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Resumen
Diego leal
Por tanto, hay que decir que los primeros cristianos ya tenían una cristología, la cual no
descuidaba la presencia de Dios, sino que se les manifestaba en cristo.
2. ¿Dónde está el problema cristológico del nuevo testamento?
Siendo la cristología la ciencia que tiene por estudio a cristo, la pregunta problema
que se denota desde los primeros cristianos es por la identidad de Cristo. “casi todas las
discusiones cristológicas posteriores están relacionadas con la persona y naturalezas de
Cristo: tratan, por un lado, de la relación de Cristo con Dios y, por otro, de la relación entre
sus naturalezas divina y humana.”2 El nuevo testamento acoge esta pregunta pero su
respuesta solo corresponde a la función de Cristo, por ésta razón, los primeros cristianos
deben buscar en las fuentes judías sobre lo que se esperaba del Mesías para ver qué cosas
Cristo cumplía de estas promesas.
3. Método a Seguir.
1
(Cullmann 1998) P. 55.
2
(Cullmann 1998) p. 55.
En la búsqueda de una visión conjunta de Cristo, es necesario recurrir al Jesús
histórico por ello, hay que involucrar las concepciones judías y helenísticas que
posiblemente sirvieron de atributo para cristo. Pero principalmente, hay que ir al Nuevo
Testamento, reconociendo a éste como una fuente importante para el conocimiento de
Jesús. “(…), a fin de llegar hasta la conciencia que Jesús tenía de sí mismo, tendremos que
emplear el método de la historia de las formas, para determinar así el valor de la tradición
evangélica.”3 De ésta manera, se tendrá un acercamiento de la identidad de Jesús, tanto la
que tenían los agentes externos a Él, como la de Él mismo.
Ciertamente, no existe un solo concepto para definir a Cristo en el Nuevo
Testamento, seguramente si se elegía uno, se podría estar reduciendo la amplitud de la
identidad de Cristo. Éstos son algunos de los atributos que se le otorgan a Jesús:
“Enumeramos las más importantes: Profeta, Sumo sacerdote, Mediador, Siervo de Dios,
Cordero de Dios, Mesías, Hijo de David, Hijo de hombre, Juez, Santo de Dios, Señor (=
Kyrios), Salvador, Rey, Logos, Hijo de Dios, Dios.”4 Todos éstos conceptos, además de
poseer un significado propio, corresponde a una función que los primeros cristianos
reconocieron en Él.
Así, es necesario tener en cuenta para éste estudio, que los conceptos que se le
atribuyen a cristo, han tenido una evolución significativa y que en el momento en que
fueron utilizados por los primeros cristianos, no tenían la misma concepción que en la
actualidad.
“Por otra parte, en la conciencia de los primeros cristianos, que solían aplicar a Jesús varios
de esos títulos al mismo tiempo, ha debido producirse un proceso de asimilación y
vinculación. Debemos recordar que el cristianismo primitivo no ha establecido entre esos
títulos la distinción estricta que nosotros, fenomenológicamente, trazamos entre ellos: esos
títulos se influenciaban recíprocamente y constatamos a menudo que ellos tienen incluso
orígenes comunes.”5
En éste sentido, para tener una mirada profunda del cristo del nuevo testamento, parece
oportuno distribuir éstos conceptos conforme a su funcionalidad.
En conclusión, la concepción de cristo de los primeros cristianos, muestra una
centralidad en la fe cristiana. Pues para ellos, Él es el que ha mediado la creación y el que
ha sido enviado por Dios. Sus muchos conceptos que se le atribuyen están dispuestos para
responder por la identidad de Cristo, identidad que no se puede agotar en un solo termino,
sino que necesariamente se deben apropiar diversidad de términos.
Bibliografía
Cullmann, Oscar. «El problema cristológico en el cristianismo primitivo.» En Cristología del Nuevo
Testamento., de Oscar Cullmann, 53-62. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998.
3
(Cullmann 1998) P.59.
4
(Cullmann 1998) P. 60.
5
(Cullmann 1998) P. 61.
Introducción a la Cristología del Nuevo Testamento.
Resumen
Diego Leal
27 de septiembre de 2023
Breve historia del desarrollo de la esperanza mesiánica regia en Israel.
Mesías y mesías son dos palabras iguales pero que significan una realidad diferente.
Desde antes del exilio, la mesianeidad ya era un tema en el pueblo y básicamente hacía
referencia al rey al cual rendían tributo. Con el rey David, se da una mirada más
desarrollada del mesías, el cual significa la protección del pueblo. Así, el mesías era aquel
descendiente de David que cuidaba la dinastía y prometía velar por los intereses del pueblo.
En el Nuevo testamento esta mirada cambia y deja de ser mesías para convertirse en
Mesías, cuya potestad está en el hijo de Dios que viene a redimir a su pueblo y a librarle de
la opresión. De ésta manera, la esperanza mesiánica va tomando una mirada de acuerdo al
tiempo que el pueblo va viviendo.
1. Primera etapa: Antes del siglo VIII a. C.
Antes del siglo VIII a, C. en Judá el rey era aquel que representaba la promesa de
Dios hecha a David de darle una dinastía eterna. Por tanto, se tenía por segundo en la
pirámide del poder, pues el primero era Dios, y por libertador.
“Es una simple garantía de que la dinastía perdurará como el mediador humano escogido de
la liberación de Dios realizada en la historia. La misión de David y su casa no es más que la
de alcanzar la victoria política que debe lograr el rey.” 6
Esta promesa no estaba fundamentada en una promesa, sino que refería directamente al
heredero de la estirpe de David. Es decir, no hay un mesías único, sino que a medida que la
dinastía es eterna, hay quién dirija según la voluntad de Dios al pueblo.
2. Segunda etapa: Desde el siglo VIII a. C. hasta el exilio babilónico
En el siglo VIII a.C. la dinastía empieza a tener dificultades en la monarquía, la división
de los reinos, la mala conducta de algunos reyes empieza a desequilibrar la imagen
mesiánica que se tenía anteriormente. Ahora, sí esperan a un rey que les pueda devolver la
esperanza al pueblo, que les salve de los enemigos internos y externos.
“El niño sería una señal de que Dios estaba aún con su pueblo (Emmanuel) en la persona
del rey davídico. Su heredero establecería justicia, construiría un vasto imperio, traería a él
la paz y sería merecedor de los distinguidos títulos tradicionales del monarca (Is 9, 5[6]):
«Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz».” 7
6
(Brown 2001) P. 173.
7
(Brown 2001) P. 176.
En estos momentos, parece que Dios ha abandonado a su pueblo por lo que esperan a un
enviado de Dios que restaure la dinastía de David, y les devuelva la paz.
3. Tercera etapa: Desde el exilio hasta los tiempos del nuevo testamento.
Para tiempos del exilio no se tiene ninguna datación histórica de cómo esperaban el
mesías, pero se hace una imagen posible de acuerdo a los últimos textos del Antiguo
Testamento. En ésta etapa, los israelitas, esperan la intervención de Dios, y en esa
intervención divina, se cambia la percepción del mesías al Mesías, pues ahora esperan a un
rey salvador cuya fuente de salvación sería la de su único Dios.
“Mientras que este rey-salvador, casi por definición, ofrecería una salvación política, lo
haría con el carisma y el poder de Dios, y por tanto sus acciones salvadoras nunca serían
meramente políticas. En su reino, el Mesías traería a Israel el dominio ideal del mismo
Dios.”8
La acción divina de éste Mesías, estaba categorizada en la experiencia del éxodo, deseaban
que, así como en aquella época Dios se presentó para sacarlos de Egipto, pudiera
presentarse de manera indeterminada.
La realidad de la resurrección de Jesús.
En el Nuevo Testamento, se hace mención a la existencia de la resurrección, pero esta
entendida como la vuelta a la vida de la persona sin la prescripción de la inmortalidad. Con
Jesús, se da una resurrección con cristo, pues sus discípulos lo cuentan asegurando su
glorificación y el vencimiento de la muerte, es un hecho donde Dios interviene. “Por lo
tanto, la realidad de la resurrección corporal gira sobre los goznes de la desaparición del
cuerpo o de la tumba vacía y, sobre todo, de la validez de las experiencias de los que
afirmaron que vieron a Jesús resucitado.” 9 El testimonio de los que dicen haber visto al
resucitado, generó para la comunidad primitiva la esperanza y la credibilidad en Jesús como
Mesías; en cambio para los no cristianos, fue motivo de duda, por lo que acusaron a los
seguidores de Jesús de haber escondido el cuerpo.
1. Objeciones generales contra la realidad de la resurrección.
Algunas objeciones aseguran que el cuerpo fue robado por los discípulos, otros
consideran que fue una historia de los apóstoles basada en historias de otros dioses paganos
que se decían habían resucitado. Por otro lado, se sostiene una resurrección de cuerpo quizá
8
(Brown 2001) P. 180.
9
(Brown 2001) P. 182.
porque era la única resurrección que los judíos conocían. Estas objeciones, fueron
superadas con las apologías de los primeros cristianos que aseguraron primero que el
sepulcro estaba vacío y que ni siquiera las personas que se dieron cuenta de esto lo creían.
Por tanto, la resurrección de Jesús fue la base fundamental de la cristología de los primeros
cristianos que desde su fe consideraron verdadero aquel acontecimiento histórico.
2. Dificultades que surgen de las narraciones bíblicas de la resurrección.
a) Diferencias entre los relatos de las apariciones.
Las diferencias de los relatos de la resurrección básicamente se basan en determinar a
quién se aparece el resucitado y en qué lugar es que se aparece por primera vez. De ésta
manera, los evangelios discurren en las apariciones, algunos sostienen que se le apareció a
una mujer y los otros que fu a pedro. Con referencia al lugar, se ve la pugna de la aparición
entre galilea y Jerusalén.
“Taylor hace una interesante sugerencia. Al predicar la resurrección, lo esencial era probar
que un testigo apostólico, bien conocido, había visto a Jesús. En la resurrección no hubo
una cadena de sucesos conexos como en la pasión. Así, en el primitivo kerygma de Pablo
sobre la resurrección (1 Cor 15, 5-7) sólo se citan los nombres de aquellos a quienes Jesús
se apareció, y no se menciona ningún lugar. Cada comunidad conservaría la memoria de
una aparición de Jesús a personajes conocidos por esa comunidad.”10
Con Taylor, la disputa queda atenuada pues se dice que estos nombres y lugares tienen un
valor teológico más que histórico por lo que esa diferencia en el relato, obedece al público
al que están dirigidos.
b) Diferencias entre los relatos de la tumba vacía.
En principio, éste acontecimiento no tenía lugar en los evangelios; pues no se
comprendía la desaparición del cuerpo de Jesús como el signo de la resurrección. Más
adelante los cristianos comprenden la significación del acontecimiento y lo integran al
relato.
“La explicación más sencilla es que, en la tradición más antigua, el descubrimiento de la
tumba vacía, por sí solo, no hizo ver a los que la encontraron que se debiera a la
resurrección Sólo más tarde, cuando se apareció Jesús resucitado, se vio claro por qué la
tumba estaba vacía.”11
10
(Brown 2001) P.189.
11
(Brown 2001) P.190.
Es por ello, que el acontecimiento en Juan tiene profundidad en la aparición de Jesús
resucitado y no en la tumba vacía. Pues no había la conciencia de la significación de lo
sucedido.
Bibliografía
Brown, Raymond E. «Breve historia del desarrollo de la esperanza mesiánica regia en Israel y La
realidad de la resurrección de Jesús.» En INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÌA DEL
NUEVO TESTAMENTO, de Raymond E. Brown, 173-190. Salamanca: Ediciones Sígueme,
2001.
12
(Brown 2001) P.194.
13
(Brown 2001) P.198.
“Segundo, bajo el epígrafe «Pasajes en los que la oscuridad proviene de la sintaxis»
consideramos como dudosos Col 2, 2-3 y 2 Tes 1,12, mientras que Tit 2, 13; Romanos 9, 5;
1 Jn 5, 20; y 2 Pe 1, 1 fueron juzgados como casos en los cuales, en orden ascendente, hay
una progresiva probabilidad de que Jesús sea llamado Dios.”
Sin embargo, son más los textos que quedan por fuera en la titulación de Jesús como Dios;
la mayoría son errores de sintaxis.
3. Pasajes en los que Jesús es llamado claramente Dios.
El pasaje que llama a Jesús Dios es Jn 20,28 en el cual Jesús resucitado se aparece a
uno de los apóstoles el cual lo reconoce como señor y Dios.
“La escena está diseñada para servir como punto culminante al evangelio: mientras Jesús
resucitado está de pie frente a sus discípulos, por fin uno de ellos expresa una fe correcta en
Jesús. Y lo hace aplicando a Jesús el griego (de los LXX), equivalente a dos términos
aplicados al Dios del antiguo testamento (kyrios, «Señor», traducción de Yahvé y theos,
«Dios», traducción de 'Elóhim).”14
Así, aunque utiliza las palabras del salmista, que en principio se usaron para reconocer al
emperador como Dios, éste apóstol lo resignifica reconociéndoselo a Jesús.
4. Valoración de las pruebas.
El estudio realizado en este libro, muestra el desarrollo progresivo del título Dios
aplicado a Jesús. Sin embargo, esto corresponde a la visión descendente de Jesús como
Dios.
“Así, en el nuevo testamento no hay un conflicto obvio entre los pasajes que llaman a Jesús
Dios y los pasajes que parecen describir al Jesús encarnado como inferior a Dios o al Padre.
El problema de cómo, durante su vida terrena, Jesús pudo ser a la vez Dios y hombre es
presentado en el nuevo testamento no por el uso del título «Dios», sino por algunos de los
últimos estratos del material evangélico que sitúan en primer plano la divinidad de Jesús
aun antes de la resurrección.”15
Así, parece que era común aplicar el título de Dios a Jesús, pues los pasajes bíblicos le
asignan esta categoría acompañada siempre de la glorificación de éste con el padre. En éste
sentido, las primeras comunidades que ya habían tenido la experiencia de la resurrección,
reconocen a Jesús como Dios, la dificultad está en la lectura descontextualizada de estos
textos.
14
(Brown 2001) P. 211.
15
(Brown 2001) P. 218
Bibliografía
Brown, Raymond E. «¿Los cristianos del nuevo testamento llamaron Dios a Jesús? .» En
INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÌA DEL NUEVO TESTAMENTO, de Raymond E. Brown, 191-
219. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001.
16
(Padovese 1996) P. 155.
17
(Padovese 1996) p. 155.
18
(Padovese 1996) P. 156.
Tras las anteriores herejías, estos cristianos se toman la tarea de demostrar la
equivocación que tienen los herejes. Así, Ignacio se esmera por demostrar la Encarnación
de Cristo de manera que el gnosticismo acepte también la carne de Jesús. Por su parte,
Melitón busca demostrar a Marción que Cristo como hombre perfecto tuvo sus dos
naturalezas y que no apareció de la nada, sino que se encarnó en María como Hombre
salvador. Ireneo muestra la continuidad de la obra salvadora de Jesús, desde el Antiguo
Testamento, hasta la visión escatológica del cristianismo. Con esta argumentación
demuestra que el Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios que anuncia Jesús en
términos de Misericordia. Por último, los apologistas acogen la filosofía platónica para
atestiguar que Jesús estaba desde antiguo, desde la creación bajo el termino de Logos
creador. De ésta manera, la cristología de éste tiempo, va tomando bases filosóficas para
argumentar la dignidad de Jesucristo como Hombre y como Dios.
La herejía adopcionista y el modalismo del siglo III.
A finales del siglo II y comienzos del siglo III surgen nuevas teorías que discurren
sobre el Jesús como Cristo. La primera apuesta de éste tipo es la adopcionista que veía a
Jesús como un ángel que fue adoptado por Dios como Cristo o como un súper hombre al
cual Dios le da en el bautismo la dimensión de Cristo gracias a sus méritos como persona.
Por otro lado, está el modalismo que intenta reducir a Dios a una serie de cambio de
persona. Pues para ella, Dios es el Padre y el Padre es el que se encarnó en Jesús y padeció
el sufrimiento. En ultimas es el mismo Dios que se presenta a la humanidad en distintas
formas. Así, tanto la adopcionista como el modalismo realizan en éste tiempo una lucha
contra los padres de la iglesia que trabajan por destruir su tesis.
La Cristología de Tertuliano y de Orígenes.
Tertuliano y Orígenes se esmeran por demostrar la existencia de las dos naturalezas
de Cristo sin que la una supera a la otra. Así, Tertuliano considera que Cristo fue totalmente
carne y totalmente Espíritu, pues con el testimonio de sus apóstoles se conoce que hizo
milagros conforme al Espíritu pro como hombre, sufrió el dolor y la muerte como todo
mortal. Orígenes se esmera por superar la filosofía medio platónica y desarrolla la síntesis
del alma por la cual logra unir en ella al logos y a la carne. De ésta manera, la cristología de
ésos dos cristianos, se basa en demostrar la convivencia de las dos naturalezas de cristo.
El arrianismo y el apolinarismo.
El arrianismo considera la teología de Orígenes en cuanto a que el verbo se hizo
hombre, pero niega la existencia del alma pues para este movimiento, el Verbo juega el
mismo papel del alma solo que en un rango mayor. De esta manera, Jesús no es totalmente
Divino, pero tampoco es totalmente humano, pues como humano es divino y como divino
es humano.
La cristología de Atanasio y de los Antioquenos.
Estos dos personajes, tienen relevancia en cuanto atacan el arrianismo y el
apolinarismo. Así, Atanasio sostiene que Dios se hace hombre para enseñare al hombre
hacerse Dios, pero no aborda la cuestión de qué tan humano es el Hijo de Dios. Ala
cuestión de la humanidad de Cristo, le prestará más atención los Antioquenos que
desarrollaran sus tesis argumentando la coexistencia de las dos naturalezas de Jesucristo.
Nestorio y el Concilio de Éfeso.
Nestorio para explicar la doble naturaleza de Cristo, prefiere explicarlo por medio
de María como Madre de Dios. De ésta manera, se entiende por qué el Verbo goza de la
condición humana y de la condición Divina. Sin embargo, su tesis no fue muy bien vista
puesto que no realizaba unión hipostática entre el Dios y el Hijo.
El Monofisismo de Eutiques y el Concilio de Calcedonia (451).
Eutiques acepta la existencia de las Dos naturalezas en Cristo, pero antes de la
Encarnación. Al momento de la Encarnación, la naturaleza divina supera a la naturaleza
humana por lo que cristo queda después de la Encarnación totalmente divino. Ésta
argumentación queda superada por el concilio de Calcedonia quien advierte que Cristo fue,
es y será de doble naturaleza; tanto humano como Divino. Cristo entonces, muestra la
perfección en cualquiera de las naturalezas que se le adhiera.
Bibliografía
Padovese, Luigi. «Los Padres y La Cristología.» En Introducción a la Teología Patrística, de Luigi
Padovese, 53-72. Navarra: Verbo Divino, 1996.