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EXPRESIÓN ARTÍSTICA PERUANA-JAPONÉS

Moreno Ñañez, Gianjairo Miguel


Perú Kitanakagusuku Sonjinkai
09-06-23 19:15, Teatro Peruano Japonés – Jesús María

El décimo séptimo festival artístico llamado “Perú Kitanakagusuku Sonjinkai” llevado a


cabo en el Teatro Peruano Japonés nos dejó diversas presentaciones artísticas que no
sólo evidencian la presencia significativa de la cultura japonesa en el territorio peruano,
sino que también la presencia arraigada de la cultura peruana en cuantiosas personas
consideradas o denominadas como nikkei. En efecto, en tal festival no sólo pudimos
apreciar varias danzas y canciones provenientes del país del sol naciente, sino que
pudimos notar cómo aquellos nikkei realizaban danzas típicas del país donde vivieron
gran parte de su vida: Perú. Caporales, shipibos, o la ya clásica contradanza fueron
algunas de las muchas danzas peruanas interpretadas en aquel evento artístico; por parte
de la cultura japonesa pudimos apreciar canciones japonesas por reconocidos cantantes
en el continente americano o danzas típicas como Odori y Shosa.

Ahora bien, uno de los temas que más llama la atención de aquel evento es la presencia
de los interpretes de las danzas de ambas culturas. Pues, muchos de aquellos intérpretes,
por no decir todos, eran nikkei. Es decir, habían, en su mayoría, emigrantes japoneses
y/o sus descendientes de estos interpretando las danzas peruanas y las japonesas. Ello,
como es evidente, nos remite a la relevancia del Perú y su cultura en la vida de los
nikkei. Si bien crecieron varios de ellos en el territorio peruano, muchos de sus
familiares les inculcan las expresiones culturales del país de dónde sus ancestros son
provenientes. Por el lado del público habría que decir que, como en el punto anterior,
eran en su mayoría nikkei.

Sean, pues, intérpretes o parte del público se puede notar la influencia de ambas culturas
en los nikkei. En efecto, el uso de jergas peruanas, la clásica reverencia presente en
muchos lares de oriente, la danzas y canciones tanto peruanas como japonesas que
interpretan no hacen más que dar prueba de ello.

Por último, podemos incluso afirmar que presente está, tras este evento artístico, un
problema ontológico en los nikkei. Y es que, al haber crecido muchos de ellos en el
Perú, haber adoptado sus tradiciones, hábitos, costumbres y que, evidentemente, se les
inculque eso mismo del país del sol naciente; puede generar las clásicas interrogantes de
“¿a dónde realmente pertenezco?, ¿qué soy? O ¿soy más peruano o más japonés?”.
Algunos nikkei que estudian en la UNMSM, incluso pueden afirmar que en
determinados momentos se sienten más japoneses que peruanos y viceversa. Aquella
problemática lo podemos evidenciar en este festival, pues interpretaron danzas
peruanas, tal vez por el gusto, tal vez por su vida en este país; pero también japonesas,
como recordando y manifestando su tradición japonesa. Infantes y niños, incluso, se
sintieron muy felices de haber participado de este evento, de haber sido parte de danzas
peruanas y japonesas.

Sea como fuere, todo aquello puede reducirse a una afirmación más que cierta, a saber:
uno no puede sólo atenerse a las expresiones del arte del lugar donde se ha vivido o
dónde ha realizado su vida. No habría, en efecto, fronteras cuando se manifiesta el arte,
no hay limitaciones para expresar lo artístico.

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