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La coalición electoral que había llevado a Perón al poder era una alianza heterogénea y sin
historia, conformada por sindicalistas, radicales disidentes y conservadores provinciales, que
tenían en el candidato triunfante su única garantía de unidad. Esta débil articulación, al mismo
tiempo, le daba la posibilidad a Perón de tener siempre la última palabra en la toma de
decisiones políticas.
La campaña electoral de Perón fue sostenida por el Partido Laborista y la Unión Cívica
Radical-Junta Renovadora, que consiguió nombrar a Hortensio Quijano como candidato a
vicepresidente. Sin embargo, una vez que ganó las elecciones, Perón exigió deshacer las
estructuras partidarias que lo habían apoyado y reunirse en una nueva fuerza, el Partido Único
de la Revolución Nacional (PURN). En un primer momento, el Partido Laborista rechazó la
orden. Sus miembros no se oponían a Perón, pero se rehusaban a que el partido perdiera la
democracia interna y su autonomía política. Finalmente, un congreso nacional del Partido
Laborista decidió autodisolverse. Esto implicó un duro golpe para los dirigentes sindicales que
habían impulsado el laborismo, quienes desde el partido pretendían contar con una herramienta
para mantener su autonomía e influir en el gobierno. En 1947, el PURN adoptó el nombre de
Partido Peronista, para remarcar el carácter caudillista del nuevo movimiento
Los principales líderes laboristas, Luis Gay, dirigente telefónico, y Cipriano Reyes, del gremio
de la carne, sufrieron la persecución del gobierno. Gay, que había sido elegido secretario
general de la CGT en 1946, fue desplazado de ese cargo por el gobierno en 1947. Reyes, por su
parte, sufrió un intento de intervención del sindicato y un atentado en la puerta de su casa.
Finalmente, se lo acusó de querer atentar contra la vida del presidente y fue encarcelado en
1948.
Ideología peronista
El sistema de símbolos y creencias compartido por los peronistas combinó diversas tradiciones
culturales que se abrieron a un público masivo gracias al control estatal de la radio y la prensa.
La llamada doctrina peronista se nutrió principalmente de las ideas nacional-populares, pero
supo adaptarse al lenguaje de la clase obrera y la burguesía. Por esta razón, Perón podía decir en
la Bolsa de Comercio que era el mejor defensor de los intereses patronales, y en un acto de la
CGT, parafrasear a Marx y afirmar que "la emancipación del proletariado será obra del
proletariado mismo”.
Las tres banderas del peronismo eran la justicia social, la independencia económica y la
soberanía política, una reelaboración de los principios de la Unión Cívica Nacionalista de
1942.
El movimiento peronista se veía a sí mismo como una tercera posición alternativa al
capitalismo y el comunismo, que sostenía una política exterior independiente de los Estados
Unidos y la URSS. En la misma línea, el peronismo respetaba la propiedad privada, pero
creía que el Estado debía regular los conflictos entre empresarios y trabajadores quienes,
junto a la Iglesia y el Ejército, formaban en el imaginario de Perón una comunidad
organizada de corte corporativista.
Justicia social
Durante los tres primeros años del peronismo en el poder, tuvo lugar una distribución de la
riqueza que alcanzó niveles hasta entonces desconocidos en el país. Las políticas sociales
llevadas a cabo por Perón se basaban en la noción de justicia social, otra de las ideas centrales
de la doctrina peronista. Según este concepto, solo era posible terminar con las injusticias
mediante la activa participación del Estado, sobre todo para arbitrar en las relaciones entre
capital y trabajo. En este sentido, el pleno empleo y el notable aumento de trabajadores
sindicalizados permitieron que estos tuvieran una mayor capacidad para negociar mejores
condiciones de trabajo y, sobre todo, salarios más altos. Entre 1946 y 1948, por ejemplo, el
salario real de los trabajadores se incrementó casi un 50 %.
Convenios colectivos de trabajo
El Decreto 23852, de asociaciones profesionales, de 1945, subordinó a los sindicatos al
reconocimiento del Estado. Esto canalizó la afiliación masiva de los trabajadores. En este nuevo
modelo sindical, los convenios colectivos de trabajo fueron la principal herramienta que
regulaba las relaciones entre empresarios y trabajadores. Eran contratos entre un sindicato y el
empleador, que negociaban salarios, duración de la jornada laboral, vacaciones y otros temas
concernientes al mundo del trabajo.
Aunque los convenios se codificaron legalmente en 1953, el gobierno peronista intervino
tempranamente en las negociaciones laborales, y la mayoría de las veces se puso del lado de los
trabajadores.
Fundación Eva Perón
María Eva Duarte y Juan Domingo Perón se conocieron en 1944, durante una actividad en
beneficio de los damnificados por el terremoto de San Juan, y al año siguiente se casaron. Evita,
como fue conocida popularmente, inició una carrera política en tiempos en los que gobernar,
tomar decisiones de Estado y hablar ante un público de masas era considerado asunto de
varones.
Desde 1946, Eva Perón saltó al centro de la escena política para organizar el movimiento de
apoyo a las políticas gubernamentales. Participó en los actos oficiales con un encendido
discurso que exaltaba a los pobres y atacaba a la oligarquía.
Si dentro del peronismo fue adorada hasta convertirse en un icono viviente que intercedía
entre Perón y las masas, para los antiperonistas se reveló como una de las figuras más revulsivas
de un régimen calificado como dictatorial.
Cuando Perón asumió la presidencia, su esposa comenzó a recibir a delegaciones obreras y
atender personalmente pedidos de la gente humilde. Como estos quehaceres ocupaban la mayor
parte de su tiempo, en 1948, creó la Fundación Eva Perón, que obtuvo fondos del Estado, la
CGT y donantes particulares para la asistencia social de la población más marginada.
La Fundación gestionó ropa, alimentos, ayuda médica, hogares para gente sin techo y hoteles
obreros, llevando la “revolución peronista” a personas que, por no tener trabajo estable o
vivir en zonas rurales, no accedían a los beneficios de las políticas obreristas del gobierno.
La labor de la Fundación se tradujo en la construcción de escuelas, hospitales, comedores
escolares, colonias de vacaciones y hogares de tránsito para huérfanos, ancianos y madres
solteras, así como en el reparto de alimentos, medicamentos, prendas de vestir y herramientas.
También organizó torneos deportivos destinados, fundamentalmente, a los niños y fomentó el
turismo social. De esta manera, el peronismo incrementó su prestigio entre las clases populares,
a los que Eva denominaba "pueblo" o "descamisados".
Alimento, Vivienda, salud, educación
La mejora de los salarios de los trabajadores, sobre todo durante los tres primeros años del
gobierno peronista, provocó una notable expansión del consumo: en ese período, creció a un
promedio del 14 % anual.
la acción gubernamental contribuyó al incremento de los niveles de consumo alimentarios con
una política de control y fijación de precios máximos que permitió mantener en niveles
aceptables los precios de los alimentos que componían la canasta familiar.
Las migraciones internas provocaron una urbanización descontrolada, que generó
hacinamiento y dificultades para adquirir una vivienda digna.
En materia de política habitacional, el peronismo siguió el mismo camino que el gobierno
precedente: dispuso el congelamiento de los alquileres y la suspensión de los desalojos. La Ley
de Propiedad Horizontal de 1948, pero sobre todo los créditos baratos del Banco Hipotecario
Nacional, facilitaron la adquisición de departamentos por parte de los empleados públicos. Para
los sectores más empobrecidos, el gobierno lanzó un plan de viviendas populares: algunas en
"ciudades jardín”, como el barrio Ciudad Evita; otras más modestas como edificios tipo
monoblock.
Entre 1946 y 1955, la salud pública fue accesible para el doble de personas que en el período
anterior
El gran hacedor de las políticas de salud pública del gobierno fue el doctor Ramón Carrillo,
cuya gestión condujo a un sustancial mejoramiento del área. El Estado realizó una fuerte
inversión en la construcción de hospitales y centros sanitarios.
Carrillo consideraba que la prevención era esencial. Desde el gobierno, se diseñaron
numerosas campañas destinadas a prevenir diferentes enfermedades, como el paludismo en el
norte del país, la tuberculosis y la sífilis. También se llevaron a cabo campañas de vacunación.
Un complemento necesario para garantizar el éxito de tales medidas fueron: la ampliación de la
red de agua potable y la construcción de cloacas. Como resultado de todas esas medidas, la
inversión pública en hospitales, campañas de prevención y formación de médicos y
profesionales se registró la disminución de la tasa de mortalidad infantil y la elevación de la
expectativa de vida.
En materia educativa, el gobierno peronista amplió el número de escuelas y maestros en
todo el país, lo que posibilitó que los sectores de menores recursos accedieran a la educación
pública. Además, eliminó los aranceles a la educación universitaria. Se redujo el
analfabetismo, y se multiplicaron los estudiantes en los establecimientos de enseñanza
primaria, secundaria y universitaria.
Turismo masivo
En los años treinta, la posibilidad de hacer turismo se amplió a parte de la clase media, por lo
que Mar del Plata y las sierras de Córdoba se convirtieron en un punto de veraneo masivo. En
1945, el gobierno militar decidió que el 5 % del aguinaldo se destinaría a promover el turismo
social, y decretó las vacaciones pagas para todos los trabajadores, beneficio que hasta entonces
solo poseían algunos gremios. De esta manera, el ocio y el descanso se democratizaron para la
clase media y los asalariados más acomodados.
Mar del Plata fue uno de los destinos más visitados. La nacionalización de los ferrocarriles
mejoró el servicio y abarató el costo de los pasajes. Además, la pavimentación del tramo
Dolores-Mar del Plata de la ruta 2 facilitó el acceso a la ciudad balnearia.
El hospedaje se organizó a través de las secretarías del Estado, junto a la Fundación Eva Perón
y los sindicatos. Se establecieron convenios con la hotelería privada para albergar a los nuevos
turistas. La Fundación Eva Perón administró sus propios hoteles y colonias de vacaciones.
Finalmente, los sindicatos construyeron hoteles para sus afiliados.
10.6 Los cambios políticos
El antiperonismo acusó a Perón de conducir un régimen autoritario y criticó sus políticas sociales al
considerarlas concesiones demagógicas para mantenerse en el poder. El gobierno peronista amplió sus
bases de apoyo con el voto femenino y aprovechó su popularidad para sancionar una nueva constitución,
que permitió la reelección de Perón.
Oposición al peronismo
El antiperonismo fue una corriente que agrupó a organizaciones y figuras pertenecientes a
diversas tradiciones políticas y culturales, cuyo denominador común era el rechazo al
movimiento peronista y su líder. Entre sus filas había conservadores, socialistas, comunistas,
nacionalistas y católicos, periódicos como La Prensa y La Nación, o personalidades de la
ciencia y la cultura, como Gino Germani, Bernardo Houssay y Jorge Luis Borges.
En buena medida, el antiperonismo fue una continuación del movimiento antifascista de los
años treinta, porque creía que el gobierno de Perón era una versión local de los regímenes de
Hitler, Mussolini y Franco en Europa. Aunque el peronismo se legitimó en las urnas y preservó
las instituciones parlamentarias, la oposición lo veía como una dictadura fascista y una
continuidad de las prácticas autoritarias del caudillo Juan Manuel de Rosas.
Diversos grupos de la oposición pensaban que los sectores populares identificados con el
peronismo carecían de cultura y habían sido engañados por Perón, quien los manipulaba en su
propio beneficio. Por eso, en ocasiones, las diferencias entre peronistas y antiperonistas fueron
vistas por unos y por otros como un conflicto entre mayorías populares y elites ilustradas,
Desde el gobierno, a partir de la identificación del peronismo con la nación toda, cualquier
disidencia con el gobierno era interpretada como un ataque a la nación misma; los opositores
eran calificados como enemigos de la nación y del pueblo, como aliados de la oligarquía y
del imperialismo, que solo ponían obstáculos a las profundas transformaciones que el gobierno
realizaba en favor del pueblo.
Los miembros de los partidos opositores sufrieron persecuciones. En 1950, por ejemplo, el
radical Ricardo Balbín fue encarcelado y condenado a cinco años de prisión por desacato.
Los medios de prensa también fueron objeto de todo tipo de presiones. La radio, por ejemplo,
dejó de transmitir las voces opositoras. Se clausuraron muchas de las publicaciones partidarias;
en 1951, el diario La Prensa fue expropiado y entregado a la CGT; por su parte, La Nación
debió reducir su tiraje debido a restricciones impuestas por el gobierno a la distribución de
papel. Además, el gobierno creó un grupo de medios afines, dependientes de la Secretaría de
Prensa y Difusión.
En la universidad, que fue intervenida, se persiguió a numerosos estudiantes y se expulsó a
muchos profesores, que fueron reemplazados por otros adeptos al régimen.
Críticas al gobierno
La oposición cuestionó al gobierno el uso de los medios de comunicación y el sistema
educativo para "peronizar” a la sociedad, el encuadramiento de la población en organizaciones
de masas, la persecución a disidentes políticos y el liderazgo personalista de Perón. Las políticas
sociales del peronismo se denunciaban como el instrumento de un líder demagogo para acceder
al poder e implementar medidas represivas.
Al ser el antiperonismo una corriente tan heterogénea, las críticas muchas veces eran
contradictorias entre sí. Para nacionalistas y conservadores, el peronismo era un gobierno de
izquierda que promovía el desorden y la revolución social. En cambio, los comunistas y los
socialistas veían al peronismo como un régimen político de derecha, que favorecía a
instituciones conservadoras, como la Iglesia y el Ejército.
La fortaleza del peronismo y las dificultades para enfrentarlo exitosamente en las elecciones
llevaron a los diferentes partidos a sufrir crisis internas y divisiones. Incluso, algunas fracciones
se integraron al peronismo.
Voto femenino
Desde comienzos del siglo XX, militantes feministas, como Julieta Lantén, y socialistas, como
Alicia Moreau de Justo, se movilizaron para reclamar el voto femenino. En julio de 1945, la
Secretaría de Trabajo y Previsión organizó una reunión para promover el sufragio de la
mujer, actividad en la que Perón hizo público su apoyo a esa demanda.
La incorporación masiva de las mujeres a las filas peronistas y antiperonistas permitió
vislumbrar la importancia de garantizar sus derechos políticos. En 1947, Perón envió un
proyecto de ley para sancionar el voto femenino, que fue aprobado por todas las fuerzas
políticas. Eva Perón se sumó a la campaña oficialista por el voto de la mujer y en 1949 fundó el
Partido Peronista Femenino, un gesto hacia las mujeres que se habían convertido en la
mayoría del padrón electoral. En las elecciones presidenciales de noviembre de 1951, las
mujeres argentinas pudieron votar por primera vez en la historia.
Reforma constitucional
Hacia 1949, cuando el peronismo se encontraba en la cima de su popularidad, el gobierno
planteó la reforma de la Constitución Nacional, que no había tenido mayores modificaciones
desde 1853.
La nueva Constitución incluyó los derechos sociales, como la retribución justa al trabajador, la
seguridad social, la protección de los ancianos, y la gratuidad y obligatoriedad de la educación
primaria. En este sentido, seguía la tradición del constitucionalismo social, que tenía
antecedentes en la Constitución mexicana de 1917, la de la República de Weimar, de 1919, y la
de la Segunda República Española, de 1931.
También estableció la elección directa del presidente y el vicepresidente, extendió el mandato
de diputados y senadores, otorgó al Poder Ejecutivo el poder del veto sobre los proyectos de ley
y declaró la propiedad estatal de los recursos energéticos. A pesar de la importancia de los
sindicatos como aliados del gobierno, el derecho a la huelga no se incorporó a la Constitución.
Sin embargo, lo más importante a corto plazo fue la enmienda que permitió la reelección, lo que
habilitó a Perón para postularse a un segundo mandato presidencial.