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Confesión en lecho de muerte

En esta fría noche, mis familiares y amigos esperan afuera, Jeremías mi amigo mi hermano quien
me acompaño en la juventud esta acá también, con los años sobre mi piel, sintiendo desfallecer.
Siento un dolor muy fuerte en mi pecho, una punzada que me atraviesa cada vez con más
frecuencia, en esta cama helada con solo sabanas, conectado a aparatos que alargan mi agonía,
ni siquiera sé cómo imaginarme a la muerte. ¿Será una entidad con túnica negra, o algo más
divino como un ángel con la piel blanca, será mujer?, si fuera así, quisiera que fuera igual a ella.

No puedo creer que, en mis últimos momentos de vida, tu seguirías en mis pensamientos…

1970, Después de un partido de Futbol en el cual jugaba con mi gran amigo casi mi hermano, un
juego en el cual lo dimos todo, quedamos tan cansados que fuimos a recostarnos en el césped,
mi amigo quedo dormido de manera inmediata y yo en el otro extremo me quede viendo el
pasar de la gente, de pronto y de manera divina apareció de entre la multitud.

Una mujer Joven, aproximadamente una universitaria, tan bella que solo verla me deslumbraba,
llevaba un vestido blanco con detalles color rosa, cual flor de Líbano su piel blanca y suave que
parecía que el viento la acariciaba, quien hubiera pensado que alguien yo, un chico entrando en
mi adolescencia en sí, tuviera ese tipo de atracción, dando rienda suelta mi imaginación,
queriendo ser mas grande solo para poder hablarle y conquistarla, pero el miedo y nuestra
diferencia de edad no me harían posible tal placer. Solo me quede viendo como desaparecía y
en la misma multitud de donde emergió.

Al cabo de unos minutos mi amigo despertó, trate de explicarle el momento divino que se
presento en mi vida momentos antes, pero este solo se burlo ya que el era mayor para mi solo
me dijo “son tus hormonas las que piensan por ti, ya crecerás”, esta frase lo que hizo fue que las
ganas de crecer sean mas fuertes, pero la imagen de esa bella mujer no se quitó de mi mente

1980, Pasaron los años y aquellas ganas de crecer se cumplieron, dicen que el tiempo nos trae
sabiduría, sin embargo, el tiempo me había dado una historia muy mala, tal vez como dicen
algunos “Karma”, pero yo estaba bien enterado que no fue así, había tomado cada una de mis
decisiones con una única meta crecer, ser adulto, y buscar a la mujer que había cambiado mi
vida. En este camino encontré con el pasar del tiempo malas decisiones, de ir con compañeros
a las discotecas, a lugares donde podíamos hacer cosas que solo los adultos podían hacer, tantas
fueron, que mi educación colegial la terminé a punta de regaño y coscacho.

Que puedo decir; (fue una época difícil para mí) solo se me ocurrirían un montón de escusas,
tiempo después a mi graduación y con un tiempo sabático, busqué entrar a la universidad
finalmente, o eso es lo que quería decir, tuve suerte al encontrar una carrera un lugar donde
aceptaran a un vago como yo; gracias a mis queridos padres empecé a estudiar Filosofía.

En aquel tiempo mi amigo, casi mi hermano, estaba conmigo, claro en las andanzas, el con mas
suerte que yo había conseguido un trabajo con un buen sueldo, y todo se le daba de sobra,
dinero, lujos y por supuesto mujeres. Tanta fue su suerte que lo llamaban el Galán.

Llego el día de comienzo de clases y como era de esperarse todos los alumnos se paraban frente
a las carteleras a ver sus horarios de clase, que profesor le quedaba bien y cual no, a mi sin
preocuparme mucho me recosté en el césped, esperando a que la multitud desaparezca. Pero
de repente algo llamo mi atención las miradas de muchas personas, hombres mas que mujeres,
viendo a un solo punto, tan colgados por lo que pasaba que no desviaban su mirada, en ese
momento también regrese a ver, mis ojos no creían que la mejor coincidencia del mundo esté
pasando.

Resulta que la figura que estaban viendo era aquella chica de esa vez, la misma por la cual
hubiese dado mi vida en aquel momento, ella de nuevo pasaba frente a mí, su piel era la misma,
su figura sin igual podría asegurar que el paso de los años no le afecto en nada. Seguía siendo
tan hermosa como la primera vez que la vi, pero ahora no iba a rendirme tan fácil, caminé detrás,
ella ya no era la misma universitaria, llevaba un vestido de gala un poco acampanado, como si
fuera a recitar un poema o a presentarse en un concierto, alrededor de ella iban caminando y
tratando de llamar la atención tres tipos con traje, que parecía que no estuvieran porque al solo
ver su expresión entendía que no estaba a gusto con ellos, de repente y sin previo aviso su
mirada voltio a verme, me gusta imaginar que lo que vi en su rostro fue una sonrisa.

Perdí su rastro cuando entro a la oficina de docentes de la universidad, me sorprendió tanto que
espere afuera de la oficina sin que nadie me viera me coloque alado de un ventanal donde
escuchaba la conversación que mantenían adentro, de repente escuche una voz del dirigente de
la reunión, que nombraba los nombres en lista de los presentes, ella era la única mujer que entro
al lugar, así que me quede hasta que la nombraron, un nombre que le quedaba a la perfección
“Bianca Días”. De inmediato fui a los horarios donde estaba la multitud amontonada, solo para
ver si la coincidencia mejoraba, nunca creí en el destino hasta aquel día, ella impartía una
materia, una que nunca había escuchado, pero fue la única vez que mis ganas de estudiar se
encendían.

Pasaron los meses y en la clase que mas destacaba era la Bianca, como no hacerlo, tenia motivos
para que ella me notase, un día termine la jornada mas tarde de lo normal, pero el cielo ya
oscurecía, tenía hambre así que me dirigí al comedor de la universidad, grande fue mi sorpresa
al verla a ella ahí, sentada con su pierna cruzada, una falda que apenas llegaba a sus rodillas y
pegada a sus piernas, una blusa blanca semi escotada, y llevaba puestas sus gafas. Para mi lo era
todo, así que ahora o nunca me pedí un café y llamé su atención.

- ¿Hola, café?

Dos miserables palabras eso fue todo lo que se me ocurrió, sin embargo, me sonrió y me dijo
“no gracias”, otras dos miseras palabras que me rompieron en el mismo número de palabras,
justo antes de dar vuelta me invito a sentare con ella, a pesar de todo fue un buen inicio,
comenzamos a conversar de temas universitarios, cosas que llamaron su atención pero que la
aburrían, así que decidí cambiar el tema, preguntarle cosas, como que le gusta hacer, cuál es su
actividad favorita, cosas que como hombre tenga que escucharla y ella sienta confianza de
alguien que este con ella, se nos paso el tiempo volando y sin darnos cuenta ya había oscurecido,
le pregunte donde vivía y me contesto que muy cerca, así que siendo un poco mas atrevido le
hice otra pregunta, ¿puedo acompañarla?. Esperando a que su respuesta sea negativa
nuevamente, hizo todo lo contrario. El deje en su puerta, le di un beso en la mejilla viéndola a
los ojos me marché. Otra persona hubiera pedido su número, pero nunca se me ocurrió. La
siguiente semana solo coincidí con ella en clases, me quedaba hasta tarde con tal de repetir la
experiencia, pero no tuve suerte.

Un día al ver mi amigo que no tenia tiempo para salir decidió ir a verme a la universidad y me
encontró parado en la entrada del bar, le conté de la experiencia que tuve y me escucho
atentamente, me dio un par de consejos y no falto la burla al saber que no obtuve su número,
el me conto que vio a una mujer en bar, que le había pasado algo similar y que si la encontraba
la conquistaría a cualquier costo, me sentí feliz por él, ya era hora de que siente cabeza al fin
Tal vez no hubiera estado tan al sí le hubiera pedido el numero a Bianca, bueno tal vez hubiera
fracasado al pedírselo aquella vez. Tiempo después el curso decidió hacer un paseo, ir ala
montaña a acampar, para mi suerte la maestra encargada del curso era Bianca y estaba
dispuesto a decirle todo lo que sentía.

Una vez ya en el lugar era todo o nada, pensaba en la manera de decírselo sin asustarla o
incomodarla, pero no había manera, al fin decidí hablarle de esto a solas, al caer la tarde vi que
ella se separaba del grupo así que decidí ir tras ella, sin que nadie se diera cuenta, cuando la
alcance ella ya se había dado cuenta que la seguía pero por alguna razón quería que lo hiciera
me dijo, le pregunte el porque y me conto, que me había visto tratando de confabular para que
podamos coincidir de nuevo pero en esos días ella estaba ocupada dando clases en un edificio
contiguo en el cual podía verme como caminaba por el lugar y para cuando ella salía yo ya me
había marchado. Esto llamo mi atención, “ella me notaba a mí”, así que era ese el momento y le
conté todo, cuando la vi por primera vez y hasta lo que pensé en ese momento, ella sonrió, pero
esta vez me miro a los ojos de manera diferente, sabía que tenía que acercarme y de repente
sucedió, un beso como solo se ve en las películas, cuando los amantes se entran.

Perdimos la noción del tiempo, sabíamos que no podíamos regresar juntos por lo que se podía
decir de nosotros, así que regresamos por separado, regresando a las cabañas donde nos
quedábamos, yo solo quería estar cerca de ella esa noche, así que espere a que los compañeros
duerman y me escabullí a medianoche con la excusa de buscar un baño fuera, fui directamente
a su cabaña, golpee la puerta una vez no tan fuerte, y escuche su voz que en forma sensual me
digo “ no esperes entra” abrí la puerta y estaba sin cerrojo. Levante la mirada y la vi, era una
diosa del Olimpo, que ni la misma Afrodita se atrevería a competir, su cabello suelto regado
sobre su almohada, su piel expuesta, y las sábanas a su alrededor como si estuviera en el cielo,
esa noche le hice el amor por primera vez, nunca olvidare como fue.

1981, el semestre acabo y comenzamos otro, ella no me enseñaba ahora ninguna materia, pero
sin embargo la veía tres veces por semana, repitiendo aquella noche y experimentando cada
locura que se nos ocurría, a pesar de nuestros momentos juntos a pesar de que ella decía que
me quería, no logre entender porque me alejaba, tal vez porque solo era un estuante, pero
sentía que era algo más, sentía una presencia entre nosotros, algo que se nos interponía.

Un día como cualquiera en los que nos uníamos para disfrutar de nuestros cuerpos de nuestra
pasión, ella dijo que no podía porque estaría ocupada aquella noche y que quería descansar
aquella tarde, pensé que estaba bien, tenia obligaciones con las que cumplir, me despedí de ella
y me fui, no sabía que hacer así que llame a mi amigo, fuimos por un par de cervezas y
conversamos de muchas cosas, hasta de las que no se puede hablar, el me comento que se volvió
a encontrar con la chica de sus sueños, aquella que vio por primera vez en ese bar, estaba feliz
por él, me conto que había salido con ella por las noches después de trabajar, no le di mucha
importancia así que no pregunte mas , lo felicite y me volvió a decir, “creo que es la indicada”,
me sorprendió pues nunca creí que él se enamoraría, y añadió una vez más, hoy le pediré que
se case conmigo, esto me dejo atónito, y decidí que era mejor dejar nuestra reunión ahí mismo,
no quería que bebiera, así que lo acompañe el resto del día, le ayude a escoger un traje, una
corbata, y a elegir el mejor momento para su propuesta, me pidió que lo acompañe al
restaurante donde se iba a encontrar con su chica, me daba curiosidad, tal vez yo también tenga
que llegar a ese momento algún día, y tenia a la chica de mis sueños también, pero esta vez se
trataba de él, lo deje en el restaurant, me aleje hacia la acera solo para fijarme que todo saliera
bien.
Eran las 8 de la noche cuando vi que llego una bella mujer al lugar, no pude ver su rostro pero
su silueta se me hacia familiar, llevaba puesta un vestido rojo, y camino por el pasillo del
restaurante hasta llegar a la mesa donde se encontraba mi amigo, me quede a observar, había
algo extraño, sentía algo en mi pecho que no me dejaba alejarme del lugar, al fin llego el
momento en el cual un anillo se aria presente en ese par, vi como mi amigo se hincaba para
hacer su acto final, y la mujer asentía con la cabeza mientras tapaba su rostro de la emoción, se
puso en un mejor ángulo de visión cuando esto paso y cuando sus manos se retiraron de su
rostro no podía creerlo, era Bianca, era ella la mujer del bar, la mujer con la que mi amigo había
estado saliendo algunos meses y ahora era ella la que llevaba ese anillo en su dedo, anillo que
yo no pude darle.

Al ver esta escena mi alma y mi corazón se partieron en el mismo numero de pablas con las que
comenzó nuestra historia, entre lágrimas y agonía, no podía soportarlo más, me fui del lugar, no
solo de aquel restaurante, al ver esta escena no quería interferir, no toque más a su puerta, mi
amigo quedo paralizado en e tiempo, no quise volver, porque merece ser feliz.

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