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El Estado argentino en el régimen de

acumulación agro-exportador
The Argentine State in the regime of agro-export accumulation
Caliva Agustin
Resumen: Este escrito se propone analizar el papel del Estado argentino durante
el régimen de acumulación agroexportador. Dicho análisis toma como punto de
partida la sanción de un conjunto de leyes las cuales sirven para explicar las
luchas sociales y la conformación de una clase dominante proveniente de estas,
así como el desarrollo económico que deviene en dicha conformación.
Palabras clave: régimen de acumulación, agro-exportador, leyes
Abstract: This paper intends to analyze the role of the Argentine State during the
agro-export accumulation regime. Said analysis takes as its starting point the
sanction of a set of laws which serve to explain social struggles and the formation
of a dominant class resulting from these, as well as the economic development
that results from said formation.
Key words: accumulation regime, agro-export, laws

1. Introducción
El siguiente ensayo tiene como objetivo analizar el régimen de acumulación
agro-exportador, que existió en Argentina entre 1880 y 1943, entendiendo por éste a una
categoría de análisis en la que “lo económico y lo político no designan conjuntos
estructuralmente separados de contradicciones, sino que, al contrario, deben ser
abordadas como dimensiones co-constitutivas de la realidad social” (Gerchunoff y
Reche, 2021, p.36). A su vez, en este existe una
determinada relación de causalidad entre sus principales variables
constitutivas: las luchas sociales entre clases y fracciones de clase
configuran un específico bloque social dominante; este, mediante su
incidencia en el comportamiento estatal, impone un modo o sendero de
acumulación, al interior del cual las variables económicas -y su particular
articulación y evolución- asumen cierta regularidad espacio-temporal
(Gerchunof y Reche, 2021, p.37)

Visto de esta manera, este análisis parte del estudio de la actitud estatal como
reflejo de las luchas de clases, a la vez que se articula con el comportamiento
económico. Para ello, se toma como punto de partida la sanción de diversas leyes dentro
del periodo, por lo que se vuelve necesario aclarar dos puntos: en análisis no constituye
un estudio jurista, por el contrario, las promulgaciones solo sirven como punto de
partida en el análisis coyuntural de la situación. Por otro lado, la selección de las
sanciones pone el foco en aquellas que modifiquen la realidad social del momento, sin
embargo, aunque el énfasis está puesto en aquellas que representen un viraje más
marcado en el statu quo, no se limita a estas.
Para poder comprender de mejor manera, el periodo ha sido dividido en cuatro
partes, siendo la primera la transcurrida entre 1876 y 1902, la segunda entre 1902 y
1912, mientras la tercera desde 1912 hasta 1930, y la última va desde 1930 hasta 1943,
para así analizar los diferentes momentos del régimen, y concluir entendiendo como los
lentos cambios en la realidad social –reflejados en las disposiciones- terminan por
desarticular el régimen de forma paulatina en la década de 1930.

2. 1876-1902
La conformación del Estado argentino, el contexto internacional y la ideología
política de sus gobernantes, dan como resultado la inserción del país en la división
internacional del trabajo, algo que se da mediante la tierra, el capital y el trabajo
(Gerchunoff y Llach, 1998, pp.18-19). El primer elemento está presente en la sociedad
argentina, sin embargo, se vio reforzado con la campaña al desierto de 1879, por otra
parte, el capital fue fruto de disposiciones estatales, las cuales atrajeron las inversiones
principalmente inglesas, una tendencia que se mantendría por los próximos cuarenta
años.

El tercero de los elementos, el trabajo, está marcado por la Ley Avellaneda de


1876. La necesidad de mano de obra para poder poner en práctica el régimen agro-
exportador (A-E,) llevó a los sucesivos gobiernos a promover la llegada de extranjeros
para cubrir la oferta. Es entonces que la sanción de dicha ley da cuenta de una tendencia
que, tal como señalan Gerchunoff y Llach (1998) no se revirtió sino hasta treinta y cinco
años más tarde (p. 26). En complemento, se le debe sumar la sanción de la Ley 1420 en
1884, la cual estaba dirigida a la consolidación del sentir nacional a la vez que
capacitaba a la gran masa inmigrante.

Encontramos así, como el Estado legalizó las relaciones sociales y conformó una
clase social dominante y una clase dominada, en favor de la implementación del
régimen de acumulación A-E. Entonces, dadas las características económicas, el primer
bloque social quedó conformado por una élite terrateniente, mientras que el segundo por
una heterogénea gama de trabajadores.

Hasta el cambio de siglo, y sobre todo con la apertura democrática, el Estado


tuvo una clara tendencia a garantizar las relaciones sociales en favor de la élite,
especialmente en las últimas décadas del siglo XIX, es por esto que se explica el fuerte
avance de organizaciones obreras, especialmente del Anarquismo y más tarde del
socialismo. Continuando con esta perspectiva, ambos grupos cobraron fuerza con la
llegada del siglo XX, en el caso del primero, el siglo anterior representó una etapa
protoorganizativa (Suriano, 2000 p.308), la cual sentó las bases organizativas de su
época de esplendor en la primera década del siglo, mientras que el segundo debió
esperar hasta la segunda década para aumentar su influencia (Matsushita, 1983, p.29)

Por otra parte, aunque sea indiscutible la hegemonía del régimen, es este mismo
el que abre las puertas a lo que más tarde se convertiría en el nuevo régimen de
acumulación. La industrialización de finales del siglo XIX estuvo muy lejos de lo que
fue en la década de 1940, encabezada por un grupo de empresarios heterogéneos y
diversificados, se encontraba atada al avance de la inversión y los capitales extranjeros
(Bellini, 2017, pp. 104-109) con la aparición de economías eslabonadas destinadas a la
mantención del nuevo capital, por lo que “ Las manufacturas cuya producción creció
más fueron las que, en uno u otro sentido dependían del tipo de desarrollo agro-
exportador de la época”(Gerchunoff y Llach, 1998, p.37). La construcción de pequeñas
fábricas, arrastró consigo la conformación de grupos obreros, que a finales del siglo
comenzaron a transformarse en luchas sociales.

3. 1902-1912
Con el cambio de siglo se abrió una etapa extremadamente violenta, la suma de
la paupérrima situación de los dominados, el avance del anarquismo con su particular
dogma anti institucional y revolucionario, la resistencia de los sectores dominantes y las
medidas del Estado para lidiar con la situación, dejó como saldo un alto nivel de
violencia social.

En el análisis encontramos la sanción de la ley de residencia en 1902, la cual


tenía por objetivo brindar al Estado la posibilidad de frenar el avance de las
organizaciones sociales, principalmente el anarquismo. Aunque la aplicación de dicha
ley -que se combinó con la Ley marcial- tuvo efectos magros, logró su cometido cuando
se asoció en 1910 con la Ley de defensa social -desarrollada en prevención de los
festejos del centenario- logrando así reducir la influencia del anarquismo en los
trabajadores. Aunque el análisis de esta doctrina parezca redundante, es crucial para
entender el régimen de acumulación en sí. La naturaleza de los dogmas anarquistas,
hicieron que la importancia del movimiento varíe de acuerdo a la situación social y
económica de los dominados.

Con el siglo XX el régimen A-E recibió un fuerte avance, lo que, por otra parte,
no se traduce en un freno para la incipiente industrialización, aunque como propone
Hora (2015) la idea cuasi romántica respecto a la campaña y los terratenientes, solo
cambiaría en décadas posteriores. Aun así, el peso de esta nueva clase dominante urbana
se hizo sentir, tal como lo refleja primer intento de conformación de un código de
trabajo en 1905, el cual fue rechazado por estos, algo que, como lo deja ver Bellini
(2014, p.114) se convertiría en una constante en décadas posteriores, por lo que los
trabajadores deberían esperar cuarenta años para consumar ese anhelo.

Pese a esto, los dominados forjaron en esta época pequeños avances en sus
derechos, como lo demuestra la jornada laboral de ocho horas, la cual solo se aplicó a la
capital federal, claro reflejo del creciente poder de las organizaciones urbanas. A su vez,
la reglamentación del trabajo femenino y de los niños constituyó un hito para los
dominados como para las mujeres en sí. Más allá de que la naturaleza de la sanción esté
ligada a la maternidad, entendiendo que “El lenguaje de la protección colocaba a la
maternidad como la principal y única función de la mujer” (Lobato, 2000, p.). Un punto
importante ligado a esto, es la promulgación de la ley por parte del senador Alfredo
Palacios, representante del partido socialista, reflejo el lento pero constante avance de
las organizaciones en el plano político.

Por otra parte, resulta interesante el alcance de otras instituciones en materia de


leyes, en 1905 se sancionó la Ley de descanso dominical, la cual fue claramente
impulsada por la iglesia. Sin embargo, no refleja más que un hecho aislado, el cual no
debe meritar mayor análisis ya que lejos de buscar mejoras para los trabajadores, su
origen radica en los intereses del clero por una mayor cuota de fieles en la misa
dominical. Lo que sí presenta mayor importancia, es la vaga aplicación y el aún más
vago control estatal (Lobato, 2000, p478).
El fin de la violenta coyuntura apareció de la mano de la sanción de la ley Sáenz
Peña en 1912, el exceso de confianza de los miembros del PAN terminó por sentenciar
su fin, así como el de la radical lucha anarquista. Si bien cabe aclarar que las huelgas,
represiones y demás actos violentos continuaron a lo largo de toda la historia, la
apertura democrática puso fin a los reclamos de los obreros, debido a que su naturaleza
era política y no económica. Pese a esto, la apertura quedaba restringida a los
ciudadanos, quienes debían de participar en el servicio militar obligatorio sancionado en
1902, generando asi una especie de vacío legal, el cual dejaba a las mujeres por fuera de
la capacidad de ejercer la democracia que, pese a múltiples intentos -como el de 1919-
de establecer el voto femenino, tuvieron que esperar hasta 1947 para lograrlo,
casualmente el mismo año de la sanción del código de trabajo, volviendo evidente el
cambio en el régimen.

En síntesis, la primera década del siglo XX estuvo marcada por conflictos


sociales en los que los dominados, mejor organizados que en épocas anteriores,
buscaban avances en materia de derechos laborales, así como políticos, lo cual produjo
un choque con la clase dominante quien se resistía a ceder espacios y márgenes de
ganancia, por lo que el Estado actuó generando pequeños avances, los cuales se iban a
ver incrementados con la llegada de los radicales. A su vez, el sector industrial,
organizado bajo la Unión Industrial daba los primeros indicios de su importancia futura.
Por último, para Valobra (2008) se abre una nueva etapa para el feminismo, pero tal
como se había dado hasta el momento, la tendencia a representar un frente unido se
vería opacada por las posturas políticas.

4. 1912-1930
El periodo transcurrido entre 1912 y 1930 estuvo marcado por tres coyunturas,
las cuales interactuaron entre sí, estas fueron: la apertura democrática que dio paso a la
llegada de la UCR; el contexto internacional, con la Primera Guerra Mundial que a su
vez trajo una época de inmensa prosperidad; y el cambio radical en las organizaciones
obreras, marcado por la decadencia del anarquismo, la cual dio paso al socialismo como
la organización preponderante, además de la conformación del comunismo y el
sindicalismo.

Pese a que los años de guerra fueron difíciles, los años que le siguieron
presentaron una gran prosperidad, donde el pais“creció más que Estados Unidos,
Canadá y Australia, tanto en términos per cápita como globales” (Gerchunoff y Llach,
1998, p.79), además de representar una época mucho más tranquila en términos sociales
(Falcón y Monserrat, 2000, pp. 79-80).

El análisis de las leyes muestra la ausencia de normativas de gran peso como las
hubo en décadas anteriores, la Ley de accidentes laborales en 1915 y de jubilaciones
diez años después, parecen ser los mayores avances. Son más interesantes aún los tres
intentos por establecer un código de trabajo en 1919, 1921 y 1925, por lo que el hito
más importante se ubica en 1921, mediante un proyecto en que “el DNT aparecerá con
tareas de arbitraje más definidas. Al mismo tiempo se le otorgaban funciones de policía
para asegurar el cumplimiento de la legislación, la organización de un registro nacional
de colocaciones y otras actividades de importancia” (Falcón y Monserrat, 2000, p.172).

Ahora bien, pese a que lo antes dicho aparenta mostrar una etapa de retrocesos
en cuanto a materia de derechos, la realidad refleja lo opuesto -una tendencia que se
repetiría la década siguiente- ya que, al existir mayor prosperidad económica, las clases
dominantes se mostraban menos reacias a implementar cambios en favor de los
dominados.

El por qué de la ausencia de grandes hitos se explica debido a que los gobiernos
radicales distaban bastante de ser populistas, en términos estrictos, no tenían diferencias
considerables respecto a sus predecesores, sin embargo, la actitud a veces ambivalente
de los radicales –sumado a la prosperidad económica-, mostraba que, a final de cuentas,
los trabajadores vivieron una época de grandes avances (Falcón y Monserrat, 2000, pp.
185-190). El origen de esto, se encuentra en las otras dos coyunturas mencionadas al
inicio de esta sección. Con la decadencia del anarquismo, los trabajadores buscaron
ampararse ahora bajo la égida del socialismo, quienes tenían ideales muy diferentes a
los de sus predecesores, siendo el más importante la participación política y la búsqueda
de mejoras mediante esta (Matsushita, 1983, p.26-27), lo cual permitió al Estado –que
ahora era reconocido- mantener diálogos con los representantes, a lo que debe sumarse
la mayor disposición de los gobiernos radicales a dialogar. Todo esto llevó a que los
cambios tengan un carácter más paulatino y silencioso.

Por el lado de las industrias, “en la década de 1920, la Argentina asistió a una
nueva etapa de expansión manufacturera, caracterizada por una mayor integración con
el capital industrial internacional, que dio lugar a la emergencia de una estructura
industrial más compleja” (Hora, 2015, p.259) pese a que “de ningún modo se advierte
un movimiento a políticas más decididamente industriales que en el pasado”
(Gerchunoff y Llach, 1998, p. 94).

Diferente es el caso del análisis de las leyes en torno al género, específicamente


a las mujeres, existiendo dos hitos fundamentales: el intento de implementar el sufragio
femenino en 1919 y la reducción de las trabas tutelares en 1926. Es interesante su
estudio ya que, el primero buscaba un avance para todo el colectivo –pese a que la
búsqueda de representación política siempre aparece atado al sector obrero- mientras
que la segunda, por más de que compartió su naturaleza, tendió a beneficiar a los
miembros de las élites, remarcando, nuevamente, la preponderancia de las afiliaciones
políticas sobre la identidad colectiva.

Se puede resumir este periodo como una época de avances en materia política,
social y sobre todo económica que, sin embargo, iba a mostrar sus límites a finales de la
década de 1920, donde todos los factores que dieron pie a esta Belle Époque porteña se
invirtieron y comenzó un periodo de retrocesos.

5. 1930-1943
El periodo que va desde 1930 a 1943, también conocido como década infame se
trató de una época transición, la cual estuvo profundamente atada al contexto mundial,
además de ser el momento en el que se sientan las bases de lo que fue, en la siguiente
década, el próximo régimen de acumulación.

No fue hasta la reforma constitucional de 1949 donde, bajo la presidencia de


Perón, se estableció la posibilidad de reelección presidencial, es entonces que resulta
llamativo como, para algunos autores como Gerchunoff y Llach (1998) el periodo se
abre en parte gracias a la debilidad de la UCR y al deplorable estado de salud de
Yrigoyen (p.105) donde, en este caso, no fue la sanción de una ley, sino la ausencia de
ella la que se debe señalar de acuerdo a este análisis.

Por otra parte, la crisis mundial se tradujo en una gran cantidad de desempleo, lo
que a su vez derivó en grandes migraciones campo-ciudad. En un contexto donde la
Concordancia se había hecho con el poder, pero debía ser cuidadoso si quería
mantenerlo, se explica la sanción de dos leyes que limitaban la semana laboral y
obligaban a los comercios a cerrar a las 20hs. Ambas leyes, deben su origen a la
necesidad del gobierno por mantener a raya a sus principales adversarios, el Partido
Socialista, debido a la abstención de la UCR (Horowitz, 2001, p.253)

Como también lo señala Horowitz (2001), en esta época los sindicatos hicieron
un cambio radical, ahora se volcaron en áreas que no estaban vinculadas necesariamente
con el régimen A-E, dando un claro indicio de la cada vez más fuerte industria (p242).
Esta situación también se ve reflejada en las clases dominantes, donde los terratenientes,
atentos a la situación, poco a poco comenzaron a diversificarse invirtiendo en industrias
urbanas.

Distinto es el caso de la concordancia, donde sus integrantes siguieron


persiguiendo al cada vez más obsoleto régimen A-E, por lo que el país tuvo serias
dificultades para adaptarse a la nueva realidad económica (Gerchunoff y Llach, 1989).
Otro símbolo de la debilidad estatal se encuentra en 1935 con la sanción que creó el
banco central, el cual surgió con un directorio en donde los representantes estatales eran
una minoría frente a los privados, representantes de los intereses extranjeros. Así
mismo, la creación de este marca un hito importante debido a que, pese a no tomar un
rol fundamental en este contexto, si asumió mayor importancia en la década siguiente

Para mediados de la década, la situación económica comenzó a mejorar,


occidente en general comenzó a superar los estragos de la crisis de 1929, por lo que se
produjo el mismo fenómeno de una década atrás, las mejoras económicas se tradujeron
en mayor salario, mejores empleos, pero también en mayores reclamos y mayor
porcentaje de victorias en estos reclamos (Horowitz, 2001, p.261), se entiende entonces
como, nuevamente, las clases dominantes se volvieron mucho más dóciles -así como el
Estado- en tiempos de bonanza.

Es por todo esto que el periodo transcurrido entre el golpe de Uriburu y el


posterior golpe de 1943, constituyó una época en la que se puede –salvando las claras
diferencias- establecer cierta analogía con Gramsci, para hablar del concepto de crisis
orgánica del régimen de acumulación, en donde “muere lo viejo sin que pueda nacer lo
nuevo” (Gramsci, 1966, p.313), dejando como resultado el inicio de la tradición de
golpes de Estado argentinos y allanando el camino para el ascenso de Perón debido a la
inestable situación política, que conlleva a conciliar mayores acuerdos con los
dominados –algo que se beneficiado por la situación económica- que a su vez repercutió
en la mayor importancia de las organizaciones obreras, que ahora se acercaban a la
política.

6. Conclusión
En análisis de las disposiciones durante el régimen muestra cómo; en primer
lugar, en las últimas dos décadas del siglo XIX, las disposiciones fueron mínimas, fruto
del poco avance industrial, el cual repercutió en una baja o nula organización obrera. En
segundo lugar, a partir del comienzo del siglo XX, hasta la crisis de Wall Street, el
Estado cedió poco a poco a las demandas de los dominados, siendo más reacio en la
primera década, mientras que, con la llegada del radicalismo la situación se modificó.
Este proceso distó de ser lineal, por el contrario, comprendió una serie de avances y
retrocesos, los cuales estaban dictados por el contexto internacional, así como por el
avance de las industrias -las cuales dotaban de organización a los dominados- los
dogmas de las organizaciones, las afinidades políticas y la situación económica.

Cuando el régimen empezó a morir fruto de disposiciones internas, así como la


coyuntura internacional, comenzó un periodo de transición en el que se abrieron nuevas
disputas. Los cambios sociales llevados a cabo en los últimos treinta años se hicieron
notar, las nuevas luchas entre dominados y dominantes discreparon bastante de las de
comienzo de siglo, por lo que se reconfiguró el sector dominante que, si bien no tuvo un
cambio radical entre sus filas, quienes se posicionan a la cabeza de este sí, por lo que se
impone un nuevo modo de acumulación.

7. Bibliografía
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Gerchunoff, S. y F. Reche (2021). La categoría Régimen de Acumulación en el análisis


de la historia económica argentina: debates y controversias en torno a la valorización
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Matsushita, H. (1983). Movimiento obrero argentino. Editorial Siglo XXI.

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