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CLASE DE PSICOANÁLISIS

Nº 1

DRA. GLADYS ADAMSON

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Hoy empezamos con Freud. Ustedes tienen una materia durante todo el cuatrimestre que es
Introducción al Psicoanálisis.

El Psicoanálisis, por un lado, aparece como un tema importante en el ECRO de Enrique Pichon
Rivière porque es una de las fuentes a partir del cual él construye su ECRO, su Esquema Conceptual
Referencial y Operativo, que es el significante que él elige para designar a toda su teoría, en toda su
complejidad. Él es quien la condensa en esa sigla extraña: ECRO. Entonces, el psicoanálisis forma uno de
los ángulos del trípode fundamental de su ECRO, conformado por las Ciencias Sociales en otro de sus ángulos
y la Psicología Social norteamericana en el restante.

Las lecturas de Pichon eran sumamente heterogéneas. Sería imposible hacer un universo de todas
las fuentes que él tomó para construir su ECRO. Entonces las agrupamos en tres disciplinas fundamentales que
son: El Psicoanálisis, las Ciencias Sociales en general y la Filosofía: (ahí tenemos sociólogos, como Durkheim,
Marx; filósofos como Lefrevre, Hegel, Sartre; tenemos antropólogos como Malinowski; que era el antropólogo
cultural hegemónico de su época). Y por otro lado tenemos la Psicología Social. Él tiene, en sus elaboraciones,
interlocutores como George Mead y Kurt Lewin. Ambos son autores que indagan sobre las cuestiones
psicosociales. Les interesan las cuestiones vinculares-relacionales, los conjuntos humanos y cómo se organizan
las agrupaciones humanas, como estos son los que constituyen subjetividad. Kurt Lewin además desarrolla una
técnica para intervenir en los grupos (los grupos T: Training groups, grupos de entrenamiento).

ECRO

Sociología, Antropología y Filosofía


Psicoanálisis
Durkhein, Marx, Lefrevre, Hegel, Sartre, Malinowski Psicología Social

S. Freud
G. H. Mead
M. Klein
K. Lewin
R. Fairbairn
Ma

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Con respecto al psicoanálisis él tiene lecturas muy prematuras. Recuerden que Pichon Rivière roba
una revista donde se ha publicado la obra Tres Ensayos sobre una Teoría Sexual, de Freud que es una obra de
1905. Y él tiene 18 años. O sea, es un adolescente y ya comienza su lectura del psicoanálisis y le interesa.

Cuando él arriba a la investigación social y al desarrollo conceptual más sistemático de su


Psicología Social, él ya porta un marco referencial psicoanalítico, encarnado, puesto en su mirada. Así como,
cuando estudia sistemáticamente el psicoanálisis, tiene una mirada de lo social. Porque si hay algo que
caracteriza al psicoanalista Enrique Pichon Rivière es su mirada desde lo social. Lo que deslumbraba a los
jóvenes psiquiatras y psicoanalistas de su época era esta perspectiva desde donde los incitaba, en el ejercicio
de su profesión (si ustedes leen Teoría del Vínculo esto está muy claro allí) a sentirse incluidos en una red
vincular donde estaban los roles del psiquiatra, del paciente, de la familia, y la sociedad toda dentro del paciente,
en su mundo interno. O sea que esta perspectiva social fue la originalidad de Pichon en relación al psicoanálisis.
Posiblemente también, por eso mismo, muy resistida por las psicoanalistas ortodoxos. Al profesional que trabaja
en su consultorio y con individuos le molesta que lo descentren de esa relación íntima entre dos. Es algo
inquietante para él. A mí me lo hizo ver con claridad el Dr. Jaime Carmona Parra, que es Psicólogo, Dr. en
Psicología Social y Psicoanalista lacaniano. Él es el Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Luís
Amigó en Medellín. Allí tienen la carrera de Psicología con énfasis en Psicología Social donde trabajan con grupo
operativo e incluyen el ECRO pichoniano en la formación. Él me decía que siempre había tenido un lugar
prestigioso en las Asociaciones psicoanalíticas lacanianas de Medellín, pero cuando él se hizo cargo del
decanato empezó a trabajar con grupos, empezó a hacer una investigación sobre Lacan y Pichón, sobre la noción
de discurso y vínculo… es como que a los psicoanalistas le dio como un “repelús”, y empezaron a relegarlo de
los lugares más prestigiosos, de más autoridad, porque les incomodaba su perspectiva. Yo recuerdo una
investigación que hizo Susana Manzano, donde ella que es psicóloga social y psicoanalista escribió un trabajo
donde les decía a los psicoanalistas que su práctica analítica era una práctica social. La práctica analítica también
es una práctica social, tiene incidencia en la estructura social. No es sólo una práctica intimista. Y volviendo a
Colombia fue muy gracioso porque vino un psicoanalista lacaniano que era una figura muy prestigiosa de Francia,
que iba a dar un seminario y una serie de conferencias. ¿Y qué propone esta autoridad del lacanismo francés?:
propone como tema de indagación y debate: la noción de discurso de Lacan. La noción de discurso de Lacan es
la más cercana; (posiblemente lo veamos cuando veamos a Lacan); la más cercana, la más estructuralmente
articulable con la noción de vínculo de Pichón. Y fue muy gracioso porque ningún psicoanalista se animaba a
sentarse en una mesa de igual a igual con un lacaniano francés que venía como todos los europeos que vienen
a Latinoamérica con su pompa y su prestigio, etc. Entonces lo tuvieron que llamar a él que era el único que sabía,
que había indagado - investigado sobre la noción de discurso de Lacan.

Nosotros planteamos que el mundo está alcanzando a Pichón; el mundo del futuro se está volviendo
un presente “pichoniano”. El mundo actualmente está globalizado, opera en redes a escala planetaria, exige de
los profesionales trabajar en red y les demanda una mirada que incluya las múltiples articulaciones en un mundo
que se ha complejizado muchísimo. Esto requiere de un esquema referencial que incluya las relaciones, las
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articulaciones, la complejidad de las múltiples determinaciones que tiene cualquier fenómeno social. Pero este
mundo requiere también de profesionales capaces de entender y operar en esa complejidad. De incidir en esa
complejidad.

Esto no significa que nos quedamos esperando que el futuro nos alcance. Hay que trabajar para
ello, pero con la confianza de que el futuro cada vez más necesita de estas miradas, de este esquema referencial
y de profesionales como los psicólogos sociales. Las empresas han creado un rol: el team builder, o sea un
formador de equipos. Team es “equipo” en inglés, builder es “constructor”. O sea que tienen este rol: formar
equipos en la empresa. Hacer que los distintos departamentos, sectores o grupos que existen en la empresa se
integren, trabajen en equipo o se articulen. Hay prestigiosos autores yanquis, como Peter Senge, que habla de
Organizaciones Inteligentes. ¿Qué son las Organizaciones Inteligentes? Las que son capaces de aprender de
las iniciativas, de la creatividad, de los planteos evaluativos críticos de sus empleados, de sus integrantes. O
sea, es capaz de aprender de sí misma, de aprender en términos de sus potencialidades y sus recursos, no
solamente materiales sino humanos. Los recursos humanos es lo más sólido que tiene una organización.

“¿Qué tendrá que ver el psicoanálisis con todo esto?” dirán ustedes. El valor que tiene el
psicoanálisis en la formación del psicólogo social es por su aporte a esta mirada compleja de la cual hablábamos.
Colabora a poder detectar indicios de lo latente, de aquello que no puede ser dicho, si no que “late”, palpita, da
pequeños síntomas, pequeños indicios… Por ejemplo: La lectura psicosocial de cualquier crisis no es una lectura
de lo deteriorado que está esa estructura, sino del palpitar instituyente que está emergiendo y que hay que poder
leerlo, comprenderlo y poder canalizarlo, encauzarlo, encontrarle una direccionalidad. ¿Ustedes escucharon los
trabajos de intervención de los alumnos de tercero?

Estudiantes: escuchamos dos.

Gladys: Bueno, en esas experiencias uno ve cómo el primer diagnóstico por lo general detecta vínculos que
están fracturados, es lo que hace síntoma, es aquello que aísla, que desmotiva, que fragmenta, que desvitaliza
una estructura vincular. Y cómo la mirada, la intervención psicosocial apunta a aquello que pueda re-articular los
vínculos, promueve lo que se pueda potenciar en función de un objetivo y de una tarea motivante que opere
como organizador grupal. Aquí aparece lo que Pichon caracteriza como propio del grupo operativo: potenciar la
acción de seres humanos que están en situación de conjunto, relacionándolos, articulándolos. Potenciar su
motivación, la gestión de este anhelo y sus posibilidades de concreción. Y esta tarea tiene un efecto vitalizante,
de potenciación de la comunicación, de la creatividad y el aprendizaje mejorando la calidad de los vínculos que
sostienen. Todo ello tiene un efecto de aumento de la calidad de vida. Mejorar la calidad de vida, la calidad de
sus relaciones no es otra cosa que promoción de salud.

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Esta es una de las razones de por qué es importante una mirada psicoanalítica, de aquello que está
haciendo síntoma, que está palpitando, que se puede anticipar desde una mirada de lo latente a partir de la cual
llevar a cabo una estrategia para incluir esa problemática. Los problemas que surgen en un grupo, una
organización, no se excluyen, sino que se incluyen en la comunicación, en la lectura, en la indagación y se opera
a partir de ella. Para todo esto es sumamente valiosa la mirada de las escenas latentes, escenas que todo el
grupo está manifestando, expresando.

Por eso tenemos un programa donde vamos a ver distintos autores. Son los autores fundamentales
que tomó Pichon: S. Freud; el fundador del psicoanálisis, Melanie Klein, que fue una refundadora del
psicoanálisis a nivel teórico, y a nivel técnico. Posibilitó muchas aperturas que fueron posibles a partir de su
teoría. Vamos a ver también un interlocutor contemporáneo de Pichon que fue J. Lacan. Lacan fue un colega,
un amigo, un par de Pichon Rivière. S. Freud fue un maestro para Pichon Rivière, Melanie Klein también lo fue.
Inclusive confiesa cuánto le costó romper con estos maestros. Si ustedes leen el Prólogo a El proceso grupal él
dice que lo sumió en una profunda crisis poder romper con estos maestros y empezar a elaborar su ECRO: su
cuerpo teórico específico, autónomo. Pero Lacan era alguien con quien él se escribía, se carteaba. Con el cual
él se encontraba cuando viajaba a Europa y dialogaban. O sea que era un colega. Era un interlocutor. Pero por
eso justamente es muy fértil la articulación entre los dos. Porque son de la misma generación: franceses,
médicos, psiquiatras, psicoanalistas, hegelianos, adeptos al surrealismo. Los dos con ideas ligadas a la
izquierda, al progresismo. Lacan trabajó en un hospital durante la segunda guerra mundial, en Francia. Hay una
serie de elementos del contexto que hacen que pudieran ser interlocutores privilegiados o propicios.

Vamos a empezar con Freud. Freud nace a mediados del Siglo XIX, 1856. Nace en una familia
judía, pero sin ideas muy religiosas, más vale el padre de Freud era un libre pensador, y Freud mismo a partir
de la adolescencia, se aleja del judaísmo como posicionamiento religioso. Inclusive Freud llega a definir la
religión como una ilusión. En El porvenir de una ilusión habla básicamente de la religión como una construcción
ilusoria. En ese sentido era materialista.

Fue el hijo mayor del segundo matrimonio de su padre. Este se había vuelto a casar con una mujer
20 años menor que él. Con lo cual Freud cuando nació tenía un hermano mayor del primer matrimonio del padre,
que ya tenía un hijo que era de la edad de Freud. O sea que Freud tenía un sobrino que era de su misma edad.
Hay algunas hipótesis de que esto pudo haber estimulado en Freud, el objetivo de demostrar lo bueno que fue
el segundo matrimonio de su padre y los buenos productos que dio este matrimonio. Como una especie de
competencia entre dos familias librada a través de los hermanos mayores y Freud. Pero de todas maneras pudo
haber sido una motivación inconsciente ya que nunca alcanzó como para que tuviera una mala relación con sus
hermanos. En ese sentido era una familia bastante armoniosa. El padre nunca pudo ser exitoso
económicamente. Tal es así que Freud cuando empezó a trabajar, estaba urgido de ganar dinero porque tenía
que mantener a dos familias. A su familia de origen, y a la familia que él quería formar con su eterna novia Martha
Bernays.
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Freud siempre se destacó por ser muy inteligente, tener un muy buen rendimiento, y la familia
empezó a tener expectativas muy intensas acerca del éxito intelectual de Freud. Era el preferido de su madre.
Era muy pegado afectivamente a ella. Cuando termina el secundario él comienza abogacía, pero leyendo un
artículo de Goethe acerca de la naturaleza decide seguir medicina.

Retomando el contexto cultural de S. Freud, el pertenece a una cultura austríaca. Si bien nace en
un país que hoy ya no existe: Moravia (ahora sería Checoslovaquia) cuando tenía 3 años lo llevan a Viena. Y
Viena es Austria. Era una cultura muy tradicionalista, antisemita, pero ya en deterioro, en decadencia. Las
grandes noblezas austriacas no podían mantener su esplendor. Hay que pensar que la revolución industrial
avanza en todo el mundo, el industrialismo provoca valores materiales, valores ligados al dinero, al éxito
económico, y va deteriorando esta expectativa de la nobleza de mantener una superioridad tradicional y una
lealtad de los súbitos a la nobleza. Toda la población estaba más preocupada por encontrar un trabajo que le
permitiera ganar dinero, ascender socialmente… O sea, toda esa expectativa de señor noble, producto de un
esquema feudal se venía abajo.

En el siglo XIX surgen lo que un filósofo Paul Ricoeur denominó los tres maestros de la sospecha
¿Quiénes son los tres maestros de la sospecha? Son Marx, Nietzsche y Freud. ¿Por qué son 3 maestros de la
sospecha? Porque sospechan de lo dado. Sospechan de aquello que aparentemente forma parte de la realidad,
aquello que está justificado desde una ideología, desde una concepción del mundo, de la realidad.

Marx: sospecha de la organización social tal como está pensada desde el punto de vista económico.
Así es como él logra develar el valor de las mercancías, descubre la plusvalía. Marx lo que devela es una
infraestructura no visible de la industria, de lo que significó la revolución industrial, pero también de lo que significó
la modernidad, lo que significaron las innovaciones técnicas que le imprimió a la modernidad un ritmo de cambio
desconocido hasta entonces. Todo cambia por el hecho de haber más bienes, más productos, más comercios.
Eso es lo que Marx sospecha y lo lleva a develar la infraestructura económica sobre la cual se apoya la estructura
social, la lucha de clases, las relaciones de producción, relaciones sociales, y la ideología. El sistema de ideas,
que justifican y sostienen la desigualdad de toda la sociedad capitalista.

Nietzsche: es alguien que sospechó de la moral; atacó a la religión porque ama a los débiles.
Plantea que la moral pacata tiene como objetivo hacer de la sociedad un rebaño. Transformar a los seres
humanos en ovejas dóciles, a partir de la moral, a partir del deber ser, a partir de preceptos muy fijos, de formas
universales de lo que se debía hacer, etc.… Empezó a proponer seres humanos con iniciativas y postuló una
subjetividad capaz de diseñar su propia vida. El desafío era que cada persona pudiera ser como un artista, capaz

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de escribir su propia novela de vida. O plasmar, pintar su propia realidad y salirse del rebaño. Acusaba a la moral
burguesa de su época de hipócrita.

Freud: es alguien que sospecha de la conciencia. Sospecha de ese orgulloso valuarte del Yo
Consciente, del Yo dueño de su voluntad. Y prueba a través del psicoanálisis que en rigor estamos más
determinados por estructuras que desconocemos, inconscientes. Lacan dice que el psicoanálisis descubre que
somos donde no pensamos y pensamos donde no somos. Estamos determinados por una estructura de la cual
no tenemos noticia.

¿Cómo inicia Freud este camino? En realidad, sus biógrafos dicen que comienza su investigación
acerca de la psiquis humana por estricto interés material. Necesitaba dinero para casarse. Necesitaba poder
mantener a dos familias. Ya les dije que leyendo un artículo de Goethe que era sobre el conocimiento de la
naturaleza queda fascinado acerca de saber sobre el mundo, saber acerca de los seres humanos, acerca de la
vida. Y decide por lo tanto seguir medicina. Durante sus estudios de medicina él se interesa por la investigación
neurológica. Trabaja en el laboratorio de Brucke, que era un biólogo y un investigador de mucho prestigio, pero
pronto se da cuenta que su carrera de investigador no le iba a dar mucho dinero y además necesitaba un prestigio
académico que no le iba a ser fácil por ser judío y debido al antisemitismo de su época. Entonces decide abrir
un consultorio privado para tratar enfermedades nerviosas, que aparecía como una “veta” económicamente más
rentable. En este sentido podríamos remitirnos a Nietzsche quien plantea que los desarrollos del conocimiento
no tienen que ver con ideas puras y si tienen más que ver con el poder. Con “lograr poder” O sea, Freud tiene
motivaciones más pedestres y más humanas, aunque luego quede merecidamente en la historia como “un gran
iluminador” de la psiquis humana.

Cuando Freud comienza a atender enfermedades nerviosas él tiene un colega que se llama Breuer,
que es mayor que él. Éste le había contado que había atendido a una paciente: Anna O., (que es el nombre
ficticio de esta mujer), que a pesar que era una mujer muy culta tenía una sintomatología sumamente frondosa.
Durante el tratamiento de esta paciente él había descubierto que en estado de somnolencia o cuando la
hipnotizaba, de pronto recordaba hechos o circunstancias de su historia que estaban ligadas al síntoma. O sea,
descubre que había una conexión entre el síntoma que sufría y esos recuerdos de su pasado; que en general
tenían características dolorosas – traumáticas. Pero que, si podía relatarlos, expresar nuevamente el estado
afectivo ligado a esos recuerdos esto la aliviaba. Incluso cuando recuperaba la lucidez el síntoma había
desaparecido. Esto hace que Freud se interese por la técnica del hipnotismo. En esa época había un cuadro de
enfermedades nerviosas que los médicos no querían tratar. Los psiquiatras en general expulsaban a las
histéricas de sus consultorios porque decían que eran grandes simuladoras. Las histéricas; en plena época
victoriana; en plena época represiva; en plena época donde las buenas mujeres, las mujeres cultas y bien
educadas, las damas de la sociedad, tenían que permanecer encerradas en su casa. O sea, vivían en su casa,
se educaban en su casa, venían las institutrices a la casa, a educarlas… O sea, salían para encuentros muy
formales, muy programados, fiestas… o visitas… o acontecimientos… Pero todo con una estructura de mucho
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control. Con lo cual las mujeres hacían una sintomatología de todo tipo. Se quedaban paralíticas, tenían tos, se
olvidaban de hablar, se desmayaban a cada rato… Inclusive la mujer lánguida - ojerosa, que sufría desmayos, y
que había que traer sales para recuperarla… era el símbolo de “toda una dama”. La que se ruborizaba cuando
la miraban. (Nosotras usamos rubor por eso, todavía tenemos ciertos lastres que vienen de aquella época).
Pálidas, porque no salían nunca y no tomaban sol. Ojerosas porque se dedicaban a cosas que no tuvieran que
ver con lo físico. Sino con cosas espirituales neuróticas, diríamos hoy. Y después toda la imagen de fragilidad,
de una persona aniñada, sin experiencia, de una persona encarcelada durante toda su vida.

Anna O. además era culta, inteligente, hablaba varios idiomas… Con lo cual tenía una polenta que
le salía por todos los síntomas habidos y por haber. Tal es así que Anna O., en realidad recupera su nombre que
era Bertha Pappeheim, fue una de las primeras feministas cuando se curó. Era una mujer de una energía y una
polenta… con mucha visión y valentía…

Estudiante: ¿Qué, se cambió el nombre?

Gladys: No, le cambiaron el nombre por un secreto clínico. Para protegerla. Pero después los periodistas, los
escritores investigaron quienes fueron los pacientes reales de Freud. Quien era en realidad el “Hombre de los
lobos” o el “Hombre de las ratas” … Fueron reconocidos, digamos, finalmente.

Estudiante: Esta mujer fue una de las primeras feministas

Gladys: Si, una vez que superó toda su sintomatología se transformó en una mujer pública; con todo lo prejuicioso
que portaba ese nombre. Fíjense que todavía una mujer pública es una prostituta. El espacio público aparece
como algo que degrada a la mujer, porque debería pertenecer a los interiores. Eso todavía lo tenemos de la
época victoriana.

Les decía que estas histéricas llegaban a los consultorios, por ejemplo, con una parálisis, o con una
anestesia del brazo… “No puedo moverlo”, “Lo tengo anestesiado, no siento nada”. Y él médico, efectivamente,
la pinchaba y no sentía nada. O no podía moverlo. Entonces decía: ¡Qué horror, esta mujer tiene deteriorado
una zona del cerebro que corresponde a las inervaciones…” ¡No, nada que ver! Ella hasta acá estaba enferma,
y de acá para arriba estaba sana. Entonces los médicos decían: “No venga acá a mentirme”, “Si usted tiene
estos síntomas yo tengo que seguir las vías nerviosas y tiene que estar todo deteriorado. Desde el centro a
periferia”. Entonces las echaban del consultorio, como grandes simuladoras, mentirosas, que querían estar

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enfermas… Y entonces esto era un sector potencial de pacientes para Freud, que quería agilizar su consultorio
privado.

Freud las empezó a tomar, a recomendarle baños, masajes… Todas las cosas que se
recomendaban en ese momento. Cuando descubre que la hipnosis puede ser una vía para encontrar la fuente
de los síntomas y hacerlos desaparecer, él viaja a París a entrenarse con Charcot, en el prestigioso hospital
parisino de la Salpêtrière.

Charcot era un psiquiatra muy prestigioso en esa época. A Freud le interesó porque era el único
psiquiatra que hablaba de causas psicológicas en la histeria. O sea, los médicos psiquiatras de la época de Freud
buscaban siempre causas biológicas. Buscaban causas orgánicas, cerebrales, de la médula, de las
terminaciones nerviosas, de las células, de la materia gris, o sea, alguna razón orgánica. Y no la encontraban.

Charcot hacía grandes shows, a sala llena, donde hacía traer a una paciente internada en la
Salpêtrière, la hipnotizaba, le ordenaba que desarrollara síntomas histéricos, y la despertaba. Y la paciente tenía
esos síntomas. Se despertaba con esos síntomas. Con lo cual Charcot probaba muy espectacularmente las
raíces psíquicas e inconscientes de los síntomas histéricos. Después por supuesto la hipnotizaba de vuelta, se
los hacía desaparecer, o le decía: “cuando yo haga un chasquido con los dedos a usted se le va a pasar todo y
no se va acordar de nada”; y efectivamente desaparecían los síntomas y había olvidado todo.

Entonces Freud vuelve muy entusiasmado con estos descubrimientos… Tal es así que traduce del
francés al alemán los libros de Charcot. Pero los médicos psiquiatras austriacos no querían saber nada. Inclusive
descubrió Freud un paciente hombre histérico; porque “Histeria” viene de “Hísteros”, que es “útero”, en griego.
Desde la época de los griegos se hablaba de histeria, inclusive el origen de la palabra viene de “Útero” (histeros);
con lo cual era una enfermedad de mujeres. Freud descubre un paciente varón histérico. Fue peor. Todo lo que
Freud iba descubriendo aumentaba la resistencia del medio académico, de colegas que cada vez lo iban
arrinconando más. El colmo de los colmos fue cuando Freud empieza a plantear que la raíz de los síntomas
tenía un origen sexual, y ligado a la infancia. Imagínense: niños –angelitos- con sexualidad. Sí, se derrumbó
todo. Era demasiado escandaloso. Era casi como un médico perverso. Si se interesaba por esas cosas, vaya a
saber lo que hacía en los consultorios con las pacientes, con las pobres pacientes. O sea que el desprestigio era
en lo académico, pero su consultorio estaba lleno, porque en tratamientos muy breves sanaba a las mujeres. Los
tratamientos en esa época duraban 3 meses – 6 meses. El impacto de estas conexiones de los síntomas con la
propia historia, con la propia vida lograba curas sorprendentes.

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Si esto fue así ¿por qué ahora los tratamientos son tan largos? porque uno tiene las resistencias y
toda su capacidad de razonamiento imbuido de psicoanálisis. Con lo cual si el psicoanalista dice: “Bueno, esto
tiene que ver con tu pasado” “Ah, chocolate por la noticia”, “Y esto tiene que ver con algún recuerdo infantil…”
“Y… Obvio” … O sea, hay una reflexividad que es típico de las ciencias sociales en general.

Anthony Giddens, es un sociólogo inglés que habla de la capacidad de reflexividad de la sociedad.


Es un fenómeno que acontece en el terreno de las ciencias sociales. Los investigadores de estas ciencias
desarrollan conceptos y conocimientos acerca de la sociedad. Cuando estos profesionales enuncian y publican
sus conclusiones, estos planteos vuelven a la sociedad modificándola. O sea, cuando se produce un
descubrimiento de la medicina la bacteria no cambia. Lo que cambia son las técnicas, el conocimiento, para
combatir esa bacteria. Pero la población no accede a ese conocimiento, sigue dependiendo del médico. En
cambio, lo que la sociedad descubre o conoce acerca de si misma la modifica de inmediato. O sea, cualquier
descubrimiento sociológico vuelve a la sociedad, la sociedad lo absorbe y cambia… El descubrimiento de la
globalización… ¿Quién no habla de globalización ahora? Todo el mundo. O sea, pasa de ser un concepto
especifico propio de un pensamiento especializado a formar parte de la vida cotidiana. Ahora hablar de
globalización es como descubrir el agua tibia. Ya no produce ninguna novedad.

Entonces en ese momento todos los descubrimientos freudianos eran muy impactantes. Y por lo tanto la
incidencia era mucho más rápida. Freud comienza a hipnotizar a sus pacientes, empieza a seguir el método de
Breuer, incluso escribe un primer libro con Breuer. “Estudios sobre la Histeria” en 1895. En el mismo año
escribe también un texto del cual vamos a tomar algunos conceptos: “Proyecto de una Psicología para
Neurólogos”. Esta obra se publicó después que murió Freud. Él nunca quiso publicar este primerísimo artículo
que él escribe con sus primeras teorías, que están ahí cabalgando entre lo psicológico y lo neurológico. Pero
que tiene algunas cosas que para nosotros son importantes.

Freud empieza a sentirse como incómodo con la técnica de la hipnosis. Parece que no era un buen
hipnotizador, y además tenía un cierto prurito en incidir cuando la paciente estaba inconsciente. Creía que era
desarrollar un poder sobre el paciente y generar una dependencia con el médico que a él lo incomodaba. No le
satisfacía. De la hipnosis pasa a técnicas de sugestión. Entonces venía la paciente le apoyaba la mano en la
frente y le decía: “Bueno, usted tiene tal síntoma”, “Cuando yo le apoye la mano en su frente usted va a tener
recuerdos, ocurrencias, que yo le voy a pedir que me las cuente. Que no las censure, que no las reprima…” O
sea, técnica de sugestión para obtener lo mismo que obtenía bajo hipnosis. La cuestión es que aparentemente
una paciente cuando Freud la estaba interrogando y estaba buscando sus asociaciones y demás, se enoja y le
dice: “Pero Dr., déjeme hablar, usted no me deja hablar. Está todo el tiempo preguntándome, insistiéndome en
que yo recuerde, en que yo esto, que yo aquello. Déjeme hablar, por favor”. Freud decide hacerle caso, y la
deja hablar. Y descubre que es un poco más complejo, pero que, a partir de las ocurrencias, de los relatos y de
los recuerdos que van fluyendo, es posible llegar al deseo inconsciente que está determinando el síntoma. En
ese momento él hablaba de recuerdos híper intensos. Recuerdos de experiencias de su pasado, que seguían
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teniendo una gran carga afectiva. Era la época donde la técnica catártica era central. Se hizo una famosa película:
“Cuénteme su vida”, que tenía que ver con este Freud de la época catártica. Entonces las pacientes estaban
reprimidas y Freud tenía que llevarlas a que tuvieran grandes manifestaciones de descarga, y eso era lo que las
sanaba, las aliviaba y las liberaba.

Por eso se suele decir que el psicoanálisis tiene una deuda con las mujeres, ya que fueron las
mujeres las que le enseñaron a Freud el psicoanálisis. Cuando veamos el concepto de discurso, vamos a ver el
discurso de la histérica, donde ésta demanda a Freud que produzca un saber que les diera respuesta a su
sufrimiento. Esta demanda de sus histéricas fue un motor para que Freud pensara cómo resolver esas
problemáticas.

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