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DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E Hª – 2º BACH.

– Gª DE ESPAÑA

LAS MIGRACIONES
Los movimientos migratorios son desplazamientos de población de un lugar a otro con un
carácter estable o semiestable. La población de un lugar depende no sólo de los que nacen
menos los que fallecen, es decir, del crecimiento natural, sino también de los que llegan a un
lugar y los que se marchan a otro destino. A los primeros los denominamos inmigrantes, a los
segundos emigrantes. La diferencia entre los inmigrantes y los emigrantes constituye el saldo
migratorio. Conocer este indicador es importante si queremos saber el Crecimiento Real de la
población, que es el resultado de la suma del Crecimiento Natural y el Saldo Migratorio.
Los movimientos espaciales o migraciones son los grandes protagonistas de la historia
contemporánea de la población española.
Existe una amplia tipología de migraciones. Según el espacio en que se producen hablamos
de migraciones exteriores o internacionales si tienen como destino otro país, y migraciones
interiores o nacionales si tienen lugar dentro de un mismo país.
1.1. MIGRACIONES INTERIORES
Las migraciones interiores y, fundamentalmente, el éxodo rural, son responsables de la
distribución actual de la población sobre el territorio.
1.1.1. Las migraciones interiores tradicionales
Tuvieron lugar entre el último tercio del siglo XIX y la crisis económica de 1975.
Afectaron a más de 11 mll. de personas, sobre todo entre los años cincuenta y setenta
(coincidiendo con la mayor oleada de éxodo rural) y estuvieron causadas,
fundamentalmente, por motivaciones económicas. Los protagonistas eran jóvenes, con bajo
nivel de cualificación, que salieron del campo para dirigirse hacia las grandes ciudades
industriales o de servicios.
La superpoblación de las áreas rurales en la transición del siglo XIX al XX, la crisis agraria
de esos años y la incipiente mecanización de las tareas agrícolas, propiciaron el inicio de un
intenso éxodo rural.
Hasta los años treinta el éxodo tuvo un volumen moderado. En la década de los treinta
y cuarenta, el estallido de la Guerra Civil y la dura posguerra frenaron estos movimientos
migratorios, para de nuevo cobrar un gran impulso en los años cincuenta y su mayor auge en
los años sesenta y primera mitad de los setenta.
Durante esta fase, enmarcada en la etapa del desarrollismo, el gran crecimiento
demográfico y la mecanización del campo produce numerosos excedentes de mano de obra
que emigra a las ciudades. Las áreas emisoras fueron las regiones agrarias, encabezadas por
Extremadura y Andalucía. Los destinos fueron las grandes ciudades y las capitales
provinciales, en particular las del litoral mediterráneo y del valle del Ebro, a las que se
sumaron los Polos de Desarrollo Industrial y las ciudades turísticas del litoral.
El impacto del éxodo rural tanto sobre las áreas rurales como urbanas fue muy claro:
• La llegada de población joven supuso un aumento del crecimiento real y un
rejuvenecimiento de la población en las áreas receptoras; mientras que en las emisoras
produjo el consiguiente despoblamiento y a la larga, un envejecimiento de su
población, acompañado en ocasiones de un desequilibrio en la sex-ratio.
• Desde el punto de vista económico las zonas rurales disminuyeron su productividad y
perspectivas laborales, justo lo contrario a las zonas receptoras. Pero también es cierto
que las áreas urbanas con un crecimiento rápido de su población conllevaron abusos
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en las condiciones laborales, carestía de vivienda, hacinamiento, tráfico en horas punta,


escasez de puestos escolares, falta de zonas verdes, etc.
• Desde el punto de vista sociocultural el éxodo generó desarraigo y falta de integración
social en las ciudades.
• Por último, al coincidir las áreas más dinámicas con una distribución periférica
contribuyó también a una desigual distribución de la población a nivel nacional.
1.1.2. Las migraciones interiores desde 1975 a la actualidad
A partir de la crisis de 1973 y durante la década de los años 80 se produce un cambio
en los patrones migratorios dentro de España. Disminuyó el éxodo rural y aumentaron las
migraciones interurbanas. Las grandes ciudades se convierten ahora en áreas emisoras a
favor de los municipios de sus áreas metropolitanas, las ciudades de tamaño medio y
espacios rurales próximos.
La razón de este cambio hay que buscarla en el aumento del paro que trajo el proceso
de reconversión industrial de los años 80 y el proceso de terciarización de la economía
española.
El perfil del emigrante cambia. Ya no se trata de personas que huyen de la miseria del
campo hacia la ciudad; los estudios, el retorno de jubilados, las relaciones económicas entre
ciudades son ahora las nuevas motivaciones.
En la actualidad se vienen desarrollando nuevos tipos de migraciones que podemos
clasificar de la siguiente manera:
• Migraciones interurbanas: producidas entre pequeñas y medianas ciudades. Hoy es el
tipo de movilidad más importante.
• Migraciones interrurales: condicionadas por la oferta de trabajo ante nuevos sistemas
de regadío, instalación de fábricas, etc.
• Migraciones suburbanas: consisten en el traslado de población urbana a espacios
rurales cercanos o a núcleos de población que forman parte de las áreas metropolitanas.
Su auge hay que buscarlo en el desarrollo de la red de transporte terrestre. Otros
factores que explican este fenómeno son la búsqueda de vivienda más barata, contacto
con la naturaleza, huida de la contaminación y ruido de la gran ciudad, con lo cual
contribuyen en gran medida a la descongestión de las grandes ciudades. Este fenómeno
está relacionado con la generación de las ciudades-dormitorio. A este tipo de
movimientos migratorios los denominamos movimientos pendulares.
1.2. MIGRACIONES EXTERIORES
Desde comienzos de la Edad Moderna hasta finales del siglo XX, España se ha caracterizado
por el predominio de los movimientos de salida de población. Movimientos que han respondido
a causas económicas y también a conflictos políticos.
1.2.1. Las migraciones transcontinentales.
Hacia finales del siglo XIX se registraron las cifras más altas de emigración hacia otros
continentes, fundamentalmente hacia países de América Latina y el Norte de África.
El perfil del emigrante español era de varón joven procedente de zonas rurales del
interior, norte peninsular e islas Canarias, impelido a la emigración por motivos económicos.
Muchos españoles se dirigieron hacia países latinoamericanos, que entonces vivían una
época de bonanza económica y necesitaban mano de obra. Los principales destinos fueron
Cuba y Argentina, a los que se sumaron a partir de los años treinta Brasil y Méjico entre otros.
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La Primera Guerra Mundial frenó la emigración, que se recuperó en la siguiente década.


Desde mediados de los años treinta los países receptores comenzaron a adoptar medidas
para reducir la entrada de inmigrantes lo que se tradujo en un descenso de la emigración
española hacia América. A partir de 1950 se inicia otro periodo de auge hacia países como
Venezuela, que está viviendo un “boom” económico por el petróleo.
1.2.2. La emigración hacia Europa.
Sin dejar de cesar los movimientos migratorios hacia América, es evidente que estos
pierden intensidad a partir de los años 60. América es sustituida como principal destino de
los emigrantes internacionales por Europa.
La intensificación y aceleración de la corriente migratoria hacia los países europeos
resulta de la combinación de una serie de factores internos y externos. Tras la Segunda
Guerra Mundial la necesidad de mano de obra en países como Francia, Alemania o Suiza,
junto con el excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales
reinantes en España, fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes
hacia Europa.
Desde 1959 hasta la crisis del petróleo de 1973, salieron de España más de un millón de
trabajadores. Los principales destinos fueron Francia, Alemania y Suiza y afectó sobre todo
a jóvenes entre 16 y 39 años. Procedían de todas las regiones españolas, pero principalmente
de Andalucía, Galicia y el interior peninsular. Tuvo relevancia porque alivió en parte el paro
y por las divisas aportadas por los emigrantes que financiaron buena parte de desarrollo
español de la época.
A partir de 1973, el estallido de la crisis económica mundial frenó en seco la emigración.
De hecho, muchos de los que se habían marchado se vieron obligados a regresar a España,
produciéndose las “migraciones de retorno” que se prolongan hasta bien entrados los años
ochenta.
1.2.3. España, un país de inmigrantes. Situación actual.
Desde mediados de los años setenta, el número de entradas empezó a superar el de
salidas, dando como resultado un saldo migratorio positivo que se mantuvo hasta el año
2009, cuando volvió a cambiar de signo como consecuencia de la crisis económica mundial.
Hasta 1994, esas entradas correspondieron mayoritariamente al retorno de los emigrantes
españoles, pero desde ese año se debe fundamentalmente a la inmigración extranjera.
En los últimos años del siglo pasado, se inicia una fase expansiva de la economía
española (burbuja del ladrillo), que va a requerir mucha mano de obra. Se calcula que,
aproximadamente, más de 5,5 millones de extranjeros han llegado a residir en España. Sin
embargo, como consecuencia de la crisis del 2008, la inmigración se reduce y el saldo
migratorio pasa a ser negativo. Nuevamente, desde 2016, de nuevo, el saldo es ligeramente
positivo.
Por procedencia se distinguen dos grandes grupos:
• Inmigrantes de países de la U. E.: los más numerosos son los rumanos, seguidos de los
británicos e italianos.
• Inmigrantes de países no comunitarios. Destacan los marroquíes, seguidos de
colombianos, venezolanos, chinos y ecuatorianos.
Los destinos principales suelen ser las comunidades más dinámicas en el sector agrario
y de servicios como Cataluña, Andalucía, Valencia, Madrid, Baleares y Canarias.
Por otra parte, son muchos los españoles que se ven obligados a salir de nuestro país,
ante la falta de expectativas, el elevado paro y los bajos salarios.

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