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—¿Wells?
—Gafas —sonrió.
Todos estaban ahí. Lewis, Luke y hasta incluso Dawson.
Mis ojos lo recorrieron por completo, tenía mucho tiempo
sin verle, se veía más adulto, menos infantil.
Un chico de anteojos grandes, apareció por la puerta
trasera, su cabello era mas corto de lo que debería. Jamás
le había visto, pero sentía un escalofrío por ver a tantas
personas en un mismo lugar.
—El es Jasper—continuó Connor—Es el nuevo integrante del
grupo.
—Soy Dove—sonreí.
—Oh, créeme que lo sé—susurró.
—Bien, ahora que estamos todos. Aunque tú no estabas
incluido —señaló Dawson—Quería disculparme, fui un
imbécil. Me porté de una manera inmadura, no me fijé en
las cosas que realmente valían la pena. Me he desviado
chicos.
—Creo que habló por todos. Cuando digo que nos dolió que
los escogieras a ellos. —comencé—Dawson, eres lo que
eres. Deja que las personas se rían, que se burlen si
quieren. Pero al final del día seguirás siendo tú.
—Lo sé—murmuró—Quiero que formemos un grupo otra
vez. Como antes.
—Deberás hablar con Luke. A solas—Dijo Lewis—Ustedes
empezaron. Ustedes lo terminan.
Todos asentimos de acuerdo, las cosas empeoraron
cuando Luke beso a Dawson y es justo que ellos conversen
la situación. No quiero volver a pasar por lo mismo. Es
irónico, en todas las escuelas que había estado. Las niñas
deseaban estar con el popular y el popular como todo
Playboy que era, aceptaba encantado.
Pero aquí era diferente. Pocas veces Dawson estaba con
mujeres, siempre salía, bebía y nunca se le veía con una
chica.
Y ahora sabemos porque. Dawson era bixesual, podía
considerarse experto en mujeres pero inexperto en
hombres. Y era normal, nunca supo lo que era. Hasta ahora.
Pasamos treinta minutos sentados en la sala, ninguno
decía nada. Jasper estaba en la alfombra, Lewis y Wells
estaban en el mueble grande y yo estaba viendo el móvil
con desesperación.
Cuando ambos salieron. Los cuatro pares de ojos
estuvieron fijos en ellos. Ninguno dijo nada, estaban serios
e ilesos.
—¿Puedes venir un momento?—preguntó Luke. Rascandosé
la nuca.
Me señale y el asintió. Cuando estábamos entrando a la
habitación de Wells, oí como Dawson llamaba a Wells. Y
entonces supe, que algo había pasado.
—Tengo miedo. No me digas nada—Solté cuando abrió la
boca—Mejor si dime
—Estamos bien.
—¿Que? ¿Y que hago aquí? —mi respiración se había
calmado, sentía que toda las preocupaciones habían
quedado en el olvido.
—A ver Dove. Cálmate—sonrió—Dawson y yo decidimos
darnos una oportunidad.
—¿Una que?
Me sentía en el limbo, sentía que habían pasado años y no
minutos. Estaba perdida, ¿Como es que esto pudo pasar
tan rápido?
Eché mi cabello hacía atrás y alcé un ceja, esperando que
Luke me explicara la situación.
—No vamos a arruinarlo. Solo intentaremos estar juntos. Y
si no se da, lo dejaremos. Sin herir a nadie —agregó.
—Espero que no pase nada malo
—No seas tonta gafas. —La última palabra la remarcó de
manera sonante. Luke se había dado cuenta del pequeño
apodo que me tenía Wells y eso me hizo reír.
Abrí la puerta y empezamos a caminar hacía la sala. Todos
estaban ahí. Desde Dawson hasta Wells. Y sin esperarlo,
soltamos una carcajada. Las cosas se habían arreglado,
todo iba bien.
Mañana saldría con Wells a un campo familiar, o al menos
eso había dicho él. Era un lugar donde había granjas, un
vivero y lugares extrañamente lindos para visitar. No era
una persona de ir a campos, ni mucho menos de salir fuera
de la ciudad. Pero la situación lo ameritaba.
Por primera vez podía decir que tenía un novio que me
amaba de verdad, que me quería y que me hacía reír incluso
en mis días malos. Me senté junto a Wells, su mano paso
por mi hombro. Y todos nos miraron sorprendidos, a pesar
de que no dijeron nada. Sabíamos que se habían hecho una
idea de la situación.
[...]
Las clases están a punto de finalizar. Estamos en la hora de
Literatura. El Sr. Percy ha estado hablando de cómo murió
su esposa, según el fue una perdida bastante grande. Mi
mente no puede asimilarlo, sabía que el era un hombre
mayor. Es decir, se notaba desde lejos, podíamos estar a
quilómetros de distancia y notar que Percy tenía más de
cincuenta años.
Por esta razones, no entendía como después de la muerte
de su esposa pudo volver a casarse. El era uno de esos
profesores, que te contaban su vida tantas veces que te la
aprendías de memoria. Mi mirada estaba fija en las manos
de Wells. En toda la clase no había parado de jugar con
nuestras manos, sonreía y miraba al frente para escuchar lo
que diría el.
—¿Quieres huir? —preguntó bajito.
Lo miré con las cejas alzadas y negué. Había salido bien en
esta materia, no podía permitirme bajar las notas cuando
las vacaciones de invierno, ya se estaban acercando.
—Que aburrida eres —bufó.
—Connor. No vamos a escapar.
—Esta bien—Su voz infantil, hizo que un escalofrío
recorriera mi cuerpo, me gustaba sentarme y escuchar
cómo ponía su voz de bebé. Wells se había convertido en
mi pilar. Y olvidarme de el. Arrancaría cada parte de mi
corazón.
Al finalizar la mañana, todos fuimos al estacionamiento.
Esperamos el autobús aproximadamente media hora.
Cuando llegó, nos montamos en el. Y me senté con Luke.
Wells estaba parado en medio de las personas, algunos
estudiantes de tercer año se habían metido con nosotros y
los asientos estaban ocupados.
—Es una locura. No puedo creer que ese hombre este tan
bueno —alardió.
—Esta increíble. Pero es muy joven —murmuré.
—Le pediré su número—Mire a Luke asustada y lo sostuve
para que no se levantará. —¿Que haces?
—Intento ayudarte idiota. ¡Tienes novio!
—Mierda—masculló—Había olvidado por completo que
estaba saliendo con Dawson.
—Pensé que te gustaba.
—Me gustaba sí, pero no sé. Creo que esto no va a
funcionar. Dawson no sabe tener novio.
—Luke si lo amas. Ambos lograrán complementarse.
—Lo sé
Me acomodé en mi lugar y cruce mis brazos. A todos nos
había costado adaptarnos a la situación, habíamos perdido
la costumbre de estar juntos. No era normal ver cómo Luke
y Dawson se besaban, mi imagen mental era un Dawson
riéndose y hablando con chicas distintas, curvadas y
preciosas.
Jamás pensé verlo besando a un chico. Y menos poniendo
sus manos en el culo de este.
«No me acostumbraba»
Me separé un poco de Luke y empecé a tararear de camino
a casa. Las canciones de Harry Styles, seguían siendo mis
favoritas.
Las canciones en inglés eran simplemente otro nivel.
Cuando bajamos del autobús, Wells tomó mi mano. Me
señaló uno de los carros donde estaba Lewis y fuimos
corriendo hasta allí.
—Gracias por traerlo—sonrió.
—De nada—Le dio una palmada en el hombro y asintió en
mi dirección.
Mis ojos estaban fijos en el auto, sabía que era de Wells. Lo
que no entendía era a donde íbamos. Se suponía que hoy
iba a estudiar.
¿Como podría explicar este sentimiento? ¿Como podría
decir que el había marcado mi vida por completo? Amaba
sentir su piel contra la mía. Amaba sentir sus labios contra
los míos, amaba estar con el.
Me había enamorado de Connor Wells, el chico del metro.
Porque eso fue en un principio.
«El chico del metro que me ayudó» Ahora podía verlo, podía
verlo y sentir que la vida me estaba dando una oportunidad.
Había entendido que mi físico no importaba, que amarme a
mi misma era más importante.
Pero cuando miraba esos ojos, sus brazos, su cabello.
Pensaba lo doloroso que sería el momento en que nos
separemos. Porque nada es para siempre, no estábamos
casado. Y tal vez no lleguemos a casarnos.
Respiré profundo y puse un auricular inalámbrico. En mis
oídos retumbaban las canciones de Beret. Siempre me
había gustado escucharlo, sus canciones me hacían sentir
la realidad, me hacían sentir lo que transmitía.
—Gafas.
—¿Guitarrista?
—Te amo —Mi corazón latía con fuerza, sentía que el aire
me faltaba. ¿Había escuchado bien?
—Te miro y no puedo entender cómo es que estás conmigo.
Te miro y mis ganas de besarte aumentan. Eres tan
preciosa, que me falta el aire—las manos de Wells estaban
puestas en mis mejillas, unas lágrimas deslizaron por mis
mejillas y sonreí.
—También te amo Wells. Te amo más que a mí misma
Lo besé, mis labios no dudaron en acercarse a los suyos.
Necesitaba todo de el, quería estar con el, quería que
fuéramos eternos.
Cuando sentimos que el aire nos faltaba, nos separamos
con lentitud, como si temierámos romper al otro.
—Si algún día te vas. Me montaré en el metro todos los
días, esperando tu regreso. ¿Lo oyes? Es una promesa
Dove.
—Es una promesa. Si tu te vas, haré lo mismo. Me quedaré
escuchando tus canciones con mis auriculares.
Ambos sonreímos y bajamos del auto. Estábamos en aquel
acantilado lleno de luces.
La vista era perfecta. Justo como el momento.
Connor Wells:
—¿Huyendo?
—Ni lo sueñes—sonreí. Lewis estaba parado con el móvil en
la mano. Esta mañana, habíamos decidido salir a caminar.
Solo nosotros dos.
Teníamos tiempo que no lo hacíamos, sentía que me había
olvidado de Lewis y me había concentrado en las demás
cosas, pero tal vez la situación se dio así. El siempre será
mi mejor amigo. Eso nunca podría cambiarlo.
Sus manos pasaron por la camisa azul que traía. Se colocó
bien los lentes de sol y le sonrió a una de las chicas que
pasó por nuestro lado.
—Creo que has pasado mucho tiempo con Dawson—solté
una carcajada.
—Todas las chicas me aman —debatió.
—Te aman. Desde que saliste en la revista conmigo.
—Era justo, soy tu representante. ¡El mejor de todos!
—Oh, claro que sí—respondí con sarcasmo.
Habíamos preparado una sesión de fotos. La revista se
encargó de que todo saliera perfecto, nos dio la ropa, el
maquillaje y otras cosas. Tenía entendido que Lewis estaba
trabajando en algo. Era algo grande.
Sabía que eso impulsaría mi carrera. Sabía que ser músico
ya no estaba tan lejos. Dove, tenía un fandom, me contó
todo lo que había estado haciendo, la razón por la que
empezó a escribir y como se emocionaba cuando leía los
comentarios de sus fans.
Me gustaba oírla, sus facciones cambiaban cuando le hacía
una broma, siempre arrugaba el entrecejo cuando notaba
que no la estaba escuchando. O arrugaba la nariz cuando
leía algo que no le parecía.
Dove tenía mucha mañas.
—¿Escuchaste los rumores?
—¿Que rumores?
—La gente dice que serás el nuevo Harry Styles—rió—¿Te
imaginas?
—No me veo—puse una mueca—El simplemente es...
Superior.
—Muy cierto—Saco un chicle del bolsillo y lo introdujo en su
boca—Pero podrías pasarlo—bromeó
—Lewis ¿Estas ebrio? Se que soy genial. Pero no exageres
—Bien, hagamos algo más realista. Serás un músico
asombroso Wells. Y yo se porque.
Enarqué una ceja. Y cruce mis brazos.
—¿Que no me has dicho?
Se encogió de hombros.
—Es confidencial.
Gracias a sus misterios no me había podido preparar. No
sabía que haría, a donde iríamos. Ni tampoco cuanto
tiempo estaríamos.
Me despedí de Lewis y me encaminé a casa de mi madre.
Tenía tiempo que no la veía, no sabía que había pasado,
que debía hacer o de que hablar con ella. Eran tantas cosas
que me confundía.
El señor con el que salía, siempre iba a verla.
Definitivamente pasó mi prueba. Pensaba que era uno más
que solo quería jugar con ella. Mi madre, a pesar de ser una
mujer mayor, conseguía hombres con los que acostarse.
Por las noches, los gemidos de mi madre no me dejaban
dormir. Daba vueltas en la cama, tapaba mis oídos con las
almohadas y a veces me colocaba audífonos para dejar de
escuchar.
Abrí la puerta con pesar y miré a mi madre sin ropa, salí
rápidamente y cerré la puerta de un golpe.
—¡Lo siento! —grité avergonzado.
—Connor—tartamudeó—Lo siento, ya te abro. No sabía que
venías —Dijo sonriendo.
—Se suponía que era una sorpresa.
El hombre que estaba con ella sonrió incómodo. Y se
marchó.
«Mucho mejor»
—¿Donde esta Mía? —pregunté entrando a la cocina. Mamá
solo hizo un gesto con la mano. Y le restó importancia.
—La he dejado con una amiga.
—¿Ahora no puedes pasar tiempo con ella? Me parece que
es una estupidez que tengas tiempo para follar y no para tu
hija—Bufé
—Connor Matthew Wells. Respeta a tu madre.
—Y tu cuida a tu hija.
Había olvidado que tener una conversación con mi madre.
Nunca funcionaba. Siempre terminábamos en una especie
de discusión. Podíamos estar de buen humor, reír y
abrazarnos. Pero nuestra relación no servía.
Negué con la cabeza y le exigi que buscará a Mía, me
quedaría un rato a esperar su regreso. Extrañaba a la
pequeña niña que solía mirar mi teléfono sin permiso.
Tras recoger el ordenador que había dejado, escuchó como
la puerta se abre. Los chillidos de Mía inundaron mis oídos.
Una sonrisa se expande por mi rostro y salgo corriendo
para abrazarla.
—¡Connor!
—Pequeña demonio. Te extrañe—susurré
—¡Mamá me ha comprado un bebé! —exclamó. Miré la
muñeca en sus manos y puse una mueca de asco. Jamás
había visto un bebé tan feo.
Dejó a la pequeña niña en el piso y me enderezó. Las
cadenas del pantalón que traía, pegan contra mi pierna. En
estos últimos tiempos, me había gustado vestir así. Con
cadenas en el cuello y pantalones. Se sentía mejor que
cuando solo traía una sudadera.
Lewis se esforzaba en remarcar, que debía dar una buena
imagen de mí. Que no podía ser descuidado, y que mi
aspecto vendía más.
Mi madre se cruzó de brazos y se puso a cocinar. Tenía
entendido que prepararía tortitas de chocolate.
—Connor, pásame la harina. —pidió—¿Pueden sentarse en
la mesa?
Me senté en el mesón blanco y le mire fastidiado. En
cambio, Mía solo accedió feliz, sentándose junto a mí.
—Quería disculparme. Por ser mala madre, desde que su
padre se esfumó. No he sabido sobrevivir. Ni criarlos —
sollozó
—Yo...Yo lo siento por gritarte. Me ha costado vivir sin
tenerte cerca.
—Connor, todo va a salir bien. Vamos a cambiar esto, nos
veremos más seguido y se solucionará.
Asentí—¿Por qué has cambiado de opinión tan rápido?
—Porque cuando salí a buscar a Mía, me enteré de que a mí
amiga. Se le murió su hijo. ¿Es duro sabes? Verla llorar,
gritar y desmoronarse. Es como si la vida me hubiera dicho
que valorará lo que tenía —sonrió triste.
A pesar de que mi madre solía ser una mujer dura. Entendía
como se sentía, la muerte de un familiar siempre aterra. Y
cuando sucede... Cuando sucede solo toca esperar, sentir,
llorar.
La envolví en mis brazos y me aferre a ella. Mi hermana
hizo lo mismo, sus pequeños brazos estaban fijos en
nosotros y algunas lágrimas se deslizaron por las mejillas
de mi madre.
Me separé por causas ajenas, mi móvil empezó a sonar y
un Lewis furioso respondió. Resulta que había una junta a
la que debía asistir, hace más de una hora. No la recordaba.
Pensaba que hoy era mi día libre, incluso iría con Dove a la
granja.
Pasé mis manos por mi cabello frustrado.Y rodé los ojos.
No pensaba cancelar mis planes con Dove. No habíamos
salido mucho, desde que éramos novios. Quería guardar
momentos con ella. No echarlos a la basura. Le corté a
Lewis y apague el teléfono.
Mañana la bronca sería grande. Pero la chica con pecas y
gafas valía la pena. Me despedí de mamá y antes de salir
agarró mi mano.
—¿Amas a esa chica Wells? —Asentí.
—Estoy enamorado de ella. Dejaría todo por ella.
Negó con la cabeza
—Jamás dejes algo por una chica.
Puse una mueca y me aparte. Pasaría a recoger a Dove,
iríamos a la granja y le mostraría los tulipanes que me
recordaban a su presencia.
Cuando llegué a su casa, le sonreí a su madre y tomé la
mano de Dove para irnos. Las personas me miraban con
rareza. Siempre era lo mismo. ¿Como ese chico podía estar
con alguien así? ¡Que gorda está!
Siempre apretaba los puños y me relajaba. O al menos
intentaba hacerlo. Las personas no veían más allá del
físico, no entendía que ella era perfecta, que sus ojos
resaltaban con la luz. Y que su sobrepeso no era un
impedimento para amarla. Yo era el afortunado. Era
afortunado por estar con ella.
—¿Como te fue hoy gafas?
—Bien —sonrió—Luke me llevo chocolates y acabó
comiéndoselos. ¡Siempre hace lo mismo!
Soltó una carcajada y yo sonreí. Típico de Luke. Solía
hacerme lo mismo también. Me llevaba galletas y luego se
las comía de a poco. Era un tonto.
Manejé más rápido, la chica junto a mí, se quedaba viendo
los árboles pasar. Sonreí y me coloqué los lentes de sol.
Bajamos del auto y tomé su mano para correr al
invernadero.
—Estos son los tulipanes que me recuerdan a ti—Tomé dos
de ellos. Uno se lo coloque en el cabello. Y el otro se lo di.
—Son preciosos —sonrió—Wells quiero que nos casemos.
Tósi y agarré mi pecho. ¿Que había dicho?
—¿Que dices?
—Quiero que nos casemos—afirmó—Cuando estemos más
grande, digo. Si quieres.
—Nos casaremos—Le afirmé—Seremos los novios más
hermosos de todos. Nos tendrán envidia. —Me recosté de
la estantería de madera y se cayó. Mis ojos se agrandaron,
y puse una cara de terror. Había roto algo. Que ni siquiera
era mío.
—Joder
—Agarralo. Rápido Wells.
—Si, ya voy.
Las cosas se seguían cayendo, Dove intentaba tomar todo
en sus manos. Y entonces entró la señora.
—¿Pero qué has hecho niño?
«Mierda»
—Se cayó. Iba a tomar ese frasco y se ha caído —mi voz
tembló. La señora notó como mi cara se ponía más pálida.
Y de su garganta sólo salió una carcajada.
—No te preocupes.
Capítulo 18
Dove Hersel.
La señora del invernadero sólo había sonreído. Le pidió a
Wells que le pasará algunos instrumentos y así acabo
solucionando el problema.
Mi novio parecía estar asustado, se había disculpado más
veces de lo necesario. Incluso se ofreció a limpiarle el
invernadero. La encargada se negó en innumerables
ocasiones.
Cuando salimos de allí con mis tulipanes y una rosa. Wells
tomó mi mano. Compramos un libro en la librería más
cercana. Y nos fuimos directamente a un espacio solitario.
Sólo había césped, las aves se veían a lo lejos. El silencio
inundaba mis oídos y cerrar los ojos era fácil.
El tiempo estaba a mi favor, el viento chocaba contra mi
rostro haciendo que mi cabello se fuera hacía atrás. Me
sentía en una película. Como si estuviera viviendo mi propia
historia de amor. ¿Por qué eso es lo que hacía no?
Vivía mi historia.
Connor, se sentó junto a mí y colocó el libro en su regazo.
—Leeremos un poco. ¿Que dices?
—Estaría bien, deseó que no se acabé jamás—sonreí
—Jamás va a acabarse, gafas. Somos eternos, somos
inigualables.
—¿Y si aparece alguien más guapa que yo?
—Entonces, te seguiré amando. Porque nadie podría
compararse contigo.
Sonreí, tomé el libro. Y me acosté en el césped junto a él.
Éramos dos jóvenes ebrios de amor. Éramos dos jóvenes
esperando que el destino nos quisiera juntos.
Mamá siempre me decía que buscar el amor, era estúpido.
Debía esperar, debía acostumbrarme a que las cosas
llegaban solas. Que el amor no se busca. El amor llega.
Tras pasar toda la tarde en la granja. Decidimos volver a
casa, el viaje fue más largo de lo que recordaba. Puse un
audífono en mi oreja y el otro en la de Wells. Ambos
escuchábamos "Boulevard of Broken"
Mi parada llegó y tocaba el momento que menos me
gustaba. Despedirnos.
—Odio las despedidas.
—Vendré a buscarte por la tarde—Sus labios rozaron los
míos y sonreí.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo—afirmó.
Entré a casa y Rafael estaba ahí.
—¿Sabe que vives conmigo? —preguntó viéndome.
—No lo sabe. Solo sabe que me quedó en casa de alguien,
por problemas familiares.
—Bonita. No tientes tu suerte.
—¿A que te refieres Rafael?
—Tu sabrás.
Se encogió de hombros y subió las escaleras sin decir nada
más. Su mirada se había endurecido, sus hombros estaban
rígidos y aquella sonrisa burlona que tenía había
desaparecido.
—¿Y Rafael? —Mi hermano dejó el móvil en la mesa y
miraba el lugar con ojos cansados. Aunque él no dijera
nada, sabía que la estresaba vivir ahí. No le gustaba vivir
arrimado y tener que compartir casa con alguien más.
—Esta en su habitación. Esta cabreado. No deberías entrar.
—¿Que haz hecho?—demandó.
—Me ha visto con Wells—murmuré—No se que le ha
sucedido.
—Esta celoso Dove, es obvio. —señaló—Ya deberías
conocer a los hombres. Te la pasas con ellos.
—¡Dos son gay! —me defendí.
Antón rodó los ojos y se alejó. No podía creer que Rafael
estaba celoso, siempre habíamos sido buenos amigos.
Pero no era momento de celos. Mis ojos estaban fijos en
Wells, en cómo caí su cabello, en la manera que movía sus
dedos cuando estaba nervioso.
Mis ojos no tenían lugar para otra persona. Respiré
sonoramente y toque la puerta un par de veces.
Rafael salió con el ceño fruncido.
—¿Que quieres? No estoy de humor
—Debemos hablar.
Entré a la habitación sin preguntar y me senté en la enorme
cama. Su cuarto era muy distinto al mío. Tenía dos
armarios, un balcón. Y millones de póster sobre los
Avengers.
Dato mental. Rafael es fans de Marvel.
—Tengo sueño Dove, hablemos más tarde
—No. Hablemos ahora.
Bufó—¿Que es tan importante?
—¿Te gustó Rafael? ¿Estas celoso? —su mirada estaba
puesta en mis ojos. Noté como las venas resaltaban en sus
brazos y la manera en la que fruncía el ceño.
—¿Quién te ha mentido de tak forma?—rió
—¿Eres tan cobarde como para negarlo?
—¿Crees que lo estoy negando?
—Creo qué si
—¿Que le pasó a la chica dulce? Es irónico. Puedes ser
inocente, incompresible e infantil. Pero hay una parte de ti,
que es dura. Y eso pocos lo ven. Es un placer.
—Rafael. No digas tonterías. Solo necesito asegurarme de
esto. Necesito saber que estamos bien.
—No estamos bien—Dijo acercándose a mí. Nuestros
rostros estaban a centímetros de distancia, mi corazón
estaba acelerado. Yo no pensaba engañar a Wells. Y aún
así, mi cuerpo no reaccionaba—Estoy perdidamente
enamorado, de la hermana gorda de mi mejor amigo. ¿Una
mierda no?
Cuando se separó sentía que podía respirar en paz. Sus
ojos no habían abandonado los míos.
—Yo amo a Wells—susurré—Más de lo que quisiera, más de
lo que merezco.
—No te confundas Bonita. Tu lo mereces a el. No el a ti. En
la relación, tu eres la mejor. Jamás lo olvides.
—Rafael, yo no...Yo no puedo corresponderte.
—¿Y crees que no lo sé? —preguntó sentándose. —He visto
tus ojos, lo miras como si fuera el cielo. Pero Dove, yo
estaré bien.
—Voy a mudarme mañana. No quiero causar más
problemas.
—Vale—asintió—Nos vemos, Bonita.
—Nos vemos —murmuré.
¿Era normal sentirme mal? No me gustaba verlo triste,
extrañaba su sonrisa burlona y la manera en la que se creía
lo mejor del mundo. Porque Rafael, era así. Sus ojos eran
desafiantes, era alto y mostraba una postura que te hacía
temblar.
Recogí todas mis pertenencias y Antón me miró desde
lejos. No dijo nada. Solo negó con la cabeza y se fue.
Así era mi vida. La enorme cama me recibió con los brazos
abiertos, mis ojos estaban pesados. Sentía mi cuerpo
desfallecer y al poco tiempo. Solo veía oscuridad
Connor Wells.
Los gritos de Lewis no me habían dejado descansar. Se
había pasado más de una hora. Diciéndome lo importante
que era aquella junta. No quería saber nada de eso. Mi día
con Dove fue increíble, nadie veía hacía arriba, las personas
siempre parecían ocupadas en el mundo exterior o en las
cosas que sucedían en el móvil.
Pero nadie era tan extraordinario, como para detenerse y
ver hacía arriba.
—¿Estas oyendo? —refutó—Si vuelves a faltar a una junta.
Dejaré de ser tu representante. El trabajo es más
importante.
—Dove también es importante—crucé los brazos.
—Wells. ¿Estas entendiendo? Ella es importante. Pero tú
vivirás del trabajo, no de Dove.
Asentí—Haré lo mejor que pueda. Intentaré no dejar ni a
Dove, ni el trabajo.
—Ella va a entenderlo—aseguró
—Se qué si. —Me levanté del mueble y tomé el jugo que
estaba en el mesón.
Luke se mudaría conmigo. Estaba harto de vivir en un lugar
tan estrecho. Así que hemos decidido compartir
apartamento. Mi mente lo había asimilado con rapidez,
prepararía el cuarto y solo esperaría que viniera a mudarse.
Jugué con mis dedos y el pensamiento menos esperado.
Llegó.
¿Que sería de mí? Ahora tendría que oír como Luke y
Dawson gemían. Como perros en celo. Removí mi cuerpo
incómodo y bufé. Lewis me miró extrañado, como si otro
ojo, hubiera aparecido en mi cara.
—¿Qué piensas imbécil?
—¡Tendré que escuchar a Dawson y a Luke gemir!
—Oh sí, deben follar como conejos. Ya sabes.
—Lo sé—Bufé. ¿En qué te has metido Wells?
Mi buen corazón me ha traicionado de nuevo.
—Imaginate querer dormir y que ambos estén gimiendo—
Lewis soltó una carcajada. Y continuó—¡Vamos Dawson
sigue! ¡Muévete más!—imitó.
—Joder solo cállate. Me das cáncer de oído.
Se encogió de hombros.
—Tendrás que acostumbrarte.
—Tendré que echarlos.
Luke apareció por la puerta principal junto con Dawson.
Ambos venían tomados de la mano, sus ojos solo estaban
fijos en el frente. Y mi sonrisa se extendió.
—Hola ¿Que hacían?
—Hablamos de ti.
—¿De mi? —preguntó Luke extrañado.
Ambos asentimos. Dawson se sentó junto a nosotros y
apartó un mechón de su cara
—Hablamos de cómo gemiras cuando Dawson meta su
chistri en ti
—Lewis, amigo. Déjame decirte que mis ventiuno
centímetros están bien cargados.
Soltó una carcajada—Intenta meterlo todo en Luke. Ya oiré
como Wells se queja de vuestras cochinadas.
—Es suficiente—contesté aterrado.
Todos soltaron una carcajada, menos yo. No podía creer
que estuvieran hablando de eso, me sentía un niño
encerrado en una jaula.
—Si llegan a follar en mi casa. Se van—anuncié
—Tranquilo Wells. Estoy seguro de que Dawson no meterá
a su pequeño amigo dentro de Luke. O al menos no cuando
estés despierto —insinuó
Tapé mis oídos y me hice bolita en la cama. No estaba
acostumbrado a hablar tanto de esto. Y menos a
imaginarme cosas que no quería imaginar. Me van a dejar
un trauma.
Un bufido salió de mi. Y Luke me dio pequeñas palmadas
en el hombro, para que me calmara. Sin embargo, eso no
sirvió de nada. Solo lo miré con rabia fingida y sonreí.
Extrañaba estos momentos. Lewis estaba sentado en el
mueble viendo el móvil. Luke estaba en la alfombra,
Dawson estaba en el mueble pequeño. Y yo estaba junto a
Lewis.
Todos estábamos viéndonos y a veces mirábamos el
teléfono. Por cuestiones de costumbre.
Dove Hersel:
Había conseguido un apartamento perfecto para mí, era
mediano. Tenía cortinas rosadas, una cocina repleta de
gabetines de cristal. Y ni hablar de la enorme habitación
que ocupaba.
Amaba este apartamento, el señor del alquiler era amable,
me había dado opciones de pagos, me dio tiempo para
decidir e incluso me regaló algunos accesorios para
colocarlos. Todo sé veía increíble. Llamé a Atón para
contarle la gran noticia, el se emocionó. Y me dijo que ya
estaba buscando un apartamento para él. No había sido
capaz de llamar a Rafael. No sabía cómo decirle, pero
terminaría haciéndolo cuando fuera a buscar mis cosas.
Me miré en el espejo de cuarto y puse una mueca cuando vi
mi cuerpo. Era gorda, era gorda y aún me costaba
aceptarlo. Pero de todas formas seguía siendo yo. No podía
vivir toda mi vida denigrandome y mucho menos
haciéndome sentir mal.
Salí del apartamento y cerré la puerta con llave. Wells me
esperaba abajo, con sus lentes de sol y camisa de vestir.
Estaba recostado de su auto y su cabello caía en forma de
ondas
«Estaba guapísimo»
Caminé hacía el sonriendo y le besé.
—¿Como te ha ido?
—Ha estado perfecto.
Sonrió
—¿Quieres que te lleve a tu casa?
—Wells—mencioné nerviosa—Vivo con Rafael
—¿Rafael?—sus manos se quitaron de mi cintura y apartó
sus lentes.
—Es el mejor amigo de mi hermano—murmuré—Es el chico
con el que me viste en el parque.
—¿Por qué no me dijiste? Dove, pensé que nos teníamos
confianza.
—No quería que te enojaras. Me daba miedo—confesé
Beso mi frente y sonrió—No estoy molesto, pero no vuelvas
a hacerlo.
—Wells. ¿Crees que amarme es malo?
—¿De que hablas?
Me encogí de hombros—Siempre nos miran raro cuando
estamos por la calle.
—La gente está loca. Y tú estarás más loca, si te pones a
escucharlos.
Asentí. Me introducí en el auto y fuimos a casa de Rafael. El
camino no fue tan largo, la música de la radio inundaba el
pequeño espacio y mis ojos pedían a gritos ser cerrados.
Anoche no había podido dormir bien, estaba ansiosa por
mudarme, no quería confundir las cosas con e mejor amigo
de mi hermano. Y menos hacer que sintiera cosas por mi.
Cosas reales. Es increíble que dos chicos extremadamente
guapos se hayan fijado en mí.
Me bajé del auto y le pedí a Connor que entre conmigo.
Tanto mi hermano cómo Rafael, estaban sentados en el
sofá. Alzaron su vista y Antón cerró los ojos.
—Muchas Gracias por todo—mencioné—Pero he venido a
recoger mis cosas.
—Bonita llévate lo que desees—sonrió
—No la llames así—farfulló Connor celoso.
—Puedo llamarla como deseé. Estas en mi casa después
de todo.
—Bien, entonces me iré. Dove, te esperaré afuera.
Connor Wells.
Mi sangre hervía, era la primera vez que me sentía celoso.
Jamás me había puesto así por alguien.
Respiré hondo y salí de la casa. Mi pie no dejaba de
moverse, mis manos sudaban y estaba nervioso. No solía
ser un hombre celoso, pero pensar en que Dove podría
enamorarse de el. Me daba miedo.
Miedo porque era la chica más perfecta que había
conocido, miedo porque sus ojos eran la luz que iluminaba
mi vida. Me puse los lentes de nuevo y Antón salió.
—Wells, lleva a mi hermana al apartamento.
—Lo haré. Después iré a ensayar
Lewis llevaba días enojado conmigo, no le gustaba que
faltará tanto a los ensayos y menos a las juntas a las que
debía asistir. Hace dos días, había ido a un concurso.
No duró mucho, solo habían pocas personas y los jueces
me rechazaron. Me dijeron que no tenía talento, que mis
ganas no eran suficiente y que mi voz. Solo era una voz
más.
Sentí impotencia, parado frente a esas personas solo
quería llorar. Me había calmado lo suficiente como para no
hacerlo. Preparé mis manos, y las solté.
Me retiré sin decir nada, mi mejor amigo me comentó que
lo había hecho bien. Que los fracasos son parte de la
carrera. Y que era normal no haber ganado. Siempre
sucede.
—Lamento haber tardado.
Negué con la cabeza. Y tomé sus maletas para llevarlas.
El camino fue silencioso, no estábamos mal, pero aún así.
El silencio era suficiente.
Cuando llegamos al nuevo apartamento de gafas. Le di sus
cosas, y besé su mejilla.
—Nos vemos mañana pecosa.
—Nos vemos guitarrista.
Ensayar
Estudiar
Hablar con Luke.
Las tres cosas fundamentales en la lista de Connor Wells.
Regresé a casa. Una hora después de estudiar salí de la
habitación. Busqué un vaso de agua, en las gavetas de
vidrio y serví hielo.
Odiaba el agua caliente
—Pensé que nunca ibas a salir—sonrió
—¿Ya has terminado de follar con Dawson? —reí
—Justo venía a invitarte. ¿No quieres hacer un trio?—se
burló
Puse una mueca horrorizado y negué.
—Solo quiero follar con Dove—reí incómodo.
—¿No han follado aún? Pensé que ya habían follado más de
cien veces
—Luke, yo puedo mantener mi pene entre mis piernas. Tu
no
—¿Y no te aparece follar con ella? Ya sabes, antes de irte
—¿Antes de irme? No me iré a ningún lado.
—Cierto—sonrió nervioso—Me refiero a que. Ya sabes, solo
háganlo.
—Ella no está lista, no voy a forzarla.
—Si que la amas. Mañana iré a verla.
—Yo saldré con ella por la tarde. Reserve el metro.
—¿Lo reservaste?
—Le pague para que me lo dejara toda la tarde.
—¿Cuánto gastaste?
—Es secreto—sonreí
Jamás olvidaría a la chica que me enseñó la realidad.
Dejé el vaso sobre la encimera. Luke comía Doritos y
jugaba con ellos en su boca. Asqueroso.
Llamaría a Lewis para saber que haríamos. Mañana por la
mañana me daría una noticia importante o al menos lo
haría en estos días. El mundo de la música era estresante,
te enseñaba cosas y a la vez. Te hacía sentir solo. ¿Valía la
pena? Sin duda.
Hacer lo que te gusta, siempre será lo mejor. No importa
las veces que falles. Siempre te irá bien, si persistes.
Y que puedo decir, estaba acostado mirando el techo. Dove
venía a mí mente, estaba enamorado de ella, sus pecas.
Sus lentes. Todo de ella era perfecto.
Los días pasaban con rapidez cuando no podía verla. Me
sentía un muerto viviente, vagaba con insomnio en la casa y
me restregaba los ojos una y otra vez.
No podía dormir, debía mantenerme despierto. Terminaría
de escribir ciertas canciones y me iría dormir.
El plan consistía en dormir por la mañana, salir por la tarde
con Dove y vagar por el mundo como dos locos
enamorados. Quería pasar la tarde con ella en el metro.
Quería cantarle y acostarnos hablando de lo que sea.
Deseaba tatuar cada momento junto a ella, en mi piel.
¿Estaba enamorado? Lo estaba, sin duda. Ver sus ojos,
sentirla era simplemente perfecto. Mamá decía que cuando
me enganchaba con alguien, era difícil alejarme. Y era
cierto, jamás pude ni siquiera dejar a Lewis.
Tras pasar toda la noche componiendo canciones, me
quedé dormido en el escritorio. Una fina línea de baba caía
por mi rostro. Y ni siquiera llegué a sentirla.
Dove Hersel:
Luke estaba sentado junto a mí. Comía helado y veía
"Naruto". Un anime que lo había envuelto por completo. El
CD lo había agarrado del cuarto de Atón. Se suponía que
hoy iría a ver a mamá. Pero tal vez lo deje para mañana.
—¡Esta buenísimo! —Habló con la boca llena—No puedo
creer que nunca lo había visto.
—A Antón le gustaba mucho. Siempre lo veíamos juntos de
pequeños—sonreí
—Es muy bueno. Antes pensaba que era para niños. Por eso
no lo había visto—confesó
—Dove
—¿Si?
—Debes estar preparada. Mañana no será el mejor día de
todos.
—¿De que hablas?—Dije tomando un poco de helado.
—Ya lo verás. ¡Pero a ver! Pon el otro capítulo—exclamó
feliz.
Lo miré con desconfianza. Sentía que me estaba ocultado
algo, sentí que era algo que me iba a doler. Y no quería
sufrir. ¿Que sería tan grave? Esperaba no terminar
destruida de esta situación.
Luke jamás me había mentido. Y podía tomar esto como
ocultar información. No era mentir o eso esperaba. Eso
creía. Eso yo quería creer.
Capítulo 19
Luke se había ido al apartamento. Me estaba arreglando
para ver a Wells e ir al metro. No sabía muy bien que
haríamos. Pero estaba dispuesta a permanecer con el toda
la tarde.
Cuando escuché la puerta sonar, baje rápidamente y salté
encima de él. Mis brazos envolvieron su cintura y dejó un
beso en mi cabeza.
—Mira lo que conseguí—Sus manos mostraron un llavero en
forma de libro. Sonreí ante sus ocurrencias, y lo tomé.
Entre mis manos estaba un pequeño llavero. Era hermoso,
tenía detalles chicos y en letras pequeñas decía: Gafas.
Besé a Wells en los labios y salimos corriendo hasta el
metro. Saludé al chófer y nos sentamos lejos de él. En el
fondo, habían algunas sábanas y almohadas que
adornaban el lugar.
—Espero que te guste—murmuró nervioso—Pasaremos la
noche aquí.
Asentí—¿El chófer se quedará?
Negó—Solo hasta las seis. Después estaremos solos.
¿Esto es amor? Sí, muchas mujeres se conforman con
menos, deberíamos estar acostumbradas a ser tratadas
como princesas, como si todo en El Mundo fuera muy poco
para nosotras.
Mi padre siempre se acordaba del aniversario de mamá, le
compraba regalos y nos pedía que le dejáramos la casa
libre. Siempre fue un hombre detallista, le gustaba sacar a
mamá a comer. Le llevaba rosas y también le compraba la
ropa que le gustaba. Escuché como la lluvia caía sobre el
techo del metro. Connor se levantó y le pidió al chófer que
se detuviera.
—Vamos afuera
Salí y vi la playa. Podía oír el sonido de las olas y sentir el
viento pegando en mi rostro. La arena estaba incrustada en
mis pies, moví mis dedos para sentirla mejor y sonreí.
—¿Quieres bailar?—preguntó divertido.
—Pero no hay música. No me gusta bailar—contesté
nerviosa—No sé bailar Connor.
—Eso no importa Gafas. Lo importante es que estamos
juntos. Podemos bailar ahora—rió
Me acerqué a el dudosa, agarró mi mano y empezamos a
bailar de un lado a otro, no seguíamos ningún ritmo. O
probablemente sí, probablemente estábamos siguiendo el
ritmo de nuestro corazón, aquel ritmo que nos unió desde
el primer día.
Nos conocimos en este metro y bailamos a metros de
distancia de él. Parecía ser el metro que llevaba nuestros
sueños. Un metro lleno de esperanza y amor. El chófer nos
indico que ya era hora de irnos. Nos adentramos y nos
sentamos al final del pasillo.
Connor se recostó en uno de los asientos y yo me acosté
encima de él. Cerramos los ojos y esperamos hasta llegar a
nuestro último destino. El camino fue largo, parecía que
habíamos recorrido toda la ciudad, pero no estábamos ni
cerca de haberlo hecho.
Las luces se apagaron, desperté a Wells y el solo mencionó
que era parte del protocolo. Resulta que el chófer nos había
dejado. Y sé había ido. Las lleves estaban puestas en su
asiento y las luces estaban apagadas para no dar indicio de
que alguien estaba ahí.
—Connor—Le susurré
—¿Si?
—¿Puedes besarme?
—No es algo que debas pedir—Su lengua se enrosca con la
mía y sonrió en medio del besó.
Connor Wells.
La situación se estaba descontrolado, mis manos estaban
acariciando su vientre. Dove solo jugaba con la orilla del
pantalón y camisa. ¿Hacía calor? O tal vez era solo yo.
Ella me quito la camisa y yo hice lo mismo, su cuerpo era
precioso. Tenía lunares por todo el pecho, no estaban
juntos, eran lunares regados. Parecían pecas, le pedí
permiso para apartar su sostén y ella asintió.
Los dedos de Dove tiraron de mi cabello y llevaron mi boca
a su piel. Acariciarla, saborearla. Eso hacía que mi mente se
fuera a otro lugar. Fuera de la conciencia.
Me pongo de pie demasiado pronto y le levantó una pierna
para que me rodeé con la otra. Un fuerte gemido se escapa
de sus finos labios. Cuando la levantó y la penetró de
espacio gime con más fuerza. Como si algo se estuviera
desgarrando en su interior.
—Joder... -Dejo escapar. Mi voz apenas se escucha, parece
un susurro pequeño e inaudible.
Quedó alucinado por lo caliente y húmeda que está. Dove
cierra los ojos cuando empujó hacía delante, la saco y la
vuelvo a llenar. Lucho contra el impulso de metérsela más
al fondo, porque se que le dolerá.
En vez de eso, me muevo lentamente, permitiendo que mis
manos viajen por su cuerpo, tocando partes que deseaba
tocar desde hace un tiempo. Le dejo besos húmedos por su
cuello, un chupetón se forma de forma rápida y voraz. La
chica debajo de mí, no me riñe por eso. Al contrario se
mueve para que me incruste más en ella.
—Wells—gime con dulzura
Su respiración me indica que se esta corriendo a mi
alrededor. La idea de correrme por primera vez con ella
hace que me vuelva loco. Mi cuerpo se cae con lentitud
sobre ella mientras gritó su nombre.
—Te amo —jadeo con los ojos cerrados.
—También te amo, bonita.
Me aparto con delicadeza y tomó uno de los pañitos que se
encontraban ahí, limpio su cuerpo con cuidado. Como si
tuviera miedo de romperla. Pero justo, cuando iba a prender
la luz. Dove grita y niega con la cabeza.
—No la enciendas
—¿Por qué? —indagué
—No quiero que veas mi cuerpo... Bien—cubrió sus ojos—
Siento que vas a salir corriendo.
Aparté sus manos de su cara y le sonreí con delicadeza.
—Jamás podría salir huyendo. Eres todo lo que quiero, todo
lo que necesito.
—Oh, Connor Wells. No se cómo puedes decir esas cosas
con tanta facilidad—expresó.
—Prefiero expresar mis sentimientos, antes de ocultarlos y
arrepentirme después.
Encendí la luz y la miré. Estaba completamente desnuda,
sus mejillas sonrojadas y mi corazón latiendo a mil minutos
por segundo. Era preciosa, no podía creer que tuviera
miedo de semejante cuerpo.
—Deja de mirarme
—¿Por qué? Me gusta mirarte.
—¿Me pasas mi ropa?—señaló—Así me sentiré más
cómoda
—Ten—Le entregué su ropa. Y me coloqué el pantalón, la
guitarra que había traído la tomé. Recordé una de las
canciones de Harry Styles que le gustaba a Dove. Así que
empecé a tocarla mientras la veía ponerse mi camisa.
Sus ojos estaban brillando. Los míos estaban deleitados. Y
el amanecer nos indicaba que era hora de irnos.
Recogí todo y escuché las voces de los encargados. Mi
pecho se aceleró, estaba asustado. Tomé la mano se Dove
y nos escondimos de tras de una puerta. Las sábanas ya
estaban guardadas en el bolso, junto con las almohadas y
luces. Cuando los señores salieron, agarré el bolso, tomé la
mano de Dove. Y salimos corriendo.
Ellos notaron nuestra presencia y corrimos más fuerte
mientras reíamos. Jamás olvidaría este día. Ese metro
estaba lleno de experiencias y anécdotas.
Dejé de verlos después de un rato, yo seguía sin camisa. Y
Dove solo traía mi camisa y su pantalón. Nuestros cabellos
estaban desordenados. Llevé a Dove a su apartamento y yo
me dirigí al mío. Los chicos estaban ahí, sentados viendo la
televisión.
—Te has tardado ¿No?—Sonrió Luke.
—Estaba divirtiéndome.
—Hueles a sexo—se burló Dawson—¿Follaron mucho? Tu
cabello me dice que sí.
Un rubor se extendió por todo mi rostro. Me sentía
apenado. Así que solo moví la cabeza y miré a otro lugar.
—Deja de decir tonterías.
—Chicos—Lewis apareció con unos papeles en la mano.
Estaba cansado, tenía la respiración entrecortada y sus
manos estaban apoyadas de su rodilla-Lo hemos
conseguido.
—¿Que hemos conseguido?—pregunté sentándome.
Lewis cerró la puerta y se sentó en la mesa.
—Wells una de las mejores discográficas te quieren. Tienes
que irte a España.
—¿Que?—respondí estupefacto—No juegues con eso Lewis.
—Mierda Connor. ¡Felicidades!—Saltó Luke
—Sabía que Lewis lo lograría—asintió Dawson.
¿Ellos lo sabían? Por eso Luke había dicho que me iba, el
sabía la situación y nunca pudo mencionarlo. No podía
creer que uno de mis sueños se había hecho realidad.
Podía cantar en medio de miles de personas, hacer giras y
conocer a las personas que me admiran.
Todo eso era simplemente un sueño, parecía tan lejano y
tan fuera de mi alcance que no podía asimilar la situación.
Es increíble, como de la noche a la mañana todo podía
cambiar.
Miré a Lewis con una sonrisa y le abracé.
—Gracias por todo.
—De nada—susurró—Pero, Tendrás que dejar a Dove. ¿Lo
sabes verdad?
Quieto. Así había quedado, no había pensando en lo mucho
que le iba a doler esto a mi pequeña. No se me han cruzado
por la cabeza que debia dejarla. No podía hacerlo, ella
siempre fue la chica que estuve esperando. No podía
permitir que justo cuando estábamos de maravilla, las
cosas se echaran a perder.
«No iba a dejarla» Estaba dispuesto a dejar mi sueño por
ella.
—Solo son cuatro años—continuó Lewis-No es necesario
que terminen, ¿Pueden seguir juntos no? —susurró
Negué—No iré. No pienso dejarla. Lo lamento Lewis, pero
rechaza la oferta.
Me dolía decir eso, era mi sueño. Y lo estaba dejando por la
chica que amaba. ¿Valía la pena? Sin duda.
Los tres pares de ojos estaban sobre mí, no dijeron nada.
No decían nada. Solo me miraban. Me alejé de Lewis y
apreté con fuerza mi mano.
—Iré a dormir.
—Wells no, no deberías dejar esto. Es una oportunidad
increíble.
—Dove también es una oportunidad increíble—finalicé.
Entre a la habitación y toque un poco la guitarra.
"Youngblood" era lo que sonaba en mi habitación. Seguía
sin camisa, seguía sin ganas y estaba dolido por la decisión
que tome. Pero sabía que era lo mejor, esto era lo que ella
hubiera elegido. Esto era lo correcto.
Dove Hersel:
No había hablado con Wells desde que llegó. Suponía que
debia estar ocupado, así que me bañé, me limpié el cabello
y me estiré sobre la cama. Una llamada entró en mi móvil y
lo cogí.
«¿Puedo ir a tu casa?
«Claro, te espero aquí»
Luke pocas veces me enviaba mensajes, se me hizo
extraño no haber recibido una llamada. Podía admitir con
todas mis ganas, que hacer el amor con Wells fue
maravilloso. Jamás me sentí tan viva, tan cuidada, tan
amaba. Sus manos me tocaban con tanta delicadeza que
recordarlo hacía que mi piel se erizará.
Tras pasar unos minutos, Luke entró al apartamento. Le
había regalado una llave para que entrara con frecuencia.
Así que ahora se privaba de tocar la puerta.
—Tenemos que hablar.
—¿Que sucede?—Dije rascando mis ojos. Tenía sueño. No
había dormido nada desde ayer. Luego de que Luke se
fuera, pensaba dormir un rato y arreglarme para mañana.
—Una de las mejores discográficas está interesada en
Wells.
—¿Que?—chille—No puedo ser. ¡Luke eso es genial!
Feliz. Esa era la palabra que describía lo que sentía en
estos momentos. No podía creer que Wells, por fin
conseguiría su sueño. Me senté en el suelo junto con Luke y
le sonreí. Pero él no parecía feliz, sus ojos me decían que
algo andaba mal.
—Tiene que irse Dove. El debe irse a España.
«España ¿Irse?» No, no podía irse. No podía perderlo. No
quería dejar de ver a la persona que más quería en mi vida.
Algunas lágrimas salieron por mi rostro y las aparté.
—No quiero que se vaya—susurré
—No lo hará—negó—Te ama lo suficiente como para perder
su sueño por ti. Ha eso venido Dove. El no puede perder
esto, el debe seguir su camino.
Asentí. Pese a que me doliera, Luke tenía razón. Connor no
podía perder la oportunidad de su vida, por mí. Aún me
costaba creer, que el quisiera dejarlo todo por mí. Me
costaba creer que alguien podía amarme tan intensamente.
Respiré profundo y le pedí a Luke que me llevará con Wells.
El asintió, sabía muy bien lo que haría. Entraría y hablaría
con el.
Ese era el plan, hacerlo cambiar de opinión. Convencerlo de
que irse de lo mejor, yo debía hacer algo para que
cumpliera sus sueños. Connor había hecho mucho por mí.
Y yo había hecho muy poco por él. Así que se lo debia.
Podíamos mantener contacto por medio de zoom o hablar
por WhatsApp. Haríamos que esto funcionará.
Entre al apartamento y Dawson me miró.
—Mucha suerte—susurró
—Gracias.
—Luke y yo nos iremos. Lewis está adentro, espera a que
salga.
Asentí. Los vi irse y me acerque a la puerta. Lewis estaba
hablando con Wells. No podía verlos, pero si escucharlos.
—Connor debes irte. Dove lo entenderá.
—No importa Lewis. No importa que lo entienda, yo no quiero
irme. No me iré.
—Mierda Wells. ¡Esto va a solucionar tu vida!—gritó
—¡No me importa idiota! ¡Si ella no está conmigo no importa!
Mi corazón se encogió. A puso pequeño, no podía creer que
el enserio no pensaba irse. Su seguridad me sorprendía y
mi corazón había entendido que debía dejarlo. Que la única
forma para que Wells se fuera era alejándome.
—Haz lo que quieras.
Me aparté de la puerta y salí corriendo hacía la sala. Lewis
me miró asombrado y negó. Una pequeña lágrima se
deslizó. Pero me decize de ella con rapidez.
—Connor, debemos hablar—Dije sería.
—Pecosa—sonrió—Pensaba ir a verte.
Cuando se acercó para besarme, puse una mano en su
pecho. Le mire con ojos cargados de dolor. Pero intentaba
ocultarlo.
—Terminamos. No quiero volver a verte—solté—Me he dado
cuenta de que no te amo
—¿Que dices?—susurró—Dove, no se qué dices.
—Solo quería usarte. Y lo conseguí. Ya obtuve lo que quise,
así que no te quiero ver más.
«Dolía» Soltar tantas mentiras juntas dolía. Lo amaba. Sus
ojos estaban llorosos, las lágrimas ya empezaban a salir.
Estaba roto y podía verlo. Estaba rompiendo en pedazos a
Connor Wells.
Y me arrepentía, claro que sí. Pero ya no había vuelta atrás.
—¿Luke te lo dijo? ¿Que me iba? ¿Es por eso que estás
haciendo esto? Yo no me voy gafas—intentó tomar mi
mano. Pero me aleje—Me quedaré aquí, por ti. Por mi, por
nosotros.
Negué—No sabía que te ibas, no me importa. Y no quiero
escucharte. Hemos terminado, no me busques más.
Di un paso hacía atrás y su grito me partió en dos.
—¡Te he dado todo! ¡Te ame, Te amo Dove! ¿Que más
quieres de mi? —susurró llorando—Te daré todo lo que
desees. Pero no me dejes, no me dejes por favor.
—Lo lamento mucho Connor—salí corriendo con lágrimas
en los ojos y oí como se caían las cosas de su habitación.
No podía creer lo que había hecho, le había causado el
dolor más grande de su vida. O eso pensaba. Cuando
estaba saliendo un poco más lento. El apareció, con su
mirada perdida, cabello desordenado y torso desnudo.
—Tu podías hacerme daño, destruirme. Pensé que no serías
capaz de hacerlo, pensé que eras diferente. Pensé que me
amabas—susurró lo último—Que te vaya bien Dove—Cerro
la puerta de un golpe y me derribe ahí mismo.
Lloraba en silencio, intentado que Wells no saliera,
intentando que no notará lo mucho que me dolía a mi
también. Quizás destruí nuestro amor, pero estaba segura
que cumpliría su sueño. Estaba segura de que haría todo lo
posible para olvidarme.
Caminé aún con lágrimas en los ojos. Llegué al
apartamento y empecé a escribir una carta. Una carta para
despedirme de el, una carta que esperaba que Lewis se la
diera cuando se fueran. Cuando estuvieran lejos de mi. O al
menos, cuando pasaran meses. Cuando yo esté segura de
que no podrá irse.
Para: Connor Wells
Alías: Guitarrista
De: Dove Hersel. Gafas para ti.
Connor Wells. Amor de mi vida, y esperanza. Nos conocimos
en un metro, solo había oído tu voz y ya habías hecho que mi
cuerpo se erizará. Cuando vi tus ojos quedó cautivada. Tal
vez no lo sabía, pero mi cuerpo si, internamente sentía que
éramos algo más que eso.
Tu voz es preciosa, tienes talento. Y desde antes eres mi
Harry Styles, tal vez nunca lo admití. Pero ahora lo sabes.
¿Te amo? Completamente. Te amo tanto que he decidido
dejarte ir. He pensado que tu carrera era más importante,
porque es así. Tu debes vivir tu vida. Conviértete en lo mejor
que puedas.
Connor. Esto no es una adiós, es un hasta pronto. Quizás me
odies, quizás no quieras volver a verme. Quizás nuestro
amor quede roto después de esto. Pero mis sentimientos
nunca van a cambiar. Me sentaré en aquel metro todos los
días, sin falta.
Cumpliré mi promesa y te estaré esperando en el metro que
nos conocimos. En cinco años, a las cuatro de la tarde,
estaré ahí. Escuchando la última canción que saques. Así
que, perdóname, nunca jugué contigo. Todo fue por tu bien,
por ti, por nosotros.
Dejé la carta a un lado y llamé a Lewis. Necesitaba que
viniera a recogerla. No sabía cuándo se irían, no sabía si
Wells realmente se iría. Pero esperaba que sí, después de
todo no hice lo que hice para verlo estancarse.
Su mejor amigo no tardó mucho en llegar, abrí la puerta. Y
me abrazó, las lágrimas cayeron en forma de cascada.
Estaba dolida, rota y no sabía muy bien que hacer.
—Gracias—susurró—Wells no dejó de llorar, gritó y me llamo
cuando te fuiste—confesó—Supe que Luke tenía algo que
ver, lo vi en tus ojos cuando salí.
—Yo... No podía dejar que Connor desperdiciará está
oportunidad
Asintió—Hiciste lo correcto, el va a ir. Ya me lo ha dicho,
nos vamos mañana a las ocho.
—¿De la mañana? —pregunté alejándome
—Si, puedes ir.
Negué—No creo que sea correcto. Lewis, dale esto por mí—
Le entregué la carta—Se lo das cuando haya pasado un
mes, cuando el ya haya firmado y no pueda irse.
—¿Estas segura? —Dudo
—Si, cambiaré de número. Te hablaré desde el nuevo
número cuando lo cambié ¿Te parece?
—Si, muchas gracias Dove. Hiciste a Connor más feliz de lo
que crees. Se la daré. Y siendo sincero voy a extrañarte
—También yo—Nos abrazamos por última y vez. Y el salió
dejándome sola, vacía y rota.
Capítulo 20
El día de hoy, Connor debe irse. Estaba sentada en la
azotea, traía solo un pijama de rayas y mis brazos envolvían
mis piernas.
No había dejado de llorar, solo me había dedicado a ver
cómo caía la lluvia, mi nariz estaba roja y mis ojos estaban
hinchados. Me dolía, en media hora Connor estaría volando
a otro país. A kilómetros de distancia de mí.
Habíamos pasado tantos buenos momentos, que aún no
decidía cuál era el mejor. Mi cabeza dolía, sentía que en
cualquier momento estallaría del dolor. Estiré mis piernas y
agarre el móvil. Tenía varios mensajes de Luke, Dawson y
Lewis.
No había contestado desde ayer, no había tenido la fuerza
de voluntad para hacer algo que no fuera llorar.
Dawson
«Idiota ¿No vas a ir?»
«Wells ya me está estresando con su llanto»
Luke
«Dove, deberías ir. Vamos a esperarte»
«Connor no ha podido dejar de llorar. Parece que va a morir»
«¿Vendrás?»
Lewis
«El vuelo se ha adelantado. Deberías venir»
«¿Dove?»
Wells no había dejado de llorar por mi culpa. Sin embargo,
el se iría. Y yo quería verlo una vez más. Tomé un vestido y
me lo puse con rapidez, me hice un moño desordenado y
llamé a Antón para que me llevará.
Hace días se había comprado un auto, estaba emocionado
y salió corriendo a contármelo. Mi sonrisa no era la misma.
Y el supo que algo pasaba, le conté lo que había sucedido y
el empezó a acariciar mi cabello.
Cuando menos lo esperaba. Antón estaba frente a mí. Jaló
mi brazo y me llevo corriendo hasta el auto. Estaba
manejando más rápido que de costumbre, llegamos y corrí.
Antón estaba a mi lado.
Entonces, rodeada de personas que no conozco, lo vi. A
metros de distancia, con su playera negra y sus jeans
rasgados.
—Debes acercarte—murmuró Antón—Debes hablar con él.
—No—negué—No puedo
—Vamos Dove ¿Dejarás que se vaya así? ¿Pensando que
solo fue un juguete para ti?
—No puedo hablarle. No puedo acercarme—susurré
Me escondí detrás de un pilar y cerré mis ojos, cuando lo
abrí. Wells ya se estaba subiendo al avión. El amor de mi
vida estaba a punto de irse, ya no lo vería más. Y no sentiría
su piel.
Todas mis ganas, todo mi amor, lo expulsé. Me paré a
metros de distancia. Y cuando solo le faltaban dos
escalones para desaparecer grité:
—Lo lamento Connor Wells—Las personas estaban
viéndome. Mi rostro estaba lleno de lágrimas—Lamento
haberte roto a sobremanera
Subía y bajaba. Mi pecho estaba alterado y mi corazón no
dejaba de latir. Observé como apretó sus labios y como una
lágrima cayó de su mejilla. Pero aún así, el no me dijo nada.
Solo a introdujo en el avión y se fue.
Mis rodillas tocaron el piso. Mi mano estaba sobre mi
pecho y lo único que podía hacer era llorar.
—Vuelve—grité—Solo vuelve—Terminé susurrando.
Luke corrió hasta a mí y se lanzó al piso para abrazarme.
Antón acarició mi cabello. Y me levanté.
—¿Te llevo a casa? —preguntó Antón con delicadeza.
Asentí limpiando las lágrimas y sonreí algo triste. Connor
se había ido para vivir su vida, para cumplir con sus sueños.
Y para convertirse en el próximo Harry Styles. Y estoy
segura de que podrá hacerlo.
Me monté en el auto y Luke se quedó viéndome a través del
vidrio. No lo podía asimilar. Aún no había podido asimilarlo.
Y aún así llegue al apartamento y me quedé ahí. Encerrada,
tirada en el piso y recostada de la puerta.
¿Estaba llorando? Sin duda, no podía dejar de hacerlo. Le
mentí a Antón diciéndole que estaría bien, que todo lo que
había pasado lo podría superar rápido. Y no había mentira
más grande que esa.
Me levanté del suelo. Y decidí ir a visitar a mamá, no
quedaría nada de mí, si seguía estando sola y con el
silencio abordando mi mente.
El camino se me hizo largo, como si nunca hubiera ido ahí.
Como si el tiempo pasará de otra forma y visitar a mi
madre fuera lo menos que había hecho. No la había visto ni
una vez desde que me mudé, y regresar así me parecía una
mierda. Pero no había opción, era esto o acabar peor.
Toqué la puerta con toques pequeños y mi padre salió. Vio
mis ojos llorosos y me abrazó fuerte. Sentí como pequeñas
gotas de deslizaban por su mejilla.
—Te había extrañado hija.
—Yo también papá... Yo también te había extrañado.
—¿Que sucedió? ¿Como está Antón?
Entramos a la casa y le conté que Antón estaba bien, que ya
había conseguido un apartamento y que hasta incluso se
compró un buen auto. Mi papá parecía maravillado, estaba
orgulloso de nosotros. Me contó lo que había hecho estos
días, el trabajo nuevo que consiguió y las horribles comidas
que mamá había empezado a cocinar.
Mi madre había salido, llegaría a eso de las cinco. Pensaba
quedarme viendo la tele junto a papá y comer helado de
fresa. Así pasaría mejor lo que sentía.
Me preguntaba que estaría haciendo Wells, si estaría
viendo la tele o estaría comiendo alguna de esas cosas que
tanto le gustaban. Bufé en mi asiento y rodé los ojos.
—Cariño, ya llegué —Mi madre alzó sus vista y sonrió
abiertamente—Dove
—Hola mamá—sonreí incómoda—Te he extrañado.
—Yo mucho más. ¿Quieres galletas? He comprado galletas
y un jugo que ni siquiera sé si sabe bien. ¿Tienes frío?
Puedo encender la calefacción si quieres.
Negué—Cálmate, estoy bien así. Solo he venido a verte y...
Me preguntaba si podíamos hablar.
—¿Sobre que? ¿Sucedió algo con Antón? ¿Le pasó algo
malo? —Se asustó.
Negué de nuevo y respiré profundo—Wells se ha ido—solté
«Decirlo en voz alta. Dolía más de lo que esperaba»
Mamá abrió su boca y volvió a cerrarla en cuestión de
segundos. Ella tomó mi brazo y me llevo hasta su
habitación. Su cuarto tenía una cama grande, unas
estanterías y un pequeño armario lleno de ropa. Era la única
habitación de la casa que no tenía baño, ni armario grande.
—¿Como te sientes?
—No muy bien—le confesé—Siento que una gran parte de
mi se ha ido
—Dove, chiquita ¿Sabes que porque Wells te dejo?
—El no me dejó. Yo le dejé —Ella estaba sorprendida. Sabía
lo idiota que sonaba en voz alta. Pero era cierto, yo le había
dejado y ahora andaba llorando como una tonta.
Pero le había dejado por su bien, no por un capricho mío. Ni
porque he dejado de amarle, fue simplemente para que el
pudiera vivir de lo que le gusta.
—El tenía que irse por trabajo—continué—Eran cinco años y
se negó a irse, no quería dejarme. Así que yo opte por
dejarlo.
—Dove pero esa no... No creo que haya sido la mejor
decisión.
—Lo fue mamá, el no iba a irse. Yo solo le he ayudado a
estar bien. A que pueda estar bien.
—¿No le has escrito?
Negué—No pienso hacerlo por ahora.
—Se que lo amas, se nota Dove. Y se cuanto te duele.
Connor Wells:
No se por donde empezar. Llevo días tirado en una cama
sin poder escribir una canción, llevo días tirado en una
cama sin poder hablar con Dove. Llevo días tirado en una
cama pensando en lo idiota que fui.
¿Solo me uso? ¿Entonces solo fui un juguete? Me negaba a
creer que ella era así, que había pensando en usarme y
después votarme. Mis ojos estaban hinchados, tenía
alergia y no dejaba de estornudar. Cuando escuché salir de
sus labios que todo fue una mentira, sentí mi corazón
partirse, mi voz temblaba, mis manos temblaban y mis
ganas de hacer algo se iban.
No le había contado a Dove que me iría, porque pensaba
que tal vez podría dolerle. Pero no era así, a ella no le iba a
doler porque simplemente no me amaba. No me amo y
nunca podría hacerlo. El hotel donde estaba, era uno de los
más caro. La discográfica lo pagaba, se encargaba de
buscarme la mejor comodidad y los estudios podría
terminarlos aquí mismo.
Nunca pensé que estaría bien, pero está más que perfecto.
Así podría olvidarme de Dove, conocer chicas nuevas y
aprovechar la buena vida. O lo que queda de ella. Cerré mis
ojos y me acosté en el mueble. Solo podía mirar el techo, en
mi mente apareció la imagen de gafas en el aeropuerto.
Podía sentir su olor, ese olor que no me permití disfrutar
por última vez.
Sus gritos me habían llegado. Sus "Lo siento" me habían
lastimado aún más. Por eso solo cerré mis ojos y apreté
mis labios con fuerza. Dando a entender que esto no podía
ser posible, que su manera de actuar no estaba bien. Y que
mis ganas de poder besarla eran incontrolables. Pero eso
no se dice ¿No es cierto?
En estos cinco años me dedicaría a olvidarla, a no evocar
su recuerdo. Tenía cinco años por delante.
***
Cinco años. Ya habían pasado cinco años desde aquella
vez que vi a la chica llenita con gafas. Había olvidado como
sonaba su voz, había olvidado como se sentía su piel. Yo
había olvidado la mayoría de las sensaciones que me
provocaba.
Los primeros años vivía encerrado en mi habitación, no
hablaba con nadie. Y solo iba al instituto, a los ensayos y a
casa de Lewis. Era la única rutina que tenía, mis
compañeros de clases no hablaban mal de mi, ninguno se
dignó a criticarme porque querían estar cerca. Cerca para
que pueda regalarle cosas, cerca para usarme.
Justo como lo había hecho ella.
No había podido olvidar la manera en la que me dejó aquel
día, no había podido olvidar la forma en la que lloré por
meses. Y pese a eso, mi contrato terminaba hoy. Hoy podía
irme de regreso a casa, volver a ver a Luke, a Dawson. A
mamá y a ella...
Negué con la cabeza y terminé de armar mis maletas.
—¿Estas listo para volver?—preguntó Lewis.
—Claro que sí—intente sonreír.
Noté como su cuerpo se ponía nervioso, miró a otro lado y
saco una hoja toda arrugada.
—Dove me entregó está carta antes de irnos. Es para ti,
nunca te la di... Lo lamento Wells.
La miré, estaba arrugada pero su letra estaba ahí.
Establecida en la hoja blanca que estaba entre mis manos.
Miré a Lewis algo molesto y le pedí que saliera. El asintió,
no puso quejas y solo salio de la habitación.
Cuando termine de leer la carta, mis manos temblaban, mi
rostro tenía lágrimas, aquellas lágrimas que no derramaba
desde hace un tiempo.
Ella nunca me uso, ella solo quiso lo mejor para mí, solo
busco que cumpliera mi sueño. Me desplome en el piso y
llamé a Lewis.
—¿Lo sabías? —fue lo primero que pregunte.—¿Sabías que
ella haría esto?
Asintió—Ella te amaba, ella lloro ese día más de lo que
crees.
—¿Por qué no me dijiste Lewis? Hiciste que pasará cinco
años creyendo que había sido solo un juguete, hiciste que
pasará cinco años creyendo que el amor de mi vida solo me
había usado.
—Ella me dijo que te la diera después
—Después. Justo eso—apunté su pecho—Después, no
cuando ya pasaran los cinco años.
—¿Aún la amas?
Dudé, ¿La amaba? ¿Amaba a la chica con gafas? Dudé un
segundo en contestar, pero acabé asiento. No importaba
cuanto tiempo pasará, no importaba si ella me había usado.
Porque yo, todos estos años había seguido pensando en
ella, había seguido estando enamorado de su recuerdo.
Miré la hora y eran las dos de la tarde. Necesitaba llegar
antes de las cuatro, arreglarme, poder verla. Y tocar una de
las canciones que más le gustaban. O tal vez aquella
canción que le cante frente a todos. Creo que esa podía
servir, creo que esa sería la elegida.
Salí corriendo a bañarme, me eche perfume, me acomodé
el cabello y fuimos directo al auto. Todas las maletas
estaban puestas en el capo del carro. Y entonces con las
canciones de Justin Bieber resonando a todo volumen partí
en busca de la chica que me gustaba.
No había podido fijarme en alguien más, no había podido
enamorarme en todo este tiempo, no tuve novias, ni ligues
ni mucho menos cosas de una noche. Llevo cinco años sin
sexo.
«Sorprendete» Me pregunto si cuando regrese, Dove
seguirá igual. Me pregunto si su cabello se seguirá viendo
como lo recuerdo. Yo me preguntaba si cuando la viera
tendría las mismas inseguridades que hace años. No quería
volver a romper sus muros.
—Connor todo va a salir bien—mencionó para
tranquilizarme
—¿Luke y Dawson lo sabían? Que Dove haría eso.
Asintió—Todos le guardamos el secreto, pensamos que
sería lo mejor.
Bufé—Todos escogieron por mí, pero nadie pensó en como
me sentiría.
—Lo hicimos—afirmó—Solo que era lo mejor. ¿Acaso te
arrepientes?
Me encogi de hombros y no respondí nada más. «Tonto
Lewis». Durante los cinco años que estuve en España,
aprendí varias cosas, aprendí a cocinar, a bailar y a hacer
pasteles. Cosas que no creo que me sirva mucho, pero algo
podré hacer. Aparte de eso, conviví con grandes artistas,
tuve giras, realicé conciertos y mi número de seguidoras
aumento considerablemente.
Las disqueras parecían pelearse por mi, pero rechacé cada
una de ellas. Y esta vez Lewis no se quejó. Solo lo acepto y
me pidió que no abandonara mis sueños. Y no lo haría, pero
tampoco sería capaz de perder a Dove otra vez.
Recosté mi cabeza y deje que la música inundará todo en
mí.
Dove Hersel:
Puedo imaginar que vivir de tus sueños es falso, puedo
imaginar que realizar capítulos para libros es falso, pero
todo es falso. Porque solo yo tenía la capacidad de decidir
que quería hacer, en mi vida había realizado cinco libros,
con nombres distintos y tramas totalmente diferentes.
Había generado dinero con ellos, trabajé para poder pagar
una editorial, me esforcé para que todo saliera bien y así
fue. Mamá estuvo conmigo me todo momento, se dedicó a
ayudarme con el dinero, me compraba cosas y salía
conmigo al parque, playa y otros lugares de estancia
pública.
Han pasado cinco años, físicamente no he cambiado
demasiado, sigo estando algo gordita, pero no demasiado.
Mi cabello está corto, mis gafas siguen iguales y mis pecas
no se han ido. Es obvio que moriré con ellas. Pero ese no
era un problema.
Luke seguía siendo mi mejor amigo. Hace dos años se
había casado con Dawson. Fui madrina de la boda, y estuve
emocionada por verlos casarse. Recuerdo que ese día lloré
por ellos, se veían tan lindos juntos que no pude resistirlo.
Mis amigos habían sido una fuente fundamental para poder
olvidarme de Wells o al menos de su recuerdo. Puedo decir
que no lo he olvidado, que no he dejado de amarlo. Su
recuerdo aún está en mi corazón, pero ya no duele tanto
como antes. Ya no siento esa opresión en el pecho que
sentía.
He estado yendo cada tarde al metro, justo como se lo
prometí. Me llevo un libro, algunos dulces y me pongo a leer
mientras el chófer maneja llevando a las personas. No
había un día en el que yo no fuera, siempre estaba ahí,
como parte de mi rutina, como parte de mi vida.
Al principio esperaba que un día el apareciera, que el saliera
diciendo que había estado esperando volver, yo antes
esperaba una llamada suya o aunque sea un mensaje. Pero
eso nunca sucedió, y yo aprendí a vivir con eso.
Los cinco años que han transcurrido me han servido de
mucho, me he sentido más identificada conmigo misma. Y
ya no tengo complejos con mi cuerpo.
Puedo salir a la calle siendo yo y aún así no va a
importarme. Estaba sentada junto con Luke y subí mis
piernas encima de él.
—¿Estas comida? —Bufó
—Si ¿Tu no?
—Estoy bien—rodó los ojos—Hoy vuelve Wells—soltó de
repente.
Mi corazón se aceleró y sentí como mis manos sudaban.
¿Wells regresaba hoy? Aparté mis piernas y le mire.
—¿Estas seguro?
Asintió—Lewis me dijo que ya venían en camino. Podrás
verlo después de cinco años.
—Cinco años—repetí—Tengo miedo, miedo de su reacción.
La última vez le dije que solo había jugado con el.
—Imagino que Lewis le entrego la carta ¿No?
La carta. Había olvidado que había escrito una carta para el,
cerré los ojos y miré a Luke dudando. No estaba segura de
lo que Lewis había hecho con eso. Jamás a tocó el tema.
Jamás llegamos a hablar de lo que había pasado con la
carta.
Miré la hora. Casi eran las cuatro, tomé el móvil y salí
corriendo. Luke me gritó unas cosas que no alcance a oír.
Hoy no fallaría, después de cinco años yendo cada día. No
faltaría el día que realmente importaba.
Vestía con unos jeans y una camisa blanca con adornos
dorados. Me sentía bien con la ropa que llevaba, al menos
no traía puesto un pijama. Porque estoy segura de que
hubiera salido así mismo.
Caminé hasta el metro y no vi a Wells. Así que me subí y
coloqué una de sus canciones. La última que había sacado
era una de mis favoritas, el ritmo combinaba con la letra y
me recordaba a las veces que estábamos juntos.
Cerré mis ojos y pasaron más de diez minutos, no pensaba
que iba a venir. Ya no...
Connor Wells nunca iba a aparecer. O eso creía yo, hasta
que escuché el sonido de su guitarra y observé sus ojos.
Después de cinco años, me enamoré una vez más de
aquellos ojos cautivadores.
El se sentó junto a mí. Puso su mano en mi mejilla y
susurró.
—Te he echado de menos gafas.
Fin.
Capítulo Extra.
Connor Wells.
Los años han pasado rápido desde que me encontré con
Dove. Al principio todo fue complicado, su manera de ser ya
no era la misma, no se comportaba igual en ocasiones y a
veces respondía cosas que no esperaba.
Pero con el tiempo volvimos a ser los mismo, esa misma
noche. Escuchamos las canciones que le había dedicado
en el pasado. Con el corazón en la boca y las lágrimas que
salían por parte de ambos.
Lamentaba cómo habían acabado las cosas, pero todo
cambio desde nuestro encuentro. Dove, se convirtió en
escritora, tenía varios libros publicados y fans que siempre
le mandaban mensajes de amor. Cuando los leía se
emocionaba y algunas lágrimas salían por su rostro. Me
costó acostumbrarme a ver eso, siempre pensaba que le
había sucedido algo. Pero no era así.
Cuando pasó un año, de ser novios de nuevo. Tomamos la
decisión de vivir juntos, las peleas no faltaron y después
llegó el amor. No ese tipo de amor que piensan, me refiero
al amor de acostumbrarte a vivir con la persona que amas,
el amor de saber lo que le gusta hacer y lo que no. Lo que le
gusta comer con más frecuencia y lo que no. Esas
pequeñas cosas que solo descubres viviendo con las
personas.
Actualmente Dove y yo tenemos dos hijos. Son las
pequeñas luces de mi vida. Ambos gemelos eran perfectos.
Para Dove fue un colapso total enterarse de su embarazo,
le dio miedo no ser buena madre, lloro y gritó por días.
Hasta que fue aceptándolo. Yo siempre estuve
emocionado, pero no sé lo decía para que no perdiera la
cordura.
La pequeña Nora, tenía los ojos grises, el cabello corto
negro y unos pecas en sus mejillas. En cambio, el pequeño
Hugo, no tenía pecas. Pero su rostro era adornado por
lunares en su mejilla izquierda. El también tenía los ojos
grises y el cabello negro.
Después de toda las cosas que tuvimos que pasar, de las
discusiones con Lewis y los malos ratos con Dawson.
Permanecimos juntos. Mis hijos tenían seis años.
Estaba sentado en la mesa de la cocina mientras veía
como Dove cocinaba y bailaba una de mis canciones más
antiguas.
—Nunca podré superar esa canción—habló—Me recuerda al
Wells y Dove de antes.
—Querrás decir al Guitarrista y Gafas de antes—Le corregí—
Ellos siempre van a ser parte de nosotros.
Se alejó de la cocina y me besó—Lo sé amor.
La pequeña Nora aprecio por la puerta con su mirada
angelical.
—¿Que cocinas madre?
—Haré papas fritas cariño—Le sonrió—Ve a buscar a Hugo
para que coma.
—¡Hugo siempre se las come todas!—bufó infantilmente
—Vamos Nora, ve a buscarlo—le respondí. Ella fue con sus
pequeños pies, molesta a buscar a su hermano. Siempre
era así, discutían y luego andaban abrazados por toda la
casa. Parecía que nunca cambiarían eso.
—He invitado a Luke—me comento Dove—Dawson vendrá
con el.
—Me sorprende que se hayan casado—confesé
Ella se encogió de hombros.
—Me sorprende que hayas vuelto por mí.
—Nunca hubiera podido dejarte, de una forma u otra habría
vuelto a ti gafas.
—Guitarrista no he podido dejar de amarte, tenemos dos
hijos—señaló—Y pronto nos casaremos.
Asentí—Ya he hablado con todos. En unos días seremos
esposos.
—Mamá ¡Nora me ha pegado!
—Yo no le pagué ¡El me golpeó! —gritó molesta.
—¡No mientas Nora!
—¿Pueden dejar de gritar? Si siguen así, ninguno de los dos
comerá. Al menos no de lo que está haciendo su mamá
Se sentaron con los brazos cruzados y se sacaron la lengua
mutuamente. Criarlos había sido todo un reto, sobre todo
los primeros años. Cuando Dove no sabía cambiar un pañal
y yo no tenía idea de como cocinar.
Pasamos semanas aprendiendo, cuando Nora dijo su
primera palabra me quedé embobado viéndola. Como si
fuera un logro mío y no de ella.
—Mamá, ¿Nos llevarás hoy al colegio?
Asintió—No pueden faltar, el colegio es el mejor lugar para
hacer amigos—sonrió
—¿Tenías muchos amigos?—preguntó Hugo.
Dove se removió incómoda pero terminó contándoles la
verdad.
—Al principio no, todos me juzgaban por mi físico. Pero
luego llegó su padre, sus tíos Dawson y Luke. Y entonces
las cosas mejoraron.
—¡El tío Luke es lo mejor!—exclamó Hugo.
—El tío Dawson es mejor—contrataco Nora.
—Ya basta—les respondí—Ambos son buenos, y el tío Lewis
no se queda atrás.
—¡Amo a Lewis!—Dijeron al unísono.
Sonreí divertido y le ayudé a Dove a poner la mesa. Todos
comimos en paz, los gemelos no volvieron a gritar y las
cosas fluyeron con normalidad.
6 años después.
Dove Hersel.
—Llevo rato buscando mi camisa y no la encuentro—Nora
estaba parada frente a mí con tan solo un sujetador. Las
cosas habían cambiado mucho desde entonces, Hugo y
ella ya no discuten, son tan unidos que incluso parecen
mejores amigos.
En cuanto a Wells, sigue exactamente igual. A retomado
una gira que tenía pendiente, así que no lo he visto desde
hace un tiempo. Siempre nos mandamos mensajes y
hacemos videollamadas cuando es posible.
El tiempo ha pasado tan rápido. Los niños ya tienen quince
años y ambos se llevan mejor.
Aquel día en el metro, parece que solo hubiera sido ayer.
Aquel día lo observé con detenimiento, sus rasgos se habían
endurecido, tenía los mismos ojos llenos de bondad y alegría.
No podía creer que lo estuviera viendo, algunas lágrimas se
deslizaron por mi mejilla y le sonreí.
—Te he echado de menos gafas.
—¡Wells!—Mis brazos rodearon su cuerpo y nos quedamos
así. Abrazados con los cerrados, esperando que el momento
no tuviera fin.
Estuvimos todo el día juntos, fuimos a comer, estuvimos con
los chicos un rato y cantamos a todo voz en la plaza. Algunas
chicas se le quedaban mirando y yo como persona celosa
que soy, me acercaba aún más a él.
Despeje aquellos recuerdos y me senté en la mesa. Nora
apareció con el móvil en las manos y se sentó junto a mí.
—Madre
—¿Si?
—Tengo novio.
—¡Tan rápido!—Me altere—Estas pequeña Nora, no puedo
aceptarlo—me tiré dramáticamente a la mesa y fingí
algunas lágrimas. Mi hija, en cambio solo soltó una
carcajada y me miró con diversión.
—Se llama Cold, es guapo, Atlético y le quiero.
—Debe tener ser atractivo—Le sonreí—¿Tu hermano lo
sabe?
Negó—Ni se te ocurra decirle a ese simio con patas mamá.
¡Va a arruinar todo!
—No le diré, secretos de chicas.
—Secreto de chicas—afirmó—Así como la vez que follaste
con papá y fingí no escuchar nada.
Tapé mi rostro a penada y el hermano de Nora entró. Los
tres quedamos sentados en la mesa. Estábamos hablando
y la puerta se abrió dejando ver a Wells con una fina barba.
—He vuelto chicos.
—Te he echado de menos guitarrista.
—También te eché de menos gafas.
Fin.