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1931-1936
Derecho a la educación.
Poder ejecutivo:
La oposición al gobierno
La derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República en
los primeros meses del nuevo régimen. La oposición conservadora quedó restringida
a las Asociaciones Patronales como la Unión Económica Nacional y el Partido
Radical de Lerroux. Este grupo de centro-derecha dirigió la oposición al gobierno
en las Cortes.
Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por Jose Antonio Primo
de Rivera, hijo del dictador.
El apoyo unánime se fue resquebrajando con el paso del tiempo. A partir de 1932,
algunos intelectuales, como Ortega o Unamuno, adoptaron una posición crítica con
el Gobierno republicano-socialista.
Derechas:
• La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares católicas. Las
Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil del partido, tenían ya en aquel
momento rasgos claramente fascistas.
Izquierdas:
• La CNT seguía ligada a la acción revolucionaria, aunque había quedado muy mermada
tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933.
La creciente tensión entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres
ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta remodelación del
gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo
inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda, PSOE, UGT,
CNT, PCE, llamó a la huelga general contra el gobierno. El seguimiento fue muy desigual.
El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales
dirigentes socialistas y comunistas.
Sin embargo, las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes. Las diferencias entre el
Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Un ejemplo de la orientación
de la CEDA fueron los nombramientos que hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa.
Militares claramente contrarios a la república y la democracia fueron designados para puestos
clave en la estructura del Ejército. Franco, por ejemplo, fue nombrado jefe del Estado Mayor.
La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del Estraperlo, que
afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito
total. La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de
nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936.
La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA y Renovación Española, acudió
con un programa basado en el miedo a la revolución social. La Falange y elPNV se presentaron
por su cuenta.
La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur
y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país.
Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El objetivo era
que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del
gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a
que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente
por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía
debilitado.
Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos
falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas.
Mientras la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba. Por un lado,
había una trama política conformada por los principales líderes de los partidos: Gil Robles, Calvo
Sotelo, Jose Antonio Primo de Rivera. Por otro lado, crecía el número de generales
implicados: Franco, Goded, Fanjul, Varela... Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió
en el jefe de la conspiración, el "director" del golpe. La salidad antidemocrática tenía valedores
internacionales. Muy pronto se iniciaron los contactos con Mussolini y Hitler.
El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las
continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de
1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República.
El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil.
La Guerra Civil
1936-1939
La sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y
El fracaso de la rebelión
El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró
finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona
oriental de Andalucía.
Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el nuevo presidente
Giral entregó armas a las milicias obreras, y en Barcelona, donde una inusual
colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto
abortó la insurrección.
El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la
guerra.
En el bando nacional el poder quedó en manos de un grupo de generales, que, siguiendo las
propuestas de Mola, establecieron un estado autoritario y militarizado.
En los primeros momentos de la guerra hubo una enorme represión en ambos bandos. Las
ejecuciones y los asesinatos se extendieron como una pesadilla por todo el país.
Un elemento clave para comprender la victoria final de los nacionales fue el "puente
aéreo" organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado
del Ejército de África a la península.
Los legionarios y regulares, fuerzas profesionales que superaban con facilidad a las
desorganizadas milicias obreras y campesinas, iniciaron un rápido avance hacia Madrid. En el
camino, el general Yagüe que mandaba las columnas decidió desviarse hacia Badajoz. La ciudad
cayó y se inició una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo un gran número de
víctimas.
Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián aislando al País Vasco de la frontera con Francia.
La Batalla de Madrid
Mientras las tropas franquistas tomaban Málaga y de nuevo se producía una dura represión.
El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia: ya no busco acortar el
conflicto, sino que fue atacando las zonas más débiles de los republicanos.
Tratando de distraer fuerzas nacionalistas de la campaña del norte, los republicanos organizaron
la ofensiva de Belchite en Aragón. El fracaso fue total y finalmente las tropas franquistas
tomaron todo el norte del país.
La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de
1938. Con más de 100.000 muertos, esta fue la más cruenta de las batallas de la
guerra civil y agotó definitivamente la moral y las reservas republicanas.
El final de la guerra
La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras
tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de
1939. Antes se había producido un enorme y patético éxodo de población. Más de
500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración.
Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas
en el bando republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y
parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo era que el
conflicto español quedara integrada en la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo
veía venir. De esa manera, la República española encontraría aliados que le permitirían cambiar
el signo de la guerra.
La zona republicana
El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera revolución social.
Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar loselementos esenciales de
la economía: transportes, suministros militares, centros de producción. Mientras el gobierno se
limitaba a ratificar legalmente lo que los comités hacían de hecho.
En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las grandes propiedades y, en algún caso, las
medianas y pequeñas. En las zonas donde predominaban los socialistas se llevó a cabo la socialización de la
tierra y su producción. En las zonas de hegemonía anarquista tuvo lugar una colectivización total de la
propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero.
En septiembre de 1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo
Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos
y catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica
Montseny, la primera mujer ministro en España.
El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y crear unaestructura de poder
centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de guerra. La tarea era enorme difícil.
El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a menudo se enfrentaban
entre sí, especialmente los anarquistas con socialistas y comunistas. Los gobiernos autónomos eran otro
factor de disgregación. No sin dudas, el nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre
se aprobó el Estatuto vasco. Jose Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente del
gobierno autónomo.
En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos modelos. Por un lado, la CNT-FAI y POUM que
emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su lema era "Revolución y guerra al mismo
tiempo". Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro lado, el PSOE y el PCE intentaron
restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana
propiedad. Su lema era "Primero la guerra y después la revolución".
Las disensiones internas fueron continuas y llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de
1937. El gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del gobierno central, trató de tomar el
control de la Telefónica de Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la guerra. El intento
desencadenó una insurrección y los combates callejeros se extendieron por Barcelona.
La crisis de mayo de 1937, provocó la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno
presidido por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del PSOE, pero se inclinaba
cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La ayuda soviética había hecho que los
comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a una fuerza muy influyente.
Los enfrentamientos entre stalinistas y trostkistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM fue
ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, "desapareció" estando en manos de agentes soviéticos.
Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso
una mayor centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular,
acabando con la indisciplina de las milicias.
A partir de marzo de 1938, momento en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y
dividieron en dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras
la postura oficial, representada porNegrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía
defendiendo la "resistencia a ultranza", algunos dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de
la necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas
Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los internos: la caída de Cataluña, reforzaron la idea
de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó del
poder a Negrín. La esperanza de negociar con Franco se disipó inmediatamente, cuando el dictador
exigió la rendición incondicional.
La zona nacional
La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la
insurrección sin un líder claro.
El 24 julio tuvo lugar una reunión de los generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de
Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional.
Las medidas que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio,
se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidospolíticos, excepto la Falange y
los requetés carlistas.
En esos momentos la propaganda nacionalista acaba de configurar la justificación del golpe militar contra un
gobierno democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un Alzamiento Nacional
contra una República "marxista" y "antiespañola". La Iglesia Católica, duramente perseguida en la zona
republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza que está asolando el país: la guerra es
una Cruzada para liberar a España del ateísmo.
Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble
dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, el mejor ejemplo es la devolución a sus
propietarios de las tierras repartidas en la reforma agraria, e intervención del Estado en la economía
siguiendo los principios de la ideología fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que
pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población.
La necesidad de contar con una dirección única era evidente para unos militares educados en la
disciplina y la jerarquía. Así el 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del
Estado español. Sus éxitos militares, el estar al frente del poderoso Ejercito de África y el apoyo de
Alemania con la que mantenía contactos directos explican el ascenso al poder de Franco. En
adelante, el Caudillo, como le empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando
nacional, establece una dictadura personal basada en un régimen militar. Una Junta Técnica del Estado,
formada por militares, se conforma como órgano consultivo del dictador.
En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación. Falangistas y carlistas quedaron unificados
en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional. El
modelo de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la
España franquista.
La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del
Trabajo puso fin a la libertad sindical y estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones
patronales y obreras.
El nuevo régimen estableció un estado confesional. Volvió la subvención estatal de la Iglesia, se abolió
el divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo
que se vino a denominar el Nacional-catolicismo.
Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos. En febrero de
1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que se designaba "rebeldes" a todos los que
se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.