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Los duelos de la vejez

Si bien, como seres vivientes y sociales estamos expuestos a ellos durante


todo nuestro ciclo vital, es una realidad que en esta etapa es, comparada a
otras etapas, el estadio con más gran cantidad de duelos internos y externos
que se manifiestan en el devenir de la vida.

Si tuviéramos que conceptualizarlo de una manera rápida, podríamos decir que


duelo refiere a un proceso de adaptación emocional que se despliega a partir de
una pérdida. Esta misma, puede ser real, como el deceso de un ser querido, por
ejemplo; o simbólica, como lo que la idea de finalización de obligaciones
laborales y jubilación ocasionan.

Más allá del tipo de menoscabo sufrido, es a través del devenir del duelar que la
mente y el espíritu intentan asimilar el sacudón sufrido, para que ese proceso que
"Duele" -de ahí su nombre- intensamente en el aquí y ahora, sea elaborado y así
el sentimiento negativo y limitante le de paso a la resignación y aceptación de la
nueva situación que toca vivir.

Las diversas pérdidas acumuladas en nuestra vida no implican que en la etapa de


la mediana edad y vejez se neutralice el temor a seguir perdiendo. Al contrario.
El miedo a ellas se vuelve más profundo, y la dependencia en muchos casos se
hace aún mayor, sin dejar de mencionar que cada aproximación a la idea de la
muerte, no es más que un recordatorio de nuestro estado como seres finitos en un
universo inmenso. Se hace aquí necesario, que la persona adulta conozca,
reflexione y organice estas experiencias en un nuevo marco de realidad.

Reflexionemos nosotros, en nuestro rol de familiares si más de una vez, lejos de


querer subestimar los duelos de los ancianos, pero con el afán de mantenerlos
fuera del alcance del dolor, no cometimos un "des-acompañamiento" de ellos, en
medio de las circunstancias emergentes.
Para tener en cuenta, les dejo a continuación, los duelos más comunes que se
presentan en esta etapa de la vida:

Duelo por la jubilación: Cuando llega el momento de finalizar una etapa laboral
o profesional, la persona mayor comienza un duelo en el que es frecuente que
sientan ansiedad, culpa y tristeza. Esto tiene que ver con unir la percepción de
dejar de trabajar con la idea de inutilidad familiar. Las características de la
sociedad actual hacen que se suela estructurar la vida alrededor del rendimiento
laboral, por lo que el final de esta etapa significa un cambio abrupto en el que
surgen sentimientos como inquietud, preocupación, inhibición, pérdida de la
autoestima, etcétera.

Se trata no sólo de una pérdida económica dada por la seguridad del salario sino
también de una pérdida emocional en la que se deja de frecuentar una red social
significativa.

Duelo la por pérdida de la salud. Acumular años implica cambios físicos que se
van haciendo cada vez más notorios y en muchas ocasiones el detrimento de
salud asociado genera una dependencia física y pérdida de autonomía. La
disminución de las facultades físicas sensoriales, como la agudeza visual y la
capacidad auditiva, el debilitamiento de la capacidad de respuesta y del
procesamiento de información, alteran desde los hábitos de vida, hasta los
mismos gustos y costumbres.

Duelo por muerte de seres queridos. La pareja, familiares o amigos que


fallecen son situaciones que ocasionan gran tristeza y sentimientos de soledad
además de avizorar en el otro la cercanía de la propia muerte. La defunción de
gente de la misma generación lleva a cancelar una parte del pasado compartido, y
durante la elaboración de la perdida se dan periodos de rechazo, negación y
confrontación de la realidad, hasta que finalmente se aprende a vivir en el nuevo
y más reducido contexto social. La muerte del esposo o esposa puede llevar a la
persona adulta a sentir mayores sentimientos de soledad, insomnio, nerviosismo e
inclusive desamparo aun cuando los seres más queridos le brinden su total
atención.
Sea cual fuere la pérdida física o simbólica sufrida, como familiares del afectado,
en caso de notar que los sentimientos negativos que surgen se prolongan sin
observar mayores avances a lo largo de un tiempo prudencial -si bien no se puede
asegurar tiempos específicos para la superación de los duelos, se dice que durante
y pasado el primer año del suceso, la persona se encuentra más cerca de la
aceptación de la nueva realidad con su consecuente elaboración-, es importante
que el adulto reciba apoyo psicológico profesional para poder reiniciar una nueva
etapa donde se fortalezca el estado de salud emocional y físico del paciente.

En este sentido a través de la reconciliación con las experiencias sucedidas, se


logrará no sólo reafirmar la propia identidad del individuo sino que esto brindará
herramientas para afrontar de una manera sana y superadora el resto de su vida.

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