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Teórico 14

Puntos 1 y 2 de Unidad 5: ética del psicoanálisis y formación clínica.


Represión
La satisfacción de la pulsión para el ser hablante es siempre indirecta, siempre tiene
ciertos rodeos, siempre incluye cierta dificultad en su realización. Si aparentemente la
satisfacción pulsional debería propiciar placer, Freud se pregunta justamente por qué habría
de reprimirse en algunos casos, y la respuesta que encuentra es lo que él de algún modo
desarrolla con más claridad en más allá del principio del placer. Precisamente que algo
puede representar un placer para un sistema y ser displacentero para otro sistema. Y acá
estamos en el corazón de una noción freudiana que atraviesa como un hilo toda su
enseñanza que es la noción de conflicto. Si ustedes revisan por ejemplo las series de
definiciones de síntomas que pueden encontrar en ese texto tan generoso “fantasías
histéricas y su relación con la bisexualidad”, una de las definiciones de síntomas que ahí da
Freud es la de conflicto.
Pero esa noción de conflicto representa no sólo a la formación sintomática sino también por
ejemplo al sueño y a otro tipo de “mesalliance” (NI IDEA, ALGO ASÍ), que es la palabra que
utiliza Freud para decir casamientos desiguales, es decir cierta alianza forzada donde se da
como una especie de formación de compromiso, que expresa ese conflicto.
ACÁ SE TILDA EL VIDEO.
Un sistema pero es irreconciliable con el otro sistema.
Entonces esta noción de conflicto que como yo les decía atraviesa de algún modo toda la
obra freudiana toda la enseñanza freudiana está también bastante expresada en sus textos
“la negación” y “la represión” que son dos textos de esta unidad. Hay que tener presente
entonces que a la represión la podemos dividir en dos, podemos hablar por un lado de esa
represión primaria, que es la primera fase de la represión donde se le niega el acceso de
una pulsión a la conciencia, justamente porque es irreconciliable con la parte consciente del
yo, y luego con la represión propiamente dicha, que es con lo que en general lidiamos en el
análisis, es lo que Freud llama también esfuerzo de desalojo o esfuerzo de dar caza. Recae
no sobre aquello reprimido primordialmente, sino sobre los retornos de lo reprimido. Freud
los llama en estos textos retornos psíquicos, son contenidos que por asociación son vecinos
a ese contenido reprimido primordialmente, y que entonces es como si portaran algo de ese
contenido reprimido, por contagio, por cercanía. Tienen un vínculo asociativo con lo
reprimido.
Tenemos que recordar algunas cosas, por un lado que a diferencia de lo que sería un
peligro externo donde el individuo tendría como recurso la huída, pero como este es un
peligro interno no está el recurso de la huída, no podemos huir del requerimiento.
Bueno les decía que a diferencia de un peligro externo del cual el individuo podría huir como
este peligro es interno, como es endógena la pulsión, no tiene como recurso la huida, y tiene
como recurso en cambio lo que Freud va a ubicar ahí como recurso es la represión. La
represión no cancela la pulsión, quiere decir, la represión del mismo modo que sería la
huida frente un peligro externo, el peligro sigue existiendo, lo que pasa que nosotros nos
fuimos, el individuo se retiró. En el caso de la pulsión, ese peligro sigue existiendo, pero no
accede a la conciencia, simplemente la represión lo que hace es denegar el acceso a la
consciencia. El segundo problema, es que la represión siempre retorna, y esto está pensado
así en Freud. La represión es un mecanismo que no es completamente exitoso, siempre
filtra algo de lo pulsional que quiso mantener denegado del acceso a la conciencia, por eso
nosotros hablamos todo el tiempo del retorno de lo reprimido.
Cita de Lacan muy gráfica en el seminario 3, p. 24: “lo que cae bajo la acción de la represión
retorna, pues la represión y el retorno de lo reprimido no es sino el derecho y el revés de la
misma cosa. Lo reprimido está siempre ahí y se expresa de modo perfectamente articulado
en los síntomas y en multitud de otros fenómenos.”
Esta cita es muy clara porque dice no es sino el derecho o el revés, imaginémonos las caras
de una moneda, la presencia de una cara de la moneda garantiza la presencia de la otra, es
decir garantiza la imposibilidad del confinamiento definitivo de lo que fue censurado, por lo
tanto la cancelación por la represión es decir de ese contenido es un esfuerzo constante es
un gasto constante de energía para mantener eso sin acceso a la conciencia, es un esfuerzo
de desalojo permanente que por supuesto produce un montón de efectos, Freud habla de
las inhibiciones en ese sentido, de todos los rebajamientos de las funciones yoicas por ese
gasto de desalojo, el aparato pensado en términos dinámicos, concentra tanta energía en
mantener algo a raya para que no acceda a la conciencia, y se debilitan un montón de
funciones yoicas, a las que no se puede dirigir esa energía que se utiliza en mantener eso a
raya.
Qué pasa entonces con lo pulsional mientras tanto mientras esas represiones
momentáneamente logradas, porque sabemos que va a retornar. Freud es bastante
contundente desde el comienzo de sus desarrollos también, y lo que va a decir es que la
pulsión prolifera en las sombras y encuentra formas extremas de expresión, y la forma más
clásica de expresión y de satisfacción pulsional, antes de llegar al síntoma es la fantasía, la
fantasía es el parque natural (conferencia 23) donde se conservan todas esas satisfacciones
pulsionales que se sacrificaron para estar en cierto concierto con las exigencias de la
realidad, es decir que se sacrificaron por el principio de realidad. En ese sentido el estatuto
del parque natural pensado como ese lugar, ese territorio, esa reserva donde se puede dejar
crecer, pulular cualquier especie que en otro sitio sería dañina, nociva, podría incluso atacar
al hombre y sin embargo en ese reducto se deja que eso pulule, crezca a su antojo. El
problema es que la represión está destinada al fracaso, entonces ese parque natural que
crece por contacto asociativo, en algún momento va a producir algún pequeño brote, algún
pequeño retorno en la conciencia, que accede a la conciencia. Si lo pensamos así entonces
podemos pensar que la regla de asociación libre no es más que eso, es una invitación a que
en algún momento por distracción del yo, que es vigilante pero que en algún momento
tropieza (con los actos de habla, en los fallidos), es una invitación a que algún retoño que
por contacto asociativo porta algo del contenido reprimido, logre burlar esa censura de la
represión. Es como si la regla de asociación libre trabajara a contrapelo de la represión,
trabajamos para levantar esa represión, es decir para que en algún momento algo se cuele,
algún retoño de lo reprimido se cuele y a diferencia del esfuerzo de desalojo, propiciamos
que eso aparezca. Termina el texto pensando en los distintos tipos clínicos y en cómo opera
eso y cuando es más logrado o menos logrado. En histeria conversiva puede funcionar de
modo más logrado porque si la conversión es lograda es como si ese órgano quedara ahí en
el lugar de la escenificación de lo reprimido, en la neurosis obsesiva solemos tener más
desplazamientos de síntomas, por eso a veces es difícil decir cuál es el síntoma porque el
paciente tiene una proliferación de síntomas, y los síntomas se desplazan (verificaba la llave
de gas, en otro momento verifica la de luz, en otro momento se lava las manos, etc.), y eso
es un índice de que algo se filtra con más velocidad y así va interrogando Freud esta
cuestión, pero siempre tener presente lo que introduce de algún modo Lacan: fracasar va a
fracasar siempre, y algo de lo reprimido se va a filtrar, y esa es la apuesta del analista
cuando invita a alguien a hablar libremente, que emerja algo de eso, por eso esto de la regla
de no sistematización, diga todo lo que se le ocurre, no censure nada, etc., que tienen que
ver con propiciar un tipo de conversación que no tiene nada que ver con el diálogo, fuera del
análisis, donde más bien operamos todo el tiempo desde la comprensión, es decir
reponiendo algún sentido en lo que dice el otro. La conversación en términos habituales
fuera de un análisis propicia el ahorro más bien, los lingüistas trabajan mucho esto. El
analista tiene más bien esa función, por eso hace un poco como de extranjero, no
comprende, no cierra sentido.
Con respecto al juicio, se va a relacionar también con la noción de realidad que está
manejando Freud, que para ese momento es muy revolucionaria, porque es un momento de
racionalismo, de cientificismo, no tiene nada que ver con el momento actual, Freud tiene
respecto a la idea del juicio una concepción totalmente contraria a la filosofía tradicional.
Freud se forma con un filósofo que tiene una idea del juicio que invierte la concepción
clásica: primero estaba el juicio de existencia, algo existía o no existía, y luego estaba el
juicio atributivo, es decir algo era verdadero o era falso era bueno o era malo, etc., es decir
luego de que se decidía si algo existía o no existía se predicaba sobre eso, y Freud desde la
óptica de este filósofo invierte esto, va a decir que primero es la aceptación o el rechazo de
algo, y que la aceptación o el rechazo tiene que ver con si algo es admitido dentro del yo o
relegado hacia afuera, y que esa admisión o no admisión tiene que ver con el aparato del
principio del placer o de displacer, se admite lo que es placentero y no se admite lo que es
displacentero.
En términos más kleinianos habla de cierta introyección de lo placentero y rechazo de lo
displacentero, y ahí lo placentero es equivalente a lo bueno y lo displacentero es equivalente
a lo malo. Freud utiliza una metáfora, lo traduce a un lenguaje pulsional, en las mociones de
la pulsión oral que son las más primitivas en la organización pulsional, dice: “quiero comer o
quiero escupir esto”, esa sería como la operación que pone en marcha el proceso
adjudicativo, “quiero introducir esto en mí o lo quiero excluir de mí”, y en base a esa
decisión, (primera decisión: es bueno o es malo, es rico o es feo), luego hay una segunda
decisión que es admitir o impugnar la existencia de eso, y en base a eso es que va a decir
que la realidad es de algún modo una sumatoria de prejuicios.
Cuestión de la fantasía, en la fantasía se satisfacen las pulsiones de las que nos negamos
satisfacción por contradecir algún otro sistema, es decir por contradecir podría ser el
principio de realidad porque es contraria al yo, las representaciones que soporta, y con
respecto a eso podemos recoger ahora con respecto a la negación que muchos contenidos
reprimidos, y este es el nexo entre represión y negación que encuentra Freud, que muchos
contenidos reprimidos son admitidos en la conciencia sólo a condición de ser negados. Es
un modo de tomar contacto con lo reprimido admitir algo pero a condición de ser negado.
Tenemos una articulación entre negación y represión, en el texto de la negación, página
253: “un contenido de representación, un pensamiento puede irrumpir en la conciencia a
condición de que se deje negar”.
Leer el historial del hombre de las ratas con esta clave de lectura, es encontrar un tesoro,
porque ahí puede verse cómo todo el trabajo que hace Freud sobre la hostilidad que tiene el
hombre de las ratas hacia el padre es en esta clave. Entonces el paciente toma contacto con
eso reprimido bajo el modo de explicar que son pensamientos producidos por su neurosis,
es decir conexiones de pensamientos, representaciones sin sentido. (Tomar un enunciado
de lesa majestad es por ej.: si te digo “no vayas a pensar que no te quiero”, es que no te
quiero). Esta es una intervención que podría hacer cualquier analista lacaniano. Así se aísla
a otro significante que sirve ahí. Hacer aparecer un contenido que accede a la conciencia a
condición de ser negado.
En el caso del psicoanálisis, alguien puede ser culpable por una fantasía o un deseo, no
hace falta que haya realizado un acto, puede ser culpable de haber deseado dañar, por
ejemplo.
Desde esta perspectiva, la negación es una modalidad de tomar contacto con lo reprimido,
es una suerte de acción intelectual, pero sin que conlleve necesariamente la exigencia de
levantar esa represión, se separa de este modo del proceso afectivo, alguien podría decir
“tengo miedo de que muera toda mi familia por coronavirus”, creyendo que es muy amoroso
y que no está en eso tramitando algo que tiene que ver con un deseo por ejemplo. Freud
trabaja esto con muchísimo detalle.
Negar entonces algo significa confesar un contenido que se preferiría reprimir, es por eso
que Freud va a decir que en estos casos el juicio adverso es un sustituto intelectual de la
represión. Ese es el trabajo entonces que va haciendo Freud para hacer surgir ese
contenido, ese retorno de lo reprimido, y se basa en un elemento que es mucho más fiable
que cualquier otro, y esto también lo van a encontrar como un hilo en la obra freudiana, que
es el afecto, es más fiable, aunque estamos acostumbrados a decir que el afecto es
engañoso, las dos cosas son ciertas. Engaña con respecto a la representación a la que está
asociado, pero no engaña con respecto a la verdad en sí que contiene ese afecto. Esto nos
lleva a otro punto del programa: la clínica freudiana del juicio, el autoreproche en la base de
la nosología freudiana.
En hombre de las ratas el paciente se sentía culpable por la muerte del padre porque en el
momento preciso de la muerte del padre él no había estado junto al lecho de muerte, pero
tenía todas las excusas. Freud le dice algo muy sencillo afecto correcto representación
incorrecta, es decir si usted se siente culpable es culpable, no es culpable de lo que usted
cree que es culpable, pero de alguna cosa será culpable. (Cita de Freud, historial, p. 139):
“el afecto está justificado, la conciencia de culpa no es susceptible de ulterior crítica, pero
aquel pertenece a otro contenido que no es consabido, es decir es inconsciente, y que es
preciso buscar”. Cuando hay afecto de culpa es porque el sujeto es culpable, no es culpable
de aquello que cree que es culpable, se ha producido ahí nuevamente una formación de
compromiso una mesalliance. Salvo en el caso de la angustia entonces cuando hay otro tipo
de afecto hay que buscar la representación correcta, no aquella a la que se anudó sino la
representación correcta. La buscamos recorriendo con el hilo asociativo desde la
representación a la que se anudó a otras representaciones vecinas nuevamente por
contagio, esa representación incorrecta por contagio asociativo, algo de la representación
original tiene que conservar. En esta misma línea el trabajo que hace Freud sobre un tipo de
sueño recurrente en su clínica y que retoma Lacan, que son los sueños del padre muerto:
hijo que cuidó a su padre, en algún momento deseó que muera para que no sufra más.
Luego sueña con su padre muerto.
Freud nos da una especie de interpretación genérica para este tipo de sueño, aplicado a la
neurosis que sería algo así como que el padre estaba muerto pero no lo sabía, y agrega a
esa frase “según el deseo del soñante”, no sabía que estaba muerto según el deseo de
soñante. Eso era lo irreconciliable, lo más angustioso del sueño, no que el padre estuviera
muerto sino que el soñante en algún momento le había deseado la muerte, y reconduce ese
deseo de muerte no a la piedad, sino al Edipo, esa matriz con la que Freud piensa la
neurosis, al deseo de muerte edípico.
En base a esta concepción, él trabaja esta idea entre la culpabilidad como índice de una
división subjetiva, porque otro modo de pensar el conflicto en términos más lacanianos, el
conflicto no es otra cosa que esa barra que cae sobre la S y que divide al sujeto. Hay una
suerte de nosología freudiana con respecto al autoreproche. En el caso de la neurosis
obsesiva los analizantes se sienten culpables aunque esa culpa esté divorciada de la
representación original, en el caso de la histeria más bien el reproche se dirige hacia un
tercero, y ahí tenemos el caso de Dora, Freud pesquisa rápidamente que ese reproche que
le dirigía al padre se puede reconducir a un autoreproche. Como analistas nos sirve que
empiecen a aparecer un montón de contenidos inconscientes, que asociativamente
aparezca esa posición reflejada en recuerdos.
En base a la culpa y al autoreproche, también un índice que de algún modo que nos puede
orientar en el diagnóstico en el caso de la melancolía por ejemplo, se ve el modo más
radical porque el sujeto se siente tan fuertemente culpable que puede llegar a manifestar
que no merece vivir, que es una escoria de la humanidad, pero a la vez paradójicamente, en
los casos más graves, en esta unidad Cottar describe estos casos como aquellos que se
sienten sumamente culpables pero que sólo ellos pueden juzgarse, es decir que no sirve
que la familia le diga “vos sos bueno, te queremos, no pienses así de vos”, sino que el sujeto
se siente una escoria pero él es el único que sabe de su verdadero ser de escoria. En este
caso es tan radical la culpa que puede llevar inclusive al suicidio en ocasiones.
Entonces en el modo de tramitar la culpabilidad también tenemos un índice diagnóstico,
cuando hablamos de índices diagnósticos tenemos índices más fuertes que otros, más
inequívocos, sabemos que el neologismo sólo aparece en la psicosis, sabemos que si hay
neurosis infantil estamos en el campo de la neurosis, pero hay otros índices que cuando no
podemos desambigüar a partir de índices más contundentes, está bueno reunir para hacer
una elaboración, una construcción del diagnóstico en aquellos casos donde el diagnóstico
es más dificultoso. Uno puede ser la culpabilidad, de qué lado se ubica la culpa, en el sujeto,
se reparte, en el otro, etc.
Podemos pensar que podría haber una conciencia culpable por esos contenidos que están
reprimidos y que cada tanto vía asociativa algún retoño es asequible a la conciencia. Freud
dice que lo malo, aquello que fue denegado por el juicio al afuera, que se reprime, deviene
reprimido por angustia de castración, es decir que lo que vehiculiza es la angustia de
castración, angustia de castración como una angustia de desvalimiento, como el
desamparo, como perder el amor del otro parental, de los otros primarios. Esto lo trabaja en
el malestar en la cultura, define ahí la conciencia de culpa como una tensión entre el
superyó que ha tomado el relevo del padre o de la figura paterna y el yo que está sometido a
los designios del superyó, y se exterioriza entonces de distintas maneras (la más clásica es
la necesidad de castigo). Entonces podríamos pensar que hay distintos pasos: por un lado
un primer paso que es una renuncia frente a lo pulsional por temor a la pérdida de amor de
las figuras parentales o a la agresión externa, y por otro lado la instauración de una
autoridad interna y una renuncia a lo pulsional, por angustia de castración, es decir el
superyó ya opera como agente representante de esas instancias parentales. Ahí tenemos
distintos casos donde el superyó es más severo, hay más conciencia de culpa, hay
hipermoralidad que esconde la culpabilidad de algún modo.
Pensar que eso pulsional que por ser reprimido prolifera en la fantasía, tiene en su seno una
dificultad, que es que está condenado a emerger en la consciencia, y esto es muy
interesante si lo pensamos en relación a la propuesta de psicoanálisis que es más bien no
solo entregarle al sujeto las claves de su propia división, como dice Lacan en radiofonía, es
decir que el sujeto tenga un saldo de saber acerca de aquello que lo divide, una política
totalmente distinta a la que describe Freud como la política del avestruz, es decir de la
represión, de no saber de desalojar esas representaciones, sino también que algo del deseo
se realice en acto y no en la fantasía, es decir que no quede reducido a esa pobre
satisfacción fantasmática, sino que se realice en acto. Es aquí donde podríamos pensar en
el método clínico desde la perspectiva analítica, lo que Lombardi sitúa con mucha claridad:
tenemos el hombre de acción, el que tiene un deseo y actúa; el que huye, frente a eso, un
modo de huída sería la represión; y tenemos en el medio el neurótico, el que está ahí
vacilando entre actuar y no actuar. Toma los distintos héroes de la literatura para hablar de
esta idea de actuar.
El hombre neurótico que está en el medio, vacilante, hombre moderno, dividido, su deseo lo
escenifica en la fantasía y no pasa a la acción, y se supone que el psicoanálisis no debería
acercar al sujeto a la realización del deseo en acto, no en el terreno fantaseado que siempre
es una pobre cosa, siempre es poquito, siempre está pronto a renunciar a su deseo. Esto es
interesante para pensar cómo piensa Lacan la culpa, en relación a lo que desarrolla Freud.
Lacan dice que la culpa surge por renunciar al deseo, que lo que hace emerger la culpa es
la renuncia, Freud dice renuncia de lo pulsional, Lacan dice solo se es culpable de haber
cedido al deseo.
Freud trabaja fuertemente la idea del contenido moral de los sueños, dice no saber cuán
responsable es el sujeto por el contenido del sueño, pero de lo que sí es culpable es del
afecto que tenía en él. El afecto nos orienta. Ej.: sueño que trabaja Freud: analiza sueños
que contradicen su hipótesis. Paciente sueña que muere su sobrino y ella está muy dichosa
frente al ataúd. No reconoce querer ver morir a su sobrino. Reconoce que en el velorio de su
anterior sobrino conoce a un hombre y mantienen una relación amorosa. El afecto de la
dicha de esta paciente conduce por ese hilo al verdadero deseo formador del sueño, no el
contenido. En este caso el afecto no era culposo pero estaba aliado a una representación
incorrecta. De esta manera el trabajo con los afectos nos orienta en muchas ocasiones a
buscar la verdadera representación.
Preguntas:
Cómo se relaciona la represión desde Freud con el concepto de Lacan de inconsciente
estructurado como lenguaje: en la interpretación de los sueños él habla de lo multívoco,
cómo algunos elementos del sueño son como nudos de significación, es decir condensan un
montón de líneas asociativas. En ese sentido podríamos pensar también como cuando
hacemos análisis sintáctico y ubicamos ahí un verbo que ya determina que tiene que haber
un sujeto, a veces un objeto directo, no todos los elementos tienen el mismo peso
específico, en ese sentido yo creo que sí que podemos encontrar fuertemente la tesis en
Freud de que eso está estructurado como un lenguaje, de que todo el inconsciente está
estructurado como un lenguaje. El significante no es de por sí un significante sino en
relación a otros, por eso es multívoco. Pensarlo con las dos operaciones que ubica a Freud
en el sueño justamente, como modo de figuración del sueño que son condensación y
desplazamiento o descentramiento, es decir metáfora-metonimia. Entonces una posibilidad
sería que lo reprimido si pensamos en la metáfora quedó por debajo de la barra y lo que
accede a la conciencia es una X que en realidad está relacionada con esa Y que está
debajo de la barra o como lo piensa Lacan más bien el síntoma es metáfora y el deseo es
metonímico, y la metonimia más bien por ese contacto asociativo de un contenido a otro
porque el lenguaje es siempre en red.
Podemos encontrar que algo que es placentero para un sistema sea displacentero para otro,
y que metamorfoseado, disfrazado podría pasar, filtrarse.
Respecto a la negación en distintas neurosis: en neurosis obsesiva ejemplos del hombre de
las ratas. En la histeria (Dora), no aparecen contenidos negados, aparece bajo otra forma
que es la del autoreproche, yo le dirijo al otro lo que en realidad me autoreprocho, es un
modo más bien del modo “no es mi culpa porque la culpa es de mi padre”, y después el
contenido asociativo produce un material que confirma la hipótesis freudiana del
autoreproche o de ciertos beneficios secundarios que hay con la enfermedad. Lo más
importante son las confirmaciones del inconsciente. En Dora Freud insistía en que ella
extraía un beneficio secundario de sus achaques físicos, vía la identificación histérica
(prima).
Habría que buscar en cada caso cómo eso se expresa.
Énfasis que pone Freud sobre hacer consciente lo inconsciente, qué relación tiene con el
énfasis en el deseo del que habla Lacan: son modos de hablar de lo mismo, porque si lo
inconsciente es eso que no adviene a la conciencia porque fue reprimido, porque es
irreconciliable con otras mociones yoicas, si pensamos en la noción de conflicto, pensamos
en justamente la división subjetiva, en que el deseo siempre divide al sujeto porque el deseo
se realiza en una condición de exigencia absoluta, no tiene nada que ver con lo que me
conviene, por ej.: vida amorosa.
Hacer consciente lo inconsciente es que el sujeto sepa qué lo divide, que el sujeto sepa de
su propio conflicto, y de alguna manera una formulación es reconciliar de algún modo lo que
se desea con lo que se quiere, es decir que haya como una suerte de reconciliación entre
anhelo y deseo, sería un buen punto de llegada para un final de análisis, que el deseo no
nos divida, poder realizar el deseo en acto.
Deseo tiene característica de cierta fragilidad, sin embargo la apuesta del psicoanálisis es
que algo de eso se realice no solo en el terreno de la fantasía, sino en acto.
Frase: “el amor hace condescender el goce al deseo”. Amor es resorte de la cura analítica,
solo por amor alguien se aviene a un trabajo tan displacentero como es la asociación libre,
la regla general, por eso es necesaria la transferencia, si no hay transferencia no hay de
eso.
Angustia como índice inequívoco de haber cedido al deseo: el sujeto no actúa conforme a él.
Cederlo en el sentido de resignar el deseo. No es el único momento en el que aparece la
angustia, la angustia suele aparecer como índice de haber cedido al deseo y de otro modo
(texto de Lombardi), la angustia como afecto propio del pre acto, cuando uno está por actuar
también aparece la angustia, pensemos el acto como lo piensa Lacan en el seminario 15,
acto es cruzar un umbral, no tiene que ver con la acción, tiene que ver con algo que nos va
a posicionar en otro lugar del que no hay retorno. Ese momento de pre acto también
conlleva una emergencia de angustia, pero es una angustia que tiene que ver con el acto,
no es una angustia que tiene que ver con haber cedido al deseo. Cierto monto de angustia
que muchas veces es controlable, por eso viene el acto después, que precede la acción.
Lombardi también se refiere al decir como acto porque en psicoanálisis en general con los
actos que nosotros trabajamos son actos de palabra y muchas veces los actos son actos de
palabra, con los actos que nosotros trabajamos en el psicoanálisis son actos de palabra, que
pueden ser liberadores. Una vez que se dice, ya está dicho, es irreversible desde el acto, ya
no hay vuelta atrás, es una decisión tomada.
En dirección de la cura frase sobre asociación libre: “se le oferta al paciente que hable con
total libertad y que curiosamente a esa total libertad que uno les oferta no se muestra
demasiado libre el analizante para hablar, y que es no solo porque sin duda le oprimen las
determinaciones inconscientes, sino porque sabe que si llegara a decir algo verdadero eso
ya no podría volver a ponerse en duda.” Tiene que ver con esta dimensión con que hay
algunas cuestiones que una vez dichas no pueden volver a ponerse en duda, es decir no es
como si uno dijera usted lo ha dicho, sancionara que eso fue escuchado. Por eso Lacan
habla de la estructura mínima de la interpretación y él va a decir que la estructura mínima de
la interpretación es justamente “tú lo has dicho”, que sería un poco sancionar que ahí hubo
un acto de decir. Entonces ahí se ve muy bien la paradoja de la invitación analítica, le
decimos diga lo que se le ocurra, no censure nada, no importa, divague, y ahí cuando
adviene algo verdadero la intervención sería tú lo has dicho, sancionar que eso fue un acto
de decir.

Teórico 15
Segunda parte de la unidad 5. Última unidad del programa
Formación del analista y ética del psicoanálisis.
Diferencia entre tres métodos del psicoanálisis: método interpretativo, método clínico y
método propiamente analítico.
Primero pensar acto en sentido amplio y más concretamente de acto analítico.
En la unidad 2 hay una suerte de vector o eje que atravesaba el conjunto de las unidades,
que tiene que ver con esta noción del acto analítico, que hoy recuperamos bajo esa temática
que es la de la ética del psicoanálisis o algo así como los principios fundantes y rectores de
una determinada práctica, como la del psicoanálisis.
Muy de la mano como paso previo en la guía van a encontrar algo así como una nueva
versión distinta de la definición de la clínica psicoanalítica con la que venimos trabajando
todo el cuatrimestre. Esta vez la organicé en una secuencia inversa empezando por el final y
tratando de acentuar justamente lo que hay de acto donde acto en el sentido de una toma
de posición que hay que sostener y con la cual hay que insistir, en cada una de esas tres
dimensiones de la clínica psicoanalítica. Dice Lacan repudiar todo lo que tenga que ver
con la idea de conocimiento, en ese punto puede haber incluso una actitud bastante activa
se puede decir, una intervención bastante activa por parte del analista para ir con sus
preguntas, con sus señalamientos, con sus pedidos de aclaración tratando de cumplir con
ese deber, así lo dice lacan el deber de repudiar todo lo que tenga que ver con el
conocimiento que es entre tentador a veces y al mismo tiempo engañoso, participa de esa
experiencia del registro de lo imaginario, así que uno ahí tiene efectivamente en la definición
de la clínica una referencia clara a lo que es la ética propia del psicoanálisis. Clínica, ética y
lógica van juntas de la mano, también hay que pensar ahí una relación de articulación
borromea quizás, y por lo tanto en esa segunda parte de la definición de la clínica también
está incluido algo de lo que estamos trabajando como dimensión del acto analítico, como
ética propia del psicoanálisis. Creer en el inconsciente, tanto Freud como Lacan a su
manera insisten en eso, en que ahí también se juega algo de la ética analítica y que ya
empieza eso efectivamente a juntarse con el otro tema, que es la formación clínica o la
formación del analista, porque efectivamente hay que poder llegar a adquirir como dice
Freud una convicción, sería no algo así como una sospecha una idea, alguna intuición
referida a lo inconsciente sino la firme convicción en la existencia del inconsciente, de los
procesos inconscientes, de sus determinaciones, y es desde ahí que entonces el analista
también se planta en su acto, en sus intervenciones, en su escucha como intervención. Y
en tercer lugar como expresión que señale efectivamente lo que hay también de acto en ese
plano, donde se juegan la ética y la lógica del inconsciente, pero sobre todo lo clínico, en el
sentido de hacer lugar a lo imposible de soportar acá. Poder hacer lugar a eso que
efectivamente es difícil o hasta imposible de soportar, y que tiene que ver con la dimensión
del patos, de la pasión, del sufrimiento que tiene que estar presente en la experiencia de la
clínica psicoanalítica sino lo que ahí se elabora no sería una clínica.
Entonces también hay algo del acto analítico puesto en juego, porque así como esa
convicción en la existencia del inconsciente se adquiere fundamentalmente por la propia
experiencia, justamente en acto o en acción, no tanto no sólo por lo menos por leer los libros
de Freud y Lacan, porque te lo cuente un amigo, etc., sino por haberlo experimentado uno,
bajo las reglas del psicoanálisis o la regla fundamental, también algo de ese hacer lugar o
de esa posibilidad de hacerle el lugar por ejemplo al angustiado, o al atacado de pánico que
quizás en la primera entrevista tal vez crea o esté convencido de que no hay nada para
decir, que en todo caso hay algo para consumir como puede ser una pastilla, y sin embargo
hacerle lugar a esa manifestación de lo real imposible de soportar, cuyo modelo es la crisis
de angustia o el ataque de pánico o como llama Lombardi siguiendo a Freud la angustia
automática, sin tratamiento psíquico, sin derivación psíquica, o hacerle lugar a sus
equivalentes, al más digno de todos, el síntoma, o alguna de las otras versiones un poco
camufladas o degradadas. Lo que me interesa es retomar la definición de la clínica
acentuando lo que hay de acto en cada uno de los tres términos o tres puntos de la
definición:
1. Repudiar el conocimiento imaginario engañoso cuando uno recibe y escucha a un
paciente, eso se hace de a poco, en muchos casos tiene que haber también un
entrenamiento para el analista, pero es el deber del analista dice Lacan.
2. Creer en el inconsciente, es la huella y el camino, estar convencido de que uno puede
encontrar efectivamente alguna huella a partir de la cual ir tirando del hilito, ir encontrando
un camino hacia ese insoportable, imposible.
3. Hacer lugar a lo imposible, ir hacia ese imposible/insoportable, al cual a veces hay que
hacerle lugar antes de encontrar una huella o un conjunto de huellas, y en ese punto en
clínica verán que ahí a veces lo que está en juego como cuestión es la propia angustia del
analista, que no está exento de experimentarla y entonces también eso requiere una
formación, un entrenamiento para poder hacer lugar a eso que al paciente que viene a
consultar, a demandar, a pedir, le resulta insoportable, le podría empezar a resultar
insoportable a uno también de modo que creo que la categoría del acto y más puntualmente
lo que Lacan el acto analítico, está implicado de algún modo cada uno de estos aspectos de
la definición de la clínica.
Distinguir tres tipos de métodos:
Método interpretativo: (modelo de los sueños), podría decirse que es el primero en orden
más lógico que cronológico, respecto de la clínica psicoanalítica cuyo modelo son los
sueños, que uno encuentra descripto por Freud en capítulo 2 de la interpretación de los
sueños, es el primer método a considerar. Después lógicamente hablando viene el método
clínico, otra manera de decirlo es que la clínica es una elaboración de saber secundaria
entonces segunda, respecto de la práctica, de lo que uno practica o de la experiencia en sí
misma con un paciente, después eso se va de algún modo influyendo y entonces como
mínimo se puede entender y captar el método interpretativo que es el primer método
tentativo siguiendo lo que propone Gabriel, porque en definitiva se trata de ir tanteando y
efectivamente hay algo de eso en la experiencia de lo que llamamos las entrevistas
preliminares, o lo que Freud llamaba esa prueba de ensayo que se hace con un paciente
para ver si uno se decide a ofertarle el psicoanálisis, eso quiere decir el método la regla
fundamental, si uno se decide a ofertarla, y si se decide a tratar de provocarla, de incitarla,
promover la asociación libre o no, porque hay una decisión en juego también. Entonces
también hay una dimensión de acto muy marcada o en todo caso esa dimensión del acto
analítico está especialmente subrayada en esos puntos de empalme (Lacan lo llama así), y
Freud comparando el análisis con el juego del ajedrez le llamaba esos tiempos, que tienen
algo de cronológico por supuesto, pero que al mismo tiempo tienen algo de tiempos lógicos,
y que son entonces el inicio o las aperturas y los cierres como en ajedrez. Son los puntos en
donde se pueden sistematizar las experiencias, tipificar también algo así como los modos de
entrada, poquito más difícil pero en algún sentido también se puede intentar simplificar los
modos de salida, pero cualquier caso es donde efectivamente el acto analítico se pone en
juego bajo la forma de una decisión entre analista y paciente que está ahí a veces sin querer
queriendo tratando de convertirse en un analizante. Entonces el método interpretativo
efectivamente es tentativo uno va probando un poco esa demanda que se presenta de
determinada manera, si responde o no responde a la propuesta analítica que es tratar de
encontrar la huella del inconsciente, tratar de encontrar efectivamente algunas puntitas de
esa determinación.
En relación a cómo trabajar con la angustia, en muchos casos si efectivamente hay una
determinada toma de posición por parte del analista, eso quiere decir escuchar de cierta
manera y nosotros hemos calificado como fundamentalmente ligada al gesto de dar la
palabra al otro, más que ponerle palabras uno a esa angustia a ese sufrimiento, un gesto
que a veces tiene que estar acompañado por una intervención muy activa del analista,
tentativo como método, el método interpretativo no quiere decir que no puede haber
actividad del analista en el sentido de preguntar, repreguntar, testimoniar un poco de esa
experiencia del analista cuando se encuentra con esos casos de angustia y no renuncia a la
posibilidad de encontrar alguna huella, entonces a veces hay que preguntarles
efectivamente varias veces muchas cosas, cuándo apareció la angustia, de qué manera,
cómo la sintió, en donde estaba, qué estaba haciendo, etc., y si bien no es infalible como
método hay veces que no hay caso, pero hay veces que sí hay caso, incluso vale la pena
decirlo así porque la noción de caso en el psicoanálisis no es equivalente a la noción de
paciente o de tratamiento, la noción de caso es una noción clínica.
Método clínico: (el analista en el banquillo), cuando por efecto de algo del método
interpretativo, del método tentativo, se produce algo, alguna modificación, suele ocurrir que
cuando a esa angustia disruptiva que no parece tener entonces ni objeto ni
representaciones, ni determinaciones se le empiezan a encontrar aunque sea coordenadas,
esa angustia muchas veces cede o se aminora, y entonces a veces ni siquiera es necesario
acompañar el tratamiento con algún psicofármaco. No hay manual de procedimiento pero sí
hay método, y en la medida en que el método es tentativo que es el interpretativo va
produciendo efectos esos efectos entonces hay que efectivamente pensarlos elaborarlos,
ese es el método clínico que entonces implica de algún modo tomo poner al analista en el
banquillo (expresión de Lacan en dirección de la cura), es decir interpelarlo, eso se puede
hacer de distintas maneras con distintos dispositivos también, porque un analista puede
entonces pensar que conviene ir a supervisar o a controlar como dice Lacan, para tratar de
ver si hay caso o no hay caso por ejemplo con un paciente. A veces no es necesario y
entonces el analista mismo es el que puede de algún modo ir armando el caso entonces
incluyendo alguna elaboración de saber aunque sea hipotética respecto de esa angustia, por
ejemplo si es una angustia más bien hipocondríaca (ej.: ataque de pánico que responde a
un tipo de síntoma o síndrome hipocondríaco o neurasténico), para distinguir lo que después
puede devenir entonces en un tipo de síntoma psicótico o un tipo de síntoma neurótico.
Todo eso ya es hacer clínica eso quiere decir tipificar clasificar, elaborar como saber,
siempre con el cuidado de usar las categorías particulares (diferencia entre singular y
particular), agreguemos y lo universal, de algún modo también el acto analítico implica eso
haberse convencido de que hay algo del lenguaje que es castrativo, que es mortificante, que
produce el deseo con sus características paradójicas para todos los hablantes, y en cierto
sentido el inconsciente cuya condición es el lenguaje, también es universal, pero después la
clínica es en general una clínica de los particulares (organizamos como neurótico, psicótico
o perverso) de formación de síntoma, de formarse, de expresarse el síntoma, aunque
atendemos como insistió Freud después la singularidad de cada caso, cómo eso se
presenta cada vez. Entonces el método interpretativo y el método clínico se van influyendo,
no es que viene primero la interpretación y después la elaboración clínica como si fuera una
distribución meramente cronológica, después se van entonces influyendo y uno también va
ajustando la interpretación a lo que va consiguiendo o creyendo por lo menos elaborar el
sentido hipotético respecto de ese sufrimiento de ese difícil o imposible de soportar. Y luego
distinguimos…
Método analítico: (la destitución subjetiva), es una propuesta sobre todo de Lombardi, es
un método distinto, que podría distinguirse, separarse de algún modo diferenciarse, de esos
otros dos métodos. Con la aclaración de que no es algo que venga solamente en tercer
lugar y de una manera desprendida de lo anterior, pero que efectivamente, es lo que se
pone en juego sobre todo y lo que se trata de iluminar en el final del análisis, en esas
coordenadas para Freud del cierre del juego, cómo concluir, que si bien es algo que se
puede más o menos sistematizar, sino no podríamos hablar tampoco ahí de método
siquiera, es más difícil de sistematizar o de tipificar que los tipos de comienzo, por ejemplo
uno de los consejos que daba Lacan con respecto al síntoma obsesivo, decía que primero
había que histerizarlo, para luego entonces con ese movimiento de histerización, poder
producir esa entrada en el dispositivo o en el trabajo propiamente analítico. Entonces ahí
tenemos una manera de tipificar o de sistematizar las entradas en análisis, las salidas, el fin
de análisis es más difícil, pero efectivamente la doctrina de Lacan, de un segundo Lacan, en
cuanto a las versiones que el propio Lacan va dando en el final del análisis, piensa que el
acto analítico en el sentido más fuerte, más puro, es el que permite pasar de analizante a
analista. La noción con la que nosotros venimos trabajando que aplica a ese pase, que es
un paso, más allá de si lo pensamos en la temporalidad de un instante o de un momento de
concluir, o de una fase final incluso en el análisis, es el pase en donde se destituye ese
sujeto dividido por los significantes, representado por los significantes, por lo menos por un
par, entonces la destitución subjetiva que es conveniente para pensar la posición del
analista, destituirse de las categorías propias de la subjetividad para poder de ese modo
entonces realmente sostener ese gesto inaugural de Freud que es darle la palabra al otro
sin entrometerse tanto, sin comprender rápidamente. Esa destitución subjetiva es la que
Lacan piensa se produce en ese pase en el final y es ahí donde uno podría tratar de
interrogar lo que hay de propiamente analítico en un método que sin los dos anteriores no
podría siquiera tener lugar. Entonces hay un orden lógico: método interpretativo o tentativo,
cuyo modelo para estudiar son los sueños y su trabajo del desciframiento; el método clínico
implica al menos lógicamente un segundo tiempo para elaborar lo que pasa con un paciente
en términos de caso clínico, entonces es muy importante estudiar las distintas categorías
clínicas (inhibición, síntoma, angustia, acting out y pasaje al acto); y el método analítico, se
ilumina sobre el final, el acto analítico Lacan primero lo plantea así como el paso, la
transformación diría Freud, de analizante a analista en esa versión del final que es la del
atravesamiento de las fantasías o la travesía de las fantasías, pero en definitiva es algo que
está presente después desde el comienzo de cada análisis. El analista también adquiere
algo de esa convicción respecto del inconsciente y del deseo que lo sostiene y del objeto del
que se sostiene por haber llegado hasta el final, entonces ahí tenemos una especie de nudo
entre los tres métodos que en algún sentido se vinculan con esos tres planos que también
venimos distinguiendo en función de lo que Lacan piensa como dirección de la cura.
Subrayar que: uno puede quedarse con una versión más rígida, con una versión más 100%
del acto analítico, que implicaría entonces suponer que hay que llegar hasta el final del
análisis, hasta la experiencia del final para entonces hacer esa experiencia de la destitución
subjetiva, hacer esa experiencia de que uno se puede en determinadas condiciones,
determinadas disposiciones de las cosas, en determinados dispositivos, destituirse de sus
categorías de sujeto, para entonces poder efectivamente escuchar sostener la regla
fundamental e incitar el trabajo del analizante, esa es una versión 100%. Pero también se
podría pensar y creo que es conveniente hacerlo en que hay algo de eso que se va
adquiriendo de a vueltas en un análisis, por lo menos dos o tres veces uno pasa por el
mismo punto.

Ubicar la implicación triple del analista como dice Lacan, está implicado con su palabra en
donde lo que está en juego sobre todo es en principio el método interpretativo justamente
tentativo, donde para Lacan el analista es lo más libre que se puede ser, porque por más
analizado o recontra analizado o 100% analizado esté el analista de todos modos sigue
teniendo inconsciente, e incluso (en esto insiste más Lacan que Freud) sigue existiendo el
síntoma. El último tramo de la enseñanza de Lacan insiste en que así como uno no se
termina de curar de su inconsciente, tampoco se termina de curar del todo del síntoma,
entonces Lacan habla a veces de la producción de lo incurable del síntoma, lo cual requiere
una serie de aclaraciones o elaboraciones conceptuales, como diferenciar síntoma de
synthome, para tratar de encontrar una manera de pronunciar lo que quizás es casi
impronunciable como diferencia, H que Lacan le mete a noción de síntoma cuando la
reelabora en el final.
No hay que exagerar tanto para un lado creyendo que el 100% analizado elimina el
inconsciente y el síntoma del analista, ni hay que tampoco conformarse con poquito, con
una sospecha de que el inconsciente puede existir, se puede adquirir esa sospecha dice
Freud, simplemente con prestarle atención a los propios sueños aún sin estar en análisis.
Tanto Freud como Lacan insisten en que aunque no sea 100%, uno tiene que hacer una
experiencia del inconsciente de a varias vueltas, se va percibiendo alguna determinación, a
lo que se le suma una serie de sueños, lapsus, tropiezos de la palabra, confusiones que a
uno lo van dividiendo también un poquito, y quizás eso se empieza a anudar efectivamente
con un síntoma que insiste e insiste, con algo que se repite en ese sentido, y entonces uno
va adquiriendo una firme convicción, no una sospecha, una idea, un gustito por lo
inconsciente. Eso no es privativo del final del análisis, del 100%. El modo en que el analista
está implicado, que entonces es triple, libre en cuanto a sus intentos de interpretar sería,
pero ya no tan libre esa interpretación cuando se ajusta a la estrategia que hay que ir
haciendo porque el hecho de prestar la persona así lo estuvimos trabajando el analista paga
con su palabra porque cada tanto abre la boca eso puede producir un efecto de
interpretación, de transformación, de división subjetiva. Paga con su persona porque está
medio desdoblado, y hay toda una persona, una personalidad que ofrece a la escena
transferencial que no la maneja el analista del todo, que tiene más bien que ir construyendo
la hipótesis de dónde está tomado en las fantasías, en el narcisismo, también en el deseo
de su paciente, entonces tiene que ir ajustando el método tentativo de la interpretación a las
estrategias que va armando según dónde esté ubicado para con su paciente. Y paga con
su juicio íntimo porque efectivamente se trata de poner en juego lo que sepa o no el
analista pone en juego como juicio íntimo que no es juicio ya en el sentido del gusto o de lo
bueno y lo malo o de lo que conviene o no conviene que el paciente haga, no se trata de eso
que es evidente que es un juicio que el analista tiene que suspender, tiene que ser neutral
en ese punto, abstinente, tiene que dejar de costado su juicio estético, su juicio moral, su
juicio pedagógico. Pero aún así ese juicio íntimo que tiene más que ver con el hecho de que
desencadena un proceso que no sabe exactamente a dónde va a ir a parar, y sin embargo
en algún punto abre algún juicio, por ahí no lo abre tanto pero está sosteniendo los otros dos
planos. Eso que tiene que ir en dirección de lo que estamos llamando acto analítico en el
sentido 100%, destitución subjetiva, final del análisis, atravesamiento de las categorías fijas
de la fantasía o de la fantasía que es justamente la fijeza entre una versión del sujeto y
objeto, y si no es atravesamiento por lo menos la travesía una vueltita por atrás de la
pantalla sería para ver lo que no hay, para ver la falta, el agujero. Ahora eso, yo lo propongo
así (gráfico) por ahí varias vueltas pasando por el mismo punto, el objeto a dice Lacan, por
lo menos un análisis lógicamente hablando pasa dos o tres veces por el mismo lugar, hay
algo de esa repetición que hace pasar varias veces por un mismo lugar. Y cada vez que uno
pasa por ese punto que Lacan llamó efectivamente el punto en donde se hace la experiencia
de lo imposible, de la imposibilidad, importante para Lacan, pero también para Freud que
dice que el psicoanálisis es quizás una de las profesiones imposibles, que no va a ser del
todo eficaz, o en todo caso que no va a haber una curación del todo completa.
Pasar por ese lugar en donde de algún modo se experimenta lo imposible, da esa
experiencia de destitución subjetiva, y entonces sin poder preverse, calcularse, un análisis
antes de llegar al 100% del final y sin pretender poner porcentajes. En la experiencia del
analista, cuánto “virus” del objeto a, el objeto de la angustia pero también el objeto que
articula la condición del goce, es decir de la satisfacción molesta, perturbadora, con la causa
del deseo, cuánto virus del objeto a hay que inyectarse en análisis para poder finalmente
hacer esa experiencia de la destitución subjetiva, para estar preparado para analizar, no se
sabe qué porcentaje.
Si bien la propuesta de Lacan en el sentido ético fue ir un poco más allá de lo que Freud
proponía, no quedarse con la idea de la convicción en la existencia del inconsciente,
efectivamente eso es lo fundamental y lo mínimo indispensable, pero quizás se puede hacer
alguna experiencia todavía un poquito más fuerte. Lacan fue finalmente un poco más
exigente que Freud en ese sentido, que es algo así como no sólo convencerse de que el
inconsciente existe, sino convencerse de que algo de eso se puede disolver si uno
efectivamente hace esa experiencia de lo imposible, hay que desmantelar el sujeto supuesto
al saber. Entonces no es necesario el 100%, pero sí es importante que alguien tenga una
experiencia de análisis lo suficientemente fuerte, convincente como para que le permita
sostener ese acto del analista, que es efectivamente insistir en que algo del inconsciente se
va a expresar, que uno va a poder escucharlo, y que va a poder intervenir aunque no sepa
exactamente con qué consecuencias o con qué resultados, pero que algún cálculo va a
poder hacer, lleva tiempo, pero no se sabe cuánto.
Pregunta: siempre está lo imposible de elaborar, hay algo que está aminorado a través del
análisis, pero va a seguir estando.
Por un lado la idea de que hay un conocimiento del síntoma y que se puede acceder a una
suerte de saber respecto del síntoma, que tiene que ver más con el hacer que con el saber
que se puede establecer de manera más firme, la idea de que se puede llegar a saber hacer
algo con el síntoma, e incluso la idea de que el final del análisis puede consistir en algo así
como identificarse al síntoma, es la última propuesta de Lacan, yo diría a groso modo hay
tres grandes versiones del final del análisis en la enseñanza de Lacan, y la tercera y última
es esta idea de que uno quizás puede encontrar una manera de concluir o determinar,
efectivamente lo que está en juego es la pregunta freudiana: ¿eso es terminable o es
interminable? El profesor dice que es terminable e interminable, ambas cosas, porque
depende lo que uno ubique ahí como criterio para juzgar si se termina o no se termina, uno
podría decir es terminable no es interminable, y también depende éticamente de la
convicción de cada uno, es decir de la experiencia también que cada uno haya hecho,
entonces a veces suelo decir así: el análisis terminable o interminable, como ustedes
quieran, como cada uno quiera como cada uno crea, pero por convicción. Entonces
justamente porque hay algo de interminable que tiene que ver con lo imposible de resolver,
de solucionar, para Freud eso está examinado de dos maneras distintas, por un lado el
ombligo del sueño, que es la primera formulación de un límite para la interpretación, ya sea
para la interpretación de un sueño, de los sueños, o del conjunto de formaciones que ofrece
el inconsciente de un paciente a lo largo de una cura, que hay entonces un ombligo como
dice Freud, es algo que está allí como medio anudado, no es estrictamente hablando
todavía el agujero o un agujero, está más cerca de la cicatriz que puede quedar después de
un agujero, de un corte primordial. Caso hombre de los lobos ejemplo de agujero en la nariz
que a veces ve como cicatriz.
El sueño tiene dice Freud un ombligo en donde el deseo se asienta, algo así como el del
asiento o el punto antes de lo desconocido del agujero. Eso para Lacan es el significante
que falta en el otro, y que falta por estructura, porque no lo hay. Lacan escribe significante
del otro barrado o el otro en falta, el otro incompleto, y es uno de los reales, es un imposible
en términos más bien lógicos efectivamente. En análisis terminable e interminable, como ya
no se trata sólo del sueño y del método interpretativo sino de la dirección de la cura o del
tratamiento, el concepto que va a ese lugar es el de represión primaria. Sería entonces ya el
punto en donde la interpretación no llega a un último significante ni a una última
representación como Freud creyó muy inicialmente, hay una imposibilidad de saber, y por lo
tanto que en el análisis no se trata solo y ni siquiera se trata tanto del método analítico, en el
método analítico lo propiamente analítico tiene que ver más con los límites del saber, con lo
imposible de saber, que es lo que le da marco dice a veces Lacan al saber, que con lo que
se elabora de saber en un análisis, lo más analítico, lo más contundente, lo que mejor
transmite, lo que mejor prepara para el análisis, no es todo lo que uno logró saber de su
inconsciente, sino el hecho de haber hecho la experiencia de que hay un límite impasable
sería. Impasable como significante equívoco que Lacan toma de Freud para decir que el
complejo de castración que Freud creía que era lo impasable, que era un obstáculo de
estructura, para Lacan a partir de cierto momento es más bien un impasse, eso quiere decir
un obstáculo superable, un tiempo de espera, algo que está complicando pero que se puede
superar, por eso el pase como término significante que es equívoco también porque tiene
por lo menos dos sentidos, es la propuesta lacaniana o la contrapropuesta lacaniana para ir
un poquito más allá de los finales de análisis freudianos (que son los del complejo de
castración como roca viva).
La cuestión es efectivamente por un lado advertir que hay un imposible, que hace que el
análisis podría resultar interminable si uno pretende entonces terminar de esa manera,
encontrar la representación, o resolver el problema pulsional que es el otro eje que uno
encuentra en Freud, el factor pulsional como lo que hace interminable una experiencia de
análisis, porque la pulsión, cuya característica estructural es el empuje (4 elementos de
Freud: empuje, meta, fuente y objeto). El empuje más que ser un elemento de esa
construcción, de ese artificio que es la pulsión, que es el fruto del encuentro entre la lengua
y el cuerpo viviente, el empuje es más bien la característica estructural de la pulsión que
empuja y empuja, y algo de eso también es interminable.
Por lo tanto cuando a Lacan le preguntaron (definición de clínica psicoanalítica: lo imposible
de soportar) si lo que él llamaba lo real era lo que Freud llamaba el ombligo del sueño,
Lacan responde que lo real tiene por lo menos en la experiencia del límite del análisis dos
versiones: eso que se llama ombligo del sueño que efectivamente es el punto a retener, lo
que Lacan escribe significante de la falta en el otro, también el real más pulsional que Lacan
solía escribir, matematizar, de alguna manera formular con el objeto a minúscula, así que
ahí también hay un real de algo que insiste, y de lo cual también hay que hacerle la
experiencia de que eso va a seguir insistiendo y que hay que darle algún otro destino, por
ejemplo sublimatorio. En muchos casos la sublimación como destino de la pulsión en el final
de una experiencia de análisis es fundamental.
Hay algo de ese imposible que efectivamente está en juego en el final del análisis,
aprovecho para comentarles esas tres grandes versiones en Lacan de algo así como de
limitar lo imposible de saber y el imposible de resolver en el sentido de lo pulsional. Más bien
se trata del falo como referencia fundamental, como referencia significante del deseo, y la
experiencia según Lacan es algo así como la de convencerse de que es imposible ser el
falo, es imposible igualarse al deseo sería, a los significantes del deseo, y la idea de Lacan
es que el neurótico y el perverso no resignan ese narcisismo de las fantasías que consiste
en tratar de ser el falo, de fijarse a ese objeto significación. Y hay un caso de un paciente de
Lacan que él mismo cuenta (punto 13, cap 5 dirección de la cura). Paciente hombre
obsesivo que está en la fase final del análisis y produce un síntoma según la lectura del
analista, algo así para no terminar, para seguir aferrándose un poquito a esa significación
que es transferencial también, a ese complejo de castración (que después Lacan pensó era
un punto superable, castración es nudo transferencial).
Primera versión del final de análisis es hacer la experiencia de que eso es imposible (ser el
falo), segundo tiempo del Edipo diría Lacan, la privación, es imposible y eso no llega por vía
de la teoría o del conocimiento que hemos tratado de distinguir bien del saber, no se trata de
conocer la teoría de Freud y Lacan, etc., que dice que es imposible ser el falo, hace falta
recorrer los meandros del deseo de cada uno, de la historización en el sentido de la historia
del deseo, para advertir que se han construido versiones de ese ser el falo del otro en el
caso de las neurosis y las perversiones. Hay una segunda versión del final del análisis (texto
de la proposición del 9 de octubre de 1967 a los psicoanalistas de la escuela de Lacan)

Lacan propone el pase como procedimiento de la escuela para tratar de investigar los
modos singulares en que se terminan los análisis, en que se concluye eso que podría ser
interminable efectivamente, y sobre todo en el sentido del método más bien analítico, no
solo en el interpretativo y el clínico, el analítico que es el método que es más didáctico de
todos en algún sentido, investigar lo que Lacan llama la producción del analista, la gestación
del deseo de analizar del analista. Es así que propone el pase y en esa propuesta agrega
esta versión algorítmica, en esa especie de intento lacaniano por matematizar la clínica del
psicoanálisis, que es una manera de retomar la noción del sujeto supuesto saber, ya
introducida hace varios años, que la experiencia mostró que había sido mal entendida, lo
cual quiere decir que tuvo efectos porque el malentendido es efectivamente el modo en que
se comunica el inconsciente, es el modo del diálogo de comunicación para nosotros en la
experiencia analítica, y la enseñanza en la transmisión del psicoanálisis para Lacan tenía
que seguir también un poquito esas vías, una diferencia con Freud. Lacan no apuesta a una
transmisión algo así como de un conocimiento cerrado y del todo preciso, sí apuesta a esta
suerte de matematización para evitar los abordajes más imaginarios de los conceptos, de
las teorías, de los problemas clínicos, pero apuesta también al malentendido que hay que ir
trabajando con las nociones más que aprendérselas y metérselas en la cabeza. Entonces lo
que se había malentendido de la fórmula del sujeto supuesto al saber como nombre de la
transferencia, como manera de capturar eso sería conceptualizar, la experiencia de la
transferencia que sostiene una experiencia de análisis, es decir que la hace operativa, la
transferencia en el sentido más dinámico, la que va en línea con la regla fundamental se
había entendido mal que el sujeto supuesto saber era el analista y el rigor de verdad,
cuando digo que el malentendido es importante en psicoanálisis, esa es una versión de la
transferencia más bien inicial, un poco imaginaria, pero necesaria también en la mayoría de
los casos, yo suelo llamarle a eso más bien atribución de saber a la persona del analista
para designar esa aprehensión más imaginaria del vínculo transferencial en donde el
paciente cree que el analista por ahí sabe mucho, y para reservar la expresión ‘suposición’,
sujeto supuesto al saber, es un sujeto que se le supone al significante del saber, que tiene
que aparecer en acto entre la asociación más o menos libre, porque no es del todo libre y la
interpretación, es decir que estrictamente hablando el sujeto supuesto al saber, dimensión
más simbólica de la transferencia, es eso que se produce con lo que se da inicio, de hecho
es lo que se instituye en el comienzo del trabajo propiamente analítico, y lo que sostiene ese
trabajo, es la dimensión simbólica de la transferencia que sostiene la suposición de saber
por un lado y con la suposición de que ese saber no del todo sabido en algún punto
insabible, Lacan aporta algo más que Freud respecto de la cualidad de ese saber. Sostiene
el trabajo del análisis, hasta que eso se desmonta, sería el término más de Freud, el
desmontaje de la transferencia. La destitución subjetiva coincide con ese desmontaje, y lo
que queda entonces más al descubierto que es lo que está disimulado en esta fórmula de un
significante que se asocia con un significante cualquiera en la transferencia, ya hay algo de
destitución subjetiva en este gesto si es que el analista efectivamente puede sostener bien
esa ficción operativa como dice Lacan, que es que el analista queda en principio tomado
más que como una persona como un significante, ya es destituirse un poco como sujeto,
como subjetividad y admitir ser para el otro alguna referencia significante.
Pero además sin que se sepa del todo bien, lo que está en juego ahí es el analista como
objeto también, sobre todo como objeto libidinal, es la otra dimensión de la transferencia.
Eso es lo que hay que desmontar y esa es la segunda versión en Lacan del final del análisis,
que tiene muchas aristas pero por lo menos para poder indicar lo que tiene de diferente con
respecto a la primera, y por lo tanto de diferente con respecto a la propuesta de Freud es
que hay que poder elaborar clínicamente la noción de objeto a justamente, objeto que
participa en la experiencia de la angustia, que participa en la experiencia de los
condicionamientos funcionales en sus 5 formas, pero que además es el objeto que más que
atraer al deseo o llevarlo hacia los lugares de atracción (es el fallo el objeto del deseo),
Lacan piensa que con ese otro objeto lo que se puede es impulsar al deseo, ponerlo en el
lugar de la causa.
Discurso del analista deja entonces para el lado del analista efectivamente como dice Lacan,
esa doble función que es soportar el significante del saber de manera un poco oculta,
enigmática, en el lugar de la verdad pero que sostiene el trabajo analizante, y soportar
también esa función de causa de deseo, semblante del objeto, haciendo semblanza,
apariencia, montaje de alguno de esos objetos, aunque saben que entre las versiones del
objeto del deseo y de la pulsión la voz, el objeto de la cuestión invocante, se hace más
realmente presente en general en el silencio, no en cualquier tipo de silencio, pero en el
silencio analítico que promueve, incita, causa la experiencia de la división, a veces también
con la angustia pero sobre todo lo que buscamos es el síntoma, es dividirse ante lo que se
dijo, ante lo que se le ocurrió, para ponerse a trabajar y producir esos significantes
fundamentales superyoicos de la demanda neurótica.

Tenemos entonces la fórmula del discurso analítico dividiendo primero en dos, del lado
izquierdo entonces el analista a su vez subdividido, dividido él mismo entre esas por lo
menos dos funciones, y del lado derecho el analizante también dividido o dividiéndose,
sorprendiéndose a veces también, encontrando alguno de esos significantes o
reencontrándolos.
El final de análisis que se deduce de esta otra doctrina, (seminario 14 fantasía-seminario 15
acto psicoanalítico). Esa fórmula del atravesamiento del fantasma o del acto analítico como
pase o paso del analizante al analista se corresponde con esa teorización, con la destitución
de ese sujeto supuesto al saber, el desmontaje de esa ficción simbólica de la cual se
sostiene el trabajo del análisis. Para dejar de eso una de las versiones de lo real como
imposible o de la imposibilidad que sería ese objeto a minúscula, Lacan a veces le dice resto
tomando referencias más bien de la lógica matemática, el resto de una operación de
división. Indica que entonces es fundamental poder hacer una experiencia de cómo, sobre
todo bajo la forma de la mirada y la voz, se puede poner en presencia algo un poquito más
real de lo que hay pulsionando en el deseo, con la mirada y con la voz.
Presentación para tratar de ubicar esa destitución subjetiva del final subrayando lo que hay
de imposibilidad, cuando encuentren una barrita en la matemática lacaniana que es la que
debería estar dividiendo al objeto a del significante del saber en el caso del analista o
dividiendo el sujeto y el significante amo en el caso del analizante, cuando hay una barrita
eso quiere decir represión, o negación, o división. Cuando hay dos barritas en general
quiere decir imposibilidad, algo así como no relación sería la otra versión en Lacan. Lo más
analítico que hay en el método de la clínica del psicoanálisis es esto, es dividir, separar
como decía Freud, descomponer, dividir, separar, distinguir hasta llegar a los elementos
últimos, mostrar la imposibilidad de la junción, sobre todo de la proporción cuando se trata
de la relación con el otro y sobre todo con el otro del sexo, entre el 1 y el 2, entre el uno y el
otro, entonces lo propiamente analítico no es tanto el saber que se va descifrando
efectivamente, y que va aportando verdades, el saber en el lugar de la verdad es muy
importante eso sin duda en un análisis, elaborar el saber inconsciente para ir revelando todo
lo que se pueda de la verdad de lo que ha sido para cada uno el deseo, como viene del otro
en definitiva no es del todo de uno y no lo será nunca del todo de uno, por eso la ética del
deseo es muy importante entender que es una ética de la castración, que la noción
fundamental tal vez sea castración más que deseo, no pregonamos una versión idealizada
del deseo porque si no estaríamos otra vez yendo en contra de lo verdaderamente analítico
en el método, que es mostrar que el deseo tiene sus raíces en los puntos de imposibilidad.
Lo que no se puede, decir, saber, obtener, por lo tanto no se puede demandar o no vale la
pena demandar, no vale la pena seguir tan dependiente de la demanda o las demandas del
otro, y que el deseo tiene raíces en la pulsión, incluso en la pulsión sexual, que eso también
tiene algo de real y de imposible y que lo que resulta más eficaz y más analítico es ese
punto de imposibilidad insuperable.
Lo que nos queda un poquito por fuera es esa tercera versión del final del análisis, dedicada
a la noción de síntoma, siguiendo la última propuesta de Lacan de que hay más de una
versión posible para concluir el análisis para que eso que podría ser interminable se fije en
algún lugar, pero Lacan dice que él prefiere, que la que le resulta más conveniente, más
analíticamente eficaz y éticamente admisible es identificarse con el síntoma, e identifijarse
dice Lacan, para que efectivamente haya un punto de fijeza, de basta, de conclusión, de
terminación, pero tomando al síntoma como referencia, y no a las fantasías o a los ideales, a
los significantes ideales ni siquiera el significante del falo estrictamente hablando.
Pregunta: deseo está articulado pero no es articulable.
Hacer coincidir el deseo con lo que se quiere. Es difícil diferenciar lo que se quiere de lo que
se desea, y es difícil también transmitirlo ahora que somos estudiantes.
Acto entendido como una coincidencia, aunque no sea plena sigo insistiendo en eso no es
una coincidencia del 100% entre lo que se desea y lo que se quiere, lo que se elige, lo que
se gusta, es una buena fórmula entre otras, pero sin duda indica bastante bien lo que
sucede en la experiencia por ejemplo de la neurosis en donde el deseo, que tiene
determinaciones y pulsaciones que van más allá de uno, que vienen del otro, de los otros,
incluso de eso otro que ni siquiera son los otros, porque en la pulsión hay más bien un otro
que no es de nadie, lo otro en la experiencia pulsional que no es de uno, pero tampoco es
del otro paterno y materno, y del compañero/a del amor, por algo Lacan le llama objeto
pequeño a, a ese objeto de la angustia, de la causa del deseo, y de la condición del goce, a
minúscula respetando la lengua lacaniana que es el francés, es la inicial de otro, a
minúscula es la inicial de otro, pero es un otro real.
Entonces efectivamente la experiencia de un análisis en parte es la experiencia de un deseo
que por más que no podamos decir es mío, es mi deseo, tampoco podemos decir yo no
tengo nada que ver con eso y eso empuja en cierta dirección porque es un deseo
pulsionado, hay que entender eso, entonces la verdad que no está asegurado que un
análisis va a llevar a esa confluencia. Tampoco en los casos en que sucede hay que
pensarla como que eso coincide y se amalgama, como piensa a veces Lacan, pero sí uno
puede pensar que hay momentos, decisiones, elecciones en la vida en donde se pone en
juego eso en donde uno puede responder de una manera muy diferente, puede no
responder con una angustia tan plena o automática que no sabe lo que hacer, y no sabe
elegir o no puede elegir, puede no responder dividiéndose, eso quiere decir también
entrando en la duda, produciendo un síntoma corporal por ejemplo, puede responder no
escondiéndose como en la inhibición, y sobre todo la inhibición en su raíz fantaseada que es
esconderse en la fantasía, el sujeto más que dividido, el sujeto en fading, oculto, sino que
puede responder ante una exigencia en donde lo que va a estar en juego estructuralmente
hablando siempre, es esa distancia entre algo que es apropiable y algo que no lo es. Ahora
por un instante, por un momento, por un tiempo, con respecto a ciertas cosas, eso puede
coincidir, por lo tanto no es solamente la cuestión del deseo porque sino uno queda
atrapado, si el deseo está articulado en la cadena significante y sólo nos podemos acercar al
deseo y cercarlo en la medida en que vamos descifrando los significantes que lo
constituyeron, que lo mantienen, que lo sostienen, que le dan su dinámica, el grafo ese eso,
el grafo del deseo, el deseo es ese espacio entre las dos cadenas del significante, no es
ninguno de esos significantes, no es articulable en un significante final, pero está articulado.
Ahora esa es la característica estructural, la paradoja incluso del deseo como dice Lacan, el
deseo requiere de la palabra porque la palabra lo funda pero no es atrapable del todo por la
palabra tampoco. El deseo como categoría analítica hay que vincularlo con la pulsión, con el
goce y también con el amor por supuesto, también es una manera de reducir las cosas decir
que se trata de la ética del deseo, que se trata sólo del deseo, porque el deseo puede tener
distintos estados, tratamientos, puede no tener nada que ver con el amor y con el goce, y
entonces hay ciertos deseos de ciertos sujetos o seres hablantes en donde el deseo
efectivamente se sostiene sobre todo como metonimia de la falta en ser, así lo define Lacan,
es decir el deslizamiento propio del hecho de que como no hay el ser designado por la
palabra, por el lenguaje, el deseo es el movimiento que lo busca, pero eso puede ser una
línea interminable y hay casos así, sobre todo casos de psicosis. El deseo puede tomar un
poco la forma o la dinámica más neurótica que es vincularse efectivamente con la pulsión o
con el goce, vincularse también con la demanda, es decir con el amor, pero de una manera
fija, fijada a una satisfacción que además ni siquiera es admisible para el yo, entonces la
fantasía es un circuito del deseo, que aporta una cierta relación con la satisfacción, por eso
Freud se vio obligado a decir que en las fantasías hay soldadura, hay algo del cuerpo, hay
algo de lo pulsional, hay algo del goce que se mete, entonces el deseo si se fija tanto es
porque la fantasía encuentra también una manera de goce de satisfacción, pero que puede
ser molesta, sintomática, torpe, aburridísima, estúpida, siempre la misma. Es una
forma de vida, hay otras éticas, y uno puede aferrarse a un deseo totalmente fijado en una
fantasía o en una matriz imaginaria como le llama Lacan, una matriz fantaseada o puede,
efectivamente hacer coincidir un poco más en el acto, no en lo fantaseado ni en lo
sintomatizado, ese deseo que no siempre es puro ni agradable, ni ideal, ni estéticamente
aceptable, pero sí es importante, si se trata de deseo y de acto y no de pasaje al acto, sí
tiene que ser de algún modo socialmente aceptable, eso no quiere decir por las normas, no
tiene por qué ser normativo el deseo, acorde a las normas pero sí en el sentido de tomar al
otro, la existencia del otro, del otro en el deseo, del otro deseo. Entonces ahí hay salidas
diversas, además según se trate de las posibilidades sintomáticas de cada uno, neurosis
psicosis o perversión, se nota que en la psicosis el síntoma psicótico es el que ofrece
muchas veces mayor grado de libertad como para poder hacer coincidir algo del deseo con
el acto, y entonces con las dificultades del caso, porque no es un caso estrictamente
hablando psicoanalítico, el caso de Joyce: Lacan busca hacer coincidir algo de sus síntomas
del goce de su inconsciente con un acto que además de ser creativo es social. En acto hay
varias versiones de hacer coincidir un poco el deseo con la pulsión, un poco lo que lo que se
quiere, lo que lo que se gusta, lo que empuja, en una decisión que tiene que incluir siempre
la idea de que hay un punto de imposibilidad, de que hay algo imposible, que uno elige eso
pierde otra cosa, uno se la juega por ese lado y sin saber exactamente con qué resultados.
Es algo a seguir explorando en varios casos no solo psicoanalíticos. Esa noción de acto en
algún sentido promueve un destino, ni neurótico, ni perverso, ni psicótico para el deseo, al
menos en el punto en donde eso efectivamente se acomoda un poco, se amiga un poco con
el síntoma, con la división incurable, con la angustia de la cual se puede entonces también
obtener alguna cosita. Retomando a Freud sería el hombre de acción que más bien
aprovecha la angustia, lo que la angustia tiene más bien de indicación certera, entonces son
formas de resolver el problema de las relaciones del deseo, con el goce y con el amor. La
fórmula aforística de Lacan: el amor es lo que permite al goce condescender al deseo, o se
podría decir el amor de transferencia es lo que le permite al goce del síntoma condescender
a ese deseo, que primero es una suerte de deseo de saber, que es lo que sostiene un poco
desde el lugar analizante el trabajo del análisis, pero que después es un deseo que tiene
que tener su lugar en el acto, un acto que entonces aproveche el lazo amoroso
eventualmente, que aproveche lo que pulsiona y lo que empuja, pero que ya no esté tan
condiciono, que no sea un deseo tan padecido, con lo cual yo creo que esa es una
coordenada, no hay que tomarlo un 100% tampoco.
Pregunta: final de análisis. Se fija en algún lugar, se identifica e identifija con el síntoma, hay
algo de lo interminable. Relación con “no hay relación sexual”, “hay un goce que es del
uno”.
Efectivamente si dividimos la enseñanza de Lacan en tres grandes momentos, el tercer
Lacan que de algún modo está presente con muchas de sus referencias en nuestro
programa, por ejemplo la definición de la clínica psicoanalítica es de ese tercer Lacan,
contempla este conjunto de categorías y de referencias conceptuales y de doctrina, como
por ejemplo ser el “no hay relación sexual”, sería no hay relación proporción, como el
aforismo a partir del cual Lacan en ese momento trata de ubicar esa versión de lo imposible,
de lo que efectivamente no hay y no habrá.
No hay relación sexual, no hay juntura entre el significante 1 de lo uno y el significante 2 del
saber, Lacan dice en algún momento me equivoqué, cuando inicialmente en función y
campo de la palabra y del lenguaje, y la instancia de la letra, sostenía que había cadena
significante, que el significante se encadenaba, que naturalmente, estructuralmente
hablando el significante se presenta en cadena, nunca solito, salvo los casos puntuales de
momentos sintomáticos en la psicosis. En realidad dice después, lo significante no hace
cadena más que la función de la palabra en el campo del lenguaje, de lo que se trata es de
la ficción, creación, creaciones, artificio de la palabra, y del canto del lenguaje, no del
campo. Por eso va construyendo otras nociones u otras versiones más neológicas y
entonces habla de la la-lengua como algo diferente al lenguaje, o de la lingüistería más que
de la lingüística, o del inconsciente real, trató de cambiarle el nombre a lo inconsciente.
Todas esas son categorías del último Lacan, efectivamente tiene que ver con esa doctrina
de un final que no es incompatible como doctrina, con las dos anteriores es más bien fruto
del avance de la enseñanza de Lacan, como suele suceder en un análisis también un
avance que más que avanzar es girar en redondo respecto de lo más real de la estructura,
entonces sin duda hay algo de trabajo de cuestionamiento de la identificación con el falo, del
ser el falo, un cuestionamiento de esa identificación en el análisis de las neurosis y las
perversiones por lo menos, que quizás no es suficiente, a lo cual hay que agregarle ese
trabajo de construcción de la fantasía o del fantasma para deconstruirlo, para atravesarlo, y
aún así eso no permite llegar a una conclusión al modo de algo más fijo en lo que uno
puede, no instalarse para siempre ni identificarse plenamente tampoco, por eso esa
identificación con el síntoma es más el orden de un saber hacer, que es un saber que uno
obtiene, y por eso es más del orden del conocimiento, idea del conocimiento del saber hacer
con el síntoma que Lacan propone para referirse al síntoma en ese estado final incurable.
Cuidarse de idealizar también al analista.

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