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En realidad, nunca se fueron. Pero, sin llegar a ser un “boom” como el que se registra en
el Uruguay (ver recuadro) la masonería argentina se reorganizó desde hace algunos
años y vive un momento de auge que se verifica con claridad en la reactivación de
logias en todo el país. Además, esta sociedad cargada desde siempre de un aura de
misticismo y secreto, ha abierto sus puertas a la comunidad e incluso a los medios, de
una manera inédita.
La frase no es nueva, pero Néstor L. Hernández la reiteró un par de veces, como para
que quede claro a lo largo de la charla mantenida con Análisis, días atrás, en una
confitería céntrica de Concepción del Uruguay, y tras contactarlo vía correo electrónico:
“No somos una sociedad secreta, sino en todo caso discreta”.
Hernández no es entrerriano, pero por su actividad comercial está más tiempo en la
ciudad y en la zona que en su lugar de residencia, la ciudad de Buenos Aires. Miembro
activo de dos logias (una en su ciudad y la otra, la Jorge Washington de Concepción del
Uruguay) se muestra muy a gusto en la Histórica. “Es que esta ciudad tiene una gran
presencia masónica. Muchas de los grandes aportes que se han hecho en su historia
tienen el sello inconfundible de la masonería”.
Hay otro motivo: en Concepción del Uruguay se encuentra la logia más antigua de la
Argentina. Fundada en 1822 y con varios nombres ilustres que mostrar entre sus
miembros (ver recuadro), en este año está cumpliéndose su 185º aniversario.
Es sabido que la masonería tiene más de dos siglos de presencia en la historia argentina,
en la cual tuvo influencia singular en distintas épocas de su vida política. Según los
datos que maneja la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, la
cantidad de integrantes creció un 55 por ciento en los últimos seis años. En 1999 había
5.800 integrantes; hoy, 9.000. Algo similar sucede con las logias en actividad. Según
Hernández, hay unas 200 en el país. En Entre Ríos, están en funcionamiento cuatro: dos
en Paraná, una en Concordia y otra en Concepción del Uruguay. Y también hay
“triángulos” (grupos menores) funcionando en Colón y Gualeguaychú. Aunque, aclara,
hay masones en todas las ciudades del territorio entrerriano.
NI SECRETOS NI MISTERIOS
A diferencia de lo que sucedía pocos años atrás, ahora se sabe quiénes son las
autoridades de la masonería, sus publicaciones pueden consultarse en internet, hay
domicilio legal y postal, teléfonos a los cuales llamar, sitio digital propio
(www.masoneria-argentina.org.ar), e incluso cuentan con personería jurídica. La Gran
Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones es presidida por el gran maestre
Sergio Héctor Nunes, quien también aparece como responsable de la publicación
institucional Símbolo.
PRESENCIA MASÓNICA
La masonería argentina tiene en Concepción del Uruguay una larga historia, y aunque a
veces se evita señalar esa faceta, es el mismísimo Justo José de Urquiza uno de sus
máximos impulsores, y fuerte precursor de la tradición masónica en Entre Ríos.
Su empecinada voluntad de incorporar “la modernidad” europea no es ajena a los
ideales masónicos. Y es sabido que científicos y pensadores que debieron exiliarse tras
el fracaso de la revolución de 1848 en Francia, encontraron cobijo fraternal en estas
tierras, a las que le brindaron su impronta librepensadora y cientificista, dando origen al
prestigio del Colegio del Uruguay, a las primeras bibliotecas populares, a las
experiencias de colonización agrícola solidaria y luego al cooperativismo, al primer
Registro Civil de la Argentina, a las primeras ideas de organización social igualitaria, y
en fin, a innumerables asociaciones de bien público, algunas de ellas aún en
funcionamiento (La Fraternidad, la Biblioteca El Porvenir), la primera sociedad mutual
del país, la primera cooperativa agraria en Basavilbaso, la cooperativa El Despertar del
Obrero, aún no estudiada a fondo en su notable labor social durante décadas, etc. En
muchas de estas instituciones sobrevuela la presencia masónica y el espíritu inquieto de
uno de sus miembros más destacados, que también presidió la Logia: Alejo Peyret,
quizás el arquetipo del “sabio europeo” traído por Urquiza, un hermano masón como él.
MASONES Y POLÍTICA
“Hoy estamos en una etapa trascendental en la refundación de la logia Jorge
Washington nº 44, o mejor dicho, estamos a punto de levantar nuevamente sus
columnas e iniciar los talleres tal como corresponde; lo que nos constriñe a repensar los
orígenes de esta logia”, afirman en el mensaje de bienvenida en la web.
“Ya quedaron atrás las luchas por la independencia que sometía a este territorio a una
corona europea, pero queda aun la lucha contra la dependencia económica, tecnológica,
científica y es nuestro deber propender a colaborar con potestades del Estado para así
poder cambiar esto; sobre todo con la educación, la ciencia y la cultura”, manifiestan.
Es evidente que en el siglo 19 (y también en parte del 20) la pertenencia a la masonería
era una gran fuente de contactos y vinculaciones con el poder político.
Esa presencia parece haber disminuido en estos tiempos. Históricamente ligados a ideas
renovadoras y liberales, en Concepción del Uruguay hay quienes ven un estrecho lazo
entre el renacer masón y el grupo fundacional del macrismo local (también vinculado a
la centenaria La Fraternidad y su carrera de Derecho). Pero como siempre, nada se niega
o afirma, ya que “la masonería no actúa corporativamente”.
Que haya hermanos que coincidan en la simpatía por Mauricio Macri no es visto más
que como una coincidencia que no cuenta con apoyo institucional. El último número de
la revista Simbolo es una muestra de todos esos cruces: el primero de los artículos está
dedicado a ensalzar la obra del entrerriano Onésimo Leguizamón, un masón distinguido,
docente en el Colegio del Uruguay, que llegó a la Corte Suprema y fue ministro de
Educación de Avellaneda. El autor de la nota es Jorge Reinaldo Vanossi, jurista y,
además, dirigente político del macrismo porteño.
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