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EL DESARROLLO
DE LA
PERSONALIDAD
▪ La personalidad es la forma particular y relativamente estable, como una persona expresa sus
sentimientos, pensamiento y comportamiento.
▪ En estos primeros años la familia y la escuela juegan un papel relevante, de ahí la importancia de
rodear al infante de un clima de afecto sin caer en proteccionismos que limiten su autonomía y
su seguridad.
▪ Desde su concepción, el niño cuenta con una carga genética que hereda de sus progenitores.
Estos factores genéticos hacen que cada niño reaccione de forma distinta en su contacto con el
ambiente que le rodea, dispone de su propio temperamento. La personalidad futura será el
resultado del temperamento y las acciones educativas que reciba de su ambiente (padres,
abuelos, maestros, hermanos, etc.) y de las relaciones que establezca.
Desarrollo emocional en la infancia
El Dr. Thomas Verny es uno de los estudiosos de el desarrollo del psiquismo fetal en la etapa prenatal,
según sus investigaciones el bebé tiene en el vientre “experiencias” y que estas son almacenadas en su
memoria y posteriormente se presentan en la vida adulta a manera de “huellas”. Los bebés, incluso
antes de nacer, tienen una necesidad de amor que es alimentado por los sentimientos y pensamientos
de la madre.
Los investigadores, también afirman que no todos lo conflictos, angustias o preocupaciones afectan
al bebé, sólo se consideran aquellas perturbaciones profundas y duraderas que comprometan la
seguridad de la madre y del bebé; en todo caso, hay situaciones estresantes, eventos inesperados o
inevitables como la muerte de un familiar o del cónyuge, problemas económicos que afectan a la
madre y al bebé, para poder afrontar adecuadamente estas situaciones la mejor será pensar en el
bienestar del bebé y transmitirle mucho amor, para el Dr. Thomas Verny el amor es el escudo
protector que puede hacer frente a condiciones muy adversas.
Estudios del comportamiento prenatal
El niño nace con una gran capacidad de aprender, busca estímulos sociales y vínculos afectivos. El
apego es fundamental en los primeros años de vida, Ortíz Barón y Yarnoz Yaben establecen que el
apego es el vínculo afectivo que se establece entre el niño y una figura especifica que une a
ambos en el espacio, perdura en el tiempo y se expresa en una tendencia estable a
mantener la proximidad y generar una sensación de seguridad.
La teoría del Apego de Bowlby se basó en los postulados psicoanalíticos al estar de acuerdo en
que las primeras experiencias que se dan en la infancia tienen un papel importante en el
comportamiento y desarrollo humano posterior.
Según las investigaciones de John Bowlby, los estilos de apego de cada persona se establecen de
acuerdo a la forma en que un niño se relacione con su cuidador.
De hecho, también creía que el apego podría formar parte de la naturaleza humana,
partiendo de la creencia de que nuestros antepasados no podrían haber sobrevivido si no hubieran
creado fuertes vínculos emocionales para trabajar en equipo.
Postulados clave de la teoría de Bowlby:
1. Cuando un niño posee plena confianza en que su criador siempre estará disponible para él, será
menos probable que experimente miedo en comparación con un niño que no confía en que su
cuidador siempre estará para él.
2. La confianza mencionada en la primera propuesta se construye durante la infancia y la
adolescencia, etapas consideradas críticas en el desarrollo humano. Las expectativas que el
niño desarrollara sobre las relaciones humanas en estas etapas, en la mayoría de los casos lo
acompañarían durante el resto de su vida.
3. Las expectativas mencionadas en la segunda propuesta están directamente relacionadas con la
experiencia de la persona. Esto quiere decir que un niño tendrá expectativas de que su cuidador
estará disponibles para él si en el pasado ya lo ha estado.
Características de la teoría del apego de Bowlby
Bowlby creía que las características distintivas del apego son cuatro:
1. Mantenimiento de proximidad – El deseo de estar cerca de las personas a las que estamos
vinculados.
2. Refugio seguro – Volviendo a la figura de apego para comodidad y seguridad frente a un miedo o
amenaza.
3. Base segura – La figura de apego actúa como base de la seguridad de la cual el niño puede
explorar el ambiente circundante sin peligros.
Según Bowlby, el apego no se formaba de manera inmediata, sino que era necesario que pasara
por cuatro fases para construirse:
En esta etapa el niño acepta sin inconvenientes a cualquier persona capaz de ofrecerle comodidad.
Por ello, es natural que no se pueda percibir ninguna clase de preferencia del bebé por alguna persona
en específico.
Un detalle destacado de esta etapa es que es posible visualizar cómo el niño cuenta con conductas
innatas que le facilitan obtener la atención de personas adultas. El ejemplo más notable es la forma en
que los recién nacidos responden a los estímulos externos intentando provocar el contacto físico,
como el llanto o la sonrisa.
Al tratarse de una fase de preapego, el reconocimiento materno por parte del niño es muy básico,
de manera que el vínculo de apego es bastante débil. Por ello, apenas pueden visualizarse las primeras
muestras del desarrollo del vínculo de apego cuando la fase está cerca de culminar.
2. Fase de instauración del apego (2-6 meses).
En esta etapa ya puede visualizarse la angustia de separación cuando el niño pierde el contacto
con los adultos.
Es a partir de esta etapa que se forma un verdadero vínculo de apego. La muestra más clara de
esto es que, cuando el niño es separado de su madre, experimenta enfado.
En esta etapa que puede notarse un rechazo físico por parte del niño ante los
desconocidos, quienes puede identificar como amenazas. Es por esto que durante el desarrollo de
esta etapa las acciones del infante están orientadas a obtener la atención de su progenitora, pues
siente la necesidad de su presencia.
El niño explora el entorno de forma más activa y es capaz de buscar la proximidad con cuidadores
específicos. En este periodo es capaz de expresar completamente la búsqueda de proximidad y el
comportamiento relacionado con la base segura. Por esta razón se empieza a combinar la
preferencia por un cuidador con la protesta ante la separación de este.
4. Fase de relaciones recíprocas (30-36 meses).
En esta etapa el niño ya ha aprendido que la ausencia de su madre es temporal, de manera que
adquiere la capacidad de calmar la ansiedad al estar lejos de ella.
Cuando termina esta etapa de apego, la relación afectiva ya es sólida tanto de parte de la madre
como del niño. Es por esto que el contacto físico pierde un poco la importancia. No obstante,
la necesidad del niño de encontrar a su madre para sentirse seguro puede manifestarse
ocasionalmente.
Tipos de apego
Durante la década de 1970, la psicóloga Mary Ainsworth amplió aún más el trabajo pionero de
Bowlby en su ahora famoso estudio “La situación del extraño». El estudio incluyó la observación de
niños entre los 12 y 18 meses que respondieron a una situación: en una habitación de juego, el niño
interactuaba con una desconocida en presencia de su madre, después la madre salía, dejándolo con la
desconocida, para posteriormente regresar y volver a salir con la extraña, dejándolo solo unos
minutos, finalizando el experimento cuando esta regresaba.
Los niños que están vinculados con seguridad generalmente se sienten molestos cuando sus padres
se van, y están felices cuando regresan, aceptan con facilidad el contacto de sus padres Cuando están
asustados, buscarán consuelo del padre o cuidador. Si bien estos niños pueden ser consolados hasta
cierto punto por otras personas en ausencia de un padre o cuidador, claramente prefieren a los padres
antes que a los extraños.
Los padres de los niños que muestran un apego seguro tienden a jugar más con sus hijos, son mas
sensibles y reaccionan más rápidamente a las necesidades de sus hijos. Los estudios han demostrado
que los niños con apego seguro son más empáticos durante etapas más avanzadas de la niñez, también
son descritos como menos perturbadores, menos agresivos y más maduros.
Los niños con estilos de apego evitativo tienden a evitar a los padres y cuidadores. Esta evitación a
menudo se vuelve especialmente pronunciada después de un período de ausencia. Estos niños no
pueden rechazar la atención de un padre, pero tampoco buscan su comodidad o contacto. Los niños
con un apego evitativo no muestran ninguna preferencia entre un padre y un completo extraño.
Como adultos, aquellos con un apego evitativo tienden a experimentar dificultades con la intimidad
y las relaciones cercanas. Estas personas no invierten mucha emoción en las relaciones y experimentan
poca angustia cuando termina una relación. A menudo evitan la intimidad mediante el uso de excusas
(como largas jornadas de trabajo), o pueden fantasear con otras personas durante las relaciones
sexuales.
Otras características comunes incluyen el fracaso a la hora de apoyar a los compañeros durante los
momentos estresantes y una incapacidad para compartir sentimientos, pensamientos y emociones con
los mismos.
Los niños con apego ambivalente tienden a ser extremadamente sospechosos de los extraños. Estos
niños muestran una angustia considerable cuando están separados de su padre o cuidador, pero no
parecen tranquilizarse o consolarse a su vuelta. En algunos casos, el niño puede rechazar pasivamente al
padre rechazando su consuelo, o puede mostrar abiertamente una agresión directa hacia este.
Como adultos, aquellos con un estilo de apego ambivalente a menudo se sienten reacios a acercarse
a los demás y se preocupan de que su pareja pueda no corresponder sus sentimientos. Esto conduce a
rupturas frecuentes, a menudo porque siente la relación como fría y distante. Estos individuos se
sienten especialmente afectados después de terminar una relación.
Según las observaciones de Ainsworth, los bebés ambivalentes son hijos de madres más
impredecibles o disponibles solo ocasionalmente y, aunque las madres no rechazan verbal ni físicamente
a los niños, como en el tipo evitativo, su responsividad a las señales del niño se considera menos
sensible
Sucesivamente a Mary Ainsworth, Main & Solomon (1990) encontraron que algunos niños
presentaban respuestas inexplicables, contradictorias o extrañas en presencia de los padres, e
introdujeron una nueva categoría en la clasificación inicial el apego inseguro: el estilo
desorganizado.
Main hipotetiza que el apego desorganizado aparece cuando la figura de apego se experimenta
simultáneamente como base segura y como fuente de peligro, cuando el niño (preprogramado para
dirigirse al cuidador en momentos de peligro) vivencia impulsos contradictorios de aproximación y
evitación. El resultado de esta confusión se debe a que el niño se siente al mismo tiempo consolado y
asustado por sus padres.