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EXPERIENCIAS DE UN PADRE

SOBREVIVIENDO A LA
ADOLESCENCIA

T al vez el título resulte provocador, pero no por


ello es menos cierto. Un famoso proverbio italiano
me da la razón: “Niños pequeños, dolor de cabeza;
niños grandes, ataque al corazón”.
Por una parte, miramos atrás y añoramos “aquellos
días azules y ese sol de la infancia”; por otra parte,
mirando hacia delante no vislumbramos una meta,
un término a este tiempo de zozobra.
Convivir con un adolescente es difícil, con dos re- La Providencia ha dispuesto que la adolescencia
sulta heroico y hacerlo con tres termina por convertir- no comience el primer o segundo año de vida. Afor-
se en un ejercicio diario de supervivencia. tunadamente, se nos conceden doce años para que
Si consideramos que la adolescencia se inicia a los crezca y se desarrolle el amor por nuestros hijos antes
doce años y termina a los dieciocho, eso significa que de que sean adolescentes. De esta forma, llegado el
cuatro de mis hijas se encuentran en estos momentos momento de la prueba nuestro amor por ellos rebosa
pasando por esta compleja etapa de su vida. Y signifi- de tal manera que nos capacita para aceptar su arro-
ca igualmente que, según la premisa que exponía de gancia, sus desaires y sus engaños.
inicio, yo tendría que estar muerto en vez de estar es- El adolescente es como un potro desbocado o
cribiendo para Hacer Familia. Por eso, para sobrevivir como una cuadriga romana que circula arrastrada
al día de hoy, he pensado que sería un buen desaho- por un conductor incapaz de controlar los arranques
go plasmar mis emociones en estas líneas. de sus caballos. Por eso, ellos son las primeras vícti-
Imagino que muchos lectores encontrarán consue- mas de sí mismos. Como ocurre con los caballos, go-
lo cuando lean estas reflexiones y pensarán aliviados: zan de brío y fortaleza, pero si esa energía no es bien
“Si yo que solo tengo un adolescente en casa estoy al conducida experimentan la desesperación de saberse
borde del ataque, este pobre hombre con cinco mo- arrastrados e incapaces de conducir su propia vida.
zas bajo el mismo techo tiene que estar para enterrar Nosotros sufrimos, pero ellos también, nosotros
en breve. ¡Como pa quejarme!” nos angustiamos, pero ellos se desesperan. El adoles-
Ciertamente, es una dura prueba para los padres cente es sometido en cuerpo y alma a una especie de
la llegada de la adolescencia de su hijo. El que hasta Big Bang que anula el tiempo y el espacio fusionando
hace poco tiempo era un niño cariñoso, sonriente, es- su pasado infantil y su futuro de adulto en un presen-
pontaneo e inquieto se ha convertido de repente en te que no entiende, en un cuerpo que no conoce y en
una criatura agria, melancólica, hermética y ausente. una mente que le resulta indescifrable.

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salen bienes y siempre será posible extraer miel de las
EL ADOLESCENTE ES SOMETIDO EN CUERPO Y espinas.
Nunca tendremos mayor ocasión para volcar nues-
ALMA A UNA ESPECIE DE BIG BANG. tro tiempo en quien nos necesita, aunque parezca
que nos excluye; para apartar nuestra soberbia frente
a quienes tal vez nos humillen sin pretenderlo; para
No los entendemos, pero ellos tampoco se entien- crecer en nuestra vida moral resistiendo a las tenta-
den a sí mismos: parecen confiados, pero esconden ciones y poniendo a prueba nuestras fuerzas.
todo tipo de temores y de miedo a fracasar; pasan en No olvidemos que la vida es milicia y que la crianza
segundos de la euforia a la desesperación o del ex- de los hijos también es un combate. Y sobre todo una
ceso de confianza al autodesprecio máximo; son tan lucha contra la desesperanza, contra ese “no pue-
maduros físicamente como irresponsables psicológi- do”, contra el temor a la propia incapacidad. Esta es
camente; son tan rápidos para reclamar nuestra aten- la gran prueba: nuestra resistencia. Santo Tomás de
ción como ciegos para reconocer su egoísmo infinito. Aquino decía que es más difícil resistir que atacar.
Y, sin embargo, no podemos dejar de quererlos. O ¡Subamos al ring! Y empecemos el combate, sa-
dicho todavía mejor: todavía les queremos más. biendo que es mejor boxeador el que encaja los gol-
Así pues, partiendo de que el sufrimiento de pa- pes que el que los da.
dres e hijos es compartido, sin embargo, no debe-
mos situarnos en asientos paralelos. Existe mucha Raúl GAVÍN
distancia entre un joven de catorce años y sus padres. Estas son mis experiencias,
El muchacho solo visiona el momento presente y la de un padre como otros muchos padres.
circunstancia concreta que le atenaza. Sin embargo,
nosotros podemos aplicar la oportuna perspectiva a Cuéntame también tus experiencias,
la hora de analizar sus comportamientos y tensiones. tus inquietudes, tus dudas en esta tarea
Apliquemos nuestro entendimiento y nuestra vo- que tenemos por delante y así podremos,
luntad a tamaña misión. Como ocurre en tantas si- a través de estas páginas, hablar de ellas.
tuaciones de nuestra vida, sabemos que de los males Escríbeme a gavinraul@gmail.com

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