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 Derechos del hombre

Durante el siglo XVIII, conocido como la ilustración o siglo de las luces, surgen
poderosos cambios ideológicos sobre los escombros del antiguo régimen. Del
pensamiento social de esa época brotan ideas fundamentales sobre el Estado
moderno, la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, en el marco de
estas nuevas formas de concebir la realidad social, su conocimiento y progreso,
no se logra plantear la igualdad de las mujeres [4].

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, escrita por Lafayette,
fue el documento fundamental de la Revolución Francesa de 1789. En esa
declaración se consagran las ideas de igualdad, de libertad, de soberanía popular,
de limitación al poder estatal, del derecho a controlar a los gobernantes.

En cuanto a los derechos de las mujeres, los pensadores más influyentes


mostraron diferencias de grado al atribuirles inferioridad con respecto a los
hombres. Unos las consideraron seres naturalmente inferiores, con cuerpos y
mentes hechos exclusivamente para tener hijos y estar en la casa, sólo capaces
de atender los intereses inmediatos de la familia. No faltó quienes le atribuyeran
un funcionamiento cerebral que las hacía ser apasionadas. Pero todos
coincidieron en cuanto a que no eran aptas para participar en la vida política y
menos aún para decidir, legislar o representar los intereses de la ciudadanía; los
iguales eran los hombres [5].

Una y otra vez se ha repetido a través de la historia que “hombre” significa varón y
mujer. Considerando que “hombre” no era significado de “mujer”, dos años
después de la de Lafayette, Olympe de Gouges escribió y difundió su Declaración
de los derechos de la mujer y la ciudadana. Artículo por artículo de la declaración
del hombre, fue contestando con su visión de mujer francesa ilustrada. En muchos
casos fue agregando conceptos y en otros sumó las palabras mujer o ciudadana a
hombre o ciudadano, o sustituyó hombre por mujer. Por ejemplo, en el artículo 1
decía “La mujer nace libre y es igual al hombre en derechos...” [6].
Hubiera sido una redundancia según la convicción del universal masculino, pero a
la autora le costó la cabeza, literalmente. Olympe de Gouges fue guillotinada por
orden de Robespierre en 1793. Entonces, compañeras y compañeros donde dice
“Todos los hombres” definitivamente no significa “todas las mujeres”.

Nota: El uso de lenguaje no inclusivo es de las citas textuales.

 Derechos humanos en clave masculina

En 1948 los Estados integrantes de las Naciones Unidas proclaman la Declaración


universal de los derechos humanos. Gracias al poder de la ex primera dama de los
Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, y de un grupo de mujeres que formaban parte
de las delegaciones oficiales (entre ellas una dominicana, Minerva Bernardino), se
consiguió que se llamen derechos humanos para que incluyera a las mujeres,
además de aclarar en el artículo 2 que: “Toda persona tiene todos los derechos y
libertades proclamados en esta Declaración sin distinción alguna de raza, color,
sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”

Mucho se ha dicho y escrito acerca de que a pesar de decir humanos, la


declaración estaba pensada en términos masculinos. Al decir que estaba en clave
masculina, se hace referencia a que atendía a las violaciones de derechos
humanos que les sucedían principalmente a los hombres, por actuar en el ámbito
público o por cuestiones vinculadas a la producción. El universal humano dejaba
de lado lo que sucedía en el ámbito privado y en el reproductivo, así como al
conjunto de derechos sexuales y de derechos reproductivos, a excepción del libre
consentimiento para contraer matrimonio.

En el mismo año de la Declaración universal (1948, los países que forman parte
de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprueban la Declaración
americana de los derechos y deberes del hombre (y de vuelta al lenguaje y al
pensamiento sexista).
A las declaraciones le siguen los pactos, protocolos y convenciones, es decir los
instrumentos y los mecanismos de control y monitoreo. Así se van formando los
diferentes comités de monitoreo de los principales instrumentos de derechos
humanos de carácter universal.

La OEA por su parte aprueba en 1969, la Convención americana sobre derechos


humanos (conocida como Pacto de San José), que entró en vigor en 1978. Este
instrumento establece los órganos de protección del Sistema Interamericano de
derechos humanos, la Comisión y Corte Interamericanas de Derechos Humanos.
Nada prohibía llevar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un
caso de violencia doméstica que no encontró justicia en su país, como violación
del derecho a la integridad personal según el artículo 5 de la Convención, pero
faltaban aún dos décadas para comenzar con la relectura desde las mujeres de
los instrumentos de derechos humanos.

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