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BLOQUE I-------------------------------------------------------------------------------------- 3
TEMA 1----------------------------------------------------------------------------------------- 3
TEMA 2----------------------------------------------------------------------------------------- 10
TEMA 3----------------------------------------------------------------------------------------- 17
TEMA 4----------------------------------------------------------------------------------------- 23
BLOQUE II------------------------------------------------------------------------------------- 32
TEMA 5----------------------------------------------------------------------------------------- 32
TEMA 6----------------------------------------------------------------------------------------- 42
TEMA 7----------------------------------------------------------------------------------------- 46
TEMA 8----------------------------------------------------------------------------------------- 52
BLOQUE III------------------------------------------------------------------------------------ 60
TEMA 9----------------------------------------------------------------------------------------- 60
TEMA 10---------------------------------------------------------------------------------------- 67
TEMA 11---------------------------------------------------------------------------------------- 72
TEMA 12---------------------------------------------------------------------------------------- 79
PEC 1--------------------------------------------------------------------------------------------- 88
PEC 2--------------------------------------------------------------------------------------------- 89
PREGUNTAS DE EXÁMENES------------------------------------------------------------- 94
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BLOQUE I:
I.- Epígrafes:
Para comenzar hay que tener en cuenta que la dinámica de la población europea
en los siglos modernos se ajusta en todo al modelo demográfico antiguo, caracterizado
por una natalidad y una mortalidad elevadas y, en consecuencia, por un crecimiento
vegetativo débil a pesar de que la fecundidad era también alta. Los datos lo confirman
claramente, aun cuando resulta difícil medir las tasas de mortalidad y natalidad por el
desconocimiento del volumen de la población en cada localidad: las tasas brutas de
mortalidad ordinarias oscilan entre el 28 y el 38 por mil, mientras que las de natalidad
se sitúan entre el 35 y el 45 por mil, considerándose la tasa de 40 por mil la más
representativa, aunque en casos excepcionales podía elevarse al 57 por mil, como entre
los colonos franceses de Canadá a principios del siglo XVIII.
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¿Cuántos habitantes vivían en Europa en el siglo XVI? Hacía 1500 se estima que
la población rondaba en torno a 82 millones de personas; en 1600 se había elevado a
105 millones. Este crecimiento fue debido a unas altas tasas de nupcialidad y de
natalidad, y a un descenso de la mortalidad, al menos hasta la década de 1560. A partir
de 1570, sin embargo, esta tendencia comenzó a invertirse a causa de la subida
desproporcionada, respecto a los salarios, del precio de los cereales, general en toda
Europa, como consecuencia de una sucesión de malas cosechas causadas por un
progresivo enfriamiento atmosférico. Quienes más crecieron en esta centuria fueron
Rusia, por la colonización de amplias superficies en el Mar Negro y en el Caspio, así
como los Países Bajos, Inglaterra y España, aunque en este caso desde la década de
1580 se observan claros signos de retroceso, al menos en Castilla. Menor crecimiento
demográfico se aprecia en Alemania, Italia y Francia, aun cuando era la nación más
poblada de Europa, donde, por otra parte, se aprecian diferencias notables entre
regiones.
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nacientes estados modernos y sus estructuras administrativas. Los vecindarios
siempre son fuentes bajo sospecha, ya que, al elaborarse con intenciones
fiscales, no se registran los exentos y se presta a ocultación para disminuir la
tributación.
• Registros sacramentales: La más abundante fuente de los pueblos; reunidos en
los quinque libri. No se generalizan hasta las últimas décadas del periodo pues la
obligatoriedad de los mismos entre los católicos no se establece hasta 1563 en el
Concilio de Trento.
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• En Rusia por la colonización de nuevos territorios en los Urales, en el mar
Negro, y en el Caspio, acapara un mayor porcentaje: si en 1500 el Principado de
Moscú cuenta con 9 millones de habitantes, un siglo más tarde llega a los 15,5
millones.
• En los Países Bajos, también se vive una progresión que parte de 1.9 millones
de habitantes y en 1600 alcanza los 2,9 millones.
• En Inglaterra también se vive este momento de apogeo pasando de 4,4 millones
a los 6,8.
• Más controvertida es la evolución del fragmentado espacio alemán aunque se
apoyan en la tesis de los 20 millones de habitantes al finalizar el siglo, alegando
un porcentaje de crecimiento anual del 5,5 por mil.
• En Francia se reconoce la nación más poblada de Europa aunque su crecimiento
en este periodo es relativamente bajo: 16 millones de habitantes en 1500
aumentaría sólo 2 millones. Es difícil explicar este hecho porque las pautas
demográficas no son uniformes, este comportamiento guardó enormes parecidos
con el de los países mediterráneos: Italia y España, también hay que considerar
fuertes contrastes regionales.
• Italia crece casi en 3 millones pero una parte importante se concentra en
Nápoles.
• En España, el reino más poblado fue Castilla que incremento un 50% su
población, aunque, desde la década de 1580 se observan claros signos de
retroceso. En conjunto, la cifra sería de 6 millones de habitantes al comienzo de
la centuria.
El reparto de la población en el espacio europeo hay que hacerlo tomando como
referencia no tanto los Estados como las regiones concretas. Semejante desigual
distribución está relacionada a su vez con el auge de las ciudades, que no dejaron de
crecer durante la centuria: las 26 ciudades que hacia 1500 contaban con 40.000
habitantes pasaron a ser 42 en 1600. Y no es una casualidad que estos centros urbanos
prosperasen en las regiones más densamente pobladas y con mayores recursos
económicos: en los Países Bajos, sobre todo, pero también en los valles del Rin y del
Guadalquivir y en Italia. Otras ciudades, sin embargo, crecieron de forma desmesurada
bajo el amparo de la corte y de su privilegiada posición en el circuito comercial
europeo. Es el caso, a finales del siglo XVI de:
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capitales que asumen la administración de las monarquías absolutas (como ejemplo
Madrid).
En toda Europa las ciudades no dejaron de crecer durante este periodo: el
número de municipios con más de 10.000 habitantes llegó a finales de siglo a 200. No
obstante, los porcentajes de residencia en las ciudades europeas siguieron siendo bajos,
ya que la medida se mantuvo invariablemente rural en un 80 ó 90% de la población
total. El impacto urbanizador tuvo mayores consecuencias en el noroeste europeo, allí
donde antes se verificó la modernización de las estructuras económicas. Este óptimo
equilibrio entre las poblaciones urbana y rural, se consiguió no tanto por el propio
crecimiento vegetativo de las primeras, como por el trasvase efectuado desde las gentes
del campo en busca de oportunidades de empleo. Lo que explica también la formación a
partir de los años setenta una auténtica reunión de ciudades industriales y comerciales
en la provincia de Holanda (Randstad).
Para comenzar hay que tener en cuenta que la dinámica de la población europea
en los siglos modernos se ajusta en todo al modelo demográfico antiguo, caracterizado
por una natalidad y una mortalidad elevadas y, en consecuencia, por un crecimiento
vegetativo débil a pesar de que la fecundidad era también alta. Los datos lo confirman
claramente, aun cuando resulta difícil medir las tasas de mortalidad y natalidad por el
desconocimiento del volumen de la población en cada localidad: las tasas brutas de
mortalidad ordinarias oscilan entre el 28 y el 38 por mil, mientras que las de natalidad
se sitúan entre el 35 y el 45 por mil, considerándose la tasa de 40 por mil la más
representativa, aunque en casos excepcionales podía elevarse al 57 por mil, como entre
los colonos franceses de Canadá a principios del siglo XVIII.
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aumentado en las ciudades en torno al 8-12%. Estas tasas contrastaban con los
acogimientos en inclusas y otros centros que son más elevados, pero que proceden de un
entorno geográfico más amplio que la ciudad donde radica el centro y habría una
proporción que correspondía a hijos legítimos que no podían ser alimentados por sus
familias. Dada su escasa supervivencia los niños acogidos apenas inciden en la
demografía.
La “hipernatalidad“, estuvo influida por: la reducción de la edad de acceso al
matrimonio; la leve prolongación del periodo de fecundidad; la mejora de las
condiciones alimenticias, ratificado por la bondad climatológica; las transformaciones
religiosas que influyeron en los comportamientos demográficos; y la ausencia de
conflictos bélicos de gran magnitud.
Existe una idea un tanto tópica de que los hombres del pasado apenas se
desplazaban de su lugar de nacimiento y ésta es una imagen totalmente equivocada.
Aunque la sociedad europea de la época Moderna era estructuralmente sedentaria, esto
no quiere decir que fuese una población estática. La movilidad geográfica era una
característica destacada de aquella sociedad que debía compatibilizarse con la
inmovilidad incuestionable de muchas comunidades campesinas. Sólo algunas minorías,
a veces étnicas (gitanos), tenían en el nomadismo su forma permanente de vida y era
uno de los elementos que contribuía a aumentar la desconfianza hacia ellas.
Movimientos migratorios ha habido siempre, por diferentes causas y de
diferentes radios, aunque es difícil hacer un seguimiento y cuantificarlos por la escasez
de fuentes y porque las que existen muy posiblemente infravaloren estos movimientos.
Era probable que en las épocas de crisis se produjeran los mayores
desplazamientos. En muchos casos el fin de la crisis suponía la vuelta a la normalidad.
Pero no siempre fue así: las guerras podían provocar migraciones definitivas, y originar
corrientes de signo contrario destinadas a repoblar los territorios abandonados. La
movilidad geográfica no era sólo cuestión de momentos o circunstancias excepcionales.
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Hubo infinidad de desplazamientos a muy corta distancia motivados por intercambios
matrimoniales o laborales entre parroquias vecinas.
En circunstancias normales las razones básicas de los emigrantes entonces y
ahora, son las mismas: asegurar el mantenimiento, mejorar su economía, buscar la
promoción social. Los movimientos migratorios más importantes fueron:
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del sistema, retrasando y controlando por ejemplo las mortalidades catastróficas
por ausencia de alimentos.
I- Epígrafes:
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Italia y de Francia); la familia troncal se desarrolla sobre todo en áreas montañosas de
economía ganadera; la familia nuclear, finalmente, es la que predomina en la Europa
noroccidental y en la mediterránea, y se produce por la tendencia de los hijos a
abandonar el domicilio paterno y formar nuevas unidades domésticas, con la excepción
del heredero.
Cada uno de estos modelos generaba tensiones. Estas fueron menores en el caso de
las familias comunitarias, donde la voluntad individual quedaba supeditada a las
necesidades del grupo, aunque el relevo del patriarca por su fallecimiento podía suscitar
conflictos, resueltos en ocasiones con la división del grupo y el nacimiento de una
nueva familia. En la familia nuclear las tensiones eran aun menores, limitadas, en todo
caso, a discordias entre los esposos y entre éstos y los hijos sujetos a su dependencia
económica, aunque la práctica de colocar tempranamente a los hijos como aprendices y
criados en casas de artesanos, comerciantes, funcionarios, clérigos y nobles contribuía
en gran medida a eliminar el habitual conflicto generacional entre padres e hijos. En la
familia troncal, en cambio, las tensiones entre sus miembros eran más frecuentes,
llegando incluso a ser violentas, sobre todo cuando se designaba al heredero, que no
tenía por qué ser el primogénito, lo que originaba conflictos entre los hermanos y una
difícil convivencia entre el heredero y el padre y sus respectivos cónyuges.
Un aspecto esencial para el progreso económico y social de las familias era la dote
que las esposas aportaban al matrimonio. Pero, a su vez, la dote que los padres
otorgaban a las hijas para tomar estado (de casada o de religiosa en un convento) podía
arruinar a las familias. Por eso, las familias, cualquiera que fuese el modelo, perseguían
conjugar las pérdidas ocasionadas con el pago de la dote de las hijas con matrimonios
ventajosos para los hijos, en particular para el heredero, de tal modo que la dote de la
nuera fuera superior a las dotes que se habían desembolsado al casarse las hijas. Y es
necesario subrayar también que las alianzas matrimoniales se buscaban en un círculo
bastante cerrado, por lo común en el seno de la propia familia –de aquí las dispensas
matrimoniales concedidas por la Iglesia a parientes colaterales hasta el tercer grado- y
en el ámbito profesional y social de los padres.
Junto a la familia hay que mencionar otras instituciones que configuraban los
llamados poderes intermedios y que actuaban como vehículos de sociabilidad y de
relaciones entre individuos y grupo. Estas instituciones eran la parroquia, la cofradía, el
municipio y el señorío. Parroquia y cofradía existían tanto en las ciudades como en los
núcleos de población rurales: más numerosos en las primeras que en los segundos, pero
con las mismas funciones, como eran las de reforzar los lazos de vecindad –en el caso
de las parroquias- y de solidaridad profesional y asistencial –es el caso de las cofradías-.
En cuanto al municipio éste era la institución que organizaba la vida en comunidad de
los habitantes de los núcleos de población. Entre sus funciones caben destacar la
regulación del aprovechamiento de los pastos comunales, el abastecimiento de la
población, el establecimiento de precios y salarios, la fijación de los cultivos –sobre
todo en la Europa del noroeste-, la reparación de caminos y la construcción de puentes,
así como la dotación de hospitales y escuelas, según sus recursos económicos, y la
organización de festejos, en este caso en colaboración con las instituciones religiosas.
Finalmente, respecto al señorío, hay que subrayar que su titular (laico o religioso)
ejercía un doble poder derivado de su posesión de la tierra –señoríos territoriales- y de
su capacidad de mando, tanto militar como judicial. En su calidad de poseedor de la
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tierra, ejercerá una enorme presión sobre el campesinado, que será mayor en la Europa
del este (Polonia, Rusia, Bohemia, Hungría y Prusia), donde se desarrollará la
denominada “Segunda Servidumbre”; como titular de una jurisdicción, impartirá
justicia en primera instancia sobre los individuos que habitaban el territorio del que era
titular, por lo común a través de alcaldes nombrados personalmente, si bien esta facultad
la reciben por delegación de los monarcas, en quienes residía, en última instancia, el
poder judicial, por lo que cualquier vasallo podía recurrir en grado de apelación a los
tribunales de justicia.
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espera del relevo. Se preveían para ello en los contratos cláusulas de
“intolerancia” regulando los derechos de cada parte en caso de ruptura.
3. Familia compleja o comunitaria, constituida por varios núcleos conyugales y
su descendencia: padres y varios hijos casados, pero también parejas de
familiares colaterales, como tíos y primos casados. Al disponer de una gran
fuerza de trabajo familiar, predomina en aquellas zonas donde el poder del señor
o del propietario de la tierra es importante (este de Europa, centro de Italia y de
Francia). El interés del señor y del grupo es impedir que los hijos lo abandonen,
que se casen cuanto antes y que permanezcan en la familia. Las tensiones
fueron menores en el caso de las familias comunitarias, donde la voluntad
individual quedaba supeditada a las necesidades del grupo, aunque el relevo del
patriarca por su fallecimiento podía suscitar conflictos, resueltos en ocasiones
con la división del grupo y el nacimiento de una nueva familia.
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• Paz pública interna y defensa ante las agresiones del exterior
• Colaboración para poder contar con determinados servicios
• Realizar actividades religiosas y festivas
• Ayuda mutua en la necesidad
Las cofradías, eran sociedades de ayuda mutua bajo invocación religiosa tienen
una importante función en la ayuda mutua, la beneficencia o la enseñanza y sirven para
estimular la acción política. Su acción es doble:
• Espiritual, para facilitar y asegurar el tránsito al más allá
• Caritativa, como la ayuda a los pobres, creación y mantenimiento de hospitales,
etc.
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era en las relaciones con el mundo exterior con poderes interesados en explotar y
dominar la aldea, básicamente: el señor, el príncipe o la Iglesia. Frente a todos ellos, la
comunidad va a conocer, durante la Edad Moderna, notables retrocesos. Estas
comunidades aldeanas entraron en declive por:
• Empobrecimiento, traducido en endeudamiento y pérdida de bienes y derechos
colectivos. Con ocasión de hechos extraordinarios pero relativamente frecuentes
(una serie de malas cosechas, epidemia, devastación causada por la guerra,
necesidad de realización de alguna construcción pública), es necesario recurrir al
crédito cargando las rentas municipales e hipotecando actuaciones futuras.
• División interna de la comunidad, resultado de los intereses divergentes de sus
miembros, lo que provoca la disolución del sentimiento de solidaridad.
• Pérdida de su autonomía, último eslabón de la decadencia municipal, ante la
presión de los señores, la iglesia y el estado, que la consideran excesiva.
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4/- El señorío
Respecto al señorío, hay que subrayar que su titular (laico o religioso) ejercía un
doble poder derivado de su posesión de la tierra –señoríos territoriales- y de su
capacidad de mando, tanto militar como judicial.
La tierra les otorga un gran poder de presión sobre una población que precisa de
ella para su trabajo y sustento, aunque hay grandes diferencias en el grado de dominio y
en la forma de cesión a los campesinos.
La capacidad de mando provenía de su papel de defensor del territorio y de su
función militar. La importancia militar de los señores irá disminuyendo ante el ascenso
de la de los reyes, pero mantendrán una importante aunque variada jurisdicción aunque
sobre ésta consiguieron también los monarcas poner la justicia real. La posibilidad de
recurrir a instancias superiores a la corte del señor no privará a éste completamente de
su capacidad de mando inmediato, ya que no todos los campesinos podrían seguir
costosos pleitos ante tribunales superiores.
El poderío militar muy disminuido y su jurisdicción subordinada a la real, pero
su peso, su influjo social, sigue siendo muy grande. Su imbricación en los círculos de
poder cortesanos le permite conseguir el apoyo necesario en un pleito o ante una
sublevación.
Hay varios tipos de señorío en Europa en función del dominio sobre la tierra, la
forma de cesión de ésta y el poder de coerción sobre los vasallos.
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dominio útil, expropiando o usurpando los comunales. Estas fincas se
arrendaban a empresarios capitalistas que empleaban asalariados. Aquí, el señor,
pierde gran parte de su influjo social, no obstante mantiene su gran casa señorial
en el campo y, dada la precariedad de la administración real, gobierna en sus
tierras.
En definitiva, los señores van a perder gran parte del influjo inmediato. La
pérdida de su poderío militar, la ruptura del contacto directo con la población y su
gestión de la tierra más de propietario capitalista que como señor paternal, determinan
una disminución del poder, si bien no llega a desaparecer.
I- Epígrafes:
1. La nobleza y el clero
2. Criterios de jerarquización
3. Niveles socio-económicos
4. Privilegios jurídicos
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favorecía el fraude al poner en cabeza de un pariente eclesiástico la hacienda familiar.
Así pues, ingresar en el estamento eclesiástico era para los pecheros un medio de vida
apetecible; también lo sería para las familias nobles, ya que la iglesia ofrecía una salida
digna a los segundones desprovistos de medios propios, asegurándoles una posición
económica y social; finalmente, el claustro proporcionaba a las mujeres solteras y
viudas, cualquiera que fuera su pertenencia estamental, una adecuada manera de vivir.
Pero dentro de cada estamento existían marcadas desigualdades en función de la
riqueza y del lugar que cada individuo o familia ocupaba en las instituciones civiles y
religiosas.
Así, en el estamento nobiliario hay que distinguir entre alta y baja nobleza: al
primer grupo pertenecían los nobles poseedores de un título (duque, marqués, conde,
barón), propietarios además de extensos señoríos; al segundo, varias categorías que se
suelen identificar con la denominación de caballeros o gentilhombres, y en Castilla
también con la de hidalgos.
En el estamento eclesiástico las desigualdades eran análogas, pues aunque su
riqueza procedía fundamentalmente de los diezmos, de sus propiedades rurales y
urbanas, de sus inversiones en préstamos hipotecarios (censos), así como de los
estipendios cobrados por misas o por la administración de los sacramentos, de las
limosnas y de donaciones particulares, lo cierto es que sus miembros no gozaban de
unos mismos ingresos: los que percibía el alto clero (prelados y canónigos) eran muy
superiores a los que cobraba el bajo clero (curas párrocos), y estas diferencias se
acentuaban en el bajo clero en función de que sus miembros residieran en la ciudad o en
el campo. Y lo mismo sucedía en el clero regular: había órdenes religiosas (dominicos,
jerónimos, benitos y bernardos) que disponían de elevadas rentas, con la particularidad,
además, de que sus miembros, entre los que figuraban descendientes de la nobleza,
comenzaron a alejarse de las normas establecidas por sus fundadores, abandonando, en
consecuencia, el trabajo manual, que relegaron en criados. En el polo opuesto se
encontraban las órdenes mendicantes (franciscanos, agustinos, carmelitas, trinitarios y
mercedarios), menos prósperas, que vivían con mayor pobreza, aunque en su seno
también prendió la relajación de las costumbres y los abusos al amparo de sus
privilegios jurídicos.
---La nobleza: Era el principal estamento privilegiado y punto de referencia para los
otros grupos de la sociedad estamental de la Edad Moderna. En teoría se definía por su
función militar, aunque era más bien una clase terrateniente hereditaria de origen
militar, disminuyendo su vocación militar a lo largo de la Edad Moderna. A nivel
europeo, representaba entre el uno y el dos por ciento de la población, aunque en
algunos países, como Hungría y Polonia, y algunas regiones del norte de España, se
caracterizaba por porcentajes de cerca del 10% o más. Esta minoría poseía un gran
poder económico y político:
• Era propietaria de grandes latifundios.
• Estaba exenta del pago de impuestos.
• Recibía elevadas rentas de los campesinos.
• Detentaba importantes cargos políticos y militares.
• Jurídica y legalmente sus miembros ostentaban privilegios que heredaban por
nacimiento.
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• Se configuraba como un grupo heterogéneo: no todos sus miembros gozaban de
la misma importancia y posición económica
Muchos de esos nobles quedaban endeudados, pero no era problema, pues por su
condición privilegiada de la nobleza y su dependencia del poder real, no podían ser
encarcelados por deudas. Los monarcas concedían todo tipo de ventajas económicas
para que los aristócratas no se vieran obligados a pagar a sus acreedores; además, les
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otorgaban todo tipo de mercedes en forma de privatización de impuestos o concesión de
cargos lucrativos de la administración civil o eclesiástica para ellos y para sus hijos.
La condición nobiliaria se trasmitía por herencia a todos los hijos, pero el título
no. En los países de Derecho romano, o influidos por él, sólo el hijo mayor de un noble
heredaba su título. Los demás hijos, serían simplemente caballeros. Respecto a la
herencia, en el siglo XVI, se sigue el sistema de primogenitura procedente del Derecho
romano. En países germánicos y eslavos, en cambio, los bienes se repartían entre los
hijos varones por igual.
---El clero: Junto con la Nobleza, era el otro estamento privilegiado, poseedores
también de tierras. El integrarse en el estamento eclesiástico era también una buena
opción por varios motivos: sus miembros estaban exentos de la jurisdicción ordinaria y
gozaban de privilegios fiscales, lo que favorecía el fraude al poner en cabeza de un
pariente eclesiástico la hacienda familiar. Para los pecheros, ingresar en el estamento
nobiliario era ventajoso y un medio de vida apetecible; también era una salida digna
para las familias nobles, ya que a los segundones desprovistos de medios propios, la
iglesia les ofrecía y aseguraba una posición económica y social. El claustro
proporcionaba a las mujeres solteras y viudas, cualquiera que fuera su procedencia
estamental, una adecuada manera de vivir.
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menos prósperas, que vivían con mayor pobreza, aunque en su seno también
prendió la relajación de las costumbres y los abusos al amparo de sus privilegios
jurídicos.
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La denominación de Antiguo Régimen fue utilizada por los protagonistas de la Revolución Francesa para designar el
sistema político y social que ellos querían derribar.
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3/- Niveles socio-económicos
La sociedad del siglo XVI era jerárquica y muy tradicional. Se centraba en algún
tipo de grupo social: la familia, el linaje en sentido extenso, la corporación laboral o
profesional, la comunidad de vecinos, de barrio o de parroquia. Por esta razón se habla
de sociedad corporativa. Las interferencias exteriores al grupo, sea de individuos
aislados, sea de un poder organizado, eran rechazadas con fuerza en nombre de una
moral colectiva. Existía la creencia de que la defensa de los derechos tradicionales podía
ser realizada mediante actitudes de rebelión, e incluso de que el pueblo (o una parte de
él, como la nobleza) tenía no sólo el derecho, sino incluso el deber de rebelarse, si las
autoridades no eran diligentes en el cumplimiento de sus obligaciones, por ejemplo, en
la persecución de la herejía o de pecados considerados “nefandos”, como la
homosexualidad, o en la política de mantener el pan accesible a las clases populares.
Existían en esta sociedad un esquema tripartito, dos estamentos privilegiados: el
clero y la nobleza. Y fuera de este grupo por exclusión, estaba el tercer estamento,
también llamado el estado llano, estado general o tercer estado.
Los no privilegiados podían aspirar a formar parte del clero, ya que era un
estamento abierto, no determinado por el nacimiento. A la nobleza se accedía también
por diversas vías: matrimonios desiguales de nobles y plebeyos, exclusión en los
padrones de pecheros2, compra de empleos públicos o ennoblecimiento por concesión
de los monarcas en recompensa de servicios prestados a la Corona, incluidos los
financieros.
En las ciudades encontramos tres grandes grupos sociales, numéricamente
dispares. Existía una minoría de burgueses, una mayoría de artesanos, y también un
amplio número de de criados y de trabajadores no cualificados, además de los sectores
marginados.
Los plebeyos, en concreto los burgueses, tenían gran afán de integrarse en la
nobleza, por un lado les interesaban objetivos materiales y al mismo tiempo veían las
exenciones fiscales de las que los nobles gozaban, además de los privilegios jurídicos.
También había interés en integrarse en el estamento eclesiástico, que a su vez,
también gozaba de privilegios fiscales, en este estamento estaban interesados además de
los pecheros, los segundones desprovistos de medios propios, asegurándose así una
posición económica y social.
De todo esto se deduce que la nobleza era el estamento más importante, seguido
del clero y después de éstos la burguesía, enriquecida con la actividad mercantil. Y el
resto del estado llano, eran los que mantenían a los grupos privilegiados, los
campesinos, eran los que mejor estaban, pues muchos eran poseedores de tierras, y por
debajo de estos estaban los arrendatarios y después de ellos los jornaleros, los más
pobres de todos. En la parte más baja de la pirámide y por último estaban los grupos
marginales, que vivían en el umbral de la pobreza.
2 Condición social que no viene determinada por la riqueza sino exclusivamente por la obligación de contribuir a un pago de un tipo de
impuesto personal.
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4/- Privilegios jurídicos
El clero por su parte, también tenían sus ventajas, sus miembros estaban exentos
de la jurisdicción ordinaria y gozaban de privilegios fiscales, lo que favorecía el fraude
al poner en cabeza de un pariente eclesiástico la hacienda familiar.
I- Epígrafes:
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una profesión liberal, constituían el tercer estado o estado llano; también formaban parte
del mismo quienes nada poseían y quienes estaban al margen de la ley por causas
diversas: pobres, vagabundos y delincuentes.
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En el campo, particularmente en las regiones fronterizas entre reinos –en el caso
español, por ejemplo, entre Castilla y los reinos de Aragón y Valencia- se desarrollará
con fuerza el bandolerismo –en sus filas participarán tanto nobles como campesinos y
desheredados- al amparo de una red viaria de difícil trazado, por lo montuoso del
terreno, y a duras penas defendida por las instituciones del Estado, como la Santa
Hermandad, creada por los Reyes Católicos y que será decisiva para mantener el orden
en la Castilla rural. En las regiones costeras, contrabandistas y metedores desafiarán
asimismo la autoridad civil cargando y descargando en la noche todo tipo de mercancías
sin abonar los derechos aduaneros.
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La mentalidad nobiliaria veía al comerciante como un tipo distinto e inferior
socialmente, considerándolo además movido por el lucro “vil y sórdido”, en las
antípodas del honor nobiliario. En los países latinos se desarrolla el concepto de
“derogeance” según el cual los nobles no podían dedicarse al comercio sin perder su
condición.
La realidad es que los nobles comerciaban con los productos agrícolas de sus
dominios y en los grandes puertos la relación entre comerciantes y nobles era muy
fluida.
Hubo muchos casos de ascenso a la nobleza por parte de comerciantes casi
siempre por la vía de compra de señoríos, del ejercicio de cargos en hacienda o de las
relaciones con la administración real.
La mayor parte de la población urbana estaba integrada por artesanos, normalmente
organizados en gremios que cumplían varias funciones:
• Reglamentar la producción en sus aspectos técnicos
• La organización social del trabajo
• Asumían también funciones religiosas y de asistencia social.
• Los gremios eran la forma de manifestación social de los artesanos.
Según las zonas podía llamárseles también hermandades, cofradías o misterios.
En algunos casos tenían participación en el gobierno municipal o funciones de
recaudación de impuestos, reclutamiento militar etc.
El número de gremios aumento de manera a veces excesiva con la gran
especialización de la producción: gremio de fabricantes de agujas, de fabricantes de
medias de seda etc. Estaban jerarquizados en torno a los maestros. A partir del XV el
examen de maestría era una forma de discriminación económica debido a los elevados
costes de ingreso. Los privilegios a los hijos de los maestros y los matrimonios
endogámicos hacían de los gremios asociaciones cerradas, o por lo menos poco
flexibles.
Por debajo de los maestros, los oficiales y los aprendices constituían un
proletariado joven y mal pagado que a veces se asociaban e forma semisecreta en
cofradías de mancebos.
Los artesanos formaban un grupo subordinado económicamente a la burguesía,
pero distinto del proletariado industrial de épocas posteriores por su mayor
independencia y su estilo de vida que se enorgullecía de las tradiciones corporativas.
Existía una verdadera cultura artesanal, diversificada según los oficios, con canciones
que acompañaban el trabajo, santos patronos que supuestamente habían ejercido el
oficio, etc.
Algunos maestros trabajaban para comerciantes o para otros colegas más ricos, eran en
expresión de la época “maestros que trabajan como mancebos”; sin embargo a
diferencia de los trabajadores industriales eran propietarios de sus herramientas de
trabajo.
Además de los artesanos agremiados existían en las ciudades gran cantidad de
trabajadores no especializados para labores de fuerza física, carga y descarga etc.
Trabajaban por un jornal diario y eran los llamados “ganapanes” o peones.
Había también en las ciudades del antiguo régimen un abundante servicio
doméstico, tanto en las grandes mansiones como en los domicilios de la mediana y
pequeña burguesía (1ó 2 criados)
A los criados, que acostumbraban a ser solteros se les atribuían ciertos niveles de
violencia y de insubordinación social (quizá por su falta de vida familiar) y se les
asociaba con los tumultos callejeros.
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No era raro que sus amos tardaran en pagarles el jornal pero tampoco lo era que
les dejaran algún legado en su testamento.
Las clases populares urbanas vivían una vida “frágil”, el alojamiento era caro y
precario, la alimentación suponía el 50% del salario de un trabajador y aunque algunos
historiadores han señalado la soledad del trabajador pobre en una gran ciudad, otros
estudios hacen pensar que existían diversas formas de solidaridad y ayuda, no solo las
organizadas por los gremios, sino también por las parroquias y las que procedían de las
relaciones de vecindad. Múltiples redes de solidaridad enmarcaban la vida preindustrial.
27
también pastar en tierras de propiedad privada después de la siega es la llamada derrota
de mieses. Para permitir este derecho de “espigueo” era necesario que los campos
permaneciesen abiertos y que se siguiese un ritmo colectivo de trabajo. La parroquia era
el centro de articulación de la comunidad, el domingo tras la misa se tomaban las
decisiones sobre el trabajo agrario.
A lo largo de la Edad Moderna hubo múltiples conflictos por el retroceso de esos
derechos colectivos en beneficio de las explotaciones individuales. El cierre de los
campos era un símbolo de la nueva agricultura capitalista, también fue muy conflictiva
la desecación de lagunas para convertirlas en propiedades individuales acabando con
los tradicionales derechos comunitarios de pesca. Sus terrenos fueron vendidos a
terratenientes capaces de invertir en semejante empresa lo que empobreció a la
población ya que estas marismas eran recursos tanto por la recolección de la vegetación
propia como por la pesca.
Estos terratenientes constituían una cifra muy baja mientras que los labradores
ricos eran alrededor del 5% y un 25% de la población eran agricultores medios que
sostenían la mayor parte de la producción. El resto lo integraba una masa de jornaleros
dependientes en precario con tierra poco productivas y de escaso tamaño.
En general el cambio de ritmo económico en la Europa del siglo XVI provocó
una sobreexplotación de los recursos y contribuyó a un fuerte estrés en la producción
primaria. El trabajo del campesinado durante la Edad Moderna se mantuvo en
parámetros medievales dada la poca intención de invertir de los grandes propietarios y
de las penurias económicas de los pequeños. Sólo la incipiente y muy vital clase media
agrícola mostraba interés por las nuevas técnicas capaces de aumentar y asegurar sus
beneficios.
Mientras los derechos señoriales se pagaban en especie, los nuevos impuestos
reales eran en metálico. Para obtener dinero debía vender su producción pero no
siempre en condiciones favorables ya que el señor tenía el privilegio de vender antes y a
mejores precios.
Durante gran parte de la Edad Moderna el campesino no se beneficiaba de
ninguna acción estatal a cambio de sus impuestos. El reclutamiento y sobre todo el
alojamiento obligatorio de soldados suponían una dura carga tanto económica como a
nivel de las brutalidades y violaciones que a menudo sufrían.
Normalmente el campesino pagaba más impuestos que el habitante de la ciudad
y se encontraba más desprotegido en situaciones de pobreza. Sus deudas se agudizaban
en caso de varias malas cosechas lo que podía llevar a la perdida de la explotación que
había sido hipotecada como garantía de pago. El endeudamiento era una de las vías mas
frecuentes de expropiación a los campesinos pobres.
En el mundo rural también estaba jerarquizado, aunque en menos medida
que el urbano. Las diferencias se establecían según las posibilidades de disponer de los
medios de producción en especial animales de tiro y aparejos de labranza. También
influían los sistemas de herencia y la naturaleza de la producción. Los agricultores
especializados solían estar en mejores condiciones que los limitados a mera producción
de subsistencia. Las instalaciones básicas para la elaboración de productos agrarios
estaban en poder del señor en forma de monopolio, como los molinos, hornos, prensas,
lagares almazaras (molinos de aceite).
Una pequeña minoría (5% aprox.) eran campesinos acomodados, a los que se
denomina “labradores honrados” o “villanos ricos”, disponían de propiedades
extensas en propiedad o con contratos favorables , para cuya explotación empleaban a
campesinos pobres o jornaleros. También pertenecían a esta categoría los grandes
28
arrendatarios del norte de Francia muchos de ellos arrendatarios de los derechos
señoriales. Se les llama también “burguesía rural”.
El segundo grupo lo formaban campesinos medios, independientes pero no
poderosos (25% aprox.) este grupo fue disminuyendo por la evolución capitalista de la
agricultura.
La mayoría del campesinado europeo (60-70%) lo formaban campesinos
dependientes, sin tierras suficientes para hacer frente a diezmos, rentas e impuestos y
enfrentarse a malas cosechas y deudas. Solían trabajar para los campesinos poderosos
en labores estacionales. Este grupo aumento enormemente como consecuencia de la
crisis económica del XVII.
Existían también jornaleros o campesinos sin tierras, abundantes en el sur de
España e Italia. Mas importante era la figura del mozo de labranza, trabajador soltero y
eventual incorporado a la familia, en la Inglaterra preindustrial entre el 25 y el 50% de
los jóvenes eran mozos de labranza.
La vida del campesinado era muy precaria, un gran esfuerzo físico y un trabajo
realizado con útiles muy rudimentarios, viviendo a menudo en sitios aislados lo que
producía un sentimiento de desconfianza hacia el exterior. Su situación fue
modificándose en función de la coyuntura económica.
La pobreza estaba muy ligada con la sociedad del Antiguo Régimen. En torno al
10% de la población vivían en condiciones d pobreza, este porcentaje aumentaba en las
ciudades castellanas del XVI.
Las clases trabajadoras urbanas y rurales, vivían en el umbral de la pobreza,
dependiendo de los vaivenes económicos del momento. El incremento del número de
pobres que observaban los testimonios de la época, coincidían con dificultades
económicas conocidas. Ésta podía tener un carácter transitorio, aunque grave para sus
consecuencias inmediatas. El umbral de pobreza se desplaza y englobaba entonces
buena parte del pueblo trabajador, que sufría bajos salarios y altos precios. Los
asalariados puros no constituían la mayor parte de la población laboral. Por otra parte,
era bastante habitual cobrar parte del salario en especies.
El trabajo familiar se centraba en el cabeza de familia, suponiendo en caso de su
muerte o incapacidad para el trabajo la caída en la pobreza, quedando viudas, enfermos,
y ancianos, reducidos a la mendicidad por falta de recursos.
La pobreza constituía un rasgo permanente de aquella sociedad. En el primer
tercio del siglo XVI se produjo un cambio, importante en las actitudes oficiales hacia el
pauperismo, existiendo dos posturas:
--- La limosna indiscriminada se consideraba positiva; la visión cristiana
tradicional era la de una cierta valoración del “pobre de Jesucristo”. Las Órdenes
Mendicantes pedían limosna públicamente para sus conventos.
--- Frente a la visión tradicional, varias ciudades de Países Bajos y de Alemania,
establecieron una nueva política para la pobreza: La “policía de pobres”. Ésta proponía
ejercer y reglamentar la asistencia social por medio de instituciones municipales más
que religiosas e impulsar el trabajo de los necesitados de forma más o menos forzosa.
Los pobres que no estaban controlados por una parroquia eran considerados
vagabundos. Eran peligrosos porque no dependían de un amo. La mayor parte de los
errantes eran campesinos pobres que habían perdido sus tierras y no disponían de tantas
29
instituciones caritativas como en las ciudades. La doctrina oficial, durante la Edad
Moderna, era que no existía el paro involuntario.
La prevención de las autoridades hacia los vagabundos no estaba desprovista de
fundamento, ya que era difícil diferenciar a los “miserables” de los “truhanes”
(delincuentes), falsos mendigos y delincuentes, a veces formaban bandas organizadas, o
exigían limosna por medio de amenazas. Se miraba también con cierta sospecha a los
vendedores ambulantes que rozaban el vagabundeo (persecución de los gitanos).
La legislación penal, que se aplicaba contra los delincuentes y vagabundos, solía
ser dura, con frecuencia arbitraria, socialmente selectiva. Castigaba con frecuencia a los
no integrados en grupos que pudieran protegerles y en general a los extraños a la
comunidad. Las condenas consistían más bien en multas, azotes, mutilaciones, trabajos
forzados (galeras).
El bandolerismo presentaba unos perfiles distintivos. Respondía a la miseria y
también a los hábitos de violencia que impregnaban toda la vida social, incluida la de
los privilegiados. En el campo, particularmente en las regiones fronterizas entre reinos –
en el caso español, por ejemplo, entre Castilla y los reinos de Aragón y Valencia- se
desarrollará con fuerza el bandolerismo –en sus filas participarán tanto nobles como
campesinos y desheredados- al amparo de una red viaria de difícil trazado, por lo
montuoso del terreno, y a duras penas defendida por las instituciones del Estado, como
la Santa Hermandad, creada por los Reyes Católicos y que será decisiva para mantener
el orden en la Castilla rural. En las regiones costeras, contrabandistas y metedores
desafiarán asimismo la autoridad civil cargando y descargando en la noche todo tipo de
mercancías sin abonar los derechos aduaneros.
Era general en toda la Europa moderna, revistiendo a fines del siglo XVI
especial importancia en los países mediterráneos, estando relacionado con el
contrabando. Era también fruto de enfrentamientos familiares, guerras privadas, que se
mantenían con ayuda de criados “lacayos”, parientes y amigos.
Fueron frecuentes y a menudo imitando las revueltas de las clases nobles poco
dadas a la obediencia y subordinación a la autoridad.
Es importante tener en cuenta, además, que las diferencias de riqueza y de
oportunidades entre los estamentos, y en el seno de cada uno de ellos, podía generar
toda suerte de conflictos y de violencia. Estas manifestaciones, sin embargo, se
acentuaban cuando se producían malas cosechas por causas climáticas, lo que encarecía
el precio de los cereales y de los demás artículos de consumo básico, o cuando el Estado
exigía nuevas contribuciones fiscales a los súbditos: en ambos casos, la población se
hacía escuchar a través de motines, algunos surgidos de forma espontánea y otros
alentados por grupos de poder descontentos con la autoridad real o con sus agentes, sin
olvidar la intervención en ocasiones de instigadores extranjeros financiados por sus
soberanos con la finalidad de desestabilizar la quietud de los reinos enemigos y de
minar el poder de sus monarcas. En el siglo XVI los levantamientos más importantes
tuvieron lugar en el primer cuarto de la centuria, con el estallido de las guerras de los
campesinos en Alemania y con las comunidades y germanías en España.
Hubo diferentes tipos y por motivos diversos:
30
alimentos, no se reclamaban salarios mayores, sino precios asequibles en los
productos de primera necesidad. Se creía en la existencia de unos “precios
justos” de una “economía moral” y la actitud violenta del pueblo obedecía a la
idea de que las autoridades hacían dejación de sus funciones en defensa de la
moral tradicional. Los enemigos del pueblo eran comerciantes especuladores,
molineros y en última instancia las autoridades.
• Levantamientos campesinos: fueron variando sus motivaciones: si hasta mitad
del XVI eran movimientos populares en defensa del “hombre común” y
culminaron con la Gran Guerra de los Campesinos de Alemania (1525) en la
segunda mitad aparecieron elementos religiosos de carácter profético o
milenarista anunciando el fin del mundo y la exigencia de una sociedad
igualitaria sin señores ni privilegiados. Los rebeldes se llamaban unos a otros
“hermanos” y se organizaban en hermandades como en Castilla y Galicia, o en
“germanies” como en Valencia y Mallorca. Además de revueltas violentas se
iniciaron una serie de procesos jurídicos ante los tribunales contra determinados
derechos señoriales.
• Tuvieron especial significado los movimientos contra los impuestos en los
productos de primera necesidad. La “gabela” que era el impuesto sobre la sal
se convirtió en sinónimo de impuesto arbitrario y destructivo; este tipo de
impuestos y el régimen aduanero dieron lugar al contrabando, actividad que la
población no consideraba ilegal y que disfrutaba de amplio apoyo popular. La
hostilidad popular se desataba especialmente contra los recaudadores de
impuestos, figura ajena a la comunidad.
• España conoció dos rebeliones importantes: los “comuneros” castellanos y las
“germanías” de Valencia y Mallorca ambas con sentidos de hermandad y
fraternidad. Ambas fracasaron.
• En España y Europa central se produjo una reacción patricia que consolidó a las
profesiones liberales y oligarquías urbanas, frente a los comerciantes y
artesanos, que de algún modo frenaron la vuelta de la “servidumbre” como
sucedió en Europa oriental.
Los jefes de las rebeliones eran presentados como lo peor de la sociedad, sin
embargo las investigaciones demuestran que podían ser artesanos y campesinos
acomodados o incluso pertenecer a la pequeña nobleza. Los curas aldeanos solían ser
dirigentes naturales de muchos movimientos campesinos y en las ciudades los frailes
podían ser predicadores subversivos. Los antiguos soldados e incluso algún caballero
podían dirigir los ejércitos espontáneos de los campesinos.
La mayor parte de las revueltas terminaron con la derrota y la represión, no
podían tener éxito si no contaban al menos con la simpatía o la división de una parte de
la minoría dirigente. El orden social se mantenía con poca policía: era la aceptación de
la jerarquía social establecida y los propios medios represivos de los privilegiados los
que aseguraban la disciplina social. En todo caso la Edad Moderna resultó ser menos
revolucionaria en cuanto a los movimientos populares que los últimos siglos de la Edad
Media. Las tensiones sociales continuaron, más por vías legales que con actos violentos.
31
BLOQUE II:
I- Epígrafes:
32
Lo interesante de esta política mercantilista en Europa es que justificará, sobre
todo en la segunda mitad de la centuria, las actuaciones bélicas entre los estados, pues
se entendía que la riqueza de un estado dependía de la ruina del contrario, y ésta sólo
podía venir de la asfixia comercial e industrial producida por la guerra y las represalias
comerciales contra los enemigos.
Se puede afirmar que el siglo XVII no estuvo afectado por una crisis general,
sino por una serie de crisis parciales de índole diversa que no incidieron al mismo
tiempo ni con la misma intensidad en todas las regiones europeas, aunque sí
contribuyeron a configurar un contexto conflictivo en lo social y difícil en lo
económico, de “crecimiento indeciso” o, si se prefiere, de “retroceso relativo”. Crisis
sectoriales y coyunturales que a la larga provocaron cambios profundos, de signo
estructural, que facilitarán el despliegue de la sociedad capitalista.
33
La revolución de los precios habría culminado a finales del XVI y lo que
caracterizó al XVII fue su estancamiento o retroceso. El cambio de tendencia no fue
uniforme, se produjo a inicios de siglo en los países mediterráneos y se retrasó hasta
1640 en los países del noroeste de Europa.
A partir de entonces la tendencia es claramente descendente, caracterizándose la
segunda mitad del siglo en todas partes por el bajo nivel de los precios.
La sociedad europea experimentó dificultades, pero éstas no tuvieron el carácter
continuo y general que habitualmente se les ha atribuido. Morineau niega que se pueda
hablar de una crisis generalizada del XVII, sino que lo que se produjeron fueron una
serie de crisis de diferente intensidad y amplitud, afectando de diversa manera a los
territorios y sectores económicos.
Es, por tanto, la desigualdad de la crisis lo que viene a destacarse actualmente,
una crisis que ya había comenzado con anterioridad al XVII. El impacto fue más precoz
en el Mediterráneo y las dificultades comenzaron a desaparecer también más temprano.
En el noroeste de Europa la incidencia fue más tardía (mediados XVII- primer tercio
XVIII).
Tampoco se vieron afectados de igual forma los sectores económicos, siendo
más aguda en el ámbito agrícola que en el industrial y comercial, y existiendo grandes
disparidades dentro de ellos.
De igual modo desde el punto de vista territorial, la incidencia fue muy intensa
en el Mediterráneo y en la Europa Oriental. En Francia, la Europa Central y
Escandinavia, se produjo un estancamiento y un leve retroceso. En cambio, en las
Provincias Unidas e Inglaterra solo se produjeron dificultades episódicas que no
impidieron el crecimiento y, sobre todo en el segundo caso, la reorientación de sus
actividades económicas.
La desigual incidencia de la crisis fue lo que permitió la realización de las
transformaciones que resultaron decisivas para el futuro. Las dificultades produjeron
una redistribución del potencial económico, favoreciendo la integración económica y
desplazando el eje de gravedad del Mediterráneo a la zona noroccidental, que
incrementó su desarrollo demográfico, lideró el proceso de urbanización y articuló en su
beneficio la división internacional del trabajo. De todas formas, en el resto del
continente también se realizaron transformaciones que favorecieron una creciente
especialización de la actividad económica y un incremento de la interrelación e
integración de los mercados.
34
Esta crisis tuvo efectos positivos posteriores, ya que destruyó los obstáculos que
se oponían al capitalismo, creando las condiciones que permitieron la revolución
industrial, ya que provocó una concentración del poder económico a favor de los
sectores y las economías más avanzadas, como la francesa, la holandesa o la inglesa. No
obstante, solo esta última protagonizó la industrialización al haber experimentado un
drástico cambio sociopolítico (revolución de 1640).
La consideración de este conflicto como una revolución burguesa fue lo que
desató la reacción de Trevor Roper, alegando que no podía demostrarse que los
sectores opuestos a la monarquía quisieran promover el desarrollo económico. En su
opinión, la revolución inglesa fue de índole sociopolítica, más que económica, al igual
que otras revoluciones coetáneas que se produjeron en otros países. El conflicto fue
generado por el excesivo desarrollo del aparato del Estado, lo que provocó un
enfrentamiento entre la corte y el país, al reaccionar la sociedad, en un contexto de
regresión económica, en contra del excesivo coste del aparato administrativo, que había
determinado el incremento de la presión fiscal y la centralización política. El fracaso de
las reformas acabó en el estallido de las revueltas cuyo detonante fue el contraste entre
el lujo de la corte y las dificultades económicas que atravesaba la población.
Esta tesis suscitó la aparición de diversas aportaciones sobre las causas de las
revueltas de 1640. Walerstein dice que las dificultades económicas no provocaron
ningún cambio estructural, por lo que no deben de ser consideradas como las
manifestaciones de una crisis, que se había producido a finales de la Edad Media, dando
lugar a la aparición de la economía-mundo. De ahí que considere es que la del XVII fue
la primera contracción del nuevo sistema económico. Las capas dominantes trataron de
buscar los medios para hacerlo funcionar en su provecho, por lo que la contracción
acabó conduciendo a la consolidación del sistema capitalista, el reforzamiento de las
estructuras del Estado, lo que permitió la concentración del poder y del capital.
Lublinskaya resalta el apoyo de la monarquía absoluta al desarrollo de
burguesía y capitalismo manufacturero.
Brenner considera, por el contrario, que la crisis tuvo un carácter netamente
feudal, fue una crisis agraria derivada de unas relaciones de producción y extracción del
excedente que impedía la mejora de la productividad. Cuestiona también el papel
otorgado por Hobsbawn a la expansión del mercado en la génesis del capitalismo,
atribuyendo el protagonismo a la estructura de clases agraria y las relaciones de poder
que de ella se derivaban.
De todas formas, si, como ha podido apreciarse, los problemas económicos
nunca se han desvinculado del marco político, esta relación se ha intensificado en las
tesis que otorgan un papel fundamental a la guerra y al proceso de construcción del
absolutismo impulsado por ella en el desencadenamiento de las dificultades de la
centuria. D. Parker afirma que la crisis se derivó de las contradicciones del sistema
feudal, siendo la principal la divergencia existente entre el bajo nivel de productividad y
las demandas de una sociedad esencialmente militarista. N.Steensgaard otorga un papel
fundamental al Estado, tanto en el desencadenamiento como en la dispar incidencia
sobre los diversos sectores económicos, ya que considera que, la crisis fue de
distribución de la renta a través del sector público. El incremento de la presión fiscal por
las necesidades del Estado provocó la reducción del consumo y la inversión privada,
pero también se incrementó la demanda pública en otros sectores.
35
3/- La situación agrícola, manufacturera y comercial
3
Ganadería estante, es la cría de ganado vinculada a la economía campesina. El ganado proporcionaba fuerza de tiro
y transporte, leche y carne. Era abono para la tierra y daba otros beneficios como lana y cuero. Por todo ello, el
pastoreo estante estaba estrechamente unido a la labranza y a las artesanías locales.
36
Sobre este panorama general se abaten los signos de la crisis coyuntural: caída
de los precios agrícolas y las rentas agrarias, alza de los salarios reales (aumento de los
costes de producción), desertización y despoblación en algunas zonas, contracción del
intercambio internacional de productos, paralización del proceso de expansión agraria
ante el descenso de los ingresos. Existen excepciones, el retraso en la bajada de los
precios en el norte de Europa hizo posible en la primera mitad del siglo la edad de oro
de los saneamientos holandeses (polders), mientras que la producción cultivada en
Inglaterra aumentó con la roturación de montes, drenaje de tierras…
37
COMERCIO INTERNACIONAL Y REGIONAL: Durante las primeras décadas se
quiebra el sistema anterior basado en la plata americana. El comercio mediterráneo
había entrado en crisis con anterioridad y el báltico de cereales inicia un retroceso a
partir de 1650, pero el tráfico atlántico y colonial experimentará una gran expansión,
liderado por Holanda primero e Inglaterra después.
Los holandeses, especializados en productos voluminosos (cereales, madera,
ladrillos), resultaron competitivos en cuanto se dedicaron a productos de alto precio y
escaso volumen (lana, seda, especias…). Su éxito radica en la reducción de costes por
un nuevo tipo de barco (Fluitschip) y de financiación, y en la diversificación comercial
con apertura de nuevas rutas comerciales (Mediterráneo, Rusia, Indias Orientales…).
Ámsterdam se convirtió en el principal centro comercial europeo. El deterioro de su
sistema se vincula a las políticas económicas de sus competidores, pasando el liderazgo,
en el último tercio del siglo, a manos inglesas, para ello, necesitó la adopción de
técnicas holandesas, una adecuada política mercantilista, la reestructuración de la
industria textil, ampliar su gama de productos y mundializar sus relaciones comerciales.
En cuanto al comercio colonial, los sistemas ibéricos, puramente extractivos,
conocen la crisis. La mayor innovación será la plantación de caña de azúcar con mano
de obra africana.
El comercio asiático registra un declive de las rutas terrestres ante la penetración
de las Compañías inglesa y holandesa de Indias Occidentales a las que se debe la
diversificación de los productos y la variación del peso específico de las mercancías
intercambiadas.
Todo este pujante comercio europeo se expande con la ayuda de nuevas
fórmulas organizativas y financieras. Frente a las instituciones monopolísticas ibéricas,
Holanda, Francia e Inglaterra se basan en compañías comerciales, más o menos
privadas, organizadas como sociedades anónimas que reciben el monopolio del Estado
de determinados mercados.
Frente al gran desarrollo del comercio internacional, también hay que destacar el
del comercio regional y local, que también influyeron de manera importante en el
crecimiento económico sobre todo en Francia, Inglaterra y Holanda, donde se
desarrollarán infraestructuras de transporte (carreteras y embarcaciones de cabotaje) e
innovaciones en el uso de combustibles.
38
Tres eran los temas básicos del mercantilismo:
• El incremento del poder por parte del Estado
• La apología del trabajo y los intercambios
• La atención concedida a la balanza comercial
39
producción. En el resto de países, la orientación fue similar, aunque sus realizaciones
fueron escasas. El caso holandés fue atípico, su hegemonía comercial se basó en la
defensa de la libertad comercial y la eliminación de trabas que entorpeciesen el tráfico,
con la creación de compañías privilegiadas para regular el tráfico extraeuropeo,
imponiendo por la fuerza sus prerrogativas monopolísticas.
El mercantilismo más original es el inglés. Sus tratadistas recomendaron la
protección de la agricultura. En política industrial abandonaron los monopolios, aunque
se mantuvieron los aranceles proteccionistas. Las mayores realizaciones tuvieron lugar
en el ámbito comercial, sus compañías comerciales alcanzaron gran éxito. Las medidas
más trascendentes fueron las encaminadas al fomento de la marina nacional,
materializándose en las Actas de Navegación que acabarían provocando varias guerras
con los holandeses.
Así, tendieron a:
• la regulación estatal de la economía
40
• la unificación del mercado interno
• el crecimiento de población
• el aumento de la producción propia: controlando recursos naturales y mercados
exteriores e interiores, protegiendo la producción local de la competencia
extranjera, subsidiando empresas privadas y creando monopolios privilegiados
• la imposición de aranceles a los productos extranjeros
• y el incremento de la oferta monetaria: mediante la prohibición de exportar
metales preciosos y la acuñación inflacionaria
41
TEMA: 6 - ESTANCAMIENTO Y DECLIVE DEMOGRÁFICO EN LA MAYOR
PARTE DE EUROPA
I- Epígrafes:
Esta crisis de crecimiento, sin embargo, no fue igual en todo el continente: los
primeros síntomas de retroceso se observaron en el Mediterráneo a finales del siglo
XVI, aunque logrará recuperarse en años posteriores; en la región central del continente
los problemas surgen más tarde, alcanzando toda su virulencia entre las décadas de 1640
y 1660 a causa de la Guerra de los Treinta Años. Sólo el noroeste de Europa (Inglaterra,
Holanda y Países Bajos españoles) se libra de esta tendencia, incrementando su
población en un 30 por ciento, lo mismo que el este y el suroeste, que lo harán en un 22
por ciento. Por otro lado, las ciudades, y en particular las capitales político-
administrativas y las ciudades portuarias crecen de forma espectacular a expensas del
campo, que se va despoblando a consecuencia de la crisis económica y de la
reconversión del agro: Londres, por ejemplo, pasa de 200.000 habitantes en 1600 a
575.000 en 1700; evolución que se aprecia también en París, que evoluciona en el
mismo período desde los 220.000 habitantes al medio millón de individuos.
Crecimientos mayores tuvieron Dublín y Ámsterdam, en tanto que otras ciudades
mediterráneas se estancaron –es el caso de Venecia y Milán- o experimentaron
descensos significativos, como Nápoles y Sevilla.
42
ciento de la población castellana. La peste de Milán de 1630 provocó a su vez la muerte
de 65.000 personas, reduciendo así su población a la mitad. A esta pandemia y otras,
como la viruela y, sobre todo, el tifus, tanto o más mortíferas que la peste, hay que
añadir las malas cosechas y su corolario, el hambre: en Finlandia, por ejemplo, las
malas cosechas provocaron en el bienio 1696-1697 la pérdida de un 25 a un 33 por
ciento de su población. Sin llegar a este extremo, la alta mortalidad del siglo XVII en
Francia estuvo determinada en buena parte por una sucesión de malas cosechas: en
1628-1632, 1649-1654, 1660-1663 y 1693-1694.
Por otro lado, la sucesión interminable de conflictos bélicos que tuvieron lugar
en Europa desde 1619 hasta el final del siglo ocasionó una elevada mortandad no ya en
la tropa sino entre la población civil, y no tanto por causa de acciones militares como
por la destrucción de los campos, el endeudamiento de los campesinos y de las ciudades
y el descenso de la producción agrícola y manufacturera: en el Sacro Imperio se calcula
que la población disminuyo entre un 15 y un 20 por ciento, y siempre fue superior en las
zonas rurales que en las ciudades.
43
otras ciudades mediterráneas se estancaron –es el caso de Venecia y Milán- o
experimentaron descensos significativos, como Nápoles y Sevilla.
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convincente es el de la mayor efectividad de las medidas adoptadas para evitar el
contagio.
A esta pandemia y otras, como la viruela y, sobre todo, el tifus, tanto o más
mortíferas que la peste, hay que añadir las malas cosechas y su corolario, el hambre: en
Finlandia, por ejemplo, las malas cosechas provocaron en el bienio 1696-1697 la
pérdida de un 25 a un 33 por ciento de su población. Sin llegar a este extremo, la alta
mortalidad del siglo XVII en Francia estuvo determinada en buena parte por una
sucesión de malas cosechas: en 1628-1632, 1649-1654, 1660-1663 y 1693-1694.
Por otro lado, la sucesión interminable de conflictos bélicos que tuvieron lugar
en Europa desde 1619 hasta el final del siglo ocasionó una elevada mortandad no ya en
la tropa sino entre la población civil, y no tanto por causa de acciones militares como
por la destrucción de los campos, el endeudamiento de los campesinos y de las ciudades
y el descenso de la producción agrícola y manufacturera: en el Sacro Imperio se calcula
que la población disminuyo entre un 15 y un 20 por ciento, y siempre fue superior en las
zonas rurales que en las ciudades.
Los desastres demográficos (guerra, hambre, contagio o la combinación de todo
ello) constituyen un rasgo permanente de la historia de la población del seiscientos y su
repetida aparición influyó en la ruptura del crecimiento.
La posibilidad de recuperación, dependerá en cada región de sus condiciones
socioeconómicas: existencia de tierra disponible, grado de presión señorial o estatal, etc.
Una vez más la estructura de clases, la situación social, incide sobre la demografía.
45
TEMA: 7 – LA SOCIEDAD DEL SEICIENTOS
I- Epígrafes:
Por otro lado, la nobleza del Seiscientos sufrió serias dificultades económicas al
reducirse los ingresos procedentes de la explotación de sus fincas y de sus ganados, en
tanto que los costes aumentaban, principalmente los suntuarios, por la necesidad de
mantener un ritmo de vida acorde con su estatus social, sobre todo si residían en la
corte. Esto produjo algunas quiebras que requirieron la intervención de la Corona así
como la adopción de medidas para incrementar las rentas, moderando los costes e
intensificando la explotación de sus fincas y de sus vasallos. También el clero se vio
afectado puesto que sus rentas comenzaron a decaer a causa, sobre todo, de la
despoblación del campo, dado que el grueso de sus ingresos procedía del diezmo que
pagaban campesinos y ganaderos y que consistía en la décima parte del valor de toda la
producción agropecuaria, sin deducción alguna, pero también procedía de las rentas
derivadas de los títulos de deuda pública y privada, así como de las propiedades rústicas
y urbanas o de los señoríos que poseía -los monasterios percibían derechos señoriales
como los nobles-, afectadas unas y otras por el descenso demográfico y por las
dificultades financieras de los deudores y del mismo Estado.
46
de todo tipo dejaban inerte a la población. No obstante, en el siglo XVII se consolidaron
una serie de métodos alternativos de producción que surgieron en la centuria anterior y
que perseguían eliminar la férrea estructura gremial, como el domestic system, donde los
“mercaderes fabricantes”, aprovechándose de la crisis económica de la sociedad rural,
lograron contratar maestros artesanos no agremiados para que trabajaran en sus casas a
jornal, o en dependencias empresariales, las materias primas que les proporcionaban,
con lo cual consiguieron controlar una parte importante de la producción textil, así
como los batanes y los tintes.
Los grandes perjudicados por la crisis del siglo XVII serán los campesino, pues
a los cambios meteorológicos que originaron malas cosechas y crisis de subsistencia, se
sumaron otros factores que incidieron negativamente en su economía y en su nivel de
vida: aumento de los impuestos reales o señoriales, roturación de baldíos y de bienes
concejiles, cerramiento de tierras, alteraciones monetarias, levas y abusos de los
soldados en tránsito, así como el impacto de la guerra, que mermó sus efectivos y
destruyó de forma sistemática sus haciendas. Muchos pequeños propietarios campesinos
tuvieron que hipotecar sus propiedades con préstamos (censos) para salir de la crisis y
fueron numerosos quienes las perdieron al no poder abonar los intereses ni devolver el
capital recibido, pasando a manos de la nobleza, del clero y de los sectores emergentes
de la sociedad, como los comerciantes y los hombres de negocios. Pero además, la venta
de jurisdicciones por la Corona y el aumento de la presión señorial, perceptible en
buena parte de Europa, incluido el reino de Valencia, afectado por la expulsión de los
moriscos, contribuyeron a agravar más todavía su ya precaria situación, motivo por el
cual se produjeron fuertes emigraciones a las ciudades allí donde fue posible, porque en
el Este de Europa los señores procedieron en la segunda mitad del siglo XVII a
consolidar la práctica de adscribir a los campesinos a la tierra, sin posibilidad de
emigrar, en lo que se ha venido llamando la “segunda servidumbre de la gleba”. Un
sistema que contemplaba además otras limitaciones a los campesinos: el no poderse
casar fuera del dominio señorial y la obligación de que sus hijos realizaran labores
domésticas para los señores o sus intendentes. Así se explica la progresiva tendencia de
los campesinos a emigrar a las ciudades y, como consecuencia de ello, también su
adscripción a la tierra en reinos como Polonia y Rusia, donde sus condiciones
materiales de vida se deterioraron como nunca antes.
47
privilegiados por motivos religiosos, el clero, por motivos político-sociales, la nobleza y
un estamento no privilegiado, el estado llano o tercer estado.
En lo social, el siglo XVII se caracteriza por una mayor movilidad de los
individuos originarios de este tercer estado, que consiguen elevarse socialmente aun
procediendo de linajes oscuros, como en España.
Según los tratadistas, había tres tipos de nobleza: la de virtud, la innata (o
heredada por la sangre) y la política creada por el soberano. Y aunque sólo la nobleza
innata adquirió crédito y aceptación general en gran parte de Europa, lo cierto es que el
dinero, que permitía vivir de forma noble y granjear voluntades, facilitó la movilidad
entre dichos estamentos, como también la incorporación al clero de sujetos procedentes
del estado llano facilitó el ennoblecimiento de sus familias al superar por esta vía las
barreras estamentales del nacimiento.
Por otro lado, la nobleza del Seiscientos sufrió serias dificultades económicas al
reducirse los ingresos procedentes de la explotación de sus fincas y de sus ganados, en
tanto que los costes aumentaban, principalmente los suntuarios, por la necesidad de
mantener un ritmo de vida acorde con su estatus social, sobre todo si residían en la
corte. Esto produjo algunas quiebras que requirieron la intervención de la Corona así
como la adopción de medidas para incrementar las rentas, moderando los costes e
intensificando la explotación de sus fincas y de sus vasallos. También el clero se vio
afectado puesto que sus rentas comenzaron a decaer a causa, sobre todo, de la
despoblación del campo, dado que el grueso de sus ingresos procedía del diezmo que
pagaban campesinos y ganaderos y que consistía en la décima parte del valor de toda la
producción agropecuaria, sin deducción alguna, pero también procedía de las rentas
derivadas de los títulos de deuda pública y privada, así como de las propiedades rústicas
y urbanas o de los señoríos que poseía -los monasterios percibían derechos señoriales
como los nobles-, afectadas unas y otras por el descenso demográfico y por las
dificultades financieras de los deudores y del mismo Estado.
En el Seiscientos se produce una tendencia a la polarización de la sociedad: ricos
y pobres, privilegiados y gentes del común, nobles y no nobles. Junto a la división
tradicional basada en la función y la sangre, aparece el criterio de riqueza y la fuerza
social que de la posesión de ésta se deriva. Veremos así unas divisiones sociales donde
interviene tanto el estado, la función, el prestigio o el honor, como la distribución de la
riqueza y el poder.
Esa sociedad europea dividida en la jerarquía de los órdenes liga sus
transformaciones al desarrollo de formas económicas innovadoras y al prestigioso auge
del gran comercio marítimo.
La nobleza europea se vio afectada en la reducción de su poderío y
responsabilidad militar, en la exclusión de los altos cargos de la administración y del
gobierno y en una restricción general de privilegios.
Se toma conciencia de la injusticia y desigualdad y las diversas agitaciones y
levantamientos que estallan en Europa, serán las manifestaciones y expresiones
violentas ante dicha realidad negativa y desfavorable.
Mantiene su nivel de prestigio dentro de la ordenación estamental y en cuanto a
sus privilegios ya conocidos de exención fiscal, extensa jurisdicción y capacidad de
rentas y administración patrimonial, son los propios reconocidos por su status.
Hay que destacar la relación que la nobleza establece con el poder soberano que
representa al estado y que significa una adaptación de ciertas minorías nobiliarias a los
cambios impuestos por el desarrollo del Estado Absoluto, lo que implica el abandono de
ciertas funciones tradicionales y la descripción y legitimación de otras que le sirven para
arraigar su situación de privilegio.
48
La nobleza es la principal propietaria de la tierra y sobre ella y quienes la
trabajan ejerce su autoridad jurisdiccional y señorial. Al mismo tiempo su importancia
reside, en esta época, en su casi total monopolio del poder político y su preeminente
posición social. Sin embargo empiezan a aparecer indicadores que implican un deterioro
de la situación dominante y una quiebra de poder que se agravará cuando nuevas fuerzas
sociales provenientes de otros estamentos se introduzcan en las competencias del
gobierno.
En Europa occidental, el ennoblecimiento y la venta de títulos y oficios fue una
práctica cada vez más frecuente, tanto por los ingresos que suponía para las haciendas
reales como por tratarse de una estrategia de poder para vincular los intereses materiales
y políticos de los grupos sociales más poderosos del Estado.
49
los artesanos, pues su pertenencia a un gremio les protegía de las contingencias del
mercado al disfrutar de diferentes privilegios concedidos por los monarcas en orden a la
calidad y el precio de los artículos fabricados; aparte, su participación en cofradías les
aseguraba la asistencia sanitaria, esencial en un universo donde las enfermedades y los
accidentes laborales y de todo tipo dejaban inerte a la población. No obstante, en el
siglo XVII se consolidaron una serie de métodos alternativos de producción que
surgieron en la centuria anterior y que perseguían eliminar la férrea estructura gremial,
como el domestic system, donde los “mercaderes fabricantes”, aprovechándose de la
crisis económica de la sociedad rural, lograron contratar maestros artesanos no
agremiados para que trabajaran en sus casas a jornal, o en dependencias empresariales,
las materias primas que les proporcionaban, con lo cual consiguieron controlar una parte
importante de la producción textil, así como los batanes y los tintes.
Este grupo social realiza una vida económica a través de la actividad comercial y
liberal o el cargo y la función pública. Por dichos medios logra el capital que luego le
permitiría la compra de tierras y el disfrute de rentas.
Inglaterra y Holanda son modelo de Estado con interesante participación de
elementos burgueses, en cuanto que en ellos se mantiene el espíritu de empresa y la
dedicación al comercio que son la caracterización expresa y genuina del burgués. Son
los territorios meridionales, mediterráneos y los de la Europa central y oriental, en los
que la decadencia de esta burguesía aparece ligada a factores económicos, políticos y a
comportamientos culturales y mentales.
El mundo rural del XVII incluye a aquellos que no mantienen ya una ligazón a la
tierra sino que son errantes, del campo a la ciudad, los campesinos dependientes que
constituyen el conjunto más difundido y los campesinos independientes, con más o
menos instrumentos de producción, labranza, cultivo y transporte.
Serán los grandes perjudicados por la crisis del siglo XVII, pues a los cambios
meteorológicos que originaron malas cosechas y crisis de subsistencia, se sumaron otros
factores que incidieron negativamente en su economía y en su nivel de vida: aumento de
los impuestos reales o señoriales, roturación de baldíos y de bienes concejiles,
cerramiento de tierras, alteraciones monetarias, levas y abusos de los soldados en
tránsito, así como el impacto de la guerra, que mermó sus efectivos y destruyó de forma
sistemática sus haciendas. Muchos pequeños propietarios campesinos tuvieron que
hipotecar sus propiedades con préstamos (censos) para salir de la crisis y fueron
numerosos quienes las perdieron al no poder abonar los intereses ni devolver el capital
recibido, pasando a manos de la nobleza, del clero y de los sectores emergentes de la
sociedad, como los comerciantes y los hombres de negocios. Pero además, la venta de
jurisdicciones por la Corona y el aumento de la presión señorial, perceptible en buena
parte de Europa, incluido el reino de Valencia, afectado por la expulsión de los
moriscos, contribuyeron a agravar más todavía su ya precaria situación, motivo por el
cual se produjeron fuertes emigraciones a las ciudades allí donde fue posible, porque en
el Este de Europa los señores procedieron en la segunda mitad del siglo XVII a
consolidar la práctica de adscribir a los campesinos a la tierra, sin posibilidad de
emigrar, en lo que se ha venido llamando la “segunda servidumbre de la gleba”. Un
sistema que contemplaba además otras limitaciones a los campesinos: el no poderse
casar fuera del dominio señorial y la obligación de que sus hijos realizaran labores
50
domésticas para los señores o sus intendentes. Así se explica la progresiva tendencia de
los campesinos a emigrar a las ciudades y, como consecuencia de ello, también su
adscripción a la tierra en reinos como Polonia y Rusia, donde sus condiciones
materiales de vida se deterioraron como nunca antes.
Es la crisis de la comunidad rural que se empobreció al perder sus bienes y
medios de subsistencia y se debilitó ante los ataques del poder central y absoluto. Crisis
que dista mucho de ser homogénea por lo que es necesario un análisis de las
peculiaridades y de los aspectos regionales y territoriales.
Las diferencias existentes en las relaciones entre nobles y campesinos son el claro
reflejo de las que existían entre una y otra parte de Europa. Distintas realidades sociales
adaptadas a áreas geográficas también variadas:
• Europa del este: predomina el llamado régimen de servidumbre
• Europa mediterránea: el régimen señorial
• Europa noroccidental: los grandes arrendatarios
51
una extrema desigualdad socioeconómica, sobre todo, en la comunidad rural. En el
mismo sentido encontramos en el mundo urbano un alto porcentaje de individuos sin
privilegios, desposeídos y desprotegidos, trabajadores sin cualificación, servidores
domésticos y toda clase de marginados: temporeros, peregrinos, desertores, prostitutas,
criminales, pobres incapacitados, pobres verdaderos o falsos.
La distribución de la riqueza era desequilibrada y la expansión de la población
trabajadora tuvo una incidencia negativa en numerosos aspectos de la vida diaria:
aumentó el subempleo, la desocupación y el escaso poder adquisitivo para los grupos
sociales más débiles y desatendidos.
Las migraciones de pobres y vagabundos se contemplaban por parte de los
grupos propietarios y privilegiados como una amenaza a la seguridad y al orden
público, es decir, una situación de pobreza y marginalidad que desencadenaría actitudes
de revuelta.
La actitud política de este tiempo con relación a la pobreza inicia sus primeros
pasos para el tránsito de la visión cristiana tradicional a una idea y práctica secularizada,
basada en la idea del trabajo frente a la limosna y la caridad social. Surge ahora otra
forma de interpretar la pobreza, como realidad producida por el mal gobierno de los
hombres y por los defectos del sistema económico y social. Su soluciòn proviene de una
política social racional, en cuanto a la actitud del Estado y las instituciones. La
secularización implica un control y policía de los pobres por parte del Estado.
No obstante, aún faltaban numerosos ingredientes en la actitud política,
económica y social para que, en la percepción del pobre, actuaran mecanismos en
nombre de una nueva ética del trabajo y la productividad.
I- Epígrafes:
52
destronamiento y ejecución, es otro signo evidente del malestar político de los pueblos y
de sus elites con sus dirigentes. Lo mismo cabe decir de las frondas en Francia, en las
que la aristocracia –en sus filas participarán incluso miembros de la familia real- juega
un papel determinante en su querella contra el monarca por verse desplazada del centro
del poder. El protagonismo de este grupo social será relevante asimismo en la
inestabilidad política que se vive en Polonia y Rusia, cuyos soberanos se ven incapaces
de imponerse sobre una nobleza terrateniente, que acapara cada vez más poder
económico y político, una burguesía prácticamente inexistente y un campesinado
debilitado.
53
1/- Principales causas de los conflictos
54
heterogéneos, incluso contradictorios y difíciles de explicar, con grandes diferencias de
espacio y tiempo.
Sobre las causas de las revueltas rurales, Y. M. Bercé distingue la resistencia
oriental a la servidumbre de la oposición occidental al centralismo estatal, y la
excepción del caso británico. Todo responde a lo ya visto de la ofensiva de los
poderosos que deteriora el campo.
2/- La “refeudalización”
55
• Hasta 1652: Suecia
• Y en gran parte de Alemania la finalizar la guerra de los Treinta Años
La historiografía pone en duda hoy en día que los términos crisis, revuelta o
revolución puedan dar sentido a la diversidad de dignificados de este contexto. En
conjunto podemos hablar de “revoluciones de estado”. Hemos de tener en cuenta:
• las tendencias centralizadoras de un Estado en continua actividad bélica,
• el descontento de la población dirigido contra los grupos sociales que dominan y
dirigen los gobiernos locales,
• situaciones sociales de inestabilidad
• y deseos secesionistas.
56
Revueltas campesinas: Son rebeliones populares que afectaron a aspectos concretos de
las relaciones sociales, son la respuesta social a la crisis:
• Baja Austria en 1596 y 1597;
• Rusia entre 1606 y 1607 y 1672; los Croquants del Périgord y Limousin
en 1624 a 1643;
• guerras campesinas en todo el territorio alemán en 1626;
• levantamientos campesinos en Inglaterra de 1628 a 16 31;
• sublevaciones en Hungría entre 1631 y 1632; Nu-Pieds de Normandía en
1639;
• alteraciones andaluzas y aragonesas de 1648 a 1653.
Revueltas urbanas: Los motivos de las protestas urbanas suelen ser el hambre y los
impuestos, así como los abusos de poder en las oligarquías dirigentes.
Todo tipo de resistencia campesina fracasa. Todas las formas alienantes del
endeudamiento, la inseguridad en la propiedad, a veces la pérdida de libertad personal,
las causas profundas de la crisis social, triunfan.
La crisis del mundo rural es el desmoronamiento de un modelo de vida ancestral;
simbolizando la comunidad campesina lo que resulta más destruido, a la vez que es el
argumento de reacción más movilizador.
57
4/- Movimientos políticos antiseñoriales. El caso Español
A finales del XVI comienza la caída de las rentas de la tierra, pero por otra parte
las inversiones de capital estaban abandonando la agricultura y la industria orientándose
hacia las finanzas, la constitución de juros y censos y adquisición de bienes superfluos y
lujosos artículos de importación. Las cargas sobre los campesinos los empobrecen
progresivamente obligándolos a abandonar sus tierras y emigrar a la ciudad donde
prefieren vivir de limosna o de la delincuencia ya que allí también falta el trabajo. Se
crean así gran número de pobres y vagabundos y en las ciudades reina la inseguridad
(asesinatos, ajustes de cuentas, venganzas, robos) todo agravado por la falta de fuerzas
de orden público eficaces.
58
Conflictos rurales: El problema no es la escasez de tierras (son cada vez mas
las tierras yermas), sino la transferencia de la propiedad a determinadas manos.
También se disputan la tierra ganadera y campesina, los pastos contra la agricultura.
Los ayuntamientos son grandes propietarios de tierras comunales que son
explotadas en beneficio de los vecinos, pero recurren a ellas para hacer frente a sus
deudas con hacienda.
Los pueblos se encuentran arruinados, los vecinos no tienen para pagar sus
impuestos ni para alimentarse. La comunidad rural se queda sin recursos puesto que,
todos, los propios y comunes se destinan a pagar interese de los censos contraídos tal
vez hace 100 años.
Este endeudamiento progresivo de los concejos, en bancarrota técnica por lo
general, los obliga a enajenar sus bienes lo que es aprovechado por los que disponen de
dinero para quedarse con todas las tierras y derechos comunales e incluso las
propiedades particulares de los vecinos.
59
BLOQUE III:
I- Epígrafes:
60
experimentaron Ámsterdam, París, Milán y Roma. Venecia, en cambio, se estanca
durante la centuria.
---El caso inglés permite apreciar muy bien esa relación entre demografía, economía y
sociedad, ya que conoce un importante auge demográfico, acelerado a partir de 1750,
coincidiendo con el inicio de la revolución industrial, a cuyo amparo se produjeron
fundamentales cambios en la distribución de la población, en la estructura ocupacional y
en la conducta demográfica.
• Inglaterra y Gales vivieron un crecimiento demográfico del 58.6%, algo
imprevisible a finales del XVII. Este llamativo cambió demográfico y las causas
que lo ocasionaron, han sido muy estudiados obteniendo datos fundamentales
del comportamiento demográfico inglés relativos a la esperanza de vida, que
paso de ser de 32 años en 1670 a 38 años en 1810. La tasa bruta de natalidad
creció del 30.7 al 39.6, mientras que la mortalidad descendió del 30.7, al 24.5 en
esos mismos años; y la edad media en que las mujeres contraían matrimonio
descendió de los 26 a los 23 años.
Hay diferencias entre los demógrafos al valorar la importancia relativa de cada variable:
1. J.T. Krause considera el incremento de natalidad el factor clave del
crecimiento británico.
2. Otros historiadores consideran el descenso de la mortalidad la causa
principal de la aceleración demográfica y conectan la positiva evolución
de la población británica con la mejor alimentación, la mayor salubridad,
los avances de la medicina y con una mejora general de las expectativas
vitales.
3. Pero la tesis que más crédito ha alcanzado es la debida a Wrigley para
quien los cambios en el terreno de la nupcialidad son la causa del
61
destacado crecimiento demográfico británico. Defiende que la mejora en
el nivel medio de ingresos netos alentó a contraer matrimonio en
edades más tempranas y en consecuencia a un notable incremento de
la natalidad.
62
Esta realidad del norte contrasta con el crecimiento del litoral mediterráneo:
El resto del país está en una situación intermedia entre lo que ocurre en el norte y en el
Mediterráneo, una evolución positiva, pero modesta, alejada de considerarse
“revolucionario” y cuyos parámetros de nupcialidad, natalidad y mortalidad responden a
comportamientos propios de sociedades tradicionales.
63
mantenían muy activas. El tifus por la falta de higiene en el agua potable y del
tratamiento de las aguas residuales, el sarampión, la tos ferina. La difteria, la disentería
o la tuberculosis siguieron causando una elevada mortalidad.
La higiene personal era aun baja y las enfermedades propagadas por picaduras
de piojos, pulgas, o mosquitos no sufrieron un descenso significativo.
Sí es destacable un interés por la higiene y la salubridad colectivas en Francia,
Inglaterra y España, donde se redactaron planes urbanísticos para pavimentar las calles,
construcción de redes de alcantarillado y la necesidad de una mayor ventilación en las
viviendas.
Si bien hubo avances en medicina habría de pasar aun un largo tiempo antes de
su aplicación generalizada. Los esfuerzos más notables fueron contra la viruela,
utilizando el método de la inoculación, por el que se infectaba a un individuo sano
buscando inmunizarlo contra la enfermedad. Hoy se sabe que no era efectivo y que tal
vez contribuyo a propagar la enfermedad, pero en alguna medida abrió el camino al
descubrimiento a finales de siglo de la vacuna (Edward Jenner).El descubrimiento
pronto se extendió por Europa y ya en 1803 la monarquía española la propagó en sus
posesiones de ultramar.
La oferta alimentaria se vio incrementada por la extensión de las roturaciones, la
introducción de nuevos cultivos y la mejora de transportes que aseguraba los
suministros El cereal siguió siendo el componente básico de la dieta (pan), sin embargo
se asentó definitivamente el consumo de nuevos productos, en especial patata y maíz.
La patata se adaptó muy bien a terrenos húmedos y fríos ampliando la base
alimentaria de la población y amortiguando las fluctuaciones que acompañaban al
cultivo del cereal. En Europa central se convirtió en una fuente de alimentos nueva y
segura y en Irlanda contribuyo a que la población pasara de 3.200.000 habitantes a
6.800.000 ya que la misma superficie que daba el trigo suficiente para alimentar a una
persona permitía mantener sobradamente a dos si se sembraba de patata.
La alta productividad, su adaptación al barbecho, y su utilización como alimento
tanto humano como animal, hizo del maíz un elemento dinamizador de la demografía,
allí donde se impuso su cultivo.
Finalmente el desarrollo de las comunicaciones y de los canales de distribución
contribuyó a que las crisis de subsistencia y las carestías que las acompañaban quedaran
limitadas a situaciones de penuria, más controladas y sin el tinte catastrófico del pasado.
64
los pocos recursos de los hijos “segundones” llevaba a la abstención matrimonial
y al ingreso en religión.
65
4/- El ascenso de al sociedad de consumo (Más población y más pendiente del
mercado: El ascenso de la sociedad de consumo) – Capíítulo 30 - Pgs. 684-686 de
Floristán
66
La urbanización contribuyó también a esta mejora, ya que a pesar de las
precarias condiciones de vida de los inmigrantes en las ciudades, aportó factores muy
positivos.
Las ciudades fueron un gran atractivo para los poderes políticos, sociales,
económicos y culturales, no sólo los gobiernos sino todas las elites sociales europeas
abandonaron definitivamente el campo para trasladarse a ellas. Con este traslado
aumento mucho la necesidad de servicios (doméstico, construcción, educación, etc.) y
las oportunidades para sus habitantes.
La urbanización fue un poderoso agente en la expansión de la sociedad de
consumo, No sólo vivían más personas que no producían lo que consumían, sino que la
ciudad era un escaparate para ver y ser visto. Las élites encontraron un sitio ideal para
mostrar su posición, casas, ropa, carruajes, tertulias, escuela etc. y de este modo
fomentaron la imitación en el resto de grupos sociales. Factores como la moda tuvieron
en el siglo XVIII una importancia revolucionaria.
La mejora de las comunicaciones y una cierta especialización facilitó la
integración de los mercados de los que la población era cada vez más dependiente. La
administración redujo trabas y obstáculos y al aparecer mercados más eficientes se puso
en marcha una espiral de crecimiento que se agrandaba a medida que aumentaba la
confianza de los consumidores en su abastecimiento.
Esta dependencia del mercado también era diferente en función de la estructura
social, en los lugares donde las diferencias entre los grupos sociales eran menores hubo
unos niveles de consumo muy superiores y más variados que en los países donde había
enormes diferencias sociales, que el consumo era menor.
El crecimiento económico y la movilidad social que se dio en el siglo XVIII
contribuyeron por esta vía al ascenso de la sociedad de consumo.
I- Epígrafes:
67
punto de que la mayoría de los nobles titulados de mediados del siglo tenían un origen
reciente. Esta renovación, que se produjo por servicios al rey, tanto en la milicia como
en la administración y las finanzas, aseguraba la pervivencia del estamento y su
privilegiada posición en la vida política, pero conllevaba al mismo tiempo un cambio en
la mentalidad de sus integrantes: la defensa de sus privilegios no implicaba como en el
pasado el desden por las innovaciones económicas e incluso políticas. Serán
precisamente los nobles quienes procederán en todas partes de Europa a incrementar sus
propiedades agrarias y a modernizar su explotación recurriendo al cerramiento de sus
campos, fenómeno no exclusivo del siglo XVIII pero sí mucho más extendido. Y serán
ellos quienes comiencen a invertir en el comercio y en la industria con la instalación de
fábricas y la explotación de yacimientos mineros en sus propiedades.
68
1/- La vieja nobleza: mantenimiento de sus privilegios jurídicos, económicos y
honoríficos
69
2/- Claves para la aparición de la “nueva” nobleza en el siglo XVIII. (EXAMEN)
70
ingreso en la nobleza se hicieron menos rígidos: la adquisición de patrimonio, un estilo
de vida nobiliario, la estimación social, etc. llevaban, antes o después al título.
La burguesía se sentía fascinada por la nobleza, pero la burguesía ennoblecida
del XVIII no interrumpe las actividades que hicieron posible su fortuna y los viejos
linajes se interesan por el comercio al por mayor, las finanzas, y en menor medida la
minería y metalurgia. Los nobles, ahora, buscan adaptarse y hacer compatible los
valores tradicionales con la nueva sociedad en la que el dinero es el hacedor de las
jerarquías.
71
supersticiosas. Se toman medidas como clausura de conventos y aumento de la
edad para profesar, por si un clero demasiado numeroso pudiera dañar los
intereses de las monarquías.
I- Epígrafes:
1. El campesinado
2. Los menestrales urbanos
3. La burguesía comercial, financiera, industrial
4. La mentalidad burguesa
La burguesía fue, sin duda, el grupo social que más crecerá en el siglo XVIII,
tanto en número como en capacidad de actuación en la vida política y económica, aun
cuando muchos de sus integrantes procuraron ennoblecerse sin por ello abandonar sus
negocios mercantiles, industriales y financieros, en parte porque en determinados
estados, como España, los monarcas habían decretado su compatibilidad. El nivel de
riqueza de la burguesía es tan variado como lo es la actividad económica a la que se
dedican sus integrantes: comerciantes y hombres de negocios, financieros, empresarios
industriales o mercaderes-fabricantes, funcionarios y profesiones liberales. Por el
contrario, sus ideas, al menos en materia económica, apenas muestran fisuras: todos
estos grupos son partidarios de eliminar los privilegios que les impedían acceder
libremente a los mercados, por lo que se enfrentarán a los monopolios comerciales y
fabriles –los gremios- así como a la amortización de la tierra por la nobleza y el clero.
72
sustentarse con su salario, aunque en este caso sus necesidades básicas (alimentos, ropa,
calzado, hospedaje y sanidad) eran costeadas por sus patronos. Mientras los precios se
mantuvieron estables o con ligeras subidas, la capacidad adquisitiva de los salarios no
se resintió y con ella tampoco el nivel de vida de los artesanos y trabajadores por cuenta
ajena, pero a partir de 1760 la situación comienza a deteriorarse por el alza espectacular
de los precios, no obstante que también crecieron los salarios, en gran medida a causa
de la liberación del precio de los cereales.
1/- El campesinado
73
los de corto plazo que permitían elevar la renta en cada renovación. Además de las
dificultades que plantearan las malas cosechas, desmotivaban al campesino, que podía
perder las tierras por no poder hacer frente a los aumentos de alquiler.
En mejor situación estaban los que tenían alquileres a largo plazo como la
enfiteusis que favorecía la estabilidad del campesino en la tierra y también mayor
motivación para su cultivo y mejora ya que a menudo podía pasar el alquiler en herencia
a sus hijos. En el escalón inferior estaban los braceros y jornaleros, sin propiedad ni
alquiler dependiendo de la eventualidad de su contrato y abundante en el S. de Europa.
En la Europa del Este abundaban aún las situaciones de servidumbre que
obligaban al campesino a trabajar gratis las tierras del señor (corveas) y limitaban su
movilidad.
Esta era la estructura de la sociedad en cuanto a la propiedad y uso de la tierra, pero a lo
largo del XVIII su dinámica varió algo. Una primera etapa del siglo se ajusta a lo
anterior, donde la situación del campesinado se ve ensombrecida por los fenómenos de
crisis (malas cosechas, guerras, enfermedades) que llevaron además al aumento de los
impuestos señoriales.
La situación mejorará a partir de los años 20 con suavización del clima y
mejores cosechas que dan lugar a aumento de población y de las rentas agrarias.
Este relativo bienestar duró algunas décadas, pero volvieron los problemas por
una importante demanda de tierras que llevo a cultivar terrenos con malos rendimientos
y sobre todo por la reaparición de enfermedades sobre todo en el sur de Europa y buena
parte de Francia .El empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos será el
pórtico de los movimientos revolucionarios.
Los campesinos no solo trabajan la tierra, siempre va asociado el ganado, fuente
de alimentos, fuerza de trabajo y transporte. Es un complemento siempre necesario y
fructífero. Además realizan otras tareas complementarias para aprovechar recursos
como las fibras textiles (lana y lino sobre todo), metalurgia o transformación de
productos agrícolas (Vinos, aguardientes, cerveza, pan y pastas etc.) siempre mirando
tanto al consumo domestico como al mercado mas o menos amplio.
Del tamaño de los mercados depende la especialización y mayor o menor
dedicación, de hecho muchos habitantes del campo no son campesinos sino trabajadores
de las industrias que tienen una pequeña unidad doméstica en relación con los trabajos a
domicilio.
Las difíciles condiciones de vida de los campesinos encuentran apoyo en las
comunidades campesinas en torno al pueblo y a sus tierras y pastos comunales .La
parroquia, las costumbres y la solidaridad vecinal desempeñan también esa función de
apoyo.
Por otro lado está la familia, que se identifica con “la casa” y es la seña de
identidad de todos sus miembros Es una unidad a la que todos aportan trabajo para
conseguir los ingresos necesarios. La comunidad campesina es así una colectividad de
familias, juntos trabajan, se defienden de los poderosos o de las inclemencias del
tiempo, juntos rezan ante las catástrofes y juntos se divierten en las fiestas y por encima
de sus condiciones precarias son capaces de disfrutar de la vida.
74
arriesgando un pequeño capital. Por otro lado tiene pocas alternativas complementarias,
pues la comida siempre hay que conseguirla en el mercado por lo que hay una fuerte
complementariedad entre ciudad y el lugar de origen en el campo de donde pueden
obtenerse algunas ayudas.
La administración, el comercio y la industria daban origen a un sector social
fronterizo con la burguesía que algunos han llamado “pequeña burguesía”, compuesta
por maestros artesanos o de oficios, tenderos, escribanos, oficiales menores, alguaciles,
sastres etc. La mayor parte gozaban de un fuero particular (por la administración, por el
gremio, por lo militar…) que les ofrecía amparo y ventajas fiscales y les diferenciaba de
quienes no tenían nada. De algún modo estos menestrales (oficiales que ganan con el
trabajo de sus manos) eran privilegiados que esperaban la oportunidad de ascender a la
burguesía, temiendo por otro lado confundirse con el pueblo mas llano. Tenían una
preparación, unos conocimientos y una relación social por encima del resto de
trabajadores que les permitía tener esas aspiraciones. Los maestros buscaban fabricar
fuera del gremio y relacionarse con el mundo mercantil para convertirse en empresarios
de industrias libres. Si eran comerciantes, el ideal estaba en crecer y acercarse a los
gremios mayores.
El ascenso social desde estos sectores fue una realidad frecuente en un siglo de
movilidad social, auge económico y muchas oportunidades a veces apoyadas en
relaciones económicas, familiares o de paisanaje.
Característico de la ciudad es el “servicio doméstico” ya que nobles y burgueses
emplean un número notable de criados. Están al servicio absoluto del amo, para lo que
quieran mandar y sus salarios son bajos, sin embargo tienen la ventaja de vivir en casa
del amo (aunque sea en las buhardillas) y disfrutar de comida y protección, además de
cierto prestigio entre sus iguales.
Los gremios de artesanos fueron atacados duramente a partir de la mitad del
siglo por una mentalidad liberal que deploraba sus reglamentaciones y la rigidez que
introducía en el mercado. Esas mismas rigideces llevaron a la decadencia a las
actividades gremiales frente a otras más libres y dinámicas. Se perdió la cohesión del
mundo artesanal y la formación profesional que desde ellos se aportaba. Los maestros
tomaron dos posturas, unos se incorporaron a las actividades libres, otros tomaron una
postura defensiva convirtiéndose en un obstáculo importante.
El desarrollo de la industria capitalista dio lugar a la aparición del obrero no
agremiado, los salarios eran bajos y la consideración social ínfima. El desarrollo
tecnológico dio lugar a los “especialistas” que eran buscados por toda Europa en
actividades de espionaje industrial que dieron lugar a migraciones, a veces penada con
la muerte por revelar secretos tecnológicos (de gran importancia económica).
Los trabajadores de tareas consideradas como oficios: albañiles, carpinteros,
zapateros, cesteros etc. mantuvieron su organización gremial y se garantizaban, en
general, el sustento familiar.
Las condiciones de vida de los trabajadores manuales son muy variadas. Era
frecuente que tuvieran alguna propiedad: un pequeño apartamento, una huerta, un burro,
una vaca, sus instrumentos de trabajo, lo que les daba una cierta libertad de acción. Sus
condiciones de trabajo son duras, pero no más que la de los campesinos por lo que la
marcha a la ciudad no supone un empeoramiento. La imagen más negativa de la
condición obrera corresponde al siglo XIX ya que en este momento aun quedan
reminiscencias de una cultura urbana algo más solidaria y mayor relación con las raíces
campesinas.
Los salarios varían muchísimo, maestros y especialistas podían ganar buenos
sueldos, muchos oficiales también tenían un salario razonable para alimentar a su
75
familia. Pero no era lo mismo ser oficial de un gremio mejor considerado que de otro
con menos trabajo. Había también trabajo a destajo con grandes diferencias según la
actividad. Los agremiados tenían mas seguro el nivel de su salario pues estaba fijado, no
así en el caso de las empresas libres. Por otra parte las empresas estatales tenían sueldos
más elevados y privilegios.
En el este de Europa la situación del trabajador era también la de un siervo, fijo
a la actividad, sin libertad alguna, en condiciones de mera subsistencia.
Dentro de esta variedad la tendencia a largo plazo de los salarios es similar en
todo occidente, superada la crisis intersecular parece generalizada la tendencia al
aumento salarial aunque sea débil y puedan darse recesiones puntuales. La situación se
complica en 1760 cuando suben los precios y el poder adquisitivo disminuye, lo que
empeora una realidad ya miserable, que solo se paliaba parcialmente por las
instituciones que ayudaban a quienes caían en la miseria.
76
libertad y a la vez, el deseo es ennoblecerse y disfrutar de privilegios. En general
se afianza una posición cada vez mas contraria a los privilegios y el acceso a la
nobleza se dificulta ya que los propios nobles se oponen a la degradación cada
vez mayor de su estatuto. El resultado es la afirmación definitiva de la
burguesía, que goza ya de prestigio social por su dinero o por su función y es
evidente que su propia actividad económica resulta más rentable a corto plazo
que los privilegios nobiliarios.
77
abasteciendo al ejército, a la marina, abastecimiento de grano en momentos de escasez o
prestando dinero al rey para las urgencias políticas. Los arrendatarios de impuestos son
los que sustituían a hipotéticos funcionarios de la administración en la función
recaudatoria. La función entrañaba un préstamo, adelantando la cantidad a la
administración y después una organización para la recaudación que requería una amplia
red de relaciones, normalmente de tradición familiar.
Otra faceta financiera era la compra de acciones que suponían una participación
activa del capital en empresas productivas, como las compañías privilegiadas de
comercio.
Más importantes de cara al futuro son las compañías por acciones privadas. Los tipos de
sociedades son variadas (construcción de canales, carreteras, abastecimiento de agua,
seguros o correos).
En el Siglo XVIII las acciones son cotizables en bolsa con algunos episodios
catastróficos, pero la participación de muchos inversores en estas actividades indica
hasta que punto se empezaba a confiar en el sistema de acciones como una forma
típicamente burguesa y capitalista de especular con su dinero.
78
caras, por un lado la conquista positiva de la libertad, por otro una actitud beligerante
contra el enemigo que derivará en anticlericalismo, persecución a la aristocracia y
liberalismo económico intransigente.
Por otro lado fueron desarrollando también la idea de prestigio social al margen
de la cuna, sino dependiente de la valía personal. Se generalizó una vía de
ennoblecimiento como la orden de Carlos III en España que valoraba méritos del trabajo
y de las aportaciones útiles a la sociedad en todos los campos. Los valores de utilidad,
trabajo eficaz y rendimiento económico son característicamente burgueses.
Respecto al poder, el burgués es inicialmente partidario del absolutismo,
pudiendo ser la fuerza del monarca la vía hacia un sistema social y administrativo más
eficaz. Sin embargo la mentalidad más radical acabó por posicionarse contra una
monarquía incapaz de liberarse del corsé estamental y del régimen de privilegios.
Aunque la revolución es un proceso muy complicado y son los mismos
privilegiados los que se oponen al absolutismo la renuncia final a sus privilegios es de
inspiración burguesa.
La salida es una monarquía constitucional, instalada un siglo antes en Inglaterra,
que permite los intereses de la burguesía. En todo caso el triunfo burgués de finales de
siglo sigue siendo el triunfo de una élite reducida.
I- Epígrafes
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Por otro lado, estas asonadas y revueltas populares, aunque a menudo tuvieron
un carácter espontáneo, fuertemente impregnado de odio, como aconteció en los asaltos
a los castillos señoriales durante la Revolución Francesa, en ocasiones, sin embargo,
fueron acicateadas e incluso dirigidas por ciertos grupos sociales, entre ellos la nobleza,
descontentos con las medidas reformistas de los gobernantes –así sucede, por ejemplo,
en los motines contra Esquilache en España y en las primeras manifestaciones de la
revolución francesa- o con su inmovilismo, pues no debe olvidarse el desarrollo cultural
e intelectual que se señorea en Europa gracias a la Ilustración y, paradójicamente, al
despotismo ilustrado practicado por sus soberanos.
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violencia y la destrucción de máquinas, sobre todo si éstas eran consideradas culpables
del desempleo.
Aquí también se pueden incluir, las huelgas de obreros industriales frente a la
injusticia de los salarios, es decir, las rebajas de sueldos en las actividades industriales.
Las investigaciones han demostrado que los jefes de las rebeliones podían ser
artesanos y campesinos acomodados, o incluso pertenecer a la pequeña nobleza. Las
elites locales tenían un papel importante en las revueltas dirigidas contra el exterior. El
bajo clero, los curas aldeanos, acostumbraban a ser dirigentes naturales de muchos
movimientos campesinos. En las ciudades los frailes podían ser predicadores
subversivos. Los antiguos soldados e incluso algún caballero solían ser elegidos para
dirigir los ejércitos espontáneos de los campesinos insurrectos. Los gremios podían
constituir una fuerza importante allí donde formaban la base de la milicia urbana. Los
maestros artesanos fueron los principales encartados en las revueltas urbanas del siglo
XVIII en Inglaterra.
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los privilegiados los que aseguraban la disciplina social. El creciente monopolio de la
violencia por parte del estado, que privó a los grupos privilegiados de sus propias
fuerzas armadas, planteó el problema de las luchas sociales bajo una nueva perspectiva.
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El siglo XVIII es sin duda un tiempo de constante crecimiento económico, pero
también de grandes cambios en la estructura social y, lo que es muy importante, en las
formas de entender la vida y las relaciones de poder entre grupos sociales. El desarrollo
industrial, sobre todo en Gran Bretaña, con unas condiciones laborales cada vez más
duras, provocará diferentes huelgas de obreros e incluso motines normalmente dirigidos
contra los empresarios y sus instalaciones fabriles, en donde la maquinaria va
desplazando de manera progresiva el trabajo cualificado de los artesanos. Pero no
fueron las únicas manifestaciones de descontento, ya que las protestas tuvieron distintas
motivaciones: aumento de la presión fiscal, reclutamientos forzosos, abusos de los
propietarios agrícolas, rebajas saláriales en las actividades industriales y, sobre todo,
crisis en el abastecimiento de bienes alimenticios de primera necesidad como
consecuencia de malas cosechas que hacen que las condiciones de vida sean más
precarias en un marco de creciente injusticia. E incluso hubo levantamientos con un
acentuado carácter religioso.
En definitiva, si el liberalismo individualista triunfaba en algunos aspectos en su
lucha contra el antiguo orden social, también fue creando nuevos enemigos. No es sólo
que la pobreza y marginación siguieran existiendo, sino que empezó a desarrollarse el
espíritu de confrontación social que crecerá en la Edad Contemporánea.
83
• En Francia, por ejemplo, el siglo se abrió con las revueltas generalizadas de
1709, motivadas por una de las más agudas hambres de los tiempos modernos y
la presión fiscal causada por la Guerra de Sucesión española. Luego hubo
protestas localizadas contra diezmos y derechos señoriales, pero el clima de
descontento en el campesinado -que no desapareció en esta centuria- no afloraría
violentamente sino al agravarse las condiciones económicas generales, en los
años previos a la Revolución.
• En Inglaterra las protestas campesinas estuvieron relacionadas con los cambios
socio-económicos que se estaban produciendo protestas contra peajes en las
carreteras y caminos de nueva construcción y cercamientos- y, aunque poco
espectaculares por lo general, fueron abundantes, antes y sobre todo después de
la Enclosure Act de 1760.
No obstante, eran más frecuentes y característicos del siglo XVIII, incluso en las
zonas más industrializadas, los motines de subsistencia. Podían prender tanto en el
medio rural como en las ciudades; más raramente (aunque también los hubo), en las
capitales políticas, debido al especial cuidado que los gobernantes tuvieron en asegurar
su abastecimiento precisamente por el temor a los levantamientos y la ejemplaridad que
podrían tener en el resto de la nación. Constituían, de hecho, la forma de protesta más
habitual de los pequeños consumidores contra la carestía del pan, el alimento todavía
básico en la dieta popular. La tipología social de sus protagonistas, dentro de su
característica común de pequeños consumidores, era amplísima: desde el pequeño u,
ocasionalmente, el mediano campesino al pequeño artesano, pasando por toda la amplia
galería de trabajadores urbanos y, también, por el asalariado industrial por cierto, más
preocupado todavía por conseguir pan a bajo precio que por aumentar su salario
ordinario-. Y así, cuando el precio del pan subía hasta hacerse casi inalcanzable para
muchos, la ira popular estallaba en forma de motín contra las figuras clave del mercado
de granos, comerciantes, acaparadores y especuladores, se asaltaban graneros, hornos y
tiendas, saqueando las reservas, destruyéndolas en algunos casos y, si se contaba con
cierto grado de organización, llegando a establecer una tasación justa del precio del pan
(mantenimiento de la economía, moral de los pobres de que habla E. P. Thompson).
Las turbulencias urbanas, nada raras en la mayoría de los países, solían ser de
naturaleza más compleja. Podía haber problemas de abastecimiento en sus orígenes,
pero también presentaron tintes xenófobos o religiosos; adquirían muchas veces
connotaciones políticas, si no estaban ya en su raíz, y podían deberse a la inspiración de
grupos e intereses ajenos a la multitud.
Podemos citar como ejemplo los tumultos parisinos de 1720, relacionados con
las medidas financieras de Law, o bien los de 1753, en apoyo de las posiciones del
Parlamento en su pugna con la Corona: en ambos casos, y en otros muchos a lo largo
del siglo, el Parlamento de París fue su instigador.
En Londres, los más destacados fueron los de 1736 (que mezclaban protestas
contra la inmigración irlandesa y contra las medidas parlamentarias que restringían el
consumo de ginebra), 1768-1769 (en apoyo de las pretensiones políticas de John
Wilkes) y 1780 (de carácter religioso, anticatólico con elementos xenófobos, con lord
Gordon como cabeza más destacada).
• En el caso español los motines más importantes fueron los ocurridos en Madrid,
en la primavera de 1766 y que genéricamente son conocidos como motín de
Esquilache. La medida concreta que provocó el levantamiento en Madrid fue el
conocido bando de Esquilache relativo al tamaño de capas y sombreros, pero
hubo otros factores sin los cuales no pueden explicarse. Ante todo, un fondo
84
común de descontento por el encarecimiento de los alimentos provocado por la
aplicación del decreto de 1765 (de supresión de la tasa de granos), que preveía la
liberalización del comercio del trigo.
Por otro lado, estas asonadas y revueltas populares, aunque a menudo tuvieron
un carácter espontáneo, fuertemente impregnado de odio, como aconteció en los asaltos
a los castillos señoriales durante la Revolución Francesa, en ocasiones, sin embargo,
fueron acicateadas e incluso dirigidas por ciertos grupos sociales, entre ellos la nobleza,
descontentos con las medidas reformistas de los gobernantes –así sucede, por ejemplo,
en los motines contra Esquilache en España y en las primeras manifestaciones de la
revolución francesa- o con su inmovilismo, pues no debe olvidarse el desarrollo cultural
e intelectual que se señorea en Europa gracias a la Ilustración y, paradójicamente, al
despotismo ilustrado practicado por sus soberanos.
La magnitud que estas revueltas podían alcanzar está perfectamente
documentada con el levantamiento de los colonos norteamericanos contra el gobierno
de Jorge III de Gran Bretaña y que desembocó en la independencia de los Estados
Unidos de Norteamérica, así como en la oposición de algunos sectores de la nobleza
francesa a las medidas económicas promulgadas por Luis XVI y que acabaron en la
Revolución Francesa y en la destrucción del Antiguo Régimen en Europa, sustituido por
un nuevo modo de entender las relaciones económicas y sociales, pero también las
relaciones entre los gobernantes y los gobernados.
La revolución Americana: Fue el conflicto que enfrentó a Inglaterra con sus
trece colonias establecidas en América del norte, entre el Atlántico y los Montes
Apalaches, que acabó con la formación de un nuevo país independiente: Estados
Unidos. Las trece colonias establecidas en el siglo XVII mostraban una gran variedad en
el clima, recursos naturales y economía.
Causas de la revolución: La insurrección comenzó tras la Guerra de los Siete
Años, cuando los ingleses propusieron reformar el sistema de impuestos. Entre las
diversas insurgencias y boicots, el incidente del té desencadenó la reacción de los
colonos ante las medidas represivas del gobierno inglés. La mayoría de las colonias no
pretendían una ruptura total con el gobierno británico, pero la actitud intransigente del
mismo y los incidentes provocaron el estallido de la guerra en 1775, con George
Washington al frente del ejército americano.
Las consecuencias fueron muy importantes a nivel mundial, Estados Unidos
pasó a ser modelo de libertad, y despertó un interés especial en Francia, principal foco
intelectual de Europa. Estados Unidos contaba con la ventaja de no poseer el lastre de
las jerarquías estamentales del Antiguo Régimen y se convirtió en un modelo para los
ilustrados y para los defensores de un gobierno parlamentario. Por tanto, la
independencia norteamericana tuvo grandes influencias en los posteriores movimientos
revolucionarios e independentistas europeos.
La revolución francesa: Las ideas de la Ilustración proporcionaron las bases
teóricas para la Revolución Francesa, cuyos principios se extendieron por Europa con la
ayuda de Napoleón. La Revolución que se desencadenó en 1789 es considerada como
un modelo de revolución política, supuso la conquista del poder por la burguesía y el
desplazamiento de la aristocracia. Entre los orígenes de esta revolución se pueden
señalar: problemas económicos, concepciones políticas nuevas y el mal funcionamiento
de las instituciones. En Francia se abrió una nueva etapa de la historia de la humanidad.
Las principales causas de la Revolución Francesa son de índole económica. El
Estado francés sufría de un déficit económico crónico que se vio aumentado con la
guerra de la independencia americana. El rey Luis XVI intentó aumentar los impuestos,
85
pero la nobleza mantuvo una actitud intransigente y rebelde, negándose a pagar
determinados impuestos. La revolución, aunque estalló en París, vino precedida y
seguida de movimientos rurales. La sociedad francesa de finales del siglo XVIII estaba
en ebullición. Existen también otras causas:
• La pervivencia de una estructura tradicional arcaica y el auge de la burguesía
• El descontento del Tercer Estado, muy presionado por los impuestos
• La difusión de las ideas reformistas de los pensadores ilustrados
• Las malas cosechas de 1788 y 1789 provocaron el alza de los precios y
hambrunas
• El desajuste entre las necesidades sociales, políticas y económicas del país y
la falta de respuestas por parte de los gobernantes
Las revueltas campesinas del siglo XVIII: factores económicos y sociales que las
desencadenaron. (PREGUNTA DE EXAMEN)
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En la Europa oriental las revueltas campesinas estaban relacionadas, de una
forma u otra, con la servidumbre y llegaron a adquirir caracteres de rebelión abierta, la
más importante de las cuales fue la del cosaco E. Pugachov, de 1773-1774, en la Rusia
de Catalina II. Calificada como el mayor levantamiento popular ocurrido en Europa
entre las revoluciones inglesa y francesa. La rebelión fue sofocada y afectó a las
regiones del Volga y los Urales y entre las heterogéneas masas sublevadas destacaban
los siervos rurales y los campesinos-obreros vinculados a las fábricas y minas de los
Urales, ansiosos por librarse de su penosa situación.
Aunque menos amplios e intensos que en Rusia, los levantamientos campesinos
en el Imperio austriaco estuvieron también guiados por la protesta contra las
exacciones fiscales y la servidumbre. En algunos casos -rebelión de Silesia en 1767
contra el robot (nombre de las prestaciones personales)- precedieron a las reformas de
José II o estuvieron provocadas por la creencia errónea de que ya se habían promulgado
-sublevación en Bohemia en 1775- y fueron una explícita manifestación de inquietud y
apoyo a las medidas imperiales. El descontento provocado por la tardanza en aplicar las
reformas, las exclusiones que entrañaban, sus limitaciones y su anulación posterior
provocaron nuevas protestas, aunque no se llegó a la rebelión, probablemente por el
desánimo y frustración que tales medidas habían provocado en los campesinos.
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espontáneos de los campesinos insurrectos. La mayor parte de los movimientos de
revuelta social de la Edad Moderna terminaron con la derrota y la represión; ningún
movimiento de rebelión podía tener éxito, si no contaba con la inhibición o simpatía, o
la división de una parte de la minoría dirigente.
PEC: 1
88
ofrece la tasa de incremento natural, que es igual a la tasa de crecimiento de la
población en ausencia de migración.
Las tasas de mortalidad están vinculadas de manera inversa a la esperanza de
vida en el momento de llegar al mundo: a más esperanza de vida, más baja es la tasa de
mortalidad. En las naciones en vías de desarrollo hay una tasa de mortalidad mayor
respecto a los países desarrollados.
Se suele considerar que una tasa de mortalidad es alta cuando se ubica por arriba
del 30%; moderada si oscila entre el 15% y el 30%; y baja si no supera el 15%. A nivel
mundial, la mortalidad relacionada con la malnutrición es la principal responsable de las
tasas de mortalidad más elevadas.
3) Definición de señorío
• Señorío territorial: en el que el señor está vinculado a una tierra que, o bien
trabaja de manera directa con sus siervos, o bien cede a campesinos a cambio de
unas rentas (en especie, dinero o trabajo).
• Señorío jurisdiccional: en virtud del cual el señor tiene una serie de
prerrogativas de tipo judicial y político, que son una fuente de poder (nombra a
las autoridades locales, ejerce la justicia, cobra tributos).
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4) Enuncie los diferentes modelos de familia en la época moderna y sus
características
PEC: 2
90
redactaron planes urbanísticos para pavimentar las calles, construcción de redes
de alcantarillado y la necesidad de una mayor ventilación en las viviendas.
• Los avances en medicina, habría de pasar aun un largo tiempo antes de su
aplicación generalizada, pero se empezó a experimentar ya con vacunas.
• La oferta alimentaria se vio incrementada por la extensión de las roturaciones,
la introducción de nuevos cultivos y la mejora de transportes que aseguraba los
suministros El cereal siguió siendo el componente básico de la dieta (pan), sin
embargo se asentó definitivamente el consumo de nuevos productos, en especial
patata y maíz.
o La patata se adaptó muy bien a terrenos húmedos y fríos ampliando la
base alimentaria de la población y amortiguando las fluctuaciones que
acompañaban al cultivo del cereal. En Europa central se convirtió en una
fuente de alimentos nueva y segura y en Irlanda contribuyó a que la
población pasara de 3.200.000 habitantes a 6.800.000 ya que la misma
superficie que daba el trigo suficiente para alimentar a una persona
permitía mantener sobradamente a dos si se sembraba de patata.
o La alta productividad, su adaptación al barbecho, y su utilización como
alimento tanto humano como animal, hizo del maíz un elemento
dinamizador de la demografía, allí donde se impuso su cultivo.
• El desarrollo de las comunicaciones y de los canales de distribución
contribuyó a que las crisis de subsistencia y las carestías que las acompañaban
quedaran limitadas a situaciones de penuria, más controladas y sin el tinte
catastrófico del pasado.
91
mercado, llevará a los soberanos ilustrados a promulgar resoluciones dirigidas a
desamortizar sus propiedades facilitando así su libre enajenación en una coyuntura
dominada por la demanda de tierras y de bienes inmuebles por los grupos emergentes de
la sociedad.
El caso de mayor transcendencia fue el de la Compañía de Jesús: se les expulsa
de Portugal en 1759 y de todos los Estados borbónicos entre 1764 y 1767, llegándose a
la abolición de la orden por el Papa Clemente XIV en relación con las políticas
regalistas de las monarquías católicas y la frontal oposición a ellas de la Compañía.
Por otro lado, en la Europa Católica la jerarquía del clero permite la cohesión
estamental pero con grandes diferencias entre clero regular y secular.
En la Europa no Católica los monarcas también controlaron al clero. En Prusia,
pastores luteranos y calvinistas fueron instrumento de apoyo a su política centralizadora.
El episcopado anglicano acrecentó su papel en la administración. La Iglesia ortodoxa
siguió rígidamente subordinada al estado ruso.
Enclosures: Término inglés que se refiere al cercado de los campos abiertos llevado a
cabo en Inglaterra tras la aplicación de las “Leyes de cercamiento” o Enclosure Acts,
que establecían “la división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y
dehesas abiertas y comunes y de las tierras baldías y comunes” situadas en cada
demarcación territorial.
Los campos abiertos, que eran explotados colectivamente por pequeños
campesinos, tuvieron que ser abandonados dado que sus derechos, basados en la
tradición, no fueron respetados por las nuevas leyes. Se trataba de parcelas de tierra a
las que los paisanos tenían acceso, pero sin ostentar la titularidad de propietarios.
Estaban dispersas en franjas de terreno desconectadas entre sí y abiertas a la entrada
del ganado. Los rendimientos de estas tierras eran muy bajos y su función económica
estaba orientada a la supervivencia. Con esto se sustituyeron los derechos comunales
por los de la propiedad privada y las parcelas, una vez agrupadas y valladas, pasaron a
ser propiedad de particulares que pusieron en práctica todas las mejoras técnicas
agrícolas que existían en ese momento. Así la actividad agrícola pasó a convertirse en
una empresa regida por las leyes del mercado y no en una actividad heredada destinada
a la subsistencia.
Los campesinos desposeídos tuvieron que desplazarse a la ciudad y convertirse
en jornaleros.
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en su nivel de vida: aumento de los impuestos reales o señoriales, roturación de baldíos
y de bienes concejiles, cerramiento de tierras, alteraciones monetarias, levas y abusos de
los soldados en tránsito, así como el impacto de la guerra, que mermó sus efectivos y
destruyó de forma sistemática sus haciendas. Muchos pequeños propietarios campesinos
tuvieron que hipotecar sus propiedades con préstamos (censos) para salir de la crisis y
fueron numerosos quienes las perdieron al no poder abonar los intereses ni devolver el
capital recibido, pasando a manos de la nobleza, del clero y de los sectores emergentes
de la sociedad, como los comerciantes y los hombres de negocios.
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• El segundo aspecto, también con presencia en otras partes, es arquetípico de los
movimientos anticercados ingleses. El asalto a la propiedad y a los derechos
colectivos amenaza a una sociedad más igualitaria.
• Por último, la acción en contra del desarrollo estatal, de su fisco insaciable, pero
también de sus exigencias militares y uniformizadoras, resulta particularmente
clara en el oeste y centro de Europa y en especial en la Francia de Richelieu.
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MODELO DE EXAMEN ACTUAL:
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