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Rector
José Antonio González Treviño
Secretario General
Jesús Áncer Rodríguez
2
HUMANITAS
ANUARIO
CENTRO DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS DE LA UNI-
VERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN
Director Fundador
Dr. Agustín Basave Fernández del Valle
Director
Lic. Alfonso Rangel Guerra
3
4
ANUARIO
HUMANITAS 2007
HISTORIA
5
6
ÍNDICE
7
Ernesto de la Torre Villar, Aspectos de la política de
población y colonización en América 177
Reseñas y Comentarios
8
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
9
Israel Cavazos Garza
Ganadería trashumante
10
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
11
Israel Cavazos Garza
Inicios culturales
12
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
ed. 1961, p. 3.
13
Beristáin de Sousa, José Mariano. Biblioteca americana septentrional, México, oficina
de don Alexandro Valdés, 1819, p. 504.Edición facsimilar. UNAM, México. 1981.
14
Ibíd., p. 506.
15
José Eleuterio González, Op. cit., p. 62.
16
Ms., Testimonio de la merced y posesión..., AMM, Civil, Vol.36, Exp. 19. La
13
Israel Cavazos Garza
14
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
El Colegio y la capilla
19
Poder..., AMM, Civil, Vol. 27, Exp. 11, fol. 36, Monterrey, 4 de noviembre de
1704.
20
Poder otorgado a favor del Lic. Tomás Romero Villalón, superior de la Sagrada
Congregación de Padres Oblatos, de Guadalajara, AMM, Protocolos, Vol. 8, fol. 84,
N° 38, Monterrey, 9 de julio de 1706.
15
Israel Cavazos Garza
16
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
El Seminario Jesuita
23
Ibíd.
24
Merced de solar, AMM, Civil, Vol. 26, Exp. 4, fol. 26.
25
Copia simple..., véase nota 22.
26
José Eleuterio González. Op. cit., p. 63.
17
Israel Cavazos Garza
18
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
.... 1714. Muy a principios de este año se comenzó a tratar con calor de
una nueva fundación en la villa (sic) de Monterrey...33
32
José Eleuterio González, Op. cit., p. 63.
33
Alegre, Historia... citado por J. E. González, Apuntes..., p. 60.
34
Donación... AMM, Protocolos, Vol. 15, fol. 311, N° 106, 1° de febrero de 1716.
19
Israel Cavazos Garza
20
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
meses de 1715,40 sin que hasta ahora haya sido posible precisar la
fecha. En mayo de 1715, ya era rector el padre Francisco Ortiz. Al
otorgar un poder sobre donaciones expresa que el gobernador man-
dó darle “la posesión en que actualmente se halla del colegio y su
capilla en nombre de la provincia”.41
La apertura del seminario fue posible también a fondos donados
por el propio padre López Prieto y por don Manuel Mimbela, obis-
po de Guadalajara. Hubo aportaciones específicas: el general don
Pedro de Echeverz, 1,000 pesos; el sargento mayor don Pedro Gua-
jardo 1,000 cabras y 500 carneros; el general don Francisco Báez
Treviño 1,000 pesos “y toda la cal que se necesitara para la fábrica
del edificio”.42
Cátedras y rectores
21
Israel Cavazos Garza
44
Archivo de la curia de la Catedral de Monterrey. Entierros.
45
Testamento..., AMM, Protocolos, Vol. 11, fol. 357, N° 146.
46
Instancia sobre deuda... AMM, Civil, Vol.59, Exp. 11, 15 fojas.
47
José Eleuterio González, Op. cit., p. 66.
22
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
48
Alegre, Historia..., citado por J. E. González, Op. cit., p. 61.
49
Citado por J. E. González, Op. cit., p. 67.
50
Donación..., AMM, Civil, vol. 41, Exp. 27, 1714.
51
Testamentos de don Antonio López de Villegas, natural de Toranzo,
arzobispado de Burgos y de doña María González Hidalgo, su esposa . AMM,
Protocolos, Vol. 11, fol. 251 y ss, N° 96. Monterrey, 12 de junio de 1723. Otro de
don Antonio, otorgado por el Lic. Marcos González Hidalgo, Ibíd., fol. 346, N° 134.
Monterrey, 11 de febrero de 1727.
23
Israel Cavazos Garza
52
Venta, AMM, Protocolos, Vol. 14, fol.219, N° 77, 1° de febrero de 1746.
53
Ibíd.
54
Traspaso..., AMM, Protocolos, Vol.25, fol. 203, N° 82. Real de Santiago de las
Sabinas, 19 de octubre de 1801.
24
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
Después de la clausura
25
Israel Cavazos Garza
26
El Colegio Jesuita de
San Francisco Javier de Monterrey
27
28
La antigua Plaza de Armas de
Monterrey, lado Norte
Tomás Mendirichaga Cueva
Sociedad Nuevoleonesa de Historia,
Geografía y Estadística
E
n agosto de 1626, al tomar posesión don Martín de Zavala
como gobernador del Nuevo Reino de León, ordenó redactar
un documento, llamado Vista de Ojos, que es una
descripción de la ciudad de Monterrey y está fechada el 7 de
septiembre del mismo año. En el mencionado documento se asentó
que las casas están distantes unas de otras... sin orden ni contigüidad unas
con otras, sin calles, policía ni comercio, ni modo de él, ni república... Es
decir que la población, fundada en 1596 y trasladada a un nuevo
emplazamiento en 1612, aun no había sido trazada, treinta años
después, en 1626.
Las casas se habían levantado sin orden, alejadas unas de otras.
Las viviendas estaban situadas a poco trecho, a unos veinte, cuarenta
o cincuenta pasos o a un tiro de arcabuz poco más o menos, decía la
Vista de Ojos.
El gobernador Zavala seguramente emprendió el nuevo trazo de
la ciudad, teniendo como centro del núcleo urbano la plaza prin-
cipal “y, desde allí, sacando las calles...”, como lo estipulaban las
Ordenanzas de Nuevas Poblaciones de 1573.
En el perímetro de la plaza debieron repartirse los solares para la
iglesia, al oriente, y las casas reales, al poniente, así como los sola-
29
Tomás Mendirichaga Cueva
res de los vecinos. Sin embargo, no se sabe quiénes fueron los pri-
meros dueños de terrenos en la nueva traza urbana.
Los solares al norte de la plaza eran extensos pues su fondo,
hacia el norte, llegaba hasta la siguiente calle, o sea la que después
se llamó de Morelos, ahora desaparecida en dicho tramo, es decir
entre la avenida Zaragoza y la calle de Zuazua.
La calle que limitaba el lado norte de la plaza principal no tuvo
nombre hasta que, a principios del siglo XX, se denominó calle del
doctor Pedro Noriega. En 1924 se nombró de la Corregidora y desapa-
reció en la década de 1980 con la construcción de la Macroplaza.
La extensa cuadra del lado norte de la plaza, comprendía desde
las actuales avenida Zaragoza hasta la calle de Zuazua.
Mencionaremos las casas que hubo al norte de la plaza,
recorriéndolas de poniente a oriente.
En la esquina noreste de la avenida Zaragoza y la calle Corre-
gidora tuvo su vivienda el capitán Nicolás de la Serna, fallecido en
1663. En el inventario de sus bienes se dice que la casa, techada
con vigas y morillos, tenía dos salas, una tienda rematada con un
torreón, cocina, otros dos aposentos, cochera y huerta.
A la muerte de su viuda, Leonor de la Garza, ocurrida en 1688,
heredó la propiedad su hijo el capitán Nicolás de la Serna el Mozo,
quien contrajo dos matrimonios y falleció en 1693.
En 1712 María Botello, viuda del capitán José de la Serna, her-
mano de Nicolás de la Serna el Mozo, adquirió la propiedad que, a
su muerte, en 1725, heredó su hijo único José Antonio de la Serna.
José Antonio de la Serna también contrajo dos matrimonios y falle-
ció en 1752.Uno de sus hijos, Bartolomé de la Serna, reconstruyó
la finca y en su testamento, dictado a fines del siglo XVIII, afirma
que la casa tenía zaguán, dos salas, recámara, tienda, trastienda,
cocina, cochera, dos corrales, noria y huerta.
La casa del capitán Juan Cavazos también estuvo en el costado
norte de la plaza. Es citada a mediados de 1650, en la venta, que
hizo Mateo de Villafranca de su casa al capitán Blas de la Garza.
30
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
31
Tomás Mendirichaga Cueva
1
Testamento, codicilo e inventario de bienes del capitán Nicolás de la Serna en
Civil, volumen 10, años 1663-1667, expediente 1. Lo referente a las casas en el folio
17. Archivo Municipal de Monterrey.
2
Testamento de Leonor de la Garza, viuda del capitán Nicolás de la Serna, en
Protocolos, volumen 5, años 1691-1694, número 26. Archivo Municipal de
Monterrey.
3
Inventario de bienes de Leonor de la Garza en Protocolos, volumen 5, años
1691-1694, número 25. AMM.
32
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
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Tomás Mendirichaga Cueva
34
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
35
Tomás Mendirichaga Cueva
10
Protocolos, volumen 30, años 1816-1818, folios 292 a 295. AMM.
11
Protocolos del escribano Bartolomé García. Tomo I. Años 1842-1844. Folios
13 y 14, 102 vuelta-105 y 107 vuelta-109. Archivo General del Estado de Nuevo
León.
36
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
37
Tomás Mendirichaga Cueva
38
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
III
A principios del siglo XVIII, la casa del capitán Juan Guerra y Juana
Flores de Abrego colindaba, al oriente, con la del capitán Antonio
Leal, quien, en realidad, no la habitó pues vivió la mayor parte de
su vida en la villa de Cadereyta.
El capitán Antonio Leal fue alcalde ordinario de dicha pobla-
ción y, además, alcalde mayor y capitán de su guarnición militar.
Contrajo dos matrimonios, aunque sólo del primero hubo descen-
dencia. Falleció en 1707 y, a mediados del siglo XVIII, la finca es-
taba arruinada, ya que un documento de esa época menciona “la
casa que llamaban de los Leal, hoy caída...”
En 1755 Antonio Marcos de Cosío compra la propiedad, en dos
partes, a los herederos de los generales Pedro de la Barreda y Ebra
y Juan García de Pruneda, quienes eran dueños del antiguo solar de
los Leal. El predio tenía casi 42 varas (35 metros) de fondo hacia el
norte, o sea hacia la calle después llamada de Morelos, y su frente
daba, hacia el sur, a la plaza principal. Cosío pagó en total 170
pesos.19
Al oriente de la casa del capitán Antonio Leal tuvo una vivienda,
a fines del siglo XVII y principios del XVIII, el sacerdote José Gua-
jardo. En dicho solar, con el cual concluía la cuadra, se construye-
ron, a través de los años, varias fincas de las cuales trataremos en
seguida.
19
Protocolos, volumen 15, años 1748-1755, número 152. AMM.
39
Tomás Mendirichaga Cueva
IV
20
Protocolos, volumen 7, años 1700-1704, número 104. AMM.
21
Protocolos, volumen 7, años 1700-1704, número 108. AMM.
22
Protocolos, volumen 10, años 1713-1716, número 128. AMM.
23
Protocolos, volumen 11, años 1717-1725, números 96 y 134.AMM.
40
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
41
Tomás Mendirichaga Cueva
29
Sobre el sitio y toma de Monterrey en 1846, véase el artículo de José Sotero
Noriega en el Diccionario universal de historia y de geografía. México, 1853-1856. Apéndice
II. Tomo IX. Pp. 878-883.
30
Protocolos del escribano Bartolomé García. Tomo 5. Año 1850. Folios 263 a
264 vuelta. Archivo General del Estado de Nuevo León.
31
Protocolos del escribano Bartolomé García. Tomo 6. Año 1851 Folios 179 a
181. Archivo General del Estado de Nuevo León.
42
La antigua Plaza de Armas de Monterrey, lado Norte
43
44
La administración pública de
Nuevo León en el siglo XX
De la Constitución de 1917 a la Ley Orgánica de la
Administración Pública1
Introducción
1
Gran parte de este artículo se basa en: Isabel Ortega Ridaura, Génesis y evolución
de la administración pública de Nuevo León. Fondo Editorial Nuevo León/ UANL/
INAP, Monterrey, 2005.
45
Isabel Ortega Ridaura
46
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
4
Particularmente nos referimos a: Alejandro Carrillo Castro, La reforma
administrativa en México. Instituto Nacional de Administración Pública, México, 1973;
47
Isabel Ortega Ridaura
48
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
Los años que siguieron a 1917 así como la década de los veinte
transcurrieron en medio de severas dificultades políticas y
económicas. En el plano nacional, los sucesivos asesinatos de
Carranza, Villa y Obregón, intercalados por el alzamiento
Delahuertista y la guerra cristera, generaron un clima de inestabilidad
y desorden social. A ello habría de sumarse en 1929, la Gran
Depresión que azotó a los Estados Unidos y que tan negativamente
impactó en la economía mexicana que apenas iniciaba su
recuperación.
7
Los apartados contenidos en la Constitución de 1874 y reproducidos en la de
1917 son: Título I. De los Derechos del Hombre; II. Del Estado en General, Forma
de Gobierno Nuevoleoneses y Ciudadanos; III. Del Proceso Electoral; IV. Del
Poder Legislativo; V. Del Poder Ejecutivo; VI. Del Poder Judicial; VII. De Las
Responsabilidades De Los Servidores Públicos; VIII. De los Municipios; IX. De la
Hacienda Pública del Estado; X. Prevenciones Generales; XI. De las Reformas a la
Constitución y XII. De la Inviolabilidad de la Constitución.
49
Isabel Ortega Ridaura
50
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
9
El Cuerpo de Seguridad Pública pasó a depender de la federación en diciembre
de ese mismo año, con el nombre de Cuerpo Regional, continuando su obra de
pacificación.
10
La Junta Central de Conciliación y Arbitraje del estado fue creada el 25 de marzo
de 1918.
51
Isabel Ortega Ridaura
52
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
13
Ley Federal de Cooperación para la Construcción de Caminos, expedida el 20 de
abril de 1934.
14
Raymond Vernon, El dilema del desarrollo económico de México. Editorial Diana,
México, 1981, p. 77.
53
Isabel Ortega Ridaura
54
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
55
Isabel Ortega Ridaura
La coyuntura bélica
56
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
21
A solicitud de organizaciones sociales de empresarios y obreros de Nuevo
León, se creó un impuesto de carácter extraordinario que gravó por única vez a todos
los causantes con un bimestre de contribuciones, al que se llamó “bimestre de
emergencia”. La intención fue crear un fondo de aportación de Nuevo León ante la
posibilidad de participar en la contienda bélica.
22
Informe Administrativo del Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León, C.
Gral. Bonifacio Salinas, ante el H. Congreso del Estado, correspondiente al periodo de 1940.
57
Isabel Ortega Ridaura
23
Informe Administrativo del Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León, C.
Gral. Bonifacio Salinas, ante el H. Congreso del Estado, correspondiente al periodo 1942 a
1943.
24
Entre 1940 y 1970 México tuvo tasas de crecimiento del 6.5% anual, frente a un
crecimiento poblacional del 3.5% anual. (René Villarreal, Industrialización, deuda y desequilibrio
externo en México. Un enfoque neoestructuralista (1929-1997), FCE, México, 1997.
25
De 1943 a 1973 ocuparon el gobierno de Nuevo León: Arturo B. De la Garza
y Garza (1943-1949), primer gobernador bajo periodo sexenal; Ignacio Morones
Prieto (1949-1952) y José S. Vivanco (1952-1955) quien fungió como sustituto de su
antecesor quien fue llamado por el presidente Adolfo Ruiz Cortines para ocupar la
Secretaría de Salubridad y Asistencia en el gabinete federal; Raúl Rangel Frías (1955-1961);
Eduardo Livas Villarreal (1961-1967); Eduardo A. Elizondo (1967-1971) y Luis M.
Farías (1971-1973).
58
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
26
Reforma a la Constitución en lo referente a las elecciones municipales, publicada
en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León, núm. 78 del 29 de septiembre de 1948.
27
Los porcentajes de la concentración poblacional en el área metropolitana, respecto
al resto del estado fueron: 37% en 1930; 39% en 1940; 52% en 1950; 66% en 1960
y de 73% en 1970. Isabel Ortega Ridaura, Política fiscal e industria en Monterrey, 1940-
1960. Tesis de maestría. Fac. de Filosofía y Letras, UANL, Monterrey, 2000, p. 45.
59
Isabel Ortega Ridaura
60
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
28
El cambio en la estructura obedeció a la convicción que desde entonces se tenía
ya de que la planeación debía ir más allá de la capital del estado.
29
Entre sus primeras tareas estuvieron el estudio de la localización de una nueva
central ferrocarrilera, la urbanización de los terrenos ganados al río Santa Catarina y
la instalación de obras de drenaje.
61
Isabel Ortega Ridaura
30
Ejemplo de éstas serían en Nuevo León las Juntas de Mejoras Materiales
creadas por Bernardo Reyes.
31
Informe del Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León Lic Arturo B. de la
Garza, 1947-1948. Impresora Monterrey, S.A., 1948.
62
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
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La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
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La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
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La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
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38
Publicada en el Periódico Oficial el 5 de febrero de 1975.
39
Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado de Nuevo León, 1975, p. 4.
72
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
73
Isabel Ortega Ridaura
42
Ibid., pp. 58-59.
43
Palabras del gobernador Pedro Zorrilla, presidente fundador del IAPNL en la
constitución del mismo. IAP Nuevo León, 1978: 11.
74
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
La participación ciudadana
75
Isabel Ortega Ridaura
Derechos humanos
A manera de conclusión
44
Publicada en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León el 3 de enero de 1979.
76
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
77
Isabel Ortega Ridaura
Bibliografía
78
La administración pública de Nuevo León en el siglo XX
Cavazos Garza, Israel (1994): Breve Historia de Nuevo León. FCE/El Colegio
de México.
79
Isabel Ortega Ridaura
80
Pensamiento Novohispano de
Pablo Olavide y las reformas
borbónicas de Carlos III
Dr. Rafael Aguilera Portales*
SUMARIO:
1. Introducción. 2. Las reformas borbónicas de Carlos III en la América española. 3. Polémica de
Olavide: ¿afrancesado o ilustrado novohispano? 4. Influencias ilustradas volterianas. 5. Actitud
religiosa de Olavide y la difícil tensión Iglesia y Estado 6. Conclusiones finales 7. Bibliografía.
1. Introducción.
*
El presente trabajo es producto y resultado de una ponencia presentada en el
Congreso Internacional sobre “La Ilustración: Pablo de Olavide y su época”,
organizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Jaén
del 4 de noviembre de 2002. El autor es profesor de filosofía del derecho de la
Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL),
investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, doctor en filosofía política y
jurídica por la Universidad de Málaga (España), miembro del Sistema Nacional de
Investigadores (CONACYT).
81
Rafael Aguilera Portales
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Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
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Rafael Aguilera Portales
84
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
la cultura ilustrada fue una cultura progresista que hubo de enfrentarse a los partidarios
de la tradición. Del mismo modo, que fue una cultura minoritaria, que se difundió
entre los reducidos círculos de intelectuales españoles y criollos. Por otra parte, fue
una cultura elitista diseñada para las clases dominantes quedando excluidas las clases
subalternas (indios, mestizos, mulatos, negros). En América los los obstáculos
opuestos a la difusión de las Luces fueron de la mismo índole que en la metrópoli.
Por ejemplo, la cruzada educativa reformista tropezó con la resistencia de las Iglesia
y las Instituciones universitarias.
85
Rafael Aguilera Portales
3
Tenemos que destacar que D. Pablo de Olavide Jáuregui fue criollo nacido en
Lima(Perú) . La Ilustración francesa hizo presencia en la generación de criollos.
Pronto se vio favorecido en sus estudios y en su carrera por una doble condición. A
los quince años ya se había graduado de doctor en Teología por la Universidad de
San Marcos, y a los diecisiete años avía llegado a Catedrático, por oposición, en la
Facultad de Teología. En 1716, un terremoto destruyo gran parte de la ciudad de
Lima, esto provocaría un cambio trascendental en su vida. Parece que se dedicó a
negocios fraudulentos, siendo procesado judicialmente a consecuencia de la cual fue
sentenciado a destierro y inhabilitación pública,. En 1750 llegó a España donde se
casó con una mujer acaudalada que le impulsó en su vida política e intelectual. La
nueva posición económica y social le permitió viajar largamente por toda Europa. El
hecho es que estos viajes por numerosas ciudades y villas de Francia e Italia, le
permitieron entrar en contacto con la alta burguesía comercial e intelectual . Conoció
a los intelectuales más prestigiosos, Voltaire. La admiración por el ilustrado francés
debió ser sincera como lo muestra el análisis de su Biblioteca, donde predominan
las obras francesas por encima de todo lo demás, y entre ellos las obras de Voltaire.
4
José Luis: Historia del pensamiento español Espasa Calpe, Madrid, 1981, vol. IV, p.
594. El profesor J.L. Abellán está utilizando el término “filósofo” como sinónimo
de hombre ilustrado que busca el progreso y la transformación de la sociedad, con
una ser de rasgos muy típicos: tolerancia religiosa, sentido crítico respecto al pasado,
optimismo frente al futuro, confianza en el poder de la razón, oposición a la autoridad
eclesiástica, y al poder tradicional de la Iglesia; interés por los problemas sociales y el
desarrollo técnico de la sociedad, impulso hacia lo natural y valoración positiva de la
experiencia.
86
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
5
Ibidem, p. 596, Abellán responde así a la visión de Menéndez Pelayo que tildaba
la Ilustración española de afrancesamiento, dejando entrever con ello lo que para el
catolicismo tradicionalista podía significar este adjetivo: los afrancesados tenían algo
de traidor y algo de afeminado, se caracterizaban por una inteligencia desvergonzada
, y se distinguían por su ánimo corrupto y frívolo.
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88
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
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Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
1993 , p. 76
91
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Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
11
No olvidemos como Carlos III intento asentar la subordinación del Santo
Oficio a la Corona, en ocasión del asunto del Catecismo de Mésenguy, que aceptado
por el Rey fue condenado por el inquisidor General, quién hubo de soportar el
destierro de Madrid y su confinamiento en un monasterio hasta obtener el perdón
del soberano. La corona y los gobiernos reformistas trataron de mantener a la
Inquisición bajo un cierto control y evitar que se convirtiera en un elemento
perturbador de la política de modernización, permitiendo sin embargo su actuación.
93
Rafael Aguilera Portales
6. Conclusiones finales
94
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
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96
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
97
Rafael Aguilera Portales
Bibliografía
Abellan, José Luis. Historia del pensamiento español Espasa Calpe, Madrid,
1981,vol. IV.
Abellán, J. L. Historia crítica del pensamiento español. Volumen III (Del Barroco
a la Ilustración), Espasa-Calpe, Madrid, 1988, (2ª edición).
98
Pensamiento novohispano de Pablo Olavide y las reformas borbónicas de Carlos III
Sarrailh, J. La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. F.C.E. México,
1979, (2ª reimpresión).
99
100
La masacre olvidada: la matanza de
Chinos en Torreón
Juan Antonio Delgadillo Esquivel
Facultad de Filosofía y Letras, UANL
Introducción
E
n la actualidad, la conciencia colectiva de la humanidad
asocia los términos “genocidio” y “racismo”, justificada-
mente, con episodios ampliamente conocidos de la segunda
guerra mundial. Un ejemplo son los cientos de miles de asesinatos
selectivos cometidos por el ejército alemán, en el campo de
concentración de Auschwitz, en Polonia.
Difícilmente se podría creer que en alguna ciudad de México,
país tradicionalmente amistoso con los extranjeros, haya ocurrido
algo similar. Y sin embargo, tal vez no en cantidad de personas
asesinadas, pero sí en brutalidad, crueldad y racismo, Torreón, Coa-
huila, fue testigo del exterminio de cientos de personas integrantes
de la colonia china de esa ciudad. Esto sucedió durante la revolu-
ción, a manos de tropas maderistas, el mes de mayo de 1911.
Pero, ¿Cuáles fueron las circunstancias que posibilitaron el que
algo así haya ocurrido? ¿Por qué había en Torreón una colonia de
ciudadanos de un país tan distante, tanto geográfica como cultural-
mente? Además, ¿Por qué se les llegó a odiar, a tal grado que
existió un “movimiento anti chino”, no sólo en Torreón, sino a ni-
vel nacional?
El conocer y dar a conocer un segmento de la historia nacional
es el objetivo primordial de esta investigación, a través de la cual se
101
Juan Antonio Delgadillo Esquivel
102
La masacre olvidada: la matanza de Chinos en Torreón
2
González Navarro, Op.cit, pp. 150, 152.
3
Ibid, pp. 146-47.
4
Ibid, pp. 153, 157, 155.
5
Ibid, p. 153.
103
Juan Antonio Delgadillo Esquivel
104
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nes del mundo. Entre todos estos grupos estaban incluidos nume-
rosos chinos cantoneses, que fueron a aportar mano de obra barata.11
El gobierno chino encontró en la migración un desahogo para la
explosiva situación que se vivía en su país, creyendo que con esto
se frenaría la tensión social y la explosión demográfica, por lo cual
alentó la salida de sus desesperados ciudadanos, que a su vez creían
que les resultaría más fácil sobrevivir en cualquier otro país. China,
país origen de una cultura milenaria, se había convertido en un
expulsor de desamparados.12
106
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14
Romero Estrada, “Factores”.
15
Castañón Cuadros, “Migración china”, p. 48.
16
Castañón Cuadros, “Migración china”, p. 48.
17
González Navarro, Vida social, p. 163.
18
Castañón Cuadros, “Migración china”, p. 49.
107
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19
González Navarro, Vida social, p. 164.
20
Puig, “La matanza”.
21
Romero Estrada, “Factores”.
22
Castañón Cuadros, “Migración china”, p. 52.
108
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109
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25
Ibid., p. 170.
26
Ibid., pp. 170-71.
27
Ibid., pp. 171-180.
110
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111
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Torreón
112
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33
Abelardo Salazar Suárez, “La historia de Torreón”, dirección electrónica:
http://www.s88677838.onlinehome.us/lagunet/torreon.html.
34
Puig, “La matanza”.
35
Salazar Suárez. “Historia de Torreón”.
113
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36
Ibidem.
37
Ibidem.
38
Puig, “La matanza”.
39
Salazar Suárez. “Historia de Torreón”.
114
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115
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fue que el día 2 de mayo comenzó el asedio a esa ciudad por parte
de tropas maderistas. Ese mismo día fue tomada Lerdo, Durango, y
el día 5, Gómez Palacio, ciudad contigua a Torreón.41 Las tropas
maderistas que tomaron Gómez Palacio celebraron ese día la bata-
lla de Puebla con un desfile. Además hubo discursos públicos en
los que se hicieron severas críticas al gobierno de Díaz y también a
la comunidad china, a la que se le acusaba de grandes perjuicios a
los nativos del país, como el quitarles empleos aún a las mujeres.42
Días antes del ataque a Torreón, mediante un comunicado escri-
to en chino hecho por Woo Lam Po, gerente del banco Wah Yick, se
advirtió a la colonia china del peligro que corrían. En otras zonas
del país habían ocurrido atentados contra el comercio. Se les exhor-
taba a no salir de sus casas y a no oponer resistencia alguna al
saqueo de sus propiedades. Ya para entonces, la comunidad china
entendía seriamente la advertencia de Woo. Pocos meses atrás, du-
rante las celebraciones del centenario de la independencia, hubo
personas que apedrearon las fachadas de tiendas, propiedad de chi-
nos, hasta romper los vidrios de aparadores y ventanas. Es difícil
que este hecho en particular no haga recordar otro infame atentado
ocurrido dos décadas después, en Alemania, contra comercios de
integrantes de otra minoría étnica. En ese caso fue contra judíos: la
“Kristal Nacht”.43
El jefe de las tropas federales en Torreón era el general Emiliano
Lojero, quien comandaba a no más de 700 soldados. En tanto, las
tropas rebeldes dispuestas a atacar esa ciudad eran probablemente
más de 2000, dirigidas por Emilio Madero. El jefe político de To-
rreón era el coronel Francisco del Palacio, quien, ante el inminente
asedio, mandó cavar zanjas y barricadas y distribuyó sus tropas entre
puntos estratégicos. Entre estos puntos estaban el cruce de las líneas
ferroviarias, ubicadas estas al oriente, en las afueras de la ciudad.
41
Portilla, Así fue la revolución, p. 224.
42
Puig Llano, Entre el río Perla, p. 173.
43
Ibidem., p. 173.
116
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118
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119
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50
Ibid., p. 186.
51
Ibid., p. 186.
52
Ibid., p. 187.
120
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121
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55
Ibid., p. 192.
56
Ibid., p. 193.
57
Sergio Corona Páez, “Otra vez el genocidio”, Revista electrónica Mensajero del
archivo histórico, no. 87. p. 2. Dirección electrónica:http://www.lag.uia.mx/publico/
publicaciones/revistaselectronicas/archivohistorico/mensajero/Edición-
087.pdf#search=%22matanza%20chinos%20torreon%22.
La presencia de algunos niños chinos, a pesar de que en Torreón en 1911 sólo
había una mujer china, se entiende debido a la edad a la que muchos chinos emigraban
de China. El mismo iniciador de la colonia china de Torreón, Foon Chuck, salió de
su patria a la edad de 12 años. http://www.eaglepass.lib.tx.us/goldenage.html.
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124
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Consecuencias de la matanza
62
Ibid., pp. 199, 200, 201, 202.
63
Ibid., p. 204.
64
Juan Ramón Jiménez de León, “El rapto de las Sabinas”, dirección electrónica:
http://remoto.dgb.uanl.mx:2048/menu.
125
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65
Jiménez de León, “El rapto de las Sabinas”.
66
Puig Llano, Entre el río Perla, p. 206.
126
La masacre olvidada: la matanza de Chinos en Torreón
Bibliografía
Portilla, Santiago, et al. Así fue la revolución mexicana. Tomo 2. México: Consejo
Nacional para la cultura y las artes, 1992.
Puig Llano, Juan Mauricio Magín. Entre el río Perla y el Nazas. La China
decimonónica y sus braceros emigrantes, la colonia china de Torreón y la matanza de
1911. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992.
67
Corona Páez, “El genocidio”, p. 4.
68
Ibid., p. 5.
127
Juan Antonio Delgadillo Esquivel
Webgrafía
Corona Páez, Sergio. “Otra vez el genocidio”. Revista electrónica Mensajero del
Archivo Histórico. Edición no. 87. Dirección electrónica:
http://www.lag.uia.mx/publico/publicaciones/revistaselectronicas/
archivohistorico/mensajero/Edicion-087.pdf#search= %22matanza%
20chinos%20torreon%22.
Jiménez de León, Juan Ramón. “El rapto de las Sabinas”. Dirección electrónica:
http://remoto.dgb.uanl.mx:2048/menu.
128
Meeting Our Lady of Guadalupe in
Eighteenth-Century Mexico
William B. Taylor
University of California, Berkeley
T
he main story of guadalupanismo in Mexico during the eigh
teenth century is well known. It is a story of vigorous pro
motion and widespread devotion in which the 1730s, 1740s,
and 1750s were the watershed. Early in the terrifying epidemic of
1737 peninsular Archbishop-Viceroy Juan Antonio de Vizarrón y
Eguiarreta proclaimed Our Lady of Guadalupe patroness of Mexico
City and New Spain and renewed the campaign for papal recogni-
tion of the apparition story.1 His initiatives were well received at
home and abroad, culminating in a papal bull of 1754 in which
Pope Benedict XIV officially announced the miracle and recognized
Mary of Guadalupe as patroness of New Spain, borrowing the words
of Psalm 147, Non fecit taliter omni nationi (He -God- has favored no
other people in this way).2 A closer consideration of how the devo
1
Many other saints and advocations were invoked as well. See Cayetano Cabrera
y Quintero, Escudo de armas de México …, Mexico: Viuda de J. B. de Hogal, 1746.
2
In a sermon delivered in the Mexico City cathedral on august 18, 1808, Arch-
bishop Lizana y Beaumont claimed Benedict XIV was so enamored of Our Lady
of Guadalupe and so convinced of the authenticity of the apparitions that when he
heard the representative to Rome from New Spain, Juan Francisco López, S.J., was
wearing shoes he had worn to visit the shrine at Tepeyac, he asked for them and
remarked that if he were in America he would go to the shrine on his knees, in bare
feet, Sermón que en las solemnes rogativas que se hicieron en la santa Iglesia metropolitana de
México implorando el auxilio divino en las actuales ocurrencias de la monarquía española
predicó …, México: María Fernández de Jaúregui, 1808.
129
William B. Taylor
3
For example, the reports from 1760-1761 by parish priests in the Diocese of
Michoacán in response to a circular requesting information about their parishes and
properties mention a dozen or so recently-acquired images of or altars to Our Lady
of Guadalupe, Oscar Mazín Gómez, ed., El gran Michoacán: Cuatro informes del
obispado de Michoacán, 1759-1769, Zamora: El Colegio de Michoacán, 1986, pp. 37-
180, 247-431.
4
The Catálogo de Ilustraciones for the Archivo General de la Nación, lists 236
theses dedicated to Guadalupe between 1651 and 1808. Of these, 203 date from
1701-1808, clustering especially in 1756-1765 (42) and the 1780s (36). The index to
130
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
the 3,691 volumes of the Archivo General de la Nación (AGN), Ramo de Tierras
(Tierras), records few places named Guadalupe before 1691. Nearly all of the
Guadalupe place names date from the eighteenth century, especially after the 1730s,
with the Tenango del Valle district of the modern state of México unusually promi-
nent. There was also a pocket of new places called Guadalupe in San Luis Potosí.
The fifty-one haciendas called Guadalupe before 1750 were mainly located in the
center (the Valley of Mexico and districts of the modern states of Mexico and
Hidalgo) and two areas to the north where guadalupanismo became important in the
seventeenth century: Querétaro and San Luis Potosí. The sixty-nine new references
to haciendas called Guadalupe after 1750 continued the regional concentration in
the center, but with a range that now reached into Puebla, the west (Michoacán and
Jalisco), and north (the Bajío, Durango, and Nueva Vizcaya).
5
Sutro Library (San Francisco), manuscript efemérides of Felipe Zúñiga y Ontiveros
(1763-1773), entry for 1764 includes a description of Guadalupe’s “prodigious”
protection of the city against rising flood waters that year; Sutro Library BT 660.G8,
1864 copy of documents dated 1755-1759, said to be in the cathedral archive of
Puebla: investigation into a reputed more of healing for Madre Nicolasa María
Jascinta de San José; José Joaquín Granados y Gálvez’s Tardes americanas: gobierno
géntil y católico …, Mexico: Zúñiga y Ontiveros, 1778, pp. 537-538 mentions that a
hailstorm in the Valley of Mexico in 1678 deposited a hailstone with a perfectly
formed image of Our Lady of Guadalupe.
6
For example, AGN Clero Regular y Secular (CRS) 68 exp. 3 f. 296, “que por
amor de Dios y Nuestra Señora de Guadalupe suplican al presente Sr. Juez el
arancel”, petition of the town of San Agustín, 1772; Gazetas de México, compendio
de noticias de Nueva España , Mexico: Zúñiga y Ontiveros, 1784-1809, october 4, 1794
issue, Indians of the mission San Pedro de Aconchi reportedly observed the day of
Our Lady of Guadalupe; AGN, Tierras 2474, exp. 5, Capultitlán (Toluca, juris.),
131
William B. Taylor
Hidalgo on august 12, 1797, nearly all the little boys reportedly
were dressed up as Guadalupe’s indian protege, Juan Diego. And at
his trial for robbery in 1804 a mestizo muleteer from Tequila, Jalisco
in western Mexico complained that he had been arrested without
cause because he was a humble man without influential friends:
“que a él lo castigarían porque no tenía mujer bonita ni hijos, y que
solo que fuera la Guadalupe”.7
The mounting written record in which the Virgin of Guadalupe
is mentioned suggests both popular enthusiasm and a denser, more
prescribed and institutionalized web of regulations and observances.
The december 12 celebrations, popular in various cities and towns
after the first oaths of allegiance (juras) ordered by Archbishop-
Viceroy Vizarrón in 1737 acquired new layers of commemorative
meaning as the century unfolded. The oaths were repeated in 1747
to mark the tenth anniversary and remember with gratitude both
the providential apparition in 1531 and Mary’s efficacious
intervention in the epidemic in 1737. 8 Still grander acts of
thanksgiving took place in 1756-57 to celebrate the papal bull
recognizing the authenticity of the apparitions. The symphony of
december fiestas after 1757 commemorated both the apparition and
the papal proclamation.9 In other institutional developments, lay
1730, and AGN Tierras 2544 exp. 14, Tianguistengo (Meztitlán juris., Hidalgo),
1795, cases of villagers litigating over family images of Guadalupe. The appeals to
the criminal court of the Acordada by five plebeian prisoners in 1799 are in AGN
Acordada 15. The petitioners were from Mexico City and the Bajío. For an earlier
appeal to Our Lady of Guadalupe, there is the 11709 new year’s petition of Manuel
del Barrio y Sedano for her help in his efforts to shed “las vestiduras viejas de
tibieza, flojedad, y frialdad y vista las nuevas de fervor, amor, y caridad”, AGN
Inquisición 74,1 fols. 306r-307v.
7
Gazetas de México, september 2, 1797 issue, “casi todos los niños se vistieron
galanamente en trage del dichoso Neófito Juan Diego”; the muleteer’s lament is in
Archivo Judicial de la Audiencia de la Nueva Galicia (Biblioteca Pública del Estado,
Guadalajara, Jalisco) bundle formerly labeled “1806 (120), exp. 1.”
8
Antonio Pompa y Pompa, in La Voz Guadalupana, february 12, 1947, pp. 6-7.
9
More major anniversaries were still to come, including the 250th anniversary of
132
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
the apparition in december 1780, which led to another burst of publications, stu-
dent theses, and baptisms.
10
Luis Beltrán de Beltrán, El poder sobre las aguas … . Sermón que en el día 23 de junio
y último del novenario que … hicieron los caballeros hazendados … , Mexico: Imprenta de
la Bibliotheca Mexicana, 1765; AGN Escribanos 20 exp. 6, 1780 notes that the Real
Colegio de Escribanos had sponsored an annual fiesta in honor of Our Lady of
Guadalupe since 1772.
11
AGN General de Parte, 41, exp. 133.
12
Real Cédula of july 29, 1757, issued by the Marqués de las Amarillas. (See
Council of the Indies recommendation on september 7, 1756 “que se sirva mandar
que en los testamentos que se otorgaren en la Nueva España se exprese por manda
forzosa el santuario y simulacro de aquella santa imagen”, AGI México legajo 2531.)
Evidently the proceeds from this decree were disappointing. In a letter of september
5, 1786 the colegiata priests complained that in many places no one took responsibil-
ity for the collections and that the shrine was short of revenue as a result. Tulane
University, Latin American Library, Viceregal and Ecclesiastical Mexican Collection
50 exp. 11.
133
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13
The first “día doce” booklet apparently was published in 1763 or shortly
before: Día doce de cada mes, para celebrar el singular mysterio de la concepción en gracia de
María Santíssima Nuestra Señora, y el estupendo milagro de su aparición prodigiosa en su
soberana y divina imagen de Guadalupe ..., Mexico: Imprenta de la Bibliotheca Ameri-
cana, 1763 (said to be “reimpressa”). Other versions were published by the Zúñiga
y Ontiveros publishing house in 1782 and 1797.
14
José Francisco Valdés, Salutación a María Santíssima de Guadalupe. Práctica devota
para venerarla en su santuario, quando se le hace la visita, Mexico: Zúñiga y Ontiveros,
1794; reprinted in 1808 and 1819.
15
For example, during the War of Spanish Succession, Manuel de Argüello,
Acción de gracias … en virtud de … las victorias que consiguió … los días 8 y 11 de diziembre
del año de 1710 …, Mexico: Vda. de Ribera, 1711; during the War of Austrian
Succession, José de Arlegui, Sagrado paladion del americano orbe. Sermón … que hizo a
María Sma. de Guadalupe la muy noble e ilustre ciudad de San Luis Potosí por el feliz sucesso
de las cathólicas armas ..., Mexico: Vda. de Hogal, 1743; during the Seven Years’ War,
acta de cabildo of the Mexico City ayuntamiento, September 13, 1762 records a viceregal
decree calling for a novena in honor of Our Lady of Guadalupe for “divino auxilio
por la amenaza de la Nación inglesa a estos dominios”, and in an entry of february
20, 1765, Zúñiga y Ontiveros recorded in his efemérides (Sutro Library) that a mass
had been offered to Our Lady of Guadalupe as patroness of the troops (patrona de
la tropa); and during the wars with France and Britain during the 1790s, AGN
Colegios 426 exp. 16 noted on january 13, 1796 that the special novena was being
celebrated at Tepeyac to appeal for victory.
134
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
135
William B. Taylor
Juan Diego.19 Later in the century more sites associated with the
apparitions were developed for devotees. The extraordinary little
Capilla del Pocito was constructed in the sanctuary grounds between
1777 and 1791, and in 1789 a license was issued for the construction
of a chapel in the village of Tolpetlac at a place said to have been
the home of Juan Diego’s uncle Juan Bernardino, where Mary of
Guadalupe had appeared and cured him.20
But there are twists in this story of promotion and continuous
development of guadalupanismo from the 1730s. Take the role usually
assigned to archbishop-viceroy Vizarrón as the architect of the
watershed events from 1737-1754. He certainly proved himself an
enthusiastic guadalupanista before the epidemic of 1737 and was a
determined and skillful promoter until death overtook him in 1747.21
From the time he arrived as archbishop-elect in late 1731 he
organized and attended ceremonies at the shrine, including, the
bicentennial of the apparition and the groundbreaking for a capuchin
convent on site in november and december 1731, donated an
exquisite italian vestment embroidered with gold thread in 1735,
and pushed for formal recognition of the settlement at Tepeyac as
a pueblo and a villa.22 Then during the epidemic he declared Our
19
Echeverría y Veytia, Baluartes, p. 27.
20
AGN Bienes Nacionales 575 exp. 11, license granted to the parish priest and
people of Tolpetlac. The chapel was still unfinished in 1803 when an appeal for
donations was published in the Gazetas de México, december 16, 1803 issue.
21
He was archbishop from 1731to1747, and viceroy from 1734 to 1740. Other
peninsular officials were among the ardent guadalupanistas of the late eighteenth century.
For example, Archbishop Francisco Antonio de Lorenzana (1766-1772), as well as most
viceroys (perhaps especially Frey Antonio María de Bucareli, who served from 1771 to
1779 and was buried at the shrine). One exception among viceroys seems to have been
the second Conde de Revilla Gigedo (1789-1794), who ordered the removal of the
image of Our Lady of Guadalupe from several locations on the grounds of the royal
palace in Mexico City, and did not attend the december 12 festivities at the shrine in 1791,
José Gómez, Diario curioso … 1789-1794, México: UNAM, 1986, pp. 12, 14, 44.
22
Gazeta de México, november 19, 1731, december 12, 1731, august 1735. The
Capuchin convent was completed 1737. As Vizarrón requested, the crown approved in
136
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
137
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24
The investigation was carried out in 1723, Informaciones sobre la milagrosa aparición
de la Santísima Virgen de Guadalupe recibidas en 1666 y 1723, Fortino Hipólito Vera, ed.,
2nd ed., México: Imprenta Gallarda, 1948, pp. 189-247.
25
1722-23: Boletín del Instituto Bibliográfico Mexicano (BIBM), núm. 5 (1905), p.
995, Gazeta de México, May 1722, Informaciones … en 1666 y 1723, pp. 189-247; 1728:
BIBM, núm. 4 (1903), p. 82, Gazeta de México, december 1728; 1729, BIBM, núm. 4
(1903), pp. 134-135, Gazeta de México, september 1729, pp. 152-153. Gazeta de México,
December 1729; BIBM, núm. 4 (1903), pp. 291-292, Gazeta de México, december
1731; 1735: BIBM, núm. 4 (1903), p. 583, Gazeta de México, december 1735. Men-
tion of these commemorations is also found in the actas de cabildo of Mexico City’s
ayuntamiento, AHACM.
138
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
confraternities, but only two of them near Toluca and most of the
new ones concentrated in parishes of the modern states of Morelos
and Querétaro situated close to the Valley of Mexico; and the pas-
toral visits of 1752-58 found fifteen, with a yet different regional
distribution. By then, only one was still active around Toluca, but
nine new ones appeared in the modern state of Hidalgo.26 So, these
formal institutions of lay devotion rose and fell in popularity and,
in a few cases, rural communities actively resisted the promotion
of guadalupanismo in their parishes.27 No place, except perhaps Mexico
City or the city of San Luis Potosí and its hinterland, fits the pattern
of steady growth to a tee, not even the community that grew up
around the shrine at Tepeyac in the seventeenth and eighteenth
centuries.28 Developments there during the eighteenth century
appear to be more the result of promotion by authorities in Mexico
City and opportunities for employment in construction than from
waves of ardent devotees moving to the holy site as if it were a
New World Varanasi.29
26
Archivo Histórico del Arzobispado de México (AHAM), pastoral visit books
of Archbishops Aguiar y Seixas, Lanciego, and Rubio y Salinas.
27
E.g. Tejupilco 1760, AGN Clero Regular y Secular (CRS) 204 exp.9; Tepetlaostoc
1758, AGN CRS 156 exp. 5; Acatlán, j. Tulancingo 1817, AGN CRS 136 exp. 8.
28
The set of reports on parishes and shrines in the Archdiocese of Mexico in
1743 rarely mention Our Lady of Guadalupe, Francisco de Solano, ed., Relaciones
geográficas del Arzobispado de México. 1743, 2 vols., Madrid: Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1988. An example of the particular appeal of Our Lady
of Guadalupe in the vicinity of San Luis Potosí is the request by the parish priest of
San Francisco del Valle and his parishioners for permission to build a shrine to
Guadalupe in 1802. In his petition, the priest recalled the shrine in the city of San
Luis (“Hago memoria de el santuario de la ciudad de San Luis Potosí”) and said it
was difficult for his parishioners to go there or to other shrines, AGN, Civil 1806
exp. 2.
29
Support for the colegiata was never in doubt—endowments began to accumu-
late from influential devotees in Mexico City as early as 1708; a proposal was made
to the Council of the Indies in 1717 and approved in principle (Archivo General de
Indias, Audiencia de México, legajo 2531); a papal decree authorized its establish-
ment in 1725 (Delfina López Sarrelangue, Una villa mexicana en el siglo XVIII, México:
139
William B. Taylor
Imprenta Universitaria, 1957, p. 32); and the next year a judge on the Audiencia de
México was named Protector Especial de la Colegiata in order to move the project
along (Gazeta de México, July 1728). To complete the process of establishing a
colegiata, however, it had to be located in a substantial, formal community desig-
nated as a villa. At Archbishop-Viceroy Vizarrón’s request, the crown authorized
the erection of a villa there in 1733, but certain physical requirements had not yet
been met (AGN RCO 52 exp. 134, december 28, 1733). The audiencia followed up
in 1735, authorizing first the formation of a lesser town, a pueblo de indios, although
the settlement at Tepeyac did not develop the structure of a recognized pueblo until
1741 (López Sarrelangue, Una villa, p. 33, 34). Population and organization were
part of the problem. In 1721 there were 918 souls dispersed among five Indian
barrios in the vicinity of the shrine, without a nucleated center (AGN Bienes
Nacionales [BN] 912 exp. 16). Lack of a regular water supply was part of the
problem. A water grant had been made in 1679 and attempts to build an aqueduct
to the site for domestic use were started in 1714 and 1727, but not completed until
1751 (López Sarrelangue, Una villa, pp. 84-90). On august 21, 1748 the standing of
the settlement at the shrine as a villa was affirmed by royal cédula and in 1749 the
townsite was reformed according to an approved plan, AGN RCO 68 exp. 32 and
AGN RCO 69 exp. 16, July 22, 1749. Soon thereafter, in 1750, the colegiata was
finally established.
By 1797 the parish of the villa of Guadalupe had grown to 2,168 souls, with the
town center accounting for half of the total (1,089), AHAM caja 1717-1797. Sur-
prisingly, the proportion of residents named Guadalupe had declined substantially
since 1721, even in most of the outlying Indian barrios of the jurisdiction. Six per
cent of Santa Ysabel Tola’s people were named Guadalupe in 1721, 3.8% in 1797;
10.7% of San Juan Sigualtepec’s people were named Guadalupe in 1721, 2.5% in
1797; in Santiago Zacualco, 4.5% in 1721 and .65% in 1797; and in San Pedro
Zacatengo, 2.6% in 1721 and 5.4% in 1797. In the villa itself only 1.1% of the
residents carried the name Guadalupe, and over half of them were living on the Ca-
140
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
have been well received for the most part across classes and regions.
Well received, but often taken in directions not intended or always
welcomed by official promoters. Images of Guadalupe and materials
associated with them circulated well beyond the reach of the carriers
who represented them officially, into the hands, homes, and chapels
of individuals, families, and landed estates, and into churches that
were visited by a priest perhaps once a year.30 Local enthusiasm
spilled beyond the official even in Mexico City where neighborhoods
and occupational groups like the street vendors of the Zócalo and
the honey merchants of the Calle de la Azequia celebrated their
own guadalupan fiestas and rosary processions on the twelfth of
every month and organized themselves into semi-for mal
brotherhoods without official license or close supervision. 31
Unlicensed, reportedly unruly guadalupan processions were
particularly worrisome to officials in the capital and elsewhere, as
lengthy cases against the Barrio del Hornillo in Mexico City in 1772-
73 and in Toluca in 1751 show.32 A campesino’s appeal for the
-lle de la Caxa de Agua. In all, 2% of the residents of the parish of the Villa de
Guadalupe in 1792 were named Guadalupe, compared to 4.2% in Arandas, Jalisco,
another parish dedicated to Our Lady of Guadalupe. Small numbers of Indians
from other parts of the Valley of México moved to the vicinity of Tepeyac in the late
sixteenth and seventeenth centuries; e.g. from Zumpango de la Laguna in 1587,
AGN Tierras 2948 exp. 60. Whether the early settlers were attracted by the aura of
divine presence more than by economic opportunity or dislocation the record does
not say.
30
Most were produced in Mexico City.
31
AGN CRS 27 exp. 2, 1797 “tratantes de la plaza”; AGN CRS 27 exp. 6, 1798
“comerciantes meleros de la calle de la azequia”; AGN CRS 151 exp. 7, Barrio San
Hipólito was in trouble over its unlicensed hermandad and irregularly licensed Rosary
processions.
32
AHAM caja 1751, Toluca; AGN BN 976 exp. 5 Barrio del Hornillo, parish of
Santa Cruz y Soledad. In 1776 Ignacio Vilchiz, a barber-surgeon who lived in the
portal de Santo Domingo in Mexico City reported to the Inquisition a procession
with pigskins filled with pulque and covered with flowers accompanied by many
horsemen who carried as a sort of banner an image of Our Lady of Guadalupe,
AGN, Inquisición 1099, exp. 11.
141
William B. Taylor
142
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
143
William B. Taylor
themselves, that we have the main testimonials to an Indian essence of the cult in
the late colonial period. The affectionate term “la morenita”—the dark little Lady—
by which Guadalupe is universally known today does not appear in the records I
have examined before the 1740s, and was used to Spain as well as the New World to
refer to dark images of Mary. While many eighteenth-century sermons, especially
after the 1730s, referred to Our Lady of Guadalupe as favoring indians especially,
and indian devotion was being promoted in other ways, the sermons rarely state
that the image has an Indian appearance. A clear example is in mercedarian Cristóbal
de Aldana’s Crónica de la Merced de México, but it is quite late, probably from the
1770s: “Uno de los principales empeños de N.V.P. fue encender en los corazones de
aquellos Neófitos el amor y devoción a María Sma … No la mientan sino con el
tierno renombre de N. muy amada Madre: Totlatzo Nantze, y la Soberana Reyna ha
dado las más auténticas pruebas de lo que que se agrada del amor y ternura destas
pobres gentes, hasta aparecerce en su proprio trage su mismo modo de tocado, y
remedando su mismo color como se admira en la portentosa Imagen de
Guadalupe”, México: Biblioteca Nacional, 1953, p. 27. Even though promoted in
this way, Our Lady of Guadalupe was increasingly regarded as a sign of the sacred
for everyone. This was as true of sermons as of popular devotion. See, for
example the december 12, 1744 sermon delivered in Guanajuato by Joaquín Osuna
which develops the theme that Our Lady of Guadalupe is “from both Spains”, El
Iris Celeste de las católicas Españas, la aparición y patrocinio de N.S. de Guadalupe en las
Indias occidentales, Mexico: F.X. Sánchez, 1745.
144
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
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146
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
39
All were copies -“portraits”, as Florencia put it. There was only one original.
That was Mary, herself. As the lettering on one eighteenth-century painting of the
image put it, this was “viva copia de la copia viva de María Santísima” (on the first
illustration in Jaime Cuadriello and others, Zodíaco mariano: 250 años de la declaración
pontificia de María de Guadalupe como patrono de México, México: Museo de la Basílica de
Guadalupe, 2004).
147
William B. Taylor
value replication as the real thing.40 With a fine copy of the image
in a church within reach, or even a cheap print on a home altar,
there was less reason, rather than more, to go to Tepeyac on
pilgrimage. Guadalupe was already with you, if approached in the
right way.
If few devotees of Guadalupe were going to Tepeyac from great
distances, were they going somewhere else? Yes, they were going
to local and regional sites, usually on foot, or they were finding
Guadalupe at home.41 Even as concentration of the sacred in one
place was being promoted by viceregal and archiepiscopal officials
and spread out from there after 1737, decentralization was at work.
Mexico City and its officials always had difficulty convincing the
viceroyalty’s thousands of outlying settlements that they were not
the navel of the universe. Local copies of the Virgin of Guadalupe
were said to come alive—sweating, crying, bleeding, changing
expression—all signs of divine presence that beckoned to devotees.42
40
Art historian Clara Bargellini finds originality in this seemingly endless fascina-
tion with the image in eighteenth-century Mexico. In doing so she criticizes earlier
generations of art historians for not regarding the Guadalupe paintings as art, and
for ignoring the originality of Baroque production, “Originality and Invention in
the Painting of New Spain”, in Donna Pierce, ed., Painting a New World: Mexican Art
and Life, 1521-1821, Denver: Denver Art Museum, 2004, pp. 79-91.
41
The sensory experience of surroundings conferred by pedestrian travel seems
to be a key to past place-centered european experiences of location, and walking was
the common means of conveyance in Mexico until the twentieth century. Walking
was virtually the only means of travel over land before the arrival of european draft
animals, and it was fundamental to much colonial-era movement and place making.
I think of colonial land grant ceremonies in which the judge and interested parties
walked the boundaries of the property, pulling up grass and tossing stones in the
air as they went, and the circumambulations and other religious processions that
both marked the liturgical year and traced physical boundaries.
42
Other guadalupan images elsewhere were associated with miracles before the
eighteenth century, including a famous image in Antequera that remained untouched
by a fire in 1665, Francisco de Florencia, La estrella del norte de México (1695),
Guadalajara: 1895, pp. 146-149; a Guadalupana in the mission church of San
Francisco de Conchos, Chihuahua that sweated for three days in 1695, Lauro López
148
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
Beltrán, La Guadalupana que sudó tres días, Chihuahua: Editorial Camino, 1989; and
an image or incident in Apam, Hidalgo before 1722 mentioned by Br. José de
Lizardi y Valle in his prologue to the 1722-1723 inquiry, Informaciones sobre la milagros
aparición ..., p. 203. Omitting the details, Lizardi also mentions that there were many
other miracles associated with Our Lady of Guadalupe. Our Lady of Guadalupe
became a prominent patron in ex-voto paintings during the eighteenth century.
Several are published in Horacio Sentíes, La Villa de Guadalupe: Historia, estampas y
leyendas, México: Departamento del Distrito Federal, 1991, p.104, and Dones y promesas:
500 años de arte ofrenda (exvotos mexicanos), México: Fundación Cultural Televisa,
1996, pp. 55, 57.
43
Juan Francisco Sahagún Arévalo Ladrón de Guevara, ed., Gacetas de México,
1728-1742, in Nicolás León, ed., Bibliografía mexicana del siglo XVIII, México: Imp. de
Díaz de León, 1902-1908, Boletín del Instituto Bibliográfico, núm. 5, p. 722 (gaceta
for september 1737).
44
AGN Criminal 308 exp. 1, fols. 32-34, testimony of Diego Agustín. In his
summary of events, the alcalde mayor mentioned that followers brought to the
Savior’s “mosque” (mezquita) images of Our Lady of Guadalupe and San Mateo
from their home churches, fol. 12v.
149
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Conclusion
150
Meeting Our Lady of Guadalupe in Eighteenth-Century Mexico
46
“Prólogo” in Félix Báez Jorge, La parentela de María, Xalapa: Universidad
Veracruzana, 1994, p. 18.
47
For example, La Virgen de la Piedrita of Canalejas, Estado de México, found
in 1868. See Jesús García Gutiérrez, La Virgen de la Piedrita, 2nd ed., n.p.: 1993.
151
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Reconsideraciones sobre la guerra entre
México y los Estados Unidos
L
a guerra entre México y Estados Unidos es tema traumático
para los mexicanos. Sin reconocer su inevitabilidad, se le ha
interpretado como pérdida total, una muestra de la debilidad
del México posindependentista.
México apareció como país independiente sin la suerte que el
destino reservó a los Estados Unidos. Éstos habían contado con
aliados en su lucha indenpentista contra una Gran Bretaña aislada
diplomáticamente, en una guerra ni muy larga ni muy sangrienta y
terminada con el reconocimiento formal del nuevo país a escasos
siete años. La suerte le concedió además otras bendiciones. Al tiempo
de aprobarse su segunda Constitución, se desató la Revolución Fran-
cesa que crearía veinticinco años de conflictos en el sistema inter-
nacional. De esa manera, el nuevo Estado pudo experimentar su
nuevo sistema de gobierno sin la interferencia de los poderes euro-
peos, aprovechar su estatus de poder neutral para comerciar con
los contendientes, pagar la deuda de la guerra de independencia,
beneficiarse con la emigración que arrojaban los beligerantes y apro-
vechar la oferta de Napoleón en 1803 de comprar la Luisiana.
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Reconsideraciones sobre la Guerra
entre México y los Estados Unidos
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11
Tornel al gobernador y comandante general de Sinaloa. 4 de julio de 1843. PRO
FO 50, 165, 101-102.
12
Bocanegra a Thompson, 21 de julio y 23 de agosto de 1843, William R. Man-
ning, Diplomatic Correspondence. VIII, pp. 547-548 y 555-557.
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Reconsideraciones sobre la Guerra
entre México y los Estados Unidos
13
Smith a Calhoun, 19 de junio de 1843, citado por David Pletcher, The Diplomacy
of Annexation, Texas. Pregón and the Mexican War. Columbia, University of Mis-
souri Press, 1973, p. 80.
14
Rives, op.cit. I, 600-601.
15
Ibidem., pp. 608-609.
161
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Reconsideraciones sobre la Guerra
entre México y los Estados Unidos
Texas dio pretexto para una revolución cívica que hizo caer al
gobierno de Santa Anna el 6 de diciembre de 1844. Unos días antes,
el ministro británico había logrado convencer a Santa Anna a fijar
las condiciones del reconocimiento de Texas, advirtiéndole el peligro
que significaba para California el expansionismo norteamericano.17
En una entrevista con el ministro mexicano el 29 de mayo de 1844,
el Conde de Aberdeen había llegado a ofrecer la garantía franco-
británica para la frontera mexicana, a cambio del reconocimiento
de Texas, que se comprometía a no anexarse a otro país,18 pero Santa
Anna fue incapaz de percatarse del alcance de la oferta y cuando lo
aceptó en noviembre, era tarde.
Para febrero de 1845, el Congreso norteamericano había discu-
rrido aprobar el tratado de anexión Resolución Conjunta de las dos
cámaras, como si fuera asunto interno. Al enterarse, Aberdeen y su
ministro en México decidieron hacer un último intento e instaron
de nuevo al gobierno mexicano. Los agentes de Gran Bretaña y
Francia en Texas lograron que Texas solicitara el reconocimiento
mexicano el 29 de marzo de 1845, comprometida a no anexarse a
otro país y a someter a un arbitraje el desacuerdo sobre las fronte-
ras. El propio agente británico condujo el documento a bordo de un
barco francés y luego volvió con el documento mexicano. Este lle-
gó en un ambiente impregnado de anexionismo y el 21 de junio fue
rechazado al aprobarse la anexión que fue ratificada por una con-
vención en julio.
Al llegar la noticia oficial de la resolución conjunta, el ministro
de Relaciones Luis Gonzaga Cuevas comunicó al representante nor-
teamericano la decisión del gobierno de México de interrumpir las
relaciones.19
17
Banknead a Aberdeen, 29 de noviembre, 1844. PRO, FO 50, 177, 76-82 y
Josefina Zoraida Vázquez, “Santa Anna y el reconocimiento de Texas”. Historia
Mexicana, XXXVI:3 (1987), pp. 553-562.
18
Aberdeen a Banhead, 3 de junio de 1844, PRO FO 50, 172, 33-36;
Memorándum, 31 de mayo de 1844, Ibid., 180, 21-25.
19
Cuevas a Shannon, 2 de abril de 1845, PRO FO 50,185, 6-7.
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26
De la Peña a Black, 15 de octubre de 1845. Bosch, op. cit., pp.613-623.
27
Rives, op. cit. , II, pp. 67-69.
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...those who shall prefer to remain in the said territories may either
retain the title and right of Mexican citizen, or acquire those of citi-
zens of the United States... In the said territories property of
everykind, now belonging to Mexicans now established there, shall
be inviolably respected.
all the rights of the citizens of the U.S. according to the principies of
the Constitution... and secured in the free exercise of their
religión,without restriction.
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entre México y los Estados Unidos
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Aspectos de la política de población y
colonización en America
N
o es fácil hablar de una política de población y colonización
en América. Más bien habría que referirse a políticas
seguidas por España en su labor colonizadora. Es indudable
que el Estado Español, cuya acción en ese campo era amplia y
antigua, utilizó sistemas diversos en los varios estadios de ese
proceso, métodos distintos originados por cambios de hombres, ideas
y circunstancias. Considerando las experiencias africanas e insulares
como la de Canarias y la reconquista y repoblación de la España
musulmana, en América empleo tanto por su ámbito diverso, como
debido al cambio de situaciones, a las condiciones sociales y
culturales reinantes, y al simple transcurso del tiempo, diferentes
políticas.
A partir de 1492, el mundo americano comienza a integrarse y
cada una de sus vastas provincias representa una situación geográ-
fica y cultural singular. Las diversas porciones del Mundo Nuevo
son desiguales por su naturaleza así como los seres que las ocupan.
Amplio mosaico de pueblos se da en una geografía tan rica como
variada y la acción de España tiene que adaptarse a esas deseme-
janzas. El archipiélago antillano representa la primera experiencia;
más la vastedad continental, la existencia de elevadas culturas con
macizos conglomerados humanos, al lado de pueblos en ciclos ele-
mentales de civilización, requiere que los primeros métodos sean
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con fuerzas para hacerlo por lo cual lo hacía por escrito, imploraba
su ayuda, le pedía el envío de religiosos “que sean de Flandes y de
Gante, porque en pensar los indios, que quedan cuando me muera,
gente de mi tierra, pensarán que no les haré falta”, e impetraba de
Carlos V, confirmara sus ordenes:
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Y recomendaba a su sucesor:
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...en que los indios se junten, porque será pequeña predicación trabajar
de primero hacer los hombres políticos, y humanos, que no sobre
costumbres ferinas fundar la fe, que consigo trae por ornato la vida
política, y conversación cristiana y humana.
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...niñas y aun muy tiernas por lo cual era menester manejarlas con
gran prudencia y tino para que diesen los frutos que de ellas se
esperaban, hechasen raíces y llegaran a madura edad con sencillez,
recomendaba estrecha vigilancia a los naturales y auténtica y sencilla
predicación por limpios y competentes ministros.
Por ventura se trata por aquí, como la peste se los lleve más apiñados
y juntos cuando les tocare, faltándoles el aire fresco y el resuello que
tenían en sus cacerios. Demás de que allí, como se conserva el pece en
el agua y el ciervo en el monte, allí el indio en su natural estado goza
de la soledad en su vivienda. No hay para el venado aflicción mayor
que asirle de los pies, como para el indio la de detenerle en poblado
fuera de su nacimiento y querencia.
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Alfonso Reyes, viajero
E
l joven Alfonso Reyes escribió que el Porfiriato (“pintoresca
palabra”) o antiguo régimen venía dando síntomas de
caducidad y había durado “más allá de lo que la naturaleza
parecía consentir”. En opinión de Reyes, el miedo al contagio y un
“concepto estático de la patria” hacían ignorar la tormenta que se
avecinaba; “creíamos o se nos quería hacer creer, que hay hombres
inmortales, en cuyas rodillas podían dormirse los destinos del
pueblo”. 1 En efecto, el estallido de la Revolución sorprendió a
muchos miembros de la clase dominante.
El fracaso de Bernardo Reyes en el asalto al Palacio Nacional,
en 1913, obligó a sus hijos Rodolfo y Alfonso a emigrar a Europa.
El joven Alfonso Reyes, ya enrolado en el servicio exterior al esta-
llar la primera guerra mundial propuso a las demás legaciones his-
panoamericanas que viajaran conjuntamente a la frontera españo-
la; en cumplimiento de ese plan todos los días se añadía un vagón
americano a la cola del expreso español. Reyes y su esposa sufrie-
ron mucho para alojarse en Burdeos por el gentío que se refugió en
esa ciudad y los precios “criminales” de las habitaciones; afortuna-
1
Reyes, El pasado inmediato y otros ensayos, 1941, pp. 58, 8 y 32.
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Alfonso Reyes,viajero
9
Ibid, pp. 132-133 y 167-168.
207
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10
Reyes, La inmigración en Francia (1927), 1947, pp 7, 10 y 32.
208
Alfonso Reyes,viajero
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cas que liquidar y podía jouer a l’autochtone con los indios; en fin, era
un pueblo vuelto de espaldas. Argentina, en cambio, miraba al por-
venir, al igual que Estados Unidos y Australia, pueblos sin historia,
cuenta Reyes que Keyserling, pese a reconocer su poco conoci-
miento sobre México, encontraba la principal diferencia entre Ar-
gentina y México en que nuestro país era melodramático, es decir,
exagerado; don Alfonso entonces acota lo obvio: la letra de los tan-
gos “deja muy poco que desear en materia de melodrama”, si bien
tenían un dudoso valor como documento histórico. Trece años des-
pués, al recordar esa conversación Reyes comentó que, al parecer,
los argentinos llevaban en todos sus actos, por insignificantes que
fueran, “una secreta y arrogante consigna nacional”.14 Ramos Mar-
tínez asombró a París con cuadros pintados por niños de ocho a 15
años, y Picasso mismo retrasó un viaje para conocerlos. Algunos
dudaron que fueran obra de tan pequeños artistas, pero según Al-
fonso Reyes aun si eran obra de cuarentones era “una exposición
admirable y desconcertante”. Cuando alguien preguntó cómo man-
tendría el gobierno mexicano a tantos pintores, Reyes contestó:
“Hacer revoluciones. Tolondrones a los preguntones”.15
Alfonso Reyes, tan justamente elogiado por Vasconcelos, y en
general sereno, caracterizó a Francia como un país más campesino
que comercial, más artista y artesanal que industrial, y no omitió el
mal chiste que comparaba a Francia con el queso holandés: “rojo
por fuera, blanco por dentro”. En realidad, a quienes habían vivido
en Francia les constaba su “perfecto equilibrio entre la ‘soofrosynee’
griega y las romanas ‘gravitas’, ‘pietas’ y la ‘constantia’; entre la curio-
sidad intelectual del humanista y la fe católica, entre la profunda
lealtad familiar y el sólido individualismo”. A los ojos extranjeros
parecían confusos los hilos de la política francesa porque cada pe-
queño grupo económico y social tenía su partido y ninguno podía
aspirar a la mayoría parlamentaria. Alfonso Reyes (tan republicano
14
Reyes, Norte y Sur (1925-1942), 1944, pp. 31, 33-34 y 38.
15
Ibid, pp. 25-27 .
210
Alfonso Reyes,viajero
16
Reyes, Crónica de Francia (enero a abril de 1925), 1947, pp. 6,8, 11 y 58-59.
17
Reyes, Momentos de España. Memorias políticas (1920-1923), 947, pp. 31, 35-36 y
35-55.
18
Vasconcelos, El Desastre, pp. 178-179.
211
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19
Reyes, Norte y sur (1925-1942), 1944, pp. 79-80 y 116.
212
Saltillo y Monterrey
en la historia del noreste
Discurso de ingreso a la Sociedad
Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística
E
l título asignado a esta intervención es sugerente. Mucho
se ha contado y escrito de la historia de estas dos poblaciones
y no se ha dicho todo. Mucho se ha escrito desde luego de
Monterrey y desde la temprana edad de la población, cuando era
incierto aún su destino.
En años no lejanos, en la década de los treintas Vito Alessio
Robles, publicó tres monografías: Saltillo en la historia y en la leyenda;
Acapulco en la historia y en la leyenda y Monterrey en la historia y en la
leyenda. Dijo su propósito: “contribuir a la divulgación de la histo-
ria; promover el turismo dando a conocer la influencia política de
estas ciudades en la región”.
El esquema de las monografías, cambiando de una a otra el or-
den de los temas, incluía, además de lo histórico, aspectos de geo-
grafía, economía, vías de comunicación y de religión. Las mono-
grafías de Saltillo y Monterrey tocaban el asunto de la judería.
Don Vito sentenció:
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Saltillo y Monterrey en la historia del noreste
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Jesús Alfonso Arreola Pérez
del siglo XIX alentadas por la minería, por el paso del ferrocarril y
por las inversiones en el algodón. Frente a las centenarias ciudades
de Saltillo y de Monclova, las jóvenes, Torreón, Sabinas y Piedras
Negras con vida propia quieren vuelo propio.
La identidad histórica de Saltillo la toma en su lucha por inte-
grarse; primero frente a los tlaxcaltecas y luego a Coahuila; y ya
capital de la entidad, su lucha por mantener integradas las
desacompasadas regiones de la entidad. Difícil tarea. La lucha con-
tra Estados Unidos, el resultado de esa guerra, obligaron a reorga-
nizarlo todo. Lo que había sido gobierno coahuiltejano desapare-
ció. Había que empezarlo todo, Constitución, finanzas y sobre la
realidad política de los ayuntamientos y las jefaturas políticas, acre-
ditar al estado, y encima de todo seguir combatiendo a los indios, refu-
giados en el Bolsón de Mapimí. Lo andado, desde 1824 no contó y a
empezar de nuevo, ahora bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez.
Los ayuntamientos, carentes de recursos, agobiados, pensaron
en un camino corto para tener gobierno; más corto y eficaz que el
propuesto por Rodríguez: sumarse políticamente a Nuevo León,
donde gobernaba Santiago Vidaurri.
Hubo quienes se opusieron, pero no lograron impedir la anexión,
desde luego, con la simpatía y actividad de Vidaurri. Luego del cho-
que de voluntades entre el cacique fronterizo y el abanderado de la
República, Juárez decreta que Coahuila reasuma su independencia.
Una vez más, una decisión externa, ahora del ejecutivo federal,
permitió a Saltillo su afirmación histórica, creando un sólido lazo
hacia las instituciones nacionales.
El encuentro político con el Porfiriato, se dá con el noreste más
que con las entidades que lo integran. Bernardo Reyes, desde Mon-
terrey prolonga aquella presencia a las tres entidades. En Coahuila
se venían desarrollando dos ejes, uno educativo, articulado al Ate-
neo Fuente y otro, para construir caminos. Los dos finalmente
integradores.
En Nuevo León se dio una gran expansión industrial, comercial
220
Saltillo y Monterrey en la historia del noreste
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La formación de los
historiadores en el noreste
E
l noreste histórico mexicano que comprende básicamente
las antiguas Provincias Internas de Oriente, es decir, los
estados actuales de Nuevo León, Coahuila, Texas y
Tamaulipas, ha sido considerado como objeto de estudio por
numerosos historiadores. Sin duda que han sido los hechos mismos
y sus actores los que han definido a la región como una unidad,
incluido el espacio estadounidense que, a pesar de los decretos le-
gales, sigue teniendo una intensa interacción con su contraparte
mexicana; en concreto nos referimos al espacio de la franja del río
Nueces y las áreas de San Antonio y Houston. Y esto se puede
afirmar de modo enfático cuando se habla de cuestiones de historia
económica, cultural o social, y no de historia política. Se trata de
una auténtica e identificable “provincia social”, como lo ha
aseverado frecuentemente Israel Cavazos Garza. Esto ha llevado a
crear instituciones regionales: desde la instauración del obispado
de Linares —en el último cuarto del siglo XVIII—, que comprendía
las cuatro provincias nororientales, hasta el Museo del Noreste
inaugurado en septiembre de 2007 en la ciudad de Monterrey. Por
otra parte, con excepción de ésta última, y San Antonio y Houston,
el noreste está constituido por un polígono de ciudades medias,
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Manuel Ceballos Ramírez
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La formación de los historiadores en el noreste
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Conclusión
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Manuel Ceballos Ramírez
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Reseñas
y
Comentarios
233
234
Seis Libros de
José Medina Echavarría
Por fin aparecía la parte histórica, puesta al día con las debidas
adiciones. Muy pronto sería la guía histórica más conocida y
manejada por los estudiantes de lengua española. Medina había ido
a la labor sociológica procediendo de la filosofía del derecho en que
propugnaba por su articulación dialéctica y su ensayo de ontología
jurídica en la filosofía de Heidegger. A él le había ocurrido algo
similar, Medina con más amplitud estudiaba al gran coloso de la
sociología contemporánea, a Max Weber y a Freyer (que acaso
merecía una exposición más extensa). Sostenía la diferencia entre
sociología y psicología. En fin el apéndice sobre la psicología social
era una tarea sugestiva, “abierta hacia el futuro”.1
Medina Echavarría publicó su segundo libro en México, Sociolo-
gía: Teoría y Técnica en agosto de 1941, en el Fondo de Cultura Eco-
nómica, producto de 5 conferencias que había impartido en el Co-
legio de San Nicolás, Morelia, en mayo de 1940. En 1946 hizo una
segunda edición y en 1982 una tercera bajo el pie de El Colegio de
México y el Fondo de Cultura Económica. En junio de ese año
impartió conferencias sobre “la Reconstrucción, de las ciencias
sociales” en el Colegio del Estado de Guanajuato.2
Cuadernos Americanos publicó en marzo-abril de 1942 bajo el tí-
tulo de “En busca de la ciencia del hombre. Una polémica”, la que
sostuvieron los condiscípulos y amigos, José Gaos y José Medina
Echavarría, cuando el primero reseñó Sociología: teoría y técnica. Gaos
dirigió una carta a Medina Echavarría:
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Seis Libros de José Medina Echavarría
237
Moisés González Navarro
238
Seis Libros de José Medina Echavarría
5
El Trimestre Económico, vol. XI, No. 41, 1944, pp. 150-152.
6
Medina Echavarría, Responsabilidad, pp. 9-11.
239
Moisés González Navarro
240
Seis Libros de José Medina Echavarría
241
Moisés González Navarro
11
Archivo Histórico FCE, Carpeta: José Medina Echavarría 83/137.
12
Ibidem.
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El nuevo número de Roel
243
José Roberto Mendirichaga
244
El nuevo número de Roel
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José Roberto Mendirichaga
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Actas del Ayuntamiento de Monterrey,
vol. I, 1596-1690 (1994, 2004);
vol. II, 1691-1775 (2004);
vol. III, 1776-1821 (2006),
Supervisión y cuidado de Israel Cavazos Garza, Monterrey:
R. Ayuntamiento de Monterrey, 2004, 2006
Wiliam B. Taylor
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Wiliam B. Taylor
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Actas del Ayuntamiento de Monterrey
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Normas de publicación
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su publicación y comunicará al autor sobre el procedimiento y su
resultado.
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Este libro se terminó de imprimir en
el mes de enero de 2008, en los talleres
de la Imprenta Universitaria de la
Universidad Autónoma de Nuevo León.
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