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“Tema 2: Las contradicciones del Estado Nación”

Epígrafe 14. Las bases del nacionalismo y sus declinaciones. Nacionalismo y


Federalismo.

a) El nacionalismo como ideología.

El nacionalismo responde a la pregunta de quiénes son los individuos que componen


la sociedad, fijando una relación de identidad entre el individuo, la sociedad-nación y
el Estado. Así nos encontramos con dos factores esenciales para comprender la
ideología nacionalista: la identidad y su transformación en fuente de poder.

En primera instancia, el nacionalismo, es el resultado de un proceso histórico


vinculado a la formación de la nación moderna. La formación de las naciones
modernas corresponde con las características específicas de cada proceso histórico y
que pueden justificar la unidad nacional en base a la identidad de la cultura, a la
voluntad política o a la propia construcción del estado.

Los primeros teóricos del Estado Nacional justificaron el estado como una unidad
de poder soberano y no como una unidad nacional. Maquiavelo, Hobbes o Bodino
plantearon desde diferentes ángulos, la necesidad del estado soberano como unidad
de poder. La identidad de la nación o la unidad nacional era una consecuencia y no un
precedente de la unidad estatal. Hegel y Fitche recuperarán a Maquiavelo, puesto
que en la base de su idea sobre el Estado se halla la superación de la poliarquía
medieval y del universalismo de la Iglesia, que son condiciones necesarias para la
creación de la nación moderna.

b) La nación política y la nación cultural.

El pensamiento político ha utilizado dos vías para relacionar individuo y


comunidad: la voluntad y la identidad. El fundamento de la nación radicaría en la
voluntad de los individuos que la integran. Esta concepción se originó en el punto de
inflexión política entre absolutismo y liberalismo. Sin embargo, la voluntad se
concebía aun como representativa y no democrática. Nos encontramos así ante la
voluntad de los propietarios.

La homogeneidad sólo era posible a partir del racionalismo ideal de los principios
liberales y de una definición artificiosa del sujeto de la soberanía, la nación política.
Sièyes identificó el Tercer Estado y definió la nación como “un cuerpo de asociados
que viven sujetos a una ley común y representada por la misma legislatura”.

La nación cultural nació, como una respuesta al cosmopolitismo abstracto y


uniformador del pensamiento racionalista: las ideas liberales tenían un valor universal.
La nación política, tal como había sido formulada desde Sièyes hasta Renan, no
resolvía el problema de la identidad. Personas de distintas etnias, religiones, lenguas
o culturas podrían formar parte de la misma nación política. Ésa es la diferencia entre
“nación política” y “nación cultural”.

Vico y Heder fueron los primeros en criticar el cosmopolitismo abstracto y el falso


universalismo de la nación política al destacar la singularidad de las personas a partir
de su lengua. La confrontación entre nación cultural y nación política como
fundamento de los nacionalismos excluyentes fue una constante a lo largo del siglo
XIX.

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c) La nación jurídica.

La nación jurídica es el conjunto de personas que están vinculadas por ley como
ciudadanos de un Estado. En el Estado Moderno es inconcebible que una persona no
forme parte de uno u otro Estado, que no esté vinculado a un ordenamiento estatal. El
derecho es lo que da y garantiza la ciudadanía. El derecho se mantiene como artificio
si no se consigue hacer de la nación jurídica una realidad cultural con una voluntad
política común. Todos los estados nacionales, han pretendido como objetivo prioritario,
la cohesión cultural.

d) El Nacionalismo y la relación entre las tres acepciones del concepto nación.

La obligatoriedad de pertenecer por nacimiento a una nación jurídica o Estado


Nación y la inevitabilidad de quedar vinculado a la comunidad cultural que todo Estado
es o pretende ser, necesitan complementarse con un tercer factor que constituye el
objetivo último de todo poder estatal: la voluntad subjetiva de sentirse miembro de
un estado nacional.

El primer modelo es cuando el Estado o nación jurídica se corresponde con la nación


cultural y la nación política, nos encontramos ante un estado nacional cohesionado y
estable donde los ciudadanos se sienten miembros de la comunidad estatal, Ejemplo:
Noruega o Dinamarca. El segundo modelo es cuando la nación jurídica coincide con
la comunidad de cultura, pero el ámbito territorial de esta última es mayor que el del
estado, de tal manera que la nación jurídica y la nación política no coincidan, o
mantengan una correspondencia inestable. Por ejemplo: Vietnam o Corea.

El tercer modelo es el más complejo y el que se manifiesta en un mayor número de


casos. Sucede cuando la nación jurídica abarca una sociedad pluricultural y, sin
embargo, existe un grado suficiente de cohesión política y, por tanto, de
correspondencia entre nación jurídica y nación política. Un ejemplo: España.

Epígrafe 15. La Historia Universal y el Estado Racional (Hegel).

Hegel cree que los tiempos son propios para la conclusión y realización de la ambición
metafísica, con tal que se sepa reconocer en la realidad presente el principio del fin de
la historia. Hegel es uno de los mayores teóricos del Estado liberal.

Comprender la teoría del Estado supone el conocimiento de la técnica de exposición


elaborada por Hegel. Esta no deja de repetir que sólo hay un método, ``el movimiento
del propio objeto´´. El Estado, objeto de investigación, se otorga al ciudadano en sus
manifestaciones empíricas; por otra parte, la contingencia de esta realidad, exige una
vuelta hacia el sujeto consciente que forma una representación o un concepto que
tiene una función inteligibilidad; además el concepto se exterioriza en un acto que
constituye lo real, que lo realiza el sujeto moral.

La novedad del hegelianismo es sustituir el ser de los metafísicos clásicos por el


devenir, cuya humanidad es el sujeto. Ese devenir se concreta en la óptica hegeliana:
su filosofía de la historia, examina la sucesión de los pueblos que han encarnado, la
voluntad de libertad y racionalidad del hombre. Cada uno de ellos marca la etapa en el
devenir de la humanidad libre y racional la etapa del devenir de la razón y la libertad,

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permite conocer el devenir y darse cuenta de la conclusión. Este es el enigma resulto
del saber absoluto: la existencia del estado como la razón de todo.

¿Cómo debe conocerse el Estado Moderno? La forma debe ser la inmediata de la


existencia colectiva es la familia, pero esto queda paralizado mediante el trabajo
social.

La sociedad civil en el aspecto de producción, consumo y distribución forma para una


colectividad territorial, un sistema, la fuerza de este progreso esta asegurado o el
principio que lo gobierna: la búsqueda máxima ganancial y la competencia engendran
una voluntad constante de mejora que beneficia a la civilización material. Sin embargo,
Hegel no cree que actúe la autorregulación del mercado Smith. Hay
contradicciones: rivalidades de individuos de misma profesión, antagonismos entre
ricos y pobres. Esto puede alcanzar un grado que peligre la unidad de la colectividad.
Pueden llevar a una vuelta del Estado de la naturaleza a la guerra de todos contra
todos.

Desde entonces el estado es la condición de susceptibilidad de la sociedad civil. Esta


es el principio necesario que garantiza la unidad de la colectividad: el poder derivado
de sus decisiones y moralidad de las leyes dicta que son el árbitro y el regulador de
sus conflictos de la sociedad civil para que actúe en función de lo que es necesario
que sea conocida y practicada, sin embargo para Hegel esta no es la situación. Para
que se haga efectivo el Estado, es necesario que sea encarnado por gobernantes que
dispongan de la fuerza de la razón. Hegel rechaza los Estados en los que el poder lo
ejercen funcionarios reclutados en función de sus competencias.

Da igual que el monarca sea elegido por vía hereditaria ya que el poder pertenece a
los funcionarios. El Estado hegeliano es una monarquía en la que el monarca esta
sometido a las mismas leyes que los demás ciudadanos y donde el gobierna
pertenece a una administración racionalista y rectificada. Este estado está organizado.

Epígrafe 16. El Liberalismo Político: Constant y Tocqueville.

En el S.XIX, Estado Nación se convierte en casi todas las partes del Estado liberal
con un liberalismo político como filosofía dominante que creen resolver, principalmente
la cuestión política considerada como la de las relaciones del individuo y el Estado. El
individuo debe ser protegido a la vez del Estado y de las masas por tanto hay que
buscar los mecanismos institucionales para contrarrestar ese doble peligro y para ellos
habrán dos tipos de soluciones: una debilitando la autoridad del Estado o
impidiendo la instauración de la democracia de la masa y la otra intentando
establecer métodos para evitar el exceso de despotismo.

a) Benjamín Constant: el liberalismo contra la democracia.

La sociedad política no tiene como meta la igualdad ya que esta se combina con una
concepción arcaica de la libertad y para un antiguo consistía en ejercer colectiva pero
directamente varias porciones de la soberanía completa, los antiguos admitían con esa
libertad colectiva la sujeción completa del individuo a la autoridad del conjunto, por lo
que entre los antiguos, el individuo es esclavo de todas sus relaciones privadas.

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Los modernos solo pueden sentir aversión por esta concepción. Porque para un
moderno ser libre es el derecho que actualmente conocemos (derecho a reunirse,
libertad de expresión, a influir en la administración del gobierno, etc.). La meta de los
antiguos era compartir el poder social entre todos los ciudadanos de una misma patria
entendiendo esto como libertad y la de los modernos era la seguridad dentro del
disfrute privado entendido por libertad las garantías concedidas por las instituciones a
esos disfrutes.

Aquí debemos explicar que entre los modernos, el individuo independiente en su vida
privada no es soberano más que en apariencia. Esta apariencia le basta desde el
momento en que la autoridad del Estado está limitada. La única soberanía legitima
es una soberanía limitada porque ninguna autoridad es limitada ya que los ciudadanos
tienen derechos individuales independientes de toda autoridad social o política y toda
autoridad que viola esos derechos se convierte en ilegitima.

b) Tocqueville: las doctrinas de la expansión social.

En Francia se reunieron para sostener la empresa colonial, aún así la expansión


comercial inglesa ya se había desarrollado ampliamente pero seguía siendo asunto de
las compañías privadas y los gobiernos liberales tenían como principio el no intervenir
en ultramar más que en casos de absoluta necesidad pero no se hizo caso a la ley. La
libre expansión comercial se transforma en deber nacional.

Ninguna concepción política es creada para legitimar tal política pero el pensamiento
inglés cambia contra el empirismo y utilitarismo. Se decide exaltar a los héroes que
han hecho historia y se condena la búsqueda de la ganancia; tras esto, se manifiesta
el deseo de un Estado fuerte y conquistador y de una Nación consagrada
íntegramente a la grandeza de su misión civilizadora.

Por otro lado, descartamos a Bismarck que pone en funcionamiento el II Reich


reconstruyendo la unidad nacional de Alemania. Intelectuales elaboran una
concepción del pueblo y del Estado alemán abiertamente racista. La metafísica
fichtiana se considera como opuesta ya que ahora se trata de conquistar para
asegurar a la raza superior los territorios que convienen a su superioridad. El
nacionalismo se convierte en un elemento constitutivo del poder del Estado.

Epígrafe 17. Los nacionalismos en Europa (240-247).

a) Una metafísica de la Nación: Fichte.

Defensor de la revolución francesa, objetivo de llevar la filosofía de Kant al mejor


desarrollo. Es sensible al hecho de que la acción solo tiene sentido si se sitúa en un
mundo que se le resiste y al que hay que organizar según las reglas del derecho. Se
plantea así, las condiciones para que se constituya un pueblo recobra la perspectiva
de Rousseau con la noción de voluntad general en cuyo seno cada sujeto en acto es
un sujeto para los demás.

La relación intersubjetiva se caracteriza como relación de voluntades libres y estas


subsistirán mientras que cada una de ellas permanezcan limitadas y solo el poder del
Estado será capaz de ello y de mantener la unidad ya que es lo que defiende la

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ciudadanía. La ciudadanía liberada de la idea de la propiedad ya no se considera
como una consecuencia del derecho natural.

La referencia a la intersubjetividad sustituye a la noción de la sociedad como conjunto


de sujetos autónomos que establecen entre sí relaciones racionales. Fitche deseoso
de unificar el país, elabora la teoría del Estado comercial cerrado en la que asigna al
Estado autoritario la función de organizar la economía con el fin de aumentar la fuerza
de la Nación, de eliminar los conflictos entre los individuos y estimular la energía
alemana.

b) El nacionalismo y la función de la historia.

Como se ha visto anteriormente, la presencia del Estado Nación destaca como una
fuerza que se impone a los destinos individuales y colectivos. Esta presencia
abandona los asuntos dinásticos y políticos y empiezan a examinarse las sociedades.

En Francia intentan comprender el enigma de la revolución y la situación


contemporánea de la lucha de clases. Todo se da como si el Estado- Nación quisiera
darse seguridad recobrando su pasado con métodos críticos que garanticen un
conocimiento objetivo.

Para Michelet, la revolución francesa ha abierto un mundo completamente nuevo en


el que Francia es el emblema y esta abre el camino a la emancipación universal. La
monarquía del Antiguo Régimen había dañado al pueblo, la revolución le da la
afirmación de la unidad de Francia liberada de sus divisiones feudales.

La revolución guarda un significado único como ruptura con el pasado y la fundación


del destino histórico de Francia. Quinet, representa otra interpretación que reconcilia
al pueblo y Nación en la igualdad civil y consagra una ruptura racial con el Antiguo
Régimen.

c) Del nacionalismo filantrópico a la idea conservadora de la nación.

Las ideas de Michelet se recobran en las naciones sujetas a una dominación


extranjera. El fracaso de las revoluciones democráticas y nacionalizantes confirman el
doble conflicto que amenazaba el equilibrio europeo fundado en la santa alianza de los
Estados: conflicto interno en los países avanzados y conflicto entre los Estados más
poderosos. Esta situación favorecerá especialmente en Francia otro tipo de
nacionalismo.

Este nacionalismo es reaccionario, En Francia destaca el episodio de la revolución


que interrumpió el curso normal de la evolución. Taine, el representante francés más
típico del romanticismo concibe los actos de los hombres como productos de un
descrito determinismo.

Taine explica la revolución como un producto de personas dementes y establece


como leyes las deducciones abstractas y también que existen los caracteres
racionales. Con Taine, la nación se inmoviliza en una red de determinaciones.
Destacamos a Renan que afirma que la voluntad de las naciones es el único criterio
legítimo y que la nación procede del derecho de los pueblos a decidir su suerte.

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Epígrafe 18: La metamorfosis del utilitarismo: de Bentham a Stuart Mill (124-127).

Bentham destaca en la configuración del pensamiento político inglés. Su invención es


el cálculo de los placeres: la oportunidad de un acto está en función de una
apreciación que tenga en cuenta el grado del placer resultante. Bentham hace la
teoría general de las prisiones en las que el delincuente, vigilado constantemente por
el guardián sometido a un adiestramiento, acabará reconociendo que le es útil
conformarse a la norma de la felicidad colectiva. De este modo, se define una regla
general del gobierno que instaura un control aplicándose primero a delincuentes y
posteriormente a hospitales, campos de formación militar e instituciones educativas.

En este momento, para Mill el liberalismo es su contrario. Comprueba que la sociedad


industrial no cumple sus promesas, que las leyes de armonización autonómica de la
economía son erróneas y, que la autorregulación de la sociedad crea sus instituciones
con el fin de normalizar la felicidad que es peligrosa. Mill aporta una sociedad en la
que se dé máximas oportunidades a los individuos y en la que podrían formarse sin
interrupción las nuevas élites; solo con esta condición, para él, la sociedad podría ser
libre y el gobierno liberal.

Entre la libertad como condición de la ciudadanía y libertad como procedimiento de


deliberación, el término medio para Mill es la idea de progreso por lo que la libertad es
al mismo tiempo el signo y el sentido de progreso. Para Mill, el progreso significa la
difusión en todo cuerpo social de los beneficios de la libertad mediante la educación en
general y mediante esta educación particular que permite la participación política.

Destacamos a Saint-Simon y la cuestión social, se entiende que hay que solucionar


los desórdenes de la sociedad liberal, sustituir las ilusiones metafísicas con una nueva
ciencia que pueda asegurar una nueva cohesión a una sociedad enferma y
amenazada.

La Revolución Francesa ha sido una etapa en el mercado del progreso, ésta todavía
no se ha librado de los vicios ya que la revolución solo llega a una visión crítica
incapaz de construir y organizar. Las élites establecidas merecen desprecio ya que no
hacen nada para restablecer el orden en la sociedad humana y se necesita que se
busque unos cimientos que unan a los hombres en lugar de dividirlos. Para Saint
Simon, la revolución industrial da la clave del nuevo vínculo social: los hombres se
asocian para producir y la unión social se hace en la producción.

A Comte le corresponde el mérito de haber hecho del positivismo una teoría acabada.
Elige la humanidad como objeto de su investigación y tiene como misión mediante sus
enseñanzas la unificación del proyecto humano. Cree en la necesidad de una estricta
división del trabajo y un equilibrio jerarquizado de las competencias.

El sabio se dedica a observar y experimentar y gracias a ello el científico puede prever


las secuencias fenoménicas y procurar la mejora de bienestar humano mediante el
uso calculado de sus previsiones. Este funcionamiento de las leyes de transformación
del calor y en general del pensamiento positivista es para Comte un acontecimiento
que le permite construir una doble filosofía de la historia, una justificadora y otra en el
sentido del progreso.

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Epígrafe 19: del Nacionalismo al Racismo.

Las jerarquías, como modo de sometimientos de unos grupos sobre otros, siempre
han existido. Para que estas se mantengan en el tiempo, es tentador buscar
fundamentos científicos, a partir de los cuales serían ineluctables y se convertiría en
una utopía la voluntad de suprimirlas.

Ya en el Antiguo Régimen, los germanistas defendían la superioridad de los nobles,


considerando la pureza de su ascendencia, a lo cual, Sièyes contesta en 1789
llamando al Tercer Estado a rebelarse contra este racismo.

Avanzado el S. XIX, Arthur de Gobineau “Ensayo sobre la desigualdad de las


razas humanas” (1853), es el primer pensador, que identifica la civilización en función
del porcentaje de sangre aria en la población a que nos refiramos.

Pero se requería una justificación científica, que es aportada por Darwin, con su
publicación de “El origen de las especies” (1859). Desde el punto de vista biológico
supone una revolución, al establecer que el desarrollo biológico está gobernado por la
ley de la selección natural, es decir, debe persistir el más apto para asegurar la
conservación de las diferencias y variaciones individuales favorables para la
eliminación de las variaciones nocivas.

Este argumento científico, es tomado por la derecha nacionalista, y reducido hasta lo


absurdo, como selección del más apto, para justificar su política racista. Este
darwinismo social postula el determinismo racial. Con base en estos argumentos, con
posterioridad surgen otros autores, como Taine (1863) que establece que las
capacidades de los hombres están en función de su raza, “hay variedades de
hombres”, definiendo dos tipos opuestos:

1. Raza aria (modelo ideal): toda nobleza y armonía.

2. Raza semita (espíritu rígido y entero): el hombre se reduce a la pasión


irrefrenable.

En paralelo al Darwinismo social, aparece una corriente que argumenta otro tipo de
racismo, El Biohistoricismo, según la cual, una raza se ve atribuir una misión
histórica superior. Este pensamiento es utilizado por autores germánicos para hacer
de su propia raza la designada por la Providencia, a causa de su naturaleza y de su
propio carácter, para dirigir los asuntos del mundo entero.

Esta idea es la que toma Hitler en Mi Lucha. Para él, los judíos quieren destruir
mediante el mestizaje esa raza blanca que odian. Los consideran algo peor que un
inferior, por lo que deben ser exterminados, puesto que son responsables de todos los
males que asolan a Alemania.

El maestro del pensamiento nazi, Alfred Rosenberg, en “El mito del S. XX” (1930),
afirma que la historia está animada por el conflicto entre la raza aria y la semítica, que
contamina al cristianismo, el liberalismo y el marxismo. El nazismo hace suyo el
concepto “Espacio vital”, para deducir que cada pueblo tiene derecho a la explotación
de los territorios correspondientes al mismo.

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Una vez el nazismo ha sido derrotado, todas sus verdades parecen derrumbarse,
tales como:

· Las razas no existen.

· La pureza no implica ninguna superioridad biológica.

· Una posible superioridad genética no implica ninguna superioridad psicológica o


cultural.

· Una superioridad cultural no justifica la hegemonía política.

Epígrafe 21: Los socialistas utópicos.

El término utopía sirve para designar en el siglo XIX un conjunto desigual de


concepciones políticas desde el momento en que se preocupan de la cuestión social
sin plantearla dentro del marco del liberalismo o del marxismo.

La utopía será considerada responsable del terror y del goulag, se le acusará de


engendrar, en nombre de un “hombre nuevo” de una “sociedad nueva”, un Estado
totalitario. Se impone la idea de un curso necesario de las cosas y de la obligación en
que se encuentra una sociedad ávida de seguridad, de conformarse al orden
establecido por la instancia estatal considerada como sabia por definición. Se acusa al
sueño de ser un imaginario social, sin interrogarse sobre las modalidades de su
desviación.

Si el marxismo se encuentra a menudo en el banco de los acusados de utopía,


también contribuye a bruñir las armas de la crítica. En uno de los textos de Engels,
“Socialismo utópico y socialismo científico”, se manifiesta como sólo el método
marxista. El materialismo dialéctico e histórico podría pretenderse verdadera ciencia.
Cualquier método sería utópico (irrealista, idealista) e incluso religioso y de la misma
forma que la religión, la utopía adormece al pueblo y difumina su conciencia de clase.
Por otro lado, Marx definiría el socialismo utópico como la infancia del socialismo
científico, un socialismo premarxista.

Según Marx, la utopía es ahistórica pues ignora la lucha de clases, los utópicos son
capaces de criticar, ven el antagonismo de las clases; sólo hacen existir al proletariado
bajo la forma de clase más surgida pero desean mejorar la condición de todos-
incluidos los privilegiados- aunque son incapaces de concebir las leyes de la
revolución. Sin embargo, los utópicos del siglo XIX no reniegan en absoluto de la idea
de ciencia, pretenden valerse de ella contra los falsos sabios y las falsas ciencias de
todo tipo que fabrica el espíritu positivista.

Este es el origen de muchas confusiones: se olvida que el terreno intelectual y social


en el que se establecen esas diferentes doctrinas es el mismo y deja sus huellas sin
que se pueda hacer una separación sistémica entre las diferentes partes. En conjunto,
las doctrinas socialistas del siglo XIX tienen común la crítica del liberalismo y una
divergencia incapaz de reunirse en el único calificativo de utopía.

En la obra de Fourier, se encuentran los principios de una crítica radical no sólo del
orden social existente en su época sino de la civilización y de un conjunto de

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propuestas para construir un mundo armónico. Para él, la civilización se define
mediante tres constantes: reprimir, corregir, moderar. Así, no tratará de establecer una
teoría “correcta” de la civilización, sólo las condiciones prácticas de la liberación de lo
real, corregido, moderado y reprimido.

No reivindica en absoluto la utopía: sólo es utópico el sistema que cree suprimir


científicamente los efectos de las contradicciones que ignora. La civilización es
criticable desde el principio mismo de toda organización social que produce: cada
hombre tiene en ella necesidad de la desgracia del otro. Tanto en economía como en
política, los principios del liberalismo están siempre de parte del más fuerte por lo que
la sociedad está organizada sobre la incoherencia y la división, seleccionando los
peores parásitos (rentistas, soldados, comerciantes, científicos).

Esta incoherencia en materia de industria y comercio, en materia política (la libertad


política, el sistema representativo, separación de poderes son engaños que conducen
a resultados contrarios a los que se busca) y en materia de civilización política. No
deja en la sombra ningún aspecto de la vida cotidiana (educación, familia, polución,
descubriendo por todas partes la huella de la coacción).

Así, plantea que se debe sustituir el mundo civilizado por el mundo armónico y
pretende alcanzar la armonía universal mediante la multiplicación del ejemplo de
falansterio (pensando que al revés de los principios y consecuencias de la civilización,
la teoría de las pasiones se encargará de ello).

Practicando a la vez la “duda absoluta” y el “extravío absoluto” se da cuenta de que la


civilización reprime la pasión (después llamado deseo) pues solo la sociedad civilizada
ha decretado cuáles son las buenas o malas pasiones, provocando las guerras y la
coacción. Así, sólo el respeto a todas las pasiones conducirá al ser humano a la
unidad y a la armonía universal y será el falansterio quien resuelva el problema de la
organización social de la libertad y la felicidad.

Epígrafe 22: El Marxismo de Marx y Engels.

Hegel sólo llega a hacer hipótesis de la situación de hecho, la de las sociedades en


que una minoría de la población (burguesía industrial y comerciantes y propietaria de
tierras) se ampara en el poder del Estado para mantener su explotación económica y
su dominación política. Hegel no ve que la dinámica de la sociedad civil, tal como la
concibe, condena a industriales y propietarios de tierras a buscar la máxima ganancia
y a ejercer una violencia que aumenta sin cesar sobre los trabajadores.

Según Marx, el realismo de Hegel no ha conseguido interpretar correctamente la


sociedad moderna porque no ha tenido en cuenta la dinámica de la misma. A este
respecto, lo que ocurre en la sociedad civil, es decir, en la vida económica, es
fundamental. Para Marx, la sociedad civil es la infraestructura económica sobre la que
se edifica el Estado, el derecho, la ideología, etc.

A Marx le interesan el destino del hombre en sociedad y las posibilidades de su


libertad y expansión. Para él, desde ese momento, la posición materialista no consiste
en tomar en hacer declaraciones abstractas sino tomar en consideración las prácticas
sociales y las relaciones sociales en su materialidad. La importancia que Marx

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concede a los dinamismos materiales de las sociedades, le lleva en dos direcciones:
por una parte, se documenta sobre la situación del proletariado de las ciudades y el
campo y sobre las luchas que emprende para combatir la miseria, y por otra, se dedica
a poner en evidencia los mecanismos económicos que gobiernan la sociedad actual y
que son origen de la crisis y conflictos que la sacuden.

A partir de 1846, Marx y Engels toman contacto con los movimientos revolucionarios
parisinos y deciden fundar en Bruselas los comités de correspondencia comunista
cuya función es poner en contacto a los diversos grupos europeos que trabajan por la
emancipación del proletariado. En 1848, publican el Manifiesto del Partido
Comunista. Este texto constituye la expresión de sus ideas y pensamientos. En él se
encuentran los temas de la lucha de clases y el materialismo histórico.

El Manifiesto afirma que la lucha de clases es el motor de la historia, el principio que


explica el desarrollo de las sociedades. Marx, considera que toda sociedad está
formada por una base económica cuyo elemento motor es la dinámica de las fuerzas
productivas que determinan las relaciones sociales que unen a los hombres,
definiendo este conjunto; un modo de producción. En cada época hay un modo de
producción dominante (comunismo, esclavitud, feudalismo, capitalismo, comunismo).
La crisis que anuncia una revolución aparece cuando las relaciones sociales son un
obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Se produce la necesidad de la crítica de la economía política (ciencia aparecida en el


siglo XVIII para el estudio riguroso del sistema capitalista y sus principios) pues no
sólo se trata de denunciar la injusticia del sistema o de organizar complots para
abatirlo sino que dicha crítica es un arma contra el poder burgués que ha de venir en
ayuda de las luchas obreras. En el libro I de Marx explica que el trabajo social tiene
como meta la producción de bienes.

En la jornada de trabajo efectuada, sólo una parte del trabajo es pagada por el salario
así calculado, mientras que el resto, que produce igualmente valor, es reglado al
capitalista por el trabajador. Marx llama trabajo extra a esta parte no pagada,
plusvalía a la cantidad de valor arrebatado y ganancia al beneficio que los propietarios
de los medios de producción extraen de esta extorsión.

Marx desarrolla una teoría de los mecanismos del capitalismo y de su crisis. La lucha
de la clase obrera sólo puede tener como objetivo la supresión de esa extorsión y la
institución de una sociedad en la que los productores serían los dueños de su
producción y organizarían su trabajo de tal forma que el fin de la actividad laboral
sería, no el intercambio, sino el uso (cooperativa).

Existen varios rasgos característicos de los trabajos de Marx y Engels, ambos se


esfuerzan por reunir las fuerzas sociales decididas a realizar el programa
revolucionario de emancipación de la humanidad mediante la instauración del
comunismo y a precisar la estrategia y la táctica de ese movimiento. Marx y Engels,
demuestran una intransigencia teórica que les lleva a dejar de un lado teorías de los
que participan en el combate contra la injusticia.

Esta actitud aún se refuerza más, traduciéndose en prácticas de exclusión cuando se


funda en 1864, la Asociación Internacional de Trabajadores donde se tratan

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reuniones de individuos y grupos dispares, unidos alrededor de un objetivo muy
general (sin embargo son usadas para luchar por el poder, eliminarán a rivales como
Proudhon o Bakunin y finalmente para evitar que los anarquistas se apoderasen de
la dirección, su sede se trasladará a EEUU, y posteriormente, se disolverá).

Epígrafe 23: La sociedad al margen del Estado de Max Stirner al


anarcosindicalismo.

El proyecto de una sociedad industrial y el contraproyecto de la dictadura del


proletariado son el primer paso para instaurar una sociedad sin clases. El movimiento
anarquista del siglo XIX destaca por la reivindicación de la independencia del
individuo que rechaza el orden sociopolítico impuesto. Lo que afirma este movimiento
es la lucha autoritaria dándose el poder del individuo como el único efectivo, por ello
todo poder deriva de éste y el que se separa de él es un usurpador que se basa en la
mentira.

Stirner apoya una toma de conciencia: que él yo sepa reconocerse como único poder
irreductible, que deje de creer en el derecho ya que solo son la expresión de los
deseos del Estado, que entre en sociedad con los demás únicamente cuando saque
alguna satisfacción siempre que sea provisional y que como único objetivo sea el de
su propia expansión y disfrute personal.

Obras de Nietzsche revelan al nihilismo, al igual que el socialismo y al anarquismo


puesto que niegan la vida, el proyecto de Nietzsche es el de una deconstrucción de la
tradición, llamado por éste genealogía y debe desvelar los intereses inconscientes.
Esta genealogía pretende buscar una verdad última, tras los fenómenos no se
encuentra la realidad sino otros fenómenos.

Proudhon, dos aspectos de su actividad: la constancia dedicación a la causa del


socialismo centrándose en la dinámica emancipación de las clases oprimidas y la otra,
la voluntad de estar cerca de las iniciativas propias de la clase obrera organizada para
luchar contra la explotación capitalista.

La economía política clásica no ve que la división social del trabajo en el sistema


capitalista implica un robo que desemboca en el antagonismo entre propietarios y
proletarios, por otra parte ha encubierto que el capital no produce nada, solo es
soporte y que solo el trabajo es productivo. El funcionamiento capitalista, implica la
centralización estatal y el conocimiento del poder por los gobernantes propietarios a
todos los niveles de vida social, los productores no pueden organizar la producción
según sus intereses, esto lleva a otras servidumbres.

Desde entonces, Proudhon, preocupado por la realidad obrera, considera la


revolución indispensable como una transformación que cambia todas las relaciones de
la sociedad. Indica que si es necesaria la expropiación a propietarios capitalistas de
unidades de producción, se debe evitar la estatalización, que reinstaura la dinámica de
la opresión.

Bakunin, la posición del hombre es una animalidad, la negación es la revuelta contra


ese Estado de dependencia por medio del pensamiento. Para él la crítica a la religión
es insuficiente; el ateísmo o para él, el nihilismo práctico (rechazo de las morales),

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“Tema 2: Las contradicciones del Estado Nación”
constituyen las bases del pensamiento libertario. La dictadura del proletariado de los
partidarios de Marx, tiene como meta la dictadura de una burocracia sobre el
proletariado según Bakunin. El anarquismo encuentra un punto de anclaje más
adecuado a sus objetivos en la acción que emprende en los sindicatos obreros; el
objetivo es forjar una fuerza en manos de los obreros que pueda contrarrestar la
política del Estado burgués a la vez que luchar contra el poder capitalista.

Historia del Pensamiento Político Contemporáneo Página 12

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