carcelarias
protagonizadas por integrantes del MLN durante este periodo. La fuga de 111 presos (106 pertenecientes al MLN) del Penal de
Punta Carretas en setiembre de 1971 impactó particularmente a los uruguayos tanto por su volumen como por lo complejo de
su planificación y concreción. Sin embargo, no era esta la primera vez que sucedía un acontecimiento de este tipo. El 8 de
marzo de 1970 trece presas políticas se habían fugado de la Cárcel de Mujeres en que se hallaban detenidas. El 28 de julio del
año siguiente treinta y ocho mujeres, casi todas integrantes del MLN, repitieron esta acción.

Los gobiernos de Jorge Pacheco y Juan María Bordaberry (electo en noviembre de 1971) demostraron una gran
intransigencia para negociar con el movimiento guerrillero. Prueba de ello lo constituyen las reiteradas negativas del gobierno
a aprobar una ley de indulto o amnistía en momentos en que el poderío de la organización había decaído significativamente.
Muy distante de la voluntad de pacificación a través de alguna forma de amnistía, la preocupación de los gobiernos de Pacheco
y Bordaberry pasaba por superar lo que interpretaban como "insuficiencias" u "obsolescencias" de la legislación vigente de
acuerdo a las necesidades del presente.

La izquierda legal mantuvo una relación ambigua con el MLN: osciló entre la coexistencia pacífica y la crítica. La
organización dio su "apoyo crítico" al Frente Amplio y realizó una tregua unilateral para que pudiesen desarrollarse las
elecciones de noviembre de 1971.

En este período se denunciaron torturas en reiteradas ocasiones tanto a militantes de las organizaciones de acción
directa como a trabajadores militarizados. Cuarteles de todo el país, jefaturas de policías y otras dependencias (Centro General
de Instrucción de Oficiales de Reserva, Escuela de Enfermería Dr. Carlos Nery, bases de la Armada y de la Fuerza Aérea entre
otros) se transformaron en lugares de detención transitoria de militantes sindicales, estudiantiles y políticos, sirviendo también
como lugar de destino de los trabajadores militarizados. El 10 de diciembre de 1969, a raíz de las denuncias realizadas por la
senadora Alba Roballo, se creó una Comisión Investigadora en el Senado para indagar acerca de estas cuestiones. Personas que
denunciaron haber sido sometidas a torturas, familiares y testigos de estos acontecimientos, así como abogados y médicos
forenses fueron interrogados en el marco de las actividades de esta Comisión. Pocos meses más tarde, en el informe expedido
el 1° de junio de 1970, se consideró probado que "el sistema de aplicación de trato inhumano y torturas a los detenidos por la
Policía de Montevideo [era] un hecho habitual y se ha[bía] convertido en un sistema frecuente, casi normal. "2S

En este período comienzan a operar agrupaciones de ultra-derecha y grupos paramilitares. Durante los últimos meses
de 1971 aumentó la frecuencia y la cantidad de algunas prácticas violentas ejercidas desde tiempo atrás, como los atentados
con artefactos explosivos o armas de fuego a domicilios particulares de personas vinculadas a la izquierda, comités y sedes
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

partidarias. A través del análisis de documentación desclasificada por el Departamento de Estado estadounidense, Clara
Aldrighi ha demostrado que lejos de ser una organización para-estatal, el "escuadrón de la muerte" -una de las organizaciones
más representativas en este espectro- había sido impulsado directamente por el gobierno de Jorge Pacheco con el apoyo de los
consejeros del Programa de Seguridad Pública financiado por el gobierno de Estados Unidos. 26

En setiembre de 1971 el gobierno de Pacheco encomendó a las Fuerzas Armadas la represión de la guerrilla urbana,
ampliando aun más su espacio de acción en la vida política.27
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Los TUPAMAROS

El movimiento "Tupamaro" (que más adelante se definiría como "Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros") se constituyó
como organización política autónoma de otros partidos y agrupaciones en 1965. Sus miembros fundadores eran militantes de distintos grupos
y partidos políticos (mayoritariamente de izquierda), nucleados en torno a la convicción de que el cambio social debía producirse por la vía
armada. En esta concepción -influida por el prestigio que la vía revolucionaria había adquirido en parte de la izquierda luego de la
Revolución Cubana- la lucha armada desempeñaba un papel de primer orden como instrumento para tomar el poder y generar conciencia de
lo que se entendía como "opresión".
A continuación se transcribe un extracto del documento número 1 del MLN-Tupamaros, dado a conocer en junio de 1967.

"IV) Conclusiones generales


1. En nuestro país hay condiciones objetivas para la lucha revolucionaria.
2. En nuestro país no hay condiciones subjetivas (conciencia, organización, dirección).
3. Las condiciones subjetivas se crean luchando.
4. Descartamos la posibilidad de tránsito pacífico hacia el poder en nuestro país (pensamos en términos de años, no de siglos).
5. La única vía para la liberación nacional y la revolución socialista será la lucha armada. No hay casi posibilidades de
radicalización de la lucha de clases que no desemboque en la violencia. Las verdaderas soluciones para nuestro país implican un
enfrentamiento directo y violento con la oligarquía y sus órganos de represión. La lucha armada no sólo es posible en Uruguay
sino imprescindible: única forma de hacer la revolución.
6. La lucha armada será la principal forma de lucha de nuestro pueblo y a ella deberán supeditarse las demás.
7. La lucha armada no será solamente instrumento para el asalto al poder burgués sino que, como en el resto de América Latina,
será el mejor instrumento para la movilización de las masas, el mejor instrumento para crear condiciones revolucionarias.
8. El hecho de la existencia de un gobierno surgido de la elección popular es un inconveniente para justificar a escala de las grandes
masas la necesidad de la lucha armada, pero ni esta situación es permanente porque el Uruguay ha estado varías veces en los
últimos años al borde del golpe de estado militar, ni siempre un gobierno electo goza de autoridad. Para nosotros es más bien un
problema de prestigio del gobierno, independientemente de sus formas. Lo fundamental es crear conciencia en la población a
través de la lucha armada y otras formas de lucha, crear conciencia de que sin revolución no habrá camino. "
MLN-T- Documento N°1

[Tomado de: Gerardo Caetano, Milita Alfaro, Historia del Uruguay Contemporáneo. Materiales para el debate, Montevideo,
F.C.U.-ICP, 1995, pp. 250-251]
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Las elecciones de 1971 y el crecimiento electoral de la izquierda. Las elecciones nacionales de 1971 fueron las primeras con
voto obligatorio y en la que los soldados tuvieron derecho al sufragio. Su importancia desde el punto de vista histórico radica
en que marcaron el comienzo del fin del tradicional bipartidismo blanco y colorado. Por primera vez en la historia del país las
izquierdas, unidas en un frente programático (Frente Amplio) obtuvieron la adhesión del 18,28 % del electorado, duplicando la
cantidad de votos de los distintos partidos de izquierda en las elecciones anteriores. De este modo importantes sectores de la
sociedad manifestaban su descontento y deseo de cambio. La unificación de la izquierda se había logrado luego de algunos
intentos frustrados de consolidar un frente opositor a la política del gobierno. En este proceso debe tenerse en cuenta la
experiencia y los debates transitados durante el camino hacia la unificación sindical. El resultado de ambas uniones potenciaba
la capacidad de movilización y protesta del movimiento popular. A su vez, el Frente Amplio, cuyo programa contenía
postulados de cambio social y políticos con tintes revolucionarios, se presentaba como una alternativa de cambio pacífica, a la
cual no resultaba sencillo deslegitimar, como solía hacerse con los partidarios de la lucha armada. Esta característica no pasó
desapercibida para el gobierno estadounidense que, según revela documentación recientemente desclasificada, calificó al
Frente Amplio como un "enemigo" peligroso capaz de lograr el triunfo electoral en las elecciones a realizarse en 1976. Según
informaba en el balance anual de 1972 el embajador estadounidense en Montevideo, Charles Adair, no se veía en el accionar
de la guerrilla una amenaza política importante, siempre y cuando esta no se aliase con la "izquierda radical legal".2

Entre las elecciones de 1966 y de 1971 los partidos Nacional y Colorado habían experimentado importantes cambios
entre los que se destacaron la separación de algunas agrupaciones y su incorporación al Frente Amplio. Ejemplo de estos
desgajamientos lo constituyen el movimiento "Por el Gobierno del Pueblo" liderado por Zelmar Michelini y la "Agrupación
Pregón" encabezada por Alba Roballo provenientes del Partido Colorado y el "Movimiento Blanco Popular y Progresista"
liderado por Francisco Rodríguez Camusso en el Partido Nacional. No todas las opciones renovadoras se manifestaron dentro
del recién creado Frente Amplio. En 1969 se conformó en el Partido Nacional la agrupación "Por la Patria", cuya figura más
visible fue Wilson Ferrería Aldunate. En las elecciones de 1971, esta agrupación -autopercibida como "reformista"- se alió al
"Movimiento Nacional de Rocha".Con escasos votos de diferencia con respecto al Partido Nacional, resultó electa la fórmula
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

propuesta por la "Unión Colorada y Batllista", integrada por Juan María Bordaberry y Jorge Sapelli. El Partido Colorado había
promovido una reforma electoral que habilitara la reelección de Jorge Pacheco para la Presidencia de la República,
acompañado por Bordaberry en la candidatura. A pesar de ser la formula más votada, la "Unión Nacional Reeleccionista" no
logró el porcentaje de votos para aprobar la reforma constitucional. Inmediatamente después del acto eleccionario el Directorio
del Partido Nacional denunció irregularidades en el desarrollo del escrutinio que en los meses siguientes fueron desestimadas
por la Corte Electoral. Inhabilitada la candidatura de Pacheco por no alcanzar los sufragios necesarios para la reelección,
Wilson Ferreira Aldunate fue el candidato presidencial más votado. De los resultados electorales puede deducirse la tendencia
de la mayor parte de la ciudadanía a apoyar una opción de centro, con una propuesta de cambio moderado que se situaba en un
punto medio de un contexto polarizado, en cuyos extremos se hallaban los planteos del Frente Amplio y la propuesta de
reelección del pachequismo.

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"NUESTRO COMPROMISO CON USTED" - DOCUMENTO DE POR LA PATRIA (1971)

"EL URUGUAY protagoniza una crisis de magnitud y alcance desconocidos por sus generaciones contemporáneas. [...]
Y bajo el signo de una anormalidad creciente, se quebró en la sociedad uruguaya su antigua creencia en la ventura del futuro
nacional que, por generaciones sucesivas, fue el principal sostén de la situación recibida [...]
En la mala situación padecida, se percibe la inevitable subordinación del futuro personal y familiar a la suerte del destino
nacional. Y una nueva inquietud por pesar en las grandes opciones políticas agita a la ciudadanía, pero la inexperiencia que posee el
URUGUAY contemporáneo en duros trances históricos, ha originado un clima de desorientación ansiosa del que muchos pretenden salir a
cualquier precio y aún, a costa de toda realidad: Hay quienes -motivados por la desaparición de la situación pasada, holgada y normal-
aspiran a reanimar ese ayer combatiendo el desorden actual por el único medio de la represión. Y otros que, al cabo de una desesperante
rutina, viven cautivados por el espectáculo de grandes transformaciones realizadas por países industrializados o pueblos militarizados,
cuyos pasos pretenden imitar e imponer en nuestra tierra. [...]
RESPONSABILIDAD DE TODOS
El destino nacional y el futuro personal de los uruguayos ya no es asunto asegurado por el tiempo que pasa. Será creado a imagen
de lo que logremos hacer en estos tiempos por venir:
Dependerá de nuestra capacidad para sustentar un terco y esperanzado propósito nacional; de nuestra energía para desechar las
debilidades entreguistas que, desde los tiempos de la Patria Vieja, han augurado en vano la imposibilidad histórica del URUGUAY; de
nuestro tino para preservar la cohesión social de desgarramientos irreparables; de nuestra paciente voluntad por reorganizar la
convivencia hacia horizontes de pacífica laboriosidad. [...]
UNA COMUNIDAD NACIONAL
[...] La experiencia padecida, aunque gravará duramente el futuro inmediato, arroja una clara lección: ninguna acción externa
abreviará el propio y paciente esfuerzo; ninguna ilusión remota justificará la paralización de las energías nacionales. Serán ciudadanos del
URUGUAY y no ciudadanos del mundo quienes deberán abrir los caminos inmediatos para reanimar el proceso nacional. [...]"
[Tomado de Carlos Demasi (coord.), La caída de la democracia, pp. 193-194]

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WILSON FERREIRA ALDUNATE (1919-1988)

Nacido el 28 de enero de 1919 en Nico Pérez (Lavalleja), Wilson Ferreira se trasladó al año siguiente junto a su familia a la
ciudad de Melo (Cerro Largo), en donde transcurrió su infancia y adolescencia. Desde principios de la década de 1940 se integró a las
filas del nacionalismo independiente, resultando electo diputado en los comicios de 1954 y 1958. En 1962, integrado a la coalición
blanca "ubedoxia", obtuvo una banca en el senado que no llegó a ocupar porque fue designado Ministro de Ganadería y Agricultura.
En el desempeño de esta función abordó el problema de la transformación de las estructuras agropecuarias, presentando en 1965 un
proyecto de reforma agraria que finalmente no fue aprobado.
Desde 1967 hasta la disolución del Parlamento, el 27 de junio de 1973, se desempeñó como senador, destacándose
fundamentalmente por su capacidad interpelante.
En 1969 lideró la formación de la agrupación "Por la Patria", que para las elecciones de 1971 se alió con el "Movimiento
Nacional de Rocha" presentando la fórmula presidencial Wilson Ferrerira-Carlos Julio Pereyera. En estos comicios Ferreira resultó el
segundo candidato más votado, obteniendo el 26,5% del total de los sufragios.
En la última sesión del Senado, previa a la disolución de las cámaras, se declaró "en guerra contra el Sr. Juan M.
Bordaberry, enemigo de su pueblo". Posteriormente abandonó el país y comenzó un largo exilio que transcurrió en Argentina, Perú y
Londres, desempeñando un papel de primer orden en la coordinación de las fuerzas opositoras a la dictadura en el exterior. Entre
otras intervenciones, su exposición en junio de 1976 ante el Subcomité de Organizaciones Internacionales de la Cámara de
Representantes estadounidense resultó clave para lograr la decisión del Congreso de ese país de suspender la asistencia y el
entrenamiento militar así como la venta de armas al gobierno de Uruguay.
El 16 de junio de 1984 regresó a Uruguay, siendo detenido al desembarcar en el puerto de Montevideo y trasladado al
cuartel de Trinidad (Flores). Preso y proscripto para las elecciones de 1984, Ferreira fue liberado cinco días después de realizados los
comicios. En esta oportunidad pronunció un discurso en la explanada municipal en el que aseguró que su fuerza política
proporcionaría "gobernabilidad" al partido de gobierno.
En diciembre de 1986 impulsó la elaboración del texto de la que acabaría convirtiéndose en la ley 15.848, por la cual el
Estado uruguayo renunciaba a sus funciones de investigación y penalización de los responsables de los delitos cometidos por
funcionarios militares y policiales durante la dictadura.
Falleció en Montevideo el 15 de marzo de 1988.
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

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Hacia el golpe de Estado. En 1972, tras la realización de un balance económico, la OPP -dirigida por Ricardo
Zerbino- elaboró un Plan Nacional de Desarrollo que debía ponerse en práctica en los cinco años siguientes. Según el
diagnóstico sobre el que se basaba esta propuesta, el estancamiento económico que sufría el país -para ese entonces estructural-
era el resultado de una larga "actitud intervencionista y proteccionista del Estado", totalmente desfasada de la economía
internacional. Para superar esta situación se proponía darle al mercado un rol de asignador de recursos, reestableciendo de este
modo una supuesta regulación espontánea entre ofertantes y demandantes. Walter Cancela y Alicia Melgar explican que, en
este contexto, el papel del Estado debía restringirse al establecimiento de marcos que garantizasen el normal desarrollo de la
actividad privada, la cual debía ser especialmente fomentada. Sobre el empresariado privado recaía la mayor parte de las
expectativas de crecimiento económico. A su vez se planteaba la necesidad de quitar la mayor cantidad posible de trabas para
la inversión extranjera en nuestro país y se privilegiaba al sector exportador. Se establecía también que el valor del salario
dependería de la productividad. Inspirado en la estrategia estabilizadora de corte neoliberal, esta propuesta tenía como objetivo
invertir las reglas del funcionamiento anterior. El Plan se instrumentó con algunas modificaciones a partir de 1974, sin frenos
parlamentarios y con la ausencia de la oposición sindical.29

1972 -al igual que 1968- fue uno de esos años que marcó la memoria de sus contemporáneos por el alto grado de
violencia política.30 Fue el año de apogeo de las agrupaciones de ultra-derecha (Juventud Uruguaya de Pie) y de los grupos
paramilitares ("escuadrón de la muerte" y Comando Caza Tupamaros). Durante la primera mitad del año el MLN tomó la
ciudad de Soca y realizó algunos secuestros y atentados (uno de ellos al domicilio del Gral. Florencio Gravina, Comandante en
Jefe del Ejército). A través del secuestro del fotógrafo policial Nelson Bardesio el MLN obtuvo información sobre la
integración y el modo de operar del "escuadrón de la muerte". 31

El 14 de abril el MLN asesinó a cuatro integrantes del "escuadrón de la muerte". Las Fuerzas Conjuntas (Fuerzas
Armadas y Policía) respondieron a este operativo, allanando varios de sus locales y ejecutando a ocho miembros de la or-
ganización. Ese mismo día un comando armado invadió con extrema violencia la sede central del Partido Comunista mientras
se celebraba un acto con la presencia de aproximadamente quinientas personas. Al día siguiente, la Asamblea General, con
excepción del voto de los legisladores del Frente Amplio, decretó la "suspensión de garantías individuales" y aprobó el "estado
de guerra interno". Durante los días siguientes se produjeron atentados con explosivos contra domicilios particulares de
personas vinculadas en distinto grado a las agrupaciones de izquierda. Un episodio ocurrido el día 17 conmovió, nuevamente,
la sensibilidad colectiva. En esa fecha, efectivos del Ejército y de la Policía sitiaron el local de la seccional 20 del PCU,
ubicado en el barrio montevideano de Paso Molino, y de acuerdo con el relato de testigos, fusilaron a ocho militantes
comunistas que salieron sin oponer resistencia.32

La "suspensión de garantías" se había aplicado por primera vez en 1970 a raíz del asesinato por parte del MLN de Dan
Mitrione, uno de los jefes del equipo de instructores del Programa de Seguridad Pública dependiente de la Agencia para el
Desarrollo Internacional.33 Su vigencia se extendió por un lapso de sesenta días. Desde el 14 de abril, la "suspensión de
garantías" rigió en forma permanente. A pesar de la desarticulación de la guerrilla entre julio y setiembre de 1972, el
Parlamento concedió al Ejecutivo la anuencia para su aplicación en setiembre y noviembre de 1972 y en marzo de 1973. De
modo similar a lo ocurrido con las "medidas prontas de seguridad", la aplicación de la "suspensión de garantías individuales"
no se limitó a la detención de supuestos delincuentes, tal como se establecía en la Constitución, sino que fue utilizada para
realizar miles de allanamientos sin orden judicial o motivo concreto (conocidas como "operaciones rastrillo"). Cientos de
personas a las que no se les imputaba ningún delito fueron detenidas en unidades militares sin ser puestas a disposición de la
justicia en las 24 horas siguientes, según se establecía en la Constitución.

Mientras se discutía desde marzo un proyecto de ley que adecuase el marco legal a la lucha contra la "sedición", los
hechos sucedidos el 14 de abril de 1972 llevaron a los legisladores de los partidos Nacional y Colorado a votar el "estado de
guerra interno" por treinta días y la suspensión de garantías individuales. Por primera vez en la historia del Uruguay se
declaraba la "guerra interna". Votando su aplicación, el Parlamento admitía que el Estado ejerciese la violencia para defender
el sistema democrático de la amenaza que suponía la acción guerrillera. Aprobadas estas medidas, las Fuerzas Armadas
desarrollaron varios operativos en todo el país que llamaron especialmente la atención por la cantidad de efectivos y el tipo de
armamentos empleados. Cientos de personas -muchos de ellos estudiantes- fueron detenidas sin que se diera a conocer su
paradero. En paralelo a estos acontecimientos, el 27 de julio de 1972 la Asamblea del Colegio de Abogados declaró por 226
votos contra 118 la inconstitucionalidad del "estado de guerra interno".

El "estado de guerra interno" fue sustituido por la Ley de Seguridad del Estado vigente desde el 10 de julio de 1972.34
Entre otras disposiciones, la nueva ley eliminaba potestades fundamentales del Poder Judicial, transfiriendo la función de
impartir justicia al Poder Ejecutivo y más concretamente a las Fuerzas Armadas.

Documentos de circulación interna y comunicados públicos testimonian que entre setiembre de 1971 y febrero de
1973 las Fuerzas Armadas elaboraron y expresaron algunos objetivos políticos propios. Tempranamente la institución había
elaborado un programa de acción a largo plazo entre cuyos cometidos figuraba la 'destrucción del aparato militar subversivo
que opera[ba] en el país " para, en una segunda etapa, "proporcionar seguridad al desarrollo nacional". Hacia finales de 1972
había sido alcanzado el objetivo de desarticulación del aparato militar de la guerrilla.35 La movilización popular persistía;
prueba de ello eran los grandes actos organizados por la CNT y el Frente Amplio. En los últimos meses de este año tuvieron
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

lugar varios conflictos de los trabajadores de la educación en oposición a la Ley de Educación General, finalmente aprobada a
comienzos de 1973. Esta ley promovió la centralización del sistema educativo básico, apuntando a un mayor control en esta
área.36En febrero de 1973, la oposición de los mandos militares al nombramiento del Gral. Antonio Francese como Ministro de
Defensa, originó una crisis institucional. En un comunicado emitido por el canal de televisión nacional el día 8, el Ejército
declaró que desconocería las órdenes del nuevo ministro, sugiriendo su inmediato retiro.37 Ese mismo día, el Presidente
Bordaberry -apoyado por la Armada que había bloqueado la Ciudad Vieja demostrando su discrepancia con las fuerzas
insubordinadas- realizó una convocatoria a la ciudadanía y a todas las fuerzas políticas en defensa de las instituciones. Apenas
doscientas personas acudieron a la Plaza Independencia en respuesta de la convocatoria presidencial. En la madrugada del día
9 se mantuvieron conversaciones entre representantes de los partidos políticos y las Fuerzas Armadas con la finalidad de
instalar un gobierno provisorio y de convocar a elecciones en los meses siguientes. También mantuvieron conversaciones con
los mandos, representantes del Secretariado Ejecutivo de la CNT, cuyos gremios integrantes por estos días realizaron
asambleas de carácter urgente para redoblar la movilización y analizar la resolución tomada por la Convención en 1964
previendo la eventualidad de un golpe de Estado. Durante el día, los mandos de las fuerzas insubordinadas se dirigieron a la
población (comunicado N° 4) expresando, entre otras aspiraciones, su voluntad de intervenir directamente en el acontecer
político nacional. En el "programa de acción" elaborado por los mandos -completado al día siguiente a través de la emisión del
comunicado N° 7- afirmaciones como la de "redistribución de la tierra", o "acceso a la propiedad para quien la trabaje "
coexistían con postulados propios de la "doctrina de la seguridad nacional".38 Estas declaraciones llevaron a parte de la
izquierda a apelar a sectores nacionalistas que pudieran existir dentro de las Fuerzas Armadas, llamados "peruanistas" en
alusión al golpe protagonizado por el Gral. Velasco Alvarado en Perú en 1968. En un multitudinario acto del Frente Amplio
realizado en la noche del día 9, el Gral. Seregni solicitó la renuncia de Bordaberry y convocó a la realización de una consulta
popular. Sin embargo, lejos de desembocar en la remoción presidencial, la agitación y la expectativa que pautaron la primera
quincena de febrero de 1973 concluyó con un acuerdo entre las Fuerzas Armadas y el Presidente. Aislado desde el punto de
vista político, Bordaberry realizó un acuerdo con los mandos militares, estableciendo su incorporación formal a funciones
estrictamente políticas y administrativas. El "Pacto de Boiso Lanza" -nombre dado a este acuerdo en alusión a la base aérea
donde se mantuvieron las conversaciones- creó el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), instaurando un ámbito
compartido entre el Presidente de la República y sus ministros y los Comandantes en Jefe de las tres armas y el Jefe del Estado
Mayor de las Fuerzas Conjuntas. Si bien la crisis de febrero aun no ha sido estudiada en profundidad, para muchos analistas del
período, este fue el inicio del proceso golpista. Los acontecimientos de febrero también fueron percibidos de este modo por
algunos contemporáneos, como es el caso de los diplomáticos de la embajada estadounidense en Montevideo. Según informaba
el embajador Charles Adair en el balance anual enviado al Departamento de Estado en Washington, los acontecimientos de
febrero debían ser interpretados como un golpe de Estado "suave" ("soft"). Satisfecho con este desenlace, Adair aludía a la
instauración de un "cogobierno cívico-militar " que no dudaría a la hora de definir "las decisiones impopulares que deb[ían]
ser tomadas ".39

Los acontecimientos que tuvieron lugar entre febrero y junio de 1973 confirmaron el desplazamiento de las Fuerzas
Armadas al centro del poder. Desde la óptica de esta institución, algunas de las principales resoluciones parlamentarias de los
meses que siguieron a la crisis de febrero fueron interpretadas como obstáculos para la continuación del plan civil-militar
según el cual se buscaba dar "seguridad para el desarrollo”. El rechazo del proyecto de ley de "Estado Peligroso" enviado por
Bordaberry a la Asamblea General40, la imposibilidad de lograr el desafuero del senador frenteamplista Enrique Erro (acusado
por la Justicia Militar de mantener contactos clandestinos con los Tupamaros) y los intentos del Senado de iniciar una
investigación sobre las denuncias de torturas infligidas a nueve funcionarios municipales de la Intendencia de Paysandú41,
constituyen ejemplos claros de los "impedimentos" enfrentados por las Fuerzas Armadas y el Presidente de la República
durante estos meses. En simultáneo a estos acontecimientos múltiples actos, paros y movilizaciones en diferentes puntos del
país dejaban en evidencia la fortaleza del movimiento popular que continuaba resistiendo las repercusiones del nuevo modelo
económico y exigiendo la renuncia del Presidente como condición básica para replantear el futuro político del país.
A diferencia de otros países latinoamericanos en que las Fuerzas Armadas desplazaron a gobiernos electos
constitucionalmente, en Uruguay fue el propio Presidente Bordaberry el que firmó el decreto de disolución del Parlamento. 42
De este modo, el 27 de junio de 1973 finalizaba el proceso del golpe de Estado y el mismo Presidente, con apoyo de las
Fuerzas Armadas, se convertía en dictador.

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EL PARTIDO COMUNISTA Y EL PAPEL DE LAS "MASAS" EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO

"Nuestro XX Congreso se realiza cuando Uruguay ingresa en una fase superior del desarrollo revolucionario.
La dura y continuada lucha de la clase obrera y el pueblo contra la oligarquía de latifundistas y grandes capitalistas y contra el
imperialismo yanqui, principal opresor de nuestra patria, transita hacia etapas más elevadas, en que aparece como posibilidad real el logro
de victorias decisivas, capaces de alumbrar una nueva realidad política. Maduran las premisas de una alternativa de poder democrático
avanzado y patriótico. La conquista de un gobierno de tales características, realizador de un programa de transformaciones democráticas y
de rescate de la soberanía nacional, en el que participen la clase obrera y las grandes masas trabajadoras, pasa a ser el objetivo central del
período que se inicia. [...]
Cabe subrayar, como rasgo importante, el crecimiento de nuestro Partido, el partido marxistaleninista, que desde el anterior
Congreso más que duplicó el número de sus afiliados. [...] Nuestro Partido se distingue hoy, especialmente, por su arraigo de masas, por la
elevación de su papel histórico-social de vanguardia [...]. Hoy nadie puede dudar [...] que los principales arquitectos del avance del proceso
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

revolucionario uruguayo a que asistimos, son las grandes masas unificadas y puestas en marcha antes que nada por nosotros a través de
una auténtica y ejemplificadora labor de revolucionarios marxistas-leninistas. "
[Palabras de Rodney Arismendi en el XX Congreso del Partido Comunista del Uruguay. Diciembre de 1970. Informe de balance
del Comité Central. Tomado de: Rodney Arismendi, Uruguay y América Latina en los años 70, pp. 22-23, 25 y 31.]

Notas
(1) Una síntesis de la evolución económica de este período puede encontrarse en: Walter Cancela y Alicia Melgar, El desarrollo frustrado.
30 años de economía uruguaya (1955-1985), Montevideo, CLAEH-E.B.O., 1985, pp. 27-38 y Henry Finch, La economía política del
Uruguay contemporáneo. 1870-2000, Montevideo, E.B.O., 2005 (2a ed. corregida y aumentada), pp. 243-268.
(2) Desde los últimos días del mes de junio hasta el 10 de octubre de 1967 el gobierno tomó medidas que fueron asociadas a la voluntad
de reinstaurar el modelo batllista, entre las que se destacan el control de las importaciones y los esfuerzos por establecer más de un mercado
cambiario y por pagar las obligaciones a través de empréstitos internos. A este breve período, radicalmente opuesto a la política económica
que le seguiría, se le ha llamado "los cien días".

(3) El 9 de octubre de 1967 el gobierno de Oscar Gestido decretó "medidas prontas de seguridad" para contener la movilización sindical,
produciéndose en este marco aproximadamente 400 detenciones y la confiscación de ediciones del diario El Popular y del semanario
Marcha. Esta decisión provocó el alejamiento de los ministros Zelmar Michelini (Industria y Comercio), Amílcar Vasconcellos (Hacienda),
Enrique Véscovi (Obras Públicas) y Heraclio Ruggia (Trabajo y Seguridad Social). A partir del 30 de octubre figuras vinculadas a
experiencias autoritarias anteriores (César Charlone) o asociadas a importantes grupos económicos (Walter Pintos Risso, Horacio Abadie
Santos y Guzmán Acosta y Lara) pasaron a integrar el gabinete ministerial del Presidente Gestido. Ver Carlos Zubillaga y Rome o Pérez, La
democracia atacada, Montevideo, E.B.O., 1996, p. 4, en AA.VV., El Uruguay de la dictadura.

(4) Rosa Alonso y Carlos Demasi, Uruguay 1958-1968: crisis y estancamiento, Montevideo, E.B.O., 1986, pp. 50-60.
(5) Las resoluciones del Congreso y sus repercusiones pueden consultarse en: Centro Uruguay Independiente, El Pueblo delibera. El
Congreso del Pueblo veinte años después, Montevideo, CUI, 1985.
(6) Héctor Rodríguez, Nuestros Sindicatos, Montevideo, Ediciones Uruguayas, 1965 y El arraigo de los sindicatos, Enciclopedia
Uruguaya, Fascículo 51, Montevideo, Editorial Arca, 1969. Ver también Yamandú González, Cronología histórica del movimiento sindical
uruguayo (Hechos, resoluciones políticas y eventos sindicales) 1870-1984, Montevideo, CIEDUR, 1989.

(7) Marta Machado y Carlos Fagúndez, Los años duros. Cronología documentada (1964-1973), Montevideo, Monte Sexto, 1987, p. 39.
(8) Ibídem.pp. 74-75.

(9) Para conocer más detalladamente la evolución político-partidaria del período véase: Carlos Zubillaga, "Los partidos políticos ante la
crisis (1958-1983)", en: Gerardo Caetano, José P. Rilla, Pablo Mieres, Carlos Zubillaga, De la tradición a la crisis. Pasado y presente de
nuestro sistema de anidas, Montevideo, CLAEH-E.B.O., 1985, pp. 41-60. Para los cambios experimentados por las izquierdas véase
también: Gerardo Caetano, Javier Gallardo y José Rilla, La izquierda uruguaya: Tradición, innovación y política, Montevideo, Ediciones
Trilce, 1995; Clara Aldrighi, La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros, Montevideo, Ediciones Trilce, 2001 y
Vania Markarian, Idos y recién llegados. La izquierda uruguaya en el exilio y las redes transnacionales de derechos humanos (1967-1984),
México, Ediciones La Vasija, 2005, cap. 1.

(10) Constitución de 1967 de la República Oriental del Uruguay, edición corregida al cuidado de Alberto Pérez Pérez, Montevideo,
F.C.U., 1998. Carlos Real de Azúa, Partidos, política y poder en el Uruguay (1971. Coyuntura y pronóstico), Montevideo, FHC, 1988, pp.
62-63.
(11) "Terrorismo: registran todas las cloacas frente al Parque Rodó", Extra, Montevideo, 5 de enero de!967,p.l.
(12) Decreto N° 1788/967 del 12 de diciembre de 1967. Registro Nacional de Leyes, Decretos y otros documentos de la República Oriental
del Uruguay. Año 1968, Montevideo, Barreiro y Ramos S.A, vol. II, pp. 2135-2136.

(13) Véase Gonzalo VÁRELA, De la República liberal al Estado Militar. 1968-1973, Montevideo, Ediciones del Nuevo Mundo, 1999, pp.
55-70 (cap.V, "El movimiento de 1968").

(14) Walter Cancela y Alicia Melgar, El desarrollo frustado. 30 años de economía uruguaya (1955-1985) op. cit., pp. 17 y 28.

(15) Ley 13.720 del 16 de diciembre de 1968. Registro Nacional de Leyes, Decretos y otros documentos de la República Oriental del
Uruguay. Año 1968, Montevideo, Barreiro y Ramos S.A., 1969, pp. 2916-2920.

(16) Alvaro Rico, "Del orden político democrático al orden policial del Estado", en Ivonne Trías, Diego Sempol (coord.), "1972. El año de la
furia", Separata de Brecha, A 30 años del Golpe de Estado» (I). 6-6-2003, pp. 2 y 3. Del mismo autor, véase también 1968: el liberalismo
conservador, » Montevideo, E.B.O., 1990.
(17) La Constitución prevé su implantación en "casos graves e imprevistos de ataque exterior o interior". Cfr. artículo 168. inciso 17.
Constitución de 1967, op. cit., p. 60. Para conocer en profundidad los alcances de esta disposición véase: Sergio Deus, Medidas Prontas de
Seguridad, Montevideo, Ediciones del Nuevo Mundo, 1969.

(18) Selva López, Estado y Fuerzas Armadas en el Uruguay del siglo XX, Montevideo, E.B.O., 1985, pp. 155-156.

(19) Carlos Demasi (coord.), La caída de la democracia. Cronología comparada de la historia reciente del Uruguay (1967-1973),
Montevideo, F.C.U.-CEIU/FHCE, 2001, p. 98.
20) Gabriel Ramírez, El factor militar. Génesis, desarrollo y participación política (I), Montevideo, Arca, 1988, pp. 129-143. Sobre la
"doctrina de la segundad nacional" en el caso uruguayo, véase también: José L. Castagnola y Pablo Mieres, "La ideología política de la
dictadura", en: AA.W, El Uruguay de la dictadura (1973-1985), Montevideo, E.B.O., 2004, pp. 113-134.
21) Selva López, Estado y Fuerzas Armadas en el Uruguay del siglo xx, op. cit, pp. 105-163 y María del Huerto Amarillo, Participación
política de las Fuerzas Armadas, en: Charles Gillespie, Louis Goodman, Juan Rial, Peter Winn, Uruguay y la democracia, vol. 1,
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

Montevideo, Wilson Center Latín .American Program - E.B.O., 1984, pp. 47-57. Presentando algunas variaciones en la periodización véase
también: Juan Rial, Estructura legal de las Fuerzas Armadas del Uruguay. Un análisis político, Montevideo, C1ESU-PE1THO, 1992.

(22) Clara Aldrighi, "La injerencia de Estados Unidos en el Uruguay de los setenta. El Frente Amplio 'enemigo principal'", en Brecha, 20-
6-2003, pp. 18-19; "Documentos desclasificados de Estados Unidos. Habrá torturas para todos", La Lupa, Brecha, 1-08-2003, p. 12; "La
injerencia de Estados Unidos en el proceso hacia el golpe de Estado. Informes de la misión de Seguridad Pública y la embajada en
Montevideo (1968-1973)", en: Aldo Marchesi, Vania Markarian, Alvaro Rico, Jaime Yaffé (comp.), El presente de la dictadura. Estudios y
reflexiones a 30 años del golpe de Estado en Uruguay, Montevideo, Ediciones Trilce, 2004; "La estación montevideana de la CÍA.
Operaciones encubiertas, espionaje y manipulación política", La Lupa, Brecha, 25-11-2005, pp. 21-24.
(23) Desde la restauración democrática hasta el presente se ha acumulado una profusa literatura testimonial sobre el MLN-Tupamaros que
comprende trabajos de corte autobiográfico y periodístico, incluyendo algunos de ellos documentación de época, como por ejemplo
definiciones estratégicas, comunicados a la población, o entrevistas a sus integrantes. Existen también trabajos pioneros, concebidos durante
la época de apogeo del movimiento entre los que se encuentran los siguientes titules: Antonio Mercader y Jorge de Vera, Tupamaros:
estrategia y acción, Montevideo, Alfa, 1969; Carlos Nuñez, Tupamaros, única vanguardia, Montevideo, Provincias Unidas, 1969; María
Esther Gillio, La guerrilla tupamaro, Montevideo, Biblioteca de Marcha, 1971. Más recientemente, entre los trabajos que analizan el
accionar de la organización en perspectiva histórica debe mencionarse el de Clara Aldrighi, La izquierda armada. Ideología, ética e
identidad en el MLN-Tupamaros, Montevideo, Ediciones Trilce, 2001. A su vez, sin constituir abordajes propiamente historiográficos, los
trabajos de Alfonso Lessa y Hebert Gatto en diálogo con varias de las afirmaciones de Aldrighi, examinan el surgimiento y posterior
desarrollo de la lucha armada en Uruguay. Cfr. Alfonso Lessa, La revolución imposible. Los tupamaros y el fracaso de la vía armada en el
Uruguay del siglo XX, Montevideo, Editorial Fin de Siglo, 2003 y Hebert Gatto, El cielo por asalto. El Movimiento de Liberación Nacional
(Tupamaros) y la izquierda uruguaya (1963-1972), Montevideo, Ediciones Santillana, 2004. Un panorama muy general de las restantes
organizaciones que conformaban la izquierda armada en el Uruguay de los años sesenta puede encontrarse en Eduardo Rey Tristán, A la
vuelta de la esquina. La izquierda revolucionaria uruguaya. 1955-1973, Montevideo, Ediciones Fin de Siglo, 2006.

(24) Carlos Real de Azúa. Partidos, política y poder en el Uruguay, op. cit., pp. 89-109.

(25) Véase el informe de la Comisión Especial del Senado sobre violaciones a los derechos humanos y actos de torturas a detenidos, que
sesionó entre diciembre de 1969 y junio de 1970, en: "Torturas", Cuadernos de Marcha, N° 44, Montevideo, dic. 1970, pp. 29-74.

(26) Clara Aldrighi, "La injerencia de Estados Unidos en el proceso hacia el golpe de Estado", op. cit., pp. 39 y 48.
(27) Carlos Demasi, La caída de la democracia, op cit., pp. 188-190.
(28) Clara Aldrighi, "La injerencia de Estados Unidos en el proceso hacia el golpe de Estado", op. cit., pp. 40 y 45.

(29) Walter Cancela y Alicia Melgar, El desarrollo frustrado, op. cit, pp. 47-48.

(30) Al finalizar el año, Guillermo Chifflet escribía un artículo en Marcha titulado "1972: el año de la furia", expresión con la que daba
cuenta de los niveles de violencia por los que se había transitado. Semanario Marcha, 29 de diciembre de 1972, pp. 9-13.
(31) Las declaraciones del fotógrafo policial Nelson Bardesio, secuestrado por el MLN, pueden verse en: Martha Machado y Carlos
Fagúndez, Los años duros, op. cit, pp. 144-150.
(32) Un detallado relato de estos acontecimientos puede encontrarse en Virginia Martínez, Los fusilados de abril. ¿Quién mató a los
comunistas de la 20?, Montevideo, Ediciones del Caballo Perdido, 2002.
(33) Además de los títulos de esta autora ya señalados, sobre este caso y la injerencia estadounidense en las fuerzas policiales y militares
uruguayas véase Clara Aldrighi, El caso Mitrione. La intervención de Estados Unidos en Uruguay (¡965-1973), tomo 1, Montevideo,
Ediciones Trilce, 2007.

(35) En "Siete días que conmovieron al Uruguay", Cuadernos de Marcha, N° 68,1973, se encuentra una compilación de documentos de las
Fuerzas Armadas en relación a su "plan de acción", trazado en 1971 y, desde su óptica, cumplido en parte hacia fines de 1972.

(36) Presidencia de la República, Ley de Educación General, Montevideo, Centro de Difusión e Información y Publicaciones, 1973.

(37) Para conocer con mayor profundidad los acontecimientos de febrero de 1973, sus repercusiones inmediatas y las interpretaciones al
respecto puede verse: Magdalena Broquetas, Isabel Wschebor, "El tiempo de los 'militares honestos'. Acerca de las interpretaciones de
febrero de 1973", en: Aldo Marchesi, Vania Markarian, Alvaro Rico, Jaime Yaffé, El presente de la dictadura, op. cit, pp. 75-90.

(38) Los comunicados pueden consultarse en la publicación ya citada "Siete días que conmovieron al Uruguay".

(39) Clara Aldrighi, "La injerencia de Estados Unidos en el proceso hacia el golpe de Estado", op. cit., pp. 40-45.

(40) Véase el texto del proyecto y algunas de sus repercusiones en: "El Estado peligroso'", en "La Era Militar", Cuadernos de Marcha, N°
69, abril 1973, pp. 23 a 34.
(41) Clara Aldrighi, "Habrá torturas para todos", Semanario Brecha, 1° de agosto de 2003, p. 12.
(42) Decreto N° 464 del 27 de junio de 1973. Registro Nacional de Leyes y Decretos, op. cit.,pp. 5-6.
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

Imagen 2. "Pintada" en la Escollera Sarandí. Década


de 1960. FPEP/CMDF.

Imagen 1. Caricatura del gobierno de Gestido.


Extraída del periódico Extra (10 de octubre de 1967).

Imagen 3: 3 de mayo de 1968.


FPEP/CMDF. La represión en las
calles caracterizó a los gobiernos de
Pacheco y Bordaberry.

Imagen 4. El semanario Marcha caricaturizó Imagen 5. Líber Seregni en la caravana electoral de


varias de las medidas autoritarias tomadas por el 1971.FPEP/CMDF
gobierno de Pacheco. En este caso se alude a la
censura de la libertad de expresión. Tomada de
Carlos Zubillaga y Romeo Pérez, "La democracia
atacada", en: AA.VV., El Uruguay de la
dictadura, p. 5.
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 9

Imagen 6. Lista correspondiente al


Departamento de Canelones. Elecciones de
1971. A.P.P.-FHCE.

Imagen 7. Wilson Ferreira Aldunate en la sesión del Senado en la noche del 26 al 27 de


junio de 1973. FPEP/CMDF.

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