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CASA CHORIZO

Espacios arquitectónicos y domésticos. Casas chorizo. Tipología y


Características. Técnicas y materiales. Densificación de la ciudad. Viviendas
en hileras y edificios entre medianeras VIVIENDA FAMILIAR EN BUENOS
AIRES

Permanencia y transformaciones en el tiempo de la “casa chorizo”.

Desde la época de la colonia hasta nuestros días, las formas de habitar la


ciudad han sido de las más diversas. Esto se relaciona con una identidad
cultural que en nuestro caso es una mezcla de los aportes de la inmigración
europea y rasgos locales gestados desde la colonia que se enriquecieron a
partir del contacto con valores, experiencias e ideas de las nuevas culturas
llegadas a nuestro país. A estas características se le suman, rasgos que se
corresponden con los diferentes niveles socioeconómicos, los cuales dan
como resultado variadas tipologías y estilos arquitectónicos.
Nuestro trabajo está centrado en un tipo de vivienda que fue muy utilizado y
extendido en nuestra ciudad: la casa chorizo. Consideramos este tipo de
vivienda como parte de nuestro patrimonio cultural, portador de significados
tradicionales, capaz de integrar lo nuevo en lo viejo, de incorporar nuevos
espacios y nuevos significados en concordancia con el arraigo, la memoria,
la tradición, sin dejar de lado una gran dosis de creatividad que caracterizó a
la casa chorizo desde sus comienzos.

Orígenes de la casa chorizo

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El núcleo geográfico de desarrollo de esta tipología abarcaba
fundamentalmente las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, en ambas
márgenes del Río de la Plata. Con el tiempo se extendería a toda la
campaña bonaerense, uruguaya y a las capitales provinciales,
especialmente a las que contaban con una presencia importante de
inmigrantes italianos (Santa Fe, Mendoza, Paraná) o a aquellas otras en las
que se afincaban profesionales destacados (Corrientes, Catamarca,
Santiago del Estero).
Sus orígenes deben rastrearse desde el momento en el que Buenos Aires
empieza a cambiar sus techos a dos aguas (de techos a la española o de
paja) por azoteas, a partir de 1820. Estas primeras mudanzas vendrán de la
mano de arquitectos o ingenieros (Carlos Enrique Pellegrini en Buenos Aires
y Pedro Fossati en Concepción del Uruguay) que marcarán una impronta
culta de gran calidad que luego será seguida con habilidad por los maestros
alarifes y por simples albañiles llegados con la creciente ola inmigratoria.
Los barrios porteños que albergaron la mayor cantidad de casas chorizo
fueron los fundacionales (San Telmo, Monserrat, Barracas) que luego se
extenderían de acuerdo con las líneas de los tranvías y los nuevos loteos a
Flores y Palermo viejo.
Muchos autores afirman que la casa chorizo surge de la partición por el eje
longitudinal de la casa colonial, desarrollada desde fines del siglo XVII hasta
principios del XIX, cuya tipología responde a plantas en forma de u con patio
central en el cual eran típicos los aljibes, con galerías en torno al cuerpo
principal y pequeñas torres sobre el acceso principal. A esta nueva tipología
la denominan también casa de medio patio.
Consideramos que sus orígenes responden más que nada a las
necesidades propias de un país en crecimiento, con gran cantidad de
población inmigrante que debía de alguna manera proveerse de una
vivienda mínima propia, cercana a su lugar de trabajo, la cual se construía
por etapas, de acuerdo con el capital disponible fruto del trabajo diario.

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Finalmente tiene relación también con las normativas surgidas en esa época,
que plantearon nuevas medidas para el loteo de la ciudad.

Características de la tipología

La casa es el resultado de la máxima particularización del espacio


arquitectónico. Se constituye como el refugio de todo lo negativo e
inquietante de la ciudad y de la vida urbana. La calle, a principios del siglo
XX, representa para gran parte de la población de la creciente ciudad un
lugar a veces indeseable e indecente del que es necesario aislarse. La
seguridad de tener a los niños jugando en el patio, los aromas de las plantas
y frutales que intentan combatir el mal olor proveniente de las calles y del
mercado, la sala, casi siempre deshabitada que aísla del ruido del exterior,
sólo usada para recibir visitas, son indicios de que la casa no sólo se
realizaba para la vida familiar y su confort sino que también representaba
una respuesta a la relación vivienda-ciudad.
La casa chorizo tenía la gran ventaja de la flexibilidad ya que se podía
adaptar a diferentes necesidades, gustos y niveles económicos y asegurar
un crecimiento a lo largo del lote. La idea de la habitación era todo:
dormitorio, sala, comedor, lugar de trabajo, depósito, etc.
Daba respuesta a las necesidades de la casa popular, absorbiendo los
cambios de la composición familiar y su crecimiento. Permitía al inmigrante
la capitalización paulatina en dos aspectos: la valorización del lote con la
creciente infraestructura urbana y poder materializar los ahorros de la familia
con una construcción por etapas, de simple factura, en la que participaban
parientes y amigos. El aumento de ocupantes o de recursos hacían que las
habitaciones se multiplicaran a lo largo del lote.
La flexibilidad de su conformación posibilitaba en su origen las más diversas
actividades y podía albergar a familias complejas y ampliadas. También
podía funcionar como fuente de ingresos mediante el alquiler de sus cuartos

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por separado, o alojar pequeños talleres de costura, artesanías o
reparaciones. Hoy facilitan su adaptación a nuevos usos, como restaurantes,
comercios, consultorios, oficinas, además de la vivienda compacta moderna.
La casa chorizo proveía un interesante sistema de doble circulación, la
externa, dada por las galerías y patios, y la interna, mediante puertas
enfrentadas que permitían atravesar los diversos cuartos a todo lo largo de
la vivienda. Esta solución, que sin duda restringía gravemente la privacidad,
permitía en cambio, un recorrido a salvo del frío o las corrientes de aire en el
invierno.

Los subtipos

Se distinguen dos subtipos principales: el urbano céntrico y el barrial y/o


suburbano, en ambos casos se trataba de viviendas unifamiliares de una
planta y entre medianeras.
El urbano céntrico correspondía al programa de una clase media acomodada
(profesionales, comerciantes, empleados de cierta jerarquía). Estaba
construido directamente sobre la línea municipal, sin retiro. Las habitaciones
que daban a la calle (sala y escritorio) tenían balcones sobre el frente y se
ubicaban a un lado del zaguán de acceso, el cual a su vez, se conectaba
con una mampara de hierro cerrada con vidrios de colores. Los dormitorios
se organizaban alrededor del primer patio, recostados sobre la medianera
opuesta a la entrada, seguidos por otra habitación (generalmente el
comedor) que al avanzar constituía un elemento separador entre el patio
delantero y el de servicio, aunque dejando siempre un paso exterior entre
ambos.
En los casos de mayor opulencia podía existir un baño situado entre los
dormitorios delanteros, pero habitualmente, éste se ubicaba hacia el fondo,
vinculado con la cocina y con la habitación de servicio (cuando la había),
mediante una galería abierta hacia el segundo patio. Con la aparición de las

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redes de desagüe cloacal y los artefactos, dan como resultado la
conformación del cuarto de baño, destinando un ambiente de la casa
específicamente para éste.
Las alturas de los locales variaban según su importancia: se pasaba de los 4
ó 5 metros de la sala, el comedor y los dormitorios, a los 3 ó 3,5 que
correspondían al baño, la cocina y las dependencias de servicio.
El prototipo utilizado en los barrios y en el suburbio, es bastante similar al
anterior, pero con una diferencia notable: la casa se retiraba de la línea
municipal dejando al frente un pequeño jardín. Ese espacio, en realidad, se
reservaba para la futura sala, a ser construida en cuanto las condiciones
socioeconómicas de la familia lo permitiesen, aunque con gran frecuencia no
llegaba a materializarse.

Tecnología utilizada: las técnicas y los materiales.

La materia prima básica de la casa chorizo es el ladrillo, ya que tanto sus


muros portantes como los de cerramiento serán resueltos con este material.
Los techos, una veces de bovedilla de ladrillo sostenida por perfiles de hierro
y otras de tirantería de madera, cubiertos con chapa de zinc con cielorrasos
suspendidos de yesería, siempre horizontales, con más o menos molduras y
ornamentos según el nivel económico de los propietarios, en todos los casos
con aislamiento térmica. Los pisos de las habitaciones son por lo general de
listones de madera de pinotea, dejando por debajo una cámara de aire que
también cumplirá funciones aislantes, mientras que el baño, cocina y patios
son embaldosados.
La fachada era la “cara visible” de la casa desde el exterior. La mayoría de
ellas eran ejecutadas en revoque símil piedra. Este material, característico
de nuestro país, reemplazaba a la piedra, para la cual no había una tradición
constructiva en ella ni tampoco suficientes canteras. La mezcla estaba
formada por cemento, arena o marmolinas y agua.

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Para la utilización del revoque símil piedra fueron decisivas la habilidad
técnica y artesanal de los albañiles de origen italiano y la pretensión de
imitar el color y la textura de la verdadera piedra París. Esta técnica para la
ejecución de fachadas alcanzó una gran difusión caracterizando la
arquitectura y el paisaje urbano de Buenos Aires y de muchas otras
ciudades argentinas.

Se utilizó en distintos tipos de edificios y estilos arquitectónicos.

Parte de la técnica del revoque consistía en la aplicación del material in situ


sobre planos de fachada limitados por los supuestos cortes de la piedra.
Admitía diferentes terminaciones: fratasado, peinado, pulido, martelinado,
según la textura requerida. También se realizaban los diseños ornamentales
con el mismo material, las cornisas y molduras lineales ejecutadas con la
ayuda de plantillas corredizas sobre reglas, y componentes premoldeados.
Para sostener los volúmenes salientes se utilizaban armaduras metálicas en
su interior y vinculadas a la mampostería.

La densificación de la ciudad.

La densificación de la ciudad fue consecuencia de varios factores como el


crecimiento poblacional, la expansión del sector terciario, el desarrollo
técnico y el aumento del valor de las áreas centrales por las inversiones
públicas, en cloacas, pavimentación, electrificación y la apertura de nuevos
sistemas de transporte. Este proceso fue acompañado por una política que
dio respuesta a la necesidad poblacional realizando una fuerte división de
los lotes en el área central de la ciudad, que estaba constituido por unas
pocas manzanas alrededor de la Plaza de Mayo. En 1882 una ordenanza
municipal permitía la construcción de viviendas en altura, hasta los 17

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metros. Las nuevas posibilidades tecnológicas y los materiales importados
modificaron los sistemas constructivos y surgieron así nuevas tipologías de
vivienda, desarrolladas en vertical, como por ejemplo las casas de renta
(multifamiliar) y el petit hotel (unifamiliar) que eran empleadas por las
familias con mayores recursos. Pero al mismo tiempo trajo consecuencias
desfavorables como el hacinamiento. Los problemas residían en la mala
ventilación e iluminación en los pisos bajos, y los sonidos que se
escuchaban provenientes de las diferentes unidades. Este tipo de
construcciones se realizaban para obtener el máximo beneficio en
operaciones inmobiliarias de tipo comercial. Este proceso de compactación
de la vivienda se vio favorecido por las nuevas tecnologías, con el uso del
acero en las estructuras, liberando más la superficie en planta. También se
concentran las áreas de servicios, reduciendo su superficie. Lo mismo
sucede con las habitaciones de servicio, reducidas al mínimo, de poca altura
y alojadas en general sobre la cocina, accediendo a ellas por una escalerilla
desmontable.
Otra reducción se produce mediante la eliminación o disminución de los
lugares intermedios y de circulación, los halls, el antecomedor, la antesala,
etc., debido principalmente a la eliminación de las ceremonias y a los
cambios de la vestimenta. Esto trajo como consecuencia la reducción de los
anchos de los vanos y circulaciones interiores.
El petit hotel tenía varias plantas con funciones específicas. El subsuelo era
destinado a la servidumbre, el acceso estaba jerarquizado por una gran
escalera que conducía al hall en una planta superior. El primer piso era la
zona social de recepción y comedor y en el segundo piso se encontraban los
dormitorios. El fondo del terreno se destinaba a cocheras y jardines.
Los palacetes, pertenecientes a la aristocracia, eran como una recreación de
la casa quinta en la ciudad. Las casas palacescas, de mucha complejidad en
su estructura de usos estaban muy bien organizadas. La fachada era
ostentosa, con techos de fuerte pendiente con pizarras y óculos, chimeneas
y remates.

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Por otro lado estaban las antiguas casas de alquiler, que desde fines del
siglo XVIII, estaban organizadas para el máximo aprovechamiento del
terreno donde los cuartos del frente eran destinados al comercio y en el
interior estaban las habitaciones, la cocina y en el patio del fondo el baño y
los distintos ambientes estaban vinculados por un pequeño pasillo. Con la
llegada de los primeros inmigrantes estas casas pasaron a formar los
conventillos o casas de inquilinato. Estos conventillos también daban
respuesta a la necesidad de vivienda, aunque las condiciones eran similares
en hacinamiento, en una sola habitación se concentraban todas las
actividades y convivía en 20 m2 una familia entera. Y hasta en algunos
casos se alquilaban las camas, que eran ocupadas por diferentes individuos
a lo largo del día.
Una quinta parte de los habitantes de Buenos aires vivía en ellos, en 1879
había 1770 conventillos en la ciudad. En general el terreno pertenecía a un
rico que lo alquilaba a un empresario de viviendas para pobres. Consistía en
una serie de habitaciones pegadas a la medianera y un corredor largo que
servía de entrada, patio, cocina, lavadero, etc.
Las condiciones en las que se vivía en los conventillos eran cada vez
peores, con deficiencias sanitarias y enfermedades de todo tipo. Por ello la
Municipalidad encaró proyectos para casas de obreros que se llevaron a
cabo hacia 1884, pero la cantidad de viviendas que se construían era
mínima en relación con la demanda. Las inversiones del Estado en ese
momento estaban centradas en obras públicas, entre otras, la apertura de la
Avenida de Mayo.
Como consecuencia la proliferación de conventillos continuaba en marcha.
Se originan así las primeras villas miseria, en el bañado de Flores y en
zonas inundables aledañas al Riachuelo.

El uso

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del espacio doméstico: costumbres, privacidad, jerarquías.

Hasta principios del siglo XX el dormitorio era el lugar que cumplía con
múltiples funciones. Destinado principalmente al reposo, para dormir,
también debía servir como escritorio, o para aislar a los enfermos. De a poco
se va definiendo como un lugar de mayor privacidad.
Hacia los años ´20 comienza la caracterización de los cuartos según quien
los habita. Hay una separación de los niños de los adultos. Los niños tienen
sus propios cuartos, decorados especialmente, y con muebles especiales, a
su medida. Hay una intención de sacar a los niños de las calles, su
habitación se constituye en lugar de reunión con sus amigos.
Hacia los años ´30 surgen las habitaciones para solteros en casas “de
familia”, “decente” o “casa tranquila”. Vuelve a aparecer la necesidad de
concentrar varias actividades dentro de una misma habitación, donde los
muebles se transforman según las necesidades de cada momento del día.
En los años´30 se incorpora el uso de cortinados de colores vivos, las
paredes pasaron de ser blancas a adquirir colores y dibujos de papel. Los
espejos fueron sacados de las salas y pasaron a ocupar los dormitorios, en
la cabecera de la cama, antes de entrar al dormitorio o en el ropero.
En cuanto a la sala, a comienzos del siglo XX, ésta es la presentación de la
casa, articula lo doméstico y el espacio público.
Por otro lado el comedor es el lugar de reunión de la familia. Se conforma en
torno a una mesa y con un aparador donde guardar los utensilios y la vajilla.
La decoración debía ayudar a configurar un ambiente alegre y al mismo
tiempo tranquilo. El proceso de compactación de la vivienda familiar hará
que se fundan el comedor con la sala para conformar el “living-room”, en los
años´20, lugar en el que se puede pasar prácticamente todo el día.
En las grandes mansiones de Buenos Aires las cocinas contaban con un
cocinero francés, dos peones en la cocina y dos afuera a los que se
sumaban mucamas y mucamos que se ocupaban del servicio. En las casas

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más humildes la cocina se reduce al brasero instalado en la pieza o el patio
del conventillo.

Para la clase media la cocina es el centro del hogar

A comienzos del siglo, entre un 50% y un 70% de los ingresos eran


destinados a los alimentos. En 1887 sólo el 14% de la población de Buenos
Aires tenía agua potable distribuida por red, en 1910 alcanza al 53%. A
mediados de la década del ´20 la electricidad comenzó a tener distribución
domiciliaria, y la distribución de gas, recién en la década del ´30. En estos
años se produjo un crecimiento en la producción de braseros, con lo que
nacieron grandes empresas metalúrgicas nacionales. La cocina fue
considerada por muchos años como un lugar no habitable de la casa, por los
gases de combustión, el olor y las altas temperaturas. Debía ser un lugar de
máxima limpieza para la preparación de los alimentos. La opción de una
pequeña huerta, proporcionaba los bienes para el autoconsumo familiar. En
las escuelas, las niñas recibían enseñanza sobre cocina. Se compara a la
cocina con un laboratorio químico.
En la etapa de compactación de la vivienda, la cocina se fundirá con el
comedor.
El baño un sector de la casa que fue cambiando de ubicación a lo largo del
tiempo. Hasta el comienzo del siglo XX, las funciones higiénicas tenían lugar
en el dormitorio, en la cocina o en un retrete en el fondo, alejado del núcleo
de la casa.
La movilidad del baño continúa hasta que existen las conexiones fijas a una
red cloacal. Cuando esto sucede, conviene que el baño se encuentre lo más
cerca posible de la línea municipal, por cuestiones técnicas, económicas y
por higiene.

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El inodoro aparece hacia 1885, con lo cual el lugar para el baño comienza a
tener características específicas, y a ubicarse en un lugar fijo dentro de la
vivienda.
A pesar de una disposición municipal que prohibía la realización de pozos
ciegos en 1895, según el censo de 1910, sólo el 40% de la población de
Buenos Aires estaba conectada a la red cloacal. El cuarto de baño es el
lugar aséptico de la casa, regido por lo estándar se separa del estilo el resto
de la casa.

Transformaciones de la casa chorizo

De la casa chorizo a las viviendas en hilera: “reducción-multiplicación”

Los procesos de transformación impulsados por una densificación en


horizontal de la ciudad, se dan entre 1870 y comienzos del siglo XX.
La reducción de los lotes, llevados a medir 8,66 metros, dio la posibilidad de
colocar más viviendas en una misma manzana, por consiguiente se reduce
el tamaño de la vivienda. Al mismo tiempo un mismo lote puede alojar a
varias casas. Este proceso podría denominarse de “reducción-
multiplicación”, dando origen a la vivienda colectiva. La primera
manifestación se da con la aparición de dos casas chorizo en un mismo
terreno, colocadas en sucesión en un lote lo suficientemente profundo. A
partir de esta composición se dan hacia 1890 las viviendas en hilera, lo que
hoy llamamos departamento tipo casa. Cada vivienda tiene las
características compositivas de la casa chorizo: un pequeño patio que da
acceso a las habitaciones, una pequeña cocina y un baño, don u7na altura
de 2 metros para alojar sobre ellos las habitaciones de servicio.

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El acceso a estas viviendas se hace a través de un largo corredor sobre uno
de los laterales del lote y un muro bajo separa las unidades, reduciendo la
superficie de los patios interiores.

De la casa chorizo al edificio entre medianeras: “apilamiento”.

Simultáneamente a la densificación en horizontal se desarrolla la


densificación en vertical. Comienzan a reemplazarse las construcciones de
una sola planta por dos o más plantas. La tipología original se conserva,
apilándose varias plantas sobre la planta baja. Este proceso comienza
dando como resultado las casa chorizo de altos y posteriormente las casas
chorizo superpuestas.
La casa chorizo de altos repite prácticamente la planta baja para lograr
mayor cantidad de habitaciones en una única vivienda.
Las casas chorizo superpuestas consisten básicamente en la repetición de la
casa chorizo original en una segunda planta, con mínimas modificaciones.
Se hace necesaria la presencia de una escalera para el acceso
independiente a la planta superior, que aloja a otros propietarios, y cuenta
con un vestíbulo como lugar de llegada a esa planta.
El proceso de densificación por apilamiento continuará hasta producir el
edificio chorizo de renta. Este incorpora un ascensor que permite llevar a
cinco el número de plantas, alojando cuatro viviendas y reservando la planta
baja para uso comercial. Se hace inevitable la incorporación de palieres
públicos en cada uno de los pisos y la unificación del acceso al edificio en un
hall de planta baja. El patio se ha convertido definitivamente en un patio de
aire y luz, con un panel vidriado.
La siguiente transformación consiste en invertir la posición de la galería que
se ubicará en la medianera opuesta, convirtiéndose en un corredor,
entonces ahora los dormitorios pueden abrir las ventanas directamente al
exterior, o sea, al patio de aire y luz. Esta nueva tipología podría

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denominarse edificio chorizo invertido. Ahora las habitaciones de servicio se
encuentran en el mismo nivel que las principales.
La posterior transformación que dará origen al edificio entre medianeras
consiste en la inversión de la posición de los dormitorios con la del área de
servicio. Los dormitorios principales pasarán a ubicarse en el fondo de la
vivienda, sobre el contrafrente, y la cocina y habitaciones de servicio al
frente del edificio. Este tipo de construcción se oficializa con la sanción del
Código de Edificación en 1945.
Más adelante se dará una transformación del tipo “multiplicación-reducción”
disminuyendo la superficie de la planta de cada vivienda, ya que se divide
cada piso en varias unidades, eliminando generalmente la habitación de
servicio.

De la casa chorizo a la casa cajón.

En este proceso se reducen las medidas de la habitación que pasa de tener


4 metros a 3,30 m. como medida estándar. También se reduce la altura de
los techos a 3 metros. Simultáneamente muchos de los nuevos lotes
pasarán a tener 10 metros de ancho, con lo que la casa cajón podrá dejar un
espacio de reserva sobre uno de sus laterales para el paso hacia el fondo
del terreno y al mismo tiempo para guardar el auto, conformándose el futuro
garage.

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