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Lisa, la primera chica de la que me enamoré

Seudónimo:Star
El amor no es para cobardes. Esa frase cobró sentido cuando Lisa llegó a mi vida.

El 81 fue el año en el que todo se revolucionó por Lisa, la primera mujer del colegio Nacional.
Batalló sola contra 300 jóvenes que jamás tuvieron contacto con una mujer como compañera
de estudios. Con ella conocimos el verdadero sentido de la amistad y despertó nuestro primer
deseo.

Lisa fue nuestra primera ilusión y...mi primer gran latido del corazón.

Pero para entender mejor nuestra situación vamos a remontarnos al 4 de enero de 1881 en la
Ciudad de Corrientes, Argentina. Luego de 4 años de la fundación del colegio, los 300 alumnos
que se encontraban estudiando en las instalaciones quedaron atónitos cuando vieron a la
primera chica caminando por el pasillo de nuestra monumental institución. Nuestra reacción
no fue la mejor, pero vamos, éramos adolescentes que no habíamos tenido otro contacto
femenino que no fuera el de nuestra madre o hermanas. Como el cálido sol de un marzo
veraniego, aquella chica de largo cabello rubio irrumpió en mi salón.

Estaba sentado en mi banco, escribiendo unas tareas pendientes hasta que sentí una mirada
profunda. Al alzar mis ojos, vi una figura sacada de un cuento de hadas: una joven rubia de
cabellos ondulados, con ojos azules rodeados por profusas pestañas, cejas bien definidas,
labios como fresas, nariz afilada, pómulos relativamente prominentes, perfecta en todo
sentido. Se situó frente a mi banco. No respiré, no hablé, ni parpadeé. Pero en la eternidad de
la clase pude darme cuenta de que me enamoré por primera vez.

Cuando las clases finalizaron, Lisa se me acercó.

_ ¿Y los demás?, ¿dónde están?- dijo Lisa agarrando su mochila.

_ Oh...ellos ya se fueron a sus casas- respondí casi titubeando.

_ ¿Y vos a dónde vas?- siguió interrogándome en forma amistosa.

_ Voy a mi casa, no uso transporte porque vivo cerca...así que adiós- Ella me inquietaba tanto
que quise escaparme de la situación para que no notara mis nervios.

_ Oye espera. ¿Vas para la calle Buenos Aires?

_Sí, más o menos- Juro que quería responderle adecuadamente, pero sentía que no podía hilar
las ideas.

_ Excelente, te acompaño, debo esperar a que me busquen por allí.

_ Ah sí claro- dije algo nervioso.

_ Y vos, ¿por qué no me hablaste en todo el día?

_ Ohhh…

_ Digo, vamos a ser compañeros de pupitre, lo más normal es que hablemos ¿no? ¿O te caigo
mal? Porque si te caigo mal, puedo cambiarme de lugar.
_ No...no hace falta.

_ ¿Entonces te gusto?

_ Sí, me gustas. Ehhh, quiero decir que parecés amigable. No me entiendas mal.

_ Mentiroso, si te hubiese gustado me hubieras hablado primero, pero está bien, con el tiempo
sé que seremos amigos. Siempre me he llevado bien con los Camilos y esas intuiciones siempre
son reales. Te llamas Camilo ¿No?

Reí un poco, pero sin mirarle seguí caminando.

_De hecho...me llamo Dante.

_ Uhm… pues supongo que también me llevo bien con los Dantes pero tenías cara de Camilo.
Quizás es raro para vos tener una compañera de pupitre, pero el mundo está cambiando,
bueno para todos, pero más para las mujeres. ¿Sabés qué es la revolución feminista? Si no
sabés, te puedo explicar, yo soy una revolucionaria.

Y así fue como todo el camino a mi casa Lisa me explicó que era ser feminista. Hasta la fecha
realmente nunca tuve una conversación con otra mujer que no sea mi madre por lo que era un
gran avance o eso es lo que parecía.

_ Bien, esta es mi casa- apunté mi casa al otro lado de la calle.

_ Es muy bonita tu casa.

_ Sí... ¿Querés que te acompañe a tu parada?- Me animé a preguntar.

_ Gracias pero puedo sola.

_ ¿Segura? Porque puedo acompañarte ¿Sabés cómo llegar?

_ No pero no necesito ayuda, puedo sola o… ¿acaso eres de los hombres que piensan que una
mujer no puede sola sin ayuda de un hombre?

_ Yo no quise decir eso … fue de cortesía nada más- Me defendí rápidamente, estaba asustado.

_ O de machista- afirmó sarcásticamente. No te podés ir sin que te explique, en la vida tenés


que ser más ilustrado.

Después de mi primera conversación con Lisa en la que me dio una larga explicación sobre el
feminismo y el machismo, puedo asegurar que no logré comprender ni una sola palabra. Para
colmo perdí la noción del tiempo. No sé cuándo ni cómo, pero cuando volví a recobrar el
conocimiento me encontraba con mis padres cenando. Toda la comida estuve pensativo, del
mismo modo me fui “a dormir”. Desperté en mi cama con el sol en mi cara por lo que me alisté
rápido y corrí a la escuela, está claro que llegué muy tarde pero no importó ya que al ver la
sonrisa de Lisa me sentí ¿tranquilo? Sí, supongo, pero eso ya no importa.

Durante el recreo estuve con mis amigos tratando de distraerme de lo aprendido en la clase de
Historia Universal. De repente mi mente si se desvió del tema, pero no por las cargadas de mis
amigos sino por Lisa. Se encontraba caminando hacia la cantina, ella se veía realmente
hermosa. Me levanté del banco, aproveché que mis compañeros se gastaban en bromas
tontas y salí a su encuentro.

-Hola de nuevo- dije mientras mi respiración agitada se establecía.


Lisa sonrió al verme y agarró su jugo mientras pagaba.

_ No pensé que te atreverías a hablarme primero esta vez, pero al parecer te subestimé-
mencionó con firmeza y una sonrisa disimulada mientras caminábamos hacia el patio techado.

Era obvio que estaba nervioso, me sudaban las manos y la voz me salía entrecortada. Y no
agreguemos que temía que mis amigos me vieran hablando con su interés amoroso o mejor
dicho el de toda la escuela. No obstante, me dije a mí mismo: el que no arriesga no gana. Me
puse erguido para armarme de toda la valentía que podía y me encaminé detrás de Lisa
mientras entablábamos una conversación. Ella realmente hablaba MUCHO pero eso no era un
problema para mí, incluso debo admitir que me interesé bastante en los temas que solía
mencionar. Por ejemplo, hablaba de música, de obras de teatro y también de pintores
mundialmente conocidos. Ella despertó intereses en mí que nunca pensé tener, pero con tal
de tener tema de conversación yo sería capaz de cualquier cosa. Por lo que, en los días
venideros, comencé a investigar en la biblioteca del Colegio y a consultar con mis primos que
habían estudiado en la novísima Universidad Nacional del Nordeste.

Las semanas pasaron y en cada recreo, cada segundo “libre” en clase, las caminatas de ida y
vuelta del Nacional eran los momentos ideales para hablar de cualquier tema que se nos
ocurriera. Cada vez más mi interés por ideas nuevas se hizo visible. Por lo que fue inevitable
que tarde o temprano me enamorara perdidamente de Lisa. Y con el gran amor aumentando a
pasos agigantados era previsible que el pecho no lo pudiera contener. La solución fue empezar
a escribir para el ser de mis anhelos, pero como todavía era muy tímido para expresar mi
devoción se me ocurrió la brillantísima idea de que las misivas fuesen anónimas.

Cada mañana Lisa recibía una bella carta de “Tu Fiel Seguidor”, quien no era machista, tenía
una postura claramente feminista, adoraba el arte, la música y, que por sobre todo era un gran
lector. Al principio, mi enamorada las recibía con desconfianza, pero, a medida que pasaban
los meses se observaba en su rostro la expresión de quien quería disimular sus expectativas.

Ya estábamos recorriendo el final del semestre, y por fin ella se animó a compartir el
contenido de la última epístola recibida. Mientras leía las líneas, demostró con una sonrisa
amplia -nunca vista por mí- que se encontraba totalmente flechada por el escritor de las
cartas. Me sentí extraño, feliz porque mi sacrificio de meses había logrado el efecto deseado,
pero a la vez, triste porque mi querida Lisa no sabía que su amigo de confianza estaba detrás
de ellas.

Entonces, decidí que en la próxima misiva daría algunas señales de la identidad del escritor.
Desafortunadamente, ella parecía no captar los indicios. Al final terminé renunciando a este
método porque creí que Lisa jamás me reconocería. Y como siempre fui un poco cobarde,
decidí esperar un poco más para confesarme apropiadamente.

Al parecer nunca presté atención al significado de la frase que tanto mencionaba mi padre:
´´Eres el sueño de mi vida, supera la ficción, un regalo del cielo que tiene loco mi corazón´´.
Recuerdo que él siempre contaba cómo se le declaró a mi madre con esta sentencia. Había
olvidado que se lo mencioné a la Lisa una vez y, al momento de leer la última carta me miró
extrañada, se veía incómoda.

Fue injusto. Pensé. Dejé el libro de Historia Universal, justo en la página 36 “La revolución
feminista”. En ese preciso momento la voz de aquella chica me sacó de mis pensamientos. Al
alzar mis ojos, vi una figura sacada de un cuento de hadas: una joven rubia de cabellos
ondulados, con ojos azules rodeados por profusas pestañas, cejas bien definidas, labios como
fresas, nariz afilada, pómulos relativamente prominentes que estaba enfrente de mi banco. No
respiré, no hablé, ni parpadeé.

_Hola, soy….- la joven no pudo terminar su oración ya que la interrumpí.

_Lisa- respondí.

_Oh… ¿nos conocemos? - preguntó Lisa algo sorprendida.

Quedé algo pensativo, pero únicamente sonreí.

-Vos, a mí no… pero yo sí.

Y así fue como me imaginé una gran y linda historia de amor, la cual por más que deseé que
fuera cierta…no lo fue.

¿FIN?

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