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PROGRAMA MODULAR

CURSO DE EXPERTO EN
VALORACION DE
INCAPACIDADES
CURSO 2021-2022

TEMA 4
Concepto de daño a la persona.
Implicaciones legales

Docente:
Dr. José Manuel Burgos Moreno

Máster en Valoración del Daño Corporal e Incapacidades


Médico Forense Instituto Medicina Legal y Ciencias Forenses
Málaga

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INDICE

1. Concepto de daño.

2. Concepto, etiología y clasificación de las lesiones desde el punto de


vista médico.
2.1. lesiones anatómicas.
2.2. lesiones funcionales.
2.3. lesiones estéticas.
2.4. lesiones psiquicas y morales.
2.5. lesiones extracorporeas.

3. Concepto jurídico penal de lesión.

4. Concepto de daño corporal.


4.1. los distintos componentes del mismo.
4.1.1. Normativa genérica.
4.1.2. Repercusión patrimonial del daño corporal.

5. Recomendaciones del Consejo de Europa relativas a la Valoración


Integral del Daño Corporal.

6. Clasificación las lesiones según el Código Penal.


6.1. Falta de lesiones.
6.2. Delito de Tortura contra las personas.
6.3. Delitos de lesiones contra las personas.
6.3.1. Lesiones intencionales.
6.3.2. Lesiones no intencionales.

7. Los mecanismos de producción de las lesiones y el concepto de la


expresión
“originadas por cualquier medio o procedimiento”.

7.1. naturaleza del traumatismo.


7.2. concordancia de la localización.
7.3. vinculo anatómico.
7.4. vinculación cronológica.
7.5. continuidad sintomática.
7.6. inexistencia de concausas anteriores.
7.7. exclusión de afección intercurrente.

8. Concepto de primera asistencia facultativa, tratamiento médico o


quirúrgico, la lesión de menor gr5avedad, la simple vigilancia o
seguimiento facultativo del curso de la lesión y las lesiones que no
precisan tratamiento médico o quirúrgico.

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8.1. primera asistencia facultativa.
8.2. tratamiento médico o quirúrgico.
8.3. lesión de menor gravedad.
8.4. simple vigilancia o seguimiento facultativo.
8.4.1. pérdida o inutilidad.
8.4.2. órgano o miembro principal
8.4.3. perdida de un sentido.
8.4.4. esterilización.
8.4.5. impotencia.
8.4.6. deformidad.
8.4.7. grave enfermedad somática o psíquica.

9. Concepto de menoscabo de la integridad corporal y de la salud


física o mental.

10. Ejercicios de autoevaluación.

11. Bibliografía.

12. Actividades para la evaluación a distancia.

13. Recursos en la web.

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1-. CONCEPTO DE DAÑO

Daño es el detrimento, perjuicio o menoscabo que, a consecuencia de un


acontecimiento o evento sufre una persona en sus derechos personales o en su
propiedad o patrimonio.

El concepto así formulado debe completarse incluyendo la idea de


antijuridicidad y así definirlo como el menoscabo material o moral causado
contraviniendo una norma jurídica que sufre una persona y del cual debe
responder otra que lo ha causado por acción u omisión.

La rama del derecho civil que se ocupa de los daños es el llamado


Derecho de la responsabilidad civil. El artículo 1902 del Código Civil dispone “el
que por acción u omisión causare daño a otro interviniendo culpa o negligencia,
está obligado a reparar el daño causado”. La doctrina y la jurisprudencia señalan
como elementos o requisitos de la responsabilidad por daños los siguientes: una
acción u omisión culposa, un resultado dañoso y una relación de causa a efecto
entre ambos.

El daño puede ser causado bien por dolo o culpa o bien puede deberse
acaso fortuito o fuerza mayor. En el caso del daño doloso, el autor del daño actúa
de forma intencional o maliciosa. En el caso del daño causado culposamente, la
conducta es negligente, descuidada o imprevisora en tanto en cuanto no presta
la atención que debiera según el canon o estándar de diligencia aplicable,
generalmente la diligencia “del buen padre de familia”. En principio, el daño
doloso obliga al autor del daño a resarcirlo, pudiendo además acarrear una
sanción penal si también constituye un ilícito penado por la ley. En cambio, el
acto ilícito meramente civil suele llevar a provocar tan solo el nacimiento del
deber de reparar o indemnizar el daño. En cuanto a los daños causados por caso
fortuito o fuerza mayor, nadie responde de ellos y por ello se dice que la víctima
ha de soportar el daño.

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En cuanto a las clases de daños deben distinguirse los personales y
materiales, patrimoniales y no patrimoniales.

a) Los personales son los que atentan a la vida o la integridad física, ambos
son derechos de la persona reconocidos por la Constitución en su artículo
15 y su atentado genera el derecho a indemnización y comprenden los
daños producidos y los denominados daños morales.

b) Los materiales comprenden el daño emergente o perjuicio efectivo sufrido


en el patrimonio del perjudicado, y el lucro cesante o beneficio dejado de
percibir, término en el cual no han de incluirse los hipotéticos beneficios
que el perjudicado pudo imaginar tener.
c) Los patrimoniales son aquellos que recaen sobre intereses patrimoniales
del perjudicado y son por ello susceptibles de valoración económica

d) Los no patrimoniales o morales, que son los que sufre cualquier persona
en su patrimonio espiritual y que afectan a intereses de difícil valoración
económica por lo que, en principio no ofrecen la base más adecuada para
su valoración en dinero, si bien se utiliza generalmente éste como sistema
compensatorio y no lucrativo. Son por ejemplo los daños sufridos en el
honor, en la intimidad, el crédito moral, la fama etc., La susceptibilidad de
ser resarcido el daño moral esta fuera de toda duda en nuestro derecho
desde la sentencia de 6 de diciembre de 1912. En esta resolución se
contiene la doctrina de los bienes sociales y la obligación para el que los
dañe de una restitución o compensación. Respecto de las personas
jurídicas a pesar de ser derechos personalísimos inherentes a la condición
humana, no pueden quedar desamparadas cuando son objeto de agravio
encontrando igualmente acogida en el artículo 1902 del CC

Por supuesto, un mismo suceso dañoso puede provocar simultáneamente


daños patrimoniales y no patrimoniales y es normal que así suceda porque todo
daño patrimonial siempre tiene cierto grado de afectación moral, excepción
hecha del daño meramente dinerario.

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Cabe destacar que el daño debe ser cierto, realmente existente, lo que
excluye los `puramente hipotéticos o eventuales, pues pueden producirse o no.
Es por ello que puede hablarse de daño posible o actual, daño futuro, continuado
y sobrevenido. Al ser el daño consecuencia de una acción u omisión
cronológicamente siempre será posterior a la acción u omisión que lo causó, pero
cuando se habla de daño presente o futuro se parte del momento de la resolución
judicial que lo aprecia y declara como ya producido o que con certeza se
producirá y que por ello no puede quedar privado de respuesta indemnizatoria.
Los daños futuros por otra parte no pueden confundirse con los daños
sobrevenidos, que son aquellos que guardando relación de causa a efecto con
el evento dañoso se manifestarán con posterioridad a la resolución judicial y sin
que ésta pueda tenerlos en cuenta, como sucederá por ejemplo con una dolencia
física que habiendo sido evaluada en toda su magnitud pueda agravarse con
posterioridad.

Por otra parte, el daño puede ser directo o inmediato, e indirecto o


mediato. En el primer caso nos hallamos ante un perjuicio que en su persona o
en sus bines sufre el propio damnificado; mientras que, si el mal se extiende
hacia terceros, entra en juego el segundo de los conceptos, y el daño aquí se
produce en la misma víctima, si bien sus efectos se extienden a otras personas
unidas con aquella, por vínculos de parentesco, siempre que genere en ellos un
daño correlativo al mal causado. Así el art.113 CP viene a afirmar que la
indemnización de perjuicios materiales y morales comprenderá no solo los que
se hubiesen causado al agraviado, sino también los que se hubieren irrogado a
sus familiares o a terceros. Así del acto ilícito del que resulta la muerte de una
persona, ésta es la que sufre el daño directo, mientras que el mediato lo
padecerán los familiares o allegados. En éstos se hallan tanto los patrimoniales
derivados del entierro, los gastos hospitalarios, como los morales derivados del
luctuoso suceso que comprende a padres, hermanos, hijos, como personas más
cercanas.

Si hasta ahora se ha hecho referencia al daño civil y al derecho al


resarcimiento derivado el mismo, el daño tanto en su aspecto patrimonial como

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personal es objeto de protección en otras ramas del ordenamiento jurídico, así el
derecho penal protege los daños personales concretamente la vida y la
integridad física con la tipificación de los delitos de homicidio y lesiones, los
daños morales en los delitos contra el honor como la injuria y la calumnia y los
daños patrimoniales en los delitos de daños tanto privados como públicos

2. CONCEPTO, ETIOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN DE LAS LESIONES DESDE


EL PUNTO DE VISTA MÉDICO

Se define el daño corporal como la consecuencia de toda agresión,


exógena o endógena, sobre cualquier parte de la geografía del cuerpo. El origen
de esta agresión pude ser violento, natural o accidental.
- El violento, a su vez, reconoce tres causas: homicida, suicida y accidental.
- La lesión natural es consecuencia de los múltiples procesos patológicos que
llevan a las distintas enfermedades.
- Por último, el daño corporal de causa accidental puede ser debido a
accidente laboral, de tráfico y causal. Interesa ya desde el principio definir y
distinguir la naturaleza del accidente para mejor entender su posterior
valoración y repercusiones:

• Según la Ley de Bases de la Seguridad Social, "se entiende por


accidente de trabajo toda lesión corporal que el trabajador sufra,
con ocasión o como consecuencia del trabajo que realice por
cuenta ajena".

• El accidente de circulación lo define la Orden de la Presidencia del


Gobierno, de 21 de febrero de 1.962, como "el accidente que se
produce en una vía abierta a la circulación o tiene su origen en la
misma, a consecuencia del cual una o varias personas resultan
muertas, heridas, o se producen daños materiales y en el cual al
menos un vehículo en movimiento está implicado".

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• El accidente causal se define por exclusión, pues es todo aquel
que se produce fuera del ámbito laboral y de tráfico, y que tiene
como único agente responsable la casualidad.

Dentro del daño corporal de causa violenta no accidental hay que recoger
aquel que se produce como consecuencia de agresión, que por su
intencionalidad puede catalogarse como dolosa o culposa (Código Penal, Título
VIII, Capítulos 1, II, III y IV).

La manifestación básica del daño corporal es la lesión. Se entiende por


lesión toda alteración anatómica o funcional, por un agente exógeno o endógeno,
que puede actuar sobre el individuo vivo (lesión vital), o sobre el individuo muerto
(lesión postmorten). De las características de esta lesión se puede obtener
información sobre su naturaleza, etiología, causalidad, gravedad y
repercusiones. Dependiendo de la causa y naturaleza de la lesión, se originará
un daño corporal que tendrá un tratamiento penal, civil, administrativo o
contractual.

Por otra parte, la valoración médica del daño corporal permitirá al juzgador
cualificar, en primer lugar, la lesión y cuantificar su repercusión penal, civil y en
su caso administrativa.

• Corresponde al perito médico determinar la naturaleza del daño


corporal sus manifestaciones, tiempo de curación, tratamientos
empleados, secuelas, si las hubiese, repercusiones a nivel laboral,
social y familiar.
• Corresponde al juzgador la valoración del daño corporal, apoyado
en el peritaje médico, y cuantificar las penas, indemnizaciones y
responsabilidades.

El daño corporal tiene manifestaciones propiamente corporales y otras


derivadas a lo extracorpóreo. Es la lesión la manifestación básica del daño sobre

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el cuerpo. El daño extracorpóreo es aquel que se deriva hacia personas como
consecuencia precisamente del daño que ha recibido el cuerpo.

De acuerdo con el concepto de lesión como manifestación básica del daño


corporal, seguidamente se expone la clasificación más generalizada de acuerdo
con el tipo de lesión y se describen para cada tipo las principales causas
responsables de las mismas.

1. LESIONES ANATOMICAS: Son las que afectan a cualquier tejido, órgano,


aparato o sistema de la economía corporal, con independencia de su función.
Las etiologías principales de estas lesiones se relacionan con quemaduras,
cicatrices, hematomas, además, excoriaciones, arrancamientos, heridas en
general, facturas, roturas, estallidos, extirpaciones, osteosíntesis, esguinces,
luxaciones, pérdidas de sustancia, enfermedades secundarias a la lesión,
acortamiento de miembros, callos óseos anormales, displasias y tumores.

2. LESIONES FUNCIONALES: Son aquellas que afectan la función de


cualquier tejido, órgano, aparato o sistema. Generalmente suelen ser una
consecuencia de la lesión anatómica, pero son repercusión específica sobre la
función de algún tejido, órgano aparato o sistema.

 A nivel esquelético las más frecuentes son limitaciones de la


mecánica articular (limitación a la flexión, extensión, abducción,
torsión, etc).

 A nivel visceral hay múltiples manifestaciones, siendo las más


frecuentes las insuficiencias (renal, hepática, endocrima, etc).

 A nivel encefálico y medular, las parálisis y trastornos motores y


sensibles.

 A nivel psíquico: neurosis, psicosis, psicopatías y trastornos de las


distintas esferas de la vida psíquica (estado anímico, emocional,
afectivo, etc.

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3. LESIONES ESTETICAS: Son las que afectan a la belleza y/o
autoestimación de la persona. Las más frecuentes son las que originan
cicatrices, asimetrías, cojeras, pérdidas totales o parciales de sentidos,
miembros u órganos exteriores.

Las cicatrices hay que valorarlas de acuerdo con una serie de características:

- Las intrínsecas de la cicatriz.


- Las de la persona en quien asienta.
- La región anatómica afectada.

Son determinantes de su repercusión estética, tales como tamaño,


regularidad, prominencia, coloración, degeneración queloidea y patología
cicatrizal.

o El tamaño de la cicatriz vendrá definido por longitud, anchura y


superficie.
o La regularidad la marcará la propia cicatriz y tiene importancia,
entre otras razones, porque a mayor irregularidad mayor dificultad
para su restauración. Hay cicatrices planas y prominentes, siendo
las primeras más benignas en cuanto a su evolución y
complicación, de menor repercusión estética y más fácil de reparar
mediante cirugía estética.
o El factor cromático de la cicatriz determina su mayor o menor
visibilidad, siendo las cicatrices hiperpigmentadas o discrómicas
las más llamativas, o la degeneración queloidea que suele crear
importante defecto estético.
o Finalmente, hay que considerar la patología cicatriz, como pueden
ser ulceraciones, incrustaciones o tatuajes, tumores, etc.

Es obvio que la edad es determinante fundamental para la valoración de


la repercusión. Un segundo factor a valorar es la profesión y la repercusión que

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la cicatriz puede tener para esa determinada profesión, pues llega incluso en
algunos casos determinar una incapacidad, ya sea transitoria o permanente.
Finalmente, independiente de edad y profesión, hay que valorar la sensibilidad
de cada persona y el concepto de autoestimación que tiene.

Puede ocurrir que se sitúe en lugar no visible (bajo cuero cabelludo, por
ejemplo); en lugar habitualmente no visible (tronco o cualquier otra zona vestida);
o bien en una zona siempre visible. Independiente de la visibilidad de una cicatriz,
tienen mayor repercusión estética son las que asientan en la cara, seguidas de
las que se sitúan en las manos y piernas en la mujer. Finalmente, y una vez
valorada la repercusión de la cicatriz, hay que determinar su posible reparación
quirúrgica, la valoración de sus ingresos y sus resultados.

4. LESIONES PSÍQUICAS Y MORALES: Son aquellas consecuencias o


manifestaciones colaterales de la propia lesión o daño corporal, generalmente
evidentes en las esferas psíquica.

El hombre es un ser armónico e interdependiente entre las esferas física


y psíquicas. Toda lesión física tiene manifestación psíquica; la más expresiva
sería el dolor. El hombre, a diferencia del resto de los seres vivos, tiene
capacidad para sentir el dolor en presente (manifestación puntual de la lesión),
en pasado (recuerdo del dolor y la lesión sufrida), y en futuro (miedo a que se
repita la situación dolorosa). Y todo ello como consecuencia de la capacidad
humana para memorizar los actos y situaciones asimilarlos, comprenderlos,
fijarlos, retenerlos y evocarlos voluntaria o casualmente.

El dolor físico, según susceptibilidad individual, suele manifestarse


mediante quejidos, lamentos, agitación, llanto, gritos, etc. El dolor moral suele
ser menos puntual, menos expresivo, menos externo y más emociona, y suele
manifestarse en forma de tristeza, depresión, desesperación, abolición o
disminución de instintos vitales. el dolor físico suele tener correlación con al
lesión por lo tanto es más fácil de cuantificar. El dolor moral no siempre guarda
correlación con la lesión, ya que intervienen factores externos, como pueden ser

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sensibilizar personal, recuerdos y experiencias anteriores, situación familiar,
social, laboral y anímica y los hábitos de vida.

5. LESIONES EXTRACORPÓREAS: Se habla de este tipo de lesiones,


cuando el daño corporal transciende del propio cuerpo, derivando daños o
perjuicios físicos o morales sobre personas o cosas.

3. CONCEPTO JURIDICO PENAL DE LESIÓN

Para establecer el concepto penal de lesión nos tenemos que ayudar de


la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, ya que en el Código penal no se define
lo que se entiende por lesión. El concepto penal debe inferirse, de un lado, del
bien jurídico protegido en la norma y, de otro, de una inducción a través de los
distintos conceptos descriptivos que contienen los tipos para fijar los resultados
en ellos penados.

En orden al bien jurídico, lo es la integridad corporal y la salud física o


psíquica de las personas. La integridad corporal a la que se refiere un sector
doctrinal y, en parte, la literalidad de algún artículo, no puede constituir el objeto
de la tutela en la medida en que se trata de un bien instrumental, que forma parte
de la salud, pero que, en determinados supuestos, puede resultar contrario a
ésta; para ello basta pensar en las intervenciones quirúrgicas que consisten en
la extirpación de un órgano o miembro que quebranta la salud: extirpación de un
tumor, de una pierna gangrenada, etc. En estos casos la conducta de extirpar
atenta contra la integridad corporal, pero no debe ser considerada típica por
cuanto no redunda en un perjuicio, sino en un beneficio para la salud.

El concepto y alcance del bien jurídico protegido sirve para delimitar mejor
el propio concepto de lesión, pues sería lesivo todo acto que atente a dicho acto
jurídico y lesivo todo resultado que implique un menoscabo del mismo. Según la
jurisprudencia del TS, se define lesión como toda alteración anatómica o

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funcional que menoscabe la integridad corporal o la salud física o mental del
individuo.

La legislación penal distingue las violencias agresivas contra las personas,


desde el punto de vista punitivo, según la gravedad que alcancen. Surge así una
primera división que separa las lesiones no mortales de las mortales. Las
primeras son llamadas simplemente lesiones y dan lugar al delito del mismo
nombre. Las segundas se engloban bajo el epígrafe de homicidio.

Lesiones no mortales, o simplemente lesiones, son todas aquellas que por


sí solas y por sus complicaciones y consecuencias, más o menos alejadas, no
producen la muerte en un caso determinado. Su curación puede tener lugar por
una completa restitutio ad íntegrum anatómica y funcional o dejando tras sí
secuelas, que unas veces pueden compensarse total o parcialmente, y otras no,
lo que les concede el más alto interés médico-legal.

El delito de lesiones se recoge en el título III del Código penal vigente, tras
los delitos de homicidio y aborto (capítulos 1 y II). Aunque la lesión, elemento
objetivo de este delito, no es definida por el Código, puede deducirse el
significado jurídico de este término por la redacción del artículo 147 cuando dice:
«El que, por cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión que
menoscabe su integridad corporal o su salud física o mental ... ». Debemos, pues,
entender como lesión cualquier alteración provocada de la salud, o, lo que es lo
mismo, el término jurídico «lesión» equivale al empleado en Medicina cuando las
causas son externas.

Esta práctica equivalencia de los términos médico y jurídico ya se había


evidenciado en la jurisprudencia en los últimos años. Así, la sentencia de 8 de
mayo de 1956 dice: «En el lenguaje usual y corriente... la lesión... designa
aquellas alteraciones que natural o provocadamente causen daño o detrimento
corporal motivado por herida, golpe o enfermedad». De esta y otras sentencias
dedujo CUELLO CALÓN una definición lo bastante amplia para abarcar todas las
posibles alteraciones incluibles en el concepto y lo bastante precisa para evitar

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confusionismos. «Desde el punto de vista legal -dice-, la lesión puede definirse
como el daño causado en la salud física o mental de una persona.» Desde un
punto de vista médico hemos de entender por lesión toda alteración anatómica o
funcional ocasionada por agentes externos o internos.

Los agentes externos pueden ser mecánicos, físicos o químicos, y


determinan en la región en que se han aplicado la atrición, la dislocación y hasta
la destrucción de los elementos anatómicos. A ellos deben añadirse los agentes
biológicos y los psicológicos, de acuerdo con la redacción actual del Código
Penal.

 Agentes mecánicos. La acción debida a los agentes mecánicos


corresponde en general al efecto de un cuerpo animado de movimiento al
chocar contra el sujeto (traumatismo activo) o bien a que este mismo
sujeto, al moverse, resulte proyectado contra el agente mecánico inmóvil
(traumatismo pasivo). El cuerpo sólido que determina la atrición de los
tejidos se llama cuerpo vulnerante. Este cuerpo vulnerante consiste unas
veces en un proyectil de arma de fuego, otras en un instrumento cortante
o punzante, y otras en objetos contusos irregulares y variados: un bastón,
un látigo, una rueda de vehículo, un fragmento de hueso fracturado que
obra sobre los tejidos de dentro afuera, etc.
 Agentes físicos. Las lesiones traumáticas pueden ser debidas también a
agentes físicos, como el fuego, el calor, la electricidad, los rayos X o el
rádium, que actúan unas veces destruyendo los elementos anatómicos y
otras provocando reacciones a su nivel, de consecuencias a menudo
irreparables.
 Agentes químicos. Estos agentes, dotados de propiedades cáusticas,
provocan la destrucción y la necrosis de los tejidos con los que se ponen
en contacto.
 Agentes biológicos. La jurisprudencia señala de forma unánime que los
agentes animados (virus, bacterias, parásitos) que alcanzan el organismo
de forma dolosa o en virtud de imprudencia punible son asimismo origen,
a través de los procesos patológicos que desencadenan, de lesiones, en

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el sentido jurídico de la palabra. Mención aparte merecen los gérmenes
responsables de los contagios venéreos intersexuales, que en anteriores
Códigos (1928) estuvieron tipificados como figura delictiva especial, y en
la actualidad, si bien han desaparecido literalmente del Código penal, la
jurisprudencia viene considerando el contagio venéreo punible como
delito de lesiones.
 Medios psicológicos. De la misma forma que los agentes biológicos, la
jurisprudencia admitió como causa de lesiones, desde el punto de vista
penal, a los medios psicológicos. De hecho, la redacción actual del
Código en cuanto a lo que se refiere a los medios de comisión de este
delito no deja lugar a dudas:
«El que por cualquier medio o procedimiento causare a otro una lesión ...
».

En cuanto a los agentes internos origen de lesiones, se concretan en la


práctica en un solo mecanismo: el esfuerzo, que se traduce en una intensa
contracción muscular cuya energía mecánica es capaz de originar efectos lesivos
de cierta importancia. Algunos autores distinguen un esfuerzo voluntario, o
antagónico a una fuerza externa, y un esfuerzo involuntario, llamado así por tener
el carácter de un movimiento reflejo en respuesta a fuerzas desencadenadas
dentro del organismo. BORRI ve, sustancialmente, en el esfuerzo un intento de
adaptación toracoabdominal, en el que se ponen en actividad, con toda su
energía, la totalidad de las actividades musculares del tronco, gracias a lo cual
éste adquiere una rigidez suficiente para constituirse en el punto de apoyo
adecuado a las potencias que actúan en la periferia. La diferencia entre estos
puntos de vista está en encontrar justificada o no justificada la producción de
distintos tipos de lesiones como consecuencia del esfuerzo.

Atendiendo al primer punto de vista, que distingue entre un esfuerzo


predominante del aparato locomotor y un esfuerzo localizado sobre todo en el
tronco, los efectos mecánicos de esta energía pueden ser directos o indirectos,
según tengan o no lugar en el aparato locomotor. Los efectos mecánicos directos

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obran díslacerando (hernia muscular, roturas musculares, hernias sinoviales,
fracturas óseas) o dislocando (luxaciones).

Los efectos indirectos, a su vez, pueden ser también dislocantes (ectopias,


hernias, prolapso) o díslacerantes (roturas viscerales, de localización y sustrato
muy variables).

De todos modos, y en líneas generales, el esfuerzo produce efectos lesivos


poco importantes. Cuando tienen lugar graves dislaceraciones o dislocaciones,
lo que es raro, se precisa siempre la comprobación de un esfuerzo extraordinario.

Los efectos traumáticos de los agentes externos e internos pueden


producirse en el sitio mismo de la aplicación del agente vulnerante (acción local)
o a distancia, o sea en un punto alejado de la aplicación de la potencia, como
sucede en las fracturas por contragolpe. A su vez, desde el punto de vista
cronológico, los efectos pueden ser inmediatos o tardíos.

4. CONCEPTO DE DAÑO CORPORAL.

Definir el “Daño Corporal” no es tarea sencilla, hasta el punto de que son muchas
las definiciones existentes sobre el mismo, casi tantas como autores se han
ocupado de su estudio, si bien existen diferencias sustanciales el punto de vista
que se trate:

- Mientras que, para los Clínicos, el Daño Corporal sería “cualquier


lesión anatómica, funcional o psíquica, causada por agentes externos
o internos”.

- Para los Juristas este concepto sería más amplio, complejo y


abstracto, definiendo el Daño Corporal como “todo daño, alteración de
la salud o del estado de bienestar corporal, tanto somático como
psíquico, secundario a una acción u omisión dolosa o culposa”.

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En todo caso, existen tres definiciones que desde el punto de vista de la
Medicina Forense, interesan de conocer, como son:

• La propuesta por Hernández Cueto, quien lo define como el


menoscabo que sufre una persona en sus bienes vitales naturales,
en su propiedad o en su patrimonio a consecuencia de un evento
determinado.
• Cesar Borobia, por su parte, define el daño como todo menoscabo,
material o moral causado contraviniendo una norma jurídica, que
sufre una persona y del cual ha de responder otra.
• Finalmente, García Blázquez establece una diferenciación entre
Daño Corporal y lesión, considerando que mientras esta es la
manifestación básica del daño sobre el organismo, el concepto de
Daño Corporal sería algo más extenso, que traspasaría con creces
las meras consecuencias corporales que produce una agresión.
Con estas premisas este autor define el Daño Corporal como “la
consecuencia de toda agresión, exógena o endógena, sobre
cualquier parte del organismo”. Sus manifestaciones serían no solo
corporales, sino también extracorporales (que serían aquellas
derivadas hacia personas o cosas como consecuencia del daño
que ha recibido el cuerpo).

En la práctica diaria la valoración del daño corporal se efectúa en


diversas áreas del Derecho, tales como:

1) D. Penal. Su finalidad es sancionar al autor de la lesión, dependiendo


la entidad de la pena del daño producido, siendo competencia del
Médico Forense no solo la valoración etiopatogénica de las lesiones,
sino también el tipo de tratamiento precisado, el seguimiento de las
mismas y, en su caso, de las secuelas que hubieren podido quedar.
2) D. Civil. La valoración tiene como finalidad más importante la
reparación del daño causado.

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3) D. Laboral, a fin de valorar la capacidad laboral de una persona tras
sufrir un accidente de trabajo o una enfermedad profesional.
4) D. Contencioso.

No deben olvidarse otras áreas en la valoración del daño corporal, como


las llevadas a cabo por el EVI (dependiente del INSS) o de las UMI (dependientes
de las Consejerías de Bienestar de las CC.AA.).

Su importancia es tal que en los últimos años han surgido en nuestro


país un movimiento multidireccional, con participación del estamento judicial,
Compañías y Mutuas de seguros, etc. con el objetivo de mejorar la normativa y
tratamiento de la valoración del daño corporal, prestando especial interés en su
armonización con los demás Países de la Unión Europea, y que se ha visto
plasmada con la Promulgación de la Ley 30/95 y su posterior reforma con la Ley
34/03 relativas a la ordenación y supervisión de los seguros privados.

LOS DISTINTOS COMPONENTES DEL MISMO.

Debe partirse de la base, tal y como señala C. BOROBIA, que mientras la


reparación del daño corporal es una función eminentemente jurídica, su
evaluación es fundamentalmente médica, de ahí la necesidad de exponer cuales
son los componentes que deben ser valorados y, por su trascendencia médica,
la repercusión patrimonial del daño corporal, para lo que se hará una distinción
entre:

* Normativa genérica siguiendo el modelo francés.


* Repercusión patrimonial del daño corporal.

A) NORMATIVA GENERICA. De forma esquemática y siguiendo el


modelo francés para la reparación del daño corporal derivado de
accidentes de circulación, cabe distinguir tres tipos de perjuicio:

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1) Perjuicio patrimonial, integrado por:
a. Gastos médicos.
b. Gastos paramédicos (medicamentos, transporte, etc).
c. Incapacidad temporal con disminución de recursos o necesidad
de ayuda de una tercera persona).
d. Incapacidad permanente (lo que implica la valoración del puesto
de trabajo y la indemnización).
2) Perjuicio extramatrimonial:
a. Perjuicio del ocio.
b. Sufrimientos soportados (en el momento de la lesión; durante el
traslado, tratamiento y rehabilitación; tras el traslado,
tratamiento y rehabilitación; de por vida o larga duración).
c. Perjuicio afectivo.
d. Perjuicio estético.
e. Perjuicio sexual.
f. Perjuicio juvenil.
3) Perjuicio a terceras personas:
a. Patrimonial: disminución de ingresos y aumento de gastos.
b. Extrapatrimonial: dolor, angustia, secuelas.

B) REPERCUSION PATRIMONIAL DEL DAÑO CORPORAL. Toda lesión corporal


da origen a una responsabilidad civil de la que nace la obligación de reparar el
daño producido, con la finalidad de compensar el perjuicio económico derivado
de dicha lesión, lo que implica la necesidad de establecer la cuantía económica
de tal compensación.

En una primera aproximación, el perjuicio resultante depende de dos elementos:

• Daño emergente o gastos que ha debido satisfacer el lesionado en


tratamientos, asistencia, medios de transporte, etc.
• Lucro cesante, consecuencia de la anulación o disminución de las
capacidades productiva y social,

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Ambos elementos constituyen lo que se ha venido a denominar “valor
patrimonial de esa persona”.

Así entendido, el daño puede ser: actual, respecto al momento de la


evaluación, o bien tratarse de un daño pronosticable, que se concretará con el
paso del tiempo, pudiendo ser el pronóstico cierto y motivado (es el daño futuro,
el cual, cuando sea consecuencia directa del hecho ilícito, deberá ser resarcido,
de ahí la necesidad de su valoración); o, por el contrario, puede estar
subordinado por completo a una serie de situaciones que pueden darse o no
(daño eventual o potencial, consecuencia indirecta del hecho ilícito y, por
consiguiente, no indemnizable ni evaluable).

Esta concepción del daño, basada en la justificación y cuantificación del


lucro cesante, o lo que es lo mismo en la capacidad productiva del sujeto, puede
originar situaciones conflictivas cuando la persona que ha sufrido el daño no
ejerce actividades productivas (como es el caso de los niños, de las personas sin
empleo o de las ya jubiladas). Para solventar este problema, independientemente
de la capacidad productiva del individuo, se le debe reconocer un valor
económico, que depende más de su potencialidad que de su realidad
productiva. Por otra parte, es evidente que el daño a la persona tiene relieve
jurídico, sobre todo porque limita la libre proyección de la propia persona en el
ámbito de la vida social, alterando en mayor o menor medida las s relaciones y
vínculos entre el individuo y el mundo en que vive. Considerando, además, que
la reacción al daño es tanto más grave, en todos los aspectos, cuanto más se
alteren tales vínculos, parece evidente que, desde el punto de vista médico legal,
el concepto de daño deba identificarse con el de disfuncionalidad o, lo que es
lo mismo, con el de funcionalidad alterada, que a su vez significa actividad u
operatividad alterada o limitación de la capacidad de expansión en el ámbito
social. Así pues, se trata en último extremo, de un daño funcional, cuyo estudio
y valoración es de la estricta competencia médica.

Para su valoración hemos de partir de un principio básico: un sujeto


normal es un sujeto válido, entendiendo por validez la eficacia psicosomática

20
para el desenvolvimiento de cualquier tipo de actividad (GERIN). Un sujeto válido
es un sujeto psicosomáticamente íntegro, capaz, desde todos los puntos de vista:
físico, psíquico y espiritual, de emprender cualquier actividad, sea laborativa o
no. Tal aptitud o capacidad constituye el primer fundamento del valor económico
de la persona, que se completa y perfecciona en virtud del ejercicio de una
actividad profesional concreta, de la que se deriva una ganancia. Por tanto, habrá
que distinguir entre una validez absoluta (que correspondería al esquema
abstracto del hombre ideal) y otra relativa (que es la que corresponde a cada
persona humana considerada individualmente, es decir, tal y como era antes de
sufrir la lesión).

La medida del perjuicio vendrá dada por la medida de su


disfuncionabilidad, o disminución del grado de validez psicofísica del sujeto.

La evaluación médico legal de la lesión, por consiguiente, comenzará por


determinar la reducción en porcentajes de la validez que tenía el sujeto antes de
padecer la lesión. Ahora bien, como no se trata de establecer en abstracto la
reducción, sino determinar de forma concreta que reducción ha experimentado
un hombre concreto y real en su "capacidad real y actual", habrá que añadir a la
anterior, y que denominaremos "capacidad laboral genérica", la "capacidad
laboral específica", o sea, la disminución en su rendimiento para el trabajo que
venía desempeñando realmente en el momento de sufrir la lesión.

Este enfoque permite una realización práctica del proceso evaluativo:

- En primer lugar, con referencia a la capacidad laborativa genérica,


referida al valor medio de la capacidad laboral de los sujetos de un
determinado entorno, comparable en todos los sujetos y dependiente
solo de la naturaleza, localización y afectación funcional del órgano
lesionado.

- En un segundo tiempo, tendrán que añadirse consideraciones y


coeficientes de valoración que correspondan a la capacidad laborativa

21
específica, referida a la afectación en su posibilidad de rendimiento en
el trabajo concreto a que se dedicaba el lesionado.

- La suma algebráica de ambas capacidades representa el valor


patrimonial biológico del sujeto. Su reducción, el daño patrimonial, que
es el que debe ser resarcido por el responsable.

Sin embargo, desde hace algún tiempo se viene señalando la necesidad


de tomar también en consideración el valor extrapatrimonial del daño sufrido
cuando se afecta la vida de relación (daño estético o fisionómico, daño moral,
sufrimiento o pretium doloris, etc). Tal afectación, más difícil de cuantificar, puede
ser inexcusable en muchos casos y, aunque sea con carácter intuitivo, deberá
ser ponderada.

En la valoración del daño corporal se distinguen dos componentes claramente


diferenciados, a saber:

1) Daño patrimonial, integrado por:

a. Daño emergente o “valor de lo perdido”. Estaría constituido por


todos los gastos que tiene que afrontar el lesionado como
consecuencia directa de la lesión, ya sean de naturaleza
médica o no (pe. traslados, trnsportes, cuidadores, etc.).

b. Lucro cesante o “valor de lo dejado de ganar y hacer”. Sería la


consecuencia de la anulación o disminución, bien temporal o
definitiva, de la capacidad productiva y proyectiva de la
persona.

a) Capacidad productiva, puede verse afectada de modo


genérico (para todo tipo de trabajo) o específico (para
determinados trabajos o profesiones).

22
b) Capacidad proyectiva. Aunque no es ganancial,
constituye una pérdida del bienestar y se referiría a la
disminución de la capacidad de disfrutar de los
placeres de la vida (domésticos, deportivos, de ocio,
etc.).

2) Daño extrapatrimonial. Son aquellos que repercuten sobre la esfera


personal, siendo en general más subjetivos y difíciles de valorar.
Estarían constituidos por:

a. Los sufrimientos morales y físicos (Pretium doloris)


b. Daño estético, definido por MULLER como “todo daño al
aspecto del cuerpo creado por un responsable, cualquiera el
estado previo del cuerpo, bello o no”. Siempre se valorará una
vez consolidadas las lesiones y se deberá exigir que sea
definitivo. Puede ser estático (como sería el caso de cicatrices
o deformidades) o dinámico (como la cojera).
c. Algunos autores incluyen tambien la necesidad de ayuda de
una tercera persona o la pérdida de la capacidad proyectiva.

5. RECOMENDACIONES DEL CONSEJO DE EUROPA RELATIVAS A LA


VALORACION INTEGRAL DEL DAÑO CORPORAL.

Se encuentran contempladas en la Resolución nº 75/7 del Consejo de Europa,


relativa a la reparación de los daños en caso de lesiones corporales y
fallecimiento, mediante la cual el Comité de Ministros, con la finalidad de
armonizar la diversidad de legislaciones que a nivel nacional había sobre dicha
materia, establecen una serie de recomendaciones a los países miembros, para
que las tomen en consideración al elaborar una nueva legislación en la materia.

En dicha Resolución se contempla:

23
1) Disposiciones generales. Las pretensiones que persigue dicha
Resolución son:

a. Intentar volver a colocar a la víctima en una situación parecida


a su estado anterior.
b. Calcular el valor del daño el día en que se celebre el juicio.
c. Mencionar el detalle de las indemnizaciones.

2) Reparación en caso de lesiones corporales, ya sea en forma de


pensión o indemnización, según los criterios del Derecho nacional.
Se tendrá en cuenta:

a. Reembolso de los gastos ocasionados no solo por el daño en


si, sino también por exacerbación de lesiones anteriores.
b. Si la víctima no pudiera volver a desempeñar su puesto de
trabajo a consecuencia de las lesiones, constituirá un perjuicio
con derecho a reparación, exclusivo de la víctima.
c. Para la valoración del daño se tendrá en cuenta el estado
anterior y posterior de la víctima, por lo que se evaluarán todos
los elementos conocidos y previsibles en relación a la
incapacidad, profesión de la víctima y la duración probable de
sus capacidades profesionales residuales y de vida, las cuales
deberán de compararse antes y después de haber sufrido el
daño.
d. El hecho de que la víctima tenga que esforzarse para realizar
su trabajo habitual constituye un perjuicio con derecho a
reparación.
e. La reparación de las lesiones físicas y psíquicas se hará en
función de su intensidad y duración, y no del poder adquisitivo
de la víctima.
f. La reparación del daño podrá realizarse mediante pensión o
indemnización. En caso de que fuera mediante pensión

24
deberían de acompañarse de las medidas oportunas para
asegurar su poder adquisitivo.
g. El valor de las pensiones e indemnizaciones deberá ser
proporcional al daño sufrido.
h. Si el daño fue reparado mediante pensión, la cantidad
correspondiente a esta podrá verse incrementada o
disminuida en relación con agravamiento o mejoría en el
estado de salud de la víctima.
i. Excepcionalmente,. La reparación podrá extenderse al padre,
madre y familiares de la víctima.

3) Reparación en caso de fallecimiento. Es fijada por el Juez, en forma


de pensión o indemnización, y está destinada a aquellas personas a
las cuales la víctima tenía obligación legal de alimentar y aquellas
otras que dependían de él.

FUNDAMENTOS. Los fundamentos del informe pericial en materia de


valoración del daño corporal se encuentran recogidos en la Legislación
específica, dependiendo del área del Derecho que se trate:

1) De manera genérica, la Constitución del 78 señala en sus arts:


a. Art.15. Derecho a la vida e integridad física y moral.
b. Art. 43. Derecho a la protección de la salud.
c. Art. 49. Derecho de los disminuidos físicos, sensoriales y
psíquicos a un tratamiento rehabilitador, a la integración y
atención especializada para el disfrute de los Derechos de los
demás ciudadanos.

2) De manera específica:
a. D. Penal: C. Penal (arts. 147 y ss), LECr (arts.456 a 485), Ley
34/03
b. D. Civil: C. Civil (arts. 1089, 1101 y ss), LEC (arts 3335 a 352).

25
c. Ley 34/03.
d. D. Laboral (LGSS, L.Pto.Administrativo de 1995: arts 90 a 96).
e. Valoración de minusvalías:
i. Ley 13/82 de integración social del minusvalído. ii.
RD. 1/84 sobre sistema especial de prestaciones. iii. OM.
De 8 de marzo de 1984. baremo para la valoración de
minusvalías con incorporación de las tablas AMA.

6. CLASIFICACIÓN DE LAS LESIONES SEGÚN EL CÓDIGO PENAL

De acuerdo con el Código penal, la legislación penal española distingue,


ante todo, dos tipos de lesiones según su gravedad: las que constituyen falta
penal y las que constituyen delito, a las que hay que añadir, en sus respectivos
casos, las consecuencias de los actos de tortura. Otra clasificación sería:

1. Involuntarias: No existe intencionalidad (art. 621 CP)


2. Voluntarias: Existe intencionalidad en la acción lesiva. A su vez
distingue 2 tipos:
a) Faltas: Art. 617
b) Delito:
- Con dolo directo o de propósito (arts. 149, 150 CP). En este
caso existe intencionalidad tanto en la acción lesiva como
en los resultados de la misma
- Con dolo no directo o eventual (arts. 147, 148, 149): En este
caso existe intencionalidad en la acción lesiva, pero el sujeto
no buscaba los resultados producidos.

6.1 Faltas de lesiones contra las personas

Están tipificadas en los artículos 617 y 621. Constituyen el tipo de lesión


más leve, y así eran denominadas en la legislación hoy derogada. Pueden ser
de tres tipos:

26
1. La falta de lesiones por imprudencia leve, cuando causen una lesión que,
de mediar dolo, constituiría delito de lesiones. El elemento que define esta
falta es la ausencia de voluntariedad, siendo el origen de la falta la
imprudencia o negligencia simples. El autor no ha tenido intención de
producir ningún daño, pero en su conducta hay una falta de previsión de la
posibilidad de que de sus actos se siga un perjuicio ajeno, por lo cual los
realiza sin adoptar aquel cuidado de la conducta que lo hubiera evitado; es
una conducta levemente negligente o imprudente. La naturaleza o entidad
del daño producido a las personas ha de ser de tal intensidad, que, si
hubiera concurrido voluntariedad, constituiría delito, es decir, alguna de las
lesiones previstas en los artículos 147 y 148 del Código penal.
2. El segundo tipo de falta contra las personas está definida por la mayor
gravedad de la imprudencia, si bien con escasa trascendencia del daño
originado, considerando como falta sólo las lesiones que entrarían en el
apartado 2.' del artículo 147 (lesiones menos graves).
3. Lesiones leves, propiamente dichas. En este tipo, definido en el artículo
617 del Código penal, se dan dos grados atendiendo a la trascendencia de
la infracción:

a) La de menor entidad se define como el acto de golpear o maltratar a una


persona sin causarle lesión. Puede considerarse como una falta de
malos tratos. En realidad, no se trata de verdaderas lesiones, sino de
golpes o maltrato físico que no llegan a producirlas. Por ello, la pena que
conlleva es reducida: arresto de uno a tres fines de semana o multa de
diez a treinta días. Esta pena, por otra parte, puede incrementarse
cuando existan lazos de parentesco o similares entre el ofensor y la
víctima: que ésta sea ascendiente, cónyuge o persona con la que se
halle ligado por análoga relación de afectividad de forma permanente
(parejas estables) o los hijos menores del autor, todo lo cual aumenta la
trascendencia de la acción. Desde el punto de vista de la intervención
pericial médica tan sólo los efectos recientes de golpes u otros maltratos
físicos cuya reacción sea únicamente funcional (p. ej., eritema por un

27
bofetón) pueden ser motivo de parte judicial sin constituir stricto sensu
una lesión.

b) La verdadera falta de lesiones. En el Código vigente se evita la


tipificación concreta de esta falta que, en la redacción de la Ley 3/89 de
actualización del Código penal, causó un verdadero problema de
interpretación, pues remitía al artículo correspondiente al delito,
haciendo éste un reenvío al de la falta. En la actualidad se ha optado por
una definición por exclusión: cualquier lesión causada dolosamente que
no constituya delito supone la existencia de una falta de lesiones. Aquí
ya se encuentran lesiones propiamente dichas: erosiones,
excoriaciones, equimosis, heridas de muy escasa entidad, etc., para las
cuales es suficiente con el reconocimiento médico propio de esa primera
asistencia para cubrir las necesidades de tratamiento. En la tipificación
de la falta se ha precisado por el legislador una circunstancia que está
ausente en los otros grados: que exista lesión propiamente dicha, sin
que requiera ninguna otra condición, puesto que, según precisa
literalmente, puede haberse producido «por cualquier medio o
procedimiento».

6.2 Delitos de tortura contra las personas

La determinación de que ha habido torturas como causa de las lesiones


es discutible en cuanto a la competencia del médico. Es éste un juicio de difícil
matización, que ofrece grandes diferencias de unos casos de especie a otros.
La tortura o tormento se define como el dolor corporal, o el detrimento o pérdida
de la integridad moral, que se causa al reo (o a una persona detenida o internada
en centros de reclusión o custodia, legal o ilegalmente), contra el cual hay indicios
de culpabilidad, para obligarle a confesar o declarar. Se trata, en síntesis, de
todo tipo de malos tratos y violencias que produzcan dolores y sufrimientos de
tal naturaleza o entidad, que, para evitarlos, el detenido declara lo que sus
torturadores quieren. No obstante' como se precisa en el artículo 177, pueden

28
producirse asimismo «lesiones o daño a la vida, integridad física, salud, o libertad
sexual» de la víctima.

Quiere ello decir que el legislador, que ya incluye algunos casos de


«tortura» en el delito de lesiones (malos tratos, vejaciones, violencias., etc), ha
establecido una sanción penal «específica» cuando el autor sea una de las
personas señaladas en los artículos 174 y 175 del nuevo Código penal
(autoridades o funcionarios públicos y funcionarios de instituciones
penitenciarias) y que el fin de las torturas sea obtener una confesión o testimonio
(delito intencional). Con ello, además, se respetan los derechos protegidos por
el artículo 15 de la Constitución, la Convención de lo de diciembre de 1984 y el
Convenio europeo de 26 de noviembre de 1987, todos ellos relativos a la tortura
o malos tratos inhumanos o degradantes.

La naturaleza de las torturas es variable casi hasta el infinito. Unas veces


son malos tratos físicos: contusiones con toda clase de medios e instrumentos
(manos, pies, porras, vergajos, tubos de goma, etc.). Pueden también consistir
en la aplicación de corrientes eléctricas, la producción de quemaduras por la
llama o la acción de cualquier objeto ardiendo o al rojo. Otras veces se trata de
tracciones o de compresiones llevadas a cabo con variados tipos de
instrumentes. Las acciones lesivas tan variadas tienen siempre la misma
finalidad de provocar dolor o sufrimiento, o atentar contra la integridad moral.
Cualquiera que sea el procedimiento, se suele aplicar de forma discontinuo para
renovar el dolor y quebrantar la resistencia del detenido.

Estas maniobras dejan, por lo general, huellas corporales suficientes para


establecer su naturaleza y su intensidad, a lo que se añaden ciertos rasgos
típicos, como son la localización múltiple de las lesiones y la diferente cronología
de éstas, que les confieren un carácter muy significativo de su origen como
resultado de torturas.

En otras ocasiones la tortura puede carecer de carácter traumático, por lo


que no deja huellas, o éstas son imprecisas y no significativas. Se conocen entre

29
otras maniobras la ingestión obligada de agua de forma continua, el impedimento
del sueño, el confinamiento en espacios mínimos que impiden el descanso, la
privación de alimentos y la administración de catárticos, etc. La imaginación de
los agentes activos de tortura alcanza límites insospechados y puede llegar a
hacer imposible su diagnóstico médicolegal.

6.3 Delitos de lesiones contra las personas

Las lesiones corporales tipificadas en el Título III del Libro 2º del Código
Penal admiten una primera clasificación, según hayan sido producidas
intencionalmente o de forma voluntaria, pero no intencional.

6.3.1 Lesiones intencionales

El rasgo que define estas lesiones deriva del propósito que tenía su autor
de producir una concreta y determinada consecuencia de su acción (dolo
específico). En ellas, además del resultado de la lesión, predomina, a efectos de
determinar la cuantía de la sanción penal, la intención o propósito definido con
que fueron realizadas. El Código exige, ante todo, la acción de mutilar o inutilizar
a otro, buscada de propósito. Entre los resultados de esta acción el Código
señala los siguientes:

1. La pérdida o inutilidad de un órgano o miembro principal.


2. La pérdida de un sentido.
3. La impotencia.
4. La esterilidad.
5. Una grave deformidad.
6. Una grave enfermedad somática o psíquica.
7. La pérdida o inutilidad de un órgano no principal.
8. La deformidad.

30
6.3.2 Lesiones no intencionales

Quiere significar esta denominación que el autor del hecho no ha tenido una
intención directa de producir mutilaciones o perjuicios, aunque los hechos
realizados tengan el carácter de voluntariedad (dolo genérico) requerido para que
puedan constituir un delito punible. El Código exige, asimismo, a fin de que una
lesión constituya delito, que para su sanidad haya requerido tratamiento médico,
o quirúrgico, además de la primera asistencia facultativa.

Dentro de este delito, el legislador ha diferenciado los siguientes tipos:

1. Que, en función del resultado causado, del riesgo producido o de la mayor


indefensión de la víctima, merezca un mayor reproche penal. En este
supuesto la penalidad que el Código señala para el autor depende de tres
circunstancias:
a) Que en la agresión se hayan utilizado armas, instrumentos, objetos,
medios, métodos o formas concretamente peligrosos para la vida o
salud física o psíquica del lesionado.
b) Que hubiere mediado ensañamiento.
c) Que la víctima de las lesiones fuera un menor de doce años o un
incapaz.
2. La riña tumultuaria. Se configura cuando se produce una riña en la que
los intervinientes se acometen «tumultuariamente», utilizando medios o
instrumentos peligrosos para la vida o integridad de las personas.
3. Las violencias físicas, habituales y con cualquier fin, sobre el cónyuge o
persona a la que estuviera unido por análoga relación de afectividad, así
como sobre los hijos sujetos a la patria potestad o pupilo, ascendiente o
incapaz, sometidos a tutela o guarda de hecho.
4. El consentimiento del lesionado de los hechos comprendidos en los
anteriores supuestos permite disminuir la pena en uno o dos grados,
siempre que sea válido y emitido libre y espontáneamente,
considerándose inválido el de los menores de edad o incapaces.

31
En los casos de trasplante de órganos, de la esterilización y de la cirugía
transexual, el consentimiento exime de responsabilidad penal en los
términos señalados en el artículo 156 del Código penal.

7. LOS MECANISMOS DE PRODUCCIÓN DE LAS LESIONES Y EL


CONCEPTO DE LA EXPRESIÓN "ORIGINADAS POR CUALQUIER
MEDIO O PROCEDIMIENTO".

La mayor parte de las lesiones, intencionadas o no, se producen por la


acción directa del agente (mecánico, físico, químico) sobre la víctima. Este
mecanismo es el que menos problemas de valoración médico-legal implica.
Simonin recoge siete condiciones para su valoración:

7.1 NATURALEZA DEL TRAUMATISMO El traumatismo debe ser real,


probado, localizado, apropiado y adaptado a las circunstancias, es decir,
capaz por su naturaleza de determinar la lesión.

La lesión, en este caso, será una eventualidad clínicamente posible, como


consecuencia de trauma. Esta relación se establece a partir de observaciones
experimentales y clínicas previas. Así pues la lesión observada entra de lleno en
la categoría de las que la experiencia previa permite establecer como
directamente originadas por el traumatismo.

7.2 CONCORDANCIA DE LA LOCALIZACION: El traumatismo alcanza en


estos casos el órgano de la lesión. La acción directa puede ser mecánica
(lesiones locales) o dinámica (trastornos a distancia por fenómenos
vegetativos, inflamación neurológica, etc).

7.3 VINCULO ANATOMICO: En estos casos la lesión o enfermedad


resultante está ligado directamente al traumatismo mediante una sucesión
o cadena de manifestaciones patogénicas.

32
7.4 VINCULACION CRONOLÓGICA: Debe existir concordancia en el momento
de producirse la lesión en el tiempo

7.5 CONTINUIDAD SINTOMÁTICA: Cuando las lesiones son inmediatas al


traumatismo, no plantean dificultades médico-legales. Más cuestionable es la
valoración de las complicación- tardías. En los casos en los que está descrito
la existencia habitual de un "intervalo libre" (hemorragia subaracnoidea, por
ejemplo) la causal resultará bien fácil de establecer.

7.6 INEXISTENCIA DE CONCAUSAS ANTERIORES: Deben descartarse los


casos de "estado anterior" que se estudian en otro lugar.

7.7 EXCLUSION DE AFECCION INTERCURRENTE: Entre el agente traumático


y la lesión es preciso descartar la existencia de factores extraños o
intercurrentes, que interrumpan el "nexo de causalidad".

Las lesiones traumatológicas pueden también producirse por mecanismos


indirectos. En estos casos es preciso valorar si se deben, aunque sea
secundariamente, al agente causante. Así, por ejemplo, la fractura producida por
una caída provocada en la huida de una agresión, si bien no es directamente
producida por el agente traumático, es secundariamente originada por la
situación que rodea la agresión, sin la cual no se hubiera producido.

Según el viejo adagio legal "el que es causa de la causa es causa del mal
causado" el encadenamiento producido (agresión-huida-fractura, en nuestro
caso) vincule al agente agresor con la lesión, de la misma manera que si ésta
fuera directamente producida por aquél.

Esta consideración cumple con la expresión contenida en el articulo 147


del Código Penal cuando dice: “el que, por cualquier medio o procedimiento
causare a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física
o mental será castigado...".

33
Así pues, el Código no sólo prevé las consecuencias físicas de la agresión,
aun indirectamente producidas, sino también las de tipo mental que muy
frecuentemente puede ser consecuencia secundaria no ya de la agresión en si
(lesión cerebral, por ejemplo) sino de la secuelas psicopatológicas de la situación
traumática ("trastornos por estrés postraumático" por ejemplo).

8. CONCEPTOS DE PRIMERA ASISTENCIA FACULTATIVA,


TRATAMIENTO MÉDICO O QUIRÚRGICO, LA LESIÓN DE MENOR
GRAVEDAD, LA SIMPLE VIGILANCIA O SEGUIMIENTO
FACULTATIVO DEL CURSO DE LA LESIÓN Y LAS LESIONES QUE
NO PRECISAN TRATAMIENTO MÉDICO O QUIRÚRGICO.

La reforma del Código Penal de 1.989, recogida en la nueva formulación del


Código de 1 .995, sustituía el antiguo criterio deontológico para estimar la
gravedad de una lesión por el criterio, mejor fundamentado de requerimiento de
asistencia facultativa. El Código anterior a la reforma consideraba como delito
toda lesión cuya asistencia requiera un tiempo superior a 15 días, y como falta
cuando la asistencia requiriera un plazo inferior. Este criterio resultaba
incongruente con la valoración médica, pues lesiones de menos plazo pudieran
contener una mayor gravedad, incluso para la vida, que lesiones de mejor
pronóstico, pero de más larga duración. Así, por ejemplo, un navajazo que
pudiera sólo necesitar sutura y retirada de los puntos 8 días después y que
hubiera puesto en peligro la vida del sujeto era, de acuerdo con este criterio,
valorado como menos grave que una fractura de un metacarpiano, en sí benigna,
pero que forzosamente tardaría más de 15 días en ser reparada.

La nueva formulación de 1.995 se acomoda mejor con los criterios


médicoquirúrgicos y comprende las siguientes expresiones:

34
8.1 PRIMERA ASISTENCIA FACULTATIVA:

La expresión está comprendida en el artículo 147 del Código y sirve para


diferenciar los delitos (en caso de que requiera más de una asistencia) de las
faltas o delitos leves (en caso de que sólo requiera la primera). El artículo 147
especifica que para que una lesión sea constitutiva de delito deberá requerir al
menos una primera asistencia facultativa, sin cuyo requisito sería tenida a lo
sumo como falta (lesión no considerada como delito en el Código, según reza el
artículo 618).

Según la Circular 2/1990 de la Fiscalía General del Estado, lo primero que


debe señalarse es que los términos asistencia y tratamiento, referidos a médico
o quirúrgico no son necesariamente sinónimos ni comprenden el mismo
concepto. Cierto que un conjunto sucesivo de asistencias, guiadas por un fin
curativo, pueden integrar un tratamiento, pero pueden existir tratamientos
impuestos o señalados en una única asistencia, que se desarrollan ulteriormente
sin un seguimiento o atención médica específica, hasta la comprobación final de
la sanidad.

Tratando de sintetizar ambos conceptos podríamos decir que «asistencia» es


la atención prestada directamente por un facultativo con fines diagnósticos o
curativos, mientras «tratamiento» es la sujeción del lesionado a un método o
sistema de actos o comportamientos destinados a obtener su curación y que
deben desenvolverse en un periodo temporal más o menos dilatado.

Según la naturaleza de las atenciones o actos practicados, la asistencia y


tratamiento será médico (si se sigue un método conservador) o quirúrgico (si se
utilizan los métodos instrumentales y mutilantes o reparadores propios de tal
método).

Los conceptos expresados requieren una serie de matices. En cuanto al


termino asistencia lo importante, por su trascendencia como punto de partida del
elemento diferenciador entre la falta, y el delito de lesiones, es determinar qué

35
se entiende por primera asistencia y cuáles son los requisitos que debe reunir
esta asistencia para considerarla como tal o para no rebasar su consideración
de primaria.

Por otro lado, no debe existir confusión entre «primera asistencia» y


«asistencia inmediata», en el sentido de exigir una atención médica próxima al
hecho causante de la lesión y de la que parte el ulterior tratamiento, de modo que
un tratamiento médico sin una primera cura fuera considerado insuficiente para
elevar la lesión a delito. En todo tratamiento hay inevitablemente un acto médico
inicial, aunque sea de diagnóstico o prescripción, por lo que siempre habrá una
primera atención que debe entenderse constitutiva de primera asistencia.

Entendiendo así por «primera asistencia» la atención inicial prestada al


lesionado, sea o no contemporánea del hecho causante de la lesión, veamos qué
requisitos debe reunir esa atención para ser considerada como tal:

- Necesidad: Hace referencia a que únicamente se debe valorar como


asistencia, la prestada cuando la dolencia que presenta la persona, requiera
objetivamente la misma.
Con esto se evitan los casos de simulación e hipocondría.

- Titularidad del que presta la asistencia: En el CP se habla de asistencia


facultativa, lo que algunos interpretan como asistencia prestada por alguien en
posesión del título de Licenciado en Medicina. Sin embargo, la Fiscalía estima
que, para considerar la existencia de una primera asistencia, se deben tener en
cuenta no sólo los actos que realiza el médico, sino también los de otros titulados
menores como los ATS.

- Carácter único o múltiple de la asistencia: La cuestión de cómo valorar los


supuestos en que en la atención primaria se dan una multiplicación de actos
médicos (bien por la intervención multidisciplinar de varios facultativos, bien por
solicitar medios diagnósticos auxiliares, etc.) debe resolverse partiendo del
principio de que no puede confundirse primera asistencia con única asistencia,

36
por lo que ha de darse cabida en la primera asistencia a los supuestos en que la
atención primaria es prestada conjuntamente por varios facultativos para que la
revise o la confirme. En todos estos casos el dictamen pericial médico debe ser
un valioso medio auxiliar para la recta calificación jurídica de los hechos.

De acuerdo con lo reseñado, la primera asistencia facultativa es la exigencia


necesaria e indispensable para considerar la agresión corporal como una
infracción penal delictiva. La primera asistencia viene a ser algo así como el
inicial diagnóstico de la existencia de una lesión y puede proyectarse, a veces,
en varias direcciones.

8.2 TRATAMIENTO MÉDICO O QUIRÚRGICO:

Para este término, se refiere el texto legal a una necesidad objetiva, es


decir, que no se trata de que se haya verificado o no el tratamiento sino de que
fuera necesario, lo que exige un juicio médico legal acerca de la indicación
terapéutica en cada caso concreto, independientemente de que se siguiera o no.
El Código penal no precisa la duración que haya de tener éste, lo que significa
que, cualquiera que sea su duración, siempre que sea subsiguiente a la primera
asistencia, la lesión constituye delito. La redacción del actual Código penal, sin
embargo, señala de forma explícita que no constituye trata miento la mera
vigilancia o control facultativo de la evolución de las lesiones. En cuanto al
tratamiento, son indiferentes el hecho de que sea médico o quirúrgico, y su
naturaleza o entidad. Tampoco hace referencia el texto legal que durante el
tratamiento el sujeto esté impedido par realizar sus ocupaciones habituales,
como hacía el texto derogado con la ley de actualización del Código penal d
1989. El Código penal no limita su duración máxima, por lo que el perito médico
sólo certificará la sanidad cuando ya no sea necesaria la continuidad del
tratamiento y ya no pueda esperarse ningún beneficio de su mantenimiento. En
el parte de sanidad se hará constar la naturaleza del tratamiento y su duración,
para que puedan servir de fundamento para establecer la pena o la
indemnización derivadas de los perjuicios económicos que el lesionado haya
tenido.

37
La exigencia de un tratamiento médico o quirúrgico de la lesión es el
verdadero elemento diferencial entre delito y falta, razón que da especial
trascendencia a la delimitación precisa y con criterio unitario de tales conceptos.

a) Tratamiento médico es aquel sistema que se utiliza para curar una


enfermedad o para tratar de reducir sus consecuencias, si aquella no es curable.
Por ello, todo aquello que significa simples cautelas o medidas de prevención
(como obtención de radiografías, pruebas de scanner o de resonancia
magnética), sometimiento a observación si ésta no genera intervención corporal,
no será tratamiento. La Fiscalía establece los siguientes puntos que se han de
valorar para considerar o no tratamiento médico:

- Que sea ulterior y distinto a la primera asistencia.

- Su necesidad. El art. 147 al referirse a la relación entre lesión y


tratamiento, exige que aquella requiera de éste. Por tanto, tenemos que insistir
en lo dicho con respecto a la asistencia, es decir, ha de ser exigible que la
recuperación del equilibrio psicosomático en que consiste la salud sea tributaria
de aquel tratamiento. Lo que hace incluir en el tratamiento médico toda actuación
con finalidad curativa (no sólo la puramente medicamentosa), como la imposición
de una conducta que tienda a la recuperación de la salud o al normal equilibrio
psicofísico de la persona
(inmovilización, rehabilitación) o prescripciones dietéticas curativas.

Quedarían excluidos, los actos médicos destinados a vigilar o comprobar el


éxito o adecuación de la primera asistencia o complementar esta (como la
retirada de vendajes, el examen para comprobar la sanidad de lesiones o heridas
que se pensó que curarían de propia intención o con la primera cura, la retirada
de los puntos de sutura de la herida cicatrizada, etc.), ya que no tienen finalidad
curativa ni añaden nada a la sanidad de la lesión iniciada en la primera asistencia.

38
- Su finalidad curativa, lo que excluye las atenciones meramente
preventivas, como las vacunas, aunque se administren en actos fraccionados y
sucesivos que excedan temporalmente de la primera asistencia. En cuanto a la
administración de antibióticos habrá que valorar su finalidad. Si se administran
como medida preventiva de una eventual infección, que no existe pero se teme,
no debe considerarse tratamiento; por el contrario, si se pretende atajar una
infección incipiente y más aún, si aquella está desarrollada, sí es tratamiento
pues pretende evitar las consecuencias de un real ataque a la salud.

- En principio, su prescripción debe ser realizada por un titulado en


Medicina, ya que el texto legal expresamente habla de tratamiento médico. Sin
embargo, en evitación de rupturas del principio de igualdad, cuando a través de
un informe pericial se llegue a la conclusión de que las lesiones para curar
precisaban de un tratamiento médico, o el prestado por un titulado intermedio,
sería el mismo que señalaría el médico, o este mismo delegó en auxiliar de
clínica la prestación de los actos de tratamiento, debe calificarse el hecho como
delito, por cuanto la lesión requería de tal tratamiento.

b) Tratamiento quirúrgico: En el concepto del mismo, entra cualquier acto


quirúrgico, sea de cirugía mayor o menor, incluso la prestada por un titulado de
grado medio. Más discutible es la inclusión en tal concepto de las extracciones
dentarias, ya que médicamente no se consideran como actos de cirugía máxilo-
facial. En cuanto a las pequeñas curas instrumentales, como puede ser la
limpieza de heridas y las suturas, no deben considerarse tratamiento quirúrgico,
conforme a los criterios antes fijados, pues tales actos formarían parte de la
primera asistencia y por sí solas, de no requerir ulterior tratamiento, no
determinarían la calificación de las lesiones como delictivas.

El tratamiento médico o quirúrgico se traduce no en que se lleve a cabo,


efectiva y realmente, uno de dichos tratamientos o los dos a la vez, sino que
objetivamente la lesión o lesiones necesiten o precisen el tratamiento o
tratamientos indicados. Piénsese si la víctima, tras la primera cura de urgencia,
prefiere automedicarse, curarse por sí misma o bien negarse a recibir

39
tratamiento. Ello no puede implicar que se pueda olvidar que la lesión requiere
tratamiento médico o quirúrgico, dato a tener en cuenta por el órgano judicial. De
lo contrario quedaría en manos de la víctima el considerar el hecho en cuestión,
lesión leve (falta) o grave (delito) si desoye u oye, respectivamente, la indicación
médica (STS 1-7-92).

Antes hemos dicho que la Fiscalía General del Estado consideraba que los
puntos de sutura, cuando forman parte de pequeñas curas instrumentales, no se
consideran tratamiento quirúrgico, constituyendo parte de la primera asistencia;
sin embargo. el TS en la Sentencia 1764/94 considera tratamiento quirúrgico la
aplicación de puntos de sutura, ya que es evidente que, por simple que fuera tal
intervención, se trató de una actividad médica reparadora con uso de
mecanismos quirúrgicos (aunque se tratase de cirugía menor).

Por otro lado, la distinción entre «tratamiento» y «vigilancia o seguimiento


médico» no es fácil de establecer. Según lo referido anteriormente, por
tratamiento debe entenderse aquel en el que se haya recurrido a medicamentos
necesarios para controlar un deternúnado proceso secundario a una lesión,
siempre que el paciente pueda sufrir efectos secundarios que importan un riesgo
de una perturbación no irrelevante para su salud (STS 787/97). «La vigilancia o
seguimiento médico» hace referencia a las revisiones que hace el facultativo para
valorar el curso que sigue la lesión, la cual no ha necesitado tratamiento médico
o quirúrgico. La Jurisprudencia del TS en algunos casos de observación,
especialmente si ésta es hospitalaria, sí lo considera como tratamiento médico;
nosotros nos referimos, como es lógico, a las revisiones extrahospitalarias, es
decir, el paciente está en su casa y acude de forma periódica al facultativo, sin
que en ningún momento éste le prescriba tratamiento.

40
8.3 LESION DE MENOR GRAVEDAD:

Así, de acuerdo con la gravedad de la lesión, el Código Penal establece tres


categorías de lesiones:

• LESIONES GRAVES: Serán castigadas con pena de prisión,


siempre que cumplan los requisitos del primer párrafo del artículo
147:

-La lesión que menoscabe la integridad corporal o la salud


física o mental.

-La que requiere objetivamente para su sanidad, además de


una asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico.

• LESION DE MENOR GRAVEDAD: Serán castigadas sólo con


pena de arresto cuando las lesiones sean de menor gravedad,
aunque requieran más
de una asistencia facultativa y tratamiento médico o quirúrgico. La
distinción es importante, no sólo en lo referente al grado de la pena,
sino también en cuanto a dos tipos de consecuencias. En estos
casos de "menor gravedad" no es de aplicación la agravante del
artículo 148 (utilización de armas peligrosas, ensañamiento, edad
o incapacidad de la víctima). En caso de que la lesión fuera
calificada de imprudencia no sería aplicable la categoría de delito
del artículo 152, que exige que la lesión reúna las características
del artículo 147.1, y sería contemplada por el contrario como falta
por imprudencia de acuerdo con el artículo 621.1.

• AUSENCIA DE LESION: Cuando del maltrato a otro no se derive


lesión la agresión será constitutiva de falta, contemplada en el
artículo 617.2. No obstante, si el ofendido estuviera vinculado por

41
lazos de parentesco o similares, el arresto será de superior cuantía
(artículo 617.2 segundo párrafo).

8.4 SIMPLE VIGILANCIA O SEGUIMIENTO FACULTATIVO DEL CURSO DE


LA LESION Y LESIONES QUE NO PRECISAN TRATAMIENTO MEDICO O
QUIRURGICO:

El artículo 147.1 añade, finalmente, que la simple vigilancia o seguimiento


facultativo del curso de la lesión, no será considerado tratamiento médico o
quirúrgico. Es decir, a pesar de requerir una primera asistencia, el control de la
posibilidad de presentación de secuelas, cuando éstas no sobrevienen, no hace
que la lesión quede incursa en el mencionado apartado.

8.4.1 Pérdida o inutilidad

El Código penal hace referencia reiterada a estos dos términos, que se


equiparan en cuanto a sus efectos penales, pero que tienen una significación
anatomo-funcional distinta. Pérdida equivale a mutilación de partes anatómicas;
inutilidad significa pérdida de la función. En ambos casos las estructuras
orgánicas afectadas quedan anuladas, perdidas, para el lesionado y, por ello, el
legislador los considera sinónimos. Hacen referencia a estos resultados los
artículos 149 y 150 por lo que respecta a las lesiones intencionales, mientras que
para las lesiones por imprudencia se refiere a estos artículos el párrafo primero
del 152 en sus apartados 2º y 3º, respectivamente.

8.4.2 Órgano o miembro principal y órgano o miembro no principal

El nuevo texto legal utiliza estas expresiones para las lesiones


intencionales (arts. 149 y 150). Los términos de miembro u órgano empleados
por el Código penal no se refieren a las extremidades, sino que deben entenderse
como conjunto de partes anatómicas que concurran a una función. Debe

42
destacarse que el Código penal equipara en todo momento la pérdida anatómica
del miembro u órgano y la pérdida de su función, siempre que ésta sea
permanente e incurable.

Aclarado este punto, debe precisarse el significado de los términos


principal y no principal a los que se refiere el texto legal, pero acerca de los cuales
permanece silencioso. Puede servir para ello la jurisprudencia anterior, por
cuanto estos conceptos estaban ya contenidos en el Código penal derogado.
Según la doctrina jurisprudencial, por miembro u órgano principal debe
entenderse aquel «cuya función sea esencial o preeminente en la vida, que tenga
una fundamental importancia y cuya elevada dignidad funcional sea tal que su
pérdida acarrea al que la sufre una gran depreciación en sus actividades».

De acuerdo con este criterio, el Tribunal Supremo ha considerado como


miembro principal: el brazo derecho y el izquierdo; la mano derecha y la
izquierda; la pérdida de los dedos índice, anular y auricular o meñique de una
mano; el acortamiento de una pierna; la semiparálisis de la lengua, etc. Era
criterio jurisprudencias, que ahora se ha convertido en principio legal, la
equiparación entre la pérdida anatómica y la abolición funcional, siempre que
ésta última lo sea de modo permanente e incurable.

Por miembro u órgano no principal debe reputarse, en analogía con el


criterio expuesto, aquel cuya pérdida anatómica o funcional no acarrea al que la
sufre una gran depreciación en alguna de sus actividades o funciones. Ejemplos
de pérdidas consideradas por la jurisprudencia como miembro no principal son:
el dedo gordo del pie, la falange del dedo meñique, la pérdida de los movimientos
de flexión del dedo meñique, la luxación de la mano derecha, la anquilosis de la
primera falange del dedo índice derecho, un incisivo, etc. La inutilización de
varios dedos (miembro no principal) equivale a la de la mano (miembro principal).

43
8.4.3 Pérdida de un sentido

Para que esta circunstancia sea calificadora del delito intencional penado
en el artículo 149, debe entenderse como pérdida total de la visión o de la
audición, no bastando un debilitamiento, por grave que sea. Sin embargo, la
privación de la vista o del oído debe interpretarse, conforme a la jurisprudencia
tradicional, no sólo como pérdida total, sino también la disminución importante
de la capacidad visual o auditiva, así como en los supuestos de pérdida de sólo
uno de los órganos bilaterales (un ojo, un oído) debe estimarse ese resultado
como privación de la vista o del oído cuando ello implique privación total y
definitiva del sentido (por carecer previamente de función en el otro órgano
gemelo). En otro caso debe considerarse pérdida de un órgano principal, con lo
que se llega a la misma calificación, esto es, a la aplicación del art. 149.

Según GONZÁLEZ RUS, es más improbable respecto a los otros sentidos,


olfato, gusto o tacto, cuya afectación podría incluirse dentro de la relativa al
órgano o miembro principal de los que dependen -lengua, dedos, o nariz-, o en
la grave deformidad, lo que permitirá cubrir todas las hipótesis posibles, como
supuestos de pérdida de un solo ojo, oído, o pérdida parcial de la lengua o mano.

8.4.4 Esterilización

Con este nombre se incluyen aquellas acciones destinadas a hacer


infecundo a quien antes no lo era. Esterilidad es el resultado de la esterilización.
En el Código penal derogado se distinguía la esterilidad de la impotencia,
considerando ésta de mayor gravedad. El texto actual ha hecho desaparecer la
diferencia situando la esterilidad como resultado directamente querido por el
autor de las lesiones en el mismo grado de gravedad penal que la impotencia.

En la acción de esterilizar se incluyen aquellas lesiones que, sin producir


la pérdida anatómica de los genitales externos, hacen imposible la procreación.
La esterilización delictiva puede recaer sobre el varón y la mujer, y en general

44
consiste en lesiones que afectan las vías genitales produciendo su destrucción u
obstrucción irreversible.

En relación con esta circunstancia, el artículo 156 del Código penal declara
no punible la esterilización realizada por facultativo, cuando haya existido previo
consentimiento libre y expresamente emitido por el sujeto pasivo. La exención
de responsabilidad penal no tendrá lugar cuando el consentimiento se haya
obtenido viciadamente o mediante precio o recompensa, o el otorgante fuera
menor o incapaz, caso en que no será válido el prestado por éstos ni por sus
representantes legales. Sin embargo, no será punible la esterilización de
persona incapaz que adolezca de grave deficiencia psíquica cuando aquélla
haya sido autorizada por el juez a petición del representante legal del incapaz,
oído el dictamen de dos especialistas y el Ministerio Fiscal, y previa exploración
del incapaz.

8.4.5 Impotencia

El significado médico de la impotencia es amplio e incluye todo aquel


estado permanente que determina la pérdida de la facultad de procrear,
refiriéndola a las diversas formas de ineptitud para la función sexual (impotencia
coeundi, generando, concipiendi, gestandi y parturiendi). No obstante, hemos de
entender, puesto que en el mismo artículo 149 se incluye la esterilidad (que
engloba la impotencia generando y concipiendi), que el Código penal quiere
limitar el alcance jurídico del término a la impotencia coeundi o incapacidad para
verificar el coito y, por tanto, para el disfrute de la vida sexual plena (pudiendo
incluirse entre ésta también, según GONZÁLEZ RUS, la castración tanto del
hombre como de la mujer -extirpación del útero y ovarios)..

Por ello, se plasma en el Código vigente la equiparación penal de las


lesiones intencionales que determinen la incapacidad, ya sea para la relación
sexual como para la reproducción.

45
8.4.6 Deformidad

Razones de política criminal dieron lugar a la creación de una pena


especial para cierto tipo de delitos (políticos, amorosos) que intencionadamente
perseguían la finalidad de desfigurar la cara de la víctima. Esta característica
forma de delincuencia mereció trato especial por parte del legislador,
persiguiéndola con el máximo rigor. La desfiguración o deformación, para que
dieran lugar a este delito, debían recaer sobre la cara, si bien esta región es más
amplia para el legislador que para el médico, pues en la cara se incluyen la frente,
las orejas, la parte anterior y lateral del cuello, es decir, la cara y el cuello
anatómicos, menos las partes cubiertas de cabello.

Desaparecida prácticamente aquella forma especial de delito, se ha


mantenido, sin embargo, el concepto de deformidad como resultado
directamente provocado, es decir, como lesión intencional, aunque el actual texto
penal distingue dos grados: la «grave deformidad» y la «simple deformidad»,
contempladas, respectivamente, en los artículos 149 y 150. La jurisprudencia
entiende por deformidad toda alteración de la forma, permanente y visible, de
cualquier parte del cuerpo. Igualmente la jurisprudencia ha sentado las bases de
que el concepto de deformidad, es un concepto en expansión, pues va cediendo
cada vez más importancia a determinados cánones de belleza corporal,
indicativos, a su vez, de salud y bienestar, que alcanzan a las relaciones sociales
y profesionales, en las que se considera como mérito al menos inicialmente, la
buena presencia de la persona.

La doctrina jurisprudencial, por otra parte, ha venido ampliando el primitivo


criterio local, con lo que en la actualidad se entiende por deformidad toda
alteración de la forma, permanente y visible, de cualquier parte del cuerpo.
Algunos autores añaden la condición de que no sea susceptible de prótesis, pero
no está recogida en nuestra legislación por la diferencia tan acusada entre los
diversos tipos de prótesis según la parte orgánica que sustituyan (p. ej., un diente
o un globo ocular).

46
En el concepto de «deformidad» establecido anteriormente, se recogían dos
criterios, la permanencia y la visibilidad; en relación con estos criterios la
jurisprudencia nos dice que el criterio de permanencia, no se ve afectado por la
posibilidad de eliminar la parte deforme por métodos quirúrgicos o de otra índole,
en actividad posterior a la curación o al alta del enfermo, ya que estas técnicas
pueden conllevar un cierto riesgo para el paciente o, simplemente, no ser
aceptadas por el mismo, en atención a consideraciones que sólo competen a su
esfera personal. En cuanto a la visibilidad, el CP no exige que la misma se
reduzca al rostro, sino que se extiende a toda la periferia del cuerpo, de modo
que las huellas o cicatrices de las lesiones, es indiferente que puedan taparse
con la ropa o usando otros métodos artificiales.

La deformidad lleva implícita la pérdida de la forma normal, de la eurritmia


y de la disposición armónica de las partes. Se originará deformidad allí donde
una alteración rompa la armonía natural anatómica. Siguiendo este criterio,
nuestro Tribunal Supremo ha entendido que es deformidad «la fealdad visible
resultante de una irregularidad física permanente y definitiva», así como «lo que
es desfigurado, feo e imperfecto», incluyéndose, por consiguiente, en este
concepto la fealdad visible y permanente, no siendo preciso ni que sea notable,
ni que afecte el conjunto de la persona, bastando que sea visible la señal que
desfigura.

Pero, frente a este criterio estético puro, que es el principalmente


mantenido por nuestro más alto tribunal, diversos autores han enunciado otros
aspectos bajo los cuales puede considerarse la deformidad, lo que conviene
tener presente en una peritación, a fin de aquilatar mejor su importancia.
Probablemente ha contribuido a esta consideración el hecho de que el criterio
puramente estético escapa a la competencia pericial del médico.

Entre estos criterios pueden citarse:

47
1. El concepto estético o anatómico, que se refiere al grado de imperfección o
fealdad visibles, valorado por el propio magistrado con el asesoramiento de
técnicos en arte.
2. El criterio cuantitativo, que pone en relación el concepto de deformidad con
la extensión superficial de la cicatriz residual, pero que en realidad debe ser
variable según la zona en que recaiga (p. ej., cicatriz en la córnea).
3. Criterio fisiológico o anatomo-funcional (MAESTRE, PIGA). referido, no a la
deformación estética, sino a la disfunción origen de imperfección o fealdad,
tal como sucede cuando la musculatura mímica ha quedado afectada por la
lesión.
4. Visibilidad de la alteración, condición en la que insiste de modo especial la
doctrina jurisprudencias.
5. Algunas circunstancias personales del ofendido pueden dar mayor relieve y
trascendencia social a la imperfección: sexo, edad, profesión, etc.
6. La índole del agente traumático (heridas por arma blanca, proyectiles de
arma de fuego, cáusticos, llama), que hace variar la naturaleza de la cicatriz.
7. FERNÁNDEZ CABEZA consideraba que también constituyen deformidad
aquellas alteraciones que producen rechazo, asco, repugnancia, burla, etc.,
pero no basadas en alteración de «forma» perceptible por la vista, sino que
afectan otro sentido, principalmente oído u olfato: así, la voz bitonal, chillona
o gangosa, o la atiplada en el varón y varonil en la mujer; los malos olores
consecutivos a la incontinencia o fístula estercoráceas; ano contra natura;
incontinencia o fístula urinarias, ocena, etc.
8. CUELLO CALÓN define la deformidad como "toda irregularidad física,
visible y permanente.
9. MUÑOZ CONDE y RODRÍGUEZ DEVESA entienden y asimilan a la
deformidad -concepto jurídico-penal- como un concepto valorativo estético.
10. OLIVER y DEYFRUD, como "toda anomalía física visible causada por
accidente que afee a la víctima: cicatrices, deformaciones, mutilaciones del
gesto, necesidad de utilizar prótesis, muletas, etc., cuya importancia varía
con la naturaleza, localización, características, edad, el sexo y el aspecto
físico anterior".

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11. ALCANTARA MACHADO estima que la deformidad tiene que ser: Aparente,
es decir, visible y que no pueda ser cubierta por los vestidos, irreparable y
permanente.

12. BOROBIA FERNÁNDEZ considera que existen alteraciones en la forma, en


zonas no visibles que no originan un perjuicio estético -como una cicatriz en
el cuero cabelludo que queda cubierta por el pelo- ya que no provoca una
pérdida de alteración del lesionado. Pero que no impide, que pueda
ocasionar una serie de alteraciones de su autoestima e incluso
modificaciones en determinados comportamientos y relaciones.
13. RUIZ VADILLO, define el daño estético o deformidad, como toda
irregularidad física visible y permanente, esto es, alteración física o corporal
extensa en cualquier parte del cuerpo aun en la que usualmente se cubre
que suponga desfiguración o fealdad ostensible a simple vista; deformidad
en suma, es desproporción o irregularidad en el aspecto físico de una
persona, es decir, anormalidad desde la óptica de la generalidad".

Así pues y como viene marcado en la Resolución 75/7 del Consejo de Europa,
se trata de estudiar y evaluar la pérdida de atracción puramente y no las
repercusiones fisiológicas, sociales, morales y laborales, ya que éstas deben ser
valoradas no dentro del daño estético, si no dentro de los respectivos daños.

Tampoco hay que olvidar que hay alteraciones estéticas, que no producen
daño estético, como son las cicatrices ocultas en el cuero cabelludo, valoradas
aparte en la Ley 3011995 de-8 de noviembre de Ordenación y Supervisión de los
Seguros Privados, en su Anexo en el Capítulo 1, de la cabeza en el cuero
cabelludo de 2 a 12 puntos.

Por otro lado, será el desarrollo jurisprudencial de los artículos 149 y 150 el
que determine la exacta interpretación diferencial entre «deformidad» y «grave
deformidad». No obstante, la jurisprudencia ya existente respecto de la noción
jurídica de deformidad, que, como hemos visto, se ha ido ampliando con el paso
de los años y merced al advenimiento de unos nuevos usos sociales que

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conceden elevada importancia al aspecto de la persona, permitiría distinguir dos
grados dentro del concepto de deformidad. El más grave, restringido al primitivo
sentido jurídico del término, vendría limitado por la visibilidad de la alteración
anatómica y caracterizado por la verdadera desfiguración. Quedaría aparte el
concepto de «simple» deformidad como aquellos estados que, constituyendo sin
duda una alteración de la estética corporal, no alcancen el carácter de verdadera
desfiguración.

En particular, la ha apreciado en la fractura de los huesos de la nariz con


desviación de tabique (SSTS de 21 mayo y 28 junio de 1984), en el hundimiento
de la bóveda craneal (20 de marzo de 1984 ), pérdida parcial de una oreja (11 de
abril de 1986, 2 de febrero de 1994), cicatrices en el pecho y flanco (20 de junio
de 1985), pérdida de dientes (2 de abril -de 1985, 18 de junio de 1-990, muy
reiterada, aunque puedan repararse con una prótesis dentaria; o se encontraran
en mal estado, STS de 27 de noviembre de 1991), cicatrices en la cara (21 enero
1985, en un labrador de cincuenta y siete años; 19 de junio de 1991), cicatriz en
un muslo (30 de mayo de 1983), pérdida de una falange (22 de abril de 1982),
pérdida de pelo en zona parietal, que obliga a llevar peluca (STS de 12 de abril
de 1994). De manera unánime se advierte que es indiferente que el defecto
pueda ser disimulado, reparado quirúrgicamente o mediante prótesis (STS
de 29 de enero de'1990, por todas).

8.4.7 Grave enfermedad somática o psíquica

Esta circunstancia aparece reflejada en el artículo 149. El legislador exige


que la enfermedad sea grave sin aportar ninguna aclaración al respecto.

Interpretando el sentido con que aparecen en el Código penal, las


enfermedades «graves», aunque sean reversibles, deben considerarse incluidas
en la circunstancia penal definida en el mismo artículo 149. Por otra parte, el
legislador parece exigir que sea importante el riesgo para la salud que significa
la enfermedad provocada de propósito, para que se configure el delito, sin exigir
la incurabilidad o permanencia.

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Si la enfermedad mental o física no reúne el requisito de la «gravedad»,
debe considerarse como simple «menoscabo», caso en que debe incluirse en el
delito tipificado en el artículo 147, de menor entidad penal, por cuanto no
presupone la intencionalidad.

Se incluye en este término cualquier afección del cuerpo o de la mente que


altere de una forma duradera e importante el funcionamiento normal del
organismo, sin que sea preciso que sea incurable. Respecto a la enfermedad
mental puede comprender tanto la enajenación como cualquier alteración grave
de las facultades mentales del sujeto. Parece razonable en el caso de las
enfermedades somáticas, incluir otras que aún con una probabilidad relevante
de curación, suponen un peligro para la vida, planteándose tal problema sobre
todo en el caso de enfermedades contagiosas. La sentencia del Tribunal
Supremo de 18 de noviembre de 1991, consideró enfermedad la alteración de la
salud que el SIDA produce en sus primeras fases, al convertir al sujeto en
portador sintomático de anticuerpos VIH, con alteración inmunohematológica,
limitación de su capacidad de procreación y afectación de carácter indefinido, por
tratarse de una afección crónica con riesgo de evolución al SIDA y síndrome aso
ciados.
Según la circular 2/1990 de la Fiscalía General del Estado, el concepto de
gravedad que debe tener la enfermedad somática o psíquica para entrar en el
tipo del art. 149, no puede ser una puerta abierta a la discrecionalidad del fiscal
o del Tribunal, ni tampoco una calificación de apreciación discrecional del
médico. El Tribunal, así como el fiscal, deben valorar, a través del
correspondiente dictamen pericial, las circunstancias de la enfermedad, su
duración, el riesgo para la vida del enfermo, la posibilidad de cronicidad y cuanto
el concepto cultural social determina la consideración como grave de una
enfermedad. En este terreno se plantearán cuestiones en tomo a la diferencia
entre enfermedad psíquica grave e incapacidad mental incurable. Así como la
enfermedad somática grave debería ser, en principio, aquella que crea un riesgo
cierto para la vida, la enfermedad psíquica grave debe ser aquella que corre el
riesgo de provocar una psicosis profunda o dar lugar a una incapacidad mental

51
notoria. De otra parte, aunque difícilmente puede concebirse una enfermedad
incurable que no pueda calificarse de grave, no lo es menos que
excepcionalmente puede existir una perturbación menor de la salud incurable o
crónica que no merezca aquella calificación. A este respecto se ha señalado una
contradicción entre la enfermedad psíquica grave y la incapacidad mental
incurable, contradicción sólo aparente, pues es posible una enfermedad psíquica
grave que sólo produzca incapacidad transitoria por ser curable y una
incapacidad mental incurable que no sea grave, e incluso que no provenga de
una enfermedad deliberadamente causada, sino de un traumatismo que no
busca aquel resultado, en cuyo caso habrá que aplicar el art. 148.

9. CONCEPTOS DE MENOSCABO DE LA INTEGRIDAD CORPORAL Y


DE SALUD FÍSICA O MENTAL

Conceptuar el término "menoscabo" supone definir el ámbito de las


alteraciones corporales causadas por los daños capaces de producir lesiones
con mayor o menor grado de permanencia.

El Código Penal de 1.995 requiere que una lesión será punible cuando
precisamente cause menoscabo de la integridad corporal o de la salud física o
mental.

El término “menoscabo" es equivalente desde el punto de vista médico o


"deficiencia" en todas las normas y guías de Valoración del daño corporal, en
concreto las Guías o Tablas de la Asociación Médica Americana (AMA) o en las
Tablas y Baremos aprobados en España por la Dirección General de Seguros a
efectos de valoraciones indemnizatorias para daños causados por vehículos de
motor.

De acuerdo con la OMS puede definirse la deficiencia o menoscabo como


"toda psicológica, fisiológica o anatómica”.

52
Según las Guías para evaluación de menoscabo de la AMA se define la
deficiencia o menoscabo como "una alteración del estado de salud de una
persona". Desde este punto de vista, representa una desviación de la normalidad
de una región, aparato o sistema del organismo y su funcionamiento.

Una deficiencia o menoscabo se cataloga como "permanente" cuando


está detenida o estabilizada durante un período de tiempo suficiente para permitir
la reparación óptima de los tejidos, y que además no hace probable que varíe, a
pesar de nuevos tratamientos médicos o quirúrgicos.

Un aspecto importante del concepto de menoscabo o deficiencia es su


consideración como "estados que interfieren con las actividades de la vida
diaria", entre otras, las siguientes:

 Cuidado e higiene personal.


 Comer y preparar la comida.

 Comunicarse, hablar y escribir.


 Mantener una postura, estar de pie y sentarse.
 Atender el hogar y las finanzas personales.
 Caminar, desplazarse y cambiar de sitio.
 Realizar actividades recreativas y sociales.
 Realizar actividades laborales.

La fijación de un porcentaje de deficiencia cumple, entre otros fines, el de


facilitar una estimación informada del grado en que ha disminuido la capacidad
de una persona para llevar a cabo las actividades de la vida diaria.

El concepto de "normal", no es un punto exacto ni representa un concepto


absoluto desde el punto de vista de la funcionalidad física o mental y de la salud.
A menudo, debe considerarse como un rango o una zona, como ocurre en los
casos de la visión y la audición. La normalidad puede variar con la edad, el sexo
y otros factores. Por ejemplo, las habilidades físicas y la capacidad visual de una
persona de 21 años de edad serán casi con toda seguridad diferentes de las

53
personas de 75 años. Una interpretación de la normalidad demasiado estricta
podría dar lugar a una sobreestimación o una subestimación de la deficiencia. La
normalidad debe determinarse mediante estudios adecuados de poblaciones
representativas llevados a cabo con métodos válidos.

La expresión del menoscabo referida a la integridad corporal representa


la medida del grado en el que una deficiencia afecta o incide desde el punto de
vista anatómico a la totalidad del cuerpo humano. Por otro lado, la referencia del
menoscabo con respecto a la salud física o mental tiene un sentido claramente
"funcional", en línea con el marco conceptual de la OMS, al medir la influencia o
el impacto de las deficiencias sobre la salud, entendida como bienestar físico y
mental y no sólo como ausencia de enfermedad.

Ahora bien, la existencia de una deficiencia o menoscabo de la integridad


corporal y de la salud física o mental, no sólo ha de considerarse en términos de
su significado anatómico y/o funcional en situación de normalidad, sino que es
de especial interés su valoración referida al grado en que dicho menoscabo o
deficiencia repercute sobre las demandas externas exigidas a la persona que lo
padece.

En este sentido, la discapacidad puede definirse como una alteración de


la capacidad de una persona, debido a una deficiencia para satisfacer demandas
personales, sociales o laborales o requisitos legales. Hace referencia a una
actividad o tarea que no puede realizar el sujeto. Surge de la interacción entre
una deficiencia y las exigencias externas, especialmente las relacionadas con el
trabajo.

La OMS define la discapacidad como toda restricción o ausencia (debido


a una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad”

La pérdida de la falange distal del dedo meñique de la mano derecha


implicada supone una deficiencia de la función del dedo y la mano tanto para un
concertista de piano como para el presidente de una empresa, pero en este

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último la posibilidad de que resulte discapacitado es menor que la de aquél. El
cirujano que pierde una mano sufrirá una deficiencia 'y además estará
discapacitado para operar; pero nada le impedirá ser designado director médico
del Hospital y acaso no quede totalmente discapacitado para ejercer su
profesión.

Millones de personas padecen leves pérdidas de audición que se desvían


de la normalidad y que pueden clasificarse como deficiencias. Sin embargo, esto
no significa que presenten discapacidad. Quien puede satisfacer las necesidades
de la vida no está discapacitado, aunque una exploración médica revele alguna
deficiencia. Quien presenta una deficiencia puede o no tener la habilidad o la
capacidad suficientes para satisfacer las exigencias o requerimientos de un
puesto o trabajo determinados.

Una revisión de la discapacidad en Estados Unidos reveló que cerca de


7,1 millones de personas que viven en Instituciones asistenciales,
aproximadamente el 3 % de la población del país, presentaban discapacidades
para la realización de las actividades de la vida diaria. Cerca del 60 % tenían más
de 65 años de edad, y la prevalencia era sustancialmente mayor de mujeres.

Desde el punto de vista legal, en Estados Unidos el concepto de


"minusvalía" está relacionado con los de discapacitada u deficiencia, pero no
coincide con ellos.

Según la legislación federal, una personal presenta una minusvalía si


padece una deficiencia que imita de forma sustancial una o más actividades de
la vida, tiene un expediente de deficiencia, o se considera que presenta una
deficiencia. Esta definición es tan amplia que, de acuerdo con ella, casi cualquier
persona puede ser considerada minusválida.

En España y a efectos de la valoración médica de los menoscabo o


deficiencias se dice que puede haber minusvalía cuando hay una deficiencia
asociada a un obstáculo para el ejercicio de una actividad útil. Supuesta la

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deficiencia, habrá minusvalía si existen obstáculos para el ejercicio de las
actividades básicas de la vida que sólo puedan superarse compensando de
alguna forma los efectos de esta deficiencia. Esta compensación o adaptación
requiere a menudo la utilización de dispositivos de ayuda, como muletas, sillas
de ruedas, elevadores, audífonos, lentes correctoras, prótesis o instrumentos o
elementos especiales. La adaptación puede incluir la modificación del entorno.

Cuando una persona que presenta una deficiencia no es capaz de realizar


una tarea o actividad específica a pesar de la adaptación, o si no existen
adaptaciones adecuada, esa persona presenta discapacidad y minusvalía. En
cambio, cuando una persona que presenta una deficiencia es capaz de realizar
una tarea específica, con o sin adaptación, no presenta discapacidad ni
minusvalía respecto a esa tarea.

La diferenciación de los tres conceptos: menoscabo o deficiencia,


discapacidad y minusvalía, tiene gran importancia no sólo en términos médicos
sino fundamentalmente desde el punto de vista persona, laboral y social, ya que
la existencia de una lesión que origine un menoscabo permanente genera un
abanico de consecuencias de diverso tipo que requiere una evaluación en base
a criterios objetivos que permita obtener juicios de valor a efectos jurídicos,
penales, de Seguridad Social o laborales. Así, por ejemplo:

- un 33% de minusvalía implica la declaración de Minusválido


- un 65% de minusvalía (incluyendo factores sociales, que no son médicos)
implica la posibilidad de percepción de Pensión No Contributiva

Evidentemente, será el mayor o menor impacto de la deficiencia o


menoscabo sobre la inseguridad corporal.

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10. BIBLIOGRAFÍA

• American Medical Association. Guía para la evaluación de las deficiencias


permanentes. Ministerio de Asuntos Sociales. 1994.

• Borobia, C. La valoración del daño corporal. Jano 26 Mar-6 Ar 1985 nº


649M;2129.

• Cardona LLor5ens, A. estudio Médico-Legal del delito de lesiones.


EDERSA. Madrid, 1988.

• Criado del Río, M.T. Valoración Médico Legal del Daño a la Persona. Civil,
penal, laboral y administrativa. Responsabilidad Profesional del perito
médico. COLEX. Madrid, 1999.

• Gisbert, J.A. Medicina Legal y Toxicología. 4ª Ed. SALVAT Barcelona


1991.

• Hernández Cueto, C Valoración Médicsa del Daño Corporal. Guía


Práctica para la exploración y evaluación de lesionados. 2ª Ed. MASSON.
Barcelona 2001.

• Melennec, L. Valoración de las discapacidades y del daño corporal.


Baremo internacional de invalideces. Barcelona. MASSON, 1996.

• Organización Mundial de la Salud. Clasificación Internacional de


Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías. Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales. Madrid 1997.

• Organización Mundial de la Salud. Clasificación Internacional del


Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Ministerio de Trabajo
y Asuntos Sociales. Madrid 1997.

• Villanueva, e. Medicina Legal y Toxicología de GISBERT. 6ª Ed. SALVAT


Barcelona 2004.

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11. RECURSOS EN LA WEB

http://www.poderjudicial.es/cgpj/

http://www.ub.edu/dpenal/CP_vigente_31_01_2011.pdf

http://www.cienciaysociedad.info/vdc/

www.boe.es

http://www.aacs.org.ar/doc/baremo/baremoAACS_V1.0.pdf

http://www.ua.es/oia/es/legisla/rd1971_1999.htm

http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/pdf/desarrollohumano/oms-clasificacion-01.pdf

http://www.slideshare.net/galipote/manual-evaluacion-y-calificacion-
discapacidad

http://www.who.int/classifications/icf/wha-sp.pdf

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