Está en la página 1de 14

Principios fundamentales de la Constitución Política de 1991

http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/presentacion.html

Presentación

El Título primero de la Constitución de 1991 está dedicado a establecer


los principios fundamentales sobre los cuales descansa la organización
política (social, económica, cultural, etc.) que quiere sustentar la propia
carta como expresión de la voluntad soberana de este pueblo, o estos
pueblos, que se llaman Colombia.

Para iniciar sea señalar que existen una cantidad de propósitos


enunciados desde el propio preámbulo, el mismo que apenas si se
estableció textualmente en el pasado capítulo. Pues bien, esos
propósitos, también llamados fines, los podemos referir como todas
aquellas realidades que el país anhela, todas aquellas realizaciones que
deberá llegar a materializar. Así, el preámbulo enumera los siguientes
fines (metas a alcanzar) con la vigencia de la Constitución Política de
1991: Fortalecer la unidad de la Nación, asegurar a los integrantes de la
nación colombiana los bienes de la vida, la libertad, la convivencia, el
trabajo la justicia, la igualdad, el conocimiento y la paz. Para lograr tales
loables propósitos creyó el constituyente que era menester establecer
una estructura adecuada para el efecto y para ello refiere que para
alcanzarlos requería de un marco jurídico, democrático y participativo,
pues con él garantizaría que el nuevo orden fuese política, económica y
socialmente justo.

Otro de los fines, un poco diferente por su especificidad, es el


compromiso de trabajo por la unidad latinoamericana.

Los fines o metas a alcanzar, dijimos, se encaminan de acuerdo con el


preámbulo, que en la enumeración de fines por conseguir, podría servir
como diagnóstico de la situación vivida por la república y que la llevó,
entre otras muchas causas, a realizar un cambio en la normativa superior
mediante la tentativa de refundación del Estado.

En el Título primero de la Carta Política de 1991 esos fines mencionados


se van a ver reflejados a través de desarrollos importantes y van en
forma de principios a sentar los cimientos sobre los cuales se establecerá
el Estado Colombiano. Este título consta de 10 artículos y sus contenidos
deben informar en adelante toda la preceptiva constitucional. Sea
ocuparse de ellos.

Colombia es un Estado Social de Derecho

El artículo 1 establece el tipo de Estado que es Colombia. De manera


textual el artículo reza:

1
"Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de
república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto
de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que
la integran y en la prevalencia del interés general".

A continuación el ejercicio consistirá en establecer las significaciones de


los conceptos allí referidos. En efecto ¿Qué significa que Colombia sea un
Estado social de derecho? La expresión significa que los constituyentes en
representación del pueblo decidieron una forma específica de estado con
exclusión de otras. ¿Pero qué lo caracteriza? Bien, se trata de un tema
supremamente rico y lleno de implicaciones, que aunque darían para
escribir textos enteros, se presentará de manera sintética intentando
reunir todos los elementos importantes de la discusión a su alrededor.

En la filosofía política se conoce una vieja discusión que se refiere a la


concepción del ser humano frente al estado y el tipo de relación existente
entre ellos, tipo de relación (o de relaciones mejor) que los acercan o los
alejan. Las implicaciones son muchas: en lo social, lo económico, lo
moral, etc. Al efecto conocemos la dupla entre liberalismo y socialismo.
Al primero lo situamos a la derecha y al segundo a la izquierda, se dice
desde el Abate de Sieyés. De corte netamente individualista el uno, de
corte netamente colectivista el otro. Al uno le interesa el sujeto libre del
Estado, al segundo, el Estado, mientras deba existir le ha comprometido
en su desarrollo. Cada tipo de estado de estos tiene como se insinuó
antes sus núcleos de concepciones en los órdenes moral, político, social y
económico. Para mediar entre estos dos extremos se creó una tercería
que es precisamente el Estado Socialdemócrata, situado en el centro. No
obstante pueden imaginarse cantidades de gradaciones según la decisión
de los pueblos se incline hacia la derecha o hacia la izquierda, hacia una
definición liberal o hacia una definición de corte socialista.

En el centro, o en el intermedio (más amplio) entre estos extremos se


establecen una cantidad de formas concretas de Estado. La calidad de la
intervención del Estado y el tamaño del mismo se debilita o se fortalece.
Al liberalismo le interesa el sujeto fundamentalmente como individuo
económico y en su consolidación la representación del mercado es
fundamental. Para el socialismo, no concebir las relaciones con un matiz
meramente individualista, le proporciona la posibilidad de caracterizarse
como solidarista, como colectivista y por ello poder pensar las relaciones
entre los individuos comprometiendo su desarrollo de manera
equilibrada. Al respecto también el tipo de derechos que cada posición
enarbola, se presenta antagónico: los individuales del hombre, con una
predominancia muy fuerte del derecho de propiedad privada y una visión
de desigualdad entre los seres humanos, a su turno que la izquierda cree
y defiende los derechos para todos, sociales, económicos, culturales, de
orden colectivo y pensando en la propiedad colectiva, fundamentalmente
en cabeza del Estado y con una concepción igualitarista de los seres
humanos. La derecha, el liberalismo (el conservadurismo incluido) no

2
tiene idea de actuación estatal más que para pocas cosas y cree que la
sociedad está guiada por el mercado, la mano invisible; mientras la
izquierda, el socialismo, establece la idea de la planeación, aparejada a la
intervención del Estado en todos espacios de la vida social.

Se había mencionado, que el Estado social estaba en medio, que estaba


representado por las ideas socialdemócratas que son las que le
corresponden. En realidad existe en la explicación un salto que merecería
una explicación importante. Se ha dicho socialdemocracia: es nuevo lo de
democracia, no se ha dicho social-liberalismo, ni se ha dicho social
individualismo, ni liberalismo social, ni liberalismo socialista. Estas
denominaciones bien podrían caracterizar diversas gradaciones de lo
intermedio, de la combinación entre esos extremos de que se viene
hablando. Quizás al surgimiento de la democracia habrá referencias al
hablar de la idea de la soberanía popular; en tanto permítase dejar el
tema planteado.

Uno de esos posibles medios, estados intermedios es el estado social de


derecho, que es un estado de tipo democrático, caracterizado por el
reconocimiento de derechos de índole tanto individualista como de
derechos de orden colectivista (económicos, sociales, culturales), con una
idea de propiedad privada, pero sumada a la existencia de su función
social, con una importante labor interventora del Estado en todos los
niveles, fundamentalmente en el orden económico, que no puede serle
válidamente velado, con una idea de igualitarismo con intervenciones
necesarias y no siempre obligatorias.

Además, debe caracterizarse este tipo de estado desde otro punto de


vista. Cuando se dice estado de derecho, se puede estar hablando de
muchos tipos de estados. Decir Estado de derecho, es introducir una
categoría en la que ha sido introducida otra característica importante del
estado moderno. Se habla de la introducción de la problemática de lo que
se ha denominado como el gobierno de las leyes, en contraposición al
gobierno de los hombres. Es decir no gobiernan los individuos, no
gobiernan los seres humanos, lo hacen de acuerdo con lo establecido en
las normas. El estado de derecho se sujeta a la propia normatividad que
emite, en tanto las autoridades, los gobernantes lo hacen supeditados a
esas mismas normas. El Estado se sujeta al Derecho. Es una concepción
eminentemente liberal que permea la concepción sobre otro tipo de
estados que puedan concebirse, fundamentalmente situados en ese
intermedio entre los extremos. Podría pensarse en una monarquía sujeta
y respetuosa de las normas que se han establecido, no pensando aún en
la idea del pacto. Podría pensarse en un socialismo en que las
autoridades colectivistas sujetan todas sus decisiones al derecho que se
ha establecido. Es que el liberalismo y el socialismo clásicos aunque
representan dos extremos también comparten o pueden compartir una
serie de ideas: por ejemplo, los dos son permeados por la idea de la
democracia, los dos han creído en la idea del progreso humano, entre
otras. No es el espacio para hacer una completa explicación al respecto y

3
establecer todos los detalles filosóficos e históricos de estos extremos.
Bien, a esa concepción intermedia, que es más o menos, equilibrada le
asiste una concepción de sometimiento al derecho.

Se denomina social porque es intervencionista, porque no se interesa


sólo por el individuo, sino también por la colectividad y sus contenidos y
acciones en los distintos campos de la vida social se dirigen desde allí.
Habrá un eco de esta caracterización cuando el final del artículo que se
analiza diga que prevalece el interés general sobre el particular. El estado
social hoy es por antonomasia democrático y pluralista, pero podría
pensarse lo social de una manera diferente. Tal cuestión ocurrió con
motivo de la expedición de la Constitución de 1886, o con la expedición
de la Constitución de Rojas Pinilla en 1957, donde la idea de la Nación,
de la soberanía en la Nación, prevaleció sobre una concepción de la
soberanía popular. Ello naturalmente trajo y trae sus consecuencias. Por
ello pudo ser tenida la iglesia católica como el centro de la nacionalidad,
con los partidos políticos tradicionales, como ordenadores del destino
(mal destino, más bien desatino) de nuestra república. Allí se uniformó la
sociedad, se la homogeneizó. La discusión se filtra a un tipo de
antropología filosófica, donde se pregunta y responde por la concepción
que se tiene acerca del ser humano (de los hombres y mujeres, de los
sujetos individuales) y de la sociedad misma, es decir de la reunión de
aquellos. El tipo de estado que pensó nuestro constituyente era el estado
benefactor, que es social y democrático, pero que venía cayendo en
desgracia ante el empuje del neoliberalismo en el mundo. Hoy, conforme
se establece en muchos lugares de la Carta de 1991 se tiene una
concepción pluralista, democrática que hace parte de la caracterización
del Estado Social de derecho, que la entiende allí mismo expresada. Se
dijo, esta caracterización habrá de informar toda la preceptiva
constitucional.

Colombia es una república unitaria, descentralizada y con


autonomía de sus entidades territoriales

Ese Estado social de derecho de que se viene hablando, para caracterizar


a Colombia tiene otras particularidades: está organizado en forma de
república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales.

Las repúblicas, es decir los Estados democráticos, se organizan de una


manera centralista, que llaman unitaria, o de una manera federalista,
confederalista (o autonomista). En la primera el poder se organiza con
fundamento en la centralidad del poder, de las consideraciones
fundamentales del poder; se centralizan las decisiones más importantes,
la unidad se piensa frente al centro. En la concepción federalista los entes
que forman la república se reservan ciertas decisiones de carácter
importante. V.g. en los Estados Unidos, cada Estado federal decide si en
su territorio se aplica o no la pena de muerte, mientras que la federación,
los Estados Unidos de Norteamérica no toman una decisión en un sentido

4
u otro para toda la Nación. No obstante, conforman un gobierno de corte
nacional. Una de las diferencias se establece fundamentalmente frente a
la existencia o no de órganos con capacidad legislativa. En la Federación
hay un parlamento central y tantos parlamentos cuantos estados
conforman la federación. En el estado unitario sólo existe un legislativo y
él dicta las leyes a las que está sujeta toda la república. Entre nosotros
existen órganos que se parecen al legislativo, pero conforme a nuestra
definición centralista, son órganos que hacen parte de la administración,
igual ocurre con los concejos municipales, que se definen como entidades
corporativas administrativas.

Nuestro Estado no siempre ha sido centralista. Baste recordar que es una


discusión histórica que costó la realización de muchas guerras y que
todavía hoy está vigente. Una posibilidad de mirar la historia de Colombia
es por la tensión entre centralismo y federalismo que, entre otras causas,
originó las guerras civiles en el siglo XIX (entre otras causas), y que se
plantea hoy como discusión vigente. Al respecto, tema que atañe al fin de
la Unidad de la Nación, piénsese si es la forma más adecuada el
centralismo para manejar la idea de pluralidad y la cantidad de
fenómenos que se establecen por el reconocimiento y necesidad de
garantizar la pluralidad y la plurietnicidad, que indefectiblemente deviene
en Colombia en multinormatividad, acaso y cómo sujeta o reunida por la
Carta Política.

Colombia como república está conformada por unidades menores sin


capacidad legislativa, fundamentalmente por departamentos y
municipios. No obstante, existen otras figuras de organización políticas
administrativas, pero no del todo desarrolladas o subsidiarias; ellas serán
objeto de estudio en el aparte correspondiente a la organización político
administrativa o de ordenamiento territorial propiamente dicho. Para
resaltar, como novedoso en este campo, el reconocimiento como
entidades territoriales, homólogas a los municipios, a las entidades
territoriales indígenas, que aunque existían no eran valoradas y
distinguidas de manera positiva.

Que haya descentralización administrativa en Colombia significa que a las


entidades territoriales mencionadas (departamentos, municipios y ETI´S)
el constituyente les ha otorgado poderes, funciones, atribuciones, que les
son propias, que no van a depender del gobierno central. Es decir se
vienen entregando responsabilidades a las entidades territoriales en
materias específicas, porque no es en todos los órdenes. Las autonomías
existen para gobernarse, administrar los asuntos de los territorios
específicos, parcialmente en relación con los impuestos, para la
planeación y el desarrollo, para la participación en los ingresos corrientes
de la Nación y para el manejo de los asuntos de recursos naturales de la
zona. No existe autonomía legislativa, ni judicial, ni de organización
armada, por ejemplo, éstas están en cabeza de la autoridad central,
entre otras muchas. Excepción manifiesta a lo anterior se aplica a las
entidades indígenas, si las hacemos coincidir con las comunidades

5
indígenas, a las que la Constitución les ha dado la facultad expresa de
desarrollar su jurisdicción, y sin duda también la legislación.

La descentralización se establece sobre las funciones del ejecutivo, que


tiene entonces representación popular en todos los niveles: nacional,
departamental, municipal y hasta por comunas y corregimientos, en la
teoría. Existe descentralización de funciones cuando el Gobernador
delega a los Alcaldes funciones que le son propias para que las
desarrollen en sus municipios, previo el cumplimiento de ciertos
requisitos. El gobierno, en sentido restringido, se desarrolla
descentralizadamente. No ocurre lo mismo, como se dijo, en el ejercicio
de los demás poderes del orden nacional, que no encuentran
correspondencia en este sentido y que se manejan con una idea de
centralidad y de cierta jerarquización, por la cual para las entidades
territoriales se establecen delegaciones, unidades menores que dependen
para muchas cuestiones del centro, sobretodo de administración, aunque
las funciones (competencias) deben estar establecidas para cada
organismo desde la misma ley, o en su defecto por los reglamentos o
manuales de funciones. Es que debe ser dicho, en concordancia con un
principio de responsabilidad, también con uno de separación de poderes y
de funciones, se establece qué pueden hacer o no las entidades y los
funcionarios. Por delegación, las entidades territoriales también pueden
desarrollar funciones o competencias de la nación, pero bajo su estricta
vigilancia y con la posibilidad de retomarlas cuando lo estime
conveniente.

Un hito importante en la idea de la descentralización administrativa en el


país la constituyó la elección popular de alcaldes (y luego de
gobernadores) que se instauró a partir de 1986, mediante reforma a la
Constitución entonces vigente.

Colombia es una república democrática, participativa y pluralista.

Decir que la república es democrática, participativa y pluralista es en


principio un gran pleonasmo. Las definiciones son tautológicas y si las
realizamos encontraremos que para definir república tendremos que
acudir a términos equivalentes y entre ellos estarán democracia,
participación, pluralidad. Para explicar estos mismos términos ocurrirá
otro tanto. No obstante, la aparente reiteración tiene algún sentido. Decir
democrática entraña reconocer que la soberanía reside en el pueblo (no
en la Nación), es decir que el pueblo es el detentador de los poderes, es
el fundamento de los mismos. Se habla de democracia participativa con
motivo de la nueva Constitución. Se ha introducido un tercer tipo de
democracia, pues tradicionalmente se reconocían la directa y la
representativa. La democracia participativa es una tentativa de mediación
entre las dos nombradas. La primera la directa, caracterizaba las
democracias antiguas (Grecia y Roma) y se distinguía por el ejercicio del
poder por aquellos que eran ciudadanos, los ciudadanos se ocupaban de
las cuestiones del manejo de lo público, de la ciudad, de la polis; era la

6
libertad de los antiguos, se trataba de participar. La idea en la
modernidad es retomada por Rousseau y hoy es de nuevo importante.

Con la complejización de la vida social, y la estatal por contumacia, la


democracia directa se ha hecho imposible, a todas horas no pueden todos
los ciudadanos estar tomando todas las decisiones importantes del
Estado donde viven, y de su ciudad, y de su departamento y de su
Estado, por ello se impone la necesidad de que profesionales de la
política representen a los demás. Pero en el decurso de la representación
se ha visto la limitación de la figura, fundamentalmente porque no existe
un nexo de responsabilidad entre los representantes y los representados,
y por ello, aquellos se apartan de los intereses de estos y en últimas se
desvirtúa la idea de la democracia y también la de la soberanía popular.
Surge la tercería: Continúa la representación pero en casos importantes
todo el pueblo puede entrar a tomar decisiones y para el efecto se
establecen mecanismos de participación popular. La idea ha sido
constituida como una de las variables, constantes, que recorren la
expedición de toda la normatividad que surge en el país. La participación
se entiende de diversas formas y a ellas se les abren espacios.

Podría pensarse este segmento desde la perspectiva de la democracia


como principio fundamental y primordial. A su alrededor podía
estructurarse toda la teoría de la Constitución. La idea contemporánea de
Constitución, de república, de Estado pluralista, etc., se establecen a
partir de la idea de la democracia. La democracia es en principio una
forma de gobierno que responde a la pregunta cuántos gobiernan, con la
respuesta todos gobiernan, contra las respuestas de pocos o de uno
gobiernan. La idea se desarrolla a partir de la detentación del poder e
históricamente puede reconocerse así en el concepto de soberanía,
aunque la discusión data de la antigüedad.

Los fines esenciales del Estado Colombiano

En el artículo segundo de la Carta Política de 1991 aparece la referencia a


los fines esenciales del Estado. Dicha norma enumera una cantidad
importante, que se reproducen a continuación: servir a la comunidad,
promover la prosperidad general, garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes (que aparecen en la Carta), facilitar la
participación de todos los miembros de la comunidad colombiana en los
asuntos que le competen (económicos, políticos, administrativos y
culturales), defender la independencia nacional, mantener su integridad
territorial, asegurar la convivencia pacífica y asegurar la vigencia de un
orden justo. Los enunciados mismos son demasiado contundentes y
claros. No obstante aparecen otros fines en toda la Carta que son
integrables a las finalidades del Estado, tales los fines sociales y los
expresados en el preámbulo, y otros más que aparecen en el recorrido
por la preceptiva constitucional, v.g. el 334.

7
Esta disposición y las concordantes pueden presentarse de una manera
bastante sugestiva, a través de una pregunta, asumiendo la segunda
parte del artículo que dice que las autoridades en Colombia están para
proteger a todos los residentes en el país en su vida, honra, bienes,
creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales. La pregunta podría ir
transformándose para el efecto. Comenzaría por preguntarse ¿para qué
son las autoridades?, pasaría a preguntarse ¿para qué es el Estado? Y
terminaría cuestionando ¿para qué es el poder en Colombia?. Bien, el
poder en Colombia, el Estado, las autoridades están para hacer cumplir y
cumplir todos los fines del estado. Es interesante en cuanto cuando se
fórmula la pregunta por el poder la respuesta es pesimista, alterada,
dado que se comparte más bien una idea bien peyorativa, bien negativa
del poder. Pues, bien, el poder en esta nueva Colombia debe ser para
cumplir esos enunciados que referimos como finalidades o propósitos del
poder, del Estado.

Todos esos fines dan a la propuesta un cariz absolutamente humanista y


respetuoso de la dignidad de la persona humana pero de sentido de la
integridad social. A su vez dan contenido a la misión del Estado social y
democrático de derecho, son correlativos a él.

La Soberanía Popular

El artículo 3 establece el principio de la Soberanía Popular. En correlación


directa con el preámbulo, el canon 3 de la Carta establece la legitimidad
política histórica actual como fundamento de la existencia del estado y su
forma, la social y democrática. La pregunta que se responde en este
aparte es quién tiene el poder. Lo tiene el pueblo, la totalidad de los
habitantes, por lo menos en teoría, porque entratándose de un ente
inorgánico, complejo, es difícil su organización y por tanto el ejercicio del
poder que posee. La idea de soberanía popular se corresponde con la
idea de la democracia, en principio ejercida de forma directa, pero
transformada en la democracia de corte representativo y lo que hemos
venido llamando democracia participativa.

La soberanía es un concepto equívoco, cuyo contenido ha venido


llenándose por metonimia. En principio el soberano era uno, el monarca.
Cuando el monarca tiene que pactar o cae en desgracia y son varios o
muchos los que mandan, su calidad de poder, su soberanía (su poder
mismo) pasan a esos pocos o a todos. La calidad del soberano se
representaba en la soberanía, en su calidad de poderoso, que pasó
considerando las formas de gobierno a esas otras diferentes de ella.

El ejercicio de ese poder existente en Colombia, que le pertenece al


pueblo, se desarrolla de manera directa, de manera representativa y a
través de la participación en los diferentes espacios abiertos para el
efecto. Los poderes públicos, a través de las distintas denominaciones
que reciben, representan el poder del pueblo. No obstante, la expresión

8
más clara de esa soberanía es el poder constituyente y su resultado: La
Carta Política de 1991. Son ellas dos las expresiones más caras, más
importantes, que haya podido desarrollar el pueblo colombiano dentro de
sus limitaciones, referidas a su atraso político, económico y social en el
mundo., es decir en consideración a lo que como pueblo ha sido capaz de
obtener en su condición de ente inorgánico y desorganizado, en atención
a su estado de ánimo. La Carta debe representar, como se expresará
más adelante, esa meta, ese ethos por construir necesario y que requiere
ser defendido, en tanto la propia sociedad sea capaz de depurarse y
realizar una Carta mejor y una mejor realidad.

La Constitución es norma de normas

Este principio se encuentra en el artículo cuarto, es el establecimiento de


la Constitución como norma de normas. Se trata de la supremacía
constitucional. Establece ella que es la norma, como norma, más alta
entre todas aquellas que pueda haber en la República. Y no tendría por
qué ser de otra forma: se trata de la expresión directa del Constituyente,
de su voluntad y mal podrían hacer los poderes constituidos, delegados
crear normas que estuvieran por encima; mal harían las autoridades en
tomar medidas, en realizar actuaciones no acordes con la Carta. Hacerlo
sería tanto como subvertir el régimen y entonces desconfigurar
completamente el Estado social de derecho y democrático. En la historia
del constitucionalismo se presentó que la ley estuvo por encima de la
Constitución en lo que se conoce como El imperio de la ley, donde gracias
a la idea que se tenía del legislador como depositario de la soberanía
popular la Constitución misma sólo llegó a tener un criterio, un valor de
validez de las demás normas jurídicas, habiendo perdido todo su valor
material. La historia misma nos ha hecho entender el error que significa y
significó haber confiado en los legislativos; sin duda, las constituciones
modernas son más la representación del querer popular que de los
legisladores. Así pues las normas que se creen y las actuaciones a
realizar se establecen en orden al respeto de la preceptiva constitucional.

Con esta primera parte se ha fundado lo que se conoce como excepción


de inconstitucionalidad o excepción de inaplicabilidad, conforme a la cual
cualquiera autoridad al momento de aplicar una norma o desarrollar una
actuación puede no hacerlo si encuentra que ellas son contrarias a la
preceptiva constitucional, superior.

La segunda parte del artículo se refiere a la obligación de todos los


habitantes de la república, nacionales o extranjeros de acatar en
Colombia la normativa jurídica, partiendo desde la Constitución, y
además de obedecer y respetar a las autoridades legítimamente
constituidas. Es una obligación necesaria aceptando que un tipo de orden
es justo y realiza los valores apreciados por la comunidad. Por siempre
las autoridades como correlato, estarán sujetas ellas mismas a las
normas y su ejercicio se circunscribirá a lo que les está permitido y es de
su competencia.

9
La idea de los mecanismos de supremacía constitucional se patentiza en
otros artículos, que se referirán adelante en el trabajo que se desarrolla,
pero se anuncia que además de este cuarto artículo, se trata del
establecimiento obligatorio del estudio de la Constitución (artículo 41) y
del establecimiento del artículo 5, pues la primacía de los derechos se
corresponde con el tipo de Constitución que se tiene, si ellos tienen
primacía la tiene también la Constitución, y del establecimiento de
órganos encargados de guardar esas supremacías de la constitución y de
los derechos. Sea citar entre otros los artículos 86, 239 a 245 de la Carta
de 1991.

Primacía de los derechos inalienables

El artículo 5 de la Constitución establece, como se dijo, la primacía de los


derechos inalienables de la persona, los reconoce, sin discriminación. Y
ampara la familia como institución básica de la existencia de la sociedad.
Sea aclarar algunos pocos conceptos, toda vez que en el Título II de la
Carta se refieren de manera específica los derechos, con todas sus
divisiones, y que allí mismo se establecen los derechos de la familia y su
status jurídico.

La concepción de derechos inalienables es una concepción de corte


iusnaturalista, que reconoce que los derechos son propiedades del ser
humano, es decir, le son propios, están en él y por ello deben protegerse.
Además ha de decirse de una vez, los derechos son limitaciones al
Estado, al ejercicio de su poder (y de todas autoridades). Lo inalienable
es inenajenable, no sujeto a negocio. Las dos características se predican
como anteriores al surgimiento del Estado.

Cuando se habla de personas se refiere una categorización no muy bien


realizada, pero ya tradicional y convencional en derecho, que proviene de
antiguo. Me refiero a esa división entre personas naturales y personas
jurídicas. Por las primeras se entiende a los seres humanos; por las
segundas a aquellas creaciones de los seres humanos para el desarrollo
de los fines o propósitos que quiere desarrollar y por ficción se les otorga
lo que se denomina personería jurídica, dotando esos empeños de
deberes y obligaciones. Así las entidades políticas (desde los estados y
sus divisiones) hasta el ejercicio del derecho de asociación en cualquiera
de sus formas (con ánimo de lucro o con fines no lucrativos, con fines
científicos, culturales, económicos, sindicales, etc., etc.), como los
capitales destinados a un fin social (las fundaciones) constituyen
personas jurídicas. Los derechos de los seres humanos se deslizan, se
extienden a las personas (más amplio) y a los pueblos.

Principio de responsabilidad

10
El artículo sexto de la carta establece como principio la responsabilidad.
Lo hace en dos órdenes: frente a los particulares y frente a los servidores
públicos.

Sirve este artículo de sustento de los tipos de responsabilidades que se


desarrollan en las leyes: de tipos penales, civiles, fiscales, disciplinarios,
etc.

Se establece que los particulares responden por infringir la Constitución y


las leyes, que los servidores públicos responden por infringir la
constitución, las leyes, por omisión en el ejercicio de sus funciones o por
extralimitación en ellas. Se ha dicho, siguiendo la tradición, que conforme
a estos principios la racionalidad que opera al interior permite pensar que
los particulares pueden hacer todo lo que no está expresamente
prohibido y los servidores públicos pueden hacer sólo aquello que les está
expresamente autorizado. En la Constitución misma existen fórmulas que
lo expresan así directamente. No obstante la idea del estado social
mengua la severidad del postulado expresado para las autoridades y ello
se hace cuando se admite la existencia de competencias implícitas. De
manera muy sintética, por competencias se entiende, en el campo
jurídico, el conjunto de funciones y atribuciones que una autoridad debe
desarrollar. Se trata de aquellas cuestiones para las que está alguna
autoridad investida. Como ejemplo de competencias sea mencionar que
el Presidente de la República tiene la competencia para nombrar y
remover los Ministros de Despacho y los Jefes de Departamentos
Administrativos; también las de sancionar las leyes o las de objetar los
proyectos de ley o de actos legislativos, que es la manera como
llamamos las reformas constitucionales. Del Congreso es competencia
hacer las leyes y reformar la Constitución y hacerlo conforme a derecho.

El artículo 90 de la Carta habla de la responsabilidad del Estado y la


posibilidad de repetición contra el funcionario responsable, ayudando a
completar el principio. El artículo 121 establece que ninguna autoridad
puede realizar funciones diferentes a aquellas que le atribuyen la
Constitución y la ley, y se debe complementar con el artículo 122 que
habla de la existencia legal del cargo y de la necesidad de que el mismo
tenga siempre funciones asignadas. De este modo se sienta el principio
fundamental del Estado de Derecho de que el propio estado está sujeto a
responsabilidad y las autoridades que lo componen también.

Diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana

El artículo 7 de la Carta Política reconoce y protege la existencia de la


diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana. Se trata de una de
las innovaciones constitucionales más importantes. Quizás las etnias
diferenciadas existentes en Colombia fueron los conglomerados o grupos
humanos que más ganaron con la expedición de esta Carta,
particularmente los indígenas.

11
Ahora bien, el acontecimiento de celebración o renegación del llamado
encuentro de dos mundos o mal llamado descubrimiento de América, los
quinientos años, suscitaron en el mundo entero una cantidad importante
de reflexión, y la fecha sirvió de motivo para el desarrollo de
reconocimientos que aunque postreros, no dejan de ser importantes. El
evento permitió el encuentro de etnias provenientes de diferentes lugares
del mundo. La situación y la existencia de las etnias presentes en
Colombia son producto del desarrollo histórico de aquel encuentro (o
desencuentro). Al interior hay miles de historias que no se conocen.

En la actualidad fuera de los blancos (aunque en realidad de los


colombianos producto del mestizaje), en el país se reconoce la existencia
de etnias indígenas, de negros y de raizales. En la Constitución cantidad
de artículos desarrollan el principio y en los espacios específicos se
desarrollara lo pertinente.

No obstante, la existencia de indígenas, con culturas propias, en los


países occidentales constituye una aporía de difícil resolución. El artículo
noveno reconoce los derechos de los pueblos y suscita la pregunta acerca
si ellos mismos los constituyen y si la cuestión genera una posibilidad de
desmembración de la unidad de la nación aplicándoles este principio.

El desarrollo del principio ha encontrado muchas dificultades que se


explican en el mismo estado de la cultura y el imaginario de nuestro
pueblo y en particular en la posición de las clases dirigentes del país. El
reconocimiento de la diversidad étnica representa para los sectores
económicos del país (y para algunos gubernamentales) una contradicción
a la posibilidad de desarrollo (en el sentido de progreso tradicional) para
el país.

De igual manera se han generado tensiones con respecto a las compañías


extranjeras. Es que los grupos étnicos en la actualidad tienen el 29 % del
territorio del país; porción de territorio que es ahora importante para la
sociedad nacional y para grupos económicos y gobiernos extranjeros.

Este principio es un desarrollo específico y necesario de una concepción


de la democracia y de la igualdad real integrada a través del
reconocimiento de la diferencia, del reconocimiento de la unidad en la
diversidad. La pluralidad y la participación son posibles de materializar
mediante este principio específico.

Las culturas de estos pueblos, de las etnias, constituyen valores de la


nacionalidad colombiana y como correlato concuerda con el artículo
siguiente que establece como principio esencial la obligación para los
particulares y para el estado de proteger las riquezas naturales y
culturales de la Nación. A propósito, los territorios ecológicamente más
valiosos, más valorados, más importantes para el desarrollo del país y
apetecidos por empresas y gobiernos extranjeros, son precisamente esos
territorios en poder de los grupos étnicos.

12
Principio de protección de las riquezas naturales y culturales

Como se dijo el artículo 8 de la Constitución de 1991 establece como


principio la obligación de proteger las riquezas naturales y culturales de
la Nación. Se funda en este espacio el principio que luego se manifestará
mediante la consagración del derecho al ambiente sano y de todas las
disposiciones que desarrollan lo que podemos denominar una concepción
verde plasmada en la Carta, por lo que se ha dicho que la Carta de 1991
es una carta verde, una constitución ambiental o ecológica. Con motivo
del capítulo de los derechos, se desarrolla de manera especial este
principio.

La UNESCO definió la Cultura como "el conjunto de rasgos distintivos,


espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una
sociedad, y que engloba, además de las artes y las letras, los modos de
vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores,
las tradiciones y las creencias". (Declaración de Méjico).

La existencia de cultura es connatural a la existencia de toda sociedad


humana. Hoy se discute la posibilidad de la existencia de una cultura
global, tentativa de occidente que es totalizante y excluyente. No
obstante a pesar de la globalización económica y de la creación de
sistemas globalizantes, del desarrollo hegemónico y colonizador de las
grandes potencias, fundamentalmente de Estados Unidos de
Norteamérica, como contrapeso se presenta un resurgimiento de la
exigencia de reconocimiento y respeto de las culturas, de las
nacionalidades y de las etnias. El artículo anterior es buena muestra de
esta tensión pulsional del mundo actual.

Ahora bien, la determinación de lo que constituye la cultura de la Nación


es una tarea importante. El patrimonio ambiental del país parece estar
más determinado. Existen en el derecho una cantidad de disposiciones en
uno y otro sentido capaces de dar cuenta de la existencia de esos
patrimonios cultural y ecológico y contribuir a su establecimiento y
preservación.

En consonancia con el principio de protección cultural, la propia Carta


Constitucional establece algunos preceptos de desarrollo. Así el artículo
70 es de capital importancia dentro de una concepción antropologista de
la nacionalidad. Dice la norma que la cultura es una de las
manifestaciones de la nacionalidad. El artículo 72 se refiere al patrimonio
cultural de la Nación. En el país es enorme este patrimonio y dentro de él
el llamado patrimonio arqueológico, que representa las manifestaciones y
es parte de la historia no sólo nuestra sino principalmente de esa porción
indígena que pobló el continente y que aún susbsiste en el país.

Para ilustrar este principio podríamos pensar en cantidad de categorías y


a través de su establecimiento actualizar en nuestro imaginario todas
esas riquezas de uno y otro tipo. Así intentar definir los conceptos y

13
establecer cuales figuras de esa índole se presentan en el país. Por
ejemplo, en materia ambiental definir los parques nacionales naturales
(en general todo el sistema de parques nacionales naturales), las
especies animales endémicas existentes en el país, el problema de aguas,
el problema que se genera frente a la biopatentación, la biodiversidad y
el biochocó o biopacífico. Frente a lo cultural la definición de patrimonio
arqueológico, la de patrimonio nacional, la de patrimonio de la
humanidad, la de museo, etc. Al respecto, en tanto que formación
cultural, la escuela (la universidad), debería proporcionar una formación
para una nueva cultura que fomentará los valores de la nacionalidad con
base en el conocimiento de la historia, la arquitectura, la biología, la
geografía del Estado.

Los idiomas oficiales

Como principio fundamental los constituyentes establecieron lo relativo al


idioma oficial. El idioma hace parte de la cultura. El lenguaje determina
muchos contenidos culturales. Históricamente el castellano ha sido el
idioma de nuestra república y ha sido tenido como uno de los sustentos
de la nacionalidad, del alma del pueblo (junto con la religión y todo el
resto del legado hispánico). A pesar de ello, a fuerza de realidad se ha
venido a reconocer, en consonancia con los dos artículos anteriores, que
en Colombia existen culturalmente otros idiomas diferentes al impuesto.
Así en los lugares donde hay idiomas naturales se han tenido como
idiomas cooficiales.

La existencia de las etnias indígenas significa entre otras cosas la


existencia de aproximadamente ochenta idiomas distintos, aunque
muchos pueden pertenecer a las mismas familias lingüísticas. En lo que
hace a los negros parece que las negritudes del país no conservan los
idiomas de su procedencia y la cultura recoge expresiones, nombres, en
fin, segmentos de los idiomas de los lugares de origen africano. Quizás
en los palenques más tradicionales, fundamentalmente San Basilio, haya
posibilidades de reconstrucción de algún idioma especial.

Los raizales, pobladores nativos de San Andrés y Providencia, tienen por


idioma el Inglés, pues sus raíces e historia están muy unidas a la
Centroamérica antillana, donde quedan ubicadas las islas y allí los
ingleses hicieron mucha historia. Por la ubicación de estos territorios y de
algunos cayos y de bancos de arena es que Colombia es un país también
centroamericano, del Caribe, antillano.

14

También podría gustarte