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El informe del Tribunal Arbitral (19 de noviembre de 1902)

El 19 de noviembre de 1902, el Tribunal Arbitral Británico dio a conocer su informe


respecto del litigio argentino-chileno sobre cuatro zonas: la región del paso de San
Francisco, la hoya del lago Lácar, la región que se extiende desde el Paso de Pérez Rosales
hasta las inmediaciones del lago Viedma, y la región del estuario de la Ultima Esperanza.
Dicho Tribunal Arbitral estuvo integrado por Macnaghten, lord de apelación en grado
ordinario y miembro del Consejo Privado de Su Majestad Británica; John C. Ardagh,
mayor general y miembro del Consejo de la Real Sociedad Geográfica; Thomas
Hungerford Holdich, coronel de los Ingenieros Reales y vicepresidente de la Real Sociedad
Geográfica, y E.H. Hills, mayor de Ingenieros Reales, jefe de la Sección Topográfica de la
División de Informaciones y secretario del Tribunal Arbitral.
El informe del Tribunal Arbitral, que precedió en un día al laudo pronunciado por el rey
británico Eduardo VII, constituye un interesante testimonio tanto de los puntos esenciales
del desacuerdo limítrofe argentino-chileno, como del contenido ambiguo que tenían los
tratados de límites firmados entre ambos gobiernos. Respecto de la primera cuestión, el
informe del Tribunal Arbitral decía que

El Gobierno argentino sostenía que el límite contemplado debía ser esencialmente una
frontera orográfica determinada por las cumbres más elevadas de la Cordillera de los
Andes; en tanto que el Gobierno de Chile mantenía que la definición contenida en el tratado
y protocolo sólo podía quedar satisfecha por una línea hidrográfica que formase la división
de aguas entre los océanos Atlántico y Pacífico, dejando a la República Argentina las hoyas
de todos los ríos que desembocan en el primero dentro del litoral argentino, y a Chile las
hoyas de todos los ríos que desembocan al Pacífico dentro del litoral chileno.

(...) Reconocimos desde el comienzo de nuestras investigaciones que existía, en abstracto,


una diferencia capital entre estas dos contenciones. Un límite orográfico puede ser
indeterminado siempre que no se especifiquen una por una las cumbres individuales por
donde haya de pasar, en tanto que una línea hidrográfica, desde el momento en que se
indican las hoyas, admite ser trazada sobre el terreno.

(...) No es improbable que la circunstancia de que las líneas orográficas e hidrográficas


fueran aceptadas como coincidentes en una sección tan extensa de la frontera como la que
se extiende desde el Paso de San Francisco hasta el Paso de Pérez Rosales (con la
excepción de la hoya del lago Lácar) haya sido la que dio lugar a esperar que se llegaría sin
dificultad al mismo resultado en la parte más austral del continente que, a la época del
Tratado de 1881, estaba todavía imperfectamente explorada.

(...) Las exploraciones y levantamientos llevados a cabo últimamente por geógrafos


argentinos y chilenos, han demostrado, sin embargo, que la configuración de la Cordillera
de los Andes entre las altitudes 41o y 52o sur, es decir, en el trecho en que principalmente
se han suscitado las divergencias de opinión, no presenta las mismas continuidades de
elevación, ni las coincidencias de líneas orográfica e hidrográfica que caracterizan la
sección más templada y mejor conocida.
(...) En la región austral es mayor el número de picos prominentes, éstos se encuentran
dispersos sobre un mayor ancho, y son numerosos los valles transversales por donde corren
ríos hacia el Pacífico. La línea divisoria de las aguas continentales sigue a veces las altas
montañas, pero con frecuencia se halla hacia el oriente de las más elevadas cumbres de los
Andes, y se encuentra a menudo en alturas comparativamente bajas en la dirección de las
pampas argentinas.

(...) En suma, las líneas orográfica e hidrográfica son frecuentemente inconciliables;


ninguna de ellas se conforma plenamente con el espíritu de los convenios que estamos
llamados a interpretar. La investigación llevada a cabo por nuestra comisión técnica ha
puesto en claro que los términos del tratado y protocolo son inaplicables a la condiciones
geográficas de la comarca a que ellos se refieren. Estamos unánimemente de acuerdo en
considerar la redacción de los convenios como ambigua y como susceptible de las
interpretaciones diversas y antagónicas que les han atribuido los representantes de las dos
Repúblicas.

(...) En presencia de estas contenciones divergentes, después de la más cuidadosa


consideración, hemos llegado a la conclusión de que la cuestión que nos está sometida no
es simplemente la de decidir cuál de las dos líneas alternativas es correcta o errónea, sino
más bien la de determinar -dentro de los límites definidos por las pretensiones extremas de
ambas partes- la línea fronteriza precisa que, en nuestra opinión, interprete mejor la
intención de los documentos diplomáticos sometidos a nuestra consideración (1).

NOTA
Texto del informe del Tribunal Arbitral, firmado, sellado y entregado en el Foreign Office
de Londres, el día 19 de noviembre de 1902, y publicado en el "Diario Oficial" Nº 7485, de
17 de enero de 1903, cit. en O. Errázuriz Guilisasti, op. cit., Anexo Documental Nº 2, pp.
104-105.
Aclaración: Las obras citadas (op. cit.) que no se mencionan explícitamente en este listado
de citas, se encuentran en las páginas inmediatamente anteriores. Para ello, haga un click en
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El fallo británico (20 de noviembre de 1902)


Los pactos de Mayo llegaron en forma casi simultánea con el laudo arbitral de la corona
británica. A causa de la muerte de la reina Victoria, el arbitraje había pasado a su hijo y
heredero Eduardo VII, según se convino en Santiago de Chile, el 22 de mayo de 1902. En
su carácter de árbitro, Eduardo VII pronunció su laudo el 20 de noviembre de 1902, sobre
las cuatro regiones en litigio: región del paso de San Francisco, cuenca del lago Lácar,
inmediaciones de los lagos Nahuel Huapi y Viedma, y región adyacente al seno de la
Ultima Esperanza.
El fallo de Su Majestad Británica estableció lo siguiente:

Artículo 1º- El límite en la región del Paso de San Francisco será formado por la línea
divisoria de las aguas, que extiende desde el hito ya erigido en ese paso hasta la cumbre del
cerro denominado Tres Cruces.
Artículo 2º- La hoya del lago Lácar se adjudica a la República Argentina.

Artículo 3º- Desde el Paso de Pérez Rosales, cerca de la parte norte del lago Nahuel Huapi,
hasta las inmediaciones del lago Viedma, el límite pasará por el monte Tronador, y desde
allí hacia el río Palena por las líneas de división de aguas determinadas por ciertos puntos
obligatorios que hemos fijado sobre los ríos Manso, Puelo, Futaleufú y Palena o
Carrenleufú, adjudicando a la Argentina las hoyas superiores de dichos ríos, aguas arriba de
los puntos que hemos fijado, incluyendo los valles de Villegas, Nuevo, Cholila, Colonia 16
de Octubre, Frío, Huemules y Corcovado; y a Chile las hoyas inferiores aguas abajo de
dichos puntos.

Desde el punto fijo sobre el río Palena, el límite seguirá el río Encuentro hasta el pico
llamado Virgen, y desde allí a la línea que hemos fijado cruzando el lago General Paz, y
desde allí por la línea divisoria de las aguas determinada por el punto que hemos fijado
sobre el río Pico, desde donde ascenderá a la divisoria principal de las aguas del continente
sudamericano en la loma Baguales, y seguirá dicha línea divisoria de las aguas hasta una
cumbre cuya denominación local es La Galera. Desde este punto seguirá ciertos tributarios
del río Simpson (o brazo austral del Aisén), que hemos fijado y alcanza el pico llamado Ap-
Ywan, desde donde seguirá la línea divisoria de las aguas, determinada por un punto que
hemos fijado en un promontorio de la ribera norte del lago Buenos Aires. La hoya superior
del río Pico queda así adjudicada a la Argentina y la inferior a Chile. Toda la hoya del río
Cisnes (o Frías) se adjudica a Chile, y también toda la hoya del Aisén, con la excepción de
un trecho en las cabeceras del brazo sur que incluye una estancia llamada de Koslowskey,
que se adjudica a la Argentina.

La continuación ulterior del límite queda determinada por líneas que hemos fijado cruzando
los lagos Buenos Aires, Pueyrredón (o Cochrane) y San Martín, quedando así asignadas las
porciones occidentales de las hoyas de estos lagos a Chile, y las porciones orientales a la
Argentina, encontrándose sobre los cordones divisorios los elevados picos llamados monte
San Lorenzo y Fitz-Roy. Desde el monte Fitz-Roy hasta el monte Stokes la línea fronteriza
ha sido ya determinada.

Artículo 4º- Desde las inmediaciones del monte Stokes hasta el paralelo 52 de latitud sur, el
límite seguirá primeramente la divisoria continental de las aguas, determinada por la sierra
Baguales apartándose de esta última hacia el sur para cruzar el río Vizcachas hacia el monte
Cazador en la extremidad sureste, de cuya montaña cruza el río Guillermo, y se junta
nuevamente con la divisoria continental de aguas al oriente del monte Solitario, siguiéndola
hasta el paralelo 52 de latitud sur; desde cuyo punto el resto de la frontera ha sido ya
demarcado por acuerdo mutuo entre los Estados respectivos. (...) (1)

El Tribunal prescindió pues de los tratados vigentes entre ambos países por considerarlos
ambiguos, y buscó una solución que juzgó equitativa. De acuerdo con el laudo británico,
sobre 94.000 kilómetros cuadrados en disputa, se adjudicaron 54.000 kilómetros cuadrados
a Chile y 40.000 a la Argentina (2). Errázuriz Guilisasti sostiene que Chile obtuvo mayor
cantidad de tierras que la Argentina, pero que la extensión territorial otorgada a ésta
abarcaba regiones más utilizables y de mejor porvenir (3).
NOTAS
Texto del fallo del rey Eduardo VII sobre el litigio argentino-chileno, firmado en la Corte
de Saint James (Londres), el 20 de noviembre de 1902, y publicado en el "Diario Oficial"
Nº 7485, de 17 de enero de 1903, cit. en O. Errázuriz Guilisasti, op. cit., Anexo
Documental Nº 1, pp. 99-101. También citado en I. Ruiz Moreno, op. cit., pp. 248-249.

M.A. Scenna, Argentina-Chile. Una frontera caliente, op. cit., p. 135; G.V. Rauch, op. cit.,
p. 356. Gustavo Ferrari y Roberto Etchepareborda proporcionan datos muy cercanos a los
dos autores anteriores: 54.225 kilómetros cuadrados para Chile y 39.915 para Argentina.
Ver G. Ferrari, "La Argentina y sus vecinos", op. cit., p. 683, y R. Etchepareborda, op. cit.,
p. 168.

O. Errázuriz Guilisasti, op. cit., p. 50.

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