Está en la página 1de 4

Síntoma y creación

27/10/2004- Por Silvia Bonzini -

¿Cómo actúa el síntoma? Impidiendo el trabajo. Poniéndose “en cruz ante la carreta”.
Atravesándose al funcionamiento del Discurso del Amo. A ese lugar del amo será llamado el
analista en razón del síntoma aunque el sostenga su lugar de una manera nueva. ¿Cuál es esa
manera? Como semblante de objeto. El síntoma entonces se cruza al Discurso del Amo. El S
llega con su síntoma a cuestas al analista. Estamos ya en el consultorio. Habremos entonces
de “observar el relieve del relato de lo que no marcha ya que ese es el hablanteser mismo del
síntoma”

-Introducción:

Desde sus primero textos Freud ubicó el síntoma con relación a la repetición. Los elementos

reprimidos –indestructibles para él- habrán de reaparecer de un modo u otro. Uno de esos

modos será el síntoma.

Lacan concibe al síntoma de dos maneras. Desde su primera axiomática lo entiende como

mensaje. Desde la segunda, como un modo de gozar.

Tratándose de un mensaje el síntoma implicará al Otro. No lo hará, en cambio, si lo

pensamos como una manera de gozar.

¿Cómo actúa el síntoma? Impidiendo el trabajo. Poniéndose “en cruz ante la

carreta” [1]
Atravesándose al funcionamiento del Discurso del Amo. A ese lugar del amo será

llamado el analista en razón del síntoma aunque el sostenga su lugar de una manera nueva.

¿Cuál es esa manera? Como semblante de objeto.

El síntoma entonces se cruza al Discurso del Amo. El S llega con su síntoma a cuestas al

analista. Estamos ya en el consultorio. Habremos entonces de “observar el relieve del relato

de lo que no marcha ya que ese es el hablanteser mismo del síntoma” [2]

En el relato mismo del malestar es posible ubicar por un lado lo paradojal del síntoma (el

dolor sí, pero también la satisfacción) y por otro los dos niveles del síntoma: su aspecto

significante y su aspecto de goce. Significante que envuelve goce; el análisis operará

entonces sobre la “envoltura formal del síntoma”.

Este concepto, el de “envoltura formal”, es propuesto por Lacan en “De Nuestros

Antecedentes” y nos conduce a entender el síntoma en tanto goce:… “la fidelidad a la

envoltura formal del síntoma” -dice- (…) “nos llevó a ese límite en que se invierte en

efectos de creación”[3]. O sea que aquí Lacan fija un rumbo para la cura analítica, rumbo

signado por el síntoma y donde llegado a un límite en el mecanismo significante algo se

invertirá ya que “el creador toma a su cargo el querer decir del síntoma” [4]

Llegamos así al tema que nos interesa que es la articulación entre síntoma y creación, aquí

en uno de sus posibles entrecruzamientos.


-Síntoma y Creación

Introdujimos en el punto anterior el concepto de síntoma. Diremos ahora qué es crear. Del

diccionario crear es “producir algo de la nada”. Para Lacan su esencia, la esencia de la

creación, es crear a partir de significantes: nombrar para que la cosa sea[5] (¿Acaso Freud no

lo había aprendido así de sus histéricas?)

Esta forma de entender la creación sostiene la concepción lacaniana del inconsciente, resulta

fundamental en el devenir mismo de un análisis y se opone a la concepción aristotélica que

impulsa la idea de que si hay algo es porque estuvo allí desde siempre.

Si pensamos en la articulación entre síntoma y creación ubicamos dos momentos posibles:

en primer lugar cuando ante el “no hay relación sexual” el sujeto pone (arma) su síntoma y

que podemos situar en los albores de la constitución del sujeto. Y en segundo lugar aquel al

que arribamos en el punto anterior a partir de lo que postula Lacan en “De Nuestro

Antecedentes” (“la fidelidad a la envoltura formal del síntoma nos llevó a ese límite en que

se invierte en efectos de creación”) y que nos remite a un fin de análisis.

La primera articulación es propia de la especie de los seres humanos. La segunda

¿comprende sólo a aquellos que se analicen?

Respecto del primer momento podemos decir lo siguiente: la regla universal de la especie

de los seres humanos es la ausencia de una regla. Es un universal negativo. Es la ausencia

de una programación sexual. El sujeto tendrá que dar a esa ausencia su propia ley. ¿Cómo la

da? Con su síntoma.

En “Instancia de la Letra en el Inconsciente”, Lacan nos da elementos para pensar este

mecanismo. El mecanismo de la metáfora –dice- es el mismo que determina el síntoma en el

sentido analítico. Si la fórmula de la metáfora es “una palabra por otra” y la “chispa

creadora” brotará entre dos significantes, la chispa que determine al síntoma analítico será

aquella que brote “entre el significante enigmático del trauma sexual y el término al que

viene a sustituirse en una cadena significante actual” [6]

El síntoma será la contrapartida necesaria al “no hay relación sexual” y se constituirá en la

regla propia de un sujeto según la cual se distribuirá su libido.

Vayamos ahora a la segunda articulación entre síntoma y creación que ubicábamos –dijimos-

en un fin de análisis.

A los efectos de poder precisar esta idea pensaremos el transcurrir de un análisis desde la

perspectiva del desarrollo lógico que hace un sujeto con su síntoma.

En primer lugar está el síntoma que lleva a un sujeto a análisis del cual hablamos en la

introducción y que está representado por un S1 que no hace cadena.

En segundo lugar el síntoma que se convierte en analítico al dirigirse a un S2 volviéndose

interpretable.
Y en tercer lugar el síntoma que al llegar a este punto abandona el campo del significante

para entrar en el terreno de la letra. Allí planteamos esta segunda articulación entre síntoma

y creación.

El síntoma tiene –dijimos- una forma, una envoltura formal, una envoltura significante que

envuelve goce (materia gozante). La cura analítica trata del desenvolvimiento del síntoma

por un agotamiento de las formas posibles de permutación de los significantes que

envuelven el enigma (goce). O sea: se trata de llevar el síntoma al límite allí donde se

vuelva “agudeza que es cálculo” [7]

El goce todo no puede pasar al inconsciente. Hay un límite. Límite que es para Lacan aquello

que queda y que llama objeto a (real en tanto imposible de decir)

También Freud encontró su límite y lo llamó “roca viva” refiriéndose a la castración y

expresando con esta metáfora tal vez no sólo lo irresoluble de este punto sino también algo

más.

Pero la diferencia entre un límite y el otro es que aquel que encontró Lacan es un límite

“invertible” ¿De qué se trata esta inversión? J. A. Miller nos da elementos para pensarla:

él la entiende como una “contramarcha”, una “vuelta al inicio”, dirá, al “punto clave de la

lógica del fantasma” [8]

Al fin de análisis se lo puede pensar “como límite en que el cruce del fantasma disocia lo

formal de lo imposible que envuelve y permite el acto como paso al límite, creación de la

letra, agudeza o cálculo a partir del vaciamiento de la envoltura, cálculo de la función de

fijación de goce del síntoma…”[9]. Aquí al fantasma hay que pensarlo no desde la perspectiva

de la respuesta del sujeto frente al deseo del Otro (A) sino desde la perspectiva del goce que

lo habita.

Al final del análisis el síntoma –entonces- es reducido a la letra, residuo de la


operación analítica. La letra, ligada al sinsentido, fija lo que está fuera de la articulación

significante del síntoma. Se abrirá así la vía para que lo formal se disocie del goce, “juegue

su partida por su lado y se apreste a gozar” [10]

Llegar a este punto tiene sus implicancias. Una de ellas es que la creencia que el Otro goza

de su síntoma, cae: “la operación transferencia retorna el punto inicial como sublimación por

la eliminación del sujeto supuesto saber” [11]

Punto clave para pensar esta segunda articulación entre síntoma y creación. Porque si el

sentido ya no es dado por el Otro, el creador (nos referimos al sujeto situado en un cuerpo),

inventa. ¿Qué inventa? Un saber hacer con su síntoma. Inventa a su síntoma un sentido

propio que no viene del Otro. Y esta es exactamente la definición que da J. A. Miller de

creador: “ser creador es producir formas que no están ya en el Otro” [12]

Entonces no sólo la castración es condición de la creación sino también el enfrentarse a la

falta en el Otro.
A este momento lo podemos pensar como de pasaje. Pasaje donde aquel “querer decir” del

síntoma aludido en la introducción se convertirá en saber hacer. Y donde el no “saber hacer

con” el saber, propio del neurótico, encontrará una salida en un “saber hacer allí”.

“Saber hacer con”, sabe hacer el síntoma: el síntoma, repitiendo, sabe hacer. “Saber hacer

allí” es de otro orden. Implica algo nuevo. Implica al sujeto convertirse en protagonista de

su síntoma. Implica la posibilidad de transformar su goce en estilo.

También podría gustarte