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El silencio de la República
El primer contacto que tuve con la Segunda República española fue, hace ya bastantes
años, en plena Transición, cuando murió el Tío Juan, que andaba solo por la vida, y la familia
recogió sus pertenencias, antes de vender la casa. Entre ellas, para los niños que éramos y que
jugábamos a las guerras en nuestra calle solitaria de coches, había una sorpresa. Una bandera
con la que enarbolar a nuestros ingenuos ejércitos. Una bandera amarilla, roja y violeta que
reclamamos para nuestros juegos. Nuestros mayores, impresionados con aquella aparición,
accedieron a nuestros deseos, no sin antes coger unas tijeras y recortarle la franja violeta, la
franja del miedo.
Nadie nos explicó la causa de aquella mutilación y, la verdad, tampoco nos importaba
demasiado, pues ya teníamos bandera, aunque fuera bicolor. Tuvieron que pasar muchos años
para empezar a entender aquel acontecimiento de la infancia. Mis padres y mis tíos, que
nacieron durante la experiencia republicana, crecieron con una paz falseada y edificada sobre
el dolor, la represión y el miedo y la aversión hacia su pasado más inmediato. El fascismo se
había encargado de grabar, con una enorme carga de violencia y terror, en el subconsciente
personal y colectivo, las consecuencias que pudiera tener cualquier atisbo de simpatía hacia el
periodo republicano.
En Canarias podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que esos años fueron los más
intensos de su historia, como nos reveló la obra de Miguel Ángel Cabrera, que sigue siendo
referencia para el estudio de este periodo y sobre el que, superando la mistificación, aún
queda un largo camino para seguir profundizando sobre lo sucedido, como bien apunta Aarón
Álvarez en la introducción a la edición objeto de este acto. Lo que sí parece incuestionable es
que se produjo la mayor movilización obrera de nuestra historia -en (La Orotava) el Valle
fueron miles los trabajadores afiliados a los potentes sindicatos que surgieron, o resurgieron,
en esos años: la Federación Obrera del Valle de La Orotava, el Sindicato de Profesiones y
Oficios Varios y la Federación de Trabajadores de Orotava; (Federación de Trabajadores), se
vivieron varias huelgas generales del sector agrícola y muchas otras sectoriales, se
desarrollaron manifestaciones multitudinarias, se logró un avance importante en las
condiciones laborales y la consolidación de una fortísima acción sindical (potente sindicato)
que fue capaz de enfrentar, con sus luchas, a la poderosa oligarquía agraria y a la reaccionaria
Iglesia católica-; se conoció, durante la República, un avance espectacular en la construcción
de escuelas de enseñanza primaria y en la extensión de la escolaridad a todos los niños y
niñas; la mujer se incorporó a la lucha política y sindical...En definitiva, se produjo un
ascenso veloz en la toma de conciencia de los trabajadores y trabajadoras que, a partir de
febrero de 1936 estaban en condiciones, por su potente capacidad organizativa, de poner en
jaque al poder económico e iniciar un camino de transformaciones sociales hacia la igualdad y
la justicia social.
Fue esta amenaza directa contra los intereses económicos de la oligarquía la que
provocó una reacción extremadamente violenta de ésta que, a través de los militares golpistas,
inician un enfrentamiento armado cuyo objetivo era la recuperación de la hegemonía social y
económica.
Con la sublevación militar del 18 de julio se inicia, en las zonas controladas por los
fascistas, como es el caso de Canarias, también, la imposición y la construcción de una nueva
memoria, sustentada en la aniquiliación de cualquier vestigio o referencia a la legalidad
republicana. Las armas de los militares y de las bandas paramilitares bajo el mando del
ejército (Falange, Acción Ciudadana y las Brigadas del Amanecer), el dinero de la burguesía
y la oligarquía insular y la bendición y el aporte ideológico de la Iglesia Católica, se unen en
una Cruzada cuyo objetivo inicial y prioritario fue el de destruir al otro, es decir, a las
personas, instituciones, símbolos, valores y logros que representaba la Segunda República.
Como acción inmediata, se procedió a la detención y al asesinato de numerosos dirigentes
políticos y sindicales (por medio de las farsas jurídicas que eran los Consejos de Guerra o de
forma totalmente extrajudicial, sin dejar rastro, arrojando cadáveres al mar o a los simas,
bucios y pozos de las Islas); al encarcelamiento masivo de todas aquellas personas que
tuvieron un mínimo de protagonismo en las luchas sociales y políticas, en condiciones
infrahumanas, sin ningún tipo de garantías jurídicas, en campos de concentración y cárceles
provisionales (como la que funcionó en el antiguo Teatro Power de La Orotava (este
municipio), donde se concentraban los detenidos del Norte de la Isla).
Paralelamente, en este "tiempo del ejército" como ha sido denominado por algunos
historiadores, se incautaron, es decir, robaron, todos los edificios que eran propiedad de las
organizaciones políticas y sindicales de izquierdas y republicanas y con ellos, todos sus
archivos y ficheros de militantes, que les servirían para tener perfectamente identificados a
todos aquellos afiliados a estas organizaciones (en el Valle y la Isla Baja fueron once sedes las
incautadas). Con ello se aseguraban algo fundamental: la extensión del miedo y el terror
iniciado con las detenciones, fusilamientos, asesinatos y desapariciones, a toda la población
que sabía, ahora, dónde se encontraban sus datos de filiación política o sindical: en manos de
los militares. Así consiguieron su primer objetivo: la generalización del miedo y la parálisis a
él asociada, la implantación del vasallaje, la obediencia y la pasividad gracias a la, como
afirma Mirta Núñez, "herramienta de la reclusión masiva como elemento disuasorio, tanto
para los que la sufrían, como para los que la conocían y evidentemente, no querían pasar por
ello". "En cada uno de los leales a la República y luego perdedores, se debía grabar con letras
de sangre, la culpa inmensa por las utopías que, una vez, pudieron soñar". El terror se
convirtió en el más efectivo método de control social y en uno de los elementos
identificadores del régimen franquista. El silencio y la obediencia ciega era el pasaporte a la
supervivencia. Como aciertan a describir algunos historiadores, el fascismo "apelaba a la
población a no participar en política, y este consejo quedó fuertemente arraigado en muchas
de las personas que vivieron la guerra y la dictadura. Se creó en la población una relación
causa-efecto entre participación política y desgracia ((MIÑARRO, A. y MORANDI, T.,
2009) que explica, con claridad, porqué fue mutilada la republicana bandera de mi infancia.
Se programa, por medio de estas reformas, un nuevo pacto del olvido y del silencio y
la democracia genera un discurso oficial de la memoria de la República y la Guerra Civil que
trata de equiparar a los dos bandos, al definir el periodo republicano como un proceso que,
haciendo inviable la paz, deriva inexorablemente hacia la violencia.
La defensa cerrada de la Transición encierra la creencia de que fue la propia
República, y no la agresión fascista, la responsable de su destino; y también la idea de que la
violencia, por más dura que fuera la ejercida por los franquistas, equipara a ambos bandos. De
este modo, la Segunda República queda reducida a un bando más dentro de la lucha por el
poder en medio del caos creado desde su proclamación en 1931 y especialmente desde febrero
de 1936.
Para finalizar, nos gustaría decir que no podemos seguir transmitiendo el miedo, los
miedos infundados por la dictadura. Los miedos al cambio, a la transformación, a asumir
nuestro propio destino, a participar en proyectos de cambio social, que operan en el
subconsciente (o consciente) colectivo del pueblo canario y de la sociedad del Valle, están
sustentados, también, -y creemos que con un protagonismo acentuado frente a otros factores-
en la violencia y el terror desplegado en los primeros tiempos del franquismo y en la
demonización de cualquier opción que representase -siquiera remotamente- una amenaza para
los intereses y la posesión de poder permanente ejercida por la oligarquía canaria, cuya
fracción agraria tenía una fortísima representación en el Valle de la Orotava y en el Noroeste
de la Isla.
Pero hay antídotos contra el miedo. Uno de ellos es el de conocernos más a nosotros
mismos y para ello necesitamos echar la vista atrás. Saber qué fuimos, qué hicieron los que
estuvieron antes. No podemos mantener las puertas cerradas, y mucho menos nuestra
memoria, a la Segunda República y la Guerra Civil y a lo que este momento histórico
significó para las clases populares y la pequeña burguesía canaria.
El miedo que impusieron los fascistas, dándonos purgantes, rapándonos las cabezas,
encarcelándonos, torturándonos, desapareciéndonos, asesinándonos, consiguió congelarnos la
memoria. Ahora es tiempo de darle calor, para sentirla viva.
En ese camino de hacer visible los proyectos, las luchas, las esperanzas, las alegrías y
las zonas oscuras de la Segunda República está la publicación que hoy presentamos, está
también el esfuerzo de muchos y muchas historiadoras y militantes de la memoria histórica,
está la apuesta decidida de Libreando Ediciones y Le Canarien y está, cada vez más, una gran
parte de nuestro pueblo que, al calor de los elefantes, empieza a mirar atrás para arrastrar
hasta nuestro presente ese sueño republicano.
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFÍA CITADA:
VINYES, Ricard (editor). El Estado y la Memoria. Gobiernos y ciudadanos frente a los
traumas de la historia. RBA Libros. Barcelona, 2009.
MIÑARRO, Anna y MORANDI, Teresa. Trauma psíquico y transmisión intergeneracional.
Efectos psíquicos de la Guerra del 36, la posguerra, la dictadura y la transición en los
ciudadanos de Cataluña, en VINYES, Ricard (editor). El Estado y la Memoria. Gobiernos y
ciudadanos frente a los traumas de la historia. RBA Libros. Barcelona, 2009.
CUESTA BUSTILLOS, Josefina. La odisea de la memoria. Historia de la memoria en
España. Siglo XX. Alianza Editorial, Madrid, 2008.
ESCUDERO ALDAY, Rafael (coordinador). Diccionario de memoria histórica. Conceptos
contra el olvido. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2011.
JEREZ, Ariel. El contexto de la memoria. La Transición, en Diccionario de memoria
histórica. Conceptos contra el olvido. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2011.
MARTÍN, Sebastián. El contexto de la memoria. Nacionalcatolicismo, en Diccionario de
memoria histórica. Conceptos contra el olvido. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2011.
NÚÑEZ DIAZ-BALART, Mirta (Coordinadora). La gran represión. Los años de plomo del
franquismo. Ediciones Flor del Viento, Barcelona, 2009.
NÚÑEZ DIAZ-BALART, Mirta. El porqué y para qué de la represión, en NÚÑEZ DIAZ-
BALART, Mirta. La gran represión. Los años de plomo del franquismo. Ediciones Flor del
Viento, Barcelona, 2009.