Está en la página 1de 20

1

¡Solo un niño!

Alguna vez se preguntaron ¿Por qué la vida es tan injusta


con uno mismo? Supongo que sí. Si no lo hicieron, voy a
contarles un ejemplo de algo que me sucedió y esta pregunta
me persiguió durante mucho tiempo.

Mi nombre es Ernesto Aguirre, Chama también es necesario


decirlo por mi madre que se pone a veces un poco celosa y
molesta cuando no menciono su apellido. Es gracioso.
Supongo que la mayoría de las personas que me conocen solo
piensan que tengo un solo apellido o no saben que tengo un
segundo, bueno ahora lo saben.

Tal vez cuando hayas empezado a leer esto, ya tenga un título,


no voy a mentir que aún no se me ocurrió uno pero espero
que al momento de compartirlo ya tenga uno que pueda
llamar la atención. Si el título no es lo que captó tu atención, te
invito a terminar de leer esta corta pero linda historia que
quiero contar.

Empiezo diciendo que para esta historia hay distintas formas


de contarla, distintos comienzos y finales, pero en sí, es una
única historia. No importa cómo la leas, ni que pienses de mí
al concluir tu lectura (si es que la terminas). Sólo me interesa
contarle y que por lo menos esa persona llegue a leerla en
2

algún momento de mi vida. Seba quiero agradecerte por


cambiar mi vida, esto es para vos.
3

Primer Capítulo
Miércoles por la mañana: Primer Encuentro.

Estaba desayunando con un gran amigo en ese tal bar ubicado


en la esquina de Córdoba y Laprida. Digo que es un gran
amigo porque no solo es alguien que me acompañó desde que
empecé la secundaria, sino que también es uno de los mejores.
Son de ese tipo de personas que vayas donde vayas te va a
acompañar sin dudarlo. Y ese día, él estaba conmigo. Sigo con
la historia antes de que me vaya por las ramas hablando sobre
otras cosas…

Ese miércoles, imposible de olvidar, nos juntamos a estudiar


matemáticas. Era época de paro donde la mayoría de nuestros
profesores no nos daban clases. Cuando teníamos, siempre
había tiempo libre y quisimos tomar alguito antes de la
primera hora de ese día. No recuerdo porqué, pero ese día
estaba de muy buen humor, quisiera recordar la razón pero se
me es imposible en estos momentos. Luego de unos minutos
de estar estudiando, alguien se acercó y me tocó por la
espalda, muy educado pidió permiso antes de que yo pudiera
hablar.

Seba: ¡Hola! ¡Buen día! Permiso.


Ernesto: ¡Buen día! ¿Cómo estás?
Ignacio: ¡Buenas! ¡Sí, cómo no!
Seba: Quería preguntarles si tenían alguna ayuda pa que yo pueda
paga el gas.
4

La realidad es que nosotros estábamos tomando un desayuno


completo con todas las cosas que podía traer, si le decíamos
que no teníamos nada, era mentirle en su cara. Fue tan
educada su manera de acercarse a nosotros, su rostro al
mirarnos y la sonrisa que lo acompañaba, que decidimos
invitarlo a sentarse y charlar un poco.

Ernesto: ¿Queres algo para tomar? ¿Comer?


Seba: ¡Sí! Eso que tenes ahí ¿Lo comes? (Señala un vaso pequeño
con cereales)
Ernesto: No, no me gusta, te lo regalo y si queres te pido algo para
tomar. ¿Te gustaría?
Seba: ¿Por qué no te gusta? Lo como yo jajaja ¡Gracias!

Luego de eso llamé al mozo del bar para pedirle si podía


traerme otro desayuno, mi compañero se encontraba
sorprendido por lo que estaba haciendo. A los minutos el
pedido llegó a nuestra mesa y Seba, el niño, empezó a
contarnos sobre él y su familia, luego de que yo le preguntara
su nombre. Podría enumerar todo lo que nos contó, mucho de
eso pudo llegar a tocar mi corazón, fue muy hermoso. ¿Por
qué no te las cuento? Seguro queres saber…

"Yo no vivo con mis padres, me dejaron hace como 4 años


aproximadamente. Vivo con mi abuela y mis hermanos, yo soy el
mayor. Voy a una escuela que es cerca de aquí, parque 9 de julio
maomeno."
5

Fue lo primero que empezó a contarnos, yo tenía muchas


dudas de su vida. ¿Qué edad tenía? ¿Qué hacía por ahí? ¿Qué
estaba buscando? ¿Desde qué horario andaba dando vueltas
solo? ¿Por qué lo hacía? Y más preguntas. Mientras él
respondía a cada una de ellas.

"Toy dede la siete de la mañana dando vuelta por aquí, por toda la
Córdoba ando yo, dede el parque hasta zona centro. Pido plata
siempre pal gas, nunca comida y eso, no me dan. Ayudo a mi abuela
a cuida a mis hermanos, y a paga las cosa obvio."

Al ver que el changuito era simpático y se prestaba para


seguir una charla, comencé a indagar más. Cuando hablaba
sentía que lo hacía sin intenciones de buscar dinero o algo en
especial, por eso yo seguí conversando. Le pregunté si estaba
estudiando, y en caso de que así fuera, cómo le estaba yendo.
¿Tendrá útiles? Me preguntaba yo. Las materias ¿Le irá bien?
O será como a algunos a quienes no les importa estudiar.

"Bien por suerte. Nada por ahora me lleivo, pero si me va mal en


varia. Útiles no tengo, siempre me los roban, son bien ladrone mis
compañero."

Algunos niños en situación de calle no encuentran otra


manera de salir adelante que no sea robando. No quería
ponerlo incómodo pero tuve que preguntarle si él lo hacía, la
respuesta fue no, como lo esperaba. Inmediatamente saque de
mi bolso un folio, en ese momento todos los útiles que llevaba
al colegio estaban ahí. Podías encontrar desde lapiceras hasta
6

todo tipo de reglas y marcadores. Me encantaba tener los


apuntes de las diferentes materias en distintos cuadernos,
entonces siempre cargaba varios, no tuve mejor idea que sacar
uno y obsequiarle junto con algunas de las cosas de mi folio
que mencioné antes.

La sonrisa que se dibujó en su rostro fue de no creer, como si


hubiera ganado la lotería, una sonrisa de oreja a oreja
preguntándome si de verdad todo lo que le estaba dando era
para él, si no era broma. Fue tanta la sorpresa que nunca se
imaginó que el cuaderno entero se lo estaba regalando, él se
conformaba con un par de hojas, pero aun así se lo di entero.
Juro que nunca imaginé que me preguntara eso del cuaderno,
lo único que le pedí a cambio fue que me prometiera que iba a
cuidar esas cosas y que se esforzaría estudiando.

Le dije, como siempre me dijeron a mí:

"Nunca dejes que alguien te diga que no puedes hacer algo, que no
puedes llegar a cumplir tus sueños, eso solo lo decides sólo tú mismo.
Vos te pones los límites de hasta dónde llegar y cuanto puedes dar de
ti, tu eres quien construyes y creas tu futuro, y eso no permitas que
nadie te diga que no puedes"

Y esa mañana terminó muy diferente de cómo lo esperaba,


conociendo a un niño de unos casi 12 años de edad,
recaudando dinero para poder ayudar a su familia.
Estudiando y sin darse por vencido. Con una altura de casi un
7

1,40 metros, con un habla poco fluida, fue simplemente un


niño quién me alegro esa mañana.
8

Segundo Capítulo
Poco tiempo después, pero un miércoles: Segundo
Encuentro.

Se nos hizo costumbre con mi compañero ir a desayunar al


bar de esa esquina. El mozo ya nos reconocía, apenas nos
sentábamos traía un cenicero y solo preguntaba ¿Lo mismo
de siempre? Nos fijamos la billetera, y si nos encontrábamos
en condiciones, asentimos con la cabeza y una sonrisa. Lo de
siempre era un desayuno light a cada uno, y, en su defecto,
una gaseosa para hacer tiempo.

Ya habían pasado casi 30 minutos desde que habíamos


llegado ahí, cuando escuche una voz que me parecía
reconocer, preguntándome si tendría algo para poder
colaborar. ¡Sí! Era él, Seba, de nuevo casi dos o tres semanas
después de haberlo conocido. Obviamente fue una alegría
para nosotros que nos reconociera, lo invitamos a sentar y
compartir una gaseosa. Como la última vez, fue imposible
para él no quedarse charlando un rato con nosotros.

Luego de concluir nuestra larga charla (no exagero cuando


digo que fue larga) lo saludamos y ayudamos con un poco de
plata. Como la última vez, una sonrisa muy bien dibujada en
su rostro, esa sonrisa que hace cambiar el humor de cualquier
persona por lo que transmite. No me encontraba de mal
humor, pero algo hacía que cambie.
9

Tercer Capítulo
Jueves siguiente al primer encuentro: Titulalo como quieras.

Fueron solo unas pocas veces más los días que cruce a Seba
por esa esquina del centro de Tucumán. Lo que acaban de leer
hasta aquí no se lo había contado a nadie, ni siquiera a mis
más cercanos. Las únicas personas que sabían de Seba solo
eran mi compañero y yo. Fue cuando me puse a pensar todo
lo sucedido y se me vino la pregunta que mencioné al
principio, creo que ahora van a encontrarle un poco más de
sentido.

Nos encontrábamos en una semana muy normal de clases,


llena de paros de docentes y mucho tiempo libre, esta semana
no podía terminar sin tomar una bebida (ilegalmente para
nosotros) y compartir un buen rato con algunas de las mejores
personas de mi vida. Ese día nos juntamos con mis amigos en
mi casa a tomar un par de cervezas, posiblemente un poco
más de un par (8 exactamente jajaja). Compartiendo cigarros,
cervezas, cantando canciones y recordando algunas historias.
¡Aaah! Cómo podría olvidar ese día, lo recuerdo no tan solo
por lo que pasó, sino por como la pase con mis compañeros.

Al concluir esa larga “tarde de birras”, fuimos al centro a


tomar algo como para no tener tanto olor a alcohol al llegar a
nuestras casas. Eran como las 7 de la tarde y se acercaba el
horario de salida de la escuela de quien era mi novia. Nos
cruzamos en el medio del camino y charlamos un rato, luego
yo seguí ruta con mis compañeros hasta llegar al kiosco para
10

tomar, ahora sí, una gaseosa con unas galletas surtidas. En mi


cabeza la idea era regresar a casa alrededor de las 8:30 de la
noche, como se pueden imaginar, no fue así.

Me tomé el colectivo de siempre, 118 en la esquina de


Santiago y 25 de Mayo. Lo único en lo que estaba pensando
era en las posibilidades de que me duerma en el viaje y me
pase de mi bajada. Por suerte, no fue así. Baje en Osde, sobre
Av. Aconquija, a unas 5 cuadras de mi casa. Casi llegando a la
esquina en donde tenía que doblar tome el celular y decidí
hablarle a ella, solo quería asegurarme si llego bien a su casa.

Respondió al instante, y preguntó si yo había llegado a la mía.


De verdad, solo estaba a unos 2 minutos, me encontraba a
pocos metros de esa esquina. La esquina donde había un árbol
que todo lo tapaba, donde vive una señora que perdió a su
esposo, un barrio privado y supuestamente un guardia. Por
una calle donde los autos no se cansan de pasar, pero en ese
momento pasó algo que nunca lo vi venir, fue inesperado.

Se me acercó una moto, bajo un chico un poco menos de mi


altura cubierto con una capucha. Una mano en el bolsillo y la
otra señalándome. Me empezó a gritar para que le dé el
celular. A todo esto yo seguía con mi llamada, cuando no tuve
mejor idea de hacer el intento de defenderme. ¿Cómo iba a
esperar lo siguiente? Era solo uno diciéndome cosas y
haciendo de cuenta de que tenía un arma en el bolsillo, en mi
cabeza, tranquilamente todo esto podría haber sido mentira.
11

Como si nada, antes de poder llegar a darle un golpe, me


agarraron del cuello y me dijeron en la oreja, con el filo de un
cuchillo en mi espalda.

"No trates de hacer nada. No grites, nadie te va a escuchar. Haces


algo y te doy un tiro ¡No te muevas! Dame el celular y nos vamos.
Danos el celular y no te va a pasar nada."

Así es. Eran dos personas y no alcance a ver al segundo. Me


preguntaba, después de todo esto, si acaso fue lo distraído
que estaba para no ver bajar al segundo de la moto o tal vez se
encontraba escondido detrás de los basureros de la esquina y
lo pase por alto. Capaz que me venían siguiendo desde que
bajé del colectivo y no lo note por ir concentrado en mí y en
nadie más. No lo sé, pero eran dos y mi vida estaba en juego.
Claramente lo que hice fue entregar mi celular e
inmediatamente grité más de lo que ya estaba gritando.

No tuve mejor idea que pararme en el medio de la calle y


frenar a una camioneta que venía en dirección contraria.
Pedirle por favor que siga a esa moto con dos personas que
llevaban una mochila. Realmente no estaban a más de 50 mts
de distancia, recién escapaban.

El conductor, ese reverendo hijo de… mejor omito esa


palabra, me respondió un NO y, como si fuera poco eso, me
lanzó el cigarro que estaba fumando en la frente. Tengo que
admitir que mi cara y los gritos que estaba haciendo no le
daban seguridad a nadie. Yo en su caso me hubiera asustado y
12

me atrevo a decir que capaz no hubiera frenado pero ¿Era


necesario arrojarme el cigarro?

Luego de eso, seguía parado en medio de la calle hasta que un


auto frenó y pudo escucharme. Les dije rápidamente que me
acababan de robar y me permitieron que subiera. Un
matrimonio con dos hijos varones. Al estar ya en su auto,
mientras perseguimos a la moto, me dijeron que ya nos
habían visto, qué les pareció, en principio, que estábamos
jugando y por eso no frenaron. Luego me vieron dando
vueltas y gritando, por eso es que dieron media vuelta para
volver.

Seguimos a la moto mientras pudimos, luego la perdimos


finalmente. Lo único que recuerdo es que el hombre que
manejaba decía…

"Si trajera mi arma sería otra cosa. Hoy es mi día libre. Ya no puedo
hacer nada, eran dos y ahora vimos a uno. Tenían una mochila,
ahora ya no. No puedo pararlo y acusarlo de algo que no tiene
pruebas de que pasó. Además no creo que le hayas visto la cara, ni la
patente a la moto"

Puedo jurar que hice lo posible de tratar de mirar esa patente.


Pero, luego de lo que él dijo, ¿Se te paso por la cabeza a que se
dedicaba? Así es, era policía y justo paso esto en su día libre.
En ese momento sentía que claramente la vida no estaba de
mi lado.
13

Cuarto Capítulo
¿Puedo titularla como la peor noche? Bueno, si

Llegué a casa luego de todo eso. Enojado y con una ira en mi


cuerpo imposible de controlar. Fue tanta la rabia que sentía
que le pegué una patada al portón de madera y se abrió. Grité
llamándola a mi vieja como un loco. Ella salió y, desesperada,
me preguntó qué me pasaba pidiéndome por favor que me
calmara. Le respondí con gritos lo que había pasado y, del
enojo, se me escapó una piña a la ventana del auto que estaba
estacionado.

Ella salió a hablar con la familia que estaba afuera esperando.


Ellos les contaron todo lo que había pasado, mientras yo no
podía parar de tirar las sillas al suelo. Me saque la remera y
todo lo que tenía encima para poder calmarme, luego de unos
minutos tuve que ir a hacer la denuncia.

Terminado todo esto, empecé a llamar a todos mis amigos y a


mi novia para poder decirles lo que me había pasado, que
cualquier cosa rara que notaran en mi WhatsApp o Instagram
me avisaran porque claramente no era yo. Obvio también me
preguntaron cómo me sentía, y vino la mentira más grande.
Les respondí que estaba todo bien y que al menos seguía con
vida.

¡No! No estaba bien y mucho tiempo después de eso tampoco


lo estaba. No era nada, fue un celular, perdí un par de fotos
14

pero puedo sacarme nuevas. Alguno que otro contacto perdí,


pero eso se puede recuperar. Aprendí que todo se puede
recuperar, menos la vida que estamos viviendo. Realmente no
estaba triste o asustado por lo que había pasado. Estaba
molesto, enojado y odiando a toda la sociedad en la que estoy
viviendo. Rogando y suplicando que mi familia en el futuro
tenga una mejor vida para así no vivir nunca más aquí.

Me encanta el país en donde vivo, pero estas cosas son las que
más lo arruinan. La inseguridad y la indiferencia de algunas
personas duelen mucho. Solo quiero agradecer a mi familia
por hacerme ver que muy pocas personas son las que
realmente valen la pena.
15

Quinto Capítulo
Final y solamente el final.

Casi 7 meses después del robo, casi siete meses después de


haber conocido a Seba, me olvidé de todo y seguí con mi vida.
El estudio, mis amigos, el centro de estudiantes, mi novia, etc.
Más que nada les voy a contar lo que pasó poco días antes de
escribir toda esta historia.

Me encontraba en una reunión en la Escuela Sarmiento, junto


con dos amigos. Estábamos organizando con el Hospital de
Niños una navidad solidaria que la llamábamos siempre “Una
Navidad como la Nuestra”. En esta organización siempre se
explica el manejo de todo, cómo ayudar a las familias en
situación de calle en fechas como la Navidad. Solíamos
invitarlas a un evento donde se las hace pasar un buen rato, y
además se les obsequiaba una caja llena de comida, regalos y
todo lo necesario para que pasen una Navidad, como lo dice
el nombre, parecida a la nuestra.

Al rato de salir de esta reunión, decidimos con un grupo de


amigos ir a tomar algo. Entre este grupo se encontraba quien
sería al año siguiente el Presidente de mi Centro de
Estudiantes. Fuimos a organizar todo lo que sea necesario
para el evento que mencioné anteriormente. Creo que
ninguno de nosotros pudo pensar que íbamos a estar tanto
tiempo conversando, eran casi las 9:30 de la noche cuando, de
repente, me tocaron por la espalda.
16

"Disculpa, ¿tendrías algo con que ayudarme? Es pa pagar el gas"


No reconocí la voz y, sin pensarlo, respondí que no tenía
nada. La verdad es que sí tenía para poder colaborar, pero
justo ese día no me encontraba con el mejor humor.

Te pido perdón Seba, te mentí. Eras vos, más alto de lo


normal. Con tus ojos bien oscuros y tu mochila azul quien era
tu fiel acompañante. Qué decirte, me cambió el humor al
verte.

Fue entonces que le pegué un grito preguntándole si se


llamaba Seba. Se dio la vuelta, como si su padre lo estuviera
hablando, y contestó, con una cara de sorprendido, que así se
llamaba. Se acercó con toda la confianza, lo invité a tomar
algo, como la costumbre que teníamos antes y me dijo…

"Sos el que me regaló los útiles ¿qué no? Ya me lo han robao lo rata
de mis compañeros"

Luego de escuchar eso fue imposible que una sonrisa no se


me escape, y miré para debajo de la alegría que tenía. Fue
hermoso saber que me reconoció, aunque nunca supo mi
nombre, eso no me importaba. Sabía como lo había ayudado y
con eso fue suficiente. Nos quedamos un rato hablando,
poniéndonos al día básicamente, hasta que llegó el horario en
donde él tenía que seguir su camino para seguir buscando,
como siempre, plata para pagar el gas.
17

Fue al instante que mi amigo me preguntó por él, sorprendido


por la confianza que teníamos con este niño. La mejor
respuesta fue que le dije que era una larga historia de contar,
pero lo gracioso de todo esto es que él ya sabía parte de la
historia y ahí fue cuando el sorprendido terminé siendo yo.
Nunca a nadie le había contado sobre Seba, sentía que era
algo más de la vida que puede pasar.

Fue hermoso recordar todo, contarle la historia y eso. Pero


también tuve que contarle lo que pasó a los días de haberlo
conocido, y eso fue lo que me hizo pensar muchas cosas.
18

Sexto Capítulo
Es lo último y te prometo.

Me cuestione mucho tiempo si la vida puede ser tantas veces


injusta. Tengo mi ejemplo de ayudar a un niño que necesitaba
de mi ayuda, le di dinero y de comer, útiles y simplemente lo
ayudé. ¿Para qué? No quiero presumir, puedo jurar que antes
de escribir todo esto las únicas personas que sabían era solo
mi familia, tres amigos y mi novia, y repito ¿Para qué?

Para que al otro día de hacer todo esto me asaltaran en la


esquina de donde vivo por asegurarme de que la chica que
me gustaba haya llegado bien a su casa?

Para que al parar a una camioneta para pedir ayuda, su única


respuesta fuera tirándome con un cigarro en la frente?

Para que justo, la única persona que me ayudó ese día,


pensara que estábamos jugando y por eso no frenó antes, y da
la casualidad que era un policía en su día libre.

¿¿¿Para qué???

No escribo todo esto para poder mostrarte que ayude a un


niño de la calle, o un simple asalto. Tenes derecho a pensar
que es así y lo que quieras. Pero no, lo escribo para poder
mostrarte una cosa, que capaz ya lo sabías pero nunca te lo
dijeron tan de frente.
19

Sí, me asaltaron y no le conté a nadie sobre lo que había


pasado con Seba. La única persona que sabía de todo era mi
vieja, con la que me descargaba diciendo lo injusta que sentía
que era la vida para mí en ese momento. A pesar de eso seguí,
enojado y con mucha ira, pero seguí ayudando a Seba cada
vez que me lo cruzaba hasta que lo perdí, pero cuando lo
volví a ver… me di cuenta que.

La vida puede ser demasiado injusta a veces, a pesar de


demostrar que sos una excelente persona, humilde y
transparente. Pero la vida te pone este tipo de obstáculos, te
pone a prueba para saber si, a pesar de todo, uno sigue siendo
de la misma manera. ¿Puedo decirte algo? ¿Me creerías si te lo
digo? Bueno.

Nunca pienses que se te va a devolver de la misma manera en


que vos diste alguna vez, un ejemplo es que no pienses que
por ayudar a un compañero de clase algún día te devuelvan el
favor. Más bien quiero decirte que no pienses que la vida te
devolverá con cosas materiales y acciones, eso no vale de
nada. Créeme que al ver a Seba, ver que creció y que estaba
por cursar otro año en su primaria, me hizo entender que la
vida siempre te pagará con sentimientos y eso es lo que
realmente vale la pena, porque no tiene precio.

Mi felicidad, mi alegría y todo lo bueno cambió al ver que él


se acordaba de mí. Que se acordaba de todo lo que en algún
momento le regale y las veces que nos cruzamos en esa
20

esquina donde solía ir. Él me hizo ver la vida de otra manera


y saber que, si buscamos, encontramos gente buena.
Repito, y con esto termino. No escribo esto para que empieces
a ayudar a personas en situación de calle o para que me
consideres una buena persona. Lo escribo para que sepas que,
un sentimiento vale más que mil acciones.

¡Gracias!

Dedicado para: Sebastián


De: Ernesto

Te quiero y espero volver a cruzarte

También podría gustarte