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Sexo: Masculino
Edad: Desconocida
Estado Civil: Divorciado
Nacionalidad: Colombiana
C.C: Desconocida
Nacionalidad: colombiana
C.C: 1020808871
Institución Educativa de Egreso: Pontificia Universidad Javeriana
Calidad de Perito: Psicólogo
A las 4.47 am del jueves 24 de mayo del 2012 en Bogotá, Colombia, la Línea de
Emergencias 123 recibe una llamada de una mujer angustiada que afirmaba haber sido
violada en el Parque Nacional y pedía socorro. Sin embargo, la llamada se cortó. A las 4.50
am ella logra ponerse en contacto de nuevo y ofrece indicaciones más precisas (Revista
Semana, 2012). A las 4.55 am la Policía llama al Cuerpo de Bomberos (El Espectador, 2012)
para que colaboraran con la búsqueda y, alrededor de una hora después, se encontraron
con una escena estremecedora, no lejos de un CAI de la Policía.
Vieron a una mujer acostada sobre un charco de sangre, todavía consciente, con
hipotermia, desnuda de la cintura para abajo, con laceraciones en los brazos y en torno al
cuello -que sugería un intento de estrangulamiento-, con una puñalada en la espalda, un
fuerte golpe en la cabeza y graves heridas en su zona genital, donde sangraba (Revista
Semana, 2012; El espectador, 2012). Le prestaron primero auxilios mientras se acercaba la
ambulancia. Ella pudo caminar a la ambulancia y al llegar les dijo: “Yo conocía a quien me agredió”
(El Espectador, 2012), también alcanzó a decir que después de una noche de tragos con
amigos, se había montado en la moto del conocido que nombró y que luego este la golpeó
con un casco en la cabeza. Inmediatamente el vehículo arranca a las 6.21 am y la remite al
Hospital Santa Clara en el sur de Bogotá, donde la recibieron a las 8.00 am.
José Páramo, subdirector del centro médico, afirma que “Los galenos de urgencias
nunca habían visto algo tan brutal y tan horrible como lo que encontramos con esta persona
(…)” (Revista Semana, 2012). En el hospital, Rosa Elvira Cely -víctima-, sufrió un paro
cardíaco. Al ser intervenida en el quirófano, encontraron dentro de su cuerpo rastros de
hierba y astillas, consecuencia de una rama que le habían introducido por el ano, la cual
destruyó sus intestinos, útero, pelvis y trompas de Falopio (El Espectador, 2012). Durante
la operación, detectaron una peritonitis a causa del objeto con el cual la habían torturado.
Durante cinco días en cuidados intensivos los médicos intentaron controlar la infección
interna que se estaba propagando y el trauma craneoencefálico, pero no lograron ningún
resultado. El lunes 28 de mayo fallece Rosa Elvira a causa de la peritonitis que había
adquirido (Revista Semana, 2012).
Gracias a diversas entrevistas y al mismo testimonio que Rosa Elvira alcanzó a
expresar, se establecieron como responsables a Javier Velasco y a Mauricio Ariza (Revista
Semana, 2012). Los tres eran compañeros de clase en el colegio Manuela Beltrán -ubicado
en la calle 57 con avenida Caracas- en la jornada nocturna. Claudia Velásquez -prima de la
víctima- condujo hacia una persona -Javier Hernández- que identificó a Velasco como el
sujeto con el que Rosa Elvira había sido vista por última vez. Hernández reveló que el día
después del suceso Velasco no llevó su moto al colegio, a pesar de que lo hiciera todos los
días sin falta; lo más alarmante fue que supuestamente Velasco, en una noche de copas –
con anterioridad al delito-, le dijo: “La maldad me ha llevado a hacer cosas malas. Yo soy
una gonorrea, y Mauricio también.” (El Espectador, 2012). Sin embargo, las autoridades no
encontraron pruebas para vincular a Ariza con el crimen.
(…) según la reconstrucción de los hechos, Ariza Rojas se habría separado de Velasco
y Rosa Elvira cuando este último le ofreció a su amiga llevarla a la casa. Pero, como
ella le contó al médico de la ambulancia que la auxilió, él la llevó a la fuerza al Parque
Nacional. La golpeó con un casco en la cabeza, la cara y el cuerpo. La violó. La
apuñaló. La intentó ahorcar. Y, finalmente, le introdujo un objeto por el ano que la
destruyó por dentro. (El Espectador, 2012).
En el miércoles 30 de mayo dos investigadores, un fotógrafo y un dactiloscopista,
encontraron en la escena del crimen los zapatos, el collar y el jean de Rosa Elvira, también
la mitad de un chaleco para moto color amarillo y negro, de placa CDB 05B -correspondiente
a la moto de Velasco según la oficina de Tránsito de Chía-. El viernes 1° de junio es arrestado
Javier Velasco a las 7.45 pm, mientras caminaba al colegio; según la Policía, no mostró
ninguna seña de alteración. Durante el mismo día se realizó un allanamiento en la
habitación que el presunto asesino tenía arrendada en el barrio Galerías. Encontraron la
otra mitad del chaleco, guantes de látex, una camisa blanca y un pantalón negro con
manchas de sangre, dos armas cortopunzantes, un reloj de mujer y cartas de amor y perdón
dirigidas a Rosa Elvira. Sin embargo, uno de los elementos de evidencia probatoria más
contundente fue el cotejo entre el semen que encontraron en la víctima y el ADN de
Velasco.
La Fiscalía le imputó tres cargos a Velasco -los cuáles rechazó-: homicidio agravado,
tortura y abuso sexual. Además, ya había pagado una condena por asesinato, tenía una
investigación en contra por presunto abuso sexual de sus dos ex hijastras y una orden de
arresto desde el 2 de mayo por otro suceso relacionado con una violación (El Espectador,
2012).
En el 3 de junio del 2002, asesina a Dismila Ochoa Ibáñez propinándole 17 machetazos.
Sin embargo, la jueza expresa que él “carece de la capacidad para comprender la ilicitud de
sus actos” (El Espectador, 2012), por lo que considera el cargo como inimputable debido al
reporte de Medicina Legal. En agosto de ese mismo año es recluido en el pabellón
psiquiátrico de la cárcel Modelo porque los psiquiatras insistían en que era urgente que
tratara su problema con el alcohol. Sin embargo, el coordinador de aquella unidad de
atención mental expuso que no presentaba rasgos psicóticos que ameritaran su
pertenencia en ese lugar.
Objetivo General
Objetivos Específicos
Que haya sido desencadenada por una causa inmediata y fácilmente verificable (…)
Que su aparición haya sido brusca o al menos rápida (…) Que su duración haya sido
breve (…) Que desaparezca de forma igualmente rápida, por una curación completa,
sin secuelas y sin probabilidades de repetición (…) Que la intensidad del trastorno
mental sea origen de una anulación completa para comprender la ilicitud del hecho
o actuar conforme a esa comprensión no siendo suficiente la mera ofuscación.
(Cano, 2006, p.210)
Tabla 1
N
tristeza – depresión - timidez – ansiedad – tensión - miedo – culpa – irracionalidad -
vergüenza – mal humor – emotividad - preocupación
E
sociabilidad – actividad – asertividad – despreocupación – dominancia – búsqueda de
sensaciones (socializada) – osadía - espontaneidad - rapidez
P
impulsividad – agresividad – hostilidad - frialdad – egocentrismo – falta de empatía –
crueldad - creatividad – falta de conformismo - dureza mental
Schmidt et al. (2010). Rasgos típicos que define cada dimensión.
Además de ser una postura disposicional y dimensional, el modelo de la personalidad
de Eysenck también es de carácter jerárquico. Este se compone por cuatro niveles: en el
primero se encuentran las acciones, cogniciones y reacciones emocionales específicas; en
el segundo están los actos, las emociones y las cogniciones habituales; en el tercer nivel se
encuentran los rasgos –compuesto de estas conductas interrelacionadas-; por último, en el
cuarto nivel se encuentran las dimensiones previamente mencionadas (Schmidt et al.,
2010).
Eysenck afirma que la personalidad tiene un componente genético, soportado por
estructuras fisiológicas. El Neuroticismo suponía abarcar al sistema límbico; la Extroversión
se soportaba en el sistema activador reticular ascendente (SARA) –una puntuación alta
supondría un bajo nivel en este circuito, lo que requeriría una mayor estimulación
ambiental para alcanzar una activación cortical considerable-; respecto a la dimensión de
Psicoticismo, Eysenck no logra profundizar lo suficiente para evidenciar sus bases
neuropsicológicas. Sin embargo, establece que las puntuaciones extremas en P indican la
predisposición de los sujetos al trastorno antisocial de la personalidad y a la psicosis;
además, sugiere que las estructuras involucradas podrían ser las mismas que las del rasgo
de “búsqueda de sensaciones impulsiva-no socializada” (BS) propuesto por Zuckerman
(citado en Schmidt et al., 2010), debido a que existe una alta correlación entre ambos y
entre la BS con la impulsividad, tomando en cuenta que en la última versión de los
inventarios Eysenck (EPQ-R) se opera con ese constructo. Por otro lado, se establece que la
característica principal de la BS es la inhibición, influida por la activación de los circuitos
noradrenérgicos y dopaminérgicos, bajos niveles de serotonina, altos niveles de
testosterona y bajos niveles de la enzima monoaminoxidasa (MAO).
Como se revela en Redondo & Pueyo (2007), las diversas combinaciones de las
dimensiones N, E y P explicarían los diferentes grados de adaptación individual. Los seres
humanos, según Eysenck, desarrollarían una “conciencia emocional” que limitaría la
presentación de conductas antisociales. Sin embargo, “los individuos con elevada
extraversión, bajo neuroticismo y alto psicoticismo tendrían mayores dificultades para una
adquisición eficaz de la ‘conciencia moral’, en cuanto inhibidora del comportamiento
antisocial” (Redondo & Pueyo, 2007, p. 148).
Para profundizar en los vacíos que la teoría de Eysenck dejó en relación con las bases
biológicas del psicoticismo, son de gran relevancia estudios encontrados en Escobar &
Alcázar (2016). Estos autores proponen dos tipos de agresión: la agresión impulsiva
(afectiva, reactiva) y la agresión premeditada (predatoria, instrumental, proactiva). La
primera se caracteriza por estar acompañada de un estado emocional desagradable, en
donde se busca acabar con esa sensación como respuesta ante una frustración o
provocación percibida; la segunda, por el contrario, no debe abarcar dicho estado
emocional, el agresor tiene una motivación explícita relacionada con la recompensa que
puede obtener desempeñando dicha conducta, razón que lo lleva a ser agresivo sin un
estímulo frustrante que preceda al evento. Por la pertinencia para el caso, se hará énfasis
en la agresión impulsiva. Esta se ha vinculado con un historial de abuso, impulsividad,
emociones negativas y dureza emocional –componente de la psicopatía-.
Las estructuras que controlan al “ataque afectivo”, que comparte varios rasgos con la
dimensión de psicoticismo -aspecto que se corroborará a continuación con los trabajos de
Company & Soria (2016)-, son el hipotálamo medial –modulador de la conducta agresiva-,
el cual envía señales excitatorias a la amígdala -encargada, además, de la excitación de
respuesta de lucha-, la amígdala medial –recibe la información excitatoria- y la sustancia
gris periacueductal dorsal del tronco del encéfalo –transporta la información excitatoria-
(Escobar y Alcázar, 2016). Los niveles de actividad bajos en la amígdala explican la falta de
empatía o insensibilidad emocional característica de los psicópatas, mientras que la poca
actividad de la corteza orbitofrontal sustenta el bajo y/o nulo control de impulsos; se ha
encontrado que los asesinos impulsivos tienen “menor actividad prefrontal y mayor
actividad subcortical en el lóbulo temporal” (Escobar y Alcázar, 2016, p.65-66). Por otro
lado, se ha evidenciado que una reducción microestructural del fascículo uncinado suele
estar relacionada con rasgos de psicopatía como el encanto superficial y la mentira
patológica, entre otros.
Company & Soria (2016), por su parte, proponen 2 tipos de violencia en función de las
características de la escena del crimen (EC). Afirman que la EC de un delito violento no debe
ser entendida únicamente como el espacio físico en el cual el crimen tiene lugar, también
se le debe concebir como “un proceso dinámico que permite establecer el tipo de
interacción sostenida entre agresor y víctima y las características de la personalidad de
ambos, especialmente del agresor, a partir de la inferencia de los comportamientos
realizados en la misma.” (p.15). Primero está la violencia expresiva, compuesta
principalmente por la esfera emocional, especialmente la ira. Después se encuentra la
violencia instrumental, con un carácter más frío emocionalmente y premeditado. Pero, otra
vez, debido a la pertinencia por el caso, se profundizará en la inicial.
Esta suele ser inducida por discusiones, insultos, agresiones físicas y fracasos
personales, entre otros; “adopta un ataque físico extremo contra la víctima con el fin de
hacerla sufrir” (Company & Soria, 2016, p.14). Debido a la carencia de control de impulsos,
la actividad violenta es llevada a cabo sin premeditación, caracterizándose por la ausencia
de control, la impulsividad, una gran excitación emocional y por una relación de familiaridad
o afecto con la víctima. Como afirman Bolaños & Ceballos (Citados en Company & Soria,
2010), la violencia es propulsada por una frustración ambiental que, acompañada de
estresores psicosociales que afectan al sujeto e implican una alta actividad fisiológica, lo
llevan al homicidio. El perfil emocional del victimario se caracteriza por el bajo estado de
ánimo, la rabia y un deseo carnal de hacer sufrir a la víctima durante el evento; además, se
vincula a un historial de relaciones disfuncionales expresadas en violencia doméstica y/o
problemas psicológicos. En los resultados de un estudio realizado por Company & Soria
(2016) se encontró en la EC de la violencia expresiva, que este tipo de delito se caracteriza
por la estructuración -grado de planificación del evento, así la elección del arma haya sido
oportunista-, el golpe con objeto contundente, la asfixia, el apuñalamiento, el disparo y la
ausencia de conciencia forense -alteración de la EC por parte del victimario para evitar su
identificación-.
Moffitt (citado en Romero, 2006), a diferencia de los autores anteriores, ofrece un
modelo teórico explicativo de la conducta antisocial que adopta una visión transaccional
entre el sujeto y el ambiente: "la delincuencia no es un mero efecto de un conjunto de
factores, sino que ella misma forma parte de una cadena de procesos que la realimentan”
(Romero, 2006, p.334). Este académico propone 2 tipos de delincuentes: los delincuentes
persistentes y los delincuentes temporales.
Los primeros tienen su origen durante la infancia, en el encuentro de un niño con
temperamento difícil -irritable, desinhibido, impulsivo y sin autocontrol- y un ambiente
familiar disfuncional; este temperamento tiene una etiología que apunta a alteraciones
neuropsicológicas que pueden ser consecuencia de eventos pre/postnatales y de la
herencia genética. Debido al carácter específico que debe adoptar la educación sobre estos
niños, cuando los padres no llevan a cabo dichos procesos, emerge un escenario de
interacciones complementarias entre un niño vulnerable y un ambiente adverso. “En estos
primeros años es cuando se produce el primer fracaso en el aprendizaje de las normas”
(Romero, 2006, p.335). A partir de este momento, inicia un efecto dominó que convierte en
crónicas dichas conductas disruptivas. El niño accede al colegio sin una clara interiorización
de las normas y surge el fracaso escolar, que intensifica el comportamiento antisocial. Es
rechazado por sus pares convencionales y como consecuencia de esto, empieza a
relacionarse con amigos desviados –respecto a la conducta que desempeñan-, cada vez se
refuerza más la inclinación por el delito. Durante la adolescencia, el sujeto puede ser
institucionalizado, aunque esto no es necesario. Al presentar una posición desfavorable
para el trabajo, puede introducirse en el consumo de sustancias. “Cada vez se van
restringiendo más las oportunidades para un funcionamiento socialmente adaptado, de
forma que la conducta antisocial se hace persistente y difícil de tratar.” (Romero, 2006,
p.336).
La conducta antisocial temporal, en oposición a la previamente expuesta, tiene su
origen en la adolescencia (Romero, 2006). Se trata de una actividad antisocial transitoria,
consecuencia de alcanzar la madurez biológica sin gozar de los privilegios del rol adulto. No
presenta secuelas en el desarrollo del individuo y desaparece al adquirir dichos roles
adultos.
Figura 1
Delincuencia Persistente Delincuencia Temporal
Conducta Antisocial
Desadaptación escolar
Necesidad de expresión de
autonomía
Rechazo amigos convencionales,
asociación con amigos antisociales
Conducta Antisocial
Falta de trabajo estable,
encarcelamiento, drogas, etc.
Moffit (citado en Romero, 2006). Esquema de cadenas causales para los delincuentes
persistentes y temporales.
Debido a que la mayoría de los datos serán extraídos directamente del acusado, es de
gran importancia poder identificar en su discurso la presencia de simulación, disimulación
y/o distorsión. Cobo (citado en Álvarez-Bello, 2013), afirma que en un mismo caso se
pueden dar simultáneamente la simulación y la disimulación. Para recoger la información
correcta se deben aplicar técnicas de credibilidad de testimonio. Blandón-Gitlin, López,
Masip & Fenn (2017) afirman que, en la detección de mentiras, el foco de atención debe
proyectarse en los procesos cognitivos desarrollados por el mentiroso. Sostienen que, al
mentir, las personas presentan una sobrecarga cognitiva. Debido a que toda información
que nos pregunten la evocamos desde la memoria, es de gran importancia comprender el
funcionamiento de esta para determinar su papel en la producción de mentiras.
La memoria se estructura con tres componentes (Blandón-Gitlin et al.,2017). Primero,
encontramos la memoria sensorial o a corto plazo. Esta es automática, percibe la
información por medio de los sentidos y la retiene –cantidad limitada- durante una fracción
de segundo. El segundo componente es la memoria de trabajo (MT). Aunque ejerce las
mismas funciones que la memoria sensorial, difiere en que además de retener la
información, la manipula con una finalidad específica. Según Baddeley y Hitch (citados en
Blandón-Gitlin et al.,2017), se constituye de un ejecutivo central y tres “sistemas esclavos”:
el bucle articulatorio –especializado en la información auditiva y/o fonológica-, la agenda
visoespacial –encargada de almacenar y manipular información visual y espacial- y el buffer
episódico –integra información de diversos tipos-. El tercer componente es la memoria a
largo plazo (MLP). Esta puede retener una cantidad de información formidable –episódica
y semántica-, el almacenamiento es potencialmente permanente –puede producirse olvido
y distorsiones- y el acceso permanente a datos específicos puede ayudar a su
mantenimiento.
Supongamos ahora que nos formulan una pregunta y decidimos mentir.
Supongamos además que (…) la verdad está muy accesible y se activa sin esfuerzo
en la MLP y pasa a la MT. Así que necesitaremos inhibir esta verdad. También
necesitaremos esforzarnos en buscar información episódica y semántica en nuestra
MLP que nos permita construir una mentira verosímil. Todo esto implica un gran
esfuerzo cognitivo. En consecuencia, vamos a mostrar tiempos de respuesta largos,
daremos pocos detalles, haremos pausas numerosas y prolongadas y cometeremos
errores al hablar. En otras palabras, mostraremos una serie de indicadores
conductuales de carga cognitiva. (Blandón-Gitlin et al.,2017, p.100)
Con base a esto, proponen la Teoría de la Activación-Decisión-Construcción-Acción
(ADCAT) elaborada por Walczyk et al. (citado en Blandón-Gitlin et al.,2017). Este psicólogo
y sus colaboradores soportan que el acto de mentir está compuesto por estos cuatro
procesos. Durante la activación, el sujeto recibe un estímulo externo que le demanda una
verdad, accede a la información semántica y episódica almacenada en la MLP y la transfiere
a la MT. En la fase de decisión, decide si mentir o decir la verdad basándose en un
pensamiento de costes-beneficios asociados a las consecuencias que podría tener al
inclinarse por cualquiera de las dos opciones, tomando en cuenta variables como el
contexto social en el que se encuentra. Aquí la Teoría de la Mente juega un rol esencial al
tomar en cuenta si el receptor va a detectar la mentira y sus posibles reacciones. En la
construcción se elabora el mensaje falso; en esta etapa se integran todos los factores
anteriores con esquemas de apoyo para la construcción de la mentira de tal forma que no
sea incoherente. La acción consiste en la emisión de la mentira, disponible en la MLP y activa
en la MT. Aquí el sujeto debe regular su conducta para inhibir posibles indicadores de
mentira y debe estar atento a la conducta del receptor en búsqueda de señales de
desconfianza.
Por otro lado, existe una postura que entiende a las emociones como influyentes en
los diversos procesos cognitivos. Gracias a lo cual se puede concebir que, al momento de
cuestionar la credibilidad de una persona, se pondrán en marcha ciertos procesos
emocionales que alterarán “las medidas conductuales vinculadas a aproximaciones
cognitivas.” (Blandón-Gitlin et al.,2017, p.102). Fenn et al. (citados en Blandón-Gitlin et al.,
2017) realizan un estudio en el que encuentran que el factor emocional puede intervenir en
el estado de ansiedad, en el esfuerzo mental realizado y en el mostrarse confiado.
1.4 Método, diseño, técnicas e instrumentos a utilizar.
Método
Diseño
Para este trabajo se hará uso de un diseño descriptivo. Como lo evidencian Sampieri
et al. (2006), adoptar este tipo de diseño significa recolectar información -de manera
independiente o conjunta- relacionada con el fenómeno a estudiar, mostrando las diversas
dimensiones del mismo. De esta forma, se logrará obtener una visión más completa sobre
el objeto de estudio que podrá ofrecer predicciones respecto a él. Es de gran importancia
que el investigador sea capaz de definir o visualizar qué se medirá y determinar sobre qué
o quiénes recogerá los datos.
Técnicas
Se aplicarán entrevistas una serie de entrevistas descritas a continuación - entrevista
semiestructurada (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2009),
entrevista para historia clínica (Trull, T & Phares, E., 2003), entrevista cognitiva (Arce &
Fariña, 2012) y entrevista clínico-forense (Arce y Fariña, 2012)-, una técnica de evaluación de la
imputabilidad (Lopez, 2005) y dos técnicas de credibilidad de testimonio -Sistema de
Evaluación Global (SEG) de Arce y Fariña (citados en Álvarez-Bello, 2013) y el modelo de
entrevista para detectar mentiras TRI-Con de Walczyk (citado en Masip & Herrero, 2015).
Como lo recomienda el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2009), el
tipo de entrevista que se realizará en la recolección de datos –al acusado y a sujetos
cercanos o que provean información válida- es de tipo semiestructurado. Esto permite que
simultáneamente se regule el curso de la entrevista y que el entrevistado posea libertad al
responder –al formar el discurso-, el lenguaje usado por el evaluador debe estar adaptado
de tal forma que el examinado pueda entenderlo todo. Antes de iniciar con ella, se debe
establecer el rapport con el evaluado para que haya un clima de empatía y su narración sea
de carácter natural y fluido.
Las entrevistas colaterales serán administradas a conocidos de Javier Velasco y Rosa
Elvira del mismo colegio, con la condición de que conocieran al victimario y la relación que
llevaba con la víctima, entre estos testigos se incluyen a Mauricio Ariza y a Javier Hernández;
también se recogerán datos en los familiares de Javier Velasco, indagando sobre la
personalidad del acusado y sobre su conducta a lo largo de su vida, abordando el ámbito
laboral, el escolar, el familiar, el interpersonal -amigos y acompañantes sentimentales- y el
delictivo, entre otros. El formato de entrevista usado es de carácter semiestructurado
únicamente, administrando preguntas de tipo abierto, facilitador, aclarador y directo
(Maloney & Ward, citados en Trull, T & Phares, E., 2003).
Al acusado se le administrarán 3 tipos de entrevistas. Primero se aplicará la entrevista
para la historia clínica establecida por Trull, T & Phares, E. (2003). En esta se indaga sobre
el pasado del sujeto con el propósito de proporcionar antecedentes y un contexto amplio
sobre el cual se verán analizados el paciente y el problema; se deben abordar los siguientes
aspectos: datos de identificación, razón de consulta y expectativas, situación presente -
descripción del comportamiento diario-, constelación familiar, primeros recuerdos,
nacimiento y desarrollo -detalles sobre su infancia, problemas en comparación con otros
niños, perspectiva propia de sus primeras experiencias, entre otros datos-, salud -física y
mental, problemas con alcohol o drogas-, educación, expediente laboral, recreación e
intereses, desarrollo sexual –“cubriendo primera conciencia, clases de actividades sexuales
y opinión de la adecuación de las expresiones sexuales” (p.160)-, datos matrimoniales y
familiares, autodescripción, elecciones y momentos cruciales en la vida, la visión del futuro
no se tomaría en cuenta y por último, cualquier material adicional que quiera añadir.
Después, se le administrará la entrevista clínico-forense de Arce & Fariña (2012). Se
soporta en los principios de la Entrevista Cognitiva (Arce & Fariña, 2012) de recuerdo libre
y reinstauración de contextos -explicados a continuación y empleados en ese mismo orden-
. Consiste en un formato no estructurado o abierto en el que se le solicita al evaluado que
relate los pensamientos, síntomas y conductas que tiene en el momento presente; además,
las categorías de análisis se basarían en los criterios diagnósticos del DSM-V (American
Psychiatric Association, 2013). “Este procedimiento se mostró fiable, válido y productivo en
la detección (…) a un trastorno mental no imputable” (Arce & Fariña, 2012, p. 811).
Posteriormente, se le suministrará un modelo de entrevista cognitiva (Arce & Fariña,
2012) enfocado en el evento delictivo específicamente. El formato consiste en 4 técnicas de
recuperación de memoria: la reinstauración mental de contextos -tanto físico como
emocional, abarcando elementos secuenciales, sensoriales y emocionales-, recuerdo libre -
narrar todo lo que recuerda sin necesidad de un orden lineal/cronológico-, el cambio de
perspectiva -relatar desde la postura de otro, en este caso, de la víctima- y el recuerdo de
los hechos en una variedad de órdenes diferentes.
Para la evaluación de la imputabilidad, se adoptará la técnica propuesta por López
(2005). Este autor se inclina por el modelo psicológico-interaccionista-integrador de
evaluación forense de la imputabilidad, el cual abarca las siguientes fases: estudio profundo
del expediente judicial -toda la documentación existente relacionada con el caso-;
exploración sobre la persona -entrevistas descritas anteriormente, al acusado y a cualquier
sujeto que pueda proporcionar información relevante sobre el evaluado-, administrar,
valorar y corregir las pruebas psicológicas aplicadas e integrar los resultados con los
obtenidos a partir de las entrevistas; finalmente, coordinar con los diferentes profesionales
que han tenido alguna relación con el evaluado y que afirman aportar datos de gran
importancia al estudio.
Para el análisis de la credibilidad de testimonio, se administrarán dos técnicas
diferentes a Javier Velasco, con relación a toda la información expresada por él. Primero se
aplicará el protocolo psicológico forense estructurado por Arce & Fariña (citados en Álvarez-
Bello, 2013), el Sistema de Evaluación Global (SEG). Esta técnica evalúa las características
del comunicador, los indicadores no verbales/fisiológicos y el análisis del contenido de la
declaración. Consiste en dos parámetros que estiman la credibilidad de testimonio, la
validez de la declaración y la fiabilidad de la declaración. La validez de la declaración
establece la admisibilidad de la prueba para el análisis de contenido, se aborda a partir de
todos los elementos que proveen información para la investigación –grabaciones, otras
pruebas, declaraciones previas ante un juez o policía, etc-, basándose en procedimientos
tomados del SRA y el SVA. La fiabilidad de la declaración se enfatiza en los indicios de
realidad dentro del discurso, se lleva a cabo a partir de las grabaciones de las declaraciones
y se basa en los sistemas categoriales del RM, el SRA y el CBCA. Esta evaluación se realizaría
bajo los lineamientos de la entrevista cognitiva y de la clínico-forense (Arce & Fariña, 2012).
Como complemento, se recomienda aplicar estrategias usadas por los estudios de Fenn et
al. (citados en Blandón-Gitlin et al., 2017), como la petición de que proporcionen la mayor
cantidad de detalles posibles, la formulación de preguntas inesperadas, la narración en
orden inverso y la ejecución de una tarea secundaria durante la entrevista.
La segunda técnica que se aplicará sería el modelo de entrevista para detectar
mentiras TRI-Con, que se basa en la teoría ADCM, predecesora de la teoría ADCAT de
Walczyk (Blandón-Gitlin et al., 2017). Esta postura consiste en el proceso expuesto por
Masip & Herrero (2015): una entrevista semiestructurada en la que se formulan preguntas
generales sobre aspectos frente a los cuales se sabe que el evaluado responderá la verdad
(año de nacimiento, presidente del país, etc), de tal forma que el entrevistado se familiarice
con el proceso y se obtengan ciertos indicadores de declaraciones sinceras –tales preguntas
no se incluyen en el análisis ya que no aluden al tema investigado-; posteriormente se le
advierte al entrevistado que las siguientes preguntas estarán relacionadas con su delito, así
se podrá facilitar la tarea de quién dice a verdad y se dificultará la del mentiroso; no
obstante la advertencia, las preguntas concretas no se revelan sino hasta el final para que
el acusado no pueda preparar mentalmente su respuesta, requiriendo un mayor esfuerzo
cognitivo al momento de responder y aumentando la detectabilidad de la mentira; las
preguntas se construyen gramaticalmente de tal forma que no se entienda el significado
completo hasta oír las últimas palabras; deben poder responderse con una o dos palabras
para evitar un discurso externo y medir la carga cognitiva con precisión; se administran
preguntas relacionadas que midan lo mismo de forma indirecta; se le instruye al
entrevistado que responda tan rápido como pueda, para sugestionarlo a esto, “se le dice
que de lo contrario va a parecer un mentiroso” (Masip & Herrero, 2015, p.98). Se evalúan
cuatro variables independientes, referentes a la sobre carga cognitiva: tiempo de reacción
(TR), inconsistencias en preguntas relacionadas, dilatación pupilar y movimientos oculares.
Es importante aclarar que la variable menos significativa respecto al tema evaluado es la
dilatación pupilar (Masip & Herrero, 2015).
Instrumentos
Los instrumentos psicométricos a usar serán los siguientes: el SCID-II -ficha técnica en
los anexos-; el IPDE -ficha técnica en los anexos-; el Inventario Multifásico de Personalidad
de Minnesota-2 Reestructurado Versión Forense (MMPI-2-RF) de Y.S Bem-Porath y A.
Tellegen, consiste en 338 ítems de aplicación individual, el tiempo de aplicación varía entre
los 35 y 50 minutos, es de categoria clínica, psicopatológica y forense -razón por la cual
presenta un nuevo conjunto de escalas enfocadas en la coherencia de la estructura y
organización del contenido-; el Cuestionario Revisado de la Personalidad de Eysenck (EPQ-
R), la versión española consiste en 83 ítems que miden 3 dimensiones básicas de la
personalidad; el NEO-PI-R -ficha técnica en los anexos- y la Escala de Impulsividad de
Plutchik (EI).
1.5 Hipótesis.
Referencias:
Judicial (2012, 2 de junio). La muerte de Rosa Elvira Cely, un crimen abominable. Revista
Semana. Recuperado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/la-muerte-rosa-elvira-
cely-crimen-abominable/258867-3
Redacción Justicia (1 de diciembre del 2012). El historial criminal del asesino de Rosa Elvira
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