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Nutrición hospitalaria.
El peso materno al inicio del embarazo y la ganancia de peso durante el mismo están
asociados de forma positiva e independiente con la adiposidad del niño a los cinco años
(35,36). En caso de sobrepeso/obesidad al inicio del embarazo, se debe realizar, desde el
primer trimestre, una intervención de alimentación y actividad física intentando adaptarse a
las ganancias de peso recomendadas. Es importante que la embarazada no pierda peso ni lo
gane en demasía. La obesidad del padre, aunque se ha asociado en algunos estudios con la
obesidad de los hijos, siempre lo ha hecho en menor grado que la de la madre.
Lactancia exclusiva.
La lactancia materna exclusiva está considerada como el mejor alimento para el neonato.
Representa el vínculo materno-filial postnatal más importante y es vehículo de
comunicación inmunológico, microbiológico y psicológico entre la madre y el niño.
La lactancia juega también un papel relevante en el proceso de la programación de ENT a
largo plazo, en especial la protección frente al sobrepeso y la obesidad infantil y frente al
desarrollo de enfermedades alérgicas.
El niño recién nacido prematuro (RNPT) tiene mayores requerimientos nutricionales que el
nacido a término. Las consecuencias a corto plazo de una desnutrición son el mayor riesgo
de enfermedades infecciosas y de daño pulmonar e intestinal. Una nutrición adecuada
implica un mejor neurodesarrollo y crecimiento posterior, así como menor riesgo de
desarrollar diabetes mellitus de tipo 1. Dado que una alimentación inadecuada durante los
primeros meses de la vida tiene importantes consecuencias fisiológicas y metabólicas en la
edad adulta, satisfacer las necesidades nutricionales de los RNPT tendrá efectos positivos
en el desarrollo de estos niños a corto y largo plazo.