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política de Hegel
por Esteban Martín Todisco
Profesor de Filosofía (UBA)
En su Filosofía del derecho, Hegel afirma que el derecho civil alude —además
de a un sentido jurídico— “a la moralidad, a la eticidad y a la historia universal” (Hegel;
[1821] 1968). Este planteo probelmático es reconstruido por Dotti desde el contexto
intelectual en que escribía Hegel como autor post-kantiano, y retoma en la obra
hegeliana de la Enciclopedia la crítica que Hegel realiza a tres posiciones del
pensamiento frente a la objetividad. El primero es el pre-kantiano, que pretende alcanzar
el conocimiento verdadero desde el orden causal de lo condicionado y solo puede
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proyectar como absoluto una abstracción de su entendimiento. Esto se traduce en una
crítica a los «contractualistas» que fundamentan la soberanía en la voluntad general. Por
el contrario, Hegel sostiene que el contrato social recibe su posibilidad a partir de un
orden institucional que lo precede. La segunda crítica es a los post-kantianos por su
apelación a lo absoluto mediante un salto intuitivo. En este caso, al dejar atrás el pensar
de lo condicionado sin ninguna articulación, se pone el fundamento fuera de la Razón,
lo cual acompleja, en una dimensión práctica, la arbitrariedad y la violencia. Por último
tenemos la crítica al propio Kant, quien al postular el imperativo categórico desde la
pura formalidad, muestra un Sollen (deber) irrealizable dentro de la experiencia.
El diagnostico de Hegel es que estos filósofos no resuelven el problema de la
subjetividad —o mejor dicho, el de su salida— al proyectar un orden ético-político de
visión parcial y relativa.
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La libertad se realiza a través del Estado por medio de sus instituciones. El
intento de Hegel radica en conciliar lo particular —la sociedad civil— con lo universal
—el Estado— (Dotti; op.cit.:15), desde una línea lógico-metafísica, donde el Espíritu
solo conquista su verdad al encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento
(Hegel; [1807] 2009:60), es decir que el comienzo se encuentra mediatizado por el
último momento de la dialéctica, y el concepto conlleva en sí su negatividad como
condición de posibilidad de su realización. Desde esta estructura, la justicia en cuanto
conjunto de normas y reglas, no es un límite condicionante a la libertad individual sino
la objetivación de una libertad intersubjetiva, donde el individuo reapropia sus límites
para reconocerse como autoconciencia en relación a otras autoconciencias, y construir
así una vida comunitaria.
Bibliografía