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MECANISMOS DE DEFENSA – FIJACIÓN

Según el psicoanálisis y consecuentemente, según Freud, este mecanismo de


defensa está relacionado con las etapas del desarrollo humano, es decir, con el
crecimiento tanto físico como psicológico del individuo durante diferentes etapas de
su vida. Es bien sabido que el crecer, progresar, desarrollarnos y avanzar en la vida
no siempre va a ser un proceso armonioso, sino que tendrá sus consecuentes crisis y
dificultades, cuando estas dificultades representan un desafío muy grande y generan
demasiada ansiedad al individuo, es cuando se puede hacer uso de la fijación como
mecanismo de defensa.
Con el objetivo de permanecer en la etapa psicológica o del desarrollo actual, ya
que resulta más cómoda o confortable que la siguiente, se hace uso de la fijación para
de esta forma luchar con la ansiedad vinculada al crecimiento. O en palabras de
Freud, “la fijación se produce cuando la libido queda anclada de manera
permanente en una fase de desarrollo anterior más primitiva”, según en psicoanálisis
freudiano, estos anclajes son solo consecuentes con las etapas del desarrollo
psicosexual de Freud, pero este mecanismo de defensa se puede extrapolar de forma
más integral al desarrollo psicológico del individuo, sin limitarnos a los criterios
psicoanalíticos freudianos. Por ejemplo:
Personas con miedo a la oscuridad que para dormir hagan necesariamente uso de
una lamparita de bebé o de un peluche, existe claramente una fijación a una etapa
mucho más atrás de su vida donde todo resultaba más cómodo o agradable, el hecho
de crecer y avanzar en este aspecto específico, el confrontar el tener que dormir sin
luz o sin peluche en medio de la oscuridad significó un miedo, una ansiedad muy
grande para ese joven niño, lo que se tradujo en que este trasladará esa conducta
defensiva típica de un niño muy joven, hasta su vida adulta.
Otro ejemplo puede ser aquella adolescente que no se adaptó de forma correcta a
la vida adulta, y la ansiedad de haber realizado esta transición se refleja en su estilo
de ropa, que a pesar de estar en sus cuarenta y tantos, se sigue vistiendo como si
tuviese 15 o 16 años. Es decir, se evidencia a un adulto que en su debido momento no
estuvo preparado para dar el paso a convertirse en adulto, y por esa ansiedad
generada, ancló su vestimenta a esta etapa más cómoda o agradable para el la cual
estaba localizada en su adolescencia. 1

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