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El origen y la historia del cajón peruano

El origen del emblemático cajón peruano tuvo lugar durante la llegada


de los españoles al Perú, en el siglo XVI. Según historiadores, los
conquistadores arribaron acompañados de esclavos africanos que
disfrutaban de la música y dominaban el arte de la percusión a través de
golpes producidos con los dedos.
De esta manera, encontraron en esta herramienta un original instrumento
musical, empleándolo en celebraciones y manifestaciones artísticas. Los
ritmos eran acompañados con sonidos de cucharas de madera, sillas,
mesas o calabazas huecas.
No fue hasta varios siglos después que el cajón fue transformado en su
totalidad. Gracias a Porfirio Vásquez, músico y descendiente
afroperuano, El instrumento adoptó las medidas que mantiene
actualmente: 47 cm de alto, 32 de ancho y con un agujero redondo en la
parte central en uno de sus lados.
El cajón y el zapateo de chincha

El zapateo peruano es la representacion de la


expresión de fuerza y destreza, es un homenaje a la
tierra, al ritmo, a la herencia, a la historia, a la
influencia árabe, hispana, africana y a nuestras
raíces por su puesto, que se mantienen vivas a
través del mestizaje de su gente y nuestra cultura.

El zapateo juega con una variedad de ritmos utilizando las


distintas partes del pie (taco, punta y planta) y las palmas de
las manos que percuten contra el piso y distintas partes del
cuerpo. Los saltos y acrobacias que demuestran destreza
también hacen parte de la danza.
La trascendencia que tuvo el
cajón peruano en Europa
España

Debido al vínculo histórico entre España y


Latinoamérica, puede parecer que el cajón llegó a la
Península de forma natural, sin embargo esto no fue
así. El cajón no llegó al flamenco hasta 1977.
El gran tocador flamenco, Paco de Lucía descubrió el
cajón en una fiesta organizada por el embajador
español en Perú durante una de sus giras
americanas. El sonido del cajón llamó su atención y
comenzó a incorporarlo a su música. Lo usó por
primera vez en el teatro del parque de atracciones
de la Casa de Campo de Madrid y, a partir de ese
momento, en todas las casas de flamencos había un
cajón.

La sobriedad del sonido del cajón encajaba más en


el flamenco que cualquier otro instrumentó de
percusión utilizado hasta aquel momento. Por este
motivo se decidió importar varios ejemplares tras su
vuelta a España y rápidamente fue adoptado por los
compositores del flamenco moderno de la época.

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