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Contenido
1. La familia funcional o disfuncional en la educación
2. Estilos educativos a partir de los limites, la comunicación y los objetivos
2.1. Elementos de la dinámica educativa familiar para considerarla funcional o disfuncional
2.1.1. Saber gestionar los límites educativos
2.1.2. Comunicación en el hogar
2.1.3. Establecer objetivos en la educación de los hijos
3. Estilos educativos funcionales y disfuncionales
OBJETIVO
El objetivo de este tema es presentar las dinámicas que mejor ayudan al desarrollo pleno de los niños y jóvenes en el
ámbito familiar y por las cuales la familia se considera funcional
Se cuenta con evidencias suficientes para sostener que la función educativa de la familia es fundamental para el
desarrollo del ser humano y el desarrollo sostenible de la sociedad, pues la institución familiar expresa y significa lo
humano con más plenitud que cada persona (Alvira Domínguez, 1998).
Desde el punto de vista educativo, la familia funcional es aquella que cumple su función educativa con efectividad,
ayudando a crecer a sus miembros, en particular a los hijos, hacia el pleno desarrollo de su personalidad y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, como queda recogido en la
Declaración de Derechos Humanos, en su artículo 26.2.
Las investigaciones han identificado una serie condiciones dinámicas que se identifican con una familia que funciona
educativamente bien.
Entre las condiciones, lo esencial es el amor incondicional a los hijos expresado en forma de aceptación, aprecio,
sentido de pertenencia, confianza, oportunidad de hacer por sí mismos y posibilidad de contribuir como marco que
se alcanza con una gestión saludable y efectiva de los limites, la comunicación y los objetivos (Larzelere, Morris y
Harris, 2013; Elías, Tobías y Friedlander, 2000).
Estas condiciones, que en sí son intangibles, deben estar apoyadas en manifestaciones tangibles y experimentables y
en unas condiciones materiales básicas que permitan el desarrollo de cada uno de los miembros de la familia.
En el cuadro 1 sintetizamos los elementos de la dinámica educativa familiar para considerarla funcional o
disfuncional (Kaslow, 1996; Schlosberg y Kagan, 1988).
FAMILIA, SOCIEDAD Y EDUCACIÓN
Los limites, la comunicación y los objetivos son tres elementos esenciales de la interacción educativa (Larzelere,
Morris y Harrist, 2013; Elías, Tobías y Friedlander, 2000). Estos tres elementos deben estar bien armonizados para
educar con efectividad. Las decisiones o actitudes que se tomen con respecto a uno de estos elementos repercutirán
directamente en los otros dos elementos. Por ejemplo, si unos padres deciden mantener unos objetivos por encima
de las posibilidades de los hijos, la comunicación se tensa y los límites se estrechan. Si se abren los límites, los
objetivos se suavizan y la comunicación se relaja, y así habrá tantas posibles combinaciones como situaciones
educativas se establezcan.
Las familias funcionales se caracterizan por el establecimiento de rutinas efectivas y unas reglas básicas de
funcionamiento: horas de levantarse y acostarse, hábitos de alimentación, rutinas en torno a las comidas, tiempos y
espacios para estudiar, gestión de las pantallas, hábitos de orden y limpieza de la casa, tiempos de convivencia
familiar, hábitos de higiene y respeto ... Si esto no lo han vivido desde pequeños, será más difícil incorporarlo en la
adolescencia, pero siempre se podrá convertir la situación en una oportunidad para crecer si se cae en la cuenta, se
FAMILIA, SOCIEDAD Y EDUCACIÓN
aceptan las cosas como son y se emprende un plan de pequeños pasos posibles, implicando a toda la familia en la
medida de lo posible.
En relación con las reglas, puede ser incluso interesante que se establezcan por escrito como manera de
comprometer a toda la familia en su cumplimiento y evitar que, por presiones afectivas o tendencias pasadas, los
padres cedan en su cumplimiento y se vuelva a pasadas formas disfuncionales de convivir. Cuando las reglas están
escritas, es más sencillo mantenerse firmes o rectificar cuando se cede, pues no es lo que decide el padre en cada
momento, sino que son las normas quienes tienen el rasgo punitivo; dejando a los padres el papel de acompañar a
sus hijos en positivo para vivirlas juntos. En las normas de casa se suele especificar lo que se debe hacer en la vida
del hogar y lo que no. Para establecer reglas efectivas, se deben tener presentes las condiciones ambientales que se
desean crear, antes descritas. En este sentido, las reglas deben ser positivas y observables. También es mejor tener
pocas reglas, claras y generales, que cubran muchas cuestiones específicas, en lugar de una lista extensa con todo lo
que se debe hacer y todo lo que no. Cada familia tendría que pararse y pensar qué familia querernos ser y cómo lo
vamos a lograr.
La diferencia entre la primera forma de empatía y la segunda es que la una enmarca la ayuda con tendencia a la
objetividad, mientras que la otra tiende a filtrar la realidad con unas lentes de subjetividad. La primera aporta a los
padres una nueva visión de la realidad: además de contar con la propia perspectiva, se tiene en cuenta la perspectiva
del hijo. Estas dos formas de ver la misma realidad favorecen una comprensión intersubjetiva de la realidad que los
aproxima a lo que las cosas son y cómo son vividas por cada cual (Stein, 2008). Sin embargo. La mera resonancia
emocional de vivenciar como vivencia el otro agudiza y multiplica las malas sensaciones: Se podrí decir que se entra
en una espiral de agobios que solo se rompe con perfeccionismos, agresividad, evasión en lugar de esfuerzo sereno y
esperanzado por adquirir competencias.
La empatía es personal e intransferible y se aprende a fuerza de querer empatizar, abrirse, permanecer receptivos,
tratar de comprender y tratar de comprenderse…
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Desde esta interpretación profunda de la empatía se trasluce que la clave de la comunicación educativa no está en
una serie de habilidades, sino en la persona que educa. Ningún catálogo de técnicas o recursos eficaces para educar
vale tanto como la inteligente administración de las posibilidades de la propia personalidad.
Junto a la forma de ser de cada madre o padre, se encuentra la forma de hacer y de decir: la palabra, Se debe saber
preguntar, saber responder y saber escuchar. La pregunta es un arma decisiva, pero también es peligrosa, por
cuanto supone un instrumento para dirigir las conversaciones. En el cuadro 3.4 se describen las diferentes formas la
comunicación familiar.
Desde el punto de vista educativo, con objetivos no nos referimos a metas, sino a cada paso que nos hace avanzar hacia
esas metas, lo que llamamos: microdesafíos Una meta es un resultado o un logro que un estudiante lucha por alcanzar.
Las metas motivan a las personas a actuar para reducir la discrepancia entre “dónde están” y “dónde quieren estar”, pero
no siempre se pueden alcanzar de una vez, sino que, por lo general, se hace imprescindible avanzar mediante pequeños
pasos posibles.
Por ejemplo, las expectativas de los padres es que su hijo sea una persona ordenada y le plantean la meta de mantener su
cuarto ordenado, pero así visto, puede no servir como microdesafío; en particular si el hijo tiene una especial dificultad
con el orden. El desglose de esta meta en microdesafios podría ser: recoger los juguetes, poner la ropa en su sitio al
cambiarse, guardar lo que ya no está utilizando en el estudio para para despejar la mesa, apagar la luz al salir y todos los
indicadores observables y medibles que se consideren. Una vez desglosado en microdesafíos, se debe trazar un plan,
estableciendo prioridades y periodos de tiempos en los que se va a acometer cada microdesafío, pues cuando todo es
objetivo, nada es objetivo.
Las familias con disfuncionalidad educativa se caracterizan por no proponer objetivos de crecimiento a los hijos, sino en
todo caso, solo se plantean cuando surge un problema, o la forma de plantearlos es inadecuada. La forma adecuada
puede ser de muchos modos, pero todos se caracterizan por que logran la motivación del hijo: si los objetivos se plantean
en positivo, el hijo los asume como propios y se plantean dentro de su “zona de desarrollo próximo" (Vygotsky, 1978),
espacio en el que el hijo puede dominar una tarea si recibe la ayuda y el apoyo adecuados. En el cuadro 3.5 se pueden ver
los diferentes tipos de objetivos que se pueden dar en la educación familiar.
Si contrastamos reconocidos estudios sobre estilos de crianza, observamos que aquellas familias que tienen límites
amplios, comunicación asertiva, y objetivos fluidos cuentan con mayores probabilidades de tener éxito en la escuela, de
sentirse felices con ellos mismos y de relacionarse bien con los demás. Los adolescentes que describen su experiencia
educativa familiar con límites amplios, comunicación asertiva y objetivos fluidos, con padres con autoridad, exigentes,
pero a la vez sensibles, reflexivos y dialogantes, se encuentran entre los que presentan un mejores competencias con
valores y emociones positivas, presentan un mejor nivel de autoeficacia, son más sanos mental y físicamente, se deprimen
menos y se sienten más motivados para el logro (Seligman, 2012) y suelen verse menos influidos por la presión de los
pares para consumir drogas o alcohol, especialmente cuando sus amigos también tienen padres con este estilo (Woolfolk,
2010).
A estos padres con límites amplios, comunicación asertiva y objetivos fluidos se les puede considerar sencillamente padres
con autoridad (o autoritativos): establecen límites claros, exigen el cumplimiento de las reglas, establecen rutinas positivas
dentro del hogar y esperan que sus hijos se comporten con tendencia a la madurez, sin tolerar reacciones impropias de la
edad. A la vez, son tiernos con sus hijos; escuchan sus inquietudes, les interesan sus intereses, explican las razones de las
reglas y permiten una toma de decisiones más democrática. Evitan los castigos, procurando que más que castigos sean las
consecuencias de sus actos quienes les hagan aprender que pasan cosas y a la vez los acompañan en la superación
personal. Estos padres se caracterizan por la paciencia, la perseverancia y saben crear un entorno de calma que ayuda a
tomar decisiones reflexivas y ayudan a los hijos a pensar de forma crítica y creativa (Elias, Tobias y Friedlander, 2000).
Si los padres con autoridad representan la funcionalidad educativa de la familia la disfuncionalidad se genera por el exceso
de autoridad (autoritarismo) o la insuficiente autoridad (permisivismo).
Los padres autoritarios en su manifestación más nítida, mantienen límites estrechos, comunicación agresiva y objetivos
gaseosos. Esperan que sus hijos sean maduros y fácilmente se sienten frustrados por su falta de madurez. No dan
explicaciones de sus razones, ni tampoco hacen por escuchar ni comprender las razones de sus hijos. No tienen muy en
cuenta los sentimientos de sus hijos y los castigos suelen ser contundentes, pero a la vez, esa contundencia, lleva a que los
hijos eviten los motivos que les puede llevar a ser castigados, por lo que estos padres autoritarios, no suelen abusar de los
castigos. Los padres aman a sus hijos, pero no demuestran su afecto de manera abierta.
Los padres permisivos en su máxima expresión hacen una gestión de los límites de una forma autoaplicada. En algunos
casos puede ser una estrategia intencional delos padres; cuando esto es así, la comunicación se presenta de forma más
asertiva, pero de forma habitual, esta tendencia a suavizar los límites es consecuencia de una comunicación pasiva con la
que esperan sentirse bien con sus hijos y que estos se sientan bien. Sin embargo, las consecuencias es que estos padres
suelen sentirse insatisfechos por el progreso de sus hijos y los hijos se hacen cada vez más intolerantes a la frustración,
por lo que terminan disgustándose por cualquier minucia. Estos padres no exigen más a sus hijos por una
pseudocomprensión de sus hijos, de los que no esperan un comportamiento maduro porque "solo son niños" (Woolfolk,
2010). En ocasiones, amenazan mucho, pero sin consecuencias. Incluso castigan con frecuencia, pero la falta de
contundencia lleva a que estas medidas resulten ineficaces.
Más allá de la disfuncionalidad, encontramos familias cuyos padres rechazan a sus hijos, se muestran negligentes o
indiferentes. No tienen interés por controlar a sus hijos, ni por comunicarse con ellos, ni porque aprendan algo de
provecho, En el caso de que exista una relación, esta puede ser de abuso y maltrato También existen casos en que la
familia puede verse en riesgo de exclusión social y la propia situación personal de los padres lleva a la total desatención de
los hijos.
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Reflexiones finales
Si bien se viene entendiendo que el ámbito educativo de la familia es el informal, su participación en el formal y no formal
también debe ser considerada dentro de esta lógica de la comunión de aprendizajes, aunque siempre con orden para
evitar intromisiones. Los padres tienen derecho preferente a escoger el tipo de educación para sus hijos, pero al delegar
en un centro educativo deben respetar la gestión que realizan los profesionales del centro. Esto no es sencillo de
conseguir y se crean ciertas tensiones sociopolíticas en la participación de los padres. En cualquier caso, más allá de la
dimensión sociopolítica, debe darse un trabajo en equipo familia-escuela para realizar la función educativa con mayor
eficacia. La familia es la institución educativa primordial y existen una serie de condiciones y dinámicas que favorecen esta
función. Entre esas condiciones están la aceptación, el aprecio, la pertenencia, la confianza, J a competencia y la
contribución. Los elementos dinámicos que los padres deben gestionar para educar son los límites, la comunicación y los
objetivos, y para lograr una funcionalidad educativa deben procurar ser padres con autoridad, con límites amplios,
comunicación asertiva y objetivos líquidos.