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EL DUELO EN LA VEJEZ CARACTERÍSTICAS Y DIFICULTADES

La experiencia de la pérdida tiene características propias según la etapa vital en la que


se presenta. En el artículo de hoy profundizaremos en los determinantes que influyen
en el duelo que tiene lugar durante la vejez.

Superar el duelo en la tercera edad


En contra de algunas creencias socialmente extendidas, la mayoría de los ancianos son
capaces de ajustarse al duelo y adaptarse a la viudez. En general, las personas de
edad avanzada han tenido que afrontar múltiples pérdidas a lo largo de su vida y eso
puede ayudarles a afrontar duelos posteriores.

El duelo complicado en la vejez


El duelo complicado en los ancianos a menudo se da tras el fallecimiento del cónyuge.
Esta pérdida puede suponer en muchos casos el abandono de la ilusión de futuro, de
vida y de proyecto. Cuando el duelo se complica en ancianos, es frecuente que se
instale la tristeza constante, la ansiedad… reforzando aún más esa sensación de
desorientación vital y de descontrol.

Suelen aparecer sentimientos de culpa por continuar viviendo, especialmente si el


fallecido es un nieto joven o un hijo. Pero, incluso cuando es el cónyuge el que fallece,
la culpa suele aparecer, aumentando el dolor. Además, el anciano en duelo se enfrenta
a la sensación de soledad y de inseguridad.

La atención terapéutica del duelo complicado


A las generaciones de nuestros abuelos se les inculcó la no expresión de las
emociones como rasgo de fortaleza, así como no pedir ayuda y mucho menos a acudir
a un psicólogo. Sin embargo, el hecho de intentar mantener las emociones que conlleva
el duelo bajo control constante complica su elaboración.

En lo relativo al tratamiento del duelo en personas mayores, es importante localizar


dónde hay un bloqueo, en qué tarea del duelo se ha quedado estancado el paciente.
Además, resulta fundamental fijar junto al doliente un objetivo realista y acorde con la
persona. No se puede forzar al paciente a conseguir metas cuando decide que ése es
su camino.

El duelo se puede elaborar, pero debemos atender y respetar cada caso individual y
marcar los objetivos terapéuticos dentro del marco de referencia de la persona que
atendemos, olvidándonos de las generalidades o de los supuestos.

Evitar la sobreprotección del anciano


En general suele darse una tendencia a infantilizar al anciano y, por lo tanto, a
subestimar las capacidades y recursos internos con los que puede afrontar la
elaboración de su duelo y adaptarse a la viudez. Desde esta visión de la persona
mayor, el entorno puede actuar sobreprotegiendo a la persona y, así, bloquear su
proceso al negarle la oportunidad de poner en marcha sus recursos.

Otra idea errónea que está extendida socialmente y que puede contribuir a complicar el
proceso es que las personas mayores no superan los duelos. Esta idea deja a la
persona indefensa y paralizada frente al proceso.

https://www.fundacionmlc.org/el-duelo-en-la-vejez-caracteristicas-y-
dificultades/#:~:text=El%20duelo%20complicado%20en%20la%20vejez&text=Esta
%20p%C3%A9rdida%20puede%20suponer%20en,desorientaci%C3%B3n%20vital
%20y%20de%20descontrol.

Características de las pérdidas

–Las pérdidas son constantes, son necesarias para crecer, requieren un proceso,
forman parte de una condición humana; la forma de reaccionar es personal, ni el dolor
ni las circunstancias se pueden modificar.

–Un duelo mal llevado, puede llevar a las personas a una depresión leve, moderada o
grave, como consecuencia de las pérdidas que se sufren a lo largo de la vida.
--La depresión se caracteriza por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad.
La depresión provoca la incapacidad total y parcial para disfrutar de las cosas y de los
acontecimientos de la vida cotidiana. Los síntomas durante la depresión son: tristeza,
decaimiento, irritabilidad, trastornos del humor, ansiedad, desesperanza, pérdida de
energía.

El Duelo

El duelo es el proceso de elaboración y de adaptación emocional a vivir sin aquello que


se ha perdido.

Algunas de las características del duelo son cambios que generan ansiedad,
inseguridad y temor, es decir, sentimiento de retroceso; personal, -nadie lo puede hacer
por mí-, inevitable, conlleva a un sufrimiento -me confronta–, es portador de crecimiento
-me transforma–.

–Las pérdidas son experiencias muy personales; cada individuo tiene diferente grado
de resiliencia. Esto consiste en la capacidad para superar situaciones difíciles o
traumáticas, para enfrentarlas –expuso Patricia Solís González, especialista del Instituto
Mexicano de Tanatología. Señaló que hay diferentes tipos de duelo, por ejemplo:
normal, anticipado, retardado, complicado, crónico, patológico, duelo no
elaborado.

Etapas identificadas del duelo son, negación, ira o enojo, depresión, negociación y, por


último, aceptación, dijo, ante personal del Instituto, dedicado a la atención de personas
adultas mayores. Durante el duelo podemos experimentar diversas emociones como
tristeza, soledad, desamparo, impotencia, confusión, desesperanza, depresión,
desgano, culpa, angustia, ansiedad, desánimo y melancolía.

Fin del duelo


El duelo oscila entre un año y medio y dos, aproximadamente. La persona experimenta
un duelo satisfactorio cuando piensa en el fallecido sin sufrimiento. Es decir, hay
síntomas físicos que la alteren, no quiere cambiar el pasado, reflexiona en el impacto
positivo que le dejó la persona fallecida, invierte sus emociones, vive el presente y se
reconoce a sí mismo como un ser fortalecido.

https://www.gob.mx/inapam/prensa/el-duelo-como-proceso-de-sanacion-
en-personas-mayores?idiom=es

Duelo en la vejez

Esta es una etapa caracterizada por la acumulación de pérdidas tanto internas como
externas.

El duelo por viudedad, añade ahora características especiales, puede aumentar la


soledad, al mismo tiempo que la necesidad de figuras de apoyo o la dependencia de
éstas, la sensación de desamparo. Es posible reiniciar una nueva etapa aunque ello
está muy condicionado por las circunstancias externas y el estado de salud. Lo,
habitualmente prolongado de la relación perdida configura la posibilidad de resituación y
como en todas las edades, el tipo de vínculo tiene una repercusión, aquí matizada por
la larga trayectoria de éste.
El horizonte de la muerte se presentifica más cercano en las pérdidas de esta etapa,
aunque se adivine en todas. Clínicamente puede observarse que, a pesar de toda la
mayoría de las veces, el duelo no se convierte en patológico. Los mecanismos
adaptativos ante la multiplicidad de las pérdidas, favorecen, con alguna frecuencia,
cierta insensibilización o acomodación natural, tras un período de impacto inicial. Una
conciencia madura o resignada de la
inevitable condición de la vida es un
factor positivo para la estabilidad
psíquica en esta etapa.

http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352009000200011

Duelos significativos en la vejez

La pérdida de una pareja:

Este evento ha sido identificado como el más estresante de las transiciones vitales y
requiere más ajuste que cualquier otro, ya que se refleja de una manera central a nivel
de la vida cotidiana, generando una carencia de apoyos que producen limitaciones y
dificultades permanentes (Holmes & Rahe, 1967; Lund, Caserta, De Vries y Wright,
2004). De todas las pérdidas familiares, las muertes de parejas e hijos se presentan
como las más disruptivas y potencialmente estresantes (Raphael, 1983).

El “efecto viudez” (Christakis, Allison, 1991) describe la mayor probabilidad de muerte


que se puede experimentar en los duelos recientes por una pareja, en cualquier edad.
Las razones van desde la falta de apoyo emocional, económico y social que pueda
acentuar el estrés, los menores controles a nivel de la salud que ejercen los cónyuges,
hasta la afección del sistema autoinmune (Moon, Kondo, Glymour, Subramanian; 2011).

Las consecuencias de la pérdida de una pareja en la vejez, consideradas en un largo


término, registran una notable variabilidad. Algunos elementos comunes emergen como
la tristeza, el fijarse al fallecido, el humor depresivo, la identidad alterada, resultados de
salud negativos, soledad y retiro de redes de apoyo (Glick et al, 1974; Lund, 1989; Lund
y Caserta, 2002; Stroebe y Stroebe, 1987). Hay también evidencia de estrés
relacionado con el cambio de roles, especialmente aquellos que afectan los patrones de
vida y la rutina diaria (Lund, Caserta y de Vries, 2004).

La pérdida de un hijo:

La pérdida de un hijo ha sido descripta como la violación de un supuesto elemental de


justicia, equidad y de quiebre de un orden natural. Por ello la muerte de un hijo rompe
con el mundo de supuestos y puede culminar con la pérdida de sentido, llevando a
sobrepasar la barrera de la depresión y ubicando la pérdida a nivel psicosomático.

Rando (1986) describía una oprimente sensación de haber fallado, en la capacidad y


habilidad de criar hijos, con la sucedánea sensación de culpa y auto reproche (De Vries
et al, 1994).

Florian (1989-1990) muestra que los padres adultos mayores en proceso de duelo
también expresan falta de sentido y propósito en la vida, y que tales sentimientos se
filtran en muchos ámbitos de sus vidas, como su trabajo, su habilidad parta manejar sus
problemas y relaciones familiares.

La pérdida de un amigo:

La amistad es la relación más elegida y puede tomar roles de gran importancia, lo que
se dio en llamar: “familiares por elección”. Esta relación se caracteriza por intereses y
actividades comunes y tiende a asimilar un conjunto de dimensiones que la especifican
tales como género, edad y clase social.

En experiencias con los viejos más viejos, relativas a la muerte de un amigo,


encontramos que quién realiza el duelo, ubica la pérdida en el contexto de su historia
de pérdidas y en el contexto de su curso de vida. Una extensión conductual de este
sentimiento es la pérdida de actividades disponibles o accesibles, como conversaciones
o eventos sociales, lo cual los deja más solos.
La experiencia de pérdida de esas personas mayores tiene lugar en un contexto en el
cual los roles emocionales, sus derechos, privilegios, restricciones tienden a estar cada
vez más confinados a los miembros de la familia (Sklar, 1991).

Factores que inciden en la elaboración

Una serie de variables inciden en las formas de tramitar el proceso de duelo, entre las
que se destacan las siguientes (Iacub, 2011)

- Las expectativas de luto: cada sociedad establece ritos y modalidades acerca


de cómo se debe elaborar el luto. Desde la demanda de visualizar la muerte a través de
atuendos o estilos de vida hasta las formas más actuales y urbanas de poco
reconocimiento hacia aquel que realiza un duelo.

Gorer (1965) señalaba que los ritos de duelo debían evaluarse de una manera
pragmática, en la medida que permitan al sujeto cumplir con este proceso, tanto a nivel
de la aceptación como de su ordenamiento temporal. Marris (1974) agrega que los
rituales de duelo permiten mitigar la separación, ya que por un lado le otorga la
posibilidad al duelante de darle valor al deudo, y por el otro le brinda la posibilidad de
entender su pérdida. Sin dejar de reparar en el valor social que suponen, haciendo de
ese momento un espacio de contención y apoyo generalizado, tanto al que imagina su
propia muerte como al que realiza el duelo.

- La incidencia del género, educación y clase social: Las diferencias de


género, educación y clase social tienen importancia en la duración y los efectos del
duelo en la vejez.

Arbuckle y de Vries (1995) hallaron que las mujeres en duelo manifiestan mayores
niveles de depresión, o para Thompson et al. (1991), más síntomas depresivos que en
los varones como consecuencia de un duelo.

Stroebe et al. (2001) encuentran que los varones sufren más la viudez en relación a la
salud física y mental y al apoyo social.

En nuestra cultura, resulta más aceptable para las mujeres hablar acerca de sus
pensamientos y sentimientos depresivos y mostrar su angustia que para los varones
La educación emerge como un poderoso predictor en muchas variables del
funcionamiento personal. La investigación temprana ha sugerido una asociación
positiva entre mayor educación y padres viejos en duelo (Purisman & Maoz, 1977) y
viudas mayores (Lopata, 1993). De hecho Lopata (1993) concluye que el grado de
educación puede ser una de las variables más influyentes, proveyendo una mayor
habilidad para aclarar problemas, para identificar recursos y para tomar acción hacia
posibles soluciones.

- La integración psicosocial del sujeto: los vínculos y las relaciones sociales


(Riley, LaMontagne, Hepworth y Park, et al, 1996) pueden incidir positivamente en la
resolución del duelo, y el aislamiento afectaría negativamente (Avia y Vázquez, 1998).
Así también el nivel de actividad que un sujeto desarrolle incide en este proceso. Si
pensamos desde una perspectiva asociada a los roles que ocupamos y que pueden ser
perdidos por los duelos, el poseer mayor cantidad de roles permite apoyarse en otros
que, a su manera, puedan suplirlos. Asimismo las diversas formas de integración
permiten que el sujeto pueda ir encontrando afectos, apoyos e intercambios que
habiliten nuevas formas de dar sentido al sí mismo.

- La capacidad psíquica previa: es el nivel de tolerancia que pueda tener un


sujeto a lo largo de su vida para afrontar determinados tipos de pérdidas. Dicha
capacidad se relaciona con múltiples factores entre los cuales se encuentran los
eventos traumáticos, tales como pérdidas tempranas y sus modalidades específicas de
resolución a nivel familiar; la estructura psíquica o de personalidad que posibilita
mayores o menores recursos para resolver o elaborar estas situaciones, como por
ejemplo en personalidades altamente dependientes. La baja autoestima y los
desequilibrios emocionales previos podrían agravar el impacto psicológico del duelo, y
actúan como moduladores entre el hecho vivido y el
daño psíquico (Avia y Vázquez, 1998).
https://www.researchgate.net/publication/305210363_Los_Duelos_en_la_vejez

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