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BLOQUE 8.

Pervivencias y transformaciones económicas en el siglo XIX: un desarrollo insuficiente


8.1 Evolución demográfica y movimientos migratorios en el siglo XIX. El desarrollo urbano.
8.2 La revolución industrial en la España del siglo XIX. El sistema de comunicaciones: el ferrocarril. Proteccionismo y librecambismo. La apari-
ción de la banca moderna.

8.1 EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL SIGLO XIX. EL DESARROLLO URBANO.

El siglo XIX vino acompañado de profundos cambios en la sociedad, que se iniciaron en el reinado de Isabel II y se aceleraron en el último
cuarto del siglo. Muestra de estos cambios fueron la consolidación social de la burguesía, la aparición de nuevas clases sociales fruto de la
revolución industrial (proletariado) o el crecimiento de la población y su redistribución geográfica en la península.

Los cambios demográficos.

Desde el punto de vista demográfico, se pueden señalar tres claves esenciales que resumen lo ocurrido en el siglo XIX: crecimiento y
redistribución de la población, impacto de los movimientos migratorios y cambios en la estructura de la población urbana-rural . En este sentido
cabe destacar:
 Aumento importante de la población, aunque menor que el que experimentan otros puntos de Europa: España pasó de 11 millones de
habitantes en 1800 a 18 millones en 1900. Este aumento se explica por el mantenimiento de una alta natalidad y el ligero descenso de la
mortalidad, fenómeno propio de un país que va a pasar de un régimen demográfico antiguo a un régimen demográfico de transición. En
ocasiones puntuales, los índices de mortalidad se disparan, generando mortalidades catastróficas producidas por:
- epidemias (como la de cólera en 1885, que produjo 130.000 muertes).
- crisis de subsistencia ocasionadas por las malas cosechas (debidas entre otras cosas a la atrasada estructura productiva agraria).
- conflictos bélicos (guerras carlistas y coloniales).
El crecimiento vegetativo se mantuvo en niveles bajos, pero constantemente crecientes a lo largo del siglo. No obstante, la esperanza de
vida de los españoles al finalizar el siglo no superaba los 40 años.
 En la segunda mitad del XIX se acentúa la distribución periférica de la población, empezando a generar un vaciamiento del interior
peninsular. Madrid se convierte en una “isla demográfica”, una excepción con respecto a los territorios que la rodean.
 En este periodo aumentaron las migraciones interiores del campo a la ciudad (Madrid, Barcelona, capitales de provincia) y desde el
interior hacia la periferia. En ocasiones estas migraciones interiores eran de carácter estacional (por ejemplo relacionadas con las tareas
agrícolas: siega del cereal, vendimias, etc). Otras veces, y más frecuentemente hacia finales de siglo, las migraciones interiores tuvieron
carácter definitivo al realizarse un trasvase de población del campo a las ciudades en busca de nuevos trabajos en la industria.
 Más impactantes aún fueron los movimientos migratorios hacia Iberoamérica, que se calculan en un millón de personas entre 1882 y
1914. Entre las causas de este fenómeno destaca el hecho de que el crecimiento de nuestra economía y su capacidad de crear puestos de
trabajo estaba por debajo del crecimiento demográfico. Los emigrantes que se desplazan hacia América (sobre todo a Argentina y Cuba)
procedían principalmente de Galicia, Asturias, Canarias y País Vasco. Entre ellos era frecuente la expresión “hacer las Américas”: a quien
lo conseguía y regresaba a España con éxito y fortuna se le denominaba “indiano”. Hubo también un importante movimiento migratorio
hacia Argelia de agricultores procedentes del sureste (Alicante, Murcia).
 El éxodo rural de la segunda mitad de siglo supuso un crecimiento de la población urbana. Las principales ciudades crecieron como
nunca antes lo habían hecho y conocieron importantes transformaciones urbanísticas (derribo de murallas, crecimiento de ensanches y
suburbios etc...).

El desarrollo urbano

Entre 1850 y 1900 algunas ciudades españolas experimentaron un gran crecimiento, a la vez que profundas transformaciones urbanísticas.
Este fenómeno, muy alejado del que se vivió en otros países europeos más industrializados, solo afectó a grandes ciudades como Madrid,
Barcelona, Valencia o Bilbao, y en menor medida a algunas capitales de provincia. Entre los factores que favorecieron el crecimiento
urbano durante el XIX deben reseñarse:
- La división del mapa de España en provincias hecha por Javier de Burgos en 1833, que supuso la elección de una ciudad como capital
para cada una de las provincias. Las ciudades elegidas vieron impulsado su crecimiento al acoger nuevos servicios por convertirse en
sedes del poder político, entre otras cosas.
- El efecto de las desamortizaciones, que favorecieron un gran trasvase de población del campo a la ciudad.
- El desarrollo de la incipiente industrialización, que atrajo a nuevos trabajadores a los centros de producción urbanos.
Este incremento de población urbana acrecentó inicialmente los problemas de las ciudades (falta de vivienda, problemas de saneamiento, …)
y forzó, con el paso del tiempo, nuevas políticas de urbanismo que atendiesen a las nuevas características de las poblaciones urbanas. En este
sentido destacó la creación de los llamados “ensanches”, que eran proyectos de reforma urbanística destinados a hacer crecer las ciudades
de una forma controlada, al gusto burgués, al tiempo que se mejoraban en ella las condiciones de habitabilidad (iluminación, empedrado de
calles, alcantarillado, redes de transporte, etc). Los dos ensanches más famosos fueron el Ildefonso Cerdá en Barcelona y el de Carlos Mª de
Castro (Marqués de Salamanca) en Madrid, ambos sacados adelante a principios de 1860. La política de ensanches urbanos fue seguida poco
más tarde por otras ciudades (Zaragoza, Valencia, San Sebastián), generando un gran impulso del mercado inmobiliario.

Otros cambios de la población española en la segunda mitad de siglo XIX

La época de tranquilidad política y relativa prosperidad económica que se vivió durante el último cuarto del siglo XIX se tradujo en notables
cambios de las estructuras económica y política de España. Igualmente se produjeron profundos cambios en los aspectos social y cultural del
país. En forma de ideas sueltas, algunos de estos cambios más destacados fueron:

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1. La sociedad de la España de la Restauración se caracterizó como una sociedad dual en la que convivían dos mundos muy diferenciados:
por un lado, un inmenso interior agrario con formas de vida y subsistencia atrasadas; por otro, unas pocas zonas industrializadas donde se
abría paso una sociedad moderna (ubicándose en la periferia peninsular, a excepción de Madrid).
2. En general la pobreza estaba muy extendida, dificultando el desarrollo industrial y la modernización social.
3. Aumentó enormemente el peso de las clases medias burguesas, consolidando el sector de las profesiones liberales y una sociedad
capitalista.
4. Hacia finales de siglo se extendió un modelo de “nueva mujer”, con mayor acceso a la educación, a las profesiones y a la independencia
económica. Aumentó la ocupación laboral femenina, sobre todo en el sector terciario, aunque sus sueldos fueron claramente más bajos. La
mujer empezó a proyectarse fuera del ámbito doméstico, cambió sus costumbres y hasta su aspecto físico. Todo esto se dio en España
con menos claridad que en otros países europeos debido al atraso económico.
5. A medida que avanzaba el siglo aumentó la alfabetización, pero de forma desigual entre sexos (fue menor para la mujer). La Ley Moyano
de 1857 fue clave en este sentido. También lo fue la creación del Ministerio de Educación durante la Restauración. En 1876, y a la par que
la aparición de las corrientes de pensamiento krausista, se creó la Institución Libre de Enseñanza , en la que destacaron personajes como
Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Julián Sanz del Río, etc.
6. Se desarrollaron nuevos medios de transporte (tren y automóvil), de comunicación (telégrafo y teléfono) y de medios de comunicación en
masa (prensa y radio). Gracias a ello nacieron grupos de intelectuales, una élite cultural que adquiere importancia a través de sus escritos
y opiniones.
7. La mayor demanda de ocio cultural, sobre todo en la lectura, se tradujo en la aparición de novelas breves en la prensa y de nuevas
editoriales. Se desarrollaron nuevos gustos artísticos vinculados a las vanguardias europeas (por ejemplo, el cubismo).
8. Surgieron nuevos modelos de sociabilidad, entre los que destacaron la prensa, las asociaciones y los movimientos de masas. La prensa
tuvo un importante auge de la mano del aumento de la alfabetización. Es una prensa de masas que creaba estados de opinión. Nacieron
periódicos importantes como “ABC” o “El Sol”. Las asociaciones estaban vinculadas al trabajo, a la política, a la cultura o al ocio y tenían un
claro componente reivindicativo. Eran frecuentes las manifestaciones, las campañas de concienciación ciudadana, los mítines y las
reuniones. Esto refleja el querer estar presentes en la vida política y el deseo de una democratización del país.
9. La literatura y el pensamiento generaron aportaciones culturales más importantes que otras artes, especialmente durante los últimos años
del siglo XIX y principios del siglo XX. El realismo y el naturalismo toman el relevo al romanticismo durante la segunda mitad del siglo,
poniendo sus ojos en los problemas sociales y la complejidad del ser humano. Destacó la novela y entre los autores sobresalieron Benito
Pérez Galdós y Leopoldo Alas “Clarín”.
10. Cobraron mucha fuerza los grandes espectáculos de masas (teatro, ópera, zarzuela y toros). A ellos se sumó el cine, proyectándose la
primera película en 1896.

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8.2 LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX. EL SISTEMA DE COMUNICACIONES: EL FERROCARRIL. PRO-
TECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO. LA APARICIÓN DE LA BANCA MODERNA.

La revolución industrial española

España empieza con retraso la industrialización. Entre las causas más destacadas de dicho fenómeno se encuentran:
 Escasez de materias primas y fuentes de energía.
 Falta de capital privado nacional y de inversión en industria (mentalidad rentista de la burguesía).
 Escaso consumo interior: pobreza de la población, que compra poco por su bajísimo poder adquisitivo.
 Mercado interior escaso y desarticulado: la complicada geografía dificulta las infraestructuras de transporte (falta de carreteras y
desarrollo tardío y lento del ferrocarril).
 Intervención de capitales extranjeros en la industria.
 Política proteccionista de los gobiernos: desincentivó la inversión privada.
Por lo que respecta a los sectores industriales, debemos destacar:
a) Sector textil catalán: Hacia 1830 se produjo el despegue de la industria algodonera con la introducción de la máquina de vapor y de la
mecanización de las fábricas. La zona de concentración textil es Barcelona y periferia (con las industrias del algodón) y Valencia (con
las de la seda). La industria textil tuvo proteccionismo arancelario desde los años 70.
b) Sector siderúrgico: Faltó un proceso de mecanización semejante al de la industria textil. El boom ferroviario (Ley de Ferrocarriles de
1855) no dinamizó totalmente este sector: desde 1866 se importó mucho hierro del exterior. En sus inicios, fue un sector que generó
materiales de poca calidad y caros (por el alto coste del carbón español). La siderurgia española se desarrolló en las siguientes etapas:
1. 1830-1860: predominio de los altos hornos en Málaga. Fracasaron: no había carbón cerca.
2. 1860-1880: predominio de los altos hornos asturianos (Mieres)
3. Desde 1880: predominio vizcaíno (altos hornos de Baracaldo). Gran producción de hierro exportado a Inglaterra beneficiado por
los “fletes de ida y vuelta” en barco (llevan hierro - traen carbón).
c) La minería: Por la Ley de Bases sobre Minas (de 1868) se privatiza el subsuelo y se hacen concesiones y ventas de minas a
particulares, sobre todo a extranjeros. La minería tiene dos grandes problemas: falta de planificación y dependencia del capital
extranjero. Los minerales son exportados masivamente al exterior (carbón, hierro, plomo, cobre, mercurio). Carbón de mala calidad.
d) Escasa industria metalúrgica y mecánica (Cataluña) y de buques (astilleros en Vizcaya).
e) Pocas industrias alimenticias: de harina, azúcar, aceite, conservas, corcho y vino (en Cádiz, en torno a Jerez, familias como los
Domecq o los Osborne orientan su producción a la exportación).

El impacto del ferrocarril

El ferrocarril jugó un papel importante en la modernización de las infraestructuras, en el transporte de pasajeros, productos agrarios e
industriales y en el desarrollo industrial, pero no tanto como podría haber influido porque empezó tarde su construcción y su desarrollo.
Además los concesionarios de tramos, a veces extranjeros, importaban el metal de hierro de sus países, influyendo poco en el desarrollo de la
siderurgia española. El primer ferrocarril se inauguró entre Barcelona y Mataró en 1848, poniendo en comunicación la ciudad industrial con el
puerto de Barcelona. Hasta 1855 se construyeron pocos kilómetros de vías (unos 440).
En 1855 los progresistas aprobaron la Ley General de Ferrocarriles y en 1856 la Ley de Sociedades de Crédito. Ambas beneficiaron a los
industriales del ferrocarril al entrar capital privado extranjero. Esto supuso el aumento de construcción: entre 1854 y 1865 se construyeron
4.310 kms de vías férreas. La crisis de 1866 ralentizó y paralizó la construcción. Se perdió la oportunidad de lanzar la minería y la industria
siderúrgica. Pero la construcción siguió en años posteriores: a fines del siglo XIX había construidos 13.000 kms de vías.
Hay que citar dos características específicas del ferrocarril español: la estructura radial de sus líneas (con centro en Madrid) y el ancho de vía
mayor que el europeo.
Finalmente, sin el ferrocarril no se puede entender el gran desarrollo urbano y la enorme emigración del campo a las ciudades que empieza a
producirse desde fines del siglo XIX.

La aparición de la banca moderna

Durante las cuatro décadas centrales del siglo XIX se produce en España una profunda transformación de las estructuras económicas y
sociales que sirven de base al proceso político que hemos visto, suponiendo, en resumen, el triunfo de la revolución burguesa y los orígenes
de la economía capitalista.
Este proceso de cambio económico fue lento, al menos en comparación con otros países de Europa, por las malas comunicaciones, el escaso
capital inversor, el analfabetismo, el lento crecimiento de la población, etc. Para impulsar el crecimiento económico los distintos gobiernos
(especialmente los progresistas) desarrollaron medidas políticas como el cambio de propiedad de la tierra mediante desamortizaciones o la
construcción del ferrocarril (Ley de Ferrocarriles en 1855).
A las anteriores iniciativas se sumó la modernización del sistema financiero a través de medidas como: la c reación de la Bolsa; la Ley de
Bancos de Emisión (1856), que permitía la fundación de bancos privados (Banco de Zaragoza, Santander, Bilbao, etc), además del Banco de
España (antes de San Fernando), que tuvo el monopolio de emisión de billetes; la Ley sobre Sociedades Anónimas de Crédito (1856), que
permitió el inversionismo extranjero; y la aparición de una nueva unidad monetaria en 1868: la peseta.
Sin embargo, y a pesar del ideario económico librecambista, durante la mayor parte del siglo XIX se siguieron políticas comerciales
proteccionistas que protegieron la producción industrial nacional (sobre todo la textil) frente a productos extranjeros y supusieron un lastre al
desarrollo económico.

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