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Los primeros teóricos del Estado Nacional justificaron el estado como una unidad
de poder soberano y no como una unidad nacional. Maquiavelo, Hobbes o Bodino
plantearon desde diferentes ángulos, la necesidad del estado soberano como unidad
de poder. La identidad de la nación o la unidad nacional era una consecuencia y no un
precedente de la unidad estatal. Hegel y Fitche recuperarán a Maquiavelo, puesto
que en la base de su idea sobre el Estado se halla la superación de la poliarquía
medieval y del universalismo de la Iglesia, que son condiciones necesarias para la
creación de la nación moderna.
La homogeneidad sólo era posible a partir del racionalismo ideal de los principios
liberales y de una definición artificiosa del sujeto de la soberanía, la nación política.
Sièyes identificó el Tercer Estado y definió la nación como “un cuerpo de asociados
que viven sujetos a una ley común y representada por la misma legislatura”.
La nación jurídica es el conjunto de personas que están vinculadas por ley como
ciudadanos de un Estado. En el Estado Moderno es inconcebible que una persona no
forme parte de uno u otro Estado, que no esté vinculado a un ordenamiento estatal. El
derecho es lo que da y garantiza la ciudadanía. El derecho se mantiene como artificio
si no se consigue hacer de la nación jurídica una realidad cultural con una voluntad
política común. Todos los estados nacionales, han pretendido como objetivo prioritario,
la cohesión cultural.
Hegel cree que los tiempos son propios para la conclusión y realización de la ambición
metafísica, con tal que se sepa reconocer en la realidad presente el principio del fin de
la historia. Hegel es uno de los mayores teóricos del Estado liberal.
Da igual que el monarca sea elegido por vía hereditaria ya que el poder pertenece a
los funcionarios. El Estado hegeliano es una monarquía en la que el monarca esta
sometido a las mismas leyes que los demás ciudadanos y donde el gobierna
pertenece a una administración racionalista y rectificada. Este estado está organizado.
En el S.XIX, Estado Nación se convierte en casi todas las partes del Estado liberal
con un liberalismo político como filosofía dominante que creen resolver, principalmente
la cuestión política considerada como la de las relaciones del individuo y el Estado. El
individuo debe ser protegido a la vez del Estado y de las masas por tanto hay que
buscar los mecanismos institucionales para contrarrestar ese doble peligro y para ellos
habrán dos tipos de soluciones: una debilitando la autoridad del Estado o
impidiendo la instauración de la democracia de la masa y la otra intentando
establecer métodos para evitar el exceso de despotismo.
La sociedad política no tiene como meta la igualdad ya que esta se combina con una
concepción arcaica de la libertad y para un antiguo consistía en ejercer colectiva pero
directamente varias porciones de la soberanía completa, los antiguos admitían con esa
libertad colectiva la sujeción completa del individuo a la autoridad del conjunto, por lo
que entre los antiguos, el individuo es esclavo de todas sus relaciones privadas.
Aquí debemos explicar que entre los modernos, el individuo independiente en su vida
privada no es soberano más que en apariencia. Esta apariencia le basta desde el
momento en que la autoridad del Estado está limitada. La única soberanía legitima
es una soberanía limitada porque ninguna autoridad es limitada ya que los ciudadanos
tienen derechos individuales independientes de toda autoridad social o política y toda
autoridad que viola esos derechos se convierte en ilegitima.
Ninguna concepción política es creada para legitimar tal política pero el pensamiento
inglés cambia contra el empirismo y utilitarismo. Se decide exaltar a los héroes que
han hecho historia y se condena la búsqueda de la ganancia; tras esto, se manifiesta
el deseo de un Estado fuerte y conquistador y de una Nación consagrada
íntegramente a la grandeza de su misión civilizadora.
Como se ha visto anteriormente, la presencia del Estado Nación destaca como una
fuerza que se impone a los destinos individuales y colectivos. Esta presencia
abandona los asuntos dinásticos y políticos y empiezan a examinarse las sociedades.
La Revolución Francesa ha sido una etapa en el mercado del progreso, ésta todavía
no se ha librado de los vicios ya que la revolución solo llega a una visión crítica
incapaz de construir y organizar. Las élites establecidas merecen desprecio ya que no
hacen nada para restablecer el orden en la sociedad humana y se necesita que se
busque unos cimientos que unan a los hombres en lugar de dividirlos. Para Saint
Simon, la revolución industrial da la clave del nuevo vínculo social: los hombres se
asocian para producir y la unión social se hace en la producción.
A Comte le corresponde el mérito de haber hecho del positivismo una teoría acabada.
Elige la humanidad como objeto de su investigación y tiene como misión mediante sus
enseñanzas la unificación del proyecto humano. Cree en la necesidad de una estricta
división del trabajo y un equilibrio jerarquizado de las competencias.
Las jerarquías, como modo de sometimientos de unos grupos sobre otros, siempre
han existido. Para que estas se mantengan en el tiempo, es tentador buscar
fundamentos científicos, a partir de los cuales serían ineluctables y se convertiría en
una utopía la voluntad de suprimirlas.
Pero se requería una justificación científica, que es aportada por Darwin, con su
publicación de “El origen de las especies” (1859). Desde el punto de vista biológico
supone una revolución, al establecer que el desarrollo biológico está gobernado por la
ley de la selección natural, es decir, debe persistir el más apto para asegurar la
conservación de las diferencias y variaciones individuales favorables para la
eliminación de las variaciones nocivas.
En paralelo al Darwinismo social, aparece una corriente que argumenta otro tipo de
racismo, El Biohistoricismo, según la cual, una raza se ve atribuir una misión
histórica superior. Este pensamiento es utilizado por autores germánicos para hacer
de su propia raza la designada por la Providencia, a causa de su naturaleza y de su
propio carácter, para dirigir los asuntos del mundo entero.
Esta idea es la que toma Hitler en Mi Lucha. Para él, los judíos quieren destruir
mediante el mestizaje esa raza blanca que odian. Los consideran algo peor que un
inferior, por lo que deben ser exterminados, puesto que son responsables de todos los
males que asolan a Alemania.
El maestro del pensamiento nazi, Alfred Rosenberg, en “El mito del S. XX” (1930),
afirma que la historia está animada por el conflicto entre la raza aria y la semítica, que
contamina al cristianismo, el liberalismo y el marxismo. El nazismo hace suyo el
concepto “Espacio vital”, para deducir que cada pueblo tiene derecho a la explotación
de los territorios correspondientes al mismo.
Según Marx, la utopía es ahistórica pues ignora la lucha de clases, los utópicos son
capaces de criticar, ven el antagonismo de las clases; sólo hacen existir al proletariado
bajo la forma de clase más surgida pero desean mejorar la condición de todos-
incluidos los privilegiados- aunque son incapaces de concebir las leyes de la
revolución. Sin embargo, los utópicos del siglo XIX no reniegan en absoluto de la idea
de ciencia, pretenden valerse de ella contra los falsos sabios y las falsas ciencias de
todo tipo que fabrica el espíritu positivista.
En la obra de Fourier, se encuentran los principios de una crítica radical no sólo del
orden social existente en su época sino de la civilización y de un conjunto de
Así, plantea que se debe sustituir el mundo civilizado por el mundo armónico y
pretende alcanzar la armonía universal mediante la multiplicación del ejemplo de
falansterio (pensando que al revés de los principios y consecuencias de la civilización,
la teoría de las pasiones se encargará de ello).
A partir de 1846, Marx y Engels toman contacto con los movimientos revolucionarios
parisinos y deciden fundar en Bruselas los comités de correspondencia comunista
cuya función es poner en contacto a los diversos grupos europeos que trabajan por la
emancipación del proletariado. En 1848, publican el Manifiesto del Partido
Comunista. Este texto constituye la expresión de sus ideas y pensamientos. En él se
encuentran los temas de la lucha de clases y el materialismo histórico.
En la jornada de trabajo efectuada, sólo una parte del trabajo es pagada por el salario
así calculado, mientras que el resto, que produce igualmente valor, es reglado al
capitalista por el trabajador. Marx llama trabajo extra a esta parte no pagada,
plusvalía a la cantidad de valor arrebatado y ganancia al beneficio que los propietarios
de los medios de producción extraen de esta extorsión.
Marx desarrolla una teoría de los mecanismos del capitalismo y de su crisis. La lucha
de la clase obrera sólo puede tener como objetivo la supresión de esa extorsión y la
institución de una sociedad en la que los productores serían los dueños de su
producción y organizarían su trabajo de tal forma que el fin de la actividad laboral
sería, no el intercambio, sino el uso (cooperativa).
Stirner apoya una toma de conciencia: que él yo sepa reconocerse como único poder
irreductible, que deje de creer en el derecho ya que solo son la expresión de los
deseos del Estado, que entre en sociedad con los demás únicamente cuando saque
alguna satisfacción siempre que sea provisional y que como único objetivo sea el de
su propia expansión y disfrute personal.