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La fugacidad y el sentido de la vida en “La primera hoja seca” de Abraham

Valdelomar

Aura Estefany Pariente Verde

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

RESUMEN

El artículo plantea el análisis de la crónica “La primera hoja seca” que forma parte de la
sección Fuegos fatuos publicado en La Prensa entre noviembre de 1916 y octubre de 1917
por el emblemático escritor Abraham Valdelomar. La hipótesis que se plantea es la relación
del sentido de la vida del sujeto con la idea de la fugacidad en el contexto de la modernidad
en crisis. Para tal objetivo, se emplean los conceptos de Berman y Baudelaire para
comprender el concepto de modernidad; y los planteamientos de Lukas y Hurtado tratar
sobre el sentido de la vida y lo fugaz en tanto para el análisis de la crónica.

PALABRAS CLAVES: crónica, modernidad, fugacidad, sentido de la vida, Abraham


Valdelomar

ABSTRACT
The article presents the analysis of the chronicle "The first dry sheet" that is part of the
section Fuegos fatuos published in La Prensa between November 1916 and October 1917
by the emblematic Abraham Valdelomar. The hypothesis that is proposed is the
relationship of the meaning of the subject's life with the idea of transience in the context of
modernity in crisis. For this purpose, the concepts of Berman and Baudelaire are used to
understand the concept of modernity; and the approaches of Lukas and Hurtado deal with
the meaning of life and the fleeting as for the analysis of the chronicle.
KEYWORDS: chronicle, modernity, transience, meaning of life, Abraham Valdelomar.
A lo largo de sus treinta y un años de vida, Abraham Valdelomar realizó distintas
manifestaciones artísticas como el cuento, la poesía, la dramaturgia y, en especial interés, la
crónica. Durante los años 1916 a 1917 se destacó como escritor periodístico en La Prensa,
del cual destacamos la sección denominada Fuegos fatuos, en el cual firmaba como El
Conde de Lemos. En esta columna sus crónicas constan de mayor madurez y cuenta con un
manejo de un estilo propio, esto tras un periodo de escritura de otras publicaciones como
Con la argelina al viento en El Diario en 1910, Comentando el cable en La Opinión
Nacional en 1912 y las Crónicas de Roma publicados en El Comercio y La Nación.

De acuerdo a Espinoza (2007), esta última etapa, se caracteriza por “romper con los
esquemas de la noticia comentada”, donde su estilo “se vuelve más literario” y su crónica
“se vuelve muy personal, [revelando] las sutilezas de su ánimo”, siendo estas características
partes clave para entender y analizar la crónica “La primera hoja seca”.

La estructura del artículo parte, en primer lugar, por señalar los estudios críticos y
académicos que aborden sobre las crónicas de nuestro autor; luego se explican el concepto
de la modernidad, y, finalmente, se analiza la crónica “La primera hoja seca” en base a la
noción de fugacidad y el sentido de la vida siguiendo los planteamos de Lukas y Hurtado.
Todo ello se realizará en función en revalorar la producción cronística de Valdelomar, y
con ello se busca contribuir al estudio crítico de su profusa producción literaria.

Antes de analizar dicha crónica, es pertinente recordar que actualmente esta


temática no ha sido estudiada en profundidad por los académicos, siendo escaza las
referencias que se poseen para comprender la materia. Se han encontrado un total de dos
tesis (Espinoza y Rodríguez), un artículo académico (Robles) y una ponencia (Ramírez)
que abordan los estudios de la crónica sobre Abraham Valdelomar. Por los años de
publicación recientes en su mayoría, estos nos revelan que los estudios sobre la obra
cronista de nuestro autor está en crecida, siendo así el presente trabajo una forma de aportar
a las investigaciones sobre esta temática.
1. ESTADO DE LA CUESTIÓN

Una de las primeras investigaciones que abordan la temática de las crónicas de Abraham
Valdelomar es la tesis de Espinoza (2007), quien marca un camino de desarrollo sobre el
tema. En él se encuentra un primer análisis a nivel cronológico y temático de las crónicas
publicadas y organizadas por Ricardo Silva Santisteban (2001), que comprenden desde Con
la argelina al viento hasta Fuegos fatuos. La autora sostiene que hay una relación entre la
escritura de las crónicas con la formación de una figura artística con el fin de configurarse
como un artista moderno. Además, en sus crónicas se observan los ensayos y ejercicios que
realiza con su lenguaje y escritura que dan lugar a una evolución y posterior consagración
en sus textos narrativos. Con respecto a Fuegos fatuos, sostiene que se encuentra sus
crónicas de mayor madurez en su prosa, es más literario y personal. En el análisis de la
crónica “La primera hoja seca”, señala que la crónica para Valdelomar está relacionada con
el concepto de tiempo, la modernidad y lo efímero. Además, en el ejercicio de la escritura
de la crónica el mismo autor es capaz de reconocer su propia fugacidad. En esta crónica,
para Espinoza, “encontramos las inquietudes que mueven su trabajo artístico, las
indagaciones sobre su origen, su sacrificio del presente en aras de la gloria futura, y, en
especial, su cada vez mayor afán de realizar un balance y establecer seguridades” (p.121).

El siguiente en estudiar la crónica de nuestro autor es Ramírez (2013), quien aborda


sobre la labor de periodista de Valdelomar en su viaje a Italia en 1913 que se reúnen bajo el
título Las crónicas de Roma. En la investigación se enfatiza en la subjetividad desde el que
parte el autor en sus crónicas, se hallan técnicas narrativas que luego se consagrarán en el
periodismo actual. Además, se registran rasgos decadentistas que evolucionan en una
primera aproximación al lenguaje de vanguardia. Para Ramírez, “el periodo en que fueron
escritas Las crónicas de Roma resalta una etapa cuyo estudio es necesario para entender la
evolución de Valdelomar como narrador” (s.p.).

En 2019, es Rodríguez el que continúa con el estudio de las crónicas de Valdelomar,


pero esta vez enfocados en las crónicas parlamentarias realizadas entre 1915 y 1918, en
ellas el tema de fondo es el parlamento peruano y sus representantes, en su mayoría, y sobre
sucesos o noticias de la coyuntura política ajena al Congreso, en pocos casos. Valdelomar
se manejaba en un tono irónico y burlesco. Para Rodríguez, “la sátira en las crónicas
parlamentarias de Valdelomar se emplea no solo para caricaturizar a los políticos, sino
también para censurarlos” (p.53).

Finalmente, Robles (2020) presenta el análisis a una de las crónicas más populares
de Valdelomar: “El hundimiento del Titanic”. En este artículo se desarrolla y analiza la
crónica como un símbolo del declive cultural, donde Valdelomar hace una crítica contra
modernidad y los medios tecnológicos de comunicación. A su vez, relaciona la crónica con
dos de sus primeras novelas La ciudad muerta y La ciudad de los tísicos, donde critica el
determinismo y el ideal de progreso.

2. LA MODERNIDAD ES LO FUGAZ

Antes de analizar la crónica de Abraham Valdelomar, es pertinente revisar los postulados


de Marshall Berman (1989), quien sostiene que la modernidad es el conjunto de
experiencias vitales que comparten hombres y mujeres en el mundo, donde el entorno que
está en constante proceso de transformación puede ser tomado como un cambio positivo,
pero al mismo tiempo representa una ruptura y amenaza a lo que se posee, lo que se tiene,
lo que se conoce y lo que el ser humano es.

Entonces, la modernidad supone una contradicción, una dialéctica para la condición


humana, puesto que:

Es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua
desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar
parte de un universo en el que, como dijo Marx, todo lo sólido se desvanece en el aire (p. 1).

Para comprender la modernidad, Berman plantea una división por fases: la primera
comprende los comienzos del siglo XVI hasta fines del XVIII, la cual se caracteriza por
gozar de una incipiente modernización y se empieza con la experimentación, pero aún no
existe un sentido de pertenencia por este nuevo espacio; la segunda fase, por su parte,
comprende el siglo XIX, donde surge el sentido de vivir una etapa revolucionaria que busca
marcar un diferencia con el pasado, así como el cambio en los niveles políticos y sociales;
y, finalmente, la tercera fase corresponde al siglo XX, donde si bien el proceso de
modernización se expande y alcanza a gran parte del mundo, y se logran, en una primera
instancia, efectos positivos para la sociedad, el arte y la ciencia, consecuentemente decae el
efecto en un estado de incapacidad y crisis humana porque “se pierde la raíz de la propia
modernidad” (p. 3).

De esta manera, el sujeto moderno entra en una crisis sobre el sentido de la vida y
comienza a valorar la fugacidad de la misma en el espacio moderno. Tal como lo plantea
Baudelaire (2005): la modernidad es lo fugaz, esto se traduce en la sensación de caducidad
y fugacidad de las cosas, dando pie a reflexionar sobre los límites de la vida, el paso del
tiempo y la muerte misma.

3. ANÁLISIS DE LA CRÓNICA “LA PRIMERA HOJA SECA”

La crónica empieza presentando los fuegos fatuos, cómo ello se consideraba una forma de
registro de lo que dejaba el hombre sobre la tierra para aflorar tras la muerte, pero
Valdelomar apunta también a demostrar la realidad de dicho fenómeno, explicado por un
científico que solo se trata de una descomposición a través de gases químicos. Sin embargo,
se vale de este fenómeno para relacionar su actividad como escritor de crónicas, utilizando
como metáfora la luminosidad de los fuegos fatuos, siendo estas también fugaces y breves
semejando a su ejercicio concreto de escribir artículos sobre el día a día.

Luces raras que nacen en los camposantos, fuerzas que impulsa la muerte, colores vanos que alientan la forma
corpórea corrompida, fuegos fatuos que surgen en mi espíritu sobre tantas ilusiones muertas, tales estos
artículos breves y luminosos que te ofrezco, lector selecto. Fugaces y vanas lágrimas de luz, última radiación
de la vida que se extingue, lucecillas que corren un instante sobre la magnífica fertilidad indiferente de los
cementerios, fuegos fatuos que nacen en mi cerebro cansado y joven donde hay tantas, tan dulces, tan bellas,
tan radiantes, tan amadas cosas sepultas…(p.493)

Luego, abandona esta reflexión y la conecta a un paseo a Magdalena del Mar,


rodeado de la naturaleza. En este recorrido volverá a reflexionar sobre lo efímero y lo fugaz
analizando la evidencia de la senectud en sus cabellos. Al encontrarse con la primera cana
procede a dialogar con ella sobre su recorrido vital, a través de interrogaciones sobre su
destino y deseos sobre el futuro.

- ¡Eh! Señor Peregrino. Detente y descansa. Tienes sed, bebe en el azul arroyo del cielo. Ala tu deseo y
escucha. Estás en la mitad del camino. ¿Qué has hecho? ¿Qué haces? ¿Qué vas a hacer? ¿Sabes ya quién eres?
¿Sabes ya de dónde has venido? ¿Sabes ya cuál es tu fin? Yo he madurado sobre tu cerebro, he sentido correr
bajo mis raíces, inquietas, tus ideas; he sentido el ajetreo, la labor febril, la actividad radiante de ellas. Ahora
yo te detengo en el camino. Te falta poco, muy poco por recorrer y aún no has elegido. ¿Vas de frente contra
la vida? ¿Vas sumisamente con ella? ¿Eres un rebelde? ¿Eres un sumiso? ¿Sacrificarás tu presente tangible y
real por un futuro improbable que no conoces ni has comprobado? ¿No piensas que a grandes pasos la trágica
silueta de la Segadora se encamina hacia ti? Piensa. Medita. Razona. Ve el cielo, el mar, el cementerio, la
Muerte. ¿Quieres vivir? ¿Quieres morir? ¡Habla! ¿Qué quieres?...(p.494)

Sin embargo, su respuesta nos deja ver que es consciente del destino final del
hombre: la muerte, y no busca escapar de ella. Así, la fugacidad está presente en dos formas
en esta crónica; la primera, sobre la actividad de su escritura y la segunda, sobre su vida.
Esta conexión revela que Valdelomar mantiene una preocupación por la temporalidad y su
ejercicio en todos los aspectos de su vida.

Un tema que se desarrolla también en la crónica es sobre el sentido de la vida, que


surge tras las preguntas que le hace la “flor de plata”, símbolo de la vejez. Aún para 1916,
Valdelomar cuenta con tan solo veintiocho años y ya presenta preocupaciones sobre su
futuro y el rumbo de la vida que está llevando. En esta crónica, el autor nos revela sus
angustias disfrazadas en las interrogaciones de su interlocutor, mas estás pertenecen a sí
mismas. Parte de la consciencia sobre la fugacidad y lo efímero de la vida, están
relacionadas a su labor como escritor, sea como poeta o narrador.

A modo de ejemplo, este poema publicado en 1916 en Las voces múltiples, que
aborta también el tema de la fugacidad:
Venía por la curva
Honda y gris del camino.
Se acercó sin mirarme
Bajo el cielo tranquilo.
Me miraron sus ojos inefables;
Un gran silencio del paisaje, vino.
Y se perdió en la sombra

Inerte y perfumada del follaje macizo. (Fugaz, 514)


Y también, en este poema se puede observar sobre el sentido de la vida para el autor:
Quise esculpir mis locos ideales
En un trozo de tierra humedecida;
Mis deseos, mis vanas esperanzas,
Quise esculpir la imagen de mi vida.
Cuando tomé el pincel para imprimirle
Mi inspiración ¡Desdicha!
¡El pedazo de tierra estaba seco,
Y al golpe del cincel se deshacía!
Y fue la solución. Sin esculpirla
Ya sé lo que es la vida;
¡Un pedazo de tierra seca

Y un cincel de dolor que descuartiza! (¿Qué es la vida, 465)


De esta manera, de acuerdo a Hurtado (2023), el sentido de la vida va a depender de
las experiencias del sujeto en tanto a su edad, cultura y sistema de creencias, y esta puede
verse afectado por los problemas personales y la sociedad que lo rodea, la ausencia de un
sentido conlleva a padecer depresión y la pérdida del sentido de la vida misma, por ello, se
dice que existe una búsqueda de sentido constante como una fuente de motivación para
seguir con vida. Lo que observamos, por tanto, en la crónica de Valdelomar, es la búsqueda
de un sentido que no se llega a concretar.
. ¿Quieres vivir? ¿Quieres morir? ¡Habla! ¿Qué quieres?...
Yo cogí la fina hebra plateada, la miré un instante con tristeza, y le dije:
- ¡Nada!...No quiero nada…(p.495)
Según Lukas (2007), los jóvenes son quienes construyen y viven su vida como si
fuera una eternidad, mientras que los adultos y ancianos son quienes son más conscientes
del verdadero tránsito por la vida fugaz. Por ello, el protagonista de “La primera hoja seca”
en el momento que vislumbra la primera señal de envejecimiento, muestra preocupación
por su destino y por el rumbo que ha tenido su vida. En consecuencia, se observa no solo la
crisis de la modernidad en el sujeto producto de los tiempos modernos, sino la consciencia
de la fugacidad en varios aspectos de la vida misma, lo que no condiciona necesariamente a
valorar lo efímero, sino a condenarlo y padecerlo.

4. CONCLUSIÓN
En un principio ha sido dejado de lado el trabajo periodístico y cronístico de Abraham
Valdelomar; sin embargo, en los últimos años se ha observado que han incrementado
sustancialmente los estudios sobre la crónica de Abraham Valdelomar, lo que conlleva a
reconocer el valor de sus crónicas. Adicionalmente, se ha evidenciado que en “La primera
hoja seca” existe una representación de la crisis de la modernidad y el cuestionamiento
sobre el sentido de la vida en tanto el concepto de la fugacidad que se halla presencia en
ella. De esta manera, la noción de la modernidad ha permitido explicar el porqué de la crisis
en el sujeto.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baudelaire, C. (2005). El pintor de la vida moderna. Alción Editora.
Berman, M. (1989). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad. Siglo XXI de España Editores.
Espinoza, E. (2007). La crónica modernista de Abraham Valdelomar [Tesis de maestría,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos]. Repositorio institucional de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
https://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12672/2551/
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Hurtado, E. (2023). El sentido de la vida y la muerte del hombre en la modernidad [Trabajo
académico, Universidad Católica Sedes Sapientiae]. Repositorio UCSS
https://repositorio.ucss.edu.pe/bitstream/handle/20.500.14095/1771/Trabajo
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Lukas, E., García, C. (2007). De la vida fugaz. Ediciones LAG.
Ramírez, M. (2013, 8 de agosto). Valdelomar periodista en Italia: las crónicas de Roma
[Conferencia]. Casa de la Literatura Peruana, Lima, Perú.
https://www.casadelaliteratura.gob.pe/wp-content/uploads/2013/09/ponencia9.pdf
Robles, R. (2020). El hundimiento del Titanic: Valdelomar o la reconfiguración del artista
moderno. Leteo: Revista de Investigación y Producción en Humanidades, 1(1), 33-
41. https://vocero.uach.mx/index.php/leteo/article/view/552/521
Rodríguez, J. (2019). La sátira en Las Crónicas Parlamentarias de Abraham Valdelomar
[Tesis de maestría, Universidad Nacional Mayor de San Marcos]. Repositorio
institucional de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
https://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12672/10608/
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Silva, R. (2001). Abraham Valdelomar. Obras completas. T. I, II, Lima, Ediciones Copé.

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