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Tema 19 – La población española.

Comportamiento demográfico y
fenómenos migratorios.
0. INTRODUCCIÓN

1. LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

1.1. EL CICLO DEMOGRÁFICO ANTIGUO.

1.2. EL CICLO DEMOGRÁFICO MODERNO.

2. ELEMENTOS DEL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA .


NATALIDAD Y MORTALIDAD.

2.1.EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

2.2.LA NUPCIALIDAD

2.3.LA NATALIDAD.

2.4.LA MORTALIDAD.

3. ESTRUCTURA ACTUAL DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

3.1.ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA.

3.1.1. COMPOSICIÓN POR EDAD.

3.1.2. COMPOSICIÓN POR SEXO

3.1.3. EL ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN.

3.2.ESTRUCTURA SOCIOPROFESIONAL.

4. LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS


4.1. MIGRACIONES INTERIORES.

4.2. MIGRACIONES EXTERIORES.

4.2.1. LA EMIGRACIÓN.

4.2.2. LA INMIGRACIÓN.

5. ANÁLISIS POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

6. BIBLIOGRAFÍA

O INTRODUCCIÓN

Es indudable que el objetivo último de todas las ciencias, de los estudios


y de las investigaciones, es el propio hombre, entendido en sentido
genérico. Pretendemos realizar una aproximación a las características
demográficas específicas de nuestro país, así como a la evolución y los
cambios que ha experimentado nuestra población a lo largo de los
tiempos y, especialmente, durante este siglo.

Un primer aspecto que debemos resaltar es que las transformaciones


demográficas en España, no se han producido al mismo tiempo que en
los países de nuestro entorno europeo, sino con un cierto retraso.
Tampoco han sido progresivas, escalonadas o graduales, como lo fueron
en la casi totalidad de los países de Europa occidental.

En el transcurso del siglo XX, la población se ha multiplicado por dos en


nuestro país: el número de nacidos ha disminuido en un 50%, en un 33%
el de fallecidos y, muy marcadamente, ha descendido también la
mortalidad infantil. Por otra parte ha sido espectacular el aumento de
la esperanza de vida. Todo ello se ha traducido en intensos cambios en
la distribución de la población por edades: se ha doblado el porcentaje
de personas de más de 65 años o, lo que es lo mismo, se ha producido
un claro envejecimiento de la población. A su vez, también han sido
drásticos los cambios en la distribución de la población española en los
distintos territorios del Estado, puesto que se han producido
desplazamientos masivos desde de las áreas rurales a las urbanas, en
algunos casos con especial intensidad. Esto ha producido un cambio
radical en la distribución de la población activa en los distintos sectores
productivos. La población ya no trabaja mayoritariamente en la
agricultura y la ganadería, como ha venido ocurriendo en el pasado, sino
en la industria y, especialmen-te, en los servicios.

1 LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

Cuando hablamos de evolución de la población en el ámbito europeo,


aludimos a la existencia de dos ciclos, o dos periodos demográficos
separados por la fecha de 1700 (siglo XVIII). Estos ciclos son conocidos
como ciclo antiguo y ciclo moderno. El primero se caracterizó por el
crecimiento de la población a corto plazo y su posterior estancamiento
y reducción, para volver luego a crecer un poco y de nuevo estancarse y
retroceder, y así sucesivamente. La consecuencia era un crecimiento
prácticamente nulo de la población y las causas, guerras, epidemias,
crisis de subsistencia, escasa esperanza de vida media etc. La llegada del
ciclo moderno supone un cambio en la dinámica poblacional a causa de
una transformación social y económica propiciada por el cambio de vida
que supuso la Revolución Industrial. Este cambio a nivel poblacional se
tradujo en un descenso de la mortalidad extraordinaria en un primer
momento, y de la mortalidad ordinaria más adelante, junto con un
aumento de la natalidad, consecuencia del mayor numero de mujeres
vivas para procrear. Como resultado, el crecimiento de la población
despega al fin, para ya en el siglo XX volver a estabilizarse, por la
aparición de nuevos motivos en el horizonte de las sociedades europeas.
En España, existen estos dos ciclos demográficos pero con una
cronología diferente ya que el ciclo moderno no se consolida en nuestro
país hasta el siglo XX, por lo que la transición del ciclo antiguo al
moderno durará prácticamente dos siglos. Para el estudio de la
población en España disponemos de una serie de fuentes. La mayor
parte de ellas emanan del INE, creado en 1945 y cuyo antecedente
inmediato fue el Instituto Geográfico y Estadístico (1870). Las principales
fuentes demográficas son los registros generales de población (Censos -
desde 1857 hasta 2001-, padrones -se actualizan con el Censo y los años
terminados en 6-, nomenclátores), las fuentes para el movimiento
natural de la población (MNP a partir de los datos del Registro Civil -
desde 1870-), las fuentes para los movimientos migratorios (Estadísticas
de pasajeros por mar, Informe sobre emigración española del Instituto
Español de Emigración, Encuesta de migraciones interiores, Estadística
de Variaciones Residenciales, etc.) y las encuestas del INE (Encuesta de
fecundidad, EPA, Tablas de mortalidad de la población española, etc.

1.1. EL CICLO DEMOGRÁFICO ANTIGUO

Para este periodo es fundamental una fuente no citada en el párrafo


anterior: el Registro parroquial de bautismo, casamientos y defunciones.
También son importantes, pese a sus defectos e infrainscripciones los
Censos preestadísticos, como los de Quintanilla, el de Millones, el de
Campoflorido, el de Aranda, el de Floridablanca, o el de Godoy. Las
características de este periodo son similares a las del resto de los países
europeos: elevada mortalidad agravada ocasionalmente por las razones
que ya hemos comentado, y una reducida natalidad debido sobre todo
a la muerte de personas en edad de procrear. Se distinguen dos etapas:

Siglo XVI con tendencia a la alza consecuencia de la expansión


económica (Imperio de los Austrias mayores Carlos V y Felipe II)
Siglo XVII con un gran descenso de lo efectivos demográficos a
consecuencia de una grave crisis económica y política (Derrumbamiento
del Imperio con el gobierno de los Austrias menores)

Esta crisis demográfica afectó de diferente manera a los distintos


territorios (Castilla, Aragón , Valencia, Andalucía…) y es desde este
momento que ya empiezan a aparecer y a acentuarse las diferencias
regionales.

1.2. EL CICLO DEMOGRÁFICO MODERNO

Como ya hemos comentado no se consolida en España hasta el siglo XX,


siendo los siglos XVIII y XIX , una fase prolongada de la transición
demográfica.

En apariencia, en el siglo XVIII español se produce un aumento de la


población, en sintonía con lo que ocurre en el resto de Europa. El
aumento es real, pero no obedece a las mismas causas estructurales, es
decir no se corresponde con el desarrollo y la modernización del país. En
realidad la causa es el fin de la guerra (Paz de Utrecht de 1714) y el fin
de la sangría demográfica que obstaculizaba las posibilidades de
crecimiento. No existe Revolución demográfica en España en esta época.
Según Nadal existe crecimiento sin revolución.

Durante la 1a mitad del siglo XIX, y tras la guerra de la Independencia, la


población vuelve a crecer, pero no a causa del descenso de la mortalidad
ordinaria (como ocurría en la Europa industrial a causa de la mejora en
las condiciones de vida) sino por un lógico aumento de la nupcialidad
tras la guerra. De hecho, en la 2a mitad del XIX se siguen dando crisis de
subsistencias que provocan mortandades importantes. La sangría
demográfica, agravada por la emigración, es diferente en unas u otras
regiones: mientras Galicia pierde población a lo largo de todo el siglo XIX,
Cataluña sigue una dinámica demográfica muy similar a la Europea. El
impacto del cólera se deja sentir durante todo el siglo, así como el de la
gripe (“la gripe española”) en 1918-20. La guerra civil y la postguerra será
la última gran crisis de mortalidad de nuestra historia. La caída definitiva
es pues muy reciente y en las últimas décadas se observa un repunte
técnico debido al envejecimiento de la población. La reducción de la
mortalidad infantil se adelanta a las décadas finales del siglo XIX en el
norte peninsular, pero se retrasa hasta los años veinte de siglo XX en
gran parte del territorio del área central y meridional. La natalidad sufre
diversas alternativas. Viene decreciendo desde finales del XIX para
aumentar en las décadas centrales del XX (“baby boom”) y reducirse
drásticamente en el último cuarto.

2 ELEMENTOS DEL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.


NATALIDAD Y MORTALIDAD

2.1 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

Si observamos la evolución de la población desde las primeras décadas


del XX hasta nuestros días podemos destacar los siguientes hitos:

Reducción de la mortalidad catastrófica a partir de 1900.

Reducción de la mortalidad ordinaria desde los años 20.

Descenso de la fecundidad, muy acusado durante la guerra civil.

Caída de la natalidad en los últimos veinte años (lo que hace que España
tenga actualmente, junto con Italia, el menor índice sintético de
fecundidad del mundo 1,2 hijos por mujer).

Envejecimiento de la población a partir de los años 50, con un paréntesis


expansivo en tomo a los años 60.
Los movimientos migratorios -de los que no se habla en este apartado-
son en realidad, el factor explicativo mas importante de la distribución
geográfica de la población española.

La evolución de la natalidad, la mortalidad, la nupcialidad y el


crecimiento vegetativo en España es muy parecida a las tendencias
generales de los pases europeos más desarrollados: los índices de estas
variables son hoy muy bajos.

2.2 LA NUPCIALIDAD

La tasa de nupcialidad se ha mantenido estable a lo largo del siglo XX,


aumentó entre los años 1 955 y 1965 y se redujo a finales de la década
de los setenta. Hoy la tasa de matrimonios ronda el 5%o dato que hay
que incrementar ligeramente con parejas que conviven sin estar
casadas. La cohabitación fuera del matrimonio, de notable amplitud en
otros países, se practica más en las zonas urbanas españolas que en las
rurales y entre hombres y mujeres con niveles culturales similares y de
parecidos grupos sociales.

Al estudiar la nupcialidad es conveniente reflejar también las


separaciones matrimoniales y el fenómeno del divorcio, es decir, la
ruptura legal de los matrimonios. La incidencia del divorcio en la
sociedad española es reciente (la ley entró en vigor en 1981) y junto con
los países del mediterráneo europeo -Grecia, Italia y Portugal-, cuenta
con una baja tasa de divorcios si lo comparamos con países como
Dinamarca, Holanda o Alemania. En España se produjeron 263.770
sentencias de separación y 195.500 divorcios desde el año 1981 al 1990.

2.3 LA NATALIDAD

Natalidad y fecundidad son dos conceptos que a veces se utilizan


indistintamente para referirse a la capacidad procreadora de una
población; sin embargo, no significan lo mismo y, por tanto, conviene
utilizarlos con precisión. Con la palabra natalidad se define un suceso
demográfico relacionado con los nacimientos habidos en el seno de una
población considerada en su conjunto; en cambio, la fecundidad es un
fenómeno relacionado con los nacidos vivos considerados desde el
punto de vista de la mujer en edad de procrear, y no en el conjunto de
la población. La fecundidad es, en consecuencia, un término más preciso
para referirse al nivel procreador de una población, puesto que
solamente tiene en cuenta la población que realmerte interviene en el
proceso.

Hasta fechas recientes, España ha sido un país fuertemente natalista en


el contexto de los países europeos; por ello, la evolución de la natalidad
en las últimas décadas está considerada como el fenómeno más decisivo
en el desarrollo demográfico español. A todos ha sorprendido que en un
periodo de tiempo muy corto, la natalidad y la fecundidad españolas se
hayan situado entre las más bajas del mundo.

Aunque el descenso de la natalidad comenzó en el siglo XIX, todavía a


principios del XX era alta (33,9%o); se mantuvo con valores
relativamente altos durante toda la primera mitad del siglo, los
descensos coyunturales más fuertes se producen a causa de la Guerra
Civil (16,6%o en 1939). El descenso más drástico, tanto de la natalidad
como de la fecundidad, llegará a finales de la década de los 70: la
natalidad pasará de una tasa del 17,9%o en 1977 a 9,l %o en 1995,
mientras que la fecundidad evoluciona de un índice de 2,6 hijos por
mujer en 1977 a 1,2 en 1997.

No existe consenso sobre las razones que han motivado la caída de la


fecundidad. Hoy se considera que los motivos son múltiples y complejos;
junto a razones de índole económica (coste de la crianza de los hijos,
aumento del nivel de ren-ta) existen también razones de tipo
sociológico, cultural e institucional, sin olvidar las estrictamente
demográficas. En la actualidad, se destaca el desarrollo de la
industrialización, la urbanización y la secularización, junto a otros
factores como: la emancipación de la mujer y su incorporación al
mercado laboral; el coste de la educación y crianza de los hijos; el
comportamiento natalista propio de cada generación, fruto de la
experiencia ante la vida.

Junto a estas razones de índole general no se pueden olvidar las


circunstancias propias del país, que son las que, en último término, han
marcado los ritmos e intensi-dades en el proceso. Así, la marcha de la
natalidad en España no puede desligarse de los diferentes
acontecimientos históricos, y coyunturas económicas y sociales por las
que ha atravesado: Guerra Civil, emigración, períodos de crisis
económicas (autarquía), cambios en la estructura por edad, evolución
de la nupcialidad, etcétera. También la política demográfica ha podido
influir: escasas ayudas sociales que estimulen la natalidad, extensión del
aborto, etc.

La natalidad y la fecundidad se han reducido en todas las comunidades


autónomas aunque se siguen manteniendo diferencias regionales. Tanto
si utilizamos la tasa de natalidad como el índice sintético de fecundidad,
las regiones meridionales e insulares son las que poseen las mayores
tasas e índices, seguidas por las regiones económicamente más
desarrolladas. Por el contrario, las comunidades del centro y del norte
peninsular presentan las tasas más bajas. En 1995 las comunidades con
tasas de natalidad superiores al 10%o eran Murcia, Andalucía, Baleares,
Canarias y Castilla-La Mancha; en cambio, los valores más bajos, por
debajo del 8%o, los tenían Galicia, Asturias, Aragón, Cantabria, Castilla y
León, País Vasco y La Rioja. En cuanto al índice sintético de fecundidad,
ninguna comunidad rebasaba en 1991 los 2 hijos por mujer.

La caída de la fecundidad, con una evolución peculiar dentro de lo que


es la dinámica europea, ha venido acompañada de un cambio en la
estructura de las tasas de fecundidad por edad (caída de la fecundidad
en las mujeres más jóvenes como consecuencia del aumento de edad en
las primeras nupcias).

2.4 LA MORTALIDAD

La mortalidad es el fenómeno relacionado con el fallecimiento de los


miembros de una población. Hasta finales del siglo XIX la población
española se caracterizaba por las altas tasas de mortalidad y la baja
esperanza de vida. En la actualidad, la tasa bruta de mortalidad se
encuentra en torno al 8,5%o, un nivel a partir del cual resulta ya muy
difícil seguir bajando.

La mortalidad infantil ha seguido una trayectoria similar. A principios de


siglo XX, el valor de la tasa estaba en el 181%o y el descenso se precipitó
en la década de los 40 y 50; en los años 70 se alcanzan ya unas tasas del
24%o. En las últimas décadas continuó bajando y hoy se encuentra en
torno a un 6,0%o, un nivel similar al de los países con tasas de mortalidad
más bajas.

La esperanza de vida al nacer ha evolucionado también a valores muy


positivos a lo largo del último siglo a causa del descenso de la
mortalidad. A principios de siglo se encontraba, para ambos sexos, en
tomo a los 35 años y en el momento actual es de unos 78 años.

Especialmente significativo ha sido el aumento de la esperanza media de


vida de la mujer, que ha pasado de los 35 años en 1900 a los 80,5 que
presenta hoy. La diferencia con la esperanza media de vida de los
hombres es de unos 7años.

Las causas de la mortalidad han variado con el paso del tiempo. En el


pasado, cuando dominaba la mortalidad catastrófica, las causas se
debían a crisis de subsistencia, hambrunas, epidemias, guerras, etc., que
con su aparición cíclica mantenían estancada a la población pese a las
elevadas tasas de natalidad. En una situación de crisis, el riesgo de
muerte afectaba a toda la población, aunque la infantil se mostraba aún
más vulnerable. Este tipo de causas se conocen como exógenas por
tener su origen en el entorno externo al ser humano.

En la actualidad, las causas de muerte se relacionan con las


enfermedades degenerativas en edades avanzadas y con las
enfermedades sociales o propias del modo de vida de la sociedad actual;
destacan las enfermedades del aparato circulatorio y digestivo o las
provocadas por causas endógenas y muertes violentas (accidentes de
circulación, asesinatos, suicidios, etc.). Por lo tanto, las causas
predominantes de mortalidad en nuestro país se pueden resumir
bastante bien con las famosas «tres ees» (corazón, cáncer y carretera).
En esta fase, la mortalidad se concentra en aquellos estratos de
población de edades más avanzadas y más entre los hombres que entre
las mujeres.

Sobre las causas del descenso de la mortalidad se han propuesto varias


hipótesis. Por un lado, están los partidarios del papel desempeñado por
las medidas sanitarias, especialmente los avances médicos; por otro, los
partidarios de la influencia de la mejora de los recursos
socioeconómicos, sobre todo de la alimentación; un tercer grupo piensa
que el crecimiento moderno de la población, motivado por la caída de la
mortalidad, es resultado de la combinación de una serie de factores de
tipo social, demográfico, económico y cultural que han repercutido
positivamente en una mejora de la salud de la población.

A pesar de la reducción generalizada que ha experimentado la


mortalidad en España, todavía siguen manifestándose diferencias entre
las comunidades autónomas. En la actualidad, las comunidades con una
tasa de mortalidad más alta son: Asturias, Aragón, Baleares y Galicia; en
cambio, las tasas más bajas corresponden a Canarias, Madrid, Murcia,
Andalucía y Cataluña; sin embargo, utilizando el indicador de la
esperanza media de vida, las regiones del norte presentan índices más
positivos que las regiones del sur.

Finalmente, la oposición espacial se presenta también entre áreas


rurales y urbanas como consecuencia de los diferentes modos de vida,
la desigualdad en el acceso a la sanidad, la educación y el nivel de
bienestar.

El descenso de la mortalidad, tiene lugar en España, con posterioridad al


resto de Europa. Sin embargo, cuando esta reducción tiene lugar, lo hace
de una forma brutal (en los años 80 se coloca por debajo del 7,5%o).

La década de los 90 ha experimentado un nuevo ascenso de la tasa a


causadel envejecimiento de la población, que según las proyecciones
seguirá aumentado más allá del 2025.

Como consecuencia de la evolución que acabamos de apuntar, el


crecimiento natural inició su descenso a finales de la década de los 70 a
raíz de la caída ce la fecundidad y de un incremento de las tasas de
mortalidad; esta caída se ha producido de manera muy brusca. En
consecuencia, se ha producido una fuerte reducción de la tasa de
crecimiento natural en un corto periodo de tiempo, pasando de 1,1 %
anual aun 0,04 %, valor que indica prácticamente un estancamiento del
crecimiento.

3 ESTRUCTURA ACTUAL DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

3.1 ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA

3.1.1 COMPOSICIÓN POR EDAD

En general podemos afirmar que la mitad sur cuenta con una población
más joven que la mitad norte, distinguiendo: provincias muy jóvenes
(Canarias), provincias jóvenes (las andaluzas), provincias jóvenes con
alto porcentaje de adultos (las vascas), provincias viejas (las catalanas,
Baleares, Castellón, Guadalajara, Lugo y Orense) y provincias en torno a
la media nacional.

Las causas y grados del envejecimiento tienen que ver con el


movimiento natural de la población de signo negativo y con la
emigración más o menos acusada. En cuanto a las provincias jóvenes,
éstas pueden serlo por inmigración, por estabilidad de la natalidad, o
jóvenes a pesar de la emigración.

Analizando globalmente el caso español, podemos afirmar la tendencia


al envejecimiento progresivo de la población. Con datos del ultimo censo
(2001) se calcula que casi una quinta parte de la población española
tiene más de 65 años.

3.1.2. COMPOSICIÓN POR SEXO

En 1991 la población española se caracterizaba por un número mayor de


mujeres (19.835.842) que de hombres (19.036.437). Además de la
sobremortalidad masculina habitual, en al caso español incide también
la emigración que en muchos casos ha sidc esencialmente masculina. El
desequilibrio es máximo en la vejez.
3.1.3. EL ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN

A partir de los datos que arrojan los últimos censos, los hechos más
significativos son el descenso de la población soltera, tanto en cifras
absolutas como relativas, frente al crecimiento de las otras condiciones
de estado; especialmente relevante ha sido el de la población casada y
el colectivo de separados y divorciados. El descenso de la población
soltera en los últimos años rompe con la tendencia ascendete que se
venía produciendo desde principios de siglo, pues, la población era
mucho más joven que la actual; en cambio, el descenso de la fecundidad
a partir de los 70 es la causa de que exista una menor proporción de
población célibe. La población soltera es mayor entre los varones entre
20 y 50 años, mientras que en edades superiores la soltería está más
generalizada entre las mujeres.

3.2 ESTRUCTURA SOCIOPROFESIONAL

Desde 1960, (al igual que en fechas más tempranas ocurrió en el resto
de Europa) se viene produciendo un fuerte descenso del personal
dedicado a las tareas del sector primario y un incremento de todas
aquellas profesiones vinculadas a los sectores secundario y terciario. La
terciarización de la economía es un hecho, ya que 2 de cada 3 españoles
trabaja ya en el sector servicios.

Otra importante tendencia en cuanto a la estructura socioprofesional


actual es el aumento de la población asalariada, lo cual según algunos
autores es una característica de las sociedades capitalistas desarrolladas
en las que tiende a aumentar la población activa dependiente y a
disminuir la independiente. También en este apartado existen fuertes
diferencias interprovinciales. En 1960 la tasa de asalarización, en una
sociedad eminentemente agraria, estaba muy relacionada con la
estructura de la propiedad de Iz tierra: las zonas latifundistas sureñas
junto con los centros industriales (Madrid, Barcelona, País Vasco,
Valencia-Alicante) tienen las mayores cantidades de población
asalariada, mientras que las zonas minifimdistas se corresponden con
mayoría de trabajadores independientes (pequeños propietarios). Ya en
1981, la mayoría de las provincias españolas habían experimentado
aumentos en la tasa de asalarización. Incrementada además por el
aumento en la terciarización. Como resumen a la situación
socioprofesional podemos decir que:

En los últimos años se ha elevado el grado de terciarización del mercado


de trabajo en todas las Comunidades.

Los activos del terciario se han alimentado en casi todas las


Comunidades de la mano de obra expulsada por otros sectores,
especialmente el agrario.

El terciario es el sector con mayor capacidad de generar empleo.

Los mayores incrementos se registran en el terciario asalariado.

El empleo no asalariado sigue una trayectoria decreciente.

El sector terciario es actualmente el motor de la economía española.

En las comunidades en las que el sector está más desarrollado, también


son más altas las tasas de paro.

El aspecto más destacable en el que conviene detenerse es el del paro.


En los años 60 y 70 la tasa de paro registraba unos valores realmente
bajos. La emigración exterior y la escasa incorporación de la mujer al
mundo del trabajo son los dos factores que mejor explican este hecho.
Pero la crisis económica desencadenada a finales de los años 70 iba a
trastocar enormemente la situación; el retorno de los emigrantes, el
proceso de reconversión industrial y la incorporación masiva de la mujer
al mercado laboral son factores que harán elevarse las tasas de paro.

En consecuencia, la evolución de la tasa de paro en las dos últimas


décadas se ha caracterizado por un continuo crecimiento desde 1978
hasta 1994 y un paulatino descenso desde esta fecha hasta hoy.

El paro es un fenómeno que afecta de manera muy desigual a las


diferentes comunidades autónomas, los valores oscilan desde
comunidades como Baleares o La Rioja, con una tasa entre el 10% y el
11 % a otras comunidades como Andalucía y Extremadura, con tasas por
encima del 20 %. El paro afecta, sobre todo, a los activos que se
encuadran dentro del sector agrario y de la construcción, y más a la
población activa femenina que a la masculina.

En el contexto de los países de la Unión Europea, España es el país con


la tasa de desempleo más alta (15,7%), que llega a doblar la media
europea en 1999 (9,2%).

A pesar de la gravedad del problema, el desempleo es percibido hoy en


una dimensión menos dramática, pues sólo existe un 8% de hogares con
todos sus miembros activos en situación de paro. En cuanto a la
existencia de población ocupada en actividades de economía informal o
sumergida, se trata de un empleo que escapa al control estadístico
oficial.

Igualmente hemos asistido a un cambio espectacular en el nivel de


formación de la población. Hace tiempo que España inició un esfuerzo
por mejorar las condiciones formativas de su población, de manera que,
según datos del último censo, la tasa de analfabetismo se ha reducido al
3 %. En cifras absolutas, 1.119.076 habitantes todavía se consideran
analfabetos; de ellos, un 72,3 % son mujeres de edad avanzada. Esta
bolsa de incultura se concentra en Andalucía, Castilla-La Mancha y
Extremadura. Junto a la reducción del analfabetismo, otros logros son la
escolarización obligatoria hasta los 16 años, la considerable ampliación
de la población universitaria y, sobre todo, la ampliación de la igualdad
de oportunidades para ambos sexos y para los diferentes estratos
sociales.

4 LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

Un aspecto destacado de la población española es su movilidad espacial;


en un pasado no muy lejano, debido a la salida de importantes
contingentes de emigrantes hacia otros países de África, América o
Europa; en épocas más recientes, por el trasvase de población de unas
regiones a otras, o de áreas rurales a urbanas. Pero, además, España se
está convirtiendo en los últimos años en punto de destino para muchos
inmigrantes extranjeros.

Las razones que mueven a las personas a desplazarse pueden ser muy
diveisas, por lo que, más que a factores concretos, habría que aludir a
un conjunto de hechos que conforman un contexto económico-social
que induce a la persona a emigrar; pero, de manera general, se está de
acuerdo en que existe una motivación económica: la búsqueda de un
empleo en otro lugar que permita mejorar la condición económica y, en
consecuencia, las condiciones de calidad de vida y bienestar social.
Sobre esta base general, cada corriente y etapa presenta sus propias
características en cuanto a condiciones sociales, económicas o políticas
que influyen en el proceso.

4.1 MIGRACIONES INTERIORES

Las migraciones interiores se producen como consecuencia de los


desequilibrios económicos, espaciales y demográficos entre unas
regiones y otras suscitados por la industrialización, urbanización,
mecanización del campo y demás fenómenos de cambios
socioeconómicos.

El desplazamiento de personas entre las distintas provincias y regiones


de España, desde las áreas rurales a las urbanas, es uno de los
fenómenos geodemográfi-cos de mayor importancia de los últimos
tiempos.

El proceso de industrialización y urbanización será el causante de las


migraciones interiores, que se desarrollarán en España con toda su
intensidad entre los años 60 y 70. Las migraciones interiores presentan
dos etapas: la primera transcurre desde el siglo XIX hasta 1950; la
segunda, desde esta fecha hasta el presente.

a) Desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, la cuantía de
estos desplazamientos no fue grande; no obstante, la industrialización
de Barcelona y el País Vasco y las obras públicas iniciadas en otras
grandes ciudades durante la dictadura de Primo de Rivera, intensificaron
las migraciones interiores, pero ni Guerra Civil y los años de posguerra
hicieron disminuir los desplazamientos. Es la consecuencia del
excedente laboral del sector primario y de las dificultades que plantea
ahora la emigración ultramarina. Las zonas migratorias pertenecían a
Galicia, las dos Castillas, Aragón y Andalucía Oriental, mientras que las
receptoras de emigrantes fueron Cataluña, Levante, País Vasco,
Andalucía occidental (Sevilla) y Madrid. En esta fase también se produce
un trasvase interno en cada provincia de las áreas rurales a las capitales
provinciales.

b) En los años 60 y 70 se producen importantes migraciones interiores.


Se intensifica el éxodo rural directo hacia las grandes ciudades y junto a
los destinos tradicionales aparecen otros relacionados con los nuevo
polos de desarrollo industrial (Zaragoza, Valladolid, Sevilla, Vigo,
LaCoruña…) y con la expansión turística de las áreas litorales. En esta
época comienzan a formarse las áreas periurbanas de las grandes
metrópolis.Se calcula que entre 1960 y 1985 unos 12 millones de
personas habrían emigrado de su lugar de origen. Durante estos 25 años,
la media fue de más de 360.000 emigrantes anuales. Las provincias más
beneficiadas por la afluencia de emigrantes fueron Madrid, Barcelona y
Valencia, a las que siguieron Vizcaya, Girona, Tarragona, Alicante y
Sevilla. Las regiones generadoras de emigración fueron Extremadura,
Castilla-La Mancha y Andalucía.

En los últimos años, las migraciones interiores han variado en intensidad


y comportamiento geográfico. La crisis económica mundial de 1973 tuvo
manifestaciones tardías en España, y provocó una situación de freno a
las corrientes emigratorias y de estímulo para las inmigratorias de
retomo. La causa inmediata ha sido el paro industrial consecuencia de la
crisis. En esta época, salidas (de jóvenes solteros) y retornos (de
jubilados o activos en paro) prácticamente se compensan hasta que a
partir de 1981 los retornos, planteados como una alternativa de
subsistencia en un medio mas barato-el rural-, superan al éxodo. Las
CC.AA. receptoras fueron la valenciana, Castilla-La Mancha, Canarias y
Andalucía. Las CC.AA. emisoras han sido país Vasco, Castilla y León y
Cataluña.

Estas son las novedades más sobresalientes:

La progresiva ampliación de las provincias con saldos migratorios


positivos y la pérdida de la polarización en los lugares de destino que
presentaba anteriormente el fenómeno migratorio;
La reconversión de áreas tradicionalmente de inmigración en áreas de
emigración, debido a la salida de antiguos emigrantes; son los llamados
«emigrantes retornados»;

El éxodo rural está siendo sustituido por los desplazamientos de


población entre los diferentes centros urbanos;

Ha variado también el tipo de emigrante: el actual pertenece


mayoritariamente al sector servicios.

Se han intensificado los movimientos pendulares de la población.

Las repercusiones de las migraciones interiores se dejan sentir


especialmente en los planos demográfico, social y económico, tanto en
las zonas de origen como en las de destino.

a) Para las zonas que actúan como focos de atracción de emigrantes,


éstos suponen un cambio positivo sobre el crecimiento real, la
estructura demográfica y la dinámica natural. La población emigrante se
convierte en la base del crecimiento demográfico de muchas áreas
urbanas, tanto por el aporte directo que supone el flujo de emigrantes
como por su repercusión sobre la fecundidad, al ser una población
mayoritariamente joven. Así, la estructura por edad se verá
rejuvenecida, la población activa incrementada y la natalidad y la
fecundidad revitalizadas. En el plano social, el aporte de nuevos
contingentes es considerado como un factor que acentúa la riqueza y la
diversidad cultural; en el plano económico, se producirá una mejora en
la oferta de mano de obra y una mayor concentración de recursos
humanos.

Pero también las zonas de inmigración se ven obligadas a asumir nuevos


costes para satisfacer las demandas de una población en crecimiento:
nuevos equipamientos e infraestructuras, mayor número de viviendas,
etcétera.

b) Las zonas de emisión de emigrantes sufren repercusiones de carácter


más negativo que positivo. Demográficamente, se produce un descenso
de la población, el envejecimiento de su estructura y la caída de la
fecundidad; en el plano económico, un empobrecimiento de los recursos
humanos y una reducción de las actividades económicas. La emigración
supone una mejora de la renta para los que permanecen.

Globalmente, las migraciones interiores han sido las causantes de


fuertes dese-quilibrios en la distribución de la población; en
consecuencia, han propiciado la aparición de zonas de fuerte
concentración poblacional frente a la desertización demográfica de
otras, así, el despoblamiento del interior y la concentración de las
grandes densidades a la periferia con excepción de algunos oasis
poblacionales como Madrid, Zaragoza y Valladolid. Otras serían:

Rejuvenecimiento de la población urbana.

Se plantean deseconomías de subpoblación en los municipios rurales.

Se plantean deseconomías de congestión en los grandes municipios


urbanos (problemas de suelo urbano, viviendas, circulación, puestos
escolares…)

Se crean desiertos demográficos en las áreas expulsoras.

Se crea un fuerte deterioro medioambiental en las grandes metrópolis.

4.2. MIGRACIONES EXTERIORES.

4.2.1 LA EMIGRACIÓN
La emigración española a otros países durante los dos últimos siglos ha
pasado por diferentes etapas, cada una de ellas con características
particulares en cuanto a país de destino, cuantía, lugares de
procedencia, etcétera.

La emigración al norte de África fue importante durante el siglo XIX. El


principal país destinatario fue Argelia y los emigrantes procedían de las
provincias de Alicante, Murcia y Almería, eran agricultores y mineros que
abandonaron sus lugares de origen por las duras condiciones de vida. El
empleo de los españoles en Argelia se centró en las obras públicas y en
la agricultura

La emigración a ultramar. Su época de apogeo coincidió con la primera


mitad del siglo XX. Los países de destino fueron Argentina, Cuba, Brasil,
México y Uruguay en un primer momento y, más tarde, Estados Unidos
y Canadá. Estuvo protagonizada básicamente por campesinos gallegos,
asturianos y canarios de escasos recursos. La emigración a
Latinoamérica se prolongará hasta los años treinta, época en la que la
crisis económica obligará a imponer restricciones a la entrada de
emigrantes. Cuando se reanude de nuevo el flujo de emigrantes, ya no
volverá a ser el mismo.

La emigración a Europa. Su época de máxima intensidad fue durante la


década de los años 60. Durante la primera mitad del siglo XX, la
emigración española a Europa tuvo como país de destino casi exclusivo,
Francia. Fue una corriente de agricultores levantinos que acudían a
satisfacer las necesidades de mano de obra del campo francés y que se
incrementó con los españoles que se vieron obligados a emigrar a causa
de la Guerra Civil; así, la presenciade españoles en Francia a comienzos
de la Segunda Guerra Mundial se estima en unas 800 000 personas. La
finalización de la guerra y el período de reconstrucción que se inicia en
los países contendientes, marcará una nueva fase en la emigración de
españoles a Europa. La necesidad de mano de obra en países como
Francia, Alemania o Suiza, junto al excedente demográfico y las
deficientes condiciones económicas y sociales reinantes en España,
fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes
hacia Europa. Con algunos altibajos, la década de los años 60 conoce el
mayor número de salidas, llegándose a superar en algunos años la cifra
de 100.000 emigrantes reconocidos. Desde 1974 la salida de emigrantes
se hace mucho más débil, lo que motivará que el balance migratorio a
partir de entonces sea negativo o escasamente positivo. En esta
emigración a Europa, las comunidades que más efectivos aportaron
fueron Andalucía y Galicia, pero no ha sido una emigración tan
polarizada geográ-ficamente como las anteriores.

Entre los efectos positivos de las migraciones se cuentan: la reducción


de la presión en el mercado laboral: gracias a la emigración se alivió el
volumen de población en paro; el alivio de la presión demográfica: se
estima que salieron unos dosmillones de personas, lo que contribuiría a
aminorar las tasas de fecundidad; la entrada de divisas.

Las repercusiones negativas no han sido, sin embargo, menos


importantes y entre ellas destacan: los costes demográficos que supuso
la pérdida de poblaciónjoven en las regiones migratorias, que provocaría
el envejecimiento de la población y la caída de la fecundidad; los costes
sociales no fueron menores: ruptura familiar en la mayoría de los casos
por ser sólo el cabeza de familia el que emigraba, difícil adaptación en el
país de destino debido al bajo nivel cultural del emigrante, empleo en
trabajos duros y mal remunerados con elevado nivel de peligrosidad,
etcétera; los ahorcos de los emigrantes no servirán para generar riqueza
al ser invertidos mayoritariamente en bienes inmuebles o gastados en
bienes de consumo; los costes económicos se harán patentes en el
despoblamiento de las áreas de origen, con el consecuente abandono
de las tierras y de las infraestructuras, la disminución de las poblaciones,
etcáera.

A pesar de que en su momento la emigración supuso una ayuda en el


desarrollo español y un alivio para el paro de estos años, la crisis
demostró que los costes económicos al cabo fueron mayores. Muy altos
también han sido los costes sociales de desarraigo y marginación para la
población emigrante. En líneas generales la emigración exterior
española ha sido muy variada: continental y ultramarina, por razones
económicas y políticas (exilio), definitiva y estacional o temporal
(vendimia francesa, que aún se mantiene)

4.2.2. LA INMIGRACIÓN

En los últimos años España ha pasado a ser un país de inmigración. Se


tienen datos de la inmigración de carácter legal, pero se desconoce la
inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión. En 1998 se
superaban los 700.000. Hoy se calcula que la cifra puede superar el
doble.

Durante los últimos treinta años, los extranjeros residentes legalmente


en España han pasado de 65.000 a 400.000. Entre 1989 y 1998 el
crecimiento ha sido muy rápido, aunque apenas representa un 1% de la
población total española, porcentaje inferior al de otros países de la UE
(Suecia 11 %, Austria 10 % etc.).

El colectivo de extranjeros residentes en España admite una gran


variedad de situaciones:

Las naturalizaciones o extranjeros nacionalizados. La evolución de


peticiones de nacionalidad española se ha incrementado de manera
extraordinaria en los últimos años. Las concesiones están en tomo a las
8.000 anuales. Este crecimiento de las peticiones obedece, por una
parte, a las recuperaciones de nacionalidad de emigrantes españoles y,
por otra, corresponde a los inmigrantes extranjeros que piden la
nacionalidad. El mayor número de nacionalizaciones a inmigrantes
iberoamericanos se explica por el trato preferencial que tienen en
nuestra legislación.

Trabajadores. En los últimos años se han registrado alrededor de 12.000


nuevas incorporaciones anuales al mundo laboral. La mayoría las
absorben Madrid y Barcelona. Los trabajadores extranjeros se emplean
básicamente en el sector servicios (67%), en la agricultura (13,5%), y en
la construcción y la industria (8%). Los países de origen de estos
inmigrados son el norte de África (Marruecos y Argelia), Latinoamérica
(Ecuador, Colombia, Bolivia, República Dominicana, Cuba), Asia
(Filipinas), Europa no comunitaria (Rumania, Ucrania, Rusia, Bielorrusia),
África subsahariana (Senegal, Nigeria) y Estados Unidos.

Estudiantes. Los estudiantes extranjeros universitarios forman un


colectivo de cierta importancia en la migración internacional; la mayoría
correspondieron a Madrid, Granada y Salamanca.

Asilados y refugiados. Entre los inmigrantes extranjeros en España, un


colectivo relevante es el de los refugiados, asilados y desplazados. En
1984 se promulgó la Ley reguladora del derecho de asilo y de la
condición de refugiado; un refugiado, según la definición de la
Convención de las Naciones Unidas de 1951, es «aquella persona que a
causa de fundados temores de ser perseguida por motivo de raza,
religión, nacionalidad u opinión política, se encuentra fuera del país de
su nacionalidad y no puede o no quiere acogerse a la protección de ese
país, o que, por carecer de nacionalidad y estar fuera del país donde
antes tenia su residencia habitual, no puede o no quiere regresar a él».
España no se ve especialmente presionada por este problema, pues
mantiene un número de refugiados que supone la mitad de los que
existen en Francia, Bélgica o el Reino Unido. Las peticiones de refugio y
asilo provienen, sobre todo, de países de la Europa del Este (Rumania,
Bosnia) Asia, África (Senegal, Guinea Ecuatorial) y América Latina (Perú,
Cuba, Ecuador, Colombia).

Inmigrantes ilegales. Se define como inmigrante irregular o ilegal a todo


extranjero que no tiene en regla su situación de residencia en España.
Por lo tanto, legalmente no puede trabajar, residir o recibir prestaciones
sociales. La información sobre el número de extranjeros en situación
irregular en España es difícil de precisar. Para legalizar su situación y
conocer su número, se han realizado programas de regularización desde
que se aprobó la Ley de Extranjería en 1985. Los rasgos de este colectivo
se definen por estar compuesto de población joven, de sexo
mayoritariamente masculino y que se emplean en trabajos como la
agricultura, la construcción, el servicio doméstico, la hostelería y la venta
ambulante. Proceden de países como Marruecos, Argentina, Perú y
Senegal, y se asientan en Madrid y Barcelona principalmente. La
pobreza, la carencia de vivienda, la falta de educación y de formación
pro-fesional, y la marginación son algunas de las características que
definen a este colectivo.

El 22 de diciembre de 1999, se aprobó la Ley sobre derechos y libertades


de los extranjeros en España y su integración social. Esta ley ha sido
calificada como una de las mas avanzadas de Europa en materia de
inmigración. Su objetivo es favorecer la integración de los extranjeros en
la comunidad nacional, para lo cual se les reconocen los mismos
derechos básicos que a los españoles. En enero de 2001 fue revisada y
con moüvo de la reciente cumbre de Sevilla, se anuncia una nueva
reforma. Esta ley representa un cambio radical respecto a la de 1985.
Los cambios mas significativos que introduce son:

Podrán adquirir el permiso de residencia permanente aquellos que


justifiquen una estancia de dos años en el país

Los extranjeros podrán ejercer el derecho al voto en las elecciones


municipales.

Se les reconoce el derecho a ejercer una actividad remunerada.

Tendrán derecho a los servicios sanitarios y a la educación en igualdad


de condiciones que los españoles.

La inmigración extranjera hacia nuestro país tiene un carácter


cuantitativa y cualitativamente distinto al que tuvo nuestra emigración
hacia otros países. Existen diversos flujos migratorios que pueden
agruparse en los siguientes grupos:

1. Jubilados de la Europa del Norte que se instalan definitivamente en


España, especialmente en las costas del Mediterráneo, en busca de un
clima benigno y un entorno no urbano. Este colectivo ha ido
aumentando en los últimos años.

2. Trabajadores de alto nivel salarial o profesionales, y artistas del resto


de la Unión Europea o Norteamérica que viven temporalmente en
España por motivos laborales o porque aquí encuentran mejor calidad
de vida.

3. Hombres, mujeres y niños de África, América Latina y países del Este


de Europa que buscan trabajo y unas condiciones de vida más dignas que
las que dejaron en sus países de origen. Esta inmigración recuerda a la
de los españoles que, en los años sesenta, marchaban a los países ricos
de Europa en busca de trabajo. La llegada de este tercer grupo se realiza
mayoritariamente de forma clandestina, sin permiso de inmigración, y
su situación no se regulariza hasta años más tarde.

Además de las repercusiones económicas, los inmigrantes reducen los


efectos de un crecimiento natural muy reducido. El crecimiento total de
la población considera no sólo el crecimiento natural (saldo entre
defunciones y nacimientos) sino también el saldo migratorio. En España
y en la Unión Europea, el flujo de inmigrantes supera al de emigrantes.
Este saldo migratorio positivo incide de diversas maneras en las
características de la población:

a) El flujo de inmigrantes contribuye a mantener un crecimiento positivo


del conjunto de la población.

b) Los inmigrantes jóvenes ayudan al rejuvenecimiento de la población.

c) De entrada, los inmigrantes tienen una tasa de fecundidad un 20%


superior a la de la población que les recibe. Tienen por ello un papel
significativo en el aumento de la tasa de natalidad.

Los últimos cálculos de la OCDE apuntan a que España necesita en el


próximo medio siglo unos 12 millones de inmigrantes.

5 ANÁLISIS POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS

En la actualidad la población española se encuentra muy desigualmente


repartida: la periferia aumenta su población a costa de las perdidas del
centro; las áreas agrícolas pierden población a costa de las industriales;
el campo pierde población a favor de las zonas urbanas.

La tendencia general es hacia un crecimiento mínimo. 0,22% es la media


de crecimiento para el conjunto español (1991) pero en ella se ocultan
dos comportamientos extremos: ocho provincias con un porcentaje de
crecimiento superior al 0,36% (Alicante, Las Palmas, Álava, Madrid,
Baleares, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, y Barcelona) y en el otro
extremo 19 provincias que pierden población, todas ellas del interior.
Luego estaría lo que podemos llamar la España dinámica formada por
las provincias de la cuenca del Ebro, los archipiélagos Balear y Canario y
los “oasis” de Madrid, Valladolid y Zaragoza.

Actualmente la dinámica de crecimiento demográfico se concentra en el


triangulo Madrid-Alieante-Málaga respondiendo a una dinámica
heliotrópica de atracción de los lugares soleados, que coincide
económicamente con el auge de la industria turística y de la agricultura
de regadío.

Cinco comunidades de la mitad norte de España (Aragón, Cantabria,


Castilla, león y Galicia) presentan signo negativo. En el resto de las
comunidades el crecimiento se está desacelerando y sólo en Murcia,
Baleares y Madrid esta por encima del 0,5%

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