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El núcleo geográfico de desarrollo de esta tipología abarcaba
fundamentalmente las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, en ambas
márgenes del Río de la Plata. Con el tiempo se extendería a toda la
campaña bonaerense, uruguaya y a las capitales provinciales,
especialmente a las que contaban con una presencia importante de
inmigrantes italianos (Santa Fe, Mendoza, Paraná) o a aquellas otras en las
que se afincaban profesionales destacados (Corrientes, Catamarca,
Santiago del Estero).
Sus orígenes deben rastrearse desde el momento en el que Buenos Aires
empieza a cambiar sus techos a dos aguas (de techos a la española o de
paja) por azoteas, a partir de 1820. Estas primeras mudanzas vendrán de la
mano de arquitectos o ingenieros (Carlos Enrique Pellegrini en Buenos Aires
y Pedro Fossati en Concepción del Uruguay) que marcarán una impronta
culta de gran calidad que luego será seguida con habilidad por los maestros
alarifes y por simples albañiles llegados con la creciente ola inmigratoria.
Los barrios porteños que albergaron la mayor cantidad de casas chorizo
fueron los fundacionales (San Telmo, Monserrat, Barracas) que luego se
extenderían de acuerdo con las líneas de los tranvías y los nuevos loteos a
Flores y Palermo viejo.
Muchos autores afirman que la casa chorizo surge de la partición por el eje
longitudinal de la casa colonial, desarrollada desde fines del siglo XVII hasta
principios del XIX, cuya tipología responde a plantas en forma de u con patio
central en el cual eran típicos los aljibes, con galerías en torno al cuerpo
principal y pequeñas torres sobre el acceso principal. A esta nueva tipología
la denominan también casa de medio patio.
Consideramos que sus orígenes responden más que nada a las
necesidades propias de un país en crecimiento, con gran cantidad de
población inmigrante que debía de alguna manera proveerse de una
vivienda mínima propia, cercana a su lugar de trabajo, la cual se construía
por etapas, de acuerdo con el capital disponible fruto del trabajo diario.
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Finalmente tiene relación también con las normativas surgidas en esa época,
que plantearon nuevas medidas para el loteo de la ciudad.
Características de la tipología
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por separado, o alojar pequeños talleres de costura, artesanías o
reparaciones. Hoy facilitan su adaptación a nuevos usos, como restaurantes,
comercios, consultorios, oficinas, además de la vivienda compacta moderna.
La casa chorizo proveía un interesante sistema de doble circulación, la
externa, dada por las galerías y patios, y la interna, mediante puertas
enfrentadas que permitían atravesar los diversos cuartos a todo lo largo de
la vivienda. Esta solución, que sin duda restringía gravemente la privacidad,
permitía en cambio, un recorrido a salvo del frío o las corrientes de aire en el
invierno.
Los subtipos
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redes de desagüe cloacal y los artefactos, dan como resultado la
conformación del cuarto de baño, destinando un ambiente de la casa
específicamente para éste.
Las alturas de los locales variaban según su importancia: se pasaba de los 4
ó 5 metros de la sala, el comedor y los dormitorios, a los 3 ó 3,5 que
correspondían al baño, la cocina y las dependencias de servicio.
El prototipo utilizado en los barrios y en el suburbio, es bastante similar al
anterior, pero con una diferencia notable: la casa se retiraba de la línea
municipal dejando al frente un pequeño jardín. Ese espacio, en realidad, se
reservaba para la futura sala, a ser construida en cuanto las condiciones
socioeconómicas de la familia lo permitiesen, aunque con gran frecuencia no
llegaba a materializarse.
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Para la utilización del revoque símil piedra fueron decisivas la habilidad
técnica y artesanal de los albañiles de origen italiano y la pretensión de
imitar el color y la textura de la verdadera piedra París. Esta técnica para la
ejecución de fachadas alcanzó una gran difusión caracterizando la
arquitectura y el paisaje urbano de Buenos Aires y de muchas otras
ciudades argentinas.
La densificación de la ciudad.
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metros. Las nuevas posibilidades tecnológicas y los materiales importados
modificaron los sistemas constructivos y surgieron así nuevas tipologías de
vivienda, desarrolladas en vertical, como por ejemplo las casas de renta
(multifamiliar) y el petit hotel (unifamiliar) que eran empleadas por las
familias con mayores recursos. Pero al mismo tiempo trajo consecuencias
desfavorables como el hacinamiento. Los problemas residían en la mala
ventilación e iluminación en los pisos bajos, y los sonidos que se
escuchaban provenientes de las diferentes unidades. Este tipo de
construcciones se realizaban para obtener el máximo beneficio en
operaciones inmobiliarias de tipo comercial. Este proceso de compactación
de la vivienda se vio favorecido por las nuevas tecnologías, con el uso del
acero en las estructuras, liberando más la superficie en planta. También se
concentran las áreas de servicios, reduciendo su superficie. Lo mismo
sucede con las habitaciones de servicio, reducidas al mínimo, de poca altura
y alojadas en general sobre la cocina, accediendo a ellas por una escalerilla
desmontable.
Otra reducción se produce mediante la eliminación o disminución de los
lugares intermedios y de circulación, los halls, el antecomedor, la antesala,
etc., debido principalmente a la eliminación de las ceremonias y a los
cambios de la vestimenta. Esto trajo como consecuencia la reducción de los
anchos de los vanos y circulaciones interiores.
El petit hotel tenía varias plantas con funciones específicas. El subsuelo era
destinado a la servidumbre, el acceso estaba jerarquizado por una gran
escalera que conducía al hall en una planta superior. El primer piso era la
zona social de recepción y comedor y en el segundo piso se encontraban los
dormitorios. El fondo del terreno se destinaba a cocheras y jardines.
Los palacetes, pertenecientes a la aristocracia, eran como una recreación de
la casa quinta en la ciudad. Las casas palacescas, de mucha complejidad en
su estructura de usos estaban muy bien organizadas. La fachada era
ostentosa, con techos de fuerte pendiente con pizarras y óculos, chimeneas
y remates.
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Por otro lado estaban las antiguas casas de alquiler, que desde fines del
siglo XVIII, estaban organizadas para el máximo aprovechamiento del
terreno donde los cuartos del frente eran destinados al comercio y en el
interior estaban las habitaciones, la cocina y en el patio del fondo el baño y
los distintos ambientes estaban vinculados por un pequeño pasillo. Con la
llegada de los primeros inmigrantes estas casas pasaron a formar los
conventillos o casas de inquilinato. Estos conventillos también daban
respuesta a la necesidad de vivienda, aunque las condiciones eran similares
en hacinamiento, en una sola habitación se concentraban todas las
actividades y convivía en 20 m2 una familia entera. Y hasta en algunos
casos se alquilaban las camas, que eran ocupadas por diferentes individuos
a lo largo del día.
Una quinta parte de los habitantes de Buenos aires vivía en ellos, en 1879
había 1770 conventillos en la ciudad. En general el terreno pertenecía a un
rico que lo alquilaba a un empresario de viviendas para pobres. Consistía en
una serie de habitaciones pegadas a la medianera y un corredor largo que
servía de entrada, patio, cocina, lavadero, etc.
Las condiciones en las que se vivía en los conventillos eran cada vez
peores, con deficiencias sanitarias y enfermedades de todo tipo. Por ello la
Municipalidad encaró proyectos para casas de obreros que se llevaron a
cabo hacia 1884, pero la cantidad de viviendas que se construían era
mínima en relación con la demanda. Las inversiones del Estado en ese
momento estaban centradas en obras públicas, entre otras, la apertura de la
Avenida de Mayo.
Como consecuencia la proliferación de conventillos continuaba en marcha.
Se originan así las primeras villas miseria, en el bañado de Flores y en
zonas inundables aledañas al Riachuelo.
El uso
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del espacio doméstico: costumbres, privacidad, jerarquías.
Hasta principios del siglo XX el dormitorio era el lugar que cumplía con
múltiples funciones. Destinado principalmente al reposo, para dormir,
también debía servir como escritorio, o para aislar a los enfermos. De a poco
se va definiendo como un lugar de mayor privacidad.
Hacia los años ´20 comienza la caracterización de los cuartos según quien
los habita. Hay una separación de los niños de los adultos. Los niños tienen
sus propios cuartos, decorados especialmente, y con muebles especiales, a
su medida. Hay una intención de sacar a los niños de las calles, su
habitación se constituye en lugar de reunión con sus amigos.
Hacia los años ´30 surgen las habitaciones para solteros en casas “de
familia”, “decente” o “casa tranquila”. Vuelve a aparecer la necesidad de
concentrar varias actividades dentro de una misma habitación, donde los
muebles se transforman según las necesidades de cada momento del día.
En los años´30 se incorpora el uso de cortinados de colores vivos, las
paredes pasaron de ser blancas a adquirir colores y dibujos de papel. Los
espejos fueron sacados de las salas y pasaron a ocupar los dormitorios, en
la cabecera de la cama, antes de entrar al dormitorio o en el ropero.
En cuanto a la sala, a comienzos del siglo XX, ésta es la presentación de la
casa, articula lo doméstico y el espacio público.
Por otro lado el comedor es el lugar de reunión de la familia. Se conforma en
torno a una mesa y con un aparador donde guardar los utensilios y la vajilla.
La decoración debía ayudar a configurar un ambiente alegre y al mismo
tiempo tranquilo. El proceso de compactación de la vivienda familiar hará
que se fundan el comedor con la sala para conformar el “living-room”, en los
años´20, lugar en el que se puede pasar prácticamente todo el día.
En las grandes mansiones de Buenos Aires las cocinas contaban con un
cocinero francés, dos peones en la cocina y dos afuera a los que se
sumaban mucamas y mucamos que se ocupaban del servicio. En las casas
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más humildes la cocina se reduce al brasero instalado en la pieza o el patio
del conventillo.
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El inodoro aparece hacia 1885, con lo cual el lugar para el baño comienza a
tener características específicas, y a ubicarse en un lugar fijo dentro de la
vivienda.
A pesar de una disposición municipal que prohibía la realización de pozos
ciegos en 1895, según el censo de 1910, sólo el 40% de la población de
Buenos Aires estaba conectada a la red cloacal. El cuarto de baño es el
lugar aséptico de la casa, regido por lo estándar se separa del estilo el resto
de la casa.
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El acceso a estas viviendas se hace a través de un largo corredor sobre uno
de los laterales del lote y un muro bajo separa las unidades, reduciendo la
superficie de los patios interiores.
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denominarse edificio chorizo invertido. Ahora las habitaciones de servicio se
encuentran en el mismo nivel que las principales.
La posterior transformación que dará origen al edificio entre medianeras
consiste en la inversión de la posición de los dormitorios con la del área de
servicio. Los dormitorios principales pasarán a ubicarse en el fondo de la
vivienda, sobre el contrafrente, y la cocina y habitaciones de servicio al
frente del edificio. Este tipo de construcción se oficializa con la sanción del
Código de Edificación en 1945.
Más adelante se dará una transformación del tipo “multiplicación-reducción”
disminuyendo la superficie de la planta de cada vivienda, ya que se divide
cada piso en varias unidades, eliminando generalmente la habitación de
servicio.
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