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Revista Aprendizaje hoy N° 92/93E

El adulto en la clínica psicopedagógica


Débora Silva de Castro Pereira*

Introducción:
1
Al ser invitada a participar en este homenaje a nuestro gran maestro Jorge Visca, me sentí muy honrada y feliz de ser
parte de este momento tan significativo para todos los que tuvimos el privilegio de convivir con él y para la
Psicopedagogía, que tuvo la gloria de recibir, por medio de su competencia y carisma, la posibilidad de mostrar el
aprender a aprender en las contribuciones hechas por la Epistemología Convergente. A este gran maestro, nuestra
nostalgia y la felicidad de poder dar continuidad, como seguidores de la Epistemología Convergente, al trabajo que él
creó de manera tan efectiva y con el que nos hizo aprender y seguir haciendo de esta teoría suya el punto de partida
para nuevos descubrimientos y nuevas contribuciones. Este punto de partida, la búsqueda de descubrir nuevas
formas de actuar, me ha hecho reflexionar sobre cómo hemos evolucionado con relación al hacer psicopedagógico y
sobre cómo, a través de una teoría, nos hemos vuelto más seguros y competentes para poder ejercer una función
que nos permite todos los días avanzar en nuevos conocimientos, en el conocimiento de uno mismo y del otro en un
trabajo psicopedagógico lleno de sorpresas, retos, descubrimientos y nuevos aprendizajes, siempre avanzando en
una progresión dinámica y viva. En esta progresión, la clínica se va revistiendo de conocimientos para recibir al adulto
en busca del trabajo psicopedagógico, demanda distinta a la que estábamos acostumbrados a ver más a menudo: la
demanda del niño y del adolescente traídos por la familia. He notado un creciente número de personas en esta franja
etaria, adultos, llegando a la clínica. Llegan, por su cuenta, preocupados, preguntando y pidiendo información:
"¿Dónde están mis problemas?" "¿Cuáles son sus causas?". O diciendo: "Creo que tengo dislexia, me informé sobre
algunos síntomas que presento y que se asemejan mucho a los de la dislexia", "Creo que soy hiperactivo" y muchos
otros planteamientos y afirmaciones. Estas afirmaciones surgen ante la gran cantidad de información que tenemos
hoy, con las redes sociales mostrando en tiempo real todo lo que sucede en la vida cotidiana del sujeto y lo que
sucede en el mundo. Y así, muchos hechos y situaciones, empezaron a tomar forma y a aparecer de forma más
asequible al sujeto, permitiéndole grandes cambios y avances en todos los ámbitos de la vida, junto con el deseo de
conocerse mejor, de corregir sus dificultades, cuestionándose sus valores. Debido a esto, las demandas han cambiado
y con estos cambios los adultos ven más claramente sus éxitos, como también sus incertidumbres, el miedo, la
inseguridad, las dificultades, y así van a buscar ayuda dispuestos a superarlas y a seguir hacia adelante, venciendo los
obstáculos que la vida les trae. En este artículo vamos a hablar un poco acerca de este adulto preocupado por la
forma que tiene de aprender con su dificultad de aprendizaje y que descubre la importancia de una ayuda
psicopedagógica que puede darle apoyo para seguir adelante y superar sus problemas de aprendizaje. Para ilustrar
esta búsqueda del adulto por la Psicopedagogía y por el hacer psicopedagógico, traigo una experiencia con una
persona de 26 años, que angustiada con sus dificultades de aprendizaje, recurre al psicopedagogo tratando de
encontrar un alivio para sus dolores. Son experiencias, enfoques, que nos enriquecen y nos hacen reflexionar y
aprender un poco más acerca de nuestro hacer psicopedagógico con relación al adulto.

El adulto, la psicopedagogía y el aprendizaje

No hay una edad determinada, definida, estipulada para aprender. En cada edad, en función de su madurez, 2
estructura cognitiva, estructura afectiva emocional, el sujeto establece, a través de su relación con el entorno, con las
personas, consigo mismo, una manera propia de ver a los otros, las cosas, el mundo y también su propia forma de
aprender, de ser y de establecerse como una persona integrada al mundo personal y profesional en el que vive. La
edad adulta trae la posibilidad de elegir con más consciencia, la posibilidad del sujeto de hacerse, de forma más
segura, una persona responsable de sus actos y acciones, por el descubrimiento de sí mismo y del mundo que lo
rodea. Y en este descubrimiento que ocurre en todo momento, también se da cuenta de sus imperfecciones, sus
dificultades y posibilidades de encontrar la manera de resolverlas. Algunas de simple resolución, otras de resolución
más compleja, a veces más difíciles de resolver. Entonces el adulto, dependiendo de su nivel de madurez, toma
conciencia de sus dificultades en la solución de sus problemas, de la complejidad de éstos, y busca una manera de
solucionarlos y un profesional que pueda ayudarlo. En este momento ocurre la salida del adulto de su capullo, de su
complejidad, es cuando entre contradicciones, dudas y miedos, viene en busca de un diálogo con un profesional que
le puede mostrar caminos de nuevos aprendizajes, momentos de análisis y reflexiones sobre su quehacer diario,
sobre sí mismo. El profesional que el adulto busca puede estar en los más variados campos de acción y se lo identifica
o selecciona en función del problema resaltado, descubierto. Si el problema es del rango de dificultades o trastornos
de aprendizaje, la búsqueda se dirige hacia el psicopedagogo y es a partir de allí que se inicia una experiencia vivida
en la clínica entre el adulto y el psicopedagogo y el punto de partida de una efectiva ayuda a este sujeto. Así nace
también la acción del psicopedagogo, que se establece a través de intervenciones psicopedagógicas con objetivos
definidos, con el fin de provocar conflictos cognitivos específicos para cada edad que puedan estimular la actividad
mental de la persona que está siendo evaluada o atendida. Son conflictos necesarios para que se establezcan
relaciones entre los conocimientos a adquirir y los ya adquiridos, crear condiciones favorables a la activación del
pensamiento, desarrollar actividades que puedan destacar sus tendencias, sus posibilidades de aprender, aunque no
sean las que él quiere o necesita en ese momento, pero que al reconocerlas sienta la necesidad de ir en busca de la
autoestima perdida por los fracasos resultantes de las dificultades de aprendizaje y darse cuenta de que su esfuerzo
está valiendo la pena. Estas intervenciones psicopedagógicas, a partir de las contribuciones de Visca (2010), se
integran a lo que él llama proceso corrector, en el que participan el cliente, el psicopedagogo y las actividades que
éste considere necesarias para la busca de un mejor nivel de aprendizaje. Tales actividades o instrumentos
psicopedagógicos se componen de un contenido muy específico para cada sujeto. El proceso corrector "consiste en el
conjunto de operaciones clínicas por medio del cual se facilita la aparición y la estabilización de las conductas" (Visca,
2010, p.115), en medio de las condiciones que el sujeto trae consigo y las condiciones que también el psicopedagogo
trae, con el fin de desarrollar su acción en ese momento clínico de acogida y descubrimientos. Momento único, si
consideramos que cada caso es un caso diferente de otro, con sus peculiaridades y características específicas. Por lo
tanto, entendemos que no hay posibilidad de tratar un caso como se trató otro. Incluso, podemos usar el mismo
instrumento psicopedagógico, pero la receptividad del cliente ante el instrumento presentado nunca será igual a la
reacción, a la respuesta de otro. De la misma forma, el sujeto y el psicopedagogo nunca serán los mismos en 3
cualquier momento del tratamiento psicopedagógico, ya que cada día nos renovamos, experimentamos cambios en
función de las necesidades de nosotros mismos, de la vida. El proceso corrector nos permitirá entender mejor los
aspectos que van a dirigir la tarea psicopedagógica específica para cada sujeto, en este caso para el adulto. Es
necesario saber por dónde empezar esa supervisión, saber qué hacer, por qué hacer, con quién hacer. Por lo tanto,
entendemos que tomar consciencia del proceso corrector es apropiarse de un saber fundamental para una acción
eficaz en la clínica. Así, el proceso corrector ofrece para una mejor comprensión de su acción, tres unidades de
análisis que le son inherentes: la relación, el sujeto y el agente corrector.

- La relación - "se apoya en un vector del aprendizaje que muestra que el aprendizaje es asimétrico, requiere una
adaptación activa y abarca la tarea en la que el agente corrector opera como un continente transformador de los
contenidos no metabolizados del sujeto".

- El sujeto -"que es quien va a expresar tanto su semiología (indicadores o síntomas), como su patogénesis, es decir,
los obstáculos: epistémicas, epistemofílicos y funcional".

- El agente corrector - "que va a utilizar una serie de recursos clínicos, entre los cuales el cambio de situación, la
información..." (Visca, 2010, p.116), etc

En el momento en que nos apropiamos de ese conocimiento estaremos determinando un camino seguro y consciente
con relación al adulto que espera de nosotros, profesionales, una postura responsable y sólida. En este paseo por el
proceso corrector durante el trabajo psicopedagógico, no podemos olvidar una serie de factores que nos permitirán
comprender mejor a ese adulto con quien vamos a trabajar, su problema, sus necesidades. Para ello, hay que saber
que...

"- el adulto es consciente de lo que busca, de lo que quiere, a pesar de no ver con claridad lo que tiene; - cuando el
adulto busca ese tipo de ayuda, le ha dado una dirección al deseo de descubrir su problema; - él busca muchas
explicaciones. Es una persona deseosa de aclaraciones y exige del psicopedagogo elucidaciones sobre el trabajo que
se está desarrollando. Siente la necesidad de entender lo que el profesional está haciendo, lo que él está haciendo y
por qué" (Pereira, 2009).

Esta forma de pensar, de posicionarse, es una parte inherente a esta fase de la vida adulta y causa con ello una mayor
aproximación del adulto al psicopedagogo y de éste al adulto que lo busca. Trabajar con adultos en Psicopedagogía es
una manera de llamar la atención sobre los problemas de aprendizaje vistos como un continuo en su extensión
mayor: su existencia, a lo largo de toda la vida del sujeto, en sus varias instancias, su trayecto y sus matices. La acción 4
psicopedagógica en esta franja etaria contiene "características muy específicas y complejas por su naturaleza, ya que
requiere una mirada muy especial, muy particular, porque se trata de personas con posiciones definidas (no importa
qué tipo de definiciones) acerca de sí mismo, sobre la vida, sobre sus experiencias de vida "(Pereira, 2009). El trabajo
desarrollado con el adulto se hace muy excitante y muy interesante, ya que con estas personas podemos abordar
temas más profundos, hablar sobre cultura, sociedad, familia, política y muchos otros temas con la perspectiva de
conocerlos mejor y por lo tanto poder ir más allá del asunto de las dificultades de aprendizaje, hasta entenderlos
mejor. Son cuestiones que van a ayudar al profesional a planificar de manera más consistente y adecuada su hacer
psicopedagógico. En este contexto se hace imprescindible la escucha y la mirada del profesional, sin perder de vista
un aspecto de gran importancia: la escucha y la mirada del adulto frente al trabajo que se está desarrollando. El
adulto trae consigo cierto sentido crítico que debe ser observado y tomado en consideración teniendo en cuenta la
madurez que la edad le impone. Son personas que presentan, dependiendo del grado de madurez, ideas y opiniones
definidas, con posiciones muy claras sobre lo que piensan. Estar atento a estas cuestiones le facilita al psicopedagogo
desarrollar una evaluación y supervisión psicopedagógica más consistente y adecuada.

La evaluación psicopedagógica y el adulto

La evaluación psicopedagógica para adultos, en mi opinión, se puede desarrollar en seis sesiones. Sin embargo, como
ya dijimos, cada caso es diferente de otro, por lo tanto, puede ser que con la necesidad de investigar un poco más las
hipótesis planteadas, ese período deba ampliarse y el número de sesiones aumentar. En la evaluación
psicopedagógica siempre es el adulto el que busca al psicopedagogo y concierta la entrevista contractual. En esta
oportunidad vamos a conocer al adulto que nos vino a ver, con el que vamos a trabajar, agudizar nuestra escucha,
descubrir su estado cognitivo, afectivo/emocional, su nivel de aprendizaje, tratar de desvelar su relación consigo
mismo, con su familia, con su profesión, con sus colegas, con el mundo, conocer su historia y descubrir los obstáculos
que le impiden aprender. Para ello, pedimos al principio que haga un breve relato de las razones que lo llevaron a la
búsqueda del psicopedagogo, a esta evaluación. En la entrevista contractual, por estar tratando con el adulto, es él
mismo quien decide hacer o no la evaluación y es a él a quien le pedimos que a partir de ese momento vaya en busca
de su historia de vida. Investigarla desde lo prenatal hasta la actualidad. Escuchar su historia a través de su familia,
madre, padre, abuelos, parientes, amigos, personas a las que considera que pueden ayudarlo a desvelar su camino.
Estos datos serán recogidos en la anamnesis que se hace con él - el adulto - al final de la evaluación, antes de la
entrevista de devolución, siguiendo los principios de la Epistemología Convergente. En las sesiones que siguen a la
entrevista contractual con el adulto - ya que es sobre él que hablamos a lo largo de todo el artículo - podemos aplicar
en el proceso diagnóstico, además de otros instrumentos, aquellos que consideremos necesarios para el caso en
estudio. Así es que a veces aplico las Matrices Lógicas (con algunas restricciones en lo que se refiere a las series (14
series) que este juego contiene), además de las Pruebas Operatorias de Piaget destinadas a esa franja etaria, las
Técnicas Proyectivas psicopedagógicas, una actividad de comprensión de lectura y de escritura utilizando el material 5
de "Comprensión de lectura - textos expositivos" creados por Sonia Moojen y otros, y por último, la anamnesis y la
devolución. La anamnesis es siempre una experiencia muy rica y al aplicarla al adulto se reviste de una característica
peculiar ya que es él mismo quien va en busca de sus datos en el contexto de su familia y parientes. En ese caminar
comienza a descubrir hechos de su vida a los que nunca tuvo acceso, hechos de familia hasta ahora desconocidos,
descubre sus aciertos y errores, encuentra cosas positivas sobre él y su familia nunca desveladas, pero también
encuentra los aspectos negativos que suben a la superficie y que pueden ser parte de un proceso de crecimiento y
descubrimiento que podrá servir de puente para que llegue a conocerse mejor. El resultado de la evaluación, la
devolución, se le entrega al adulto. Él es el protagonista de todo el trabajo. En ese momento él es el señor absoluto,
dueño de sí mismo y por lo tanto es a él a quien el psicopedagogo tiene que exponerle los hechos, los datos
obtenidos durante la evaluación, con quien analizar los datos recogidos y sus resultados. Explicarle si hay necesidad o
no de atención psicopedagógica y escucharle. Escuchar lo que él va a preguntar, lo que va a querer saber, sus dudas,
sus interrogantes sobre lo que acabamos de hablar con respecto a la evaluación y lo que vamos a hacer si hubiera
necesidad de tratamiento. Son muchos los por qué, para qué, cómo se hará este trabajo, la duración, etc. Es parte del
adulto este tipo de investigación, esta curiosidad. Él tiene que estar seguro de lo que pasó y de lo que está por venir.
Una vez hecha la evaluación, el psicopedagogo comienza a planificar su acción psicopedagógica, con referencia a la
atención que le dará a ese adulto. Esta planificación debe estar ajustada a los datos recogidos en la evaluación, los
que permitirán un caminar muy particular, extremamente flexible, compatible con "los vientos" traídos por el sujeto y
el caminar del profesional que con competencia, sabe que este tipo de trabajo se establece con intervenciones a
merced de estos "vientos". Es importante recordar siempre que estos "vientos" son controlables y controlados, un
dejarse dirigir al mismo tiempo que se dirige.

La atención psicopedagógica y el adulto

Como siempre, en todos los servicios de psicopedagogía con adultos, para una mayor eficacia al acompañar el
tratamiento, se debe tener en cuenta el resultado de la evaluación desarrollada, la edad del sujeto, el sexo, sus
intereses, su estructura cognitiva, su deseo de hacer esta tarea, su profesión, su disponibilidad de tiempo, ya que es
una persona que trabaja y necesita optimizar su tiempo. Estos aspectos son de gran valor ya que es a través de ellos
que vamos a realizar nuestra acción psicopedagógica. Reafirmando que un caso es diferente a otro, queda claro que
un instrumento puede ser más apropiado en una situación y no en otra. Le corresponde al psicopedagogo saber
elegir, planificar su acción de acuerdo con cada sujeto, teniendo en cuenta, según Visca (2010, p. 120), que los
recursos utilizados en el proceso corrector, o sea en una supervisión psicopedagógica, deben seguir ciertos criterios,
tales como: "todo recurso se utiliza para incidir sobre un existente (campo estructurado) con el fin de producir
modificaciones; todo recurso se basa en una hipótesis que envuelve el existente, la variable, el emergente, y no
significa un imperativo categórico; cada uno de los recursos constituye diferentes formas de expresión o
manifestación de una misma entidad ... " Por lo tanto, todas esas preguntas están en la perspectiva de lo que se 6
necesita saber sobre el adulto para entonces definir los instrumentos que se utilizarán. A través de ellos las
intervenciones se suceden sin un modelo listo, pero con un plan, un trazado de líneas de acción relativamente
definidas, para que la acción psicopedagógica sea desarrollada. Por esta razón, como percibimos, sea con niños,
adolescentes o adultos, nos quedamos siempre, psicopedagogos, a merced de nuestros "vientos" y de los del cliente,
que nos van llevando a los varios recursos posibles de utilización, tales como "el cambio de situación, la información,
la información con redundancia, el modelo de alternativa múltiple, el incremento de modelo..." y muchos otros
traídos por Visca como referencia (2010, p.120). Con el fin de tener una mejor comprensión de los instrumentos
psicopedagógicas aplicados, el adulto necesita estar bien informado sobre los mismos y sobre las actividades que va a
trabajar en cada sesión. Siempre quiere saber acerca de lo que va a hacer y lo que va a suceder durante el trabajo
psicopedagógico. Por esta razón, considero que es esencial explicarles los objetivos de cada actividad, qué
habilidades cognitivas y qué actitudes serán desarrolladas y el progreso que se puede lograr. Al hacerlo, el adulto está
más atento a lo que hace, a sus resultados y tiene conciencia de lo que ocurre durante las actividades, sobre su
progreso o no. Es muy importante escuchar su testimonio. Con el deseo de ilustrar el hacer psicopedagógico con el
adulto, les traigo una experiencia muy rica e interesante desarrollada con un adulto que he evaluado y con el cual
hago asistencia psicopedagógica. Es el caso que sigue. El caso de Felipe.

¿Quién es Felipe?

Es un adulto de 26 años, soltero, universitario, estudiante de Derecho en una universidad privada con un desajuste
muy grande con relación a las disciplinas cursadas y a la distribución de ellas en los semestres académicos. Felipe
salió en busca de la Psicopedagogía como una manera de descubrir el origen de sus dificultades de aprendizaje,
presentes en sus actividades de la universidad y en toda su historia de vida desde la infancia hasta hoy, según él.
Conoció la clínica a través de una amiga, María, del grupo religioso (católico) al que pertenece. Fue ella quien le
sugirió una evaluación psicopedagógica, entendiendo a partir de sus quejas qué era lo que él necesitaba. Felipe
concertó la primera entrevista, la contractual, y durante esa entrevista demostró ser muy ansioso, con cierta timidez,
receptivo a la tarea, pero revelando que a la vez que deseaba mucho la evaluación también sentía cierto temor por
sus resultados. Las seis sesiones previstas para la evaluación se convirtieron en diez, ya que Felipe demostró ser lento
en el desarrollo de las actividades solicitadas y su anamnesis se hizo en dos sesiones (una con él y otra con su madre).
No sabía muy bien qué decir acerca de su historia de vida, pensó que la familia no le había contado todo lo que debía
y muchas cosas quedaron sin la debida comprensión. Decidí entonces, con su consentimiento, invitar a su madre a la
segunda anamnesis y saber un poco más sobre él. Le pedí que hablara con su madre y le explicara la necesidad de su
presencia para relatar lo que no había llegado a decir. Digo 'llegado a decir' porque en ese momento me planteé la
hipótesis de que Felipe era una persona sin mucha autonomía, dependiente de su madre, aun a los 26 años. En la
reunión siguiente a la anamnesis, la entrevista de devolución ocurrió solamente con Felipe. Ya no quiso más la
presencia de la madre, decidió llevar el Informe psicopedagógico para mostrárselo y hablar con ella sobre su 7
resultado. En esa entrevista de devolución, hablamos con Felipe acerca de los aspectos que fueron identificados
durante la evaluación. Discutimos sobre la presencia de un fuerte sentimiento de minusvalía, su falta de autonomía,
inseguridad, timidez y la preocupación con las dificultades de aprendizaje en lectura, escritura, ortografía, así como
para relatar lo que leyó. Le expliqué que a pesar de encontrarse en el estadio cognitivo Operatorio Formal, todavía
mostraba algunas características del estadio Operatorio Concreto no adecuadamente sedimentado. Oscilaba con
relación al argumento de la reversibilidad, en el cual tenía problemas de establecer una operación mental reversa que
le permitiera entender ciertas cuestiones que exigieran ese tipo de raciocinio. Aunque tenía noción de probabilidad,
presentó dificultades en cuanto a la noción de combinación, clasificación, categorización. Sugerí, de acuerdo con la
situación presentada, un trabajo psicopedagógico que continuara con la terapia y que buscara un profesional que le
pudiera ayudar en las cuestiones inherentes a la lengua portuguesa. Como adulto y con este resultado, Felipe decidió
hacer el tratamiento psicopedagógico. Para el tratamiento psicopedagógico de Felipe pensé en trabajar con
actividades que pudieran movilizar su capacidad de crear, de ser más autónomo, de hacerlo descubrir que errar es
tan importante como acertar y en consecuencia empezar a perder el miedo a cometer errores, permitirle entender
que a pesar de las dificultades de aprendizaje en la escuela y ahora en la universidad, tenía otras habilidades que le
permitían aprender cosas extraescolares, por ejemplo, el trabajo que desempeñaba en la tienda de su padre como
llavero y otros pequeños servicios. Traté de movilizar su estructura cognitiva, dándole oportunidades para que
pudiera desarrollar la capacidad de clasificar, categorizar, analizar, organizar, para utilizar la reversibilidad con
propiedad. A partir de este enfoque, además de diversos instrumentos y recursos de carácter psicopedagógico, le
presenté juegos que tenían un contenido que pudiese intervenir de la mejor manera posible en sus dificultades, en el
intento de buscar nuevas adquisiciones que pudieran provocar cambios en su estructura cognitiva. A pesar de haber
establecido un plan de acción para trabajar con Felipe, me he permitido también ir caminando, en este tratamiento, a
merced de lo que voy observando, de los progresos logrados por él, de las dificultades que presenta en cada
actividad, de lo que él más necesita activar en un momento dado. He observado que Felipe tiene gran dificultad en la
búsqueda de alternativas para la solución de un problema y que, en ciertos momentos, debido a esa característica,
presenta un modelo de aprendizaje confusional, con mucho miedo al error. Debido a que sólo quiere acertar, sale de
la sesión (testimonio personal) pensando en lo que hizo, tratando de memorizar la actividad para hacerla mejor en la
sesión siguiente. Pero su frustración es grande al darse cuenta, en la sesión siguiente, que el trabajo psicopedagógico
no está fundamentado únicamente en el producto adquirido o por adquirir, sino que lo más importante en el
momento en que la actividad se está desarrollando y se concretiza, es justamente el proceso, el hacer
psicopedagógico. Es la activación del pensamiento en el momento de la actividad lo que vale la pena destacar y no
necesariamente su cierre, su conclusión. Así seguimos hablando e interviniendo para que Felipe pudiera descubrir la
importancia del hacer, del reflexionar sobre el acto del aprendizaje y no solamente el producto extraído de la
actividad, como suele suceder en la escuela. Como este es un trabajo desarrollado con el adulto, buscamos
desmitificar esos males que la escuela establece en relación al aprendizaje, dirigiendo nuestra tarea de modo a 8
permitir que Felipe pueda trabajar su estilo de aprendizaje tan arraigado, tan dirigido al producto final, y descubrir
posibilidades de aprender a aprender, valorizando más la manera de aprender. Para eso trabajamos con varias
actividades, con varios juegos, comoA Senha, Matrizes Lógicas, Puxa Conversa, Quarto, entre otros, que le exigieran
la adquisición de habilidades y actitudes inherentes al proceso de aprendizaje. Durante este trabajo con Felipe se hizo
necesario, así como en toda la experiencia, buscar un feedback, para que pudiéramos analizar las posibilidades de
cambio, para continuar o no con lo que se estaba haciendo, con el fin de evaluar los aspectos positivos y/o negativos
Con eso, solicité a Felipe un relato de cómo se sentía acerca de nuestro trabajo y de lo que venía observando durante
este tiempo que estuvimos trabajando (se inició en mayo de 2014), con respecto a los avances, habilidades cognitivas
y actitudes adquiridas por él.

Su relato fue el siguiente:

"Creo que todas las actividades que hacemos aquí me han ayudado mucho a pensar en mis dificultades y lo mucho
que he mejorado en este tiempo aquí en el consultorio, pero quiero comentar al respecto sobre un par de juegos que
me ayudaron: el juego "Puxa Conversa" me ayudó a pensar en la manera de comunicarme con los demás. Tenía
dificultad para iniciar una conversación con la gente. Hoy lo hago de manera más natural, me siento más espontáneo.
Antes tenía miedo de hablar y de dirigirme a alguien, de dar mi opinión. Dejé de hacer varias entrevistas de trabajo
por miedo a hablar o a hablar mal. Mejoré en mi nivel de exigencia con relación a mis errores y aciertos,
principalmente. Pero todavía no estoy totalmente satisfecho. Me gusta todo el trabajo desarrollado aquí en el
consultorio y quiero seguir con el tratamiento hasta estar bien. También quiero hablar del otro juego que me llamó
mucho la atención y creo que me sacudió bastante y que ha sido muy bueno para mí, el juego de las "Matrices
Lógicas", que hasta hoy en día cuando trabajo con él, me saca de la zona de comodidad y me hace sacudir el
razonamiento. También me gusta trabajar con las preguntas (las consignas que forman omprensión de las mismas) de
actividades que hicimos. Creo que eso ha mejorado mi atención en lo que estoy leyendo y lo que la pregunta quiere
como respuesta. Siento que mi razonamiento está mejorando. Antes tenía mucha pereza para pensar, creía que mi
cabeza no funcionaba bien, que era burro”. Alicia Fernández trae una reflexión muy interesante que considero
relevante en este testimonio de Felipe. Ella dice:
"... No sólo los que no responden positivamente a las demandas de la escuela pueden sufrir con un problema de
aprendizaje. Muchas mujeres y muchos hombres, amordazados por la culpa de haber supuestamente herido su deseo
de conocer, piensan en lo que agrada a los demás y no se atreven a pensar (o pensarse) diferente" (Fernández, 2001,
p.80).

En esta cita, cuando Alicia Fernández dice que “… piensan en lo que agrada a los demás y no se atreven a pensar
diferente” me hace acordar otra cuestión presentada por Felipe con relación a su descubrimiento sobre el ser adulto.
Él me confesó que, en el momento en que le dije que estaba escribiendo un artículo sobre el trabajo psicopedagógico
9
con adultos y que quería su permiso para reportar su caso, se dio un susto porque yo dije "caso con adulto”. Fue
como “me di cuenta, no había pensado en eso antes: soy un adulto" dijo. En aquel momento, había tomado
consciencia de que ya era un adulto. Me pareció muy interesante su testimonio y espero que con ese
descubrimiento, Felipe empiece a actuar como tal, adulto, más independiente, más decidido con respecto al trabajo,
a la facultad, a la mejora con respecto a su nivel de aprendizaje y "que se atreva a pensar diferente". Considero
pertinentes todas las observaciones que Felipe trajo en el momento del “feedback”. Estoy de acuerdo cuando él dice
que sus miedos, errores y logros fueron muchos y que muchos también son sus deseos de progresar, de aprender, de
superar sus dificultades, de tener éxito en la Facultad. Veo mejora en la autoestima de Felipe. Está aprendiendo a
convivir con sus errores, pero cree que no es fácil. Viene avanzando con relación a la reversibilidad, a la organización
de ideas, se siente más seguro, reconoce cuando no puede hacer las actividades y trata de buscar otros caminos,
descubriendo nuevas alternativas. Ya empieza a salir, con mucha dificultad, de su modelo de aprendizaje confusional,
logrando adaptar lo nuevo a sus conocimientos ya adquiridos. Ya se expresa mejor al hablar respecto de lo que quiere
con relación a su vida, a la Facultad. Es muy bueno llegar a conclusiones de este tipo en un trabajo como este, en el
que el cliente, en el caso de un adulto, y el psicopedagogo entran en sintonía y logran hacer fluir acciones para
facilitar el desarrollo del otro. Así es el caso de Felipe: grandes avances y todavía un camino a seguir. Consideraciones
finales Así como el sujeto no tiene una edad establecida para el aprendizaje, el aprendizaje no tiene edad para
ocurrir. En las más diversas franjas etarias, en los más diversos niveles culturales, sociales, en la escuela, en la familia,
desde el nacimiento hasta la muerte, el aprendizaje siempre va a estar presente con sus propias características y las
del sujeto que lo incorpora. En este artículo, lo que quisimos mostrar exactamente fue un aprendizaje con muchos
desafíos, con problemas o no, que se extiende a lo largo de la vida del sujeto, se hace presente en todo momento,
incluso en la piel del adulto que busca la Psicopedagogía por cuenta propia, por su libre y espontánea voluntad y su
deseo de desentrañar las causas de sus dificultades de aprendizaje. Esto ayuda mucho en este tipo de trabajo: la
conciencia y la madurez del adulto. Así pudimos constatar que la Psicopedagogía se establece y se impone de manera
segura en cualquier etapa de la vida del sujeto, sea con niños, con adolescentes o con adultos. Y al tratarse del adulto,
hemos traído momentos de reflexión y análisis, mostrando caminos específicos, dirigidos a una evaluación y atención
psicopedagógica propia para esta franja etaria. Pudimos observar en el caso de Felipe lo que en teoría se dijo en este
artículo a respecto del hacer psicopedagógico y el adulto, con las determinaciones y características muy específicas
de su edad. Finalmente, tuvimos la oportunidad de mostrar la relevancia del papel del psicopedagogo en un trabajo
de descubrimientos, de innovación y de cambios, en el universo de la acción psicopedagógica con el adulto en la
clínica.

Referencias bibliográficas:

 Fernández, Alicia – O saber em jogo- a psicopedagogia propiciando autorias de pensamento, edt. Artmed,
porto Alegre, 2001.
 Pereira, Débora – Diagnóstico e intervenção psicopedagógica com adultos: um estudo de caso, Revista
psicopedagogia, nº 80, São Paulo, 2009. 10
 Visca, Jorge – Clínica psicopedagógica – Epistemología Convergente. Pulso Editorial, São José dos Campos, SP,
2010

*Doctora en Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Psicopedagoga, Pedagoga, Coordinadora y


profesora del Curso de Posgrado en Psicopedagogía de la Escola Baiana de Medicina e Saúde Pública, Salvador, Bahia,
Miembro del Conselho da Associação Brasileira de Psicopedagogia – Nacional, Consejera Vitalicia de la Associação
Brasileira de Psicopedagogia – Sección Bahia, Directora del Centro Psicopedagógico – CRIA – Salvador, Bahia.

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