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El uso eficiente del agua en la producción agrícola se consigue únicamente con una buena
planificación de riego, es decir, un proyecto que tenga en cuenta el suministro de este recurso
no solo en lo referente a la cantidad requerida, sino también al tiempo que determina sus
posibilidades de uso: los periodos en los que escasea el agua, por ejemplo, o los posibles
cortes de suministro, etc.
Para esto último se pretende implementar un regadío por surcos es un sistema por superficie
denominado riego por gravedad, que distribuirá el agua en la cabecera de los surcos y por
gravedad avanzará hasta el extremo más bajo. Este sistema posibilitará la infiltración de un
suministro de agua mayor al que generalmente se encuentra en circunstancias normales.
Con este método se presenta rescatar el riego que antiguamente se practicaba en las terrazas
agrícolas de origen prehispánico. En relación a la captación y conducción de agua, se realizaron
estudios topográficos que tomaron en cuenta el área que abarca las terrazas a intervenir,
además de la identificación de los tipos de suelo existentes en el área: tierra arcillosa y suelo
rocoso. En consecuencia, en lugares donde predomine una capa de suelo arcilloso será
necesario enterrar la tubería para el sistema de riego por lo menos a 30 cm de profundidad,
mientras que en lugares rocosos solo se hará el adosado. También se realizarán trabajos de
tomas de agua en hormigón armado, y una fuente de llegada de agua que se la realizará en
piedra para no romper el contexto de las terrazas.
La zona de estudio se localiza en la cuenca del lago Titicaca. Este territorio, que abarca
aproximadamente 56.300 km2, fue habitado por diversas poblaciones que explotaron sus
recursos desde una época tan temprana como el 10.000 a.p. Sin embargo, se conoce
relativamente poco respecto a los primeros grupos humanos que ocuparon los alrededores del
Titicaca; en general cazadores y recolectores con alta movilidad residencial que subsistieron
durante el periodo conocido como Arcaico que se extendió hasta el 3400 a.p. (Aldenderfer,
2012).
Alrededor del lago, el Arcaico termina con el cultivo y el pastoreo que consolidan una
existencia cíclica (Flores, 2014). En cuanto al siguiente periodo, el Formativo (2000 a.C-400 d.
C) en la cuenca del lago, además de en la puna al sur del Perú y el norte de Bolivia, implicó la
generalización de asentamientos estables, donde la monumentalidad se habría dado como un
rasgo importante de la ideología de la época que vinculó el mundo material con la subjetividad
humana. Asimismo, aparece la cerámica como principal indicador de estas sociedades
sedentarias, cuya economía y política cambió al tiempo que comenzaron a transformar el
paisaje circundante para establecer una simbolización utilitaria (Mujica, 2012).
Los montículos encontrados en torno al lago Titicaca son prueba de superposición cultural y,
por ende, de la emergencia de sitios permanentes donde se empezó a acumular material
utilitario –como cerámica y andesita– hasta que en el transcurso del Formativo se formó una
red de intercambio de productos en parte gracias a la domesticación de camélidos. Esta
última, junto con la agricultura, reemplazaría paulatinamente a la caza y la pesca como
actividades de subsistencia dominantes. Asimismo, investigaciones efectuadas en
asentamientos sedentarios –ocupaciones que se sobreponen al arcaico con apropiación
definitiva de territorio– alrededor del lago Titicaca evidenciaron múltiples actividades
relacionadas a la organización de fiestas entre comunidades. De esta forma se contribuía a
estrechar los vínculos entre sus miembros. De manera que la arqueología, junto con datos
etnográficos e históricos, parece demostrar que durante el Formativo el mercado de
intercambio comenzó a ser predominante, junto con la relevancia de la noción de prestigio,
una serie de costumbres heredadas y un ritualismo comunitario que permitía la relación entre
poblaciones cercanas (Craig, 2002; Angelo y Lima, 2005).
En adición a todo lo anterior, a lo largo del Formativo emerge una arquitectura monumental
ligada a las fiestas ritualizadas. En sitios como Pukara, localizado en el valle del mismo
nombre, se formaron montículos por el depósito de basura y escombros, a los se sumó la
naciente arquitectura desde finales del Arcaico y durante el transcurso del Formativo. Otro
sitio de la misma época, Jiskairumoko, pasó de ser un residencial semi-sedentario a un sitio
que constaba de una casa semisubterránea que formaba parte de una aldea mayor con
estructuras también semisubterráneas y almacenamiento y fogones que datan desde 2473-
2119 a. C. hasta 1784-1601 a. C. (Flores, 2014).
Por otro lado, la dieta se basó cada vez más en la ingesta de plantas y animales domesticados:
quinua, tubérculos, llamas y cuyes, etc., como evidencia el número de herramientas líticas y
restos óseos de animales. Al mismo tiempo, entre el 1400-1300 a. C., se supone que creció el
nivel del agua en el lago causando la propagación de malezas como chenopodium y tubérculos,
aumentando también la densidad de los animales con la consiguiente ampliación de la
población humana en riberas de ríos del Titicaca (Ibíd.).
Para el 800 a.C. en sitios como Pukara se desarrollaron qochas y camellones y arquitectura
monumental especializada, y a lo largo de la cuenca se manifestó una ritualidad asociada a los
conjuntos arquitectónicos ceremoniales semisubterráneos con monolitos. Al mismo tiempo, se
institucionalizaron tiempos para la siembra, marcado de ganado (lluvia) y cosecha y
apareamiento (sequía) (Ibíd.).
Asimismo, en la cuenca sur del Titicaca la religión cobró importancia creando lazos ideológicos
e identidades compartidas con el centro ceremonial de Tiwanaku que se instaló en las
inmediaciones. Entre el 800-1100 d. C. –periodo que corresponde al Horizonte Medio– se
establecieron centros cívicos ceremoniales con monumentalidad impresionante y cuyas ruinas
se encuentran rodeadas de áreas residenciales (Ibíd.). De esta época son los asentamientos de
Lukurnmata, Khonkho Wankani y Tumatumani. Asimismo, se comenzó a implementar
agricultura en andenes, camellones y qochas.
Para el 1100 d. C. Tiwanaku desaparece por muchas razones que aún se dilucidan y causa un
dilema de reorganización social en las poblaciones de los alrededores cuyas redes de
intercambio colapsaron, especialmente en la cuenca sur del lago donde la influencia de esta
cultura fue preponderante (Arkush, 2012; Michel 1998). Durante el post-tiwanaku emergen los
llamados señoríos aymaras en un periodo conocido como Intermedio Tardío (1100-1450 d.C.).
Aparecen entonces los grupos cerámicos Pacajes, Carangas, Chichas, entre otros. En
concordancia, durante esta época los alrededores del lago Titicaca estuvieron ocupados por
varios grupos étnicos en torno al lago (lupacas, collas y pacajes) a la par de una notable
importancia de la guerra, que refleja la construcción de asentamientos amurallados en altura o
pukaras (Arkush, 2012).
Asimismo, cambios climáticos asociados al inicio de la una Pequeña Era de Hielo –que implicó
un clima más frío, sequias y la bajada del nivel del Titicaca– desencadenaron una serie de
cambios en la forma en que subsistían las poblaciones asentadas en los alrededores de este
cuerpo de agua. En general, las tierras circumlacustres fueron abandonadas y se optó por
ocupar sectores más altos para el pastoreo (Ibíd.).
Por último, también se produjo un cambio en la relación con el mundo espiritual y que parece
reflejar los nuevos conflictos entre las poblaciones locales: los recintos monumentales que
congregaban a las comunidades desde el Formativo fueron abandonados y en su lugar se
construyeron torres funerarias –o chullpas– que cumplían las funciones de demarcador
territorial a través de la presencia de los muertos (Ibíd.).
En cuanto a la ocupación Inka en la cuenca del lago Titicaca, en el lado boliviano esta última es
especialmente relevante en el sector de Copacabana y la Isla del Sol, aunque no hay suficientes
investigaciones al respecto; si bien se tiene certeza de que los inkas ingresaron a esta zona
entre los años 1450-1471 (Stanish, 2012). En el sur de la cuenca se supone que la ocupación
Inka se inició con el mandato de Pachacuti y continúo durante el gobierno de Topa Inka
mediante una estrategia que incluyó intercambios, alianzas y movimientos bélicos (Michel,
1998; Stanish, 2012).
Esta progresiva influencia del Tawantinsuyo en los alrededores del lago se consolidaría con las
campañas militares de Pachacuti que –según fuentes etnohistóricas– habría derrotado al
señorío Colla y establecido la paz con los lupacas, además de consolidar la conquista de las
regiones de Pacajes, Paucarcolla, Omasuyu, Azángaro, y las islas del Sol y la Luna (Stanish,
2012).
Dado lo anterior, los sitios inka fueron numerosos en la cuenca del Titicaca y se visibilizan a
través de la cerámica identificada como Inca local (Ibíd.). Asimismo, también es significativo el
cambio de patrón de asentamiento propiciado por el régimen cuzqueño y la arquitectura de
los edificios administrativos típicos del Tawantinsuyo, como los tambos de almacenamiento; a
lo largo del Titicaca se establecieron centros urbanos secundarios y terciarios en torno a un
sistema vial, complejos de terrazas agrícolas y en relación al Cuzco –capital del imperio Inka–,
conglomerando poblaciones no dedicadas exclusivamente a la agricultura (Ibíd.). Estos
asentamientos sugieren una maximización de la producción y un interés en efectivizar el
transporte de recursos, manteniéndose una gran parte durante la colonia.
Por último, vale la pena señalar que durante la administración Inka la agricultura de
camellones –común en la cuenca del lago– fue relegada por la organización de terrazas
agrícolas en laderas que se consideraba aptas para el cultivo. Esta circunstancia se debió
posiblemente a un cambio climático que determinó una baja en la temperatura e hizo inviable
el cultivo de campos elevados (Ibíd.).
En la zona se han realizado pocas intervenciones de índole arqueológica, siendo una de las más
relevantes la del investigador Juan Albarracin-Jordan en 1992, que consistió en una
prospección y apertura de pozos de sondeo. Estos últimos evidenciaron estructuras y espacios
discretos del periodo Formativo (Callisaya, 2010).
Por otro lado, publicaciones posteriores han sugerido que durante la ocupación Inka el área en
torno a la actual población de Guaqui sufrió un aumento demográfico. Al respecto, evidencia
etnohistórica afirma que este asentamiento fue originalmente establecido como un centro
urbano terciario por los incas, que impulsaron la aparición de grandes núcleos poblacionales
en detrimento del patrón disperso de las ocupaciones del Intermedio Tardío (Stanish, 2012). El
objetivo de esta nueva organización de la población probablemente fue la de maximizar la
producción y distribución agrícola asociada a complejos de terrazas ubicados en las laderas
cultivables. Asimismo, Albarracin-Jordan (1996) “sugiere que Guaqui podría haber sido un
puerto y que los habitantes habrían fabricado cerámicas y producido maíz” (Stanish,
2012:355).
3. Localización de la intervención
Comunidad de Andamarca bajo jurisdicción del municipio de Guaqui, provincia Ingavi del
departamento de La Paz y que limita con el municipio de Tiwanaku. Geográficamente, la zona
de estudio se encuentra en la cuenca sur del lago Titicaca y en la región del altiplano norte.
5. Metodología
Figura 1. Localización de la zona que abarcará el diagnóstico arqueológico
4. Ubicación
5. Objetivos
- Objetivos específicos
- Evaluar de qué forma se afectará el área arqueológica y en qué manera es posible mitigar el
daño a los restos arqueológicos que podrían encontrarse en las inmediaciones.
6. Metodología
Se estima que las actividades del diagnóstico arqueológico comprenderán dos etapas con sus
propios procedimientos. Durante la primera se pretende llevar a cabo el trabajo de campo y en
la segunda una labor de gabinete que implica el análisis de los materiales recolectados, como
se especifica a continuación:
1. Trabajo de campo
Además, se tomarán muestras de suelo con el objeto de caracterizar sus propiedades físicas,
incluyendo el grado de fertilidad, y llevar acabo análisis de flotación que revelen los cultivos
que sostenía.
d) Los artefactos culturales y/o muestras provenientes de los pozos de sondeo se registrarán
mediante un número consecutivo por unidad de excavación.
2. Labor de gabinete
De encontrarse hallazgos arqueológicos y/o recolectarse muestras de algún tipo, los pasos a
seguir para interpretar estos últimos serán los siguientes:
e) Revisión bibliográfica.
f) Elaboración de un informe final con la descripción minuciosa de los resultados del trabajo de
campo y gabinete. Además, será preciso incluir recomendaciones para la adecuada
conservación del patrimonio cultural del área intervenida y pronunciarse sobre la viabilidad de
los trabajos constructivos que pretende llevarse a cabo en las inmediaciones.
7. Cronograma
Bibliografía
Angelo, Dante & María del Pilar Lima Tórrez. Introducción. Arqueología de la cuenca del
titicaca y valles interandinos: nuevas investigaciones. Textos Antropológicos, 2005, Volumen
15, Número 2, pp. 11-20.
Aldenderfer, Mark. “Balances y perspectivas del período Arcaico (8,000 – 1500 a.C.) en la
Región de Puno”. En Arqueología de la cuenca del Titicaca, Perú. Instituto Francés de Estudios
Andinos. Lima, 2012.
Craig, Nathan. “Transiciones del Arcaico Tardío al Formativo Temprano. Una perspectiva desde
la arqueología de la unidad doméstica en dos sitios del valle del río Ilave, cuenca del Lago
Titicaca”. En Arqueología de la cuenca del Titicaca, Perú. Instituto Francés de Estudios Andinos.
Lima, 2012.
Flores Blanco, Luis & Henry Tantaleán (eds.). Arqueología de la cuenca del Titicaca, Perú.
Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, 2012.
Flores Blanco, Luis. “El surgimiento del paisaje monumentalizado en la cuenca del lago Titicaca,
Andes Centro-Sur”. Complutum, 2014, Vol. 25 (1): 47-71
Marcos, Michel. Arqueología de Bolivia. Fundación Cultural del Banco Central, 2008
Portugal, Jimena. Arqueología y arte rupestre en el Noreste del Lago Titicaca. Plural Editores,
2017.
Proyecto del Lago Titicaca. En: https://www.lactiticaca.com/es/ [accesado por última vez el 5
de noviembre de 2019]
Seguin, Tedy. “OJELAYA: Exploración subacuática dentro del lago Titicaca”. La Región.
Ministerio de Culturas y Turismo, 2017.
Stanish, Charles. “La Ocupación Inca en la cuenca del Titicaca”. En Arqueología de la cuenca del
Titicaca, Perú. Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, 2012.
ANEXO
FICHAS DE IDENTIFICACIÓN DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS
I Identificación del sitio
Foto:
Complejidad Agrícola.
Progresivas 00+000
Observaciones: . Se encuentra a 225 metros del inicio del eje carretero (fuera DDV), frente a un
Buzon, separado por la presencia de la carretera de acceso a Tiquina, del mismo.
IV Cronología
Justificación: Se encuentra sobre una loma propicia para la agricultura, tanto por las condiciones
geomorfológicas, como por las características arqueológicas de este tipo de contextos.
V Estado de conservación