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Hume establece una distinción entre impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones que se presentan a la mente con mayor fuerza, como sensaciones o emociones. Las ideas son percepciones menos vivas, como recuerdos o imaginaciones. Las impresiones pueden ser de sensación u originadas por causas externas, o de reflexión, originadas por el recuerdo de otras impresiones. Las ideas pueden ser de la memoria, fieles a las impresiones originales, o de la imaginación, que pueden alterar el orden de las impresiones. Hume también est
Hume establece una distinción entre impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones que se presentan a la mente con mayor fuerza, como sensaciones o emociones. Las ideas son percepciones menos vivas, como recuerdos o imaginaciones. Las impresiones pueden ser de sensación u originadas por causas externas, o de reflexión, originadas por el recuerdo de otras impresiones. Las ideas pueden ser de la memoria, fieles a las impresiones originales, o de la imaginación, que pueden alterar el orden de las impresiones. Hume también est
Hume establece una distinción entre impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones que se presentan a la mente con mayor fuerza, como sensaciones o emociones. Las ideas son percepciones menos vivas, como recuerdos o imaginaciones. Las impresiones pueden ser de sensación u originadas por causas externas, o de reflexión, originadas por el recuerdo de otras impresiones. Las ideas pueden ser de la memoria, fieles a las impresiones originales, o de la imaginación, que pueden alterar el orden de las impresiones. Hume también est
Hume considera como percepción cualquier contenido de la mente, por
ejemplo, la sensación de un color, la idea de un triángulo, el sentimiento de amor, etc. En general las percepciones se dividen en impresiones e ideas “que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad”: las impresiones se presentan a la mente con mayor fuerza que las ideas y así, por ejemplo, son impresiones la sensación de un color cuando lo veo o el sentimiento del amor en el momento en que lo siento y son, en cambio, ideas, esa misma sensación de color cuando lo evoco en el recuerdo gracias a la memoria o ese mismo sentimiento de amor cuando lo anticipo gracias a la imaginación. En su obra Tratado de la naturaleza humana establece además una distinción entre percepciones simples y complejas, distinción que aplica a ambas clases de percepciones, es decir, a impresiones e ideas. Por lo demás, las impresiones se pueden dividir en impresiones de sensación y de reflexión. Las primeras surgen en la mente a partir de causas desconocidas y hacen que sintamos placer o dolor. De ellas queda una copia en la mente a la que llamamos idea una vez que cesa la impresión. Esta idea incide a su vez en la mente y produce nuevas impresiones: pasiones, deseos y emociones que constituyen las impresiones de reflexión; así, por ejemplo, si cierta impresión me produjo placer, su recuerdo puede hacer nacer en mí el deseo de volverla a experimentar, siendo tal deseo una impresión de reflexión. Las impresiones de reflexión son posteriores a las ideas de sensación y derivadas de éstas. Las ideas, por su parte, también son de dos clases: de la memoria y de la imaginación: las primeras son más vívidas que las segundas y permanecen fieles al orden y la forma de las impresiones originales; las segundas no, pues trastocan su orden y forma de aparición.
NOCIÓN II: “LÍMITE DEL PENSAMIENTO Y PRINCIPIO DE COPIA”
Una vez establecida la distinción entre impresiones e ideas, Hume se pregunta si el
pensamiento del hombre tiene algún límite, pues a primera vista y con su imaginación puede “formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes.... encuentra que son dos los límites del pensamiento: por una parte, “lo que implica contradicción absoluta”, ya que nadie puede pensar, por ejemplo, en un triángulo cuadrado; por otra parte, “todas nuestras ideas o percepciones más endebles, son copia de nuestras impresiones o percepciones más intensas”. Por lo que, no hay en consecuencia ideas innatas en el sentido de esta expresión que se considera propio de los filósofos racionalistas como Descartes, es decir, ideas cuyo origen es el entendimiento al margen de la experiencia como son la idea de sustancia, de Dios y las entidades matemáticas. Hume pretende probar este principio con dos argumentos. El primero se basa en el análisis de las ideas: “todas nuestras ideas por complejas que sean… se resuelven en ideas simples”. El segundo se basa en que un término o una idea sólo puede tener un significado para nosotros en cuanto la experiencia correspondiente nos es dada”; por ejemplo, es incapaz de forjarse idea alguna del color. Lo mismo ocurre en el caso de las emociones y sentimientos: quien no ha experimentado jamás un odio intenso, difícilmente se forma una idea del mismo. Podemos ahora preguntarnos: ¿Qué es exactamente el principio de copia? Pues podemos considerarlo un criterio por medio del cual es posible aclarar el significado de términos y conceptos que empleamos en nuestra vida cotidiana y sobre todo los conceptos filosóficos. Se trataría así de una regla que nos ayuda a eliminar confusiones conceptuales y aclarar ideas como cuando se utiliza para aclarar la idea de la relación entre causa y efecto.