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MIS MEMORIAS
DE ESCRITORA
MIS MEMORIAS DE ESCRITORA
DELIE ROUGE
MIS MEMORIAS
DE ESCRITORA
SANTIAGO DE CHILE
Talleres Gráficos Casa Nacional del Niño
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ADVERTENCIA
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D É L I E R O U G E
"LITERATAS CHIRLES"
"Tengo sobre mi mesa de redacción un folleto titulado: "Mis
observaciones", antifirmado por un nombre que considero pseu-
dónimo: Delie Rouge. Doblo la cubierta y me encuentro con la
dedicatoria: "Homenaje a mi anciano padre, quien nunca puso
trabas a mi pensamiento". Así dice.
Confieso que me interesó la forma unipersonal, absoluta y
terminante de las leyendas: mis observaciones, mi padre nunca
puso trabas a mi pensamiento. He aquí, pensé, un hombre que
desde chico ha sido un genio o ha tenido mal genio. Porque en
cierta edad los pensamientos de las criaturas no sólo necesitan
trabas sino azotes. Cuando no ha habido esto, es porque estamos
en presencia de un Pascal o de un Beethoven, que se mostraron
superiores aun en la primera edad, o porque estamos en presen-
cia de un cascarrabia que no aguantó pelos en el lomo y se
desesperaba gritando, apenas hacían amago de corregirlo. Queda
todavía una tercera hipótesis: que el padre en cuestión no supiera
o no pudiera poner las trabas de marras, como hacen tantos pa-
dres. Pero no hay antecedentes para pronunciarse sobre el parti-
cular.
Continúo leyendo. He aquí el prefacio. Está escrito en estilo
firme e imperativo. Comienza diciendo: "Nacemos con ciertas ten-
dencias: una de las mías es observar. Estos artículos son frutos
de mis observaciones... "Sé que están escritos sin arte y en un
estilo vulgar".
Mi interés va en aumento. Se trata de un escritor honrado,
me digo. Expresa las cosas en frases cortas y que no admiten ré-
plica. Me inclino pues a creerle desde luego cuando asegura que
sus artículos están escritos sin arte y en un estilo vulgar.
Primer artículo y también primera desilusión.. Titúlase: "Re-
lación que existe entre el divorcio y la educación de la mujer".
Y el primer párrafo del artículo es ya un petardo: "En este país
dos cosas se hacen completamente necesarias para el bienestar
social y el progreso, y son: educar mejor a la mujer y establecer
la ley de divorcio".
Confieso mi debilidad: tuve paciencia de leer el artículo
entero porque deseaba conocer las relaciones que podían existir
entre el bienestar moral, el progreso y el divorcio con disolución
del vínculo matrimonial propiciado por el articulista, pues al que
existe actualmente entre nosotros le llama "ley estúpida". Por su-
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"MIS OBSERVACIONES"
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Esto es lo que hace que nosotros, en nuestra crítica, vea-
mos siempre delante ese velo de atractivo, que nos oculte todos
los defectos, que no veamos todas las imperfecciones que pudié-
ramos hallar, quizás, en el folleto que examinamos.
El primer ensayo de Delie Rouge demuestra, en general dos
cosas: audacia, independencia de carácter, es la primera; anhelo
•de seguir las altas corriente del pensamiento y del sentimiento
modernos, es la segunda.
Tal vez debiéramos agregar una tercera: gran confianza en
sí misma, como lo demuestra el hecho de estar el folleto com-
pleta y absolutamente desprovisto de citas.
Estas tres cualidades, fundamentales expresadas en el folle-
to, van mal acompañadas, con ser tan altas. El mal amigo que
las sigue de cerca abandonándolas tan sólo, (poj fortuna), algu-
nos instantes, en el temor de dejar correr la pluma: la parque-
dad y sequedad excesiva de la forma; la falta de libertad gra-
matical, que hace desaparecer la brillantez y la movilidad de la
frase; temor que, de otra parte, es bien explicable en quien dá
s u s primeros pasos en el camino de las letras, y que pueda qui-
zás depender de una pequeña equivocación de concepto. Tal
vez, al escribir sus cuartillas enérgicas, Delie Rouge se ha pro-
puesto tan sólo que sirvan de enseñanza; que sean algo como
consejos y máximas morales y ha pensado que, para conseguir
este objeto, no sean necesarios, o hasta estorban la brillantez y
el atildamiento.
Si esto ha sido así, (como nosotros creemos), Delie Rouge
se equivoca. Cuanto mayor sea la tendencia educativa de un es-
crito, tanto mayor debe ser la delicadeza literaria de que se le
envuelva, pues es indudable que mejor se aprende y recuerda
lo que se lee con deleite, que lo que se lee no más que para
extraer los pensamientos que encierra. Claro es que, en una
obra didáctica, no caben las galas de la literatura como tales
galas y sin más fin, pero el folleto de Delie Rouge, no es una
obra didáctica (aunque enseña más que muchas de ellas), y por
tanto, las galas y los adornos del estilo, hubieran estado muy
bien dentro del mismo. Por esto sin vacilar afirmamos que fal-
t a n al folleto, sin que podamos por esto hacer de esa falta un
motivo de censura, puesto que, al no haberse propuesto Delie
Rouge, dar forma bella a su folleto, ignoramos si es capaz o no de
lograrlo, y tendremos que esperar otros de sus escritos, en que
se proponga ese fin, para ver si es capaz o no de conseguirlo.
Ahora que, si la autora no se propuso dar a su falleto la
forma que tiene; si esta forma dura y árida es producto del te-
mor, entonces nos vemos obligados a censurar su injustificado
miedo. El escritor está obligado a usar de su idioma en la for-
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—"¿Yo?"
—"Sí; todas tenemos que presentar trabajos".
Recién fundado el "Círculo" yo había leído algunos artículos
d e "MIS OBSERVACIONES".
—"¿Qué filósofo quiere estudiar?" Y me nombraron una cafüa.
—"Ninguno", — contesté.
—"¿A cuál conoce?"
—"A ninguno". ,
(Debo confesarte mi ignorancia, en aquella época yo no conocía
a ninguno de los filósofos mencionados).
—"Nó; ¡no es posible! Usted tiene que conocerlos y estudiar
por lo menos uno".
«Mi trabajo es completamente individual. Tengo escrita una
novela. Si Uds. quieren puedo leerles un capítulo que es casi
independiente del resto de la obra".
—"¿De qué trata?
—"Del Desarme Universal".
—"Aceptado".
Se acordó que yo leería en Una de las próximas sesiones.
Advertí que yo escribía con el pseudónimo de Delie Rouge, y
que deseaba que me anunciaran con él. No expliqué cuál era el
motivo que tenía para usarlo. Si yo lo hubiera hecho tal vez nada
habría acontecido, pues tu padre hubiese visto en la prensa el
nombre de Delie Rouge sin llamarle la atención. Llegó el día de
la lectura y se me anunció en los diarios con mi nombre. ¿Estaba
así escrito? ¿Era mi destino que empezaba a jugar una de sus
cartas?... , -
Ese mismo día más o menos a las dos de la tarde, tu dormías
la siesta en tu camita y yo descansaba a tu lado cuando llegó Luisa
Zanelli López. Su primera pregunta fué: —"¿Estará Ud. muy ner-
viosa? Vi en "El Mercurio" que esta tarde Ud. lee en el "Círculo".
—"Nó; no estoy nerviosa. Voy a leer un cuentecito en vez del
capítulo de la novela".
Luisa hizo uñ gesto de desagrado y me preguntó bruscamente:
—"¿Por qué?"
—"Tengo miedo de que las ideas caigan mal".
—"A ver; déjeme leer el cuento".
Lo leyó.
—"Muy bonito; muy bien hecha la narración p e r o . . . " (Movió
la cabeza como diciendo: no vale la pena leer esto). "Déjeme ahora
leer el capítulo".
Se lo di. Cuando hubo terminado la lectura exclamo con en-
tusiasmo:
—"¡Esto sí! ¡Esto vale! No sea chambona, léalo. Será todo un
éxito".
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"DEL PATRIOTISMO"
(Leído en el "Círculo de Lectura de Señoras", el martes 4
del presente, con motivo de un capítulo de tendencias anti-pa-
triótica que había presentado una señora en sesión anterior).
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"Distinguida señora:
Me he impuesto de la parte de su novela "Helena", que Ud.
leyó en el "Círculo d^ Lectura de Señoras", y que fué desfa-
vorablemente acogida. Creo que la vehemencia con que Ud. sos-
tiene la tesis pacifista ha podido dar lugar a esa apreciación ad-
versa. Llegaron así a estimarse las ideas de Ud. como antipatrio-
tas, y se le juzgó por eso con severidad extrema.
Sin embargo, en el fondo, ama Ud. de todo corazón a su
patria; pero la desea pacífica y no guerrera, de manera, se en-
tiende, que el desarme se verifique por convenio universal en-
tre las diversas naciones. Y no vacilo en pensar que ese genero-
so anhelo se alberga también en lo íntimo del alma de^ las per-
sonas que le fueron incidentalmente contrarias. De ahí que yo
imagine como más aparente que real, la desinteligencia que se
produjo, no obstante la suma viveza que revistió.
Hay en el modo de escribir de Ud. un impetuoso ardor que,
junto con revelar una acentuada índole apostólica, puede a pri-
mera vista chocar a la gente. Tal vez convendría, pues, para el
buen éxito de su elevada labor literaria, que Ud. tratara de mo-
derar la efervescencia de su estilo, dándole un bello tono persua-
sivo. La noble causa pacifista que Ud. defiende con abnegado
espíritu, ya está sin duda en la corriente irresistible del progre-
so humano. Ahora mismo, en medio de la horrenda guerra ac-
tual por todas partes se alzan voces, que salen aún de los pro-
pios gobiernos de las naciones beligerantes, en favor de una
consolidación inquebrantable de la paz del mundo. Abrigo, en
fin la confianza de que, si Ud. se penetrara íntimamente de la
Religión de la Humanidad, sabría ejercer un eficaz influjo en
la suprema redención social. La fervorosa pluma de Ud. sin per-
der por cierto su intensa vitalidad, sería entonces ademas alta-
mente serena, que es, en verdad, la forma más adecuada para
concurrir al glorioso triunfo de la civilización altruista en que
el planeta entero se verá santificado por fecunda labor fraterna
y libre para siempre de la guerra y la miseria.
Saluda a Ud. con deferencia cordial su servidor,
Juan Enrique Lagarrigue
(San Isidro 75)
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23 de marzo de 1918.
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Los críticos dijeron lo que les dió gusto y gana decir; pero yo
me reservé el derecho de refutar sus críticás. Un día que estaba
de buen humor escribí las siguientes líneas que la revista "AC-
CION FEMENINA" publicó con este pomposo título:
CRITICA
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"FRAGMENTO DE MI DIARIO"
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que nacieron para completarse y extraviaron la ruta. Hay pasa-
jes en la novela que interesan y monopolizan la atención; ins-
tantes de intensa pasión; de exaltaciones sentimentales que inocu-
lan al espíritu esa infinita tristeza que se apodera de los seres
cuando habiendo encontrado el ideal, éste se esfuma en las den-
sas brumas del imposible.
Esa amarga desesperación, esa angustia insondable que in-
vade a Helí. (Gastón, al ver su incapacidad legal para retener
al objeto codiciado de su amor, — estalla en rebeldía y anatemas
contra leyes que lo amordazan y lo atan al carro de otro ser a
quien no ama, embargan el espíritu del lector.)
Pretender aprisionar mariposas embriagadas de luz y ahi-
tas de polen y retener tan sólo entre las manos el polvillo do-
rado de sus alas multicolores, son instantes de la vida que de-
jan en el alma una insaciable, una inestinguible sed de amor,
de sufrir y luego, fundirse en una nube o desaparecer cual me-
teoro en alguna sima ignorada y misteriosa".
¿Qué bien ha penetrado el autor esa angustia, ese dolor mu-
do, hondo que se apodera del alma que se estrella contra el im-
posible y la tiranía de leyes absurdas. Sin ser él —sin duda—
u n fracasado ha sentido a través de mi obra esa angustia y ese
dolor.
Termina su crónica con estas líneas:
"En resumen: "LOS FRACASADOS" es una novela de in-
terés social, bien escrita y mejor argumentada en su finalidad.
Sus páginas acusan sinceridad y respiran convicción en la doc-
trina que sostiene.
Son páginas vividas que dejan la impresión que la autora
quiso dar.
¿Cuántos "fracasados" pululan por el mundo llevando en el
alma la pena de Helí? ¿Cuántas Elianas no llevan en su ser un
mundo ignorado de ternura y viven soñando imposibles? ¿Cuán-
tas no ven en sus hijos como estigma infamante la culpa de
otro? Delie Rouge preconiza el divorcio como una panacea pa-
ra las tempestades domésticas. ¡Quién sabe; pueda que tenga
razón en ciertas uniones. El problema es complicado y digno de
atención. "LOS FRACASADOS" es la novela de muchos y me-
rece leerse.
Delie Rouge escribe bien y esto justifica el éxito de rus
novelas"'
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Cuando publiqué "LOS FRACASADOS" se hallaba en Mon-
tevideo mi muy querida amiga Ana Neves. Junto con el ejem-
plar que le envié a ella incluí otro para la gran poetisa urugua-
ya Juana de Ibarbourou.
Meses después la distinguida poetisa me escribió la siguien-
te carta:
"A Delie Rouge.
Chile.
Señorita: retorno a Montevideo y es recién que, un poco in-
dignada por el retardo, me entregan su bello y "valiente libro.
La felicito por sus ideas y por el modo de expresarlas. He se-
ñalado en su novela frases de tan amarga verdad que me asom-
bra su facultad de observación. Y hay en toda ella tal ansia de
justicia que no puedo menos de rogarle que acepte, desde ahí
el emocionado y fraterno apretón de manos que le envío.
Libros como los suyos, señorita, son tan necesarios, que es
una obra de bondad hacerlos circular profusamente.
Créame su admiradora y amiga sincera.
Juana de Ibarbourou
Montevideo, 25 de Julio de 1923.
"Distinguida señora:
He querido saborear muy a gusto su novela "LOS FRACA-
SADOS" antes de escribirle.
No soy literato, de modo que no voy a juzgar el arte, pero
sí sus ideas. Es Ud. una valiente mujer, expone sus ideales con
sinceridad y galanura, pero sobre todo lo hace Ud. con fuerza.
Creo que novelas como éstas son las que necesitamos. Esta-
mos demasiado acostumbrados a que se nos halague, que se nos
diga que somos buenos, que cumplimos nuestros deberes a las
mil maravillas, que nuestros hogares son un Eden. Es bueno,
pues, que alguien con valentía nos haga palpar la realidad.
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