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© María Victoria Famá, 2017
© de esta edición, La Ley S.A.E. e I., 2017
Tucumán 1471 (C1050AAC) Buenos Aires
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
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CONTENIDO
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III. Los daños y perjuicios en la filiación
IV. Daño no patrimonial (daño moral) por la omisión voluntaria del
reconocimiento del hijo
V. Daño moral por el reconocimiento tardío
VI. Daño patrimonial por la falta de reconocimiento
VII. Daño psíquico o psicológico por la falta de reconocimiento
VIII. Daño producido por las carencias afectivas
IX. Daño producido por la inacción del representante legal
X. Daño por el reconocimiento complaciente
XI. Daño por la falsa atribución de la filiación
XII. Daños derivados de la desestimación de las acciones de
emplazamiento y desplazamiento
XIII. Daños derivados de la filiación por TRHA
XIV. Responsabilidad del Estado
XV. La acción de daños y perjuicios
XVI. Derecho transitorio
XVII. Derecho comparado
BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO IX - ACCIONES DE EMPLAZAMIENTO FILIAL
I. CONCEPTO Y SUPUESTOS
El art. 582 sigue los lineamientos del art. 254 del derogado CCiv.(1), con
dos únicas variantes: a) se incorpora una cláusula expresa con relación a la
filiación por TRHA; y b) se reduce el plazo de caducidad de la acción
interpuesta por los herederos.
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II. PRESUPUESTO DE LA ACCIÓN: EXCLUSIÓN DEL SUPUESTO DE
FILIACIÓN POR TRHA
Del texto del art. 582 se infiere que las acciones de reclamación de la
filiación están concebidas exclusivamente para los supuestos de filiación por
naturaleza, donde se procura la coincidencia entre el título de estado filial y
el vínculo genético(2).
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interpretarse de manera amplia para garantizar adecuadamente el acceso a
los orígenes, aspecto relevante del derecho a la identidad.
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los nacidos por relaciones sexuales y los nacidos por técnicas no es
discriminatoria, porque el principio de la igualdad protege a los individuos
que se encuentran en una situación similar o comparable. La regla de
igualdad no es absoluta, ni obliga al legislador a no considerar la diversidad
de circunstancias o condiciones que puedan presentarse, siempre que esta
distinción de trato responda a una justificación objetiva y razonable(12).
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Sin llegar a esa postura extrema, que parte de limitar el derecho a la
identidad al dato genético, entiendo que de presentarse esta situación, si se
verifica la existencia de un compromiso inicial del donante con el proyecto
parental (aun sin haber expresado formalmente su voluntad procreacional),
o si con el tiempo surge un lazo afectivo y trato de progenitor a hijo entre
ambos, podría plantearse la excepción de la aplicación de los arts. 577 y
582 y reclamarse judicialmente la filiación, tanto por el hijo como por el
donante(15). En este contexto, la salvedad a la regla se justifica porque el
dato genético, propio de la identidad estática e irrelevante para el
emplazamiento en los supuestos de TRHA, pasa a tener correspondencia
con la identidad socioafectiva o dinámica, sin que puedan observarse
razones de peso que impidan la consagración de un lazo filial. De todos
modos, la solución dependerá de las circunstancias fácticas de cada caso y,
en especial, de la conformidad o voluntad expresada por los distintos sujetos
involucrados.
2. El derecho comparado
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La inadmisibilidad de la demanda de reclamación de la filiación frente al
uso de TRHA es tendencia generalizada en el derecho comparado. Así, el
art. 8.3 de la ley española 14/2006, dispone que "3. La revelación de la
identidad del donante en los supuestos en que proceda conforme al art. 5.5
de esta ley no implica en ningún caso determinación legal de la filiación". A
su vez, el art. 72 del Código de Familia de Costa Rica, establece que el
tercero donante "no adquiere ningún derecho ni obligación inherente a tales
calidades". En fin, el art. 311-19 del Código Civil francés, prevé que "en caso
de procreación médicamente asistida con terceros donantes, ningún vínculo
de filiación podrá establecerse entre el autor de la donación y el niño
producto de la procreación"(18).
Uno de los primeros fallos donde se planteó tal situación fue "Jhordan, C.
v. Mary, K.", resuelto por la Corte de Apelaciones de California en 1986, cuyo
contexto fáctico era el siguiente. Mary se sometió a una inseminación
"casera" con material genético de un donante, Jhordan. Si bien no deseaba
un donante que pretendiera involucrarse con el niño, acordó con antelación
que Jhordan vería al niño luego del parto. Jhordan participó activamente en
los cuidados de Mary durante el embarazo y constituyó un fondo a favor del
niño y la madre. Al nacer el niño, se inscribió en su certificado de nacimiento
la paternidad de Jhordan, y ambos progenitores acordaron que aquél vería
al niño una vez al mes. Cuando Mary intentó interrumpir este contacto,
Jhordan inició una acción de reclamación paternidad y demandó la fijación
de un régimen de comunicación. Al entender que Jhordan era titular de
derechos parentales con relación al niño, el tribunal no ingresó en el análisis
y el debate acerca de si el estatuto que regulaba la donación de material
genético también se aplicaba en aquellos casos en los que el donante era
conocido y había mantenido algún mínimo interés en el niño. En cambio, la
Corte entendió que dado que la inseminación se había realizado sin
intervención de un médico, la normativa de la UPA no resultaba aplicable al
caso.
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relación íntima durante varios meses, intentando que Deborah quedara
embarazada. Como esto no fue posible, Deborah se sometió a una
inseminación artificial utilizando material genético de Steven crioconservado
en el hospital y destinado a tal fin. Steven siempre actuó como si el hijo a
concebir fuera suyo, acompañando a la madre durante todo el embarazo; el
niño lo llamaba "papá" y Deborah se refería públicamente a él como el padre
de su hijo. En este contexto, Steve reclamó la filiación del niño. En primera
instancia, se consideró que aun cuando la concepción fue por TRHA y no
por medios naturales, el vínculo de Steve con Deborah y el niño resultaban
suficientes para emplazarlo en el estado de padre. Tal resolución fue
revocada por la Corte de Apelaciones, que decidió la aplicación estricta del
estatuto de la donación de material genético, por lo que determinó que el
requirente no era titular de derechos parentales. Asimismo, el tribunal aclaró
que la intención del legislador fue evitar que en los casos en los que una
mujer ejerce el derecho de tener un hijo por TRHA este derecho se vea
restringido por la amenaza de atribuirse derechos parentales al donante, de
modo que no cabía hacer una excepción a tal regla pese a que el donante
mantenía una relación íntima con la madre y se había exhibido públicamente
como el padre del niño.
Así, en el caso "In the Interest of R. C." del año 1989, la Corte Suprema
de Colorado se expidió respecto de un reclamo de paternidad entablado por
quien había donado su material genético para la fertilización de una mujer
soltera, acompañando a la madre durante todo el embarazo y el parto, y
ejerciendo luego activamente el rol de progenitor. El Tribunal resolvió que el
lenguaje de la UPA era ambiguo respecto de los derechos y deberes de los
donantes y donatarias solteras, y revocó el decisorio del tribunal inferior que,
aplicando literalmente la norma, había desestimado la demanda.
En el caso "C., M. v. C., C." de la Corte de Nueva Jersey, del año 1977,
se admitió el reclamo de filiación interpuesto por quien había aportado el
material genético para inseminar a su novia, junto con quien había decidido
tener un hijo. Como aquélla se negaba a mantener relaciones
prematrimoniales, resolvieron concebir mediante TRHA. El tribunal observó
que determinar que el donante era el progenitor hacía al mejor interés del
niño, teniendo en cuenta que aquél estaba decidido a asumir sus
responsabilidades parentales, y además no había ningún otro hombre
dispuesto a ser emplazado en la condición de padre. En virtud de ello, se
reconoció a favor del requirente un régimen de comunicación.
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embarazada naturalmente, convenció a su novio para que donara su
material genético, bajo promesa de no hacer ningún reclamo con relación al
hijo. Tres años después de haber dado a luz mellizos, la madre reclamó
alimentos para los niños, aun cuando la filiación había sido atribuida en
cabeza de su marido. El tribunal entendió que pese a la ausencia de
voluntad procreacional por parte del donante, éste era el verdadero
progenitor de los niños y, por tanto, debía hacerse cargo de los alimentos.
La primera parte del art. 582 del CCyCN expresa: "El hijo puede reclamar
su filiación matrimonial contra sus progenitores si no resulta de la inscripción
en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas. La acción debe
entablarse contra los cónyuges conjuntamente".
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de nacimiento y de matrimonio respectivas (art. 569, inc. a], CCyCN), es
necesario recurrir a la vía judicial para determinarla (art. 569, inc. b],
CCyCN).
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2. Legitimación activa
2.1. El hijo
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activamente en todo el procedimiento (inc. d]), así como el de recurrir ante
el superior ante cualquier decisión que lo afecte (inc. e]). Todo ello, con la
debida asistencia letrada especializada (inc. c]).
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edad, la participación activa en el proceso o el derecho a revestir la calidad
de parte —con las consecuencias procesales que ello implica— resulta
exigible una vez alcanzado cierto grado de madurez y desarrollo, que serán
evaluados con prudencia por quien deba resolver la contienda en la que se
encuentre involucrado el niño(33). Con igual criterio, Morello de Ramírez
subrayó que "cuando está en juego un interés personal, directo y legítimo
del menor ante un tercero y la decisión judicial verse sobre asuntos que lo
afectan, y en que participen los padres como representantes legales, el niño
siempre debe ser considerado como parte en sentido material..."(34). Esta
tesitura fue seguida en un fallo de la sala I de la Cámara Nacional Civil, del
4/3/2009(35) donde, en el marco de un proceso de "tenencia", se discutía el
carácter de parte y la intervención letrada a favor de dos hermanos, uno de
los cuales no había alcanzado los 14 años. En tal contexto, el tribunal estimó
se "está fuera de toda discusión que los niños C. y R. L. son parte en este
proceso en el que sus progenitores litigan para definir lo que el derecho
denomina su 'tenencia'...".
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autor ponderó la necesidad de un cierto grado de desarrollo para contar con
patrocinio letrado, la que determinó a los 14 años —art. 921 del CCiv.—
como punto de partida para considerar la designación de un abogado(38).
Ésta fue en definitiva la postura adoptada por la jurisprudencia
mayoritaria(39), incluido el último precedente de la Corte Suprema reseñado.
En los juicios contra terceros, la regla surge del art. 677 que se titula
"Representación" y en consonancia con lo dispuesto por el art. 274 del
CCiv.(44), dispone que "Los progenitores pueden estar en juicio por su hijo
como actores o demandados". Pero la nueva norma agrega que "Se
presume que el hijo adolescente cuenta con suficiente autonomía para
intervenir en un proceso conjuntamente con los progenitores, o de manera
autónoma con asistencia letrada". Esta disposición debe conjugarse con lo
reglado por el art. 678 en materia de "Oposición al juicio", en tanto expresa
que "Si uno o ambos progenitores se oponen a que el hijo adolescente inicie
una acción civil contra un tercero, el juez puede autorizarlo a intervenir en el
proceso con la debida asistencia letrada, previa audiencia del oponente y
del Ministerio Público"(45).
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Al comentar este sistema, Kemelmajer de Carlucci y Molina de Juan
afirman que el Código "se inclinó por un criterio flexible-mixto, que ofrece
una variante muy razonable. Como regla, si se trata de un adolescente, su
'edad y grado de madurez' se presume. Si es un niño, corresponderá al
magistrado valorar en cada supuesto si cuenta con las condiciones
necesarias para llevar adelante una participación autónoma"(46).
Por su parte, Leguizamón expresa que la presunción del art. 677 "tiene
carácter iuris tantum" y "debe ser armonizada con la... norma del art. 26, 2º
párr., y, así, que se presume que el menor adolescente tiene autonomía para
intervenir en un proceso de contar con la edad y grado de madurez
suficiente, ya que de lo contrario habría que presumir directamente que el
menor adolescente tiene madurez suficiente para estar en juicio"(47).
Para Lloveras, Orlandi y Tavip, "el principio general que consagra el art.
677 del CCyCN es que los progenitores pueden representar en juicio a sus
hijos menores... Por otra parte, el hijo adolescente tiene un lugar significativo
en el ordenamiento ya que puede excluir esta representación legal por los
padres, si se dan las condiciones de la norma..."; pero "para los casos en
que los hijos sean menores de 13 años, la regla general es la participación
necesaria e indiscutible de los padres en el proceso. El hijo menor de 13
años debe contar con la representación de sus progenitores para estar en
juicio"(48).
A mi juicio, la lectura de los arts. 677 y 678 permite extraer las siguientes
conclusiones. Cuando se trata de un juicio contra terceros, la ley habilita a
los progenitores a actuar en representación del hijo. Sin embargo, los hijos
tienen la opción de actuar juntamente con sus progenitores o en forma
autónoma cuando cuentan con edad y grado de madurez suficiente. Como
la norma indica, la participación del hijo se alza como un derecho, una
facultad del niño o adolescente, no un deber. Siendo así, no es necesario
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integrar la litis con el traslado de la demanda al niño o adolescente; de lo
contrario, cabría aplicarle las consecuencias de la rebeldía para el caso de
que no se presente en el juicio, cuestión que evidentemente resulta contraria
a la protección de su interés superior. Es él y sólo él quien decide si quiere
participar. Si lo hace, tendrá derecho a ofrecer prueba, solicitar medidas
cautelares, recurrir las resoluciones, etc. Si no se presenta, no se podrá
extraer ninguna consecuencia adversa de su falta de participación y será
suficiente la actuación de sus representantes legales.
Ahora bien, a tenor de lo dispuesto por el art. 678, mientras que el niño
requiere autorización de sus progenitores para estar en juicio, el adolescente
no la precisa, pero los progenitores pueden oponerse a que inicie la acción,
debiéndose resolver la cuestión por venia judicial (previa audiencia del
oponente y del Ministerio Público) y la debida asistencia letrada. Para
habilitar la facultad de los progenitores de oponerse al proceso, resulta
indispensable ponerlos en conocimiento de la demanda formulada por el hijo
en la primera presentación que aquél hiciera, incluso en la etapa de
mediación.
Por otro lado, en los juicios contra los progenitores (donde claramente se
subsumen los procesos de filiación), el art. 679 dispone que el hijo tiene la
opción (no el deber) de reclamarles "por sus propios intereses sin previa
autorización judicial, si cuenta con la edad y grado de madurez suficiente y
asistencia letrada". Es decir, el niño que cuenta con edad y grado de
madurez suficiente (aun antes de los 13 años) puede accionar contra sus
progenitores sin requerir autorización judicial a tales fines, como sí la exigía
el art. 285 del CCiv. derogado(50). Una vez más, será el juez quien determine
si el niño cuenta con tal madurez, la que entiendo se presume con el inicio
de las actuaciones, máxime cuando se trata de un adolescente, en
coherencia con lo normado en los artículos anteriores. En esos supuestos,
el CCyCN dispone la intervención con asistencia letrada.
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El abogado del niño es quien asume "la defensa de los intereses
particulares en un conflicto concreto y presta su conocimiento técnico para
que se dicte una decisión jurisdiccional favorable a la voluntad del niño"(51).
Su intervención como representante del niño implicará que su posición se
considere de manera distinta e independiente, sin que resulte arrastrada por
las otras, surgiendo pues "un nuevo interés autónomo, y de directa atención
por el órgano jurisdiccional"(52).
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En definitiva, mientras el tutor ad litem es una figura ligada a la
incapacidad del niño, que sustituye su voluntad y, por lo tanto, patrocina su
interés superior desde su propia perspectiva de adulto, el abogado del niño
es un personaje vinculado al principio de la capacidad progresiva, que
justamente aparece a raíz de la madurez y desarrollo del niño para participar
en el proceso. En este sentido, el abogado del niño no sustituye su voluntad,
la reproduce o transmite al juez mediante su defensa especializada (como
podría ocurrir con cualquier adulto). Esta distinción demuestra que la
coexistencia de ambas figuras en el ordenamiento civil no es incompatible.
Corresponderá al juez, en función del grado de desarrollo del niño,
determinar si procede la designación de un tutor o de un abogado para
resguardar sus intereses en un pleito donde resulten afectados sus
derechos(56).
Por otra parte, cabe aclarar que la participación del niño con patrocinio o
con la representación de un tutor especial, no enerva la intervención
necesaria del Ministerio Público en los términos del art. 103 del CCyCN.
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defiende la mirada del niño en el conflicto, indispensable para dilucidar con
prudencia dicho interés superior en el caso concreto.
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para lo cual deberá ser asistido por un letrado patrocinante que ejercerá su
defensa técnica.
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Si el hijo ha sido declarado incapaz (art. 32, CCyCN) o incluso durante la
tramitación del juicio de determinación de la capacidad, actuará bajo la
representación de su curador definitivo o provisorio, o en su caso, del
Defensor de Menores e Incapaces.
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representante demuestre la diligencia debida para facilitar la toma de
decisiones de conformidad con las intenciones y deseos de la persona, y si
dichas intenciones y deseos no pueden ser discernidos, el representante
decide considerando no su criterio sino aquél que hubiera sido el criterio de
la persona(65).
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se explica como una cuestión relacional que no sólo incumbe al hijo, sino
que atañe a todas las partes involucradas en las relaciones de
parentesco(68). Así lo considera expresamente el art. 132 del Código Civil
español, fuente de la ley 23.264, que determina: "A falta de la
correspondiente posesión de estado, la acción de reclamación de la filiación
matrimonial, que es imprescriptible, corresponde al padre, a la madre o al
hijo".
El art. 582 dispone que los herederos del hijo "pueden continuar la acción
iniciada por él o entablarla si el hijo hubiese muerto en la menor edad o
siendo persona incapaz. Si el hijo fallece antes de transcurrir un año
computado desde que alcanzó la mayor edad o la plena capacidad, o
durante el primer año siguiente al descubrimiento de las pruebas en que se
haya de fundar la demanda, su acción corresponde a sus herederos por todo
el tiempo que falte para completar dichos plazos"(69).
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al representante a colacionar la donación recibida del causante durante la
vida del representado (art. 2389, CCyCN).
27
ya he destacado que la acción de reclamación de la filiación es inherente
tanto a la persona del hijo como a la de los herederos.
Ahora bien, más allá de estos supuestos tradicionales, existen otros que
podrían plantear la necesidad de abrir la acción a interesados no enunciados
en el texto legal.
28
La búsqueda de los orígenes y la pretensión del emplazamiento filial
encuentran su basamento en el derecho a la identidad que titularizan todos
los integrantes de las distintas ramas que llevan a un tronco común. Para
concretar este derecho es preciso habilitar las vías que permitan acceder a
la justicia. Hace varias décadas Couture observaba que la tutela judicial
efectiva requiere "no ya un procedimiento, sino un proceso. El proceso no
es un fin sino un medio; pero es el medio insuperable de la justicia
misma"(78). En concreto, Bidart Campos afirmaba que "La legitimación
procesal es un problema constitucional que la ley no puede resolver a su
criterio, porque si no asume la convicción de que el sistema de derechos y
garantías de la Constitución se esteriliza cuando la legitimación no le facilita
andamiento, estamos dilapidando todas las prédicas referidas a los
derechos humanos"(79).
Pero, claro está, estos principios deben ponderarse frente a otro que
también tiene rango constitucional y convencional, y justifica las limitaciones
en materia de legitimación en las acciones filiales: la seguridad jurídica.
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Las limitaciones sustanciales y procesales, razonables en términos
abstractos, pueden alzarse como obstáculos frente a peticiones concretas
en resguardo de los derechos fundamentales. Los jueces deben prestar
especial atención a estos supuestos, haciendo uso de los instrumentos
constitucionales y convencionales que permitan alcanzar la justicia del caso.
30
de la acción, y que debía respetarse la decisión de la principal interesada
que no actuó en vida para obtener su emplazamiento filial, pese a tener
conocimiento de su realidad biológica. El tribunal de alzada dio curso a la
acción impetrada, tras subrayar que "en cuestiones referidas al derecho a la
identidad deben eludirse los obstáculos formales, para privilegiar siempre la
búsqueda de la verdad que, como valor primordial debe ser protegido contra
las indebidas conductas o perturbaciones". Y que "en materia filiatoria, cada
sujeto dentro de la sociedad tiene un interés merecedor de tutela jurídica y
es el Estado quien debe velar para que la misma no se constituya en una
mera conceptualización y se efectivice en la realidad". Más allá de estos
argumentos supralegales, la Cámara consideró que en el caso no se había
acreditado el cumplimiento del plazo de caducidad previsto para los
herederos por el Código Civil, pues no surgía con certeza que la madre del
actor hubiera tenido conocimiento en vida de las pruebas necesarias para
fundar la demanda.
3. Legitimación pasiva
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respecto de los dos progenitores. La intervención del cónyuge es necesaria
para garantizar su derecho de defensa en juicio. En caso de haberse trabado
la litis sin su intervención, el cónyuge podrá impugnar la sentencia
acreditando los hechos que descartan la filiación.
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que le corresponde— es que se determine judicialmente quiénes revisten la
calidad de herederos del alegado como progenitor biológico —futuros
legitimados pasivos en el juicio de filiación—, identificación ésta que resulta
imprescindible y sin la cual esta acción no podrá promoverse, vedándosele
de esta manera el acceso a la jurisdicción para obtener el anhelado
emplazamiento filial, lo que implica a la par, la vulneración de la tutela judicial
efectiva...".
4. Allanamiento
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hijo, no sólo modificar el estado de familia de éste, sino también el de los
presuntos padres... Pero como su interés patrimonial no se beneficiaría por
la incorporación de un nuevo heredero, y teniendo en cuenta, además, que
en nuestro régimen sucesorio... los herederos son continuadores de la
persona del causante, nos parece de todos modos aceptable que sean ellos,
los herederos, quienes puedan dar por ciertos los presupuestos en que se
basa la reclamación de filiación..."(93).
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merece el orden público familiar, que involucra en el caso el derecho a la
identidad de las personas —no disponible en nuestro sistema vigente—, no
se ve en este caso alterado ya que el allanamiento efectuado no se apoya
en la sola voluntad de las partes sino en elementos objetivos de juicio que
despejan toda duda razonable".
5. Prueba
6. Sentencia
35
Cuando no resulta acreditado el matrimonio, pero sí se ha probado el
vínculo genético del hijo con ambos progenitores, los principios de economía
procesal y los iura novit curia permiten concluir acerca de la procedencia de
la acción, en cuyo caso el actor quedará emplazado como hijo
extramatrimonial de ambos codemandados. Si el vínculo genético existe
sólo con uno de los requeridos, el juez podrá dictar sentencia rechazando la
demanda respecto del excluido y admitiendo la filiación extramatrimonial de
quien resulte ser el progenitor. Ello en tanto la interposición de una nueva
acción de reclamación de la filiación, esta vez extramatrimonial, sería un
dispendio jurisdiccional incompatible con la necesidad de facilitar el
inmediato emplazamiento filial que se proyecta como un elemento del
derecho a la identidad.
7. Caducidad de la acción
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necesarias para entablar la demanda, se debe a circunstancias o razones
propias de su fuero íntimo (conf. art. 19, CN) que no podrán ser soslayadas
por los herederos; más aún si frente al interés de estos últimos se pondera
la seguridad jurídica sobre la cual se asienta la caducidad de las acciones
de filiación.
37
el magistrado advierta que la demanda interpuesta tiene por objeto
primordial el reconocimiento del derecho a la identidad de los nietos de quien
en vida no ha accionado, y no una finalidad exclusivamente de tinte
patrimonial, podrá disponer la reapertura de la acción a favor de quienes
merecen la tutela de sus derechos fundamentales.
8. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación activa Plazo de caducidad
pasiva
Litisconsorcio
Hijo pasivo necesario Sin plazo
madre y padre
38
Legitimación
Legitimación activa Plazo de caducidad
pasiva
(herederos en su
caso)
Hijo (o herederos)
1.1. Antecedentes
39
del requirente se encontraban en una situación que les hubiera permitido
contraer matrimonio. Esta acción requería de la prueba de la posesión de
estado si se entablaba tras el fallecimiento del supuesto progenitor (art. 325).
Por el contrario, para los hijos adulterinos, sacrílegos e incestuosos, la
acción estaba expresamente prohibida. Lo mismo ocurría con la
investigación de la maternidad de una mujer casada (art. 326). La ley 14.367
equiparó a todos los hijos nacidos fuera del matrimonio, pero mantuvo el
requisito de la posesión de estado para accionar tras la muerte del progenitor
y la prohibición de investigar la maternidad de una mujer casada.
2. Legitimación activa
40
En términos generales, en este punto, me remito a lo expresado respecto
de la legitimación activa en la acción de reclamación de la filiación
matrimonial, con las siguientes salvedades.
41
de la paternidad; esto es, en la ponderación de los valores constitucionales
involucrados realizada por el legislador se ha anulado por completo uno de
ellos, sin que la eliminación del derecho a la tutela judicial efectiva, en su
vertiente de acceso a la jurisdicción..., guarde la necesaria proporcionalidad
con la finalidad perseguida de proteger el interés del hijo y de salvaguardar
la seguridad jurídica en el estado civil de las personas. Pues bien, el
sacrificio que se impone no resulta constitucionalmente justificado desde el
momento en que, aparte de que podría haber sido sustituido por otras
limitaciones (como la imposición de límites temporales a la posibilidad de
ejercicio de la acción), el sistema... no permite, en ningún caso, el
planteamiento y la obligada sustanciación de acciones que resulten
absolutamente infundadas, desde el momento en que, a tal efecto, se prevé
que en ningún caso se admitirá la demanda si con ella no se presenta un
principio de prueba de los hechos en que se funde".
42
judicial de paternidad, las diligencias a que da lugar este artículo,
únicamente podrán promoverse por una vez, contra el supuesto padre".
3. Legitimación pasiva
3.2.1. Antecedentes
43
debiendo designársele un tutor especial para que lo representara en el
proceso (conf. art. 282, CCiv.)(111).
44
nacido, que se concreta en el caso con un emplazamiento filial inmediato,
que no admite demoras ni condicionamientos en función de la edad de su
progenitor.
Azpiri sostiene que el hijo adolescente que decide actuar por derecho
propio debe requerir la autorización de sus progenitores, a tenor de lo
previsto por el art. 645 inc. c) del CCyCN, o, subsidiariamente, la venia
judicial, debiendo en tal caso designársele un tutor especial para que lo
represente(116).
45
presunción, sólo cabe hacer lugar al emplazamiento materno, en la medida
en que no haya existido ninguna forma de emplazamiento paterno(118).
4. Allanamiento
5. Prueba
46
6. Sentencia
8. Gráfico explicativo
47
Madre o padre
o
Hijo Sin plazo
Madre y padre
(herederos en
su caso)
Herederos del hijo:
a) No caduca si el hijo muere siendo
a) Continuar la acción iniciada por menor de edad o incapaz.
el hijo. Madre o padre
b) Si el hijo muere siendo mayor de edad
b) Iniciar por sí la acción si el hijo o y capaz, caduca al año desde que alcanzó
muere siendo menor de edad, la mayoría de edad o la plena capacidad.
incapaz o con capacidad Madre y padre
restringida para entablar acciones c) Si el hijo muere siendo mayor y capaz
de estado. durante el primer año siguiente al
(herederos en
descubrimiento de las pruebas que
su caso)
c) Iniciar la acción si el hijo muere antes del permitían reclamar la filiación, la acción
año desde que alcanzase la mayoría de edad caduca al completarse ese plazo de un
o la plena capacidad o durante el primer año
siguiente al descubrimiento de las pruebas en
año.
que debe fundar la demanda.
1. La disposición legal
El art. 583 del CCyCN regula la actuación del Registro Civil y del
Ministerio Público frente a las inscripciones de nacimiento en las que no
exista reconocimiento paterno, proponiendo una solución que mejora la
antiguamente recogida en el art. 255 del CCiv.
48
por ignorancia, carencia de recursos económicos o de otra índole, o porque
no pretende hacerlo.
Con tal loable finalidad, la disposición legal establece que "En todos los
casos en que un niño o niña aparezca inscripto sólo con filiación materna, el
Registro Civil debe comunicar al Ministerio Público, el cual debe procurar la
determinación de la paternidad y el reconocimiento del hijo por el presunto
padre. A estos fines, se debe instar a la madre a suministrar el nombre del
presunto padre y toda información que contribuya a su individualización y
paradero. La declaración sobre la identidad del presunto padre debe hacerse
bajo juramento; previamente se hace saber a la madre las consecuencias
jurídicas que se derivan de una manifestación falsa. Antes de remitir la
comunicación al Ministerio Público, el jefe u oficial del Registro Civil debe
citar a la madre e informarle sobre los derechos del niño y los correlativos
deberes maternos, de conformidad con lo dispuesto en la ley especial.
Cumplida esta etapa, las actuaciones se remiten al Ministerio Público para
promover acción judicial".
Se busca entonces el goce efectivo por parte de todo niño de los derechos
inherentes al emplazamiento filial, recogiendo una tendencia legislativa
vigente en algunos países por la cual se otorga a los diferentes organismos
del Estado la facultad de realizar indagaciones e iniciar acciones de oficio
con el objeto de investigar la paternidad(123).
2. Antecedentes
49
del padre que no reconoció al hijo, se estaría invadiendo la esfera de su
intimidad, lo que se prestaría —además— a presiones y abusos. Se añadió
que pueden mediar circunstancias personales de orden familiar, así como
de oportunidad y de íntimos sentimientos, que harían desaconsejable e
imprudente autorizar al Ministerio Público a interferir promoviendo acciones
que la madre no desea instar(124). Fue así que puesto a revisión de la Cámara
de Diputados —que también formuló las observaciones pertinentes—, en el
texto final se eliminó la exigencia de que el Ministerio Público citara a la
madre y se requirió su conformidad a los fines de iniciar la acción de
reclamación de la filiación.
3. Supuestos de aplicación
4. Actuación extrajudicial
50
4.1. El circuito legal
El art. 583 del CCyCN prevé dos etapas diferenciadas: una extrajudicial,
en la que se describe la actuación del Registro de Estado Civil y del
Ministerio Público; y otra judicial, en la cual se alude a las facultades de este
último en el proceso de reclamación de la filiación extramatrimonial.
El primer paso que impone el art. 583 del CCyCN es el deber del Registro
Civil de informar a la madre sobre los derechos del niño y los correlativos
deberes maternos, de conformidad con lo dispuesto por la ley especial(127),
lo que también incluye la información sobre las consecuencias jurídicas que
acarrea la determinación de la filiación paterna.
En este sentido, la norma mejora el art. 255 del CCiv. en tanto recoge e
integra la previsión del art. 12 del dec. 415/2006, reglamentario de la ley
26.061, que en su primera parte dispone: "En todos los casos en que se
proceda a inscribir a un niño o niña con padre desconocido, el jefe u oficial
del Registro Civil deberá mantener una entrevista reservada con la madre
en la que se le hará saber que es un derecho humano de la persona menor
de edad conocer su identidad; que, declarar quien es el padre, le permitirá
a la niña o niño ejercer el derecho a los alimentos y que esa manifestación
no privará a la madre del derecho a mantener la guarda y brindar protección.
A esos efectos, se deberá entregar a la madre la documentación en la cual
consten estos derechos humanos del niño, pudiendo el funcionario
interviniente, en su caso, solicitar la colaboración de la autoridad
administrativa local de aplicación correspondiente, para que personal
especializado amplíe la información y la asesore. Asimismo se comunicará
51
a la presentante que, en caso de que mantenga la inscripción con padre
desconocido, se procederá conforme lo dispone el art. 255, CCiv.".
52
4.3.1. Primera etapa: citación a la madre
53
vulnerable del triángulo implicado, e incapaz de asumir la defensa de sus
derechos por sí mismo.
54
La reforma pone fin al segundo debate doctrinario que se suscitó en torno
de lo normado por el art. 255 del CCiv., entre quienes se inclinaban por
sostener la inexistencia de un deber de aportar los datos necesarios para la
individualización del padre(142), y quienes —en minoría— defendíamos este
deber de colaboración, por considerar que el ejercicio de la libertad de
intimidad de la madre encuentra un límite en la vulneración del derecho a la
identidad del hijo (art. 19, CN)(143).
55
debe comunicar a su médico o partera, por escrito, el nombre del presunto
padre y tales profesionales tienen la obligación de transmitir esta información
al organismo pertinente, generando su incumplimiento sanciones tanto para
la madre, como para el médico o la partera (conf. ley 21/12/1956).
En este entendimiento, Alesi opta por una solución extrema, cual es, la
imposición de la sanción de arresto, prevista por el art. 18 del dec.-ley
1285/1958 en el ámbito nacional para el caso de obstrucción del curso de la
justicia. El autor expresa que cuando fracasa la intervención
interdisciplinaria, este arresto "será por lo general la única alternativa frente
al menosprecio de la autoridad del juez y a la violación del derecho a la
identidad del hijo (y de su propio padre, cuando éste ignora su
paternidad)..."(149).
56
las posibilidades de agravar la situación existente son considerablemente
mayores que las que se hallan en otros ámbitos de aplicación.
Galli Fiant afirma, con buen criterio, que la constancia de la presencia del
padre alegado ante el Ministerio Público constituye una prueba contundente
de que ha sido informado acerca de la paternidad que se le atribuye y que
ha tenido la oportunidad de cumplir con su deber de reconocer. Esto tendrá
suma transcendencia a la hora de juzgar las consecuencias de la falta de
reconocimiento voluntario o del reconocimiento tardío(152).
57
5. Actuación judicial: el rol del Ministerio Público en el proceso de
filiación
La redacción del art. 583 del CCyCN, que al final indica que cumplida la
etapa en el organismo administrativo se remiten las actuaciones al Ministerio
Público "para promover la acción judicial", habla, sin lugar a dudas, de la
obligatoriedad de instar el proceso judicial(157), única solución posible a la luz
de los derechos del niño, cuya identidad no puede quedar supeditada a la
decisión del Ministerio Público de iniciar la acción o no hacerlo. No está de
más decir que podría haberse incluido la posibilidad muy excepcional de
evitar la demanda cuando se advierte que el interés del niño podría quedar
comprometido en caso de hacerlo. Así, por ejemplo, el Código Civil de
Portugal dispone que no se podrá promover la acción si la madre y el
presunto padre fuesen parientes consanguíneos o afines en línea recta o
colaterales en segundo grado (art. 1866). De todos modos, esta facultad —
reitero, verdaderamente excepcional— podrá ser considerada por el
magistrado en coherencia con los intereses y principios en juego.
Por otro lado, el art. 583 del CCyCN elimina el requisito de la conformidad
materna para iniciar la acción judicial, despejando años de debates
doctrinarios y jurisprudenciales.
58
La cuestión inherente al rol del Ministerio Público en la acción especial
prevista por el derogado art. 255, mereció respuestas disímiles. Para
Zannoni, Borda, Méndez Costa y D'Antonio, si bien el defensor de Menores
gozaba de legitimación activa para entablar la acción, la madre ejercía la
responsabilidad parental sobre el hijo y, por ende, era su representante en
el proceso. Sin embargo, en los hechos, su conformidad para iniciar el pleito
la situaba procesalmente en calidad de litisconsorte con el Ministerio
Público, y el juicio tramitaría con su intervención en carácter de parte actora,
en representación del hijo menor de edad(158).
59
Esta conclusión se refuerza en la actualidad por la necesidad de
interpretar el art. 583 en consonancia con lo previsto por el art. 103 del
CCyCN, que refiere a las funciones del Ministerio Público. Esta intervención
se proyecta en el ámbito judicial bajo dos modalidades: a) complementaria,
que se presenta en todos los procesos en los que se encuentran
involucrados intereses de personas menores de edad, incapaces y con
capacidad restringida; y b) principal, la que se produce cuando los derechos
de los representados están comprometidos, y existe inacción de los
representantes, cuando el objeto del proceso es exigir el cumplimiento de
los deberes a cargo de los representantes, y cuando carecen de
representante legal y es necesario proveer la representación.
Si ello no ocurre, se abre la acción del art. 583 a favor del Ministerio
Público, cuya intervención será principal en representación del menor de
edad. Se trata de una representación directa del niño en el proceso, en
reemplazo de la que en los términos del art. 582 debiera ejercer su
progenitora, postura que se reafirma tras la reforma al eliminarse el requisito
de la conformidad materna para iniciar la acción(166).
60
Si la progenitora se presenta junto con el Ministerio Público —en cuyo
caso deberá contar con patrocinio letrado, pues el Ministerio Público no le
brinda asistencia técnica a la madre—, no se configura un litisconsorio activo
pues la acción se enmarcaría en los términos genéricos del art. 582,
asumiendo la madre la representación del niño, y quedando relegada la
actuación del Ministerio Público a la intervención complementaria.
Por el contrario, para quienes entendíamos que el art. 255 era un caso de
representación directa por parte del Ministerio Público asumiendo la
legitimación activa que por ley le corresponde al hijo, el arrepentimiento de
la madre —que no era técnicamente un "desistimiento", pues ésta no era
parte en el proceso— no obstaba la continuación de la acción(169). Así,
sintetizaba Azpiri que esta alternativa se justificaba a la luz de diversos
argumentos: a) la acción de reclamación de la paternidad la tiene el hijo y la
madre no es litisconsorte del Ministerio Público; b) la norma exigía su
conformidad para "promover la acción judicial", con lo que otorgada dicha
autorización, finalizaba la actuación de la madre; c) la doctrina de los propios
actos indica que la madre no puede actuar en forma contradictoria con su
proceder inicial; y d) la investigación de la intimidad de la madre ha sido
permitida por ella cuando dio su conformidad con el inicio de la acción, por
lo que el fundamento que se tuvo en mira para implantar esa exigencia
queda superado(170).
61
conformidad de la madre del menor para que el Ministerio Público de
Menores promueva la acción de reclamación de estado, el desistimiento
posterior de aquélla no paraliza la acción". Los principales argumentos
esgrimidos fueron, en primer término, el derecho a la identidad del niño, la
prevalencia de la realidad biológica sobre la voluntad creadora del vínculo y
que el reconocimiento de un hijo constituye un acto jurídico de carácter
individual y unilateral que no requiere el consentimiento materno. En otro
precedente del Superior Tribunal de Justicia de La Rioja, de fecha
22/12/2005(173), se dejó sin efecto la excepción de falta de legitimación
interpuesta por el demandado porque a su criterio y pese a que la madre
había firmado la demanda interpuesta por el Ministerio Público, no se había
acreditado su conformidad expresa. Para así decidir, se subrayó que
"cuando el art. 255, CCiv. ...exige la conformidad expresa de la madre para
iniciar dichas demandas, no requiere el cumplimiento de alguna formalidad
específica ni alude a determinadas formas sacramentales, pues, interpretar
de otro modo la disposición, sería contrariar el espíritu mismo que la anima
y... vulnerar derechos de índole constitucional mediante una interpretación
rígida de la ley". En estos términos, se entendió que resultaba innecesaria
la conformidad expresa de la madre en la demanda, si ésta se infería de los
distintos actos realizados durante la tramitación del proceso.
62
Fe en 1992, se aceptó prescindir del consentimiento materno para iniciar la
acción, fundándose que el Ministerio de Menores está obligado a accionar
para asegurar el derecho a la identidad del niño si cuenta con la información
pertinente. En fin, en las IX Jornadas Interdisciplinarias y la I Conferencia
Internacional de Familia, Menores y Mediación, celebradas en Morón en
2005, se propuso de lege ferenda modificar el art. 255 del siguiente modo:
"Para el caso de que resulten negativas las gestiones extrajudiciales
previstas, el Ministerio Público de Menores deberá promover la acción
judicial correspondiente mediando o no conformidad expresa de la madre
para hacerlo"(180).
Esta conclusión se infiere —como se vio— de la última parte del art. 583,
en tanto señala que cumplida la función del Registro Civil "las actuaciones
se remiten al Ministerio Público para promover acción judicial", y es la única
que se ajusta a la necesidad de garantizar el derecho a la identidad del hijo.
Pero, además, resulta una consecuencia de la actuación principal que el art.
103 inc. b) reconoce al Ministerio Público cuando los derechos de los
representados están comprometidos, y existe inacción de los
representantes, cuando el objeto del proceso es exigir el cumplimiento de
los deberes a cargo de los representantes, y cuando carecen de
representante legal y es necesario proveer la representación.
63
remueva el obstáculo a la actuación directa del Ministerio Público de
Menores. Esta interpretación fundada en la falta de discriminación legal es
razonable considerando el beneficio que significa para el hijo y que afecta a
la intimidad de la madre, lo que ella es hábil para asumir voluntariamente en
el interés de aquél"(183).
Sin embargo, esta misma norma señala que "El consentimiento del
progenitor adolescente debe integrarse con el asentimiento de cualquiera de
sus propios progenitores si se trata de actos trascendentes para la vida del
niño, como la decisión libre e informada de su adopción, intervenciones
quirúrgicas que ponen en peligro su vida, u otros actos que pueden lesionar
gravemente sus derechos...". Del texto legal podría inferirse que debería
integrarse el consentimiento de la madre menor de edad con el asentimiento
de sus progenitores para iniciar la acción de filiación, en tanto se trata —
claramente— de un acto trascendente para la vida del niño. Pero
precisamente el amplio margen de apreciación que surge de la norma,
permite concluir que en este supuesto debe priorizarse la decisión de la
madre por sobre la de los abuelos, cuando ella pretende interponer la acción
y, en consecuencia, garantizar el derecho a la identidad del niño. Ello sin
perjuicio de que si se considera necesario, y siempre que se cuente con el
consentimiento de la madre, se disponga la citación de sus propios
progenitores a los fines de trabajar conjuntamente el camino a seguir para
determinar la filiación del niño. Entiendo que pese a lo previsto por el art.
644 (en cuanto alude a los progenitores adolescentes) la capacidad para
aportar los datos requeridos y brindar la anuencia para el inicio de las
actuaciones se presume con la maternidad misma, por lo que no
corresponde distinguir la situación de la joven según sea mayor o menor de
13 años.
64
En fin, cuando pesa sobre la madre una sentencia de incapacidad o de
restricción de capacidad, cabe distinguir las situaciones posibles. Si ha sido
excepcionalmente declarada incapaz, se trata de un caso donde no existe
posibilidad de interaccionar con el entorno y expresar su voluntad, de modo
que resultará representada por su curador o curadores (art. 32, CCyCN). En
cambio, si la sentencia ha limitado su capacidad, habrá que considerar
cuáles han sido estas limitaciones para determinar si puede actuar por sí
sola, juntamente con quien ejerce la función de apoyo o, en su caso,
representada por éste(184).
1. Concepto y elementos
El art. 584 del CCyCN dispone que "La posesión de estado debidamente
acreditada en juicio tiene el mismo valor que el reconocimiento, siempre que
no sea desvirtuada por prueba en contrario sobre el nexo genético".
La norma mantiene lo reglado por el art. 256 del CCiv. derogado(185), con
dos modificaciones: se ha eliminado el adjetivo "expreso" referido al
reconocimiento, y se ha reemplazado —como en el resto del
ordenamiento— la locución "nexo biológico" por la más acertada fórmula
"nexo genético". Si bien la reforma ha sido fuertemente criticada por lo
primero(186), los cambios resultan más superficiales que sustanciales. En
definitiva, todas las apreciaciones doctrinarias y jurisprudenciales respecto
del valor probatorio de la posesión de estado en el campo del derecho filial
realizadas a la luz del viejo ordenamiento, resultan aplicables a la normativa
vigente.
65
estado asume en muchos casos virtualidad propia, y puede ser considerada
en forma autónoma..."(189).
66
irreversible y definitivo, pues el que haya ejercido los actos de posesión de
estado en el carácter de progenitor ha dado a esos actos efectos
permanentes y perennes e indelegables, que se consolidan a través del
tiempo, y que no podrán ser aniquilados por el otorgante aunque interrumpa
la comisión de esos actos. Es que el beneficiario de la posesión de estado
tiene un derecho adquirido del que no puede ser despojado por la actitud
arbitraria o inconsulta de quien produjo esa posesión de estado mediante
actos propios. En este último sentido le es aplicable la doctrina de los
resultados de los actos propios(195).
67
Por el contrario, Grosman sostenía que el art. 256 del CCiv. derogado se
aplicaba tanto a la filiación matrimonial como a la extramatrimonial en los
supuestos en que por falta de certificado del médico u obstetra que atendió
el parto, se exigiera el reconocimiento expreso de la madre(198).
Por lo demás, y como surge del propio texto legal al hacer referencia a la
prueba en contrario del nexo genético, es evidente que la presunción del art.
584 sólo se aplica en los supuestos de concepción natural y no asistida, en
cuyo caso la voluntad procreacional deberá demostrarse por el
consentimiento informado otorgado por el progenitor.
68
para determinar la filiación, se permitiría, por designios de la voluntad, crear
estados de familia que no se correspondían con el vínculo biológico, y b) la
posesión de estado exigida por el art. 325 importó establecer un requisito
para que prospere la acción, pero no la eliminación de la prueba de la
paternidad en sí misma, es decir, del nexo genético(202).
Tras la sanción de la ley 23.264, el art. 256 del CCiv. se inclinó por el
criterio que otorga a la posesión de estado, debidamente acreditada en
juicio, el valor de un reconocimiento. Esta tendencia fue mantenida por el
art. 584 del CCyCN. En consecuencia, la posesión de estado, no enumerada
entre las formas de reconocimiento previstas por el art. 571 del CCyCN, no
deja de ser un modo de reconocer al hijo a través de la conducta inequívoca
y constante que trasciende en la aceptación voluntaria del estado aparente
que configura el tractatus. Sin embargo, no se trata del reconocimiento
resultante de un acto jurídico familiar que en forma expresa y por escrito
tiene por fin inmediato afirmar la filiación, sino que su entidad se infiere
aprehendiendo los hechos voluntarios en el tiempo. De todos modos, la ley
le otorga el mismo valor que el del reconocimiento, si estos hechos, por su
persistencia, ostensibilidad y reiteración llevan a la convicción del juez de
que constituyeron un comportamiento consciente —por ende voluntario—,
revelador de un vínculo filial real(208).
69
A la luz de la disposición del art. 584, comprobada en esos términos la
situación fáctica de la posesión de estado, el actor no deberá producir
pruebas sobre la existencia del nexo genético, tanto si el progenitor vive
como si ha fallecido. Ello sin perjuicio de que el demandado, como hecho
impeditivo, alegue y demuestre la falta de este nexo. El actor deberá, a su
vez, someterse a las pruebas genéticas que se requieren pues, de lo
contrario, operará el indicio grave que resulta de su negativa (conf. arts. 579
y 580, CCyCN).
70
La posesión de estado de hijo exige la acreditación de un hecho o serie
de hechos mediante los cuales se lleve al juez a la convicción del trato entre
materno o paterno filial. De todos modos, cuadra advertir que esta premisa
no es aceptada en forma unánime por la doctrina, pues mientras algunos —
con quienes coincido— entienden que en determinados supuestos podrá ser
suficiente un solo hecho puntual pero categórico para configurar la posesión
de estado(215), otros afirman que "difícilmente un solo hecho baste para
configurarla, requiriéndose un comportamiento integrado por muchos de
ellos, recíprocos, concurrentes, coherentes entre sí, constantes,
inequívocos, que el juez apreciará con prudente realismo"(216).
71
como sustitutivo del expreso, siendo frecuente también que se llegue a ella
por la apreciación de presunciones que se establecen fundamentalmente
por la declaración de testigos y la inexistencia de algún documento no
desmerece los restantes medios probatorios, ni implica presunción en
contra, ni puede alterar la conclusión que se logra con aquéllas"(223).
Sin perjuicio de ello, debe tenerse en cuenta que muchas veces pueden
darse actitudes y comportamientos contradictorios en los casos en que el
progenitor quiere ocultar la filiación extramatrimonial, fruto de una relación
oculta o secreta. En estos términos, se observó que no es decisivo que el
progenitor haya tenido actitudes contradictorias tales como mandar al hijo a
comer a la cocina cuando él se reunía con sus amigos en el hotel del
pueblo(224) o tratar de ocultar la paternidad(225), u omitirlo en el
testamento(226), si otros hechos revelan que le daba el trato de hijo.
7. Capacidad
72
Los comportamientos configurativos de la posesión de estado no
requieren la capacidad propia de los actos jurídicos, pues sólo se trata de
hechos(229). En este sentido, se ha afirmado que la conducta de una persona
con capacidad restringida que demuestre un trato materno o paterno filial no
debe ser descartada en principio, en la medida que dicha situación no
hubiera afectado la esfera de su vida afectiva, capaz de generar acciones
que evidencien la existencia del lazo filial(230).
73
Esta posesión de estado se evidencia por el comportamiento del presunto
progenitor durante el embarazo de la mujer, es decir, cuando el padre
alegado atendió las necesidades de la futura madre durante el proceso de
gestación(235). Se trata de casos en los que se demuestre cabalmente que el
demandado se consideró partícipe de la procreación, por lo que en principio
no pueden ser desvirtuadas por una actitud posterior diferente(236). Al
respecto, se ha dicho que "es admisible una posesión de estado que sólo
comprende una parte del embarazo de la mujer"(237).
Desde otra perspectiva, debe señalarse que cuando se trata del hijo por
nacer, la presunción del art. 584 debe conjugarse con la establecida por el
585 en cuanto a la convivencia de los progenitores, pues esta convivencia
es, a la vez, configurativa de la posesión de estado. En estos términos, se
resolvió que "el vínculo afectivo que mantuvieron la actora y el demandado,
la familiaridad de trato que se desprende de la documentación acompañada,
como asimismo la relevante presencia del accionado en el hospital el día del
nacimiento son hechos y situaciones todas reveladoras
del tractatus indicador por excelencia de la existencia real de la
paternidad"(238). En la misma línea, se subrayó que "el análisis conjunto del
material probatorio arrimado a las actuaciones permite concluir... que se
encuentra acreditada en autos tanto la posesión de estado de hijo en los
términos del art. 256 del CCiv. como la convivencia de la madre con el
presunto padre durante la época de la concepción en los términos del art.
257 de ese ordenamiento, circunstancias que no han sido desvirtuadas por
prueba alguna en contrario y que permiten tener por acreditada la
paternidad"(239).
Como se dijo, el art. 584 del CCyCN determina que la posesión de estado
debidamente acreditada en juicio tendrá el mismo valor que el
reconocimiento. Es decir, la posesión de estado probada en un proceso
judicial equivale al reconocimiento, pero no es idéntico al reconocimiento
regulado en el art. 571 del CCyCN: la primera constituye un hecho
susceptible de comprobación y apreciación judicial; el segundo es un acto
74
jurídico formal y voluntario que produce ipso iure —sin necesidad de la
intervención judicial— el emplazamiento filial.
75
luego que no es el reconocimiento resultante de un acto jurídico familiar que
en forma expresa y por escrito tiene por fin inmediato afirmar paternidad o
maternidad, sino que su entidad se infiere aprehendiendo los hechos
voluntarios en el tiempo... Pero la ley les da el mismo valor si, por su
persistencia, ostensibilidad y reiteración llevan a la convicción del juez de
que constituyeron un comportamiento consciente —por ende voluntario—
revelador de un vínculo paterno o materno filial real... Si se acuerda en ello,
nos parece que en todos los casos, en que... hubiese existido posesión de
estado debidamente acreditada, debe ceder la aplicación del art. 249
aunque el reconocimiento constitutivo del emplazamiento sea posterior al
fallecimiento... Desde el punto de vista axiológico nos parece preferible la
solución pues en esos casos si bien no existió entre el padre o la madre y el
hijo, durante la vida de éste, el emplazamiento en el estado de familia
mediante título formalmente hábil, existió una voluntad real de aceptar la
paternidad o la maternidad, a través de reconocimientos o del trato que, por
sí mismos, eran presupuesto suficiente para obtener ese emplazamiento...
Resultaría, entonces, injusto medir al progenitor con la misma vara con que
se mide a quien sin haber mostrado interés alguno por su hijo, eludiendo
todo deber o responsabilidad, aparece a la hora de heredarlo mediante el
expediente del reconocimiento formal en el Registro Civil"(244).
Esta postura tuvo eco en el CCyCN, cuyo art. 573 in fine, como vimos,
confiere derechos sucesorios al progenitor que ha reconocido a un hijo ya
fallecido, cuando acredita la posesión de estado de hijo.
76
socioafectiva que ha cobrado especial relevancia en el derecho de
familia(246).
Estas ideas han llevado al autor a criticar lo normado por el art. 584 del
CCyCN, en cuanto a la posibilidad de que la posesión de estado quede
desvirtuada por prueba en contrario sobre el nexo genético, de modo que
"un reconocimiento con posesión de estado durante diez o veinte años podrá
quedar desechado de resultar negativa la prueba biológica"(248). Si bien —
como explicaré en el capítulo X— coincido con Mizrahi en que frente a
determinados contextos la posesión de estado debe operar como un límite
para la procedencia de las acciones de desplazamiento, el art. 584 funciona
en el marco de las acciones de reclamación de la filiación y, por ende, tiene
un objetivo distinto, cual es establecer una presunción iuris tantum tendiente
a favorecer la determinación de la filiación.
77
precedentes que serán considerados en el punto IX de este capítulo y en el
punto IV.3.5.3 del capítulo X.
1. Alcances de la presunción
78
El art. 257 del CCiv. derogado disponía que "el concubinato de la madre
con el presunto padre durante la época de la concepción hará presumir su
paternidad, salvo prueba en contrario"(251).
Se advierte que la norma sigue la línea del art. 257, aunque reformula los
términos utilizados por la ley 23.264, dejando de lado el peyorativo vocablo
"concubinato", y adoptando las expresiones de "convivencia" y "conviviente".
Se reemplaza, asimismo la presunción de "paternidad" por la de "vínculo
filial", sin que este cambio tenga relevancia práctica alguna pues, como se
verá, la norma sólo se aplica en los casos de filiación por naturaleza. Por
último, se modifica la frase "salvo prueba en contrario" por la de "excepto
oposición fundada", conforme se explicará luego.
79
En la actualidad, el CCyCN otorga toda una serie de efectos jurídicos a
las convivencias de parejas con rasgos de singularidad, publicidad y
estabilidad por un plazo mínimo de dos años, a las que denomina "uniones
convivenciales" (arts. 509 y 510). El Código prevé la registración de estas
uniones a los fines probatorios, no constitutivos (arts. 511 y 512), en tanto
con amplitud confiere mayormente los mismos derechos y deberes a las
uniones registradas y no registradas (arts. 513 y ss.).
80
La convivencia a la que alude la norma no implica la conformación de las
uniones convivenciales reguladas en los arts. 509 y ss. del CCyCN(258), que
se configuran cuando existe una unión basada en relaciones afectivas de
carácter singular, pública, notoria, estable y permanente de dos personas
que conviven y comparten un proyecto de vida común durante un período
no inferior a dos años, sean del mismo o de diferente sexo (arts. 509 y 510).
Para la constitución de estas uniones, además, se exigen determinados
requisitos, más allá de los mencionados, tales como que ambos integrantes
sean mayores de edad; que no estén unidos por vínculos de parentesco en
línea recta en todos los grados, ni colateral hasta el segundo grado; que no
estén unidos por vínculos de parentesco por afinidad en línea recta; y que
no tengan impedimento de ligamen ni esté registrada otra convivencia de
manera simultánea (art. 510).
Así, se subrayó que "el concubinato que según el art. 257, CCiv., hace
presumir la paternidad, es el estado matrimonial aparente de hecho, con
comunidad de lecho, domicilio y régimen de vida y no equivale al simple
mantenimiento de relaciones sexuales al tiempo de la concepción"(260). En
esta misma línea, se sostuvo que el art. 257 "alude al concubinato como
estado matrimonial de hecho con sus caracteres distintivos de cohabitación
—es decir comunidad de vida y de hecho— en el que hombre y mujer se
han dispensado recíprocamente el trato y la consideración de los
esposos"(261). También se expresó que "cuando la ley se refiere al
concubinato (art. 257, CCiv.) alude a una unión pública, estable y
permanente de un hombre y una mujer que se dispensen recíprocamente
trato de esposos. Esta unión, con los caracteres señalados, es la que
trasciende en el concepto legal para establecer la presunción de paternidad
de los hijos tenidos por la mujer"(262).
81
esté ausente y, de todos modos, resulte aplicable lo normado en el art. 585
a los fines de favorecer el emplazamiento filial (por ej., el caso de un hombre
casado que no termina de separarse y determinados días de la semana
convive con su cónyuge y otros con su pareja; o también, el supuesto de
quien se encuentra casado y convive en forma secreta con otra mujer). En
rigor, para que opere la presunción del art. 585 basta acreditar la existencia
de una relación con permanencia y estabilidad durante la época de la
concepción del hijo, y la singularidad, es decir, la aparente exclusividad
sexual (sin perjuicio de la eventual existencia de relaciones fugaces con
otras personas).
82
lo que prescribe la norma. En efecto, "habiendo quedado firme la conclusión
de la sentencia que para la época de la concepción había una relación
concubinaria, queda a cargo de la parte que cuestiona la paternidad que la
ley presume producir las pruebas que demuestren lo contrario"(264). En esta
misma línea, se advirtió que habiendo reconocido el demandado la relación
de convivencia con la madre de la niña (relación que ha abarcado el lapso
dentro del cual, conforme a presunciones legales, se produjo la concepción),
"se torna operante el art. 257, sobre todo si lejos de haberse construido una
sólida prueba en contrario que desechara los efectos de tal presunción, las
pruebas apuntalan lo que de ellas surge"(265).
6. La oposición fundada
83
Si bien del art. 585 no surge con claridad qué se entiende por oposición
fundada, la norma parece flexibilizar la fuerza de la presunción, pues ya no
se exige para dejarla sin efecto la producción de prueba, sino tan sólo una
manifestación verosímil de las razones por las cuales no corresponde
aplicarla.
84
Según una tercera interpretación, tal prueba permitiría desvirtuar la
presunción legal, de modo que acreditada la relación de convivencia, sólo
tocará al demandado plantear la exceptio plurium concubentium o probar la
inexistencia del vínculo biológico(272).
85
de la ley 8101 de Paternidad Responsable, con fecha 16/4/2001. Esta norma
puede dividirse en dos partes: la primera —en la que aquí me detendré—
prevé un trámite de tipo administrativo para obtener el reconocimiento
paterno de los hijos extramatrimoniales; la segunda, regula un
procedimiento abreviado para los juicios de filiación.
86
a) La madre puede declarar, bajo juramento, el nombre del presunto
padre ante el registrador auxiliar del centro de salud donde se hubiera
producido el nacimiento o ante el Registro Civil. En dicho acto, debe
advertírsele que, en caso de faltar a la verdad, será investigada por el delito
de falsificación de documento público y responsable por los daños y
perjuicios que ocasione (art. 257 A).
87
aclararse que esta ley sólo resulta aplicable si el presunto padre reside en
el estado mencionado (art. 5°).
88
b) Si el emplazado no formula oposición dentro del plazo de diez días de
haber sido notificado válidamente, el mandato se convertirá en declaración
judicial de paternidad (art. 1°).
Las leyes reseñadas dan cuenta de una tensión entre los derechos
implicados en este tipo de procesos: a) por un lado, el derecho a la identidad
del niño, que se proyecta en un rápido emplazamiento filial a partir de un
trámite abreviado y expeditivo; y b) por el otro, las reglas del debido proceso
y, en particular, el derecho de defensa en juicio del demandado, que se ve
restringido a la única posibilidad de someterse al examen genético y, en
menor término, su libertad de intimidad, ante las consecuencias que se
extraen de su incomparecencia a la citación administrativa o judicial.
89
Esta tensión fue puesta de resalto en un precedente de la sala de
Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República del Perú, de fecha 13/8/2007(277), donde se concluyó que la
normativa cuestionada no atentaba contra los derechos constitucionales a
la libertad y al debido proceso. Con respecto al primero, resaltó que "la
referida ley no obliga al demandado a someterse a la prueba de sangre, ni
que se le conduzca de grado o fuerza... Lo que se evalúa es su conducta
ante un medio probatorio que resulta determinante, y que daría solución a la
litis, y con ello se busca proteger el derecho fundamental a la identidad y al
nombre de la persona... Si bien es cierto que el derecho a la libertad es
fundamental y debe ser protegido, éste al igual que todos los derechos
puede ser regulado, y pueden ser materia de restricciones en tanto se
opongan o relacionen con otros derechos...". En cuanto al debido proceso,
concluyó que "no se aprecia su afectación, toda vez que el demandado tiene
la posibilidad de oponerse a dicho mandato y someterse a la prueba del
ADN... El hecho que el proceso se base en la prueba del ADN se ampara en
que dicho medio probatorio... es considerado científicamente determinante
para dilucidar el caso materia de la demanda, en la medida que otros medios
probatorios, no asegurarían el caso con la certeza que ofrece dicha prueba
biológica".
90
identidad; y b) es idónea para favorecer la obtención de este fin. A su vez, y
de acuerdo con el subprincipio de necesidad, parece corroborarse que la
medida de intervención en el derecho es la más benigna entre todas
aquellas que revisten por lo menos la misma idoneidad para contribuir a
alcanzar el objetivo propuesto, puesto que estos procesos se limitan a
extraer determinadas consecuencias jurídicas de la negativa o
incomparecencia. Por último, conforme el subprincipio de proporcionalidad
en sentido estricto, la libertad de intimidad encuentra su valladar en la
vulneración de los derechos fundamentales de terceros (art. 19, CN), y
resulta aquí claro que la importancia de la intervención en este derecho se
justifica por la trascendencia de la realización del fin perseguido, cual es la
garantía del derecho a la identidad, en especial de niños y adolescentes.
Sobre la base de esta descripción, distintas serán las aristas que habrá
que explorar para determinar si los procedimientos reglados en las diversas
legislaciones se ajustan a las pautas del debido proceso y respetan el
derecho de defensa del presunto padre.
91
administrativo, determinan la posibilidad de ejercer adecuadamente el
derecho de defensa.
92
demandante y como consecuencia en peligro su subsistencia y la de quienes
de ella dependan; vale decir, afectando sus derechos constitucionales"(283).
93
IX. ACCIÓN AUTÓNOMA AL SOLO EFECTO DE CONOCER LOS ORÍGENES
94
existencia de mecanismos procesales que permitan acceder a la verdad
biológica sin necesidad de proyectar tales vínculos entre el requirente y el o
los demandados.
95
frente a otros supuestos, para los cuales está expresamente abierta la
posibilidad de entablar una acción de reclamación de la filiación. De todos
modos, como vimos, esta acción responde a un objetivo específico y tiene
como finalidad el emplazamiento filial, sin advertir la necesidad de distinguir
entre el derecho a acceder a los orígenes y la creación del vínculo jurídico.
Es que si es claro que existe un derecho constitucional a conocer los
orígenes, disgregable del derecho al emplazamiento filial, debe procurarse
la vía procesal para tornarlo efectivo, so pena de agotar el tema en meras
abstracciones teóricas que nos sumergen en la paradoja del reconocimiento
en los papeles de un catálogo de derechos que en la práctica no gozan de
concreción alguna.
96
autónoma, no va detrás del jus persequendi", el tribunal consideró que "la
persona presentante tiene derecho a buscar su identidad y el Estado la
responsabilidad de facilitárselo... Imponer a la persona la realización de una
demanda o una denuncia determinada para conocer su identidad biológica
importa convertir el derecho en obligación a favor del Estado". Sobre esta
base, se dispuso acoger gradualmente a las medidas solicitadas, y resolvió:
a) ordenar la prueba informativa ofrecida por la requirente a la obra social X,
a las Municipalidades de Morón e Ituzaingó, al Instituto X y a la Clínica X, y
ampliarla oficiándose a entidades gubernamentales y no gubernamentales
que gestionan sobre personas desaparecidas; b) fijar audiencias
testimoniales con las personas del núcleo familiar de la peticionante, así
como aquellas que pudieran tener conocimiento de sus orígenes; y c) instar,
conforme surgiera de entrevistas y declaraciones testimoniales, a la
realización de exámenes genéticos entre la presentante y sus hermanos.
97
representante legal, "vulneraba su derecho a la autodeterminación
informativa. Este derecho constituye una manifestación del derecho general
de la personalidad y garantiza una facultad del individuo a decidir por sí
mismo y dentro de qué límites pueden hacerse públicos datos personales.
Una intromisión en este derecho sólo es admisible si la persona interesada
consiente o bien una ley permite tal intromisión sin la voluntad o en contra
de la voluntad del interesado. Por consiguiente, no resultaba admisible que
el padre legal aportara estas pruebas en un procedimiento de impugnación
de su paternidad...". A su vez, el Tribunal reconoció como digno de
protección constitucional el interés del padre legal en la clarificación de los
vínculos biológicos, de forma que instó al legislador a tomar medidas y
establecer un procedimiento adecuado con la única finalidad de determinar
la filiación biológica(295).
98
I. CONCEPTO Y SUPUESTOS
El capítulo 8 del título sobre Filiación del libro Segundo sobre Derecho de
Familia del CCyCN regula en seis artículos lo concerniente a las acciones
de desplazamiento filial o, como allí se denominan, las "acciones de
impugnación de filiación", es decir, aquellas tendientes a extinguir el
emplazamiento filial.
99
II. CONSIDERACIONES GENERALES
100
fundamentación tradicional de este tratamiento disímil como respuesta a los
diversos presupuestos que daban lugar a la determinación de la paternidad
matrimonial y extramatrimonial, se desvanecía en el campo de las acciones
de desplazamiento filial, volviéndose más efectista que real, ya que en uno
y otro caso, se trata de sistemas que en modo alguno permiten verificar la
correspondencia entre el vínculo jurídico y la realidad biológica. Es más, el
reconocimiento constituye al menos un acto voluntario; por el contrario, la
presunción de paternidad prevista en el art. 243 del CCiv. (al igual que la
regulada en el art. 566 del CCyCN) es producto de una ficción basada en el
deber de fidelidad conyugal. Siendo así, resulta claro que la distinción legal
en la materia respondía exclusivamente a una protección exacerbada de la
paternidad matrimonial por sobre la extramatrimonial, aun cuando esta
protección consolidara la preservación de una "familia basada en la
hipocresía"(3).
101
1. Objeto de la acción y supuestos en que procede
102
Mientras en la suposición de parto siempre media una conducta dolosa
de la mujer que aparece por madre, la sustitución de hijo puede surgir a
partir de un obrar doloso o culposo, con o sin intervención de los
progenitores(9).
2. Legitimación activa
103
supuestos padre o madre". De todos modos, tanto la legislación ecuatoriana
(art. 278), como la panameña (art. 251) y la salvadoreña (art. 164) disponen
que "a ninguno de los que hayan tenido parte en el fraude de falsedad de
parto o de suplantación, aprovechará en manera alguna el descubrimiento
del fraude, ni aun para ejercer sobre el hijo los derechos de patria potestad,
o para exigirle alimentos, o para suceder en sus bienes, por causa de
muerte". En fin, el Código Civil portugués determina en el art. 1807 que la
maternidad puede ser impugnada "por la persona declarada como madre,
por el registrado, o por cualquiera que tuviera un interés moral o patrimonial
en la procedencia de la acción o por el Ministerio Público"(10).
2.2. El hijo
104
presentarse dos situaciones: a) que se haya designado uno o más apoyos
a fin de complementar la capacidad de la persona, en cuyo caso el hijo podrá
iniciar la acción por sí con el apoyo que corresponda (art. 38 y concs.,
CCyCN); y b) que se haya designado el llamado "apoyo con representación",
frente a lo cual la acción será ejercida por el apoyo representante(13).
El art. 262 del CCiv. derogado estipulaba que la madre sólo podía ejercer
la acción de impugnación "cuando alegue sustitución o incertidumbre acerca
de la identidad del hijo", de modo que en forma implícita la ley prohibía su
accionar en los casos de suposición de parto. La norma presumía que en
estos supuestos había mediado de su parte una acción para establecer el
vínculo que pretendía atacar, lo que la inhabilitaba a hacerlo, por considerar
que estaría invocando su propia torpeza(14) y que tal proceder configura el
delito de supresión y suposición del estado civil y de la identidad, tipificado
en los arts. 138 y ss., CPen.
La solución legal fue criticada por Azpiri, quien sostiene que "no parece
adecuado" admitir la legitimación de la madre "sin limitar los supuestos que
puede invocar" pues en los casos de suposición de parto "estaría alegando
su propia conducta antijurídica"(15). En sentido contrario, Lloveras, Krasnow,
Herrera, Lamm e Ignacio, han defendido la ampliación normativa resaltando
que garantiza el derecho a la identidad del hijo(16).
105
su conocimiento, pues esta filiación quedó determinada con la presentación
del certificado del médico u obstetra que ha atendido el parto. Incluso es
posible que la mujer no tome conocimiento de tal inscripción por cuanto
quien la realizó fue el cónyuge —de modo que no resulta obligatorio
notificarla de aquélla (conf. art. 565, CCyCN) o, de no ser así, no se dio
cumplimiento con la notificación exigida por la ley.
Así fue resuelto por la sala A de la Cámara Nacional Civil, con fecha
14/3/1986(19), precisamente en un caso de suposición de parto en el que
había intervenido activamente la propia mujer que luego solicitó el
desplazamiento de su maternidad, aplicando el texto del Código anterior a
la sanción de la ley 23.264. En tal fallo se subrayó que "la madre, en
particular, sólo podría accionar si no fue cómplice de la maniobra dolosa que
lleva a atribuirle falsamente su maternidad... El fundamento parece obvio: si
se lo enfoca desde la perspectiva de quienes incurrieron en suposición de
estado civil que ellos coadyuvaron a crear implicaría tanto como conferir
juridicidad a su propia torpeza. Pero aunque no se otorgue al acto el carácter
de torpe, estaría en juego, siempre, la prohibición de venir contra los propios
actos. Máxime si se tiene en cuenta que está en juego el estado civil de las
personas entre cuyos caracteres se encuentra su inalienabilidad y
estabilidad".
106
La impugnación de la maternidad puede ser interpuesta por cualquier
tercero que invoque un interés legítimo, siendo en este sentido innecesaria
la alusión explícita que el art. 588 del CCyCN hace al o la cónyuge (pues
ellos son precisamente terceros con interés legítimo). A diferencia de lo que
acontecía con otras acciones de desplazamiento (básicamente las
vinculadas con la exclusión de la paternidad matrimonial), esta amplitud de
legitimación ya surgía del CCiv. derogado.
107
previamente la verosimilitud de los hechos en que se funda tal interés
legítimo, del modo previsto en el art. 258 del CCiv. derogado para la
impugnación de la paternidad, observando que "los terceros nunca tienen
en esta materia, interés legítimo moral y ético, sino simplemente interés y
avaricia patrimonial"(25). En esta línea de pensamiento, Bedrossian,
cuestionando un fallo de la Cámara de Familia de 1a Nominación de Córdoba
del 23/6/1997(26) (que hizo lugar a la impugnación de la maternidad incoada
por la madre de dos niños —uno de los cuales había fallecido— que habían
sido falsamente inscriptos por su cuñada y el esposo, aunque convivían con
su verdadera madre), subrayó que, en el caso, el interés de la madre "se
basa en una cuestión eminentemente patrimonial, pues resulta claro que
busca fundamentalmente que se le atribuya la maternidad sobre su hijo
premuerto, para poder cobrar su parte proporcional en la herencia... El
fundamento correcto para la resolución del caso no debería centrarse en la
verdad biológica. Ella no constituye un fin en sí misma y por lo tanto debe
existir siempre un particular y real interesado en su invocación, requisito que
a mi entender no se verifica en el presente caso. La verdad biológica por
otro lado no es un principio absoluto...La ley busca en este caso que el
derecho a la identidad sea eso, simplemente un derecho, y no una
imposición a los principales interesados en el asunto cuando ellos no desean
modificar una determinada situación familiar"(27).
108
cabe duda que el principio de la verdad biológica preside el régimen filiatorio
argentino, que el derecho de identidad tiene rango constitucional; y que
éstos deben ser acompañados de la observancia del principio de
transparencia en la determinación filiatoria... Ahora bien, atender a la
clarificación de la filiación a favor de terceros en un tiempo tan distante de la
minoridad cuya finalidad sea borrar la identidad dinámica de aquéllas, sus
atributos de personalidad y patrimonio, siendo la actora una partícipe
involucrada en las relaciones familiares alcanzadas, implicaría posponer
esta otra cuestión liminar: el concepto moderno de persona hace que el
ordenamiento jurídico esté preocupado por los aspectos personales, y deje
en segundo plano las cuestiones exclusivamente patrimoniales. Es por ello
que el análisis que realiza la mayoría de la alzada responde a una
consideración dogmática del ordenamiento jurídico, alejada de la visión
fundamental del juez, que lleva a que la interpretación y el proceso aplicativo
del derecho, lejos de poder entenderse como una operación mecánica pasa
a ser algo necesario y rigurosamente axiológico".
109
Reflexión aparte merece el caso donde se hubiera accedido a la filiación
a través de la gestación por sustitución, figura —como se vio en el punto IX
del capítulo II— regulada en el Anteproyecto y suprimida de la versión final
del CCyCN. En tal supuesto cabría preguntarse si la propia gestante —
"madre" para el ordenamiento civil en los términos del art. 565— se
encuentra legitimada para impugnar la maternidad determinada por ley o, en
su caso, si puede hacerlo la mujer que ha aportado su material genético, en
su calidad de tercero con interés legítimo.
3. Legitimación pasiva
110
a) Si la demanda es interpuesta por el hijo, la acción se dirigirá contra la
mujer que aparece como su madre y contra su cónyuge, cuya filiación
quedará desplazada también de prosperar la acción. En caso de
fallecimiento de uno o ambos demandados, será entablada contra sus
sucesores universales;
4. Prueba
111
aparece como suyo. Si se trata de un caso de sustitución de hijo, deberán
comprobarse las circunstancias en que se produjo el cambio de niños, aun
cuando no pueda demostrarse fehacientemente quiénes fueron los
responsables del obrar ilícito. Idéntica prueba debe producirse si se alega la
incertidumbre acerca de la identidad del nacido(33).
5. Sentencia
6. Caducidad de la acción
112
como su hijo(35). Quien opone a la impugnación la defensa fundada en que
ha transcurrido el respectivo plazo, tiene la carga de acreditar que el actor
había tomado conocimiento de la sustitución o incertidumbre de la identidad
del hijo antes del año de iniciada la acción.
La solución legal fue criticada por Azpiri, quien señala que "parece
cuestionable que la acción caduque para la verdadera madre biológica
porque con ello se está fomentando o permitiendo el tráfico de niños, ya que
al año de producirse la inscripción de nacimiento aquélla vería extinguido su
derecho a impugnar, saneándose de este modo un emplazamiento
irregularmente constituido y contrario a la realidad genética"(36).
Por otra parte, Azpiri controvierte la diferencia de trato entre el hijo (para
quien la acción no caduca) y la madre biológica, al sostener que "la mujer
que dio a luz puede conocer la inscripción del nacimiento pero por razones
de puerperio o de falta de información o de medios no estar en condiciones
de demandar dentro del plazo del año"(37). A su vez, Solari se muestra
adverso a la fijación de plazos de caducidad, pero no sólo con respecto a la
impugnación de la maternidad, sino con relación a todas las acciones de
desplazamiento, pues no se advierten a su juicio razones justificadas para
distinguir la situación del hijo frente al resto de los legitimados. Entiende,
asimismo, que los plazos de caducidad conspiran contra el derecho a la
identidad del hijo y que no se justifican en la actualidad frente al elevado
grado de certidumbre que presentan las pruebas genéticas(38).
El tema será desarrollado con mayor profundidad en el punto IV.7 (al que
me remito). Basta aquí decir que esta diferencia de trato entre el hijo y los
demás interesados —que se replica en todas las acciones de
desplazamiento filial— se justifica, al menos en principio, ponderando los
derechos involucrados. Mientras que la ausencia de plazo de caducidad
para el hijo responde a su carácter de parte más débil o vulnerable en la
relación filial y la protección que merece su derecho a la identidad, el plazo
de caducidad impuesto al resto de los legitimados se asienta en la necesidad
de preservar la estabilidad familiar (basada en el principio constitucional de
la seguridad jurídica) y los lazos socioafectivos que forman parte del derecho
a la identidad en su faz dinámica.
113
7. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación pasiva Plazo de caducidad
activa
Legitimación
Legitimación pasiva Plazo de caducidad
activa
114
1. Objeto de la acción y supuestos en que procede
El art. 589 del CCyCN dispone en su primera parte que "El o la cónyuge
de quien da a luz puede impugnar el vínculo filial de los hijos nacidos durante
el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a la interposición
de la demanda de divorcio o nulidad, de la separación de hecho o de la
muerte, mediante la alegación de no poder ser el progenitor, o que la filiación
presumida por la ley no debe ser razonablemente mantenida de conformidad
con las pruebas que la contradicen o en el interés del niño".
115
Si bien desde de la sanción de la ley 23.264 el carácter matrimonial o
extramatrimonial de la filiación se determina en función de la época
del nacimiento del niño, no de la concepción (art. 566, CCyCN), a la luz de
los parámetros máximos y mínimos de duración del embarazo que prevé el
art. 20 del CCyCN, se optó por conservar este doble sistema de impugnación
de la filiación matrimonial que en la práctica se muestra obsoleto.
Ahora bien, pese a la pretensión de equiparación, del texto del art. 588
en coherencia con lo previsto por el art. 566 se infiere que esta acción sólo
tiene virtualidad práctica cuando se trata de matrimonios de distinto sexo(40).
Y ello por cuanto —conforme se explicó en el capítulo IV— frente a la
utilización de TRHA, la presunción legal de filiación matrimonial pasa a un
segundo plano en tanto, al igual que ocurre en la filiación extramatrimonial,
la real fuente filial está dada por la voluntad procreacional expresada
mediante el consentimiento informado. Siendo así, cuando se trate de
matrimonios de distinto sexo, aún de no haberse prestado tal
consentimiento, la presunción se encuentra vigente y el niño podrá ser
inscripto como hijo del marido, como ocurre ante la filiación por naturaleza.
En todo caso, el marido que no prestó el debido consentimiento podrá probar
que la práctica médica se llevó a cabo sin su anuencia, iniciando —como se
verá— el respectivo proceso judicial. En cambio, tratándose de matrimonios
del mismo sexo, la filiación de la cónyuge de la madre no quedará
determinada de manera automática, a menos que se inscriba su
consentimiento informado para la TRHA, pues es evidente que éste es el
único medio para acceder a la procreación.
116
Al igual que el régimen introducido por la ley 23.264, el CCyCN actual
adopta un sistema abierto o amplio de impugnación de la filiación que
permite probar la inexistencia del nexo genético sin limitarlo a ciertos
presupuestos pretederminados. Ello, por contraposición al
sistema cerrado o restrictivo que regulaba el Código de Vélez y que
determinaba ciertos presupuestos de la acción que, si resultaban
acreditados, permitían al juez considerar si se había probado o no la
inexistencia del vínculo genético y a falta de los cuales no podía intentarse
la prueba de dicha inexistencia(43).
117
época de la concepción y por la cual se pueda afirmar la inexistencia de
relaciones sexuales entre los esposos)(47).
118
Comparto las loables intenciones que subyacen en estas interpretaciones
doctrinarias, pues —como profundizaré en el punto IV.3.5.3— considero que
en determinados supuestos debe limitarse la procedencia de la acción
incoada por los terceros con interés legítimo, dando prioridad a la filiación
socioafectiva. Pero no es ello lo que surge del texto del art. 588. Más bien
todo lo contrario: la norma sólo incorpora el interés del niño como elemento
para justificar la procedencia de la impugnación de la filiación, no su
rechazo. Tan es así que dispone la posibilidad de impugnar alegando que
"la filiación presumida por la ley no debe ser razonablemente
mantenida(53) de conformidad con las pruebas que la contradicen o en el
interés del niño". No se incluye el caso inverso, es decir, aquél en que la
filiación debe ser mantenida pese a la falta de correspondencia de vínculo
genético.
La última parte del art. 258 del CCiv. derogado disponía que: "En todos
los casos del presente artículo, para la admisión de la demanda se deberá
acreditar previamente la verosimilitud de los hechos en que se funda". La
norma encontró su fuente en el art. 127 del Código Civil español, por el cual
en cualquier proceso de filiación —sin distinción alguna— "el juez no
admitirá la demanda si con ella no se presenta un principio de prueba de los
hechos en que se funde".
119
El fundamento de la exigencia de la verosimilitud previa en la acción de
impugnación de paternidad del marido estaba dado, entonces, por la
intención de evitar reclamos infundados que conspiren contra la privacidad
y la estabilidad de la familia. En estos términos, la cuestión prejudicial
exigida por la ley fue considerada un recaudo razonable por un amplio sector
de la doctrina. Así, se señaló que "el juez no dará traslado a la demanda si
previamente no se acredita en forma sumaria la verosimilitud de los hechos
invocados"(55). Para otro grupo de autores, la verosimilitud exigida por el art.
258 introducía una condición inusual en nuestro derecho, un doble período
probatorio no contemplado en el sistema procesal argentino y, además,
resultaba inconsistente con otras demandas admitidas en el derecho de
familia —como la acción de nulidad del matrimonio— donde también se
podía considerar afectado el honor y el prestigio de la parte accionada(56).
3. Legitimación activa
120
En su versión original, dentro del sistema restrictivo previsto por Vélez
Sarsfield, la legitimación activa para impugnar la paternidad resultaba
conferida exclusivamente al marido (art. 256) y, sólo en caso de su
fallecimiento, sin que hubiera caducado la acción, "sus herederos y cualquier
persona que tenga interés actual en ello, tendrán dos meses para interponer
la demanda. Este término correrá desde que el hijo hubiese entrado en
posesión de los bienes del marido. No hay lugar a demanda cuando el padre
hubiese conocido al hijo en su testamento, o en otra forma pública"(61).
121
reforma constitucional del año 1994. Estos cuestionamientos y reproches de
inconstitucionalidad en torno del antiguo art. 259, sobre los que luego me
explayaré, motivaron —como se señala en los fundamentos del Proyecto—
que el art. 590 del CCyCN otorgue legitimación al hijo, al o la cónyuge, a
la madre, y a todo tercero que invoque un interés legítimo.
Como se adelantó, superando los cuestionamientos doctrinarios en torno de la legitimación activa del hijo para
impugnar la paternidad matrimonial, la ley 23.264 le reconoció expresamente acción. La norma recogió una
tendencia cada vez más aceptada en el derecho comparado(67) que refleja los cambios socioculturales
acontecidos en la familia en las últimas décadas. El paso de una organización familiar "patriarcal" de estructura
jerárquica, cuya autoridad máxima era ejercida por el padre/marido, hacia un modelo esencialmente democrático
donde cada uno de sus integrantes ocupa un rol compatible con su consideración de sujeto de derechos, sumado
a la creciente idea de compatibilizar el vínculo jurídico con la realidad biológica, dio pie a la apertura del sistema
filial.
122
judicial (art. 285, CCiv.), y que, en tal caso, dada la notable contradicción de
intereses entre el niño y sus progenitores, debía ser representado por un
tutor ad litem, más allá de la representación promiscua ejercida por el
Ministerio Público(68).
Tal postura fue reafirmada por la Corte Suprema en los casos "O., S. A.
c. O., C. H." y "D. de P. V., A. c. O., C. H.", del 1/11/1999, donde tras
desestimarse la legitimación de la madre, se reconoció la legitimación del
hijo que ya había alcanzado los 14 años(73). Para así decidir, se destacó que
"en el derecho argentino la acción atribuida al hijo en el art. 259, CCiv., es
de inherencia personal, lo cual determina que su ejercicio le corresponda de
manera privativa" y que si bien el joven en el caso había expresado "su
convicción personal de ser hijo de C. P. V. y su deseo de que los jueces en
esta instancia 'resuelvan su problema'", estas manifestaciones resultaban
insuficientes como expresión inequívoca de voluntad en el sentido de
impugnar la paternidad. En estas particulares circunstancias, "la
consideración del interés del menor, que debe orientar el pronunciamiento
del tribunal en el caso concreto..., obsta a considerar abstracta la materia en
debate en el recurso extraordinario, con el consiguiente dispendio de la
actividad jurisdiccional cumplida por el asesor de menores. No obstante,
corresponderá declarar que la acción debe ser continuada o desistida por el
menor S., con la asistencia del Ministerio Pupilar conforme a la ley, en la
instancia correspondiente". Por ello, la Corte resolvió "hacer lugar a la queja
del asesor de Menores, declarar procedente el recurso extraordinario y
revocar la sentencia" pero, "en uso de las atribuciones otorgadas por el art.
16, párr. 2º, ley 48, se dispone que el juez de primera instancia deberá dar
intervención al menor a fin de que se ratifique la demanda establecida por el
Ministerio Pupilar o la desista...".
123
niño, en los autos "D. de P. V., A. c. O., C. H.", del 1/11/1999(74), tras negar
legitimación a la madre para accionar, la Corte señaló en líneas generales
que "el art. 259, CCiv.,... atribuye legitimación activa, no sólo al marido sino,
además, al hijo, y en todo tiempo" y que "en el derecho vigente actualmente
en la República, la negación de legitimación activa de la madre en la acción
de desconocimiento de la paternidad no produce efectos definitivos sobre la
filiación impugnada, ya que dicha acción queda abierta al principal
interesado, que es precisamente el hijo".
124
rechazó in limine las acciones de impugnación de paternidad matrimonial y
de reconocimiento de paternidad extramatrimonial... pues —en el caso— la
postergación de una decisión judicial hasta que cumpla 14 años le obliga a
sostener una identidad que no refleja su realidad personal...".
125
el consiguiente perjuicio para el niño que no podrá hacer coincidir su vínculo
jurídico con la realidad biológica(83).
b) El sistema vigente
126
merece un mayor grado de protección que la extramatrimonial, lo cual
resulta contrario a nuestro orden legal que propugna la equiparación de las
filiaciones y al sistema constitucional que consagra la protección de la
familia, en cualquiera de sus manifestaciones.
127
cuando éste es omiso en el ejercicio de su función representativa, puede el
Ministerio Pupilar actuar supletoriamente en ese mismo carácter de
representante para impedir la frustración de un derecho"(91).
Esta postura fue confirmada tras la entrada en vigor del CCyCN por
Sambrizzi, quien subraya que "por la misma razón por la cual el
representante legal de un menor no puede realizar en su nombre ningún
acto personalísimo, tampoco puede hacerlo el Ministerio Público", pues ello
además configuraría una injerencia arbitraria en su vida privada y familiar,
"teniendo asimismo el niño derecho a no querer conocer —no obstante
poder hacerlo— su realidad biológica o genética, y en todo caso, conocerla
en el momento y de la manera oportuna"(92).
128
CDN por ley 23.849, que reconoce expresamente el derecho de los niños de
conocer a sus padres (art. 7°) y de preservar su identidad (art. 8°)...
Entendemos en el particular que el rechazo in limine de la demanda se
encuentra en abierta contradicción con normas de jerarquía
constitucional...".
129
Por mi parte, me inclino por la segunda alternativa. En efecto, no tengo
dudas de que —salvo en situaciones particularmente excepcionales, como
podría ser el nacimiento fruto de una violación o una relación incestuosa—
el interés del niño en materia filiatoria no puede ser otro que el conocimiento
de la verdad y el emplazamiento en una filiación que se corresponda con su
realidad biológica. Es cierto que puede ser que el niño sostenga una relación
afectiva con el cónyuge de la madre e, incluso, que aun conviva con éste.
Pero la consolidación de esta relación no tiene por qué estar necesariamente
ligada a la permanencia de un vínculo jurídico que no responde a la verdad
biológica. Se trata aquí, en todo caso, de "sumar" y no "restar", es decir, de
colocar a cada uno de los involucrados en la relación familiar en el lugar que
jurídicamente le corresponde. Así, el cónyuge de la madre que sostiene una
relación afectiva con quien no es su hijo biológico será considerado un
progenitor afín, con las implicancias que tal vínculo tiene en nuestro sistema
legal, aun frente a la disolución del matrimonio, cuestión sobre la que me
expediré con mayor profundidad al analizar la legitimación activa del
progenitor biológico, en el punto 3.5 de este apartado.
130
o con capacidad restringida (art. 32, CCyCN) o estén ausentes (arts. 79 y
ss., CCyCN).
3.3.1. Generalidades
Tanto el Código Civil originario como el art. 259 reformado por la ley
23.264 reconocían legitimación activa al marido para desvirtuar la
presunción de paternidad otrora contenida en el art. 243. Incluso se le
reconoció acción en el supuesto de que hubiese reconocido expresamente
131
al hijo, pues pudo en aquel momento creer que el niño era suyo y luego
descubrir que no era cierto(101).
132
insania, o bien con la intervención del Defensor de Menores e Incapaces(106).
La postura amplia fue adoptada en las X Jornadas Interdisciplinarias de
Familia, Niñez, Adolescencia y Mediación celebradas en Morón en 2007,
donde por unanimidad se concluyó: "En el supuesto del 'marido incapaz'
debe preverse la posibilidad de actuación de un curador ad litem en los
supuestos de incapacidad permanente e incertidumbre sobre la evolución
de la enfermedad, de modo de evitar la consolidación del estado de familia
por el solo transcurso del tiempo"(107).
133
Si la sentencia no restringe el ejercicio de las acciones vinculadas al
estado de familia, el cónyuge podrá iniciar la acción por sí solo.
3.4. La madre
3.4.1. Antecedentes(111)
La omisión de la madre entre los legitimados activos para impugnar la paternidad matrimonial en el CCiv. fue
una de las temáticas que más polémicas suscitó en el derecho nacional.
La postura doctrinaria tradicional justificaba tal restricción alegando, fundamentalmente, que la madre que
pretendiera impugnar por derecho propio la paternidad del marido estaría invocando su propio adulterio y, por lo
tanto, la violación del deber de fidelidad emergente del matrimonio. Se sostenía "No se violan los tratados
internacionales al no permitírsele accionar, antes bien se los cumple al privilegiar a la familia, célula básica, pero
preservando el derecho del primer afectado posible, el hijo, a quien se ampara confiriéndole una acción que no
caduca, y del segundo el marido"(112). Desde otra perspectiva, se observaba que "la impugnación de la paternidad
es una acción propia del marido de la madre... Si el legislador quisiera atribuir también a la madre la posibilidad
de discutir la maternidad, debería crear una acción diferente, como la del art. 318 del Código Civil francés, acción
de contestación de la maternidad que se le confiere cuando, tras la disolución del matrimonio, contrae otro con el
verdadero padre"(113). Así también, se afirmaba que la limitación en la legitimación activa no constituía un acto
discriminatorio contra la mujer sino "una limitación al derecho a accionar que obedece a razones de política
legislativa"(114).
134
La tesis negatoria perdió sustento en la doctrina nacional con la reforma
constitucional del año 1994, a partir de la cual la mayoría de los autores
comenzó a cuestionar la limitación del art. 259 del CCiv. por considerarla
violatoria de sendos derechos humanos(117).
135
a impugnar la maternidad. Esta diferencia de trato resultaba injustificada a
la luz de la CEDAW, de donde surge el mandato de asegurar condiciones
de igualdad entre hombres y mujeres, en particular, con respecto "a las
materias relacionadas con sus hijos" (art. 16, inc. d]).
136
indudablemente, debe mantener el equilibrio con la tutela de otros valores
esenciales. De esta tensión entre el imperativo de asegurar el acceso al
conocimiento del vínculo biológico y el de mantener el sosiego y la certeza
en los vínculos familiares, conforme a la ponderación efectuada por el Poder
Legislativo de la Nación, surge la ampliación al hijo de la legitimación activa
en la acción de la impugnación de paternidad, consagrada por la reforma de
la ley 23.264". A la luz de estos argumentos, la mayoría del tribunal concluyó
que la limitación del art. 259 entraba dentro del "razonable margen de
apreciación" que tienen las autoridades del Estado "para adoptar la política
legislativa que estimen apropiada para asegurar el respeto a la vida familiar
y permitir la formación de vínculos familiares perfectos, dentro de un
estándar medio de protección". Y que, además, la negación de la
legitimación a la madre no produce efectos definitivos sobre la filiación
impugnada, "ya que dicha acción queda abierta al principal interesado, que
es precisamente el hijo".
137
examen genético, se ponderó que "la defensa a ultranza de ciertos
principios, como la identidad biológica, que en abstracto son valiosos,
confrontados con la realidad consiguen resultados aciagos y ello se
patentiza cuando, en el caso del menor cuya paternidad se impugna,
visualizado por su madre como un objeto y no como lo que es —un
verdadero sujeto de derecho— se procura reemplazar a quien él tiene por
su verdadero padre, por un desconocido con el que aquélla sostuvo tener
una relación adúltera, destruyendo una relación familiar en la que el menor
se encuentra, como lo reconoce, integrado y feliz. ¿Dónde está el 'superior
interés' del niño que es necesario amparar? No me cabe duda que en este
caso concreto la satisfacción de ese postulado se encuentra en mantener su
actual emplazamiento filiatorio, dejando al menor la posibilidad de que algún
día, cuando cuente con discernimiento, si lo entiende conveniente y
necesario ejercite esa acción impugnatoria, que reviste naturaleza
personalísima". Pese a sus notables buenas intenciones, el fallo confunde
dos aspectos que —como se verá en el punto 3.5— corresponde distinguir:
la cuestión relativa a la legitimación de la temática de fondo vinculada con la
procedencia de la acción.
138
3.4.2. Derecho comparado y proyectos de ley nacionales
139
2008, se propuso el siguiente texto para el citado art. 259: "La acción de
impugnación de la paternidad del marido, podrá ser ejercida por éste, por la
madre, por el hijo o por el pretendido padre biológico. Salvo para el hijo,
quien podrá iniciarla en cualquier tiempo, la acción caduca si transcurren
cinco años desde la inscripción del nacimiento, salvo que pruebe que no
tuvo conocimiento del parto, en cuyo caso el término se computará desde el
día en que lo supo...".
Por citar un ejemplo, Solari afirma que "Ésta es una innovación importante
respecto del régimen anterior... pues la madre es la que en mejores
condiciones se encuentra para saber acerca de la realidad biológica del
niño... Además, la negativa implicaba colocarla en una situación de
desigualdad frente al marido, quien podía impugnar la correspondiente
maternidad matrimonial... En definitiva, el eje de la cuestión debía ponerse,
en todo caso, en la determinación de la realidad biológica y no en otras
circunstancias o consecuencias derivadas de la misma"(132).
3.5.1. Antecedentes(133)
En términos amplios —como ya se señaló— el art. 590 reconoce legitimación para obrar a todo tercero que
invoque un interés legítimo.
La razón fundamental de la reforma fue abrir la posibilidad de accionar a quien era uno de los principales
ignorados por el régimen anterior: el progenitor biológico.
140
Al respecto, se vislumbraban tres tendencias doctrinarias y jurisprudenciales: a) la postura favorable a la
legitimación; b) la postura negatoria, que se inclinaba por mantener la solución normativa; y c) la postura ecléctica
o intermedia, que distinguía según la situación familiar concreta, de modo que si el niño gozaba de posesión de
estado respecto del progenitor biológico, correspondía habilitarlo para ejercer la acción; en cambio, si el marido
de la madre era quien ejercía la posesión de estado, no cabía otorgar legitimación al progenitor biológico para
impugnar la filiación.
141
g) El hecho de negar al presunto progenitor la posibilidad de asumir la
paternidad implica castigar a quien decide aceptar las consecuencias de sus
propios actos.
142
todo el grupo— debe ser examinado bajo el crisol del plexo normativo de
rango superior. Por su último, se hizo referencia a la inobservancia del
derecho al acceso a la justicia como consecuencia del no reconocimiento de
la legitimación activa al verdadero padre.
143
se considera el padre biológico el derecho a determinar fehacientemente tal
paternidad y al ejercicio de una paternidad responsable...".
d) el art. 259 no violenta el derecho a la identidad del hijo, pues éste goza
de la posibilidad de entablar la acción en todo tiempo(148), ni tampoco obliga
al cónyuge de la madre a aceptar imperativamente su calidad de padre, pues
también se encuentra facultado para impugnar su paternidad(149).
e) el trato, los lazos existentes, la inserción del niño en esa familia, los
afectos que le dispensa a su progenitor, no pueden ser borrados por una
acción, que en aras de la verdad biológica pretensa, traspole al hijo a otro
ámbito, trastocando sus relaciones, sus afectos y su identidad
sociocultural(150).
144
posteriores. Los más recientes —como se verá— terminan por adoptar una
posición intermedia porque resisten la acción en virtud de la comprobada
posesión de estado entre el hijo y el cónyuge de la madre.
b) debe priorizarse el interés del hijo para resolver las diversas hipótesis
que pueden presentarse, ponderando que los lazos socioafectivos
constituyen un aspecto del derecho a la identidad en su faz dinámica.
145
e) no se niega el derecho a conocer la verdad biológica, que debe
distinguirse del emplazamiento filial.
Esta tendencia fue seguida por la sala III de la Cámara Civil y Comercial
de Salta, con fecha 10/2/2010(157), en un caso donde el niño había convivido
desde su nacimiento con la madre y el padre biológico, quien había asumido
todos los deberes derivados del rol parental. En tal contexto, la Cámara
resaltó las razones que ameritaban una solución favorable a la demanda, a
saber: a) la posesión de estado del niño respecto del actor; b) el resultado
de la prueba genética que determinó la paternidad del requirente; c) la
146
actitud omisiva del marido de la madre; y d) la acumulación de la acción de
reconocimiento filial a la de impugnación de la paternidad matrimonial.
147
a través del mantenimiento de la paz familiar construida con quienes han
cumplido siempre los roles de madre y padre" (del voto de Pettigiani)(159).
148
convivido con la madre del hijo durante la época de la concepción" (apart.
1.1), la cual "presupone que entre el hijo y su padre no existe ninguna
relación socio-familiar ..., o no ha existido en el momento de su muerte y que
quien impugna es el padre biológico del hijo" (apart. 2).
149
hubiese permitido al padre adoptar al niño y de ese modo establecer el
vínculo, pero afirmó que la razón por la cual los progenitores han decidido
no casarse es irrelevante: "Una solución que no autoriza al padre a crear un
lazo legal con un hijo con el que existe un lazo familiar a no ser que se case
con la madre del niño, es incompatible con la noción de respeto de la vida
familiar". Para el tribunal, el respeto a la vida familiar exige que la realidad
biológica y social prevalezca sobre una presunción legal que choca
frontalmente tanto con los hechos establecidos como con los deseos de las
personas involucradas, sin aprovechar realmente a nadie. Por lo tanto,
concluyó que, "a pesar del margen de discrecionalidad disponible, el país
denunciado no había garantizado a los demandantes el respeto a su vida
familiar a la que tienen derecho en virtud del Convenio".
a) Regla general
b) El progenitor biológico
150
Al reconocer legitimación activa en términos amplios a todo tercero que
invoque un interés legítimo, el art. 590 del CCyCN incluye —como se
anticipó— al progenitor biológico. En este sentido, la norma supera la
inconstitucionalidad e inconvencionalidad del art. 259 del CCiv. derogado,
en tanto garantiza el derecho a la identidad de los dos involucrados en la
relación filial (el hijo y el progenitor biológico), el acceso a la justicia, el
principio de igualdad, y, por todo ello, también el interés superior del niño.
Por estas razones, en principio, la reforma legal fue recibida con beneplácito
por la mayoría de la doctrina(163).
151
genera el convencimiento de que es beneficioso que el Derecho proteja esa
situación'... No se niega el derecho a conocer la verdad biológica sino que
en determinadas circunstancias fácticas, la realidad biológica y el vínculo
filial no se corresponden". El fallo —como se verá— fue revocado por el
máximo tribunal provincial.
Idéntico criterio fue seguido por la sala II del mismo tribunal, con fecha
3/2/2015(170), para desestimar la acción interpuesta por el progenitor
biológico, resaltándose que "Salvo sus manifestaciones... ningún elemento
ha ofrecido la actora en sustento de su postura... Tampoco advierto que
pueda considerarse al actor como tercero interesado ya que, en tal sentido,
estimo que el interesado solamente puede ser aquel que demuestra, como
requisito previo a la procedencia de la pretensión, elementos suficientes que
tornen verosímil el derecho que invoca. De lo contrario bastaría aludir al
tercero pero no cuando además se exige que sea un tercero interesado con
lo cual se está aludiendo a que el interés que invoca debe ser calificado y
no un mero interés de descubrir la verdad... Lo contrario llevaría a que
cualquiera pueda iniciar acciones como la presente en desmedro de la vida
familiar".
152
La satisfacción de este derecho a la identidad no justifica meramente la
apertura de la acción en orden al reconocimiento de la legitimación activa,
sino también la procedencia de la demanda si se comprueba la existencia
de vínculo genético entre el progenitor y su hijo, ya que el derecho a la
identidad no se agota en el caso con el conocimiento de los orígenes sino
que exige la posibilidad de gozar de un emplazamiento paterno filial
coincidente con la realidad biológica y, como consecuencia de ello, ejercer
todos los derechos y deberes derivados de la responsabilidad parental.
En este sentido, coincido con Azpiri cuando afirma: "la verdad biológica
debe prevalecer, sobre todo cuando existe un interés concreto por parte del
interesado en materializarlo. Una vez establecida la verdad biológica, con el
consiguiente correlato jurídico, se deberá adoptar la mejor solución para los
intereses del menor y allí entrarán a resultar significativas las peculiaridades
del caso. La interdisciplina pasará a jugar un papel fundamental para
armonizar los vínculos en conflicto, pero siempre a partir de la verdad y no
de la ficción. El hecho de que el marido de la madre haya asumido el rol de
padre no significa que no pueda quedar sin vínculo jurídico por cuanto en
numerosos casos de familias ensambladas el nuevo marido de la madre
crea relaciones afectivas con los hijos de ella sin tener relación jurídica de
padre"(173). También Solari subraya la necesidad de distinguir la realidad
biológica de la protección y mantenimiento de la intimidad familiar en cuanto
no alterar la situación de hecho del niño, la que podría preservarse "a través
del cuidado personal, una guarda o adopción integrativa, según los casos,
pero nunca ocultando la realidad biológica"(174).
153
Estamos aquí en presencia de una familia ensamblada como tantas otras
que coexisten luego de la separación de los padres y la nueva convivencia
o matrimonio, fenómeno que justamente han sido visibilizado y regulado en
el CCyCN, que legitima la función de los progenitores afines en la vida de
los niños. Este sistema impone a los nombrados el deber de cooperar en la
crianza y educación de los hijos del otro, realizar los actos cotidianos
relativos a su formación y adoptar decisiones ante situaciones de urgencia
(art. 672); admite la delegación de la responsabilidad parental en el
progenitor afín (art. 674) o, incluso, el ejercicio conjunto en caso de muerte,
ausencia o incapacidad del progenitor (art. 675); y además consagra la
obligación alimentaria aun —si bien excepcionalmente— tras la ruptura de
la relación de los adultos (art. 676). Asimismo, pese al silencio legal, se
podría admitir la posibilidad de que pese al desplazamiento filial, el niño
conserve el apellido del cónyuge si resulta socialmente conocido por éste
y/o cuenta con hermanos unilaterales que también lo llevan(175). Por si este
régimen fuera considerado insuficiente, el CCyCN recepta ahora en forma
expresa y sistematizada la adopción de integración, admitiendo esta figura
tanto si el adoptado tiene un solo vínculo filial, como si ostenta doble
emplazamiento (art. 631), en cuyo caso pueden establecerse vínculos con
las variadas alternativas previstas por el art. 621(176).
154
la verdad. Estimo que no corresponde avalar este ocultamiento a través del
rechazo de la acción, sino que, por el contrario, acogiendo la misma debe
contribuirse a que la niña crezca y se desarrolle sanamente. No se soslaya
que la familia P. O. deberá atravesar un difícil momento y que la tan ansiada
paz familiar se verá amenazada cuando todos sus integrantes conozcan la
verdadera identidad de la niña, incluida ella, que deberá afrontar, a su corta
edad, una realidad que no es común vivir. No obstante, entiendo que su
'superior interés' igualmente es que no permanezca con una identidad falsa.
Si bien L. G. podría en cualquier tiempo impugnar la paternidad... advierto
que su 'interés superior' debe concretarse en tiempo presente, precisamente
mientras es niña, crece y se desarrolla. Es en este período de su vida en
que debe formarse su verdadera identidad".
155
impugnar la filiación presumida por la ley, a fin de distinguir su situación de
la de otros terceros con interés legítimo.
Ahora bien, pese a la amplitud del art. 590 del CCyCN, que —como se
vio— abarca en principio los intereses personales o morales y los
patrimoniales— una adecuada ponderación de los derechos involucrados,
exige que la acción de estos terceros sea evaluada con rigurosidad por los
juzgadores, limitándose la legitimación sólo a favor de aquellas personas
que justifiquen un interés ligado al reconocimiento de sus derechos
fundamentales(184).
156
Se supera así el debate doctrinario en torno de la legitimación activa de
los herederos del hijo, no prevista por el art. 259 del CCiv.(185). Esta
restricción fue justificada por algunos autores, como Bossert y Zannoni, para
quienes la solución legal "se corresponde con la imprescriptibilidad que para
él tiene la posibilidad de impugnar, y, también, con el hecho de que la
impugnación, en el caso, implica cuestionar la conducta de quienes son,
formalmente, sus progenitores matrimoniales. Razones de política
legislativa han aconsejado actuar con suma cautela y delicadez de modo
que, muerto el hijo, la acción que para él era imprescriptible y sin sujeción a
plazo de caducidad alguno, no nazca para sus herederos. ...La inherencia
personal de la acción muestra aquí su máxima operatividad"(186). En estos
mismos términos, Borda afirmaba que "la acción del hijo es imprescriptible,
por lo que reconocerla a sus herederos significaría dejar en la incertidumbre
el estado de filiación por un término prácticamente indefinido, con el
agravante de que quizás el propio hijo, al no accionar, ha consentido
tácitamente su situación de tal"(187).
157
Así lo entendió la sala E de la Cámara Nacional Civil, en un precedente
del 22/4/2007(189), que rechazó la acción de la madre del cónyuge —ya
fallecido— para impugnar la paternidad, quien pretendía de tal modo
eximirse de la obligación alimentaria que le correspondía con respecto al
nieto, y excluir al niño de la sucesión de su hijo. Para así resolver, el tribunal
subrayó que "si el hijo de la apelante... 'dejó inadvertidamente pasar el plazo
de un año que le confiere la ley para impugnar su paternidad', tácitamente
se está admitiendo que no es ésta la vía. De lo contrario, se obtendría un
resultado por un camino no autorizado por la ley para el caso de hijos
matrimoniales la que, vencido el plazo de caducidad, sólo confiere acción al
propio hijo". Más interesantes resultan los argumentos vertidos por el asesor
de Menores de Cámara, quien observó: "La supuesta violación del derecho
a la identidad del niño que se ocasionaría de mantenerse una situación
anormal como la que denuncia la actora... no justifica ahora a la abuela para
accionar... porque junto con el derecho a la identidad, el menor tiene derecho
a una familia".
El art. 259 del CCiv. derogado incluía entre los legitimados activos para
impugnar la paternidad matrimonial a los herederos del marido, al disponer
que "en caso de fallecimiento del marido, sus herederos podrán impugnar la
paternidad si el deceso se produjo antes de transcurrir el término de
caducidad establecido en este artículo"(192).
158
La norma preveía dos situaciones distintas: a) la posibilidad de continuar
la acción entablada por el hijo, conforme las normas procesales vigentes en
cada jurisdicción; y b) la posibilidad de iniciar la acción, pero siempre y
cuando el deceso se hubiera producido antes de transcurrir el plazo de
caducidad de la acción del marido. Podría ocurrir también que la inscripción
del nacimiento se produjera luego del fallecimiento del marido, por lo que no
se inició en vida en el plazo para promover la acción. En tal supuesto, no
previsto por la ley, la acción que no existía en vida del marido nacía ex
novo en cabeza de los herederos a partir de la inscripción del nacimiento o
desde que tuvieron conocimiento del parto(193). Lo mismo ocurría si el marido
fallecía sin tener conocimiento del parto de la mujer y, obviamente, tampoco
de la inscripción del nacimiento.
En la actualidad, el último párrafo del art. 590 prevé que "En caso de
fallecimiento del legitimado activo, sus herederos pueden impugnar la
filiación si el deceso se produjo antes de transcurrir el término de caducidad
establecido en este artículo. En este caso, la acción caduca para ellos una
vez cumplido el plazo que comenzó a correr en vida del legitimado".
4. Legitimación pasiva
159
acciones, si se observa que la sentencia que se dicte atribuirá sus efectos
tanto al hijo como a la madre en virtud de la correlatividad que importa el
estado de familia mismo. La extramatrimonialidad, que será consecuencia
del desconocimiento de la paternidad, no podría declararse sólo respecto
del cónyuge(196).
160
doble carácter, como demandada directa a título personal y como
demandada en su carácter de heredera del hijo. Si no fuera la madre la
heredera del hijo, deberá determinarse quiénes son sus sucesores para
dirigir la acción contra éstos(202). Lo mismo ocurre frente al supuesto del
fallecimiento de la madre, en que lo más probable es que el propio hijo sea
el heredero, actuando en tal caso a título propio y en su condición de sucesor
universal de su madre.
5. Prueba
La segunda parte del art. 589 del CCyCN dispone para acreditar la
ausencia de vínculo filial, quien interpone la acción se puede valer de todo
medio de prueba, pero no será suficiente la sola declaración quien dio a luz.
Esta disposición es coherente con el sistema abierto de impugnación de la
filiación y con el principio general de amplitud probatoria que gobierna las
acciones de filiación (conf. art. 579, CCyCN).
161
deberá ser apreciada en forma muy estricta, oponiendo razones de real peso
que no puedan ser resueltas a través de otros mecanismos que la ley brinda
para garantizar los derechos del niño (me remito a lo expuesto en el punto
II.1).
6. Sentencia
162
Si la sentencia acoge la demanda, queda desplazado el vínculo filial con
el cónyuge de quien dio a luz y el hijo quedará inscripto como hijo
extramatrimonial de la progenitora. En tal supuesto, queda abierta la
posibilidad de que el progenitor biológico formule el reconocimiento del hijo
o, en su caso, éste promueva la acción de reclamación de la filiación en los
términos del art. 582 del CCyCN.
7. Caducidad de la acción
En el mismo sentido que el art. 259 del CCiv. derogado, y al igual que
ocurre con el resto de las acciones de desplazamiento, el art. 590 del
CCyCN prevé que la acción de impugnación de la filiación presumida por la
ley no caduca para el hijo mientras viva. En estos términos, la norma
expresa: "El hijo puede iniciar la acción en cualquier tiempo".
163
Algunos autores han criticado la solución legal, por cuanto consideran que
debió establecerse un plazo de caducidad cuando se verifica la
consolidación de la posesión de estado del hijo con el cónyuge de la madre
—tal como lo hacen el derecho francés o el español—(210). No comparto esta
postura, que podría ser admisible frente a la acción del cónyuge, de la madre
o —como se explicó— de otros terceros con interés legítimo, pero nunca
ante el reclamo del hijo, que pudo haber transcurrido toda su vida —
especialmente durante su menor edad— viviendo con la familia matrimonial
y tomar conocimiento de su verdadera identidad años más tarde, sin que
esta consolidación de la relación afectiva justifique la improcedencia de la
acción, máxime cuando queda a criterio del hijo su promoción.
7.2.1. Antecedentes
El art. 254 del CCiv. originario disponía que la acción del marido —único
legitimado fuera del hijo— para impugnar la paternidad matrimonial
caducaba en el plazo de sesenta días desde el conocimiento del parto. La
reforma introducida por la ley 23.264 amplió ese plazo a "un año desde la
inscripción del nacimiento, salvo que pruebe que no tuvo conocimiento del
parto, en cuyo caso el término se computará desde el día en que lo supo"
(art. 259, CCiv. derogado).
164
inconstitucional, en tanto produce un bloqueo procesal para materializar un
derecho fundamental en un reclamo judicial, sin razón axiológica de peso,
más allá del argumento que no compartimos de la nominada estabilidad
familiar..."(213). En fin, se sostuvo que el plazo de caducidad no se justifica
en la actualidad frente al avance de las pruebas genéticas y que ello implica
una espera para el hijo en la determinación de su verdadera filiación, con el
consecuente daño que se produce por haber convalidado una ficción basada
en la mentira en lo que respecta a su realidad biológica(214).
165
b) el principio de no discriminación, por cuanto el plazo impuesto al marido
en la acción de impugnación de la paternidad matrimonial difería del previsto
para el reconociente en la acción de nulidad del reconocimiento por vicios
del consentimiento;
A este primer fallo le siguió otro del Tribunal de Menores n° 1 de Mar del
Plata, del 20/10/2003(220), en el que se resolvió "flexibilizar el plazo de
caducidad para el padre" y, en consecuencia, "considerar el plazo previsto
por el art. 259, CCiv. a partir del conocimiento de la realidad biológica del
niño". Para así decidir, se tuvieron en cuenta los derechos en juego, en
166
especial el derecho a la identidad y el acceso a la justicia, destacándose que
"si se atiene la situación del niño al plazo de caducidad, preservándolo, se
mantiene también la actual cobertura familiar de un niño que
necesariamente se verá expuesto a la exclusión y desconocimiento de su
propio origen, cuando tampoco es posible morigerar ello con la defensa que
transcurre su desarrollo en un hogar armonioso, que privilegia
exclusivamente su interés, cuando es el 'padre legítimo' quien lo impugna".
167
madre de la posibilidad de elegir recurrir o no a reclamar la tutela
jurisdiccional de su derecho", b) el derecho de igualdad, en tanto la ley
"dispensa un trato distinto a los diversos miembros de la relación paterno-
filial, otorgando al hijo la posibilidad de ejercer la acción sin plazo alguno que
la limite, mientras que al padre se le fija un lapso excesivamente limitado de
tiempo para accionar, lo cual, efectivamente, resulta discriminatorio, pues
dicha distinción no obedece a criterios objetivos y razonables"; y c) el
derecho de propiedad, "al verse obligado a afrontar la obligación alimentaria
que la ley le impone fundada en la patria potestad".
168
postula que cuando la posesión de estado coincide con el título, la acción
prescribe a los cinco años contados desde el día que la posesión de estado
ha cesado. Nadie puede impugnar la filiación cuando la posesión de estado
que coincide con el título ha durado por lo menos cinco años desde el
nacimiento o el reconocimiento (art. 333). En cambio, a falta de posesión de
estado conforme el título, la acción puede interponerse dentro los diez años
contados desde el día en que la persona comenzó a gozar del estado que
se impugna (arts. 321 y 334). Con similares intenciones, el art. 73 del Código
de Familia de Costa Rica, prescribe: "La acción del marido para impugnar la
paternidad podrá intentarse en cualquier tiempo... Se exceptúa el caso en
que el hijo estuviere en posesión notoria de estado, en cuyo supuesto la
acción deberá intentarse dentro del año siguiente a la fecha en que el marido
tuvo conocimiento de los hechos que le sirven de fundamento para la
impugnación".
Una postura amplia se observa en el Código Civil de Brasil, cuyo art. 1601
expresa que "cabe al marido el derecho de contestar la paternidad de los
hijos nacidos de su mujer, siendo tal acción imprescriptible"(228).
169
Civil de Puerto Rico. El art. 243 del Código Civil ecuatoriano, subraya que la
impugnación del marido "deberá hacerse dentro de los sesenta días,
contados desde aquel en que tuvo conocimiento del parto". En fin, el art. 115
del Código de Familia de Honduras prevé que "la demanda para impugnar
la paternidad deberá entablarse dentro del primer año, contado desde la
fecha del nacimiento del presunto hijo o desde aquella en que el interesado
tuvo noticia del hecho".
170
7.2.3. El plazo de caducidad en el CCyCN
Ahora bien, la reforma del cómputo del plazo de caducidad no puso fin al
debate en torno de la diferencia de trato entre la acción del hijo y la de los
demás interesados, persistiendo las voces autorales que se inclinan por su
inconstitucionalidad(233). En esta postura se enrola Azpiri, quien afirma que
"al poder el hijo demandar en todo tiempo, se produce una desigualdad ante
la ley y el emplazamiento no queda definitivamente consolidado"(234).
También Lloveras insiste en que los plazos de caducidad en las acciones de
filiación cercenan la determinación de la verdadera filiación, desdibujando
los derechos personalísimos que derivan de este vínculo, en especial, el
derecho a la identidad(235). En fin, Solari expresa que "La circunstancia de
que el actual art. 590 haya previsto que el año se contará no solamente
desde la inscripción del nacimiento sino desde que se tuvo conocimiento de
que el niño es hijo de quien la ley lo presume, tampoco alcanza para justificar
la fijación temporal de dicho plazo", que "estaba dado en función de otros
parámetros sociales". En la actualidad, "el derecho a la identidad —en el
caso, la realidad biológica—, con jerarquía constitucional, justifica la
supresión del plazo de caducidad"(236).
171
Disiento con estas observaciones(237). El plazo de caducidad establecido
por la ley encuentra su justificación —reitero— en la consolidación del
estado de familia del que goza el hijo por un lapso prudencialmente breve,
lo cual constituye, a su vez, un requerimiento de estabilidad de las relaciones
jurídicas. Desde la perspectiva constitucional, la caducidad tiende a
preservar el principio de la seguridad jurídica, que en el caso se traduce en
la necesidad de garantizar la permanencia de los vínculos filiales
socioafectivos, así como cierta previsibilidad acerca de los efectos de las
conductas de las partes interesadas.
172
del plazo de caducidad desde que se tiene conocimiento de la verdad sobre
el vínculo, y la importancia de preservar las relaciones consolidadas sobre
la base de la socioafectividad, aspecto relevante de la identidad individual y
familiar, que también merece ser considerado. Transcurrido el plazo de los
demás interesados, se reserva la decisión exclusivamente al hijo,
garantizando también su libertad de intimidad.
El último párrafo del art. 590 del CCyCN prevé que "En caso de
fallecimiento del legitimado activo, sus herederos pueden impugnar la
filiación si el deceso se produjo antes de transcurrir el término de caducidad
establecido en este artículo. En este caso, la acción caduca para ellos una
vez cumplido el plazo que comenzó a correr en vida del legitimado".
173
8. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación pasiva Plazo de caducidad
activa
Litisconsorcio pasivo
necesario madre y
Hijo cónyuge Sin plazo
(herederos en su caso)
Litisconsorcio pasivo
necesario hijo, madre y Un año desde la inscripción del nacimiento o
Tercero con cónyuge desde que se tuvo conocimiento de que el
interés legítimo niño podría no ser hijo de quien la ley
presume
(herederos en su caso)
Dispone el art. 591 del CCyCN que "El o la cónyuge de la mujer que da a
luz puede negar judicialmente el vínculo filial del hijo nacido dentro de los
ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio. La acción
caduca si transcurre un año desde la inscripción del nacimiento o desde que
se tuvo conocimiento de que el niño podría no ser hijo de quien la ley lo
presume. Si se prueba que el o la cónyuge tenía conocimiento del embarazo
de su mujer al tiempo de la celebración del matrimonio o hubo posesión de
estado de hijo, la negación debe ser desestimada. Queda a salvo, en todo
caso, la acción de impugnación de la filiación que autorizan los artículos
anteriores. Esta disposición no se aplica en los supuestos de técnicas de
reproducción humana asistida cuando haya mediado consentimiento previo,
174
informado y libre, con independencia de quienes hayan aportado los
gametos".
175
términos, que permiten presumir que el cónyuge es el progenitor del nacido,
por aplicación de la doctrina de los propios actos.
La norma mejora la redacción del art. 260 derogado por cuanto —en
coincidencia con lo expresado por la doctrina mayoritaria(249)— comprime en
el segundo supuesto, la posesión de estado de hijo, los dos casos otrora
enunciados: si luego del nacimiento el cónyuge reconoció como suyo
expresa o tácitamente al hijo, y si consintió que "se le diera su apellido en la
partida de nacimiento"(250). Como se vio en el punto VI del capítulo IX, la
posesión de estado se exterioriza en ciertas acciones o conductas que
ponen en evidencia la asunción de las obligaciones y facultades derivadas
del rol paterno filial, tales como la asistencia, el cuidado, la educación del
niño, etc.
176
estuviera presente en el acto para asegurarse que no se inscribiera al niño
como hijo suyo(252).
3. Procedimiento
4. Legitimación activa
177
sola voluntad del padre el ejercicio de esta acción... No resulta comprensible
que se niegue al hijo el planteo de una acción de prueba simple que hace al
esclarecimiento del vínculo. Igual razonamiento cabe aplicar a la madre y al
padre biológico, más aun cuando, se trata de un hijo concebido antes del
matrimonio no cabiendo la excusa del adulterio de la madre"(257). Esta
legitimación amplia surge de algunos ejemplos del derecho comparado. Así,
el art. 117 del Código Civil español autoriza a la madre a formalizar junto con
su marido una declaración negativa de su paternidad. En el mismo sentido,
el art. 1840 del Código Civil de Portugal extiende la acción de
desconocimiento simple a la madre. En fin, el art. 233 del Código Civil
italiano legitima para el inicio de esta acción a ambos cónyuges y al hijo.
5. Legitimación pasiva
6. Prueba
178
Dos últimas cuestiones merecen destacarse en materia probatoria.
179
una acción de reclamación de la filiación matrimonial (art. 582, CCyCN)(262),
o bien plantearla por vía reconvencional en el mismo proceso(263).
7. Sentencia
8. Caducidad de la acción
180
computa desde la inscripción del nacimiento o desde que se tuvo
conocimiento que el niño podría no ser hijo de quien la ley presume.
9. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación activa Plazo de caducidad
pasiva
Cónyuge
Litisconsorcio
Sólo si el niño nace dentro de los 180 días pasivo necesario Un año desde la inscripción
siguientes a la celebración del madre e hijo del nacimiento o desde que
matrimonio, salvo que se pruebe: a) que el se tuvo conocimiento de que
cónyuge tenía conocimiento del embarazo el niño podría no ser hijo de
(herederos en su quien la ley presume
al tiempo de la celebración del
caso)
matrimonio, o b) que hubo posesión de
estado de hijo
El art. 592 del CCyCN prevé que "Aun antes del nacimiento del hijo, el o
la cónyuge pueden impugnar preventivamente la filiación de la persona por
nacer. Esta acción puede ser ejercida, además, por la madre y por cualquier
tercero que invoque un interés legítimo. La inscripción del nacimiento
posterior no hace presumir la filiación del cónyuge de quien da a luz si la
acción es acogida. Esta disposición no se aplica en los supuestos de
técnicas de reproducción humana asistida cuando haya mediado
consentimiento previo, informado y libre, con independencia de quienes
hayan aportado los gametos".
181
El Código mantiene la posibilidad de impugnar preventivamente la
filiación presumida por la ley, conforme lo estipulaba respecto de la
paternidad matrimonial el tercer párrafo del art. 258 del CCiv. derogado, al
decir: "aun antes del nacimiento del hijo, el marido o sus herederos podrán
impugnar preventivamente la paternidad del hijo por nacer. En tal caso la
inscripción del nacimiento posterior no hará presumir la paternidad del
marido de la madre sino en caso de que la acción fuese rechazada"(269).
182
separados de hecho pero el niño de todos modos nacerá dentro de los
plazos previstos por el art. 566; o cuando el cónyuge estuviera próximo a
morir y pretende de este modo evitar que se le impute post mortem una
filiación que no le pertenece.
Por último, debe destacarse que se trata de una acción facultativa para
su titular(280), quien puede optar por esperar al nacimiento del niño e iniciar
la acción de impugnación de la filiación presumida por ley los términos
genéricos previstos por los arts. 589 y ss.
2. Legitimación activa
3. Legitimación pasiva
183
conjuntamente contra el cónyuge (o sus herederos en caso de haber
fallecido) y el hijo por nacer. En fin, si la acción es interpuesta por un tercero,
deberá demandarse conjuntamente a ambos cónyuges y al hijo por nacer.
En todos los supuestos se conforma un litisconsorcio pasivo necesario.
4. Prueba
5. Sentencia
Si la sentencia favorable se dicta antes del nacimiento del niño —lo cual
en la práctica es poco probable—, no operará la presunción de filiación
establecida por el art. 566 y se impedirá la inscripción del niño como hijo del
cónyuge. El niño será reputado hijo extramatrimonial de la mujer que dio a
luz y podrá, en ese caso, ser reconocido por su progenitor biológico o
interponerse —si ello no sucede— la acción de reclamación de la filiación
extramatrimonial en los términos del art. 582(283).
184
tanto se dicte sentencia, si es que ésta rechaza la demanda(286). Lo contrario
resultaría violatorio del derecho a la identidad del niño, que se proyecta en
la inscripción inmediata de su nacimiento y su emplazamiento filial al menos
en cuanto al vínculo que se encuentra claramente determinado.
6. Caducidad de la acción
185
7. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación pasiva Plazo de caducidad
activa
El art. 593 del CCyCN dispone en su primera parte que "El reconocimiento
de los hijos nacidos fuera del matrimonio puede ser impugnado por los
propios hijos o por los terceros que invoquen un interés legítimo".
186
con la realidad genética. Esta acción se dirige entonces a desvirtuar el
reconocimiento formulado por cualquiera de las formas previstas por el art.
571, más no cuando la filiación es el resultado del uso de TRHA y el acto
por el cual aquélla queda determinada es el consentimiento informado,
proyección de la voluntad procreacional(292).
187
mientras que la impugnación del reconocimiento tiene lugar cuando se
sostiene que se ha reconocido como propio a un hijo que no lo es(297).
188
hijo, como actores, sólo tendrán que probar que el reconociente no es el
padre si éste demostrara la verosimilitud de la convivencia con la madre del
reconocido en el período de la concepción". Por su parte, el art. 1860 hace
referencia a la acción de nulidad por error o coacción, al disponer que "1. El
reconocimiento es anulable judicialmente a requerimiento del reconociente
cuando estuviera viciado por error o coacción moral. 2. Sólo es relevante el
error sobre las circunstancias que hubieran contribuido decisivamente para
el convencimiento de la paternidad. 3. La acción de anulación caduca en el
plazo de un año, a contar desde el momento en que el reconociente tuviera
conocimiento del error o hubiera cesado la coacción, salvo si fuera menor
no emancipado o interdicto por anomalía psíquica; en este caso, la acción
caduca cuando hubiera transcurrido un año desde la mayoría de edad,
emancipación o levantamiento de la interdicción". A su vez, el art. 1861 hace
referencia a la anulación por incapacidad y prescribe: "1. El reconocimiento
es anulable por incapacidad del reconociente a requerimiento de éste o de
su padre o tutor. 2. La acción puede ser intentada dentro de un año contado:
a) desde la fecha del reconocimiento, cuando fuera intentada por los padres
o tutores; b) desde la mayoría de la edad o la emancipación, cuando fuera
intentada por el que reconoció antes de la edad exigida por ley; c) desde
que termina la incapacidad, cuando fuera intentada por quien reconoció
estando interdicto por anomalía psíquica o notoriamente demente"(302).
189
diversos supuestos en los que la impugnación procede, entre los cuales se
enumeran cuestiones atinentes a la eficacia del acto jurídico. Así, el art. 263
regula la llamada "impugnación del reconocimiento por defecto de
veracidad", señalando que "el reconocimiento puede ser impugnado por
defecto de veracidad del autor del reconocimiento, por aquel a quien se
hubiera reconocido o por cualquiera que tuviera un interés en hacerlo".
Seguidamente, y ya refiriéndose concretamente a supuestos que implican
un acto viciado, el art. 265 afirma que "el reconocimiento puede ser
impugnado por violencia contra el autor del reconocimiento dentro del año
desde el día en que la violencia haya cesado. Si el autor del reconocimiento
es menor, la acción puede ser promovida dentro de un año de haber arribado
a la mayoría de edad". A su vez, el art. 266 dispone que "el reconocimiento
puede ser impugnado por la incapacidad que deriva de la interdicción judicial
por el representante del interdicto y, después de la revocación de la
interdicción, por el autor del reconocimiento, dentro de un año de la fecha
de la revocación"(303).
Los actos jurídicos pueden ser nulos o inexistentes. Serán nulos cuando
se verifica la falta o defecto de alguno de los presupuestos o condiciones de
validez que la ley exige para que el acto produzca en plenitud sus efectos
propios. En cambio, serán inexistentes cuando se constata la ausencia de
los elementos estructurales o condiciones de existencia del acto.
190
suficientes para reconocer hijos (art. 375, inc. c])(305) o por quien se atribuye
esa calidad sin tener poder(306).
En definitiva, y más allá de las formalidades del acto, lo que debe prevaler
es la protección del derecho a la identidad del niño, de modo que si el
magistrado advierte que el reconocimiento formulado sin reunir las
condiciones de existencia del acto no se ajusta a la realidad genética, por el
principio de economía procesal, deberá dejarlo sin efecto de oficio y evitar
la sustanciación de un nuevo proceso que tienda a acreditar la inexistencia
del acto jurídico. En cambio, si se verifica que quien ha reconocido en estos
términos al hijo es en definitiva el progenitor biológico, deberá procurar los
medios necesarios para formalizar ese reconocimiento del modo exigido por
el art. 571 del CCyCN. Así, por ejemplo, podrá citar al progenitor para
ratificar su paternidad en el expediente y ordenar su inscripción, o en caso
de no mediar conformidad del reconociente, disponer la realización de la
prueba genética y declarar la filiación del modo previsto por el art. 582.
4. Legitimación activa
191
Esta distinción podría tener fundamento en que, en el matrimonio, la
filiación se determina por una presunción legal que opera de pleno derecho;
en cambio, fuera del matrimonio, la paternidad queda atribuida por el
reconocimiento que puede formular cualquier persona sin que se requiera el
consentimiento de la madre, de modo que ésta pudo haber ignorado que
quien no es el progenitor se presentó a reconocer a su hijo. Pero lo cierto es
que estas divergencias no alcanzan para justificar un tratamiento disímil en
uno y otro caso, que resulta discriminatorio y contrario al principio de
equiparación de las filiaciones (art. 558, CCyCN).
192
"en el caso de hijos menores impúberes... la acción de impugnación de
paternidad los situará ante una evidente oposición de intereses con el
progenitor y sólo tratándose de menores adultos, incapaces relativos de
obrar", pero "en el caso, los hijos fueron reconocidos por ambos
progenitores... y para impugnar la paternidad la madre se erige, de pleno
derecho, en la representante del hijo en el pleito...". En fin, en un fallo de la
sala 1a de la Cámara Civil y Comercial de Posadas, del 4/4/2008(314), se hizo
lugar a la impugnación del reconocimiento interpuesta por la madre en
representación de su hija —que en instancia de apelación arribó a la mayoría
de edad—, en un caso en que el reconocimiento se había realizado sin el
consentimiento de la demandante y en forma unilateral e inconsulta.
Al igual que el art. 263 del CCiv. derogado, el art. 593 del CCyCN prevé
un sistema amplio de legitimación —ahora asimilado al del resto de las
acciones de desplazamiento—, en el que incluye al hijo y a los terceros que
invoquen un interés legítimo(316).
A diferencia del sistema anterior, que aludía en forma genérica a "los que
tengan interés en hacerlo", el art. 593 precisa con acierto que este interés
debe ser legítimo, limitando la acción frente a otros terceros como los
legatarios, los donatarios y cesionarios a título gratuito, a quienes algunos
autores consideraban legitimados por cuanto éstos podrían enfrentarse a
una acción de reducción de las liberalidades interpuesta por el hijo
extramatrimonial en defensa de su porción legítima(317).
193
pretende desplazar a su supuesto hermano a los fines de excluirlo de la
vocación sucesoria)(318).
194
con los análisis genéticos y que, en definitiva, demuestra si hay vínculo
biológico entre un padre y un hijo". El fallo fue criticado por Mizrahi quien lo
consideró un "desplazamiento filiatorio inconstitucional", pues "el elemento
biológico termina por imponerse de manera virulenta e inhumana", dejando
de lado el peso que ejercen otros elementos esenciales y "acometiendo un
acto que desdibuja y trastorna de por vida la identidad filiatoria del hijo
demandado"(324).
Al igual que el derogado art. 263 del CCiv., el art. 593 del CCyCN guarda
silencio en torno de la legitimación activa del propio reconociente para
impugnar el reconocimiento que no se ajusta a la realidad genética.
195
interpretación literal de la norma es cierto que la categoría de "tercero" no
incluiría al reconociente, sujeto del acto.
Dentro del segundo grupo de autores, Levy subraya que "a riesgo de
conmover el principio de irrevocabilidad del reconocimiento pensamos que
debe admitirse la legitimación del reconociente para ejercer la acción de
impugnación respectiva"(331). Por su parte, advierte Grosman que "la
irrevocabilidad a la que alude la norma no obstaculiza la acción de
impugnación, porque aquélla sólo se refiere a un acto de voluntad contraria,
pero ello no impide desconocer la paternidad cuando no existe nexo familiar.
El principio de igualdad de las filiaciones hace razonable este criterio, pues
si el marido puede impugnar su paternidad, no debe negarse el mismo
derecho al padre extramatrimonial si tomó conocimiento que no es el padre
del nacido". Sin embargo, la autora expresa que "si el reconocimiento lo
hiciera a sabiendas que no es el padre, su conducta importa un delito... y
nadie puede invocar su propia torpeza"(332).
196
acción de nulidad del reconocimiento deja sin posibilidad de cuestionar el
vínculo filial, al propio reconociente, cuando estamos en presencia del
reconocimiento complaciente... Tal conducta, que importa un delito penal...,
debe merecer el esclarecimiento de tal vínculo, en el ámbito civil, para
modificar aquel emplazamiento filial, no impidiendo que por su propia
torpeza sea mantenido el vínculo filial no acorde con la realidad
biológica"(334).
197
Pero —como sostuve hace tiempo— estos argumentos deben ceder
frente a otros fundamentos de mayor "peso" y de rango constitucional y
convencional, como lo son el derecho a la identidad y el interés superior del
niño. Por sobre los rigorismos legales, deben examinarse las distintas
circunstancias e intereses en juego, atendiendo también a las
consecuencias reales que genera la decisión que se adopte. Desde esta
mirada pragmática cabe preguntarse: ¿qué interés puede tener el hijo en
mantener una relación filial cuando el propio reconociente desea poner fin
no sólo al vínculo jurídico sino también al lazo afectivo que lo ha unido a ese
niño, excusándose de cumplir con los deberes que le atañen?(338).
Claramente quien así obre será pasible de una sanción, no sólo desde el
derecho penal —por haber cometido un delito— sino también desde la
perspectiva del ordenamiento civil, pues ha incurrido en un actuar
antijurídico generador de responsabilidad por los daños y perjuicios
ocasionados(339). Incluso es posible, según las circunstancias del caso—
extender el deber alimentario que pesaba sobre el reconociente por un plazo
prudencial (que podría ser equivalente al tiempo en que el niño estuvo
emplazado), tal como se resolvió en sendos precedentes frente al
arrepentimiento de los guardadores para la adopción de los niños que tenían
bajo su cuidado. En tal contexto se subrayó: "si bien es cierto que no se ha
dictado sentencia, por lo tanto no puede decirse que haya un vínculo filial
(legal) entre los pretensos adoptantes y los niños, se ha llegado... a un punto
tal (tanto temporal como procesal), en donde sólo restaba la decisión final
del otorgamiento de la adopción. Las consecuencias de un desistimiento son
aún más gravosas, debido a que en todos estos años les han hecho sentir
a los niños que habían encontrado una familia que les brindara el cariño,
contención y cuidados esperados de los padres, que tanto ansiaban, con
todo lo que implica pertenecer a un grupo familiar..."(340).
198
función puede ser subsanada por la intervención principal del Ministerio
Público, en los términos del art. 103 inc. b) del CCyCN.
Esta posición ha sido en compartida por Murganti, quien resalta que "No
existe una correspondencia simétrica entre el principio de irrevocabilidad y
la protección constitucional del derecho a la identidad. En virtud de ello,
propongo permeabilizar el principio de irrevocabilidad en lo que respecta al
reconocimiento de la legitimación al reconociente para interponer la acción
de impugnación, como una expresión del reconocimiento de las limitaciones
jurídicas y extrajurídicas que el principio de irrevocabilidad... conlleva"(342).
También en cierta medida Alesi alienta esta solución, al decir que "en
aquellos casos en que el hijo sea un niño o adolescente, la demanda de
impugnación interpuesta por el reconociente no debe ser rechazada in
limine, ya que el primero tal vez se allane al comprender que la extinción del
estado atañe a su propio interés ante la falta de concordancia con la realidad
biológica"(343).
199
cuestionar su propio reconocimiento. El tribunal subrayó que "el
reconocimiento de un hijo es irrevocable... No se me escapa el hecho
incontrovertible que surge de la prueba biológica realizada en autos —la
ausencia de vínculo biológico—, pero este principio de la realidad biológica
no resulta determinante ni de aplicación automática a la hora de decidir
sobre cuestiones filiatorias, sino que debe ser analizado en cada caso
particular, y puesto en consonancia con otros principios y derechos tales
como el del interés superior del niño, el derecho a la identidad, etc. ...En el
presente una de las demandadas —la hija reconocida— se opone al
progreso de la acción alegando su derecho a mantener la identidad, el
nombre y el emplazamiento familiar que ha tenido todos estos años..., y con
el que ha desarrollado su vida social, estudiantil, ocupacional, matrimonial,
maternal, etc.".
200
admisión y reconocimiento de las legitimaciones". De mantenerse incólume
el reconocimiento efectuado por el actor "pese a la contundencia de la
prueba biológica aportada que excluye la existencia de vínculo filial entre el
reconociente y el reconocido, se atentaría contra el derecho de identidad
biológica del menor, de jerarquía constitucional, colocando al niño como
objeto de derechos, obligándolo a mantener una filiación que no se condice
con su verdadera realidad biológica... No obstante tal afirmación, el derecho
a acceder a la verdad biológica y con ello propender a la tutela de la
identidad personal, es también un derecho del reconociente, quien luego de
efectuarse la prueba genética comprueba que no es el padre biológico del
reconocido...". Por otro lado, "el precepto atacado violenta el derecho de
acceso a la justicia... privándose al reconociente de la "posibilidad de elegir
recurrir o no a reclamar la tutela jurisdiccional de su derecho...".
En fin, esta misma solución adopté a cargo del Juzgado Nacional Civil n°
92, con fecha 31/3/2016(351), en un caso donde también mediaba el
201
allanamiento de la madre y la conformidad del Ministerio Público. En tal
oportunidad, señalé que si bien "no resulta posible respaldar un
comportamiento caprichoso por parte del autor del reconocimiento que lo
formule a su antojo cuando lo crea conveniente y lo retire arbitrariamente
cuando pretenda desentenderse de las obligaciones inherentes a la
responsabilidad parental", "lo cierto es que éste no es el caso de autos...
pueden inferirse las dudas que pesaron sobre el reconociente cuando tomó
conocimiento de que I. podía no ser su hijo, lo que incluso lo llevó a realizar
un examen genético en forma privada. Además, desde otro ángulo, los
argumentos expuestos por la doctrina y jurisprudencia restrictivas tropiezan
con la realidad misma, al examinar la cuestión desde la perspectiva del
interés superior del niño... El interés social y el orden público... no residen
en sostener la filiación registral, y por ende el estado de familia y los
derechos del niño respecto de quien era considerado su padre, a ultranza,
como si constituyera un derecho inalienable...".
5. Legitimación pasiva
202
que allí vaya a dictarse, su intervención en calidad de parte resulta
ineludible(354).
6. Prueba
7. Sentencia
203
Si la acción prospera, queda desplazado el vínculo filial con efecto
retroactivo al día que el reconocimiento se llevó a cabo, con las siguientes
salvedades: a) deben respetarse los derechos de los terceros de buena fe
que han celebrado actos en atención a ese reconocimiento, siendo válidos
por ejemplo los contratos celebrados por el reconociente con terceros en
ejercicio de la responsabilidad parental y los actos de enajenación hechos
por el hijo con investidura de la calidad de heredero; y b) dada su naturaleza
especial, tratándose de bienes destinados a cubrir las necesidades
elementales de una persona, no están sujetos a repetición los alimentos
prestados entre los supuestos progenitor e hijo. De todos modos, si se
acreditara el obrar de mala fe en el autor del reconocimiento para obtener
dolosamente una pensión de quien no es su hijo, la acción de repetición
sería procedente(362).
8. Caducidad de la acción
El art. 593 del CCyCN mantiene la solución del art. 263 del CCiv.
derogado en cuanto a la ausencia de plazo de caducidad para el hijo, quien
puede impugnar el reconocimiento en cualquier tiempo(364).
204
sobreviniente. Ello es así por resultar en la actualidad violatoria de las
garantías que tutelan la identidad biológica y los derechos a la personalidad,
y especialmente porque ese bloque normativo, axiológico y valorativo
ostenta expresamente rango supralegal, a partir de la reforma constitucional
de 1994".
El art. 593 del CCyCN propone una solución innovadora, al disponer que
los terceros con interés legítimo pueden ejercer la acción dentro de un año
de haber conocido el acto de reconocimiento o desde que se tuvo
conocimiento de que el niño podría no ser el hijo. La reforma legal no sólo
implica reducir de dos años a uno el plazo para accionar, sino que modifica
el cómputo de dicho plazo superando la inconstitucionalidad del sistema
derogado.
205
a un niño de 12 años, emplazado como hijo de otro, tras haber tomado
conocimiento del vínculo existente poco antes de la demanda. En el caso, la
madre y el padre legal se allanaron al planteo de inconstitucionalidad y
supeditaron su postura en el proceso al resultado de la prueba genética, la
cual determinó la existencia vínculo entre el requirente y el niño. Los
argumentos esbozados por el tribunal son idénticos a los utilizados en su
momento para declarar la inconstitucionalidad del plazo de caducidad
impuesto al marido para impugnar la paternidad matrimonial (ver punto
IV.7.2.1), sosteniéndose la vulneración de los siguientes derechos: a) el
derecho a la identidad del progenitor biológico; b) el acceso a la justicia, "Ello
porque la ley da por extinguido un derecho al peticionante, sin que haya
podido ejercerlo, por desconocer el hecho de que él era el padre del niño".
"No siempre el conocimiento del reconocimiento paterno constituye
circunstancia suficiente para reputar que los terceros —legitimados
activos— son, a partir de ese hecho, conocedores de que el niño no ha sido
procreado por el reconociente. Por el contrario, en muchos casos la certeza
sobre la no paternidad se obtiene luego de vencido el plazo previsto por el
art. 263 del Cód. Civil..."; c) el derecho a la identidad del niño; d) el derecho
a la igualdad —al no imponerse plazo para accionar al hijo—; y e) los
derechos patrimoniales, "pues la no correspondencia de la filiación con la
verdad biológica, sujeta injustamente tanto al padre biológico cuanto al hijo
a consecuencias patrimoniales, comprometiendo derechos actuales y
eventuales (prestación alimentaria, derecho sucesorio, etc.)"(370).
206
dilucidar su paternidad respecto de una niña que se encontraba reconocida
por otro hombre. Si bien el planteo no había sido introducido expresamente
por el requirente, el magistrado subrayó que "la norma del 263 CCiv., viene
a establecer un plazo para que el accionar de los 'terceros interesados', no
perjudique a la persona cuya identidad se encuentra en juego o en duda"(374).
207
8.3. Carga de la prueba de la caducidad de la acción
9. Gráfico explicativo
Legitimación
Legitimación pasiva Plazo de caducidad
activa
Reconociente
Hijo Sin plazo
(o sus herederos si ha
fallecido)
208
(o sus herederos si han
fallecido)
209
momento de formularlo. Por el contrario, en todos los casos debe evaluarse
la madurez o el discernimiento de la persona para comprender las
implicancias y consecuencias del acto que otorgaba. De ser así, podrá
otorgarse validez a tal reconocimiento si se verifica la existencia de nexo
genético entre reconociente y reconocido mediante la prueba de ADN —que
deberá disponerse de oficio— pues se trata de arbitrar los medios
necesarios para garantizar el derecho humano a la identidad.
Así lo resolvió la Cámara Civil y Comercial de Jujuy, sala II, con fecha
23/12/2008, en un caso muy particular. Un niño de 11 años —inscripto desde
su nacimiento con filiación matrimonial— fue reconocido por una mujer
soltera tras haber fallecido sus padres. Cuarenta años después, a la muerte
de la reconociente, en el marco del sucesorio se decidió anular el segundo
reconocimiento. La resolución fue recurrida por el interesado, alegando que
contrariaba una posesión de estado con su madre, consentida por los
herederos, y que en todo caso se trataba de una nulidad relativa y
confirmable, habiendo transcurrido con creces el plazo de prescripción que
demostraba la confirmación del acto. El Tribunal de alzada rechazó el
recurso, tras sostener que el reconocimiento realizado con posterioridad "es
nulo y de nulidad absoluta, porque no se puede reconocer a una persona
cuya maternidad y paternidad surge de un acta o partida de nacimiento del
reconocido. ...estando frente a una nulidad absoluta, se trata de actos que
son inconfirmables, se puede declarar de oficio por el juez y por ende
imprescriptible... Sin embargo, ello no obsta a que se impugne la filiación
que surge del acta de nacimiento y pronunciada la sentencia que hace lugar
a la impugnación y la deje sin efecto, se pueda peticionar la inscripción del
segundo reconocimiento. ...Por fin, y existiendo una filiación anterior no
existe la posibilidad de modificarla por la posesión de estado"(386).
210
f) Imposibilidad de que el reconociente sea el progenitor del reconocido:
tal es el caso en que el reconocido es mayor que el reconociente o la escasa
diferencia de edad entre ambos demuestra la imposibilidad de que exista un
vínculo filial.
211
concepto de la culpa(388). En este sentido, se entendía que "El error
excusable requiere un comportamiento normal, razonable, prudente y
adecuado a las circunstancias, no resultando sancionable cuando haya
habido razón para errar"(389). La valoración de este comportamiento
dependía de la apreciación del magistrado en función del contexto y las
circunstancias del caso, no existiendo un parámetro abstracto. Asimismo, se
decía que el error a veces es admisible teniendo en cuenta la "posición
particular del sujeto", lo que debe valorarse especialmente cuando el
reconociente tiene una relación afectiva con la madre del niño(390).
212
emergencia y, en definitiva, que el error pudo evitarse empleando la
diligencia necesaria"(394).
Pero más allá de esta dificultad práctica, el tema debe analizarse desde
la perspectiva de las motivaciones que subyacen en todo acto de
reconocimiento. Como observa Solari, respecto de "quien mantiene una
unión afectiva con alguien que va a dar a luz y con quien muchas veces
convive, no se puede deducir que, ante cierta duda en la paternidad, incurra
en negligencia culpable si reconoce al niño". Es imposible saber con
certidumbre si existe un vínculo genético con el niño a reconocer, salvo que
se realicen las pruebas pertinentes. Por ello, el error como vicio del
consentimiento en el acto de reconocimiento es justificable cuando se
encuentra rodeado de elementos que tornan abstracto y teórico exigir una
determinada conducta del sujeto, como lo sería cuando su pareja ha dado
luz. Lo razonable y lógico es deducir su paternidad. Luego, asumir la
paternidad, no contradice con lo normalmente esperado en estas
hipótesis(398).
213
Además de Solari, ya citado, esta flexibilización de la teoría del error en
materia de reconocimiento filial fue propugnada por autores como
Ibarlucía(401) y Grosman, quien subrayó "en el caso de error provocado por
dolo debe seguirse un criterio amplio de admisibilidad cuando, además, se
acredite la inexistencia de nexo biológico"(402).
214
obrar a encuadrarlo, prima facie, como negligente lo que debe valorarse
especialmente dado que el actor mantuvo una relación afectiva con la madre
del menor". Ponderó, asimismo, que la solución era la más justa para el
interés superior de la niña, pues "En poco contribuye a la buena formación
psíquica del menor crecer creyendo ser hijo de alguien y luego conocer la
realidad y enfrentarla en una edad tal vez más conflictiva debiendo aceptar
una nueva filiación, o lo que es peor aún soportar un trato quizá
despreocupado de quien sabe que no es su padre y debe comportarse como
tal".
En fin, esta misma solución adopté a cargo del Juzgado Nacional Civil n°
92, con fecha 26/8/2016(408), en un caso donde el reconociente había
mantenido una relación sentimental con la madre del niño por varios años.
La noticia del embarazo la recibió encontrándose separado de su pareja, lo
que no impidió que formulara el reconocimiento del niño y cumpliera su rol
de progenitor tanto en el aspecto personal como patrimonial. El actor
manifestó —y fue corroborado por los testigos ofrecidos en la causa— que
"un mensaje recibido a través de Facebook de una mujer que le informó que
su marido era el padre de S. le hizo dudar de su paternidad, cuestión que lo
llevó a concretar un examen genético con el niño, del cual resultó la
exclusión del vínculo". En este contexto, confirmada la ausencia de tal
vínculo mediante la prueba genética ordenada judicialmente, sostuve que
"la simple duda de la paternidad al momento de efectuarse el
reconocimiento, en un contexto determinado, no impide que la persona
pueda luego invocar el error... De lo que se trata es de adoptar una postura
flexible a las circunstancias del caso concreto, teniendo en cuenta que el
mero hecho de haber mantenido relaciones sexuales durante la época de la
concepción del niño puede inducir a cualquier persona a creerse el
progenitor... De todos modos, y pese a la distinción formal... entre las
acciones de nulidad e impugnación del reconocimiento, a fin de resolver
estas actuaciones no puedo dejar de ponderar el resultado de la prueba
genética..., que excluye la paternidad entre reconociente y reconocido".
215
3. Legitimación activa
4. Legitimación pasiva
216
c) Si es incoada por un tercero interesado, deberá entablarse
conjuntamente contra el hijo, representado por un tutor ad litem, el Ministerio
Público, o asistido por un letrado patrocinante, según corresponda, y el
reconociente quienes conformarán un litisconsorcio pasivo necesario. Como
ambos verán afectado su estado como consecuencia de la sentencia que
allí vaya a dictarse, su intervención en calidad de parte resulta ineludible(413).
5. Prueba
6. Sentencia
217
7. Prescripción o caducidad
8. Gráfico explicativo
218
Legitimación activa Legitimación pasiva Plazo de prescripción
(herederos en su caso)
Vicios del consentimiento: 2 años de haber
cesado la violencia o desde que el error o el dolo
se conocieron o pudieron ser conocidos (art.
2563 inc. a], CCyCN)
Hijo
Reconociente Ídem
(herederos en su caso)
219
contradictorio atacar una filiación cuando se demuestra que fue consentida
por el impugnante).
220
una problemática mucho más comprensiva donde se articulan varios
principios: la autonomía de la voluntad; la exigencia de seguridad jurídica; la
doctrina de los actos propios (nadie puede volver contra sus propios actos),
si bien es lícito volver sobre éstos cuando se trata de una conducta contra
legem o inválida; el rechazo de la invocación de la propia torpeza..."(426). Por
su parte, Levy e Iñigo advertían que "no cabe pretender ni que el donante
asuma una parentalidad que no tuvo en mira al entregar el material genético
ni que los receptores se desliguen de las obligaciones que, conforme lo
establecido en el art. 264, CCiv., surgen de la patria potestad. Se trata de
aplicar al caso los principios derivados de la doctrina de los actos
propios"(427). En fin, observaba Grosman que concurriendo el consentimiento
del progenitor, "los derechos del niño no deben ser vulnerados como
consecuencia de una decisión unilateral y extemporánea del hombre. En
consentimiento del esposo asumirá el carácter de un acto jurídico familiar
que ha originado una responsabilidad a la cual no se puede renunciar"(428).
221
cualquier momento de los derechos y deberes inherentes a la
responsabilidad parental asumida voluntariamente.
Entre nuestros doctrinarios, Krasnow sostiene que "Si bien la filiación por
TRHA se apoya en la voluntad procreacional, mediando un aporte de
222
material genético proveniente del cónyuge que no consintió, cabe priorizar
con carácter de excepción, la verdad biológica por tratarse de la solución
que permite tutelar el interés del hijo que se ubica por sobre el perjuicio
causado a quien resulta emplazado como progenitor sin querer serlo.
Podríamos sintetizar esto diciendo: la verdad biológica se ubica, ante la
ausencia de voluntad procreacional, en un lugar preferente, triunfando así
el régimen intervencionista —principio de solidaridad— por sobre el régimen
abstencionista —principio de autonomía—"(436).
223
Esta regla puede mostrar excepciones cuando el consentimiento ha sido
prestado sin reunir por completo los recaudos formales exigidos por la ley y,
en el marco del proceso judicial, se comprueba de todos modos la existencia
de la voluntad procreacional(438). De ser así, el magistrado deberá ponderar
el "peso" de los derechos de los involucrados a la luz de las circunstancias
del caso, para arribar a una solución justa.
224
"nuestro derecho se rige por el sistema espiritualista de manera que sólo
excepcionalmente el requisito de forma en los actos y negocios jurídicos lo
es con carácter constitutivo y condiciona la validez del acto... No puede
interpretarse la ley de manera que conduzca a la contradicción o al absurdo.
Por el contrario, además del sentido propio de las palabras, también el
contexto, el resto del ordenamiento jurídico y la realidad social... son factores
que no pueden ser desconocidos por el intérprete. No cabe, pues, predicar
una disociación entre el documento oficial sanitario de carácter privado
aunque indubitado... en el que —en el caso que nos ocupa— se decía que
no es preciso que firmase el varón no casado y luego pretender que el
requisito de forma deviene en obstáculo insuperable para aquel que ha
consentido de manera expresa, aunque no escrita, la realización de las
técnicas en su pareja". Por la aplicación de la doctrina de los actos propios
y de la buena fe, "la mujer no puede ahora venir a contradecir lo expresado
por ella misma al brindar el consentimiento informado". Todo ello
concluyendo que la interpretación a la que se arriba es, por sobre todo, la
que mejor garantiza el interés superior del niño.
3. El derecho comparado
225
el Código Civil holandés de 1972 (art. 201-1), el Código Civil búlgaro de
1968 (art. 32), el Código Civil suizo (art. 256), el Código Civil alemán (art.
1600, apart. 1.5), el Código Civil belga (art. 318), y en diferentes Estados de
los Estados Unidos (Nueva York, Connecticut, Georgia, Kansas, Oklahoma,
Lousiana, etc.).
226
4. Aplicación de la regla general a las distintas acciones de
desplazamiento filial
Como se anticipó, la regla genérica sentada en el art. 577 del CCyCN por
la cual se desestima la posibilidad de desplazar la filiación cuando haya
mediado consentimiento previo e informado de conformidad con lo previsto
por el Código y la ley especial, con independencia de quien hubiera aportado
los gametos, es replicada en el marco de cada una de las acciones de
impugnación. En este sentido, corresponde extender a todos los casos los
principios desarrollados a lo largo de este acápite.
227
nunca se prestó, o no fue renovado al momento de la inseminación o el
implante, o directamente, fue revocado (arts. 560 y 561, CCyCN).
228
explicó en el punto VII.1— la norma alude a los casos en que la filiación
extramatrimonial queda determinada por el acto voluntario del
reconocimiento —previsto en sus diversas formas por el art. 571—, no por
el consentimiento informado prestado en el centro médico. Es decir, se trata
de un supuesto de filiación por naturaleza donde no intervienen las TRHA,
al menos no las que se llevan a cabo con material genético de un tercero.
229
En esta misma línea, aunque desde una perspectiva diferente, la sala III
de la Cámara Segunda en lo Civil y Comercial, con fecha 20/2/2017(446),
confirmó la sentencia de grado que admitió la impugnación interpuesta por
el reconociente, sin perjuicio de lo cual dispuso que tanto la madre biológica
como el actor arbitraran los medios tendientes a mantener y/o garantizar a
la niña una cobertura de obra social que le permitiera afrontar las
necesidades especiales de atención de su salud en virtud de su condición
de discapacitada. El tribunal observó que "la identidad de la niña L. A. G. no
se circunscribe a la 'realidad biológica', sino que tiene una proyección
psicosociológica", tutelada por la CDN que "exige que el derecho a la
'identidad' de los niños sea entendido en un sentido amplio que comprenda
tanto la faz estática como dinámica... Y en mérito a ello consideramos que
el art. 676 del CCyCN (progenitores afines) luce aquí analógicamente
aplicable..., habida cuenta de que si un cónyuge conviviente debe luego de
la ruptura continuar con algunas de sus responsabilidades alimentarias
(como podría ser aquí el mantenimiento de una obra social) para atender la
salud cuando ello pueda ocasionar un grave daño al niño o adolescente,
cuanto más sucede en este caso con quien ha ostentado durante años el
título de verdadero padre de la niña, por un reconocimiento que él mismo
realizó de la criatura".
230
inexistentes (o el perfeccionamiento de técnicas existentes pero precarias)
al momento de su pronunciamiento(2), o incluso frente a la omisión —por
cualquier causa— de la realización de las pruebas genéticas en el proceso
previo ya firme.
231
nuevo litigio sobre el tema central antes juzgado aunque con distintos
elementos fácticos. Se estará entonces en presencia... de una inequívoca
limitación de la cosa juzgada, que es factible considerar como un límite de
carácter temporal de la misma"(8).
232
fraudulenta). Se trata de circunstancias externas, generalmente
sobrevinientes y ajenas a la voluntad de las partes en orden a su
acaecimiento, que operan demostrando el error o la inexactitud de una
situación jurídica declarada por una sentencia firme que, de no corregirse,
genera una situación notoriamente injusta. Estas circunstancias, según
indica Hitters que constituyen acontecimientos limitativos de la inmutabilidad
de las sentencias desde la perspectiva del ámbito temporal, "limitación que
se operará si consideramos que la res iudicata no puede mantenerse
cuando han cambiado con el transcurso del tiempo las circunstancias
fundamentales que dieron origen al decisorio sentencial"(15).
233
jurisdiccional cumple con los recaudos formales y sustanciales, su aplicación
genera una situación de extrema injusticia(20).
234
una realidad moral objetiva y absoluta. Desde esta perspectiva, las teorías
de la justicia no han sido creadas sino más bien descubiertas por los
hombres mediante una facultad moral que algunos de ellos poseen y que en
determinadas situaciones produce intuiciones concretas de moralidad
política(25).
235
La sentencia pasada por autoridad de cosa juzgada (o, lo que es lo
mismo, la inmutabilidad de la cosa juzgada) tiene su fundamento
constitucional en dos derechos humanos, cuales son el derecho a la
propiedad y el principio de la seguridad jurídica.
236
y oportuna, dictada por el órgano jurisdiccional habilitado
constitucionalmente para ello(37).
2. El derecho a la identidad
237
3. El derecho a la verdad (remisión)
238
y de la tutela judicial efectiva, nos coloca necesariamente frente a un
supuesto en el cual se presenta una colisión de derechos fundamentales.
239
en general el resguardo a la seguridad jurídica, no compensan en modo
alguno los perjuicios que supone para el sujeto individual y el interés
estadual la restricción del derecho a la verdad y a la identidad, cuyo
reconocimiento tiene una trascendencia tal en la constitución psicológica de
las personas que, en las circunstancias fácticas concretas, le confiere un
mayor "peso" a la hora de ponderar los derechos en juego.
Ahora bien, ¿en qué supuestos resulta viable tal revisión? ¿Frente a
casos añejos resueltos antes de la existencia o perfeccionamiento del
examen de ADN, o incluso en casos más actuales donde esta prueba no se
produjo por negligencia u otras razones? ¿Sólo en acciones de
emplazamiento filial? ¿O también en acciones de desplazamiento?
¿Exclusivamente cuando el hijo actuó en el proceso representado —por su
progenitor o el Ministerio Público—, o también cuando lo hizo por derecho
propio?
240
IV. EL ESTADO DEL ARTE EN NUESTRA DOCTRINA
Entre los primeros, Bidart Campos señaló: "Por la inserción que desde el
punto de vista procesal tiene la cosa juzgada en el derecho de familia,
dejamos afirmado que —con perspectiva constitucional— ha de poder
revocarse la cosa juzgada en materia de paternidad si nuevas técnicas
posteriores a una sentencia hacen viable indagar una filiación biológica que
no era posible acreditar de esa manera al momento en que fue dictado el
fallo"(45). En la misma postura se enrola Tierra, quien asevera que "los
derechos involucrados —material y formal— tienen tutela constitucional, son
indisponibles y no deben ser vulnerados; caso contrario, y si aun así se
llegara a dictar un pronunciamiento que ha prescindido de un debido proceso
probatorio, se estaría labrando una específica causa de revisibilidad de la
sentencia firme recaída en un proceso de estado de familiar filial, cualquiera
fuera el objeto de la pretensión, emplazatoria o desplazante, siempre y
cuando quien promoviera la pretensión revisiva invocare un interés legítimo,
que en el caso se concretaría en la circunstancia de haber visto frustrada la
posibilidad de esclarecer con la mayor de las posibilidades de acceso a las
pruebas probatorias científicas su verdad biológica, reclamada o
impugnada. En estos casos la pretensión estaría fundada no en la existencia
de vicios procedimentales, sino en la invocación de defectos sustanciales en
la actividad probatoria específica —pruebas científicas— de naturaleza
indisponible, insusceptible de convalidación, por directa vinculación con los
derechos y garantías constitucionales implicados en el objeto de la
comprobación y los sujetos del proceso"(46) .
241
que se acredite un interés legítimo en la acción. Por el contrario, las
sentencias emitidas cuando era posible la realización de la prueba genética
como regla no pueden ser revisadas, debiéndose distinguir aquellos casos
en que la parte demandada no se ha sometido a la prueba de ADN, de
aquellos otros en los que se ha practicado dicho examen. En los primeros,
aunque en circunstancias rigurosas y demostrándose un interés legítimo, la
decisión puede ser revisada. En este sentido, también podrían incluirse los
supuestos en que la prueba pudiéndose realizar, no se llevara a cabo pese
a la voluntad de la demandada, por circunstancias extraordinarias a su
decisión. En la segunda hipótesis, esto es, si la parte demandada se ha
sometido a la prueba genética —admitiéndose o rechazándose la
demanda— los citados autores entienden que no puede plantearse la
revisión de la cosa juzgada(50).
V. LA JURISPRUDENCIA NACIONAL
242
probatorios. La cuestión de la revisión de la cosa juzgada frente a la efectiva
realización posterior de la prueba genética fue introducida por el Defensor
de Menores por ante el tribunal, quien en su dictamen favorable a la
resolución recurrida expresó empero que "...sólo puede quedar la reserva
que en el futuro un eventual análisis de ADN (inconcluso en autos) pudiera
dar resultado negativo. En ese caso le podría asistir al demandado la vía del
recurso de revisión". La manifestación del Defensor dio lugar a una
consideración expresa por parte del tribunal, si bien el tema era ajeno a la
litis. Al respecto, se subrayó: "Debe dejarse a salvo que, firme que sea esta
sentencia, se operará la cosa juzgada y el pronunciamiento judicial será
definitivo e irrevisable. El recurso de revisión al que alude el defensor es un
recurso típicamente de carácter procesal penal ajeno al proceso civil... La
sentencia pronunciada en los procesos de estado, es decir, en los juicios en
que se resuelven cuestiones planteadas en ocasión del ejercicio de las
acciones de estado... no es ajena a la cosa juzgada, la cual combina la
necesaria imperatividad de la sentencia con su consiguiente inmutabilidad,
constituyendo la misma a su vez título de estado oponible erga omnes".
243
a la existencia de una sentencia en idénticos términos en la que se había
rechazado la demanda por insatisfacción de la carga probatoria. El tribunal
desestimó la petición incoada haciendo lugar a la excepción de cosa
juzgada, tras considerar que dicho pronunciamiento había recaído en la litis
promovida entre las mismas partes y por la misma causa, y que había
ingresado en el debate y prueba del fondo de la cuestión, ya que en realidad
el rechazo de la demanda se produjo por la insuficiencia de la prueba
rendida y no por la falta de algún requisito extrínseco.
244
2. Postura favorable a la revisión de la cosa juzgada
245
del progenitor alegado teniendo en cuenta que al tiempo del proceso
ventilado con anterioridad no se contaba con la prueba de ADN. Para así
decidir, se destacó que "el derecho de propiedad que se desprende de la
cosa juzgada no es absoluto y admite la limitación que surge de su
articulación con el derecho de identidad, sin afectar ni el contenido esencial
ni la finalidad propia de cada uno de estos derechos. Por todo lo expuesto,...
esta sala arriba a la convicción de que ante el supuesto excepcional
acaecido en autos y la eficacia del medio probatorio que constituye el único
fundamento de la promoción de estos nuevos obrados..., debe rechazarse
el agravio y proseguir el trámite de las actuaciones".
246
la prueba genética compulsiva. El magistrado de Lázzari profundizó los
argumentos, tras agregar: "tampoco se verifica la errónea aplicación del art.
272 del CPCC ni la pretendida sorpresiva novedad de lo resuelto por la
alzada en atención a la situación excepcional, porque desde un comienzo la
actora planteó que es un asunto de interés público, que está en juego la
ideología de la verdad en un proceso de identidad de una persona y que no
puede haber vacíos probatorios que no le permitan contar con la garantía de
razonabilidad probatoria en la sentencia"(66).
247
VI. LA RESPUESTA DEL DERECHO COMPARADO
248
demanda, el progenitor y el hijo no estuvieran vinculados afectivamente. Por
el contrario, existiendo vínculo afectivo entre ellos, la sentencia resulta
irrevisable(70).
Costa Rica ha sido otro de los países de América que cuenta con
precedentes alusivos al tema. Al respecto, puede destacarse un fallo del
Tribunal de Familia de San José, del 4/5/2007(74), mediante el que se
confirmó la sentencia que había rechazado la excepción de cosa juzgada
interpuesta por el demandado y declarado su paternidad ante su negativa a
someterse al examen de ADN, pese a la existencia de una resolución firme
del año 1971. El tribunal observó que "la seguridad jurídica, es un bien para
la generalidad de los sujetos, pero no resulta razonable ni equitativo que se
alce como obstáculo para la efectividad de nuevos derechos subjetivos
atribuibles a sujetos determinados en virtud de una innovación legal". A tenor
de lo expuesto, el tribunal consideró que, en el caso, la sentencia anterior
que había desestimado la demanda por falta de legitimación activa, lo había
hecho a la luz de una legislación restrictiva actualmente derogada, no sólo
por el nuevo Código de Familia y la Ley de Paternidad Responsable, sino
también en virtud del reconocimiento que merece actualmente a nivel
constitucional el derecho a la identidad. Ante ello, concluyó en la inexistencia
de identidad en la causa petendi de ambos procesos, lo que determina la
inexistencia de la cosa juzgada alegada.
249
Tres meses después, el 1/8/2007, la cuestión fue tratada por la sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica(75), con motivo
de una consulta judicial facultativa de constitucionalidad formulada por el
Juzgado de Familia de Heredia en un proceso de investigación de
paternidad en donde el demandado había interpuesto la excepción de cosa
juzgada, dada la existencia de una resolución del año 2000 que había
desestimado la reclamación de filiación por no haberse producido la prueba
genética. En el caso, se cuestionó el art. 98 bis, inc. m), Código de Familia
(introducido por la ley 8101 de 2001), que entre las reglas atinentes a los
procesos de filiación establece: "Lo resuelto en firme en los procesos en los
que se discuta la filiación, produce los efectos de la cosa juzgada material."
Así, el tribunal afirmó: "Si bien es cierto, la cosa juzgada material reviste
de certeza y seguridad jurídica a lo resuelto en estrados judiciales..., debe
tomarse en consideración que este último principio aparenta entrar en
colisión con el derecho... a saber la identidad de los padres, el cual,
eventualmente, actúa o da contenido al concepto de paternidad
responsable. En efecto, el propio ordinal 42, párr. 2°, de la Constitución
establece, por razones de justicia material, un equilibrio entre el carácter
inmutable o inmodificable —por razones de seguridad jurídica— de la cosa
juzgada material y los requerimientos de justicia de un justiciable que ha
resultado afectado por una sentencia ganada injustamente... al contemplar
la posibilidad de reabrir una causa fenecida mediante sentencia pasada en
autoridad de cosa juzgada a través del recurso extraordinario de revisión...,
para de ese modo modificar o anular una sentencia inicua y lograr que
impere la justicia material". Y subrayó: "Si bien esta sala observa que el art.
98 bis, inc. m), Código de Familia consagra el instituto de la cosa juzgada
material, el mismo resulta omiso, por cuanto, no dispone nada sobre el
recurso extraordinario de revisión... En virtud de lo anterior, este tribunal
estima que la omisión contenida en dicha norma, puede ser colmada a
través de una interpretación sistemática y, sobre todo, acudiendo a la
aplicación directa e inmediata del art. 42, Constitución. De este modo...,
cualquier parte interesada en reabrir una causa en la que se haya
investigado la paternidad de una persona, podrá acudir ante la sala Segunda
de la Corte Suprema de Justicia aduciendo como causal del recurso, el art.
619, inc. 1°), Código Procesal Civil, en cuanto dispone ...'El recurso de
revisión procederá solamente contra una sentencia firme con autoridad y
eficacia de cosa juzgada material, en los siguientes casos: 1) Si la parte que
la pide demostrare que por impedírselo fuerza mayor, o por obra de la
contraria, no recusó al juez o no pudo presentar algún documento u otra
clase de prueba, o comparecer al acto en que se evacuó alguna de ella; de
modo que en uno y otro caso haya habido indefensión y no haya sido posible
en el curso del proceso pedir rectificación del vicio'. ...Bajo esta inteligencia,
250
si en un proceso anterior se discutió la filiación o paternidad, habiéndose
dictado sentencia con autoridad y eficacia de cosa juzgada material, y le fue
imposible a la parte actora, por el estado de desarrollo de la técnica y de la
ciencia, contar con la prueba de marcadores genéticos o se lo impidió alguna
causa de fuerza mayor, nada le enerva la posibilidad de interponer un
recurso extraordinario de revisión ante la sala Segunda de la Corte Suprema
de Justicia para que se decrete la nulidad de la sentencia firme", el que no
se encuentra sujeto a plazo de caducidad alguno. El recurso extraordinario
de revisión podrá ser interpuesto por la parte interesada sine die "y por una
única vez, siempre y cuando, no haya variación en los medios probatorios
científicos y técnicos —particularmente las pruebas biológicas— para
determinar con mayor precisión y exactitud la filiación de una persona. Lo
último para evitar el ejercicio abusivo de ese medio recursivo extraordinario".
En mérito de lo expuesto, la Corte concluyó que el art. 98, inc. m), Código
de Familia, "no resulta inconstitucional en el tanto se interprete que la
sentencia firme vertida en un proceso de filiación con eficacia y autoridad de
cosa juzgada admite el recurso extraordinario de revisión...".
Del otro lado del océano, la revisión de la cosa juzgada en la filiación fue
tratada por el TEDH en dos precedentes, aunque con distintos alcances.
251
En cuanto al respeto a la vida íntima y a la vida privada familiar, el TEDH
entiende que el derecho a conocer la ascendencia queda incluido en el
concepto marco de "vida privada", comprensivo de aspectos importantes de
la identidad personal dentro de la cual la identidad de los progenitores forma
parte. Considera que no se presenta razón alguna que excluya el
emplazamiento filiatorio, más aún teniendo en cuenta que el requirente sólo
busca confirmar su vínculo genético, sin manifestar interés alguno en
materia sucesoria. En función de esta apreciación, la Corte estima que la
negativa del gobierno de autorizar la realización de la prueba genética afecta
al demandante en su vida privada, por tratarse de un interés vital. Analizando
los intereses concurrentes, el TEDH distingue, por un lado, el derecho del
requirente a conocer su ascendencia y, por otro, el derecho de los terceros
a la intangibilidad del cuerpo del difunto, el respeto de los muertos, así como
también el interés público a la seguridad jurídica. Cuando se introduce a la
situación del requirente, reconoce que éste tiene la edad de 67 años y pudo
construir su personalidad a pesar de la incertidumbre respecto de su vínculo
paterno filial. Sin embargo, advierte que el interés de todo individuo de
conocer su ascendencia no cesa con el paso del tiempo, como lo demuestra
el deseo mantenido durante toda su vida de alcanzar la certeza de este
vínculo. En cuanto a la familia del difunto, la Corte señala que el tribunal
suizo pudo constatar que ésta no planteó motivo alguno religioso o filosófico
en sustento de su oposición a la realización del examen de ADN, sin
perjuicio de lo cual, sostiene que una injerencia de este tenor no atenta la
privacidad de la familia. Por último, y en referencia a la protección de la
seguridad jurídica, afirma que no puede plantearse como argumento para
privar al requirente de su derecho a conocer su ascendencia paterna, puesto
que la admisión de la acción de paternidad constituye una excepción a un
derecho transitorio que data del año 1960 y que no afecta al requirente.
252
prueba genética. En 2004 y 2005, respectivamente, el fiscal regional de
Bratislava y el fiscal general informan al Sr. Paulik que carecen de
competencia para revisar su situación dado que la declaración de su
paternidad hizo cosa juzgada. El requirente interpuso recurso por ante la
Corte constitucional, el cual fue denegado. Frente a ello, acudió al TEDH
alegando la violación de los arts. 8°, 13 y 14, CEDH.
253
Así, el art. 597 establece como principio general que "La excepción de
cosa juzgada no procede en los procesos de reclamación de filiación cuando
el rechazo de la demanda se ha fundado en la insuficiencia de prueba".
254
procura impugnar la filiación es el propio hijo, de modo que difícilmente se
puede hablar de un vínculo socioafectivo que una de las partes involucradas
pretende deshacer. En todo caso, queda aquí abierta la posibilidad (o mejor
dicho, la necesidad) de resguardar el derecho del hijo a seguir portando el
apellido con el que fuera conocido en su vida social, como un aspecto más
del amplio contenido que cabe asignar al derecho a la identidad(79).
Sin perjuicio de esta última aclaración, con los interesados directos —esto
es, hijo y progenitor emplazado— se agota la legitimación activa para oponer
la revisión de la cosa juzgada en las acciones de desplazamiento filial. No
se encuentra legitimado, por el contrario, el tercero ajeno a la relación filial,
aunque éste invoque un interés legítimo en los términos de los arts. 588 y
ss. del CCyCN. Es que aquí efectivamente entra a jugar con todo su "peso"
la filiación socioafectiva como un derecho humano, de modo que quien
pretenda alterarla o restringirla deberá invocar otro derecho fundamental
que pueda justificar tal intervención, lo que deviene improbable en el caso(80).
255
irrenunciabilidad, indisponibilidad e inalienabilidad. De hecho, el art. 579 del
CCyCN, prescribe que "en las acciones de filiación se admiten toda clase de
pruebas, incluidas las genéticas, las que pueden ser decretadas de oficio...",
indicando al juez la obligación de subsanar las carencias y falencias
probatorias. Se trata, en definitiva, de una derivación del principio de
oficiosidad que para todos los procesos de familia consagra el art. 709 del
CCyCN(81).
Sin embargo, esta regla no puede aplicarse sin límite temporal, afectando
los derechos de otros sujetos implicados (piénsese que por eso la propia ley
determina plazos de caducidad para el ejercicio de las mismas acciones que
califica de irrenunciables, indisponibles e imprescriptibles). Es por ello que
no parece posible, en principio y salvo causas excepcionales que lo
ameriten, revisar la sentencia pasada por autoridad de cosa juzgada cuando
la orfandad probatoria, el desistimiento de la prueba genética o la
negligencia o irregularidades en su producción se debe a una conducta
(activa u omisiva) imputable a los propios interesados mayores de edad y
plenamente capaces.
1. Concepto y fundamento
256
Señala Bustamante Alsina que "responder" significa dar cada uno cuenta
de sus actos. La conducta de las personas se traduce en actos unilaterales
o bilaterales que a su vez producen la modificación del mundo exterior. La
alteración unilateral de las circunstancias que forman el entorno de los
demás puede ser favorable al interés individual o colectivo, o bien puede ser
contrario a éstos. Cuando la alteración ocasionada por acto unilateral
constituye la violación de un deber jurídico, y menoscabándose el interés
ajeno se invade la órbita de actuación de otro, se produce en el sujeto pasivo
del acto una acción desfavorable que se traduce en una insatisfacción. En
consecuencia, el autor de esta alteración se halla frente a la víctima en
actitud de dar respuesta a la perentoria exigencia de ésta(1).
257
2.1. Antijuridicidad
Por otra parte, la disposición citada permite inferir con claridad que en
nuestro sistema legal la antijuridicidad no está ligada a la culpa como
aditamento inexorable, sino que se decide objetivamente, atendiendo a los
valores lesionados(5). Como consecuencia de ello, la antijuridicidad
constituye un elemento de la responsabilidad independiente de toda
consideración de la subjetividad del agente, de modo tal que un accionar
puede resultar objetivamente ilícito pese a que emane de un sujeto incapaz
o inimputable para asumir la responsabilidad que su obrar genere.
258
libertad—, al que se le asigna un resultado mediante un juicio de valor
acerca de la conducta(7).
259
responsabilidad especial con miras a amparar a la víctima de un daño(13).
Los factores objetivos sustentan la justicia del deber resarcitorio en motivos
axiológicos distintos de una valoración sobre el carácter reprobable o
anormal de las conductas lesivas, contra un agente directo o mediato(14). En
este sentido, el art. 1722 prevé que "El factor de atribución es objetivo
cuando la culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir
responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la
causa ajena, excepto disposición legal en contrario". Los factores objetivos
de atribución de la responsabilidad son el riesgo, la equidad, las obligaciones
legales de seguridad o garantía, entre otros.
2.3. El daño
El art. 1737 del CCyCN reza: "Hay daño cuando se lesiona un derecho o
un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto
la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva".
260
es patrimonial; si lo hace fuera del patrimonio, es no patrimonial(17). Así,
cuando el daño consiste en un perjuicio apreciable en el patrimonio del
damnificado (daño patrimonial), el resarcimiento trata de recomponer o
compensar los bienes dañados o destruidos, o su valor, de modo que la
indemnización cumple una función compensatoria (o de equivalencia).
Cuando el daño consiste en la lesión o menoscabo a la integridad
psicofísica, espiritual y social, a las proyecciones existenciales de la persona
misma, compromete un interés no patrimonial del interesado (daño no
patrimonial), de modo que el resarcimiento o indemnización en dinero
cumple una función satisfactiva que se cuantifica en relación con la entidad
que objetivamente se reconoce al interés del lesionado, a su posición social,
etc.(18).
Partiendo de esta distinción, el art. 1738 indica los rubros básicos que
pueden integrar una indemnización. Así, la vertiente patrimonial o
económica del daño abarca los siguientes supuestos: a) el daño
emergente (pérdida o disminución del patrimonio de la víctima); b) el lucro
cesante (beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad
objetiva de su obtención, es decir, la ganancia dejada de percibir o privación
de un enriquecimiento patrimonial de la víctima); y c) la pérdida de
chances (probabilidad de éxito frustrada). Por su parte, la vertiente no
patrimonial del daño incluye especialmente las consecuencias de la
violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que
resultan de la interferencia en su proyecto de vida.
261
de un hecho con un acontecimiento distinto; y remoto, el que tiene una
conexión más lejana que ésta con el hecho generador(19). Pero, además, el
daño puede ser directo, cuando el titular del interés afectado es la víctima
del ilícito, o indirecto, cuando el perjuicio invocado por el demandante deriva
de una lesión a bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de un tercero, de
manera que el daño se produce de manera refleja(20).
Ahora bien, como dije, sólo algunos daños alcanzan entidad suficiente
para que jurídicamente constituyan sustento de un reclamo. Existen, por
tanto, requisitos del daño resarcible que surgen del art. 1739 del CCyCN,
cuando afirma. "Para la procedencia de la indemnización debe existir un
perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente".
b) Subsistencia del daño que implica que no haya sido reparado; o sea,
el daño no debe haber desaparecido en el momento en que debe ser
resarcido. Ello sin perjuicio, de que habiendo sido materialmente reparado
el daño, es jurídicamente subsistente: i) si lo reparó la propia víctima, o ii) si
lo reparó un tercero(25).
c) El daño debe ser propio o personal del demandante, esto es, debe
haberlo sufrido o ser posible destinatario de una acción futura de quien lo
recibió directamente(26). Nadie puede pretender ser indemnizado por un
daño sufrido por otro, aunque éste derive del mismo acto ilícito que perjudicó
a aquél(27). Ello sin perjuicio de que el año, aun siendo personal, puede ser
directo o indirecto (conforme lo ya explicado).
262
No basta, desde luego, haber sufrido un daño para que esto sea suficiente
título de la respectiva indemnización. Es menester establecer el nexo o
relación de causalidad entre ese efecto dañoso y el hecho que suscita la
responsabilidad en cuestión, en cuanto este hecho sea el factor por cuyo
influjo ocurrió aquel daño.
263
normativa de la responsabilidad civil, hasta quienes creen que sus
disposiciones deben aplicarse sin restricciones.
264
repudiar la aplicación de las normas generales como las que disciplinan la
responsabilidad civil, que tienen respaldo constitucional en el art. 19 de la
Carta Magna(37).
265
indemnización no elimina el perjuicio, sino que tan sólo sirve para desplazar
las consecuencias económicas desfavorables desde el patrimonio de la
víctima hacia el de quien debe responder por el menoscabo.
266
De todos modos, es posible que en supuestos excepcionalísimos resulte
procedente la reparación por el daño objetivamente causado en el derecho
de familia. De ser así, habrá que ser muy riguroso en el examen de la
cuestión planteada, en la mensura del nexo causal y en la implicancia o las
consecuencias que en la dinámica familiar traerá la fijación de un
resarcimiento.
267
Por su parte, la resolución de la alzada, con el voto del magistrado Arazi,
resaltó: "No puedo sino acompañar tal decisión y los fundamentos en que
se basa, que no son otros que el fundacional principio de derecho que
establece que no se debe dañar a otro (sustentado por los arts.
19, Constitución Nacional...), en la falta de amparo legal al ejercicio abusivo
de un derecho (art. 1071, CCiv.) y la ilicitud de la falta de oportuno
reconocimiento (comprobable por la concesión de una acción para reclamar
la filiación extramatrimonial...) y por la existencia de una nueva causal de
indignidad para suceder al hijo configurada por el no reconocimiento
voluntario... Desde el mismo momento en que el hijo es engendrado nace
una filiación biológica y el correspectivo derecho a que en el momento
oportuno sea revelada tal filiación biológica, de modo de permitir el ostentar
una filiación jurídica. ...No puede decirse que el demandado no tuviese
ninguna obligación de reconocer a su hija... La filiación y el apellido
consiguiente constituyen atributos de la personalidad de la menor N. que no
pueden serle desconocidos legalmente. ...De ahí que, sin duda alguna,
entienda que la falta de reconocimiento del hijo propio engendra un hecho
ilícito que hace nacer, a su vez, el derecho a obtener un resarcimiento en
razón del daño moral que pueda padecer el hijo".
Por citar algunos autores, Azpiri señalaba que "en el derecho de familia
todo derecho se encuentra relacionado con un deber que es correlativo, se
presente éste explicitado en la ley o bien quede implícito en la misma. Es
indudable que el hijo tiene derecho a gozar del emplazamiento familiar que
se corresponda con su realidad biológica..."(49). Por su parte, Sambrizzi
268
subrayaba que "los daños que la violación de ese derecho a tener la propia
identidad acarrea a la persona, deben ser resarcidos... Lo cual es así debido
a la violación en tal supuesto, del derecho de todas y cada una de las
personas a tener su propia identidad, y como consecuencia de ello, a gozar
del uso del nombre y de la nacionalidad que les corresponde, así como de
integrarse en el seno de su propia familia —lo cual implica por parte de los
hijos el derecho a vivir con sus padres y ser criado por éstos—,
constituyendo el estado de familia un atributo de la personalidad del cual
ninguna persona puede ser privada"(50). En fin, para Zannoni: "Es indudable
que el demandado es imputable de haber lesionado el derecho a la identidad
del hijo impidiéndole gozar del emplazamiento familiar... Como esto se ha
traducido en un menoscabo que se confunde con la existencia de la
persona..., son claras sus repercusiones: el hijo se ha visto impedido de
ejercer los derechos que son inherentes al estado de familia (v.gr., no contar
con el apellido paterno, ni con la asistencia, al menos material, del
progenitor; no haber sido considerado su hijo en el ámbito de las relaciones
humanas, etcétera)"(51).
c) la regla del alterum non laedere debe armonizarse con las que orientan
la concesión de las garantías otorgadas a la familia, organizando un sistema
que compatibilice la reparación del perjuicio individualmente sufrido con la
posibilidad de restañarlo apelando a recursos que no presupongan la
definitiva configuración de intereses decididamente antagónicos. Es decir,
en el derecho de familia, "el interés legítimo se encuentra bifurcado: tiene en
miras por una parte obtener una reparación integral de su perjuicio y por otra
soslayarlo para posibilitar una mejor recomposición de la unidad familiar
amenazada por la existencia del daño infligido";
269
Esta posibilidad, que puede aparejar la formación de un vínculo sólido entre
padre e hijo, debe alentarse, y de ningún modo clausurarse creando entre
ambos la barrera de un reclamo patrimonial;
2. Elementos de la responsabilidad
270
2.1. Antijuridicidad
2.1.1. Configuración
271
En esta línea, desde hace años la jurisprudencia sostiene que "el
reconocimiento de la filiación es un acto jurídico familiar voluntario y
unilateral. Esto implica que el acto en sí, destinado a emplazar al hijo,
depende de la iniciativa del progenitor que reconoce y no del consentimiento
o la aceptación del hijo, pero no implica que el ordenamiento niegue el
derecho del hijo a ser reconocido por su progenitor... De manera que
estamos ante un interés subjetivo, jurídicamente tutelado, cuya violación
representa, entonces, una actitud ilícita; es decir, resulta indudable el
derecho que desde su nacimiento, tiene el hijo a ser reconocido por su padre
para, de ese modo, obtener emplazamiento en el estado de familia que le
corresponde; y consecuencia de ello es que se hallan tutelados los derechos
extrapatrimoniales del menor vinculados a su emplazamiento en el estado
de hijo; por tanto, la violación de estos derechos permite accionar por
resarcimiento del daño moral sufrido"(58). Se ha subrayado con igual criterio
que "el carácter voluntario del reconocimiento no lo convierte en un acto de
arbitrariedad, ni lo desliga de principios fundamentales de derecho como el
de no dañar a otro y el de dar a cada uno lo suyo, bases del ordenamiento
jurídico positivo"(59). Así también se expresó que "si bien el reconocimiento
de un hijo constituye un acto voluntario unilateral, ello no implica afirmar que
dicho reconocimiento constituye una mera facultad del progenitor que el
derecho autoriza a realizar o no; muy por el contrario, ya que el hijo tiene un
derecho expreso a ser reconocido por su progenitor, quien no está facultado
a omitir tal conducta, (art. 254, CCiv.) y su omisión constituye un actuar
ilícito, especialmente si se advierte lo normado por el art. 3296 bis, CCiv.,
que incluye como causales de indignidad la falta de reconocimiento
voluntario durante la menor edad... El perjuicio reclamado en estos casos se
deriva del perjuicio básico del derecho de daños, como lo es el 'alterum non
laedere' (art. 19, CN) y del derecho de todo ser humano de tener una filiación
como derecho implícito no enumerado (art. 33, CN) que hace a la dignidad
e identidad personal (art. 14, CN)"(60).
Si toda persona tiene derecho a la identidad, eso significa que el hijo tiene
derecho a gozar del título de estado que se corresponda con la realidad
biológica, de modo que el progenitor tiene el correlativo deber de
reconocerlo pues tal reconocimiento no sólo importa la consagración
efectiva del derecho a la identidad en su aspecto relativo al emplazamiento
filial, sino también la satisfacción de otros aspectos inherentes a este
derecho (p. ej. el derecho al nombre, el derecho a vivir en la familia de origen
y ser criado por ésta y, en general, los derechos-deberes derivados de la
responsabilidad parental —alimentación, derechos hereditarios, etc.—).
Siendo así, el incumplimiento de este deber de reconocer al hijo genera una
lesión o menoscabo en sendos derechos humanos, cuya violación en fuente
272
de resarcimiento en los términos ahora consagrados por el art. 1738 del
CCyCN.
273
su progenitor, ha concedido la reparación por los daños y perjuicios
causados por la ausencia formal de vínculo filial. Así, por ejemplo, la Cámara
Civil y Comercial de Junín, con fecha 22/9/1995(63), en un caso en el que se
había acreditado la posesión de estado del hijo por nacer, sostuvo que de
todos modos "el desconocimiento del padre, la negativa a someterse a
pruebas biológicas, generan un agravio moral, futuro, cierto en el niño, ya
que la historiografía de su vida va llevar siempre el sello de la actitud paterna
renuencia ante la cual, queda en evidencia el obrar antijurídico del
demandado...". En este mismo sendero, en un fallo de la sala 2a de la
Cámara Civil, Comercial y Minería de San Juan, de fecha 27/9/2005(64), se
hizo lugar a la reparación por los daños y perjuicios causados por el padre
no reconociente pese a que otorgaba a su hijo trato de tal, lo hacía participar
en su vida familiar y lo había incorporado a su obra social. Para así resolver,
se subrayó que "la responsabilidad civil nace frente a la falta de
reconocimiento espontáneo de la filiación. Dicha falta es la que constituye el
hecho ilícito y que obliga a reparar el daño moral, sustentado en el principio
general de no dañar a otro. ...Lo que se resarce es el daño que deriva de la
falta de emplazamiento en el estado de hijo por no haber mediado
reconocimiento voluntario y no las carencias afectivas que el menor puede
hallar frente a su progenitor por lo que la cuota alimentaria ofrecida, la
incorporación a una obra social o el participar de la vida con la familia de su
padre no le quita entidad a esa falta de reconocimiento oportuno". El Tribunal
Superior de Justicia de Córdoba, con fecha 14/8/2008(65), reiteró que "las
referencias efectuadas en torno a la conducta asumida por el accionado en
el presente proceso, el trato que pudo otorgar el progenitor a la menor, como
el requerimiento formulado por la madre sobre el apellido de la niña,
devienen insuficientes para definir la contienda en la forma que se hizo, en
tanto para resolver el punto materia de análisis... se requería que el reclamo
se evaluara en función del daño que pudo haber sufrido la menor por la falta
de emplazamiento familiar...". En otro fallo de la sala F de la Cámara
Nacional Civil del 24/6/2009(66), se resaltó que "Para tener por configurado
el daño moral... se debe tener en cuenta si la omisión la provocó al niño un
daño cierto que amerite una indemnización en dinero para compensar o
suplir el desmedro injustamente sufrido". De tal manera, "si el padre no
obstante haber conocido la existencia de su hijo y solventado sus gastos y
los de su madre durante los primeros años de vida, nunca lo reconoció
legalmente y se debió promover acción de filiación para que finalmente a los
15 años se declare al menor emplazado en estado de hijo, corresponde este
tipo de compensación". En fin, la Cámara Civil, Comercial, Laboral y Minería
de Neuquén, sala II, con fecha 17/3/2015(67), observó que "el progenitor
acompañó a la madre durante el embarazo, estuvo presente en el parto,
asistió espiritual y económicamente a su hija desde el nacimiento... y
además le dio voluntaria y públicamente el trato de hija. La omisión incurrida
fue el reconocimiento de su paternidad ante el Registro Civil. En otras
palabras, no permitió que su hija llevara su apellido. No encuentro que esta
omisión esté justificada... Antes bien, esta omisión aparece como
inexplicable frente a la conducta tenida por el demandado para con su hija".
274
voluntaria del reconocimiento, pues precisamente lo que se indemniza —al
menos en parte— es la falta de emplazamiento, que deriva en otros
perjuicios tales como la no ostentación del apellido. Pero también —como
se vio— los daños derivados de la falta de reconocimiento se traducen
moralmente en la vulneración del derecho a vivir y permanecer en la familia
de origen y, materialmente, en la omisión del deber alimentario derivado de
la responsabilidad parental. Ante ello, si bien la posesión de estado no puede
ser una causal de eximición de responsabilidad para el progenitor no
reconociente, lo cierto es que resulta un elemento a ponderar a la hora de
determinar el monto de la reparación debida.
Pese a lo que resulta del art. 587 del CCyCN, la cuestión relativa a la
antijuridicidad en materia de daños y perjuicios derivados de la filiación no
275
se relaciona exclusivamente con la omisión voluntaria de reconocer al hijo,
aunque no hay duda de que ésta es la problemática que mayormente se
plantea. Por el contrario —como luego se profundizará—, la antijuridicidad
se presenta cuando por cualquier acción u omisión se hubiera vulnerado el
derecho a la identidad de la parte interesada, sea éste el hijo o incluso el
progenitor. Así, será considerada antijurídica la omisión de la madre de
accionar oportunamente para reclamar la filiación del hijo o de brindar la
información necesaria para la actuación del Ministerio Público en los
términos del art. 583 del CCyCN; la atribución falsa de una filiación, fuera
por sostener en silencio la presunción de filiación matrimonial a sabiendas
de que el cónyuge no es el progenitor o por reconocer en forma
complaciente a quien se sabe a ciencia cierta no es el hijo; la inseminación
artificial o implantación del embrión crioconservado pese a la revocación o
falta de renovación del consentimiento informado exigido por la ley; entre
otras conductas. Todas estas cuestiones, serán abordadas en los puntos IX
y ss. de este capítulo.
Así, entre otros, Dutto expresa que "el factor de atribución es subjetivo y
responde quien no puede justificar error excusable. Se admite como factor
de atribución la culpa en sentido lato comprensivo del dolo y la culpa. La
conducta omisiva resulta objeto de reproche en tanto la persona que debe
reconocer y no lo hace incurre en ella intencional o negligentemente,
sustrayéndose a los deberes que nacen del acto procreacional"(70). En la
misma vertiente se expide Zannoni, para quien "no se trata de una
responsabilidad objetiva derivada del no reconocimiento, sino que a la
omisión se la reprocha en tanto el progenitor incurrió en ella
intencionalmente, sustrayéndose al deber jurídico. Se atribuirá
responsabilidad a quien sabiendo que es padre o madre omitió reconocer a
su hijo y también a quien, demandado, no contribuyó a despejar las dudas
276
que razonablemente puede albergar acerca de la filiación que pretende
oponérsele. Se atribuirá responsabilidad a quien no colaboró con la
realización de las pruebas biológicas que permiten... determinar o descartar
la filiación alegada. En suma, se atribuirá responsabilidad a quien no pueda
justificar un error excusable que obsta a la culpabilidad de quien, más tarde,
es declarado el padre o la madre"(71). Para Sambrizzi, la exigencia de la
culpa lleva a que "se considere improcedente la indemnización cuando la
negativa a reconocer hubiera tenido motivos serios, como ocurriría en el
supuesto de tener el padre fundadas dudas sobre su paternidad... Es claro
que esta duda no bastaría para eximirlo de responsabilidad, si luego de
iniciado el juicio por el que se reclama la filiación no contribuyó en el mismo
a despejarlas, prestándose, por ejemplo, a los pertinentes exámenes de
histocompatibilidad"(72). En igual sendero, Azpiri pone de resalto que "otro
de los requisitos para la procedencia de la responsabilidad por los daños y
perjuicios ocasionados es la imputación de ese comportamiento omisivo a
una persona determinada. Resulta indudable que la inacción debe surgir de
una conducta deliberada de la persona que se encontraba en condiciones
de producir el emplazamiento. Por el contrario, cuando no existe
conocimiento de la situación de hecho que se le pretende atribuir no podría
haber responsabilidad por la falta de reconocimiento voluntario"(73).
277
desde que el progenitor biológico conoce el embarazo o parto de la mujer y
niega su paternidad o el sometimiento a las pruebas científicas para su
determinación. Se trata de una responsabilidad subjetiva, no porque se exija
culpa en el acto de la gestación, sino en la negativa al reconocimiento. En
otros términos, si un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer pero
desconoce que de ellas ha nacido un hijo, no podrá ser condenado a pagar
daños y perjuicios".
278
En otro fallo de la sala F de la Cámara Nacional Civil, del 27/8/2014(83),
se concluyó que "no basta el no reconocimiento para generar
responsabilidad, sino que además deben darse todos los presupuestos que
obligan a reparar. Es decir, que la falta de reconocimiento debe ser dolosa
o culposa, debe además haberse producido un daño y existir relación de
causalidad entre el no reconocimiento y el daño". En el caso "no se han
aportado elementos de prueba suficientemente convincentes que acrediten
que el demandado haya tenido un conocimiento fehaciente del embarazo de
la madre del actor y del posterior nacimiento de éste. Asimismo, la actitud
asumida en este proceso es reveladora de que contribuyó a despejar las
dudas que razonablemente pudo albergar sobre su paternidad, colaborando
con la realización de la prueba biológica por el mismo ofrecida, y una vez
obtenido el resultado positivo solicitó la inscripción en el registro
correspondiente. Todas estas circunstancias son demostrativas de que se
encuentra ausente el elemento subjetivo requerido para la procedencia del
reclamo indemnizatorio, esto es el factor de imputación del que derivaría la
responsabilidad del padre que no reconoce a su hijo".
279
instancia, el reclamo de daño moral fue desestimado, por considerarse que
no se había probado que la actora hubiera comunicado al demandado su
embarazo y el nacimiento de la niña. El Tribunal de alzada revocó la
sentencia, teniendo en cuenta el valor probatorio del silencio del requerido,
en especial ante la prueba documental acompañada en la demanda. Si bien
el fallo fue unánime, los integrantes de la sala delinearon distintos
argumentos para determinar la procedencia del reclamo. Cabe aquí
mencionar el de la citada magistrada, en tanto subrayó que "el daño moral
no requiere prueba sino que se presume cuando ha habido una lesión a un
derecho personalísimo derivado del incumplimiento de una obligación legal,
originada en el derecho del hijo a ser reconocido por sus progenitores.... Su
procedencia se demuestra con la verificación de la titularidad del derecho
lesionado en cabeza del reclamante y la omisión antijurídica del demandado,
sin que resulte relevante la falta de malicia o culpabilidad del progenitor, ya
que su naturaleza... es evidentemente resarcitoria".
280
acción con la intención de sustraerse a un deber jurídico (en el supuesto de
la omisión del reconocimiento o la inacción de la madre para reclamar la
filiación del hijo), o bien actuó deliberadamente sabiendo —o debiendo
saber— que su comportamiento implicaba la violación de un deber jurídico
(como ocurre frente al reconocimiento complaciente, o en la procreación por
TRHA pese a la ausencia o revocación del consentimiento informado) o, al
menos, la vulneración del deber genérico de no dañar al otro (en caso de
avalar la falsa atribución de la filiación).
2.3. El daño
281
IV. DAÑO NO PATRIMONIAL (DAÑO MORAL) POR LA OMISIÓN
VOLUNTARIA DEL RECONOCIMIENTO DEL HIJO
282
Como variante de esta postura se encuentra aquella expuesta en
segundo término, que si bien mantiene la alusión a la "no patrimonialidad",
pone el acento en que se trata de una "lesión de intereses". En esta corriente
se ubica Zannoni, al expresar que el daño moral es el "menoscabo o lesión
a intereses no patrimoniales provocado por el evento dañoso, es decir, por
el hecho o acto antijurídico"(93).
283
patrimonial directo. Si, a la vez, el mismo daño repercute en los sentimientos
por el valor afectivo de la cosa atacada, provocando un desequilibrio
emocional a causa de la pena o la angustia de su pérdida, el daño no
patrimonial o moral es indirecto. En cambio, si el daño recae sobre un bien
jurídico inmaterial atacando la vida, el cuerpo, la salud, el honor, la libertad,
la identidad, etc. de una persona y afecta al mismo tiempo un interés jurídico
no patrimonial, el daño no patrimonial es directo(101). Pero, en definitiva, en
uno u otro caso podrá hablarse de daño no patrimonial o moral.
284
presunción del daño moral por la falta de reconocimiento, aun respecto de
los niños de muy corta edad (cuestión que será abordada en el punto 2).
285
sino en la vida en relación y, por tanto, dejan de constituir un valor netamente
individual(108). Así, el daño se proyecta más allá de lo que el sujeto piensa,
quiere o siente, para comprender la lesión a cualquier aspecto de lo que vive
en proyección hacia intereses íntimos y sociales(109). Veremos luego cómo
inciden estos factores en materia de daño moral por la falta de
reconocimiento del hijo.
286
indudablemente una connotación de orden moral ya que afectará los lógicos
sentimientos de una persona provocándole molestias e inconvenientes
propios de esa situación"(113).
287
en un niño o adolescente en su vida de relación con sus pares, amigos,
compañeros de colegio, etc., como consecuencia de las pasibles situaciones
de discriminación a las que pudiera verse enfrentado. Al respecto, se señaló
que "en el área social, en el círculo de sus relaciones, si bien humanamente
van desapareciendo los estigmas que pesaban sobre los hijos
extramatrimoniales y aún más respecto de aquellos que carecen de
emplazamiento, no puede negarse que en ciertos ambientes... se crea en
torno de esta circunstancia un sentimiento de minusvalía, que puede incidir
negativamente"(119). Afirmándose también que el daño moral se infiere
"desde el momento de llevar el hijo solamente el apellido materno, situación
que... coloca a la persona en desventaja frente a compañeros de colegio,
amigos y sociedad en general"(120). Es cierto que estas distinciones son
aberrantes y debieran erradicarse, pero no cabe duda de que en
determinados círculos sociales, aquéllas lamentablemente perduran(121).
288
autonomía. Lesión a los sentimientos de un menor que se siente rechazado
por su padre. Daño moral futuro cierto derivado del hecho de que la
histografía de la vida del menor llevará siempre el sello de la actitud paterna
renuente"(126).
La proyección social del daño guarda una evidente relación con la edad
del hijo, puesto cuanto más avanzada es ésta, más abarcativa y fluida será
su vida de relación. En consecuencia, el perjuicio de incrementa con el
transcurso del tiempo.
289
plano jurídico. No tendrá derecho alimentario (salvo la acción de subsidio),
derechos sucesorios, ni cualquier otro que derive de la filiación"(130).
En esta línea, la jurisprudencia resolvió que "la existencia de daño con los
perfiles predominantes de un daño moral, es indiscutible porque la falta de
determinación del estado de hijo lo perturba en el goce de los derechos que
dependen de esa determinación, y de que tenga a su favor el
correspondiente título..."(131). A su vez, se concluyó que corresponde el
resarcimiento "A quien se le desconoció su estado de familia, que es un
atributo de la persona, impidiéndole el emplazamiento respecto del
progenitor que omitió reconocerlo, perturbándolo en el goce de sus derechos
y provocándole un daño que debe ser reparado"(132).
290
se ha generado la lesión del derecho a una inequívoca identidad familiar...
que no sólo puede provocar el estigma de minusvalía social que
habitualmente acompaña a quien sólo lleva el apellido de su madre soltera
sino, fundamentalmente, el dolor y las secuelas desfavorables que acarrea
para la formación de la personalidad y el desempeño cultural, saber que no
es reconocida en el orden simbólico por el propio padre"(136). También se
argumentó que "la actora ha padecido un daño que afectó la formación de
su personalidad... se ha privado a la joven de integrarse en el seno de su
propia familia, y es sabido que el estado de familia es un atributo de la
personalidad, por lo que se ha vulnerado la propia identidad de la accionante
y su dignidad personal... el daño injusto sufrido por la joven D. H. reside en
no haber podido obtener oportunamente el emplazamiento en el estado de
hija como hubiere correspondido, por lo que se le vedó del derecho a ser
considerada —en el ámbito de las relaciones humanas— hija de quien la ha
concebido"(137). En fin, en un interesante fallo se destacó que el perjuicio
personal no resulta aliviado por el hecho de que la hija no reconocida por su
madre hubiera sido dada en adopción y crecido en el seno de una familia,
pues "la circunstancia de que la actora fue adoptada no neutraliza el daño
causado por la quejosa, habida cuenta que precisamente se tuvo que acudir
al instituto adoptivo por la situación de abandono en la que aquélla se
hallaba"(138).
291
2.1. La acción del hijo como damnificado directo, por sí o por sus
representantes
292
relativos al reclamo que... debe obedecer a una decisión absolutamente
propia y privativa del menor"(143).
293
sufrimiento como consecuencia del hecho o acto ilícito y, por lo tanto, no
puede ser considerado damnificado por daño moral(145).
En estos términos, coincido con Mosset Iturraspe cuando observa que "el
sufrimiento físico o psíquico acompaña a todas las personas, aun a los niños
de corta edad y a los ancianos que padecen de 'reblandecimiento cerebral'.
Aun a los privados de razón en forma permanente o transitoria. Así como se
afirma que mantienen la suitas o 'mismidad' —que son ellos pese a todo—,
que sus derechos son propios y reflejan de algún modo su personalidad,
creemos que debe admitirse la posibilidad de padecer sus estados de
espíritu, aunque confundidos, aturdidos o debilitados"(148).
294
decir respecto de las personas con discapacidad quienes, según el caso,
comprenderán con diferentes alcances la repercusión social que la ausencia
de reconocimiento provoca, sin suprimir por ello el sufrimiento personal que
genera el obrar antijurídico.
295
menoscabos tales que resulten idóneos para elevar el monto
correspondiente al rubro en estudio... Y ello no importa en modo alguno
subestimar la capacidad de la menor para percibir la carencia de figura
paterna". En este mismo sentido, la Cámara Civil, Comercial, Laboral y de
Minería de General Pico, con fecha 3/6/2011(152), observó que "el hecho de
que la demanda se dedujera a los pocos meses de nacido el niño... y de
que... la sentencia se dictara antes de que el niño cumpliera los tres años...,
en modo alguno eliminan la existencia del daño moral", "más allá de que en
estos casos el menor no sufra idéntico menoscabo que el que pueda
padecer quien, por su mayor edad, tenga otra inserción en la sociedad". Si
bien "resulta imposible medir de algún modo cómo repercutió negativamente
en el espíritu de la víctima, resulta claro que la niña no reconocida por su
padre biológico ha sufrido un menoscabo en sus derechos e intereses
personalísimos".
296
destacándose que "por tanto goza de apellido paterno y del derecho a su
identidad desde una edad en que aún no se ha desarrollado vida de relación,
a lo que se agrega también y fundamentalmente que, el Sr. D. no ha negado
su paternidad ni ha tenido una conducta obstruccionista".
El contacto del niño con sus progenitores desde la más temprana edad
fortalece su estructura psíquica y emocional, de modo que su ausencia
genera carencias que necesariamente ocasionan un perjuicio. Al respecto,
Winnicott resalta que "la unión del padre y la madre proporciona un hecho,
un hecho sólido sobre el cual el niño puede construir una fantasía, una roca
a la que puede aferrarse y a la que puede atacar... El niño necesita al padre
por sus cualidades positivas y por lo que lo distingue de otros hombres, y de
la vitalidad de su personalidad. Los primeros períodos de vida, con
impresiones tan vívidas, son los más adecuados para que un bebé conozca
a su papá...". En las circunstancias más favorables, "el padre enriquece
enormemente el mundo del niño"(159).
297
Por otra parte, en cuanto lo afirmado sobre la incapacidad de un niño de
escasa edad de conocer las consecuencias de un concepto abstracto como
la "omisión de un acto jurídico", me permito observar que tal abstracción
tampoco puede ser aprehendida por un niño mayor (supóngase de 10 años)
y sin embargo múltiples han sido los precedentes que han admitido el
resarcimiento en tales supuestos.
298
el tema, formulándose la siguiente recomendación: "Debe tenerse por
acreditado el perjuicio al menor por la sola negativa al hijo propio"(164).
299
progenitor y, es más, el saberse negado por éste —sea en forma consciente
a una mayor edad o en forma inconsciente cuando se trata de niños
pequeños— genera necesariamente un sentimiento de dolor y sufrimiento
que debe ser resarcido, cualquiera fuera la edad del niño. Aquello que
variará, en todo caso, será el monto de la indemnización.
300
resistencia al pago de los gastos solicitados por el perito en inmunogenética;
generan un agravio moral futuro en la hija, ya que la historiografía de su vida
va a llevar siempre el sello de la actitud paterna renuente"(172). Con igual
criterio se remarcó que "Habiendo quedado establecido que la negativa del
demandado ha sido infundada o incausada, el agravio moral padecido por
la actora debe ser resarcido..., pues aquella negativa da nacimiento a una
responsabilidad civil que tiene factor de atribución subjetivo"(173).
301
haberle sido ocultado. Sí en cambio resulta ajustado lo resuelto en otro
precedente, en donde si bien el demandado formuló un allanamiento
condicionado al resultado de la prueba genética, se acreditó que éste había
tenido conocimiento del embarazo de la mujer y, de hecho, había reconocido
su paternidad en el medio social y familiar, circunstancias que justificaron, a
criterio del tribunal, el resarcimiento por el daño moral causado, "toda vez
que al tener conocimiento del embarazo pudo haber acudido a la prueba
hematológica sin necesidad de aguardar la acción judicial"(177).
302
dará lugar a la reparación pertinente. Así lo ha entendido la jurisprudencia al
afirmar que "el asentimiento del demandado en una acción de filiación a
realizarse el examen de histocompatibilidad y el posterior reconocimiento de
su paternidad no implica que éste haya sido espontáneo, toda vez que fue
posterior a la traba de la litis y, por ende, no es apto para eximir al
demandado del resarcimiento por daño moral debido a su hijo por la
ausencia de reconocimiento oportuno"(182). Con igual criterio, se observó que
"la debida colaboración prestada en el ámbito del proceso... al someterse
voluntariamente a la prueba biológica, si bien evidencia un comportamiento
de buena fe, no es suficiente para eximir de responsabilidad; siendo además
que la indemnización por daño moral resultara procedente no sólo en los
casos de negativa expresa al reconocimiento, sino también por la falta de
reconocimiento oportuno, cuando las circunstancias hacen ver que el mismo
habría sido posible"(183). Y se sostuvo que "el haberse sometido
voluntariamente a la prueba genética, no justifica su eximición cuando es
necesario llegar a una sentencia que establezca la paternidad pese a que
no existían circunstancias que dieran sustento a dudas sobre la probabilidad
de la paternidad biológica de otro individuo"(184).
303
4.1. Los eximentes de la responsabilidad civil
304
31/5/2005(189), al resaltar que "el daño moral reclamado por la hija no puede
proceder, por las singularidades fáctico-jurídicas del caso que requieren
ciertas precisiones: el daño moral tiene carácter eminentemente resarcitorio,
derivado de la existencia de una ilicitud civil, que aquí es inexistente porque
ante la imposibilidad legal de R. de reconocer a su hija biológica concurre
una causal de justificación... En este caso... la voluntariedad del acto resulta
enervada porque la paternidad del hijo de la mujer casada se presume del
marido no separado de hecho... y requiere de la previa impugnación de esa
filiación... la que sólo puede ejecutar, por imperativo legal, el esposo de la
madre... o el hijo...". En esta misma línea, la Cámara Civil y Comercial de
Junín, con fecha 30/10/2007(190), resolvió que "el accionado se encontraba
imposibilitado de reconocer su paternidad biológica ante el matrimonio de la
madre, pues para ello debe iniciar previamente la acción de impugnación
del art. 259, CCiv., para la cual no estaba legitimado"(191). En igual sentido,
pero en un caso donde además los niños habían gozado de la posesión de
estado de hijos del demandado, la sala 1ª de la Cámara Civil y Comercial de
Mercedes, con fecha 25/4/2013(192), dispuso que "no estamos ante el
supuesto corriente del hombre que no reconoce como hijo a un niño de
padre desconocido, sino que, por el contrario los niños... al poco tiempo de
nacidos fueron inscriptos como hijos de... que, además, estaban unidos en
matrimonio, lo que apareja, además la presunción de paternidad del
marido... Siendo ello así el demandado no podía ir al Registro Civil y
reconocer a los niños como sus hijos porque se lo impedía el art. 250 2º párr.
del CCiv., y si el ente público lo hubiese hecho, el acto hubiese sido nulo de
nulidad absoluta...".
Con criterio inverso pero en función de las circunstancias del caso, la sala
D de la Cámara Nacional Civil, con fecha 29/8/2001(193) rechazó la causal de
excusación opuesta por el demandado alegando la imposibilidad de
reconocer al hijo por encontrarse determinada respecto de éste la paternidad
matrimonial. El tribunal desestimó tal defensa, en tanto en el caso concreto
resultaba relevante el hecho de que el requerido "no tuvo durante todo el
desarrollo del proceso por filiación (que se prolongó por más de diez años)
una actitud positiva tendiente a averiguar la verdad material de los hechos
sino, antes bien, todo lo contrario". Así, se destacó que el demandado: a)
había negado toda relación con la madre de su hijo, dilatando el proceso; b)
había solicitado un plazo extraordinario para la producción de prueba que
habría de diligenciarse en el extranjero y que, a la postre, no produjo; c)
había manifestado de manera contundente y en términos generales que se
negaba a "facilitar la prueba que corresponde a la contraria"; d) se había
negado a la realización de la prueba genética; e) no había comparecido a la
audiencia de posiciones y había desistido de la prueba ofrecida; y f) había
apelado la sentencia definitiva que decretaba su paternidad.
305
hizo lugar al reclamo, aunque considerando para la fijación del monto el
tiempo en que la joven había detentado la paternidad matrimonial. En este
orden de ideas, advirtió que "de acuerdo a las circunstancias particulares de
estos autos, la falta de reconocimiento oportuno del demandado, es
atribuible a una conducta culpable de su parte, pues nada le impidió a él
haber reconocido en tiempo oportuno a su hija, la actora, sin perjuicio de la
existencia de un lapso en que fue reconocida por T.".
306
el cual el único legitimado pasivo es el propio demandado, pero sí es
importante destacar que la alusión a la exceptio plurium concubentium no
puede erigirse como una causal de eximición de la responsabilidad a menos
que el requerido acredite la existencia de otras relaciones de la madre del
niño durante la época de la concepción, y demuestre que ello le ha generado
serias dudas acerca de su paternidad, dudas que no pudieron ser
despejadas por la imposibilidad de llevar a cabo un examen genético (p. ej.,
por falta de medios para hacerlo, por la negativa de la madre, etc.). Como
puede advertirse, será difícil acreditar tales extremos, de modo que la
pluralidad de posibles responsables sólo puede ser admitida en forma muy
excepcional como eximente o atenuante de la responsabilidad del declarado
padre del niño.
307
análisis genéticos pertinentes, y frente al resultado positivo de los mismos,
procedió de inmediato a reconocerlo como hijo. Nadie puede reprochar esa
conducta, pero lo que sí resulta reprobable, y es el motivo por el cual
corresponde admitir la demanda por daño moral, es porque ese
reconocimiento lo hizo luego de haber transcurrido 37 años de vida de su
hijo... y los distintos perjuicios que pudo haber causado, entre ellos el daño
moral que le causó"(201).
308
Sin embargo, esta postura no ha sido coincidente en doctrina y, menos
aún, en nuestra jurisprudencia. Entre los autores que han valorado la
conducta de la madre en tal sentido se encuentran Arianna y Levy, para
quienes la demora injustificada incurrida por aquélla en iniciar la acción,
conducta con la cual no evitó o morigeró los daños, conduce a la disminución
del monto indemnizatorio que debe afrontar el padre por el perjuicio personal
sufrido por el hijo ante la omisión voluntaria del reconocimiento(204). En este
sendero, Makianich de Basset y Gutiérrez, si bien no asignan "a la actitud
materna la significación de concausa en la producción de los efectos
dañosos", de modo de liberar la responsabilidad del padre, sostienen que
"la condena de éste se referirá a la medida de su concurrencia en los daños
generadores de responsabilidad, disminuyendo proporcionalmente la
cuantía"(205). Y también afirma Dutto que "si bien la conducta ilícita
generadora de la falta de identidad correcta es atribuida al progenitor..., no
debe dejar de considerarse la dilación materna, que si bien no hace valer un
derecho propio, coloca durante esa rémora al hijo en una situación que
podría haber evitado generando una suerte de concausa omisiva"(206).
309
concretara esta acción de filiación, previa intimación postal un mes antes.
Resulta indudable entonces, que no ha sido sólo el demandado, con su
despreocupación, quien infringió una ofensa a la dignidad humana de la
niña, sino que la propia madre, también incurrió en la misma falta por el
mismo lapso de tiempo y con el mismo efecto ofensivo". Ello configura "una
situación de daño moral de autoría compartida de los progenitores, que sufre
la menor cuya traducción, en términos económicos, no alcanzara a cubrir el
peso moral en la conciencia de los responsables en un sentido y en el
espíritu de la hija en el otro sentido, sin duda que será más fuerte y
significativo que su valoración dineraria que nada compensará"(211). Y se
concluyó: "el demandado tenía fuertes motivos para dar por cierto que tenía
una hija con la actora, pero también ésta fue negligente —o displicente— en
tomar decisiones que aceleraran una pronta definición acerca de la
paternidad de la niña, o sea, que debió adoptar una actitud más activa en
defensa de los derechos de su hija"(212).
310
Minería de Viedma, con fecha 3/3/2009(217) —citando a Krasnow—, concluyó
que "a) la conducta antijurídica causante del daño es la falta de
reconocimiento paterno y no la conducta negligente de la madre; b) cuando
la madre, en su carácter de representante legal de su hija, recurre a la
justicia con la finalidad de concretar el emplazamiento paterno
extramatrimonial y la reparación del daño causado, actúa en beneficio de un
interés ajeno y no propio; c) si bien es cierto que cuanto antes se inicie la
acción menor será el perjuicio que se ocasione al hijo, no es menos cierto
que ese daño sería inexistente de haber mediado un reconocimiento
espontáneo del padre; d) la demora en el ejercicio de la acción no constituye
una concausa apta para disminuir la responsabilidad del padre, pues la
causa directa del daño es la falta de reconocimiento".
311
reconocimiento, y que como he dicho se manifiesta fundamentalmente a
partir de la muerte del progenitor, se concretara". En el mismo sentido, la
Cámara Civil y Comercial de Gualeguaychú, sala I, con fecha 4/4/2016(221),
consideró que para cuantificar el daño moral debe ponderarse que "no
medió actividad probatoria destinada a abonar su magnitud, ni se explicó la
tardanza del actor en ejercer la acción". Con criterio cuestionable —pues se
alude ya no a los mayores de edad sino incluso a quienes siendo menores
ostentan determinada madurez— la Cámara Civil, Comercial y Minería de
General Roca, en un fallo del 17/4/2009, entendió que "Llegada la mayoría
de edad demoró 6 años en accionar. Es cierto que en general no puede la
menor cargar con consecuencias desfavorables achacable a la madre, por
no accionar en su nombre y representación, pero se repite, cuando tuvo
suficiente uso de razón, debió exigir a su madre iniciar la filiación, o si se
negaba recurrir a la representación estatal promiscua"(222).
312
notificación de la demanda la existencia de su hija, pues no se ha acreditado
que la madre de la niña se lo haya comunicado, máxime cuando surge de
estos autos y de los acumulados que su concubino ignoraba que otro fuera
el padre y reconoció a la menor. De todas maneras,... debe valorarse la
conducta del demandado durante el juicio y en este aspecto no se han
desvirtuado las conclusiones de la sentenciante en el sentido de su conducta
obstruccionista respecto de la prueba biológica y su reiterada negativa de la
relación paterno-filial, aun después de realizada la prueba biológica y no
habiéndola impugnado"(227).
Una primera pauta objetiva a considerar está dada por el carácter del
daño no patrimonial o moral. He dicho ya que está ampliamente consagrada
en la actualidad la tendencia que considera que el daño moral tiene
carácter resarcitorio y no punitivo, de modo que la reparación tiene por
objeto compensar por medio del dinero el dolor experimentado por la
víctima. Este corrimiento de la mirada del responsable hacia el damnificado
permite afirmar que si bien la responsabilidad por la omisión del
reconocimiento resultará del dolo o la culpa del progenitor, la medida del
resarcimiento será consecuencia de la entidad del agravio y no de la
calificación o gravedad de la conducta del renuente(228). Es decir, la
reparación del daño moral debe guardar una relación proporcionada con la
magnitud del perjuicio, de los padecimientos, angustias y afecciones,
debiendo merituarse también la relación de causalidad entre el obrar
antijurídico y el daño.
313
caso a partir de la equidad, que cumple una función individualizadora de
aquélla. En virtud de ello, cada juez, en el caso concreto, teniendo en
consideración las circunstancias de hecho, la situación individual y social del
damnificado, fijará un resarcimiento equitativamente. En este sentido, se
resolvió que "la cuantificación del daño moral padecido por quien se ha visto
obligado a iniciar acciones judiciales de filiación para obtener el
reconocimiento del carácter de hijo resulta sumamente dificultosa en mérito
a la falta de correspondencia entre la naturaleza del daño y la del
resarcimiento y la insuficiencia de pautas cualitativas, objetivas y subjetivas,
por lo que en la materia debe estarse a la apreciación personal de los jueces
dentro de su prudente arbitrio"(229).
314
panorama que no se agote en la sola determinación de la verdad
biológica"(232).
315
demandado no puede ser excluido del vínculo biológico como padre de la
actora... y un año después, el demandado procede al reconocimiento"(237).
316
inherentes al estado de hija. No obtuvo de su madre la atención y cuidados
que a ésta le eran exigibles, de manera que el desamparo se impone con
toda su crudeza"(242). En un caso donde la acción también había sido
entablada por una mujer mayor de edad pero que —a diferencia del
anterior— había tenido en los primeros años de vida contacto con su padre,
se destacó que "la niña tuvo oportunidad de conocerlo y luego se produjo un
alejamiento con claros tintes abandónicos, a mi parecer son agravantes de
la repercusión dañosa, de su minoración espiritual. Y ésta no es una
circunstancia subalterna... En el caso, si el padre hubiese procurado
cerciorarse tempranamente de su paternidad y actuado diligentemente en
consecuencia..., habría provocado un menor agravio moral que el derivado
de exigir a la hija a litigar a la edad de 23 años y recién obtener su
reconocimiento a la edad de 25 años. Sobre la base de todas las razones
dadas, resulta congruo y equitativo elevar a la suma de $ 30.000 el daño
moral de la actora atendiendo a 'la aflicción que presupone la niñez y toda la
adolescencia sin portar el apellido paterno, carecer de los cuidados y
atenciones implicados en la función paterna'..."(243).
317
filiación, pese a haber admitido en la contestación de demanda, la existencia
de relaciones sexuales, con la madre..."(246). En otro fallo se fijó la suma de
$ 20.000, aclarándose que "En cuanto al monto del daño moral, sólo debe
tenerse presente la conducta del demandado durante el juicio y su relación
de causalidad con el daño moral ocasionado a la menor"(247).
318
áreas afectiva y social"(251). Así también se consideró razonable la
indemnización de $ 30.000 impuesta en primera instancia ante un
reconocimiento formulado "cuando ya se había promovido esta acción,
contando M. con 7 años de edad. Si bien... el padre colaboró
económicamente con la manutención de su hija desde su nacimiento, a partir
de diciembre de 2009 o enero de 2010..., el demandado se distanció
físicamente de su hija como consecuencia del inicio de una nueva relación
sentimental por parte de la madre... El daño psicológico ocasionado a M.,
conforme surge de los informes psicológicos... se relacionan con esta
desaparición del padre de la vida de su hija más que con la falta de
reconocimiento..."(252). En fin, se entendió que la indemnización de $ 35.000
en concepto de daño moral resulta ajustada a tenor de las conclusiones de
la pericial psicológica: "De esa prueba —que describe... los rasgos de la
personalidad de la menor, sus trastornos y su causa— infirió el a quo el daño
moral que padecía la menor y su vínculo causal con la conducta antijurídica
atribuida al demandado"(253).
319
mensual muy escasa, y no se cuenta con otra prueba que demuestre que
posea bienes de fortuna u otros ingresos patrimoniales más que los
acreditados".
6. Legitimación de la madre
El art. 1741 del CCyCN —al igual que el derogado art. 1078 del CCiv.—
dispone como regla que está legitimado para reclamar la indemnización de
las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Desde esta
perspectiva, corresponde determinar si la madre puede ser considerada
legitimada directa para reclamar el resarcimiento por la omisión voluntaria
del reconocimiento de su hijo.
320
perjuicio responde a un interés jurídico susceptible de reparación o, lo que
es lo mismo, si la progenitora del niño no reconocido es jurídicamente
damnificada por la falta de emplazamiento.
Al respecto, se señala que "el interés jurídico que la ley protege, o sea la
incolumidad del espíritu cuya lesión se pretende reparar, está de tal modo
adscripto a la persona del ofendido que, en principio, solamente la víctima
podría reclamarlo a título personal y como damnificado directo"(257). En estos
términos, nuestro ordenamiento civil es claro: la regla del art. 1741 del
CCyCN se limita a la legitimación de los damnificados directos. Sin embargo,
recogiendo una tendencia más flexible que había comenzado a consolidarse
en la jurisprudencia(258), la segunda parte de la norma prevé una apertura de
la legitimación si del hecho resulta la muerte o gran discapacidad del
damnificado directo, en cuyo caso también tienen legitimación a título
personal, según las circunstancias, los ascendientes, los descendientes, el
cónyuge y quienes convivían con aquél recibiendo trato familiar ostensible.
321
admitidas por la norma: la muerte o gran discapacidad del damnificado
directo.
322
incumplimiento genere una obligación de responder. Por lo que no se reúnen
a mi juicio los presupuestos de la responsabilidad civil". Por su parte, la sala
L de la Cámara Nacional Civil, con fecha 14/4/1994(264) —por mayoría—
resaltó que "no me cabe duda de los pesares de la actora a consecuencia
de la falta de reconocimiento voluntario por parte del padre de su hijo y las
consecuencias que ello pudo haber traído en su entorno social, pero no
advierto que pueda invocar violación de un interés jurídico legítimo que
sustente la posibilidad de reparación del daño moral sufrido. En efecto, el
interés tutelado por el derecho es el emplazamiento de hijo y éste sólo puede
ser ejercido por él..., por cuanto se trata de una acción personalísima". A su
vez, la sala F de la Cámara Nacional Civil, con fecha 17/7/2006(265) subrayó
que "la madre no sufre un daño moral propio por la falta de reconocimiento
de su hijo que concibió con el demandado, pues sus hipotéticos sufrimientos
y la angustia la situarían a lo sumo como damnificada indirecta por la omisión
del padre y, por lo tanto, carece de legitimación para formular tal reclamo...".
Idénticos argumentos fueron expuestos por la sala D de la Cámara Nacional
Civil, con fecha 3/8/2016(266).
323
y el punto de partida de todos los derechos humanos que se diferencian a
partir de ella, y a la vez actúa como un punto de vista que da perspectiva a
los diferentes derechos humanos lo que permite entenderlos e
interpretarlos"(272). En este entendimiento podría afirmarse que la dignidad
humana, sea como valor, como principio o como derecho humano,
constituye el cimento de todos los derechos humanos.
324
exceden los límites del derecho de defensa, volcándose en los escritos
expresiones injuriosas y degradantes para la mujer que resultan
discriminatorias en los términos de la CEDAW, incluida entre los
instrumentos de derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional.
325
Esta tendencia, en un comienzo aislada, ha sido recogida años después
en sendos precedentes. Así, en un fallo de la Cámara Civil y Comercial de
San Nicolás, del 27/3/2008(281), se entendió que "Cabe hacer lugar al
reclamo de daño moral realizado en forma directa y a título personal por la
progenitora del niño, ya que con independencia del infringido al hijo no
reconocido, el demandado ha incurrido en otra conducta antijurídica cual es
la de haber abandonado a la actora una vez conocido el embarazo, sin
prestarle el más mínimo apoyo, tanto material como espiritual, dejándola
sumida en el abandono y librada a sus escasísimos recursos, debiendo
afrontar sola lo que debió ser compartido y en una clara actitud injuriosa al
negar su paternidad y la colaboración indispensable —en su caso— para
determinarla. Ese comportamiento necesariamente ha de haber producido
en la actora angustias, sinsabores, desencantos, y afecciones diversas a
sus más íntimos sentimientos al tener que asumir en soledad la evolución
del embarazo, el parto y la posterior crianza y educación de la menor".
326
resarcido... En segundo lugar, del contenido de la contestación a la demanda
en actuaciones sobre filiación que tengo a la vista resulta también que la
actora es una damnificada directa de la conducta ilícita del demandado, la
que le ha producido daño moral. En efecto, en este aspecto debo recordar
que... el aquí demandado... atribuyó a la actora —a quien a esa altura dijo
no conocer o no recordar haber tenido una relación sentimental con ella—
la especulación de extorsionar al suscripto 'un provinciano casado, tal vez
predispuesto a un arreglo...' Se advierte fácilmente... que semejante
imputación a la mujer la ofende y constituye una verdadera injuria vertida en
el juicio que excede en mucho la legítima defensa... El contenido de la
contestación de demanda de filiación efectuada dolosamente manchó
injustamente el honor y el buen nombre de la mujer... Por otra parte, la
contestación de la demanda de filiación refleja un trato discriminatorio de la
actora como mujer...".
327
En fin, la Cámara Civil y Comercial de Necochea, con fecha
21/2/2017(286), frente a la situación de discapacidad del hijo no reconocido,
destacó: "El reclamo de la actora a título personal no tiene como hecho
fundante la ausencia de reconocimiento sino otra serie de hechos... Estos
sucesos —analizados en su conjunto, no aisladamente— resultan a mi
entender fundantes de la pretensión de resarcimiento del daño moral pues
configuran un accionar antijurídico, con un doble aspecto ilícito, y que tienen
como damnificada directa a la madre del niño con discapacidad... Señalo
que hay un doble aspecto de ilicitud pues por un lado el demandado ha
omitido deliberada y permanentemente su rol paterno en un supuesto donde
la asistencia que tal rol implica era casi imprescindible... Es cierto que no
cualquier crianza monoparental de un hijo —en abstracto— generará un
daño al progenitor que llevó adelante esa tarea, pero en el presente caso
donde la exigencia era tan alta los deberes de asistencia omitidos por el
demandado dan lugar a la posibilidad de calificar su actuación como ilícita...
Si a esa omisión sumamos las consideraciones que el accionado tuvo en
todo momento respecto del hijo común, se advierte que el ánimo de la actora
ha sufrido de modo directo y con fuente en otros hechos amén del
reconocimiento filial, un detrimento que excede el propio de toda separación
o el que puede derivarse de la crianza en solitario de un niño autosuficiente
y que va madurando al crecer".
328
En este sentido, la sala 2ª de la Cámara Civil y Comercial de Bahía
Blanca, con fecha 13/9/2007(287), condenó al progenitor que reconoció a su
hijo pasados 23 años desde su nacimiento, pues "se le negó así su derecho
al nombre y en buena medida su derecho a la identidad. Y en cuanto al
derecho a ser cuidado por sus padres, sólo le fue reconocido en cuentagotas
pues el demandado prestaba principal atención a su familia matrimonial...
Se olvida que el reconocimiento oportuno de su hijo es un deber; y ese deber
lo incumplió a sabiendas, buscando proteger los intereses de terceras
personas... Deviene absurdo sostener en los agravios que no hay lugar a
indemnización por haber reconocido a su hijo en forma espontánea, si ese
reconocimiento ocurrió luego de 23 años... y nadie reprochó al emplazado
el 'no reconocimiento' sino el reconocimiento tardío y los distintos perjuicios,
bien concretos y suficientemente probados en autos, sufridos por el actor".
329
subsistente en el patrimonio del damnificado al momento de la sentencia. El
daño futuro, en cambio, es aquel que todavía no se ha producido, pero que
ciertamente acaecerá luego de la sentencia. Dentro de la primera categoría
se ubica el daño emergente. En la segunda, el lucro cesante y la pérdida de
chance.
En estos términos, el citado art. 1738 del CCyCN indica los rubros básicos
que pueden integrar una indemnización vertiente patrimonial: a) el daño
emergente; b) el lucro cesante; y c) la pérdida de chances.
330
Aclarados sintéticamente los alcances de los conceptos de daño
patrimonial, daño emergente, lucro cesante y pérdida de chances, se
analizará cómo operan estas categorías en el ámbito de la responsabilidad
derivada del derecho filial.
331
privación del derecho alimentario que le hubiere permitido al menor una
mejor asistencia en todos los aspectos y se regirá por los principios
generales del resarcimiento"(296).
Para Medina, "el daño material está dado por las carencias materiales
que le produjo la falta de padre. Éstas pueden o no producirse; se
producirán, por ejemplo, si el único de los progenitores que lo reconoció
tiene pocos recursos económicos y el niño se ve obligado a vivir en la
pobreza cuando cuenta con un padre biológico económicamente poderoso
que de haberlo reconocido le hubiera permitido el acceso a una buena
educación o le hubiera ahorrado los padecimientos materiales. Pero también
puede que el perjuicio material no se produzca, como por ejemplo en el caso
de que quien lo reconoce fuera un progenitor rico y el no reconociente un
menesteroso, que aun de haberlo reconocido, ningún auxilio material le
hubiera proporcionado, por aquello de que los alimentos se fijan de acuerdo
a las necesidades del alimentado y la capacidad económica del
alimentante"(297). Otros autores, en cambio, han afirmado que el daño
patrimonial "no consiste en la falta de manutención, pues éstos deben ser
cubiertos con el régimen de alimentos que fija el derecho de familia"(298).
332
Esta tendencia a diferenciar entre el daño patrimonial derivado de la falta
de reconocimiento del hijo y el derecho alimentario —que se ve plasmada
en las últimas posturas reseñadas— ha llevado a algunos autores —y luego
a la jurisprudencia— a sostener la que a mi criterio resulta la respuesta más
adecuada para justificar la procedencia del daño material a favor del hijo: la
categoría de la pérdida de chances.
Los pioneros en este sentido fueron Arianna y Levy, al decir: "Si la acción
de reclamación de la filiación se plantea cuando el hijo tiene una edad
avanzada, es obvio que durante todo ese tiempo se vio privado de ejercer
los derechos subjetivos familiares que dependen del previo emplazamiento.
Concretamente, en lo que aquí nos interesa, el derecho alimentario... Si por
hipótesis, el progenitor que no reconoció al hijo es una persona de regular
fortuna y el otro progenitor de escasos recursos, el hijo pudo haber sufrido
perjuicio que un emplazamiento espontáneo pudo haber evitado. Pensemos
en la carencia de una formación educativa, en una intervención quirúrgica o
un tratamiento médico que no pudo llevarse a cabo y como consecuencia
de ello el hijo sufra una minusvalía, etc. El supuesto encuadre en el que se
ha denominado pérdida de una chance, conceptualizada por la doctrina
como la posibilidad de ganancias que resulta frustrada a raíz del
incumplimiento de la obligación o el hecho ilícito. Pero conviene advertir que
la indemnización no es el resultado del beneficio dejado de percibir por el
acreedor; en nuestro caso, una suerte de alimentos retroactivos, pues mal o
bien, éstos han sido cubiertos por el otro progenitor y, por otra parte, los
efectos de la sentencia del juicio de alimentos se remiten a la fecha de
interposición de la demanda. Lo resarcible en la chance es la falta de una
posibilidad razonable de obtener una ganancia o evitar una pérdida,
quedando al prudente arbitrio judicial la fijación de la suma, de acuerdo con
las particularidades del caso"(302).
Esta postura fue avalada por otros autores, en especial tras el fallo de la
Corte Suprema de la provincia de Mendoza, al que haré referencia luego.
Así, para Azpiri, "resulta indemnizable la pérdida de chance por no haber
estado emplazado —el hijo— conforme a su vínculo y con ello puede haber
sufrido las consecuencias de no haber contado con los recursos que el padre
debió haber aportado. Ello pudo haber redundado en una atención de la
salud no totalmente adecuada, en una educación más deficiente, en la falta
de adquisición de conocimientos en áreas extracurriculares, como idiomas,
computación, etc., en la reducción o inclusive en la carencia de actividades
de esparcimiento, en el desenvolvimiento en un entorno social diferente y en
suma, todo aquello a lo que podía haber accedido si el padre hubiera
realizado el emplazamiento en tiempo oportuno"(303). Estas distintas
hipótesis de pérdida de chance son receptadas también por Bíscaro, quien
advierte que "todas las actividades de que se ha visto privado el niño debido
a la negativa a ser reconocido, cuando el progenitor goza de un estatus
económico adecuado, devienen en un daño material... Si bien el juez no
puede ver el futuro, proyecta la situación presente a sus razonables
consecuencias. Observando ese presente, apreciará en qué medida de no
haber mediado la producción del evento dañoso la condición de la víctima
sería mejor en el futuro de lo que es como consecuencia de ese evento. En
333
este sentido, 'chances' no son sino daños futuros. Las chances son de muy
variada índole. De lograr un empleo, de continuar estudios y egresar, de
mejorar la situación económica, etc."(304).
334
chance cierta de lograr una mejor asistencia, una vida sujeta a menos
restricciones y un mayor desarrollo en todos sus aspectos; b) este daño tiene
el carácter de "chance": "O sea, tengo por cierto que las necesidades
mínimas han sido cubiertas por la madre y que el daño sufrido consiste en
la pérdida de la posibilidad de haber tenido una vida con menos restricciones
económicas. En consecuencia, no corresponde seguir al recurrente en sus
cálculos, sino fijar el daño, equitativamente, conforme las constancias de la
causa. ...Estas chances deben fijarse, equitativamente, en la suma de $
12.000, cantidad que, en mi opinión, habría permitido superar el piso de las
necesidades mínimas cubiertas por la madre. Para llegar a esa cantidad he
ponderado... El juicio por filiación duró cuatro largos años en un período en
que las necesidades de los niños crecen, y que el padre, por su profesión e
ingresos, tuvo oportunidades reales de satisfacerlas. Es obvio que un aporte
mensual paterno habría permitido a este niño ser socio de algún club,
concurrir a una academia para estudiar un idioma o rudimentos de
informática, aprehender cómo se toca un instrumento musical, etc., todas
actividades que normalmente desarrollan los niños, hijos de profesionales,
para favorecer su desarrollo físico y espiritual, que exigen de un aporte
dinerario imposible de proveer por una empleada de un comercio. La suma
fijada, en mi concepto, es suficiente para el pago de estos gastos".
A este primer precedente siguieron otros. Así, desde una perspectiva más
estricta que vincula el resarcimiento material con las necesidades básicas
insatisfechas, el Tribunal Colegiado de Familia n° 5 de Rosario, con fecha
27/4/2007(306), fijó la suma de $ 4200 en concepto de daño material para los
tres hijos no reconocidos, "suma que le habría permitido superar el piso de
las necesidades mínimas cubiertas por la madre". Para así resolver, se
subrayó que "exclusivamente el incumplimiento no genera un daño material
indemnizable, el que sólo aparecería si se probara que por la falta de aporte
alimentario paterno los menores sufrieron privaciones, viéndose obligados a
vivir en la pobreza con serias limitaciones económicas y sin acceso a una
buena educación o salud. Este daño debe ser cierto y no meramente
conjetural o hipotético. Se afirmó que ese daño tiene el carácter de chance,
puesto que las necesidades mínimas han sido cubiertas por la madre, por
ello el perjuicio sufrido consiste en la pérdida de la posibilidad de haber
tenido una vida con menos restricciones económicas, correspondiendo
fijarlo —equitativamente— conforme a las constancias de la causa".
335
ingreso en la actividad autónoma y en este último supuesto no cabría
percepción de sueldo anual complementario".
336
tendrían que haber sido soportados por ambos progenitores en proporción
a sus recursos (conf. art. 658, CCyCN).
337
económicamente a su hijo, de modo que el resarcimiento se ubica en el
marco del daño emergente; en el segundo, de las privaciones que el niño
padeció por no contar con la asistencia de su progenitor, de manera que la
indemnización tiene el carácter de pérdida de chances, en los términos
explicados precedentemente.
338
esos gastos que integran en sentido amplio la prestación asistencial, sin
perjuicio de los alimentos que puedan fijarse para el futuro..."(314). Como dije,
el fallo acierta en cuanto considera que estos rubros integran el daño
material que correspondería a la madre, pero se equivoca —a mi juicio— en
la compensación de tales gastos con la cuota alimentaria que venía pagando
el padre desde julio de 2004, porque el nacimiento del niño data de abril de
2002, de modo que durante dos años dichos gastos fueron asumidos en
forma exclusiva por la madre, ello sin contar los gastos del embarazo y del
parto, los que tampoco fueron considerados. De todos modos, debe
destacarse que la ausencia de prueba al respecto tornaba imposible la
viabilidad del reclamo por daño material, aunque hubiera sido más feliz
entonces desestimarlo por carencia de prueba, que formular una
compensación que en definitiva es incompleta.
339
Si el hijo ha sido declarado incapaz (art. 32, CCyCN) o durante la
tramitación del juicio de determinación de la capacidad, actuará bajo la
representación de su curador definitivo o el provisorio, en su caso, o del
Defensor de Menores e Incapaces. En los supuestos de capacidad
restringida, pueden presentarse distintas alternativas. Si la sentencia no
restringe el ejercicio de las acciones vinculadas al estado de familia, el hijo
podrá iniciar la acción por sí solo. Por el contrario, si la sentencia limita el
ejercicio de las acciones vinculadas al estado de familia, podrán presentarse
dos situaciones: a) que se haya designado uno o más apoyos a fin de
complementar la capacidad de la persona, en cuyo caso el hijo podrá iniciar
la acción por sí con el apoyo que corresponda; y b) que se haya designado
apoyo con representación, frente a lo cual la acción será ejercida por el
apoyo representante(317).
4. Legitimación de la madre
5. Prueba
340
la crianza del hijo durante los años en que no fue reconocido. Desde otro
ángulo, el reclamo debe evaluarse con cautela, pues en este aspecto sí
tendrá relevancia la demora de la madre en interponer la acción de
reclamación de la filiación, no siendo posible amparar conductas
compatibles con el abuso de derecho.
341
En contra de la idea en general compartida(325)acerca de la necesidad de
acreditar el daño patrimonial derivado de la falta de reconocimiento, se ha
dicho que "el daño material es indemnizable siempre que sea cierto. Es
decir, quien invoca un perjuicio debe probarlo no siendo suficiente su simple
posibilidad. En autos si bien no se especificó concretamente el daño material
sufrido por el menor, el mismo vivió durante dieciocho años sin el aporte
económico de su progenitor y fue alimentado, vestido y educado, por lo que
presumo la existencia del daño económico durante ese lapso"(326).
342
En este sentido, se resolvió que "la actitud de la madre que demoró largo
tiempo en promover la demanda —nueve años aproximadamente—, si bien
no puede considerarse que haga menos responsable al demandado, es
evidente que ese retraso, aun no reputándola antijurídica, ha contribuido a
hacer más prolongado en el tiempo el daño de que se trata, y no puede dejar
de tomarse en cuenta al fijar la cuantía de la indemnización por la que deberá
responder el demandado"(328).
343
Así se consideró en el citado fallo de la sala 1ª de la Suprema Corte de la
provincia de Mendoza(333), en donde se desestimó el pedido de la madre de
fijar una suma en concepto de daño material equivalente a los alimentos que
el padre no había abonado desde el nacimiento, y se resolvió fijar el daño
en la suma de $ 12.000, "equitativamente, conforme las constancias de la
causa". Para llegar a esa cantidad se ponderó que el juicio por filiación duró
cuatro años en un período en que las necesidades de los niños crecen, y
que el padre, por su profesión e ingresos, tuvo oportunidades reales de
satisfacerlas. En consecuencia, se tuvieron en cuenta todas las actividades
que normalmente desarrollan los niños, hijos de profesionales, para
favorecer su desarrollo físico y espiritual, fijándose una suma que se
consideró "suficiente para el pago de estos gastos".
344
Desde un enfoque jurídico se han propuesto diversas nociones o
tipificaciones del daño a la psiquis que exhiben diferencias, a veces de
matices, otras más estructurales, pero que en definitiva convergen sin
mayores dificultades cuando se trata de identificarlo e individualizarlo(340).
Una posición amplia entiende que además del aspecto estrictamente
psicológico, involucra repercusiones en otras facetas de la persona. En este
sentido, explica Kraut que el daño psíquico "importa un deterioro, disfunción,
disturbio o trastorno, o desarrollo psicogenético o psicoorgánico que,
afectando sus esferas afectivas y/o intelectiva y/o volitiva, limita su
capacidad de goce individual, familiar, laboral, social y/o recreativo"(341).
Señala Taraborrelli que el daño psíquico constituye una afección de la
personalidad o del equilibrio emocional de la víctima que altera el
funcionamiento del cerebro, del razonamiento o de las facultades
intelectuales o de la mente de la persona, que produce un daño que debe
ser traumático, patológico e irreversible, configurando incapacidad parcial o
permanente(342). Y concluye Zavala de González que "la minoración
subjetiva por afectación invalidante a la salud se conecta con cualquier
incapacidad, incluso fuera de la órbita productiva". El sujeto "padece
menoscabo en su creatividad, pérdida de autonomía, perturbación de
relaciones afectivas y sociales, y la imposibilidad de gozar actividades que
interesan a la generalidad de los demás"(343). La postura amplia, que
prevalece en la praxis judicial, afirma —en suma— que el daño a la psiquis
es el que afecta todas las funciones del psiquismo, las intelectivas,
emocionales y volitivas, las que no necesariamente tienen su origen en un
daño orgánico(344).
345
ningún detrimento que se cobije bajo terceros géneros..."(346). En el especial
marco de la responsabilidad en el derecho de familia, han seguido esta
tendencia, entre otros, Medina y Dutto. Para este último, la lesión por daño
psicológico no constituye un tercer género de daños y su padecimiento
puede incidir en forma indistinta y aun simultánea tanto en el daño moral
(por los dolores y padecimientos extrapatrimoniales) como en el daño
patrimonial (daño emergente o lucro cesante, por las erogaciones de
asistencia psicológica, psiquiátrica y farmacológica)(347).
Por otra parte, debe destacarse que existe una tendencia que propone
repensar la clasificación tradicional de los daños (daño patrimonial y no
patrimonial) y reemplazarla por la de daños patrimoniales y daños a las
personas, categoría esta última que incluye diversas clases: daño estético,
daño sexual, daño a la vida de relación, daño biológico, daño juvenil, daño
moral, etc.(350). Al respecto, señala Fernández Sessarego que el daño a las
personas es el género que admite varias especies: por caso, el daño moral,
que se lo propone designar también como "daño emocional", que es un dolor
o sufrimiento generalmente transitorio; el daño al proyecto de vida, que es
un daño psicosomático de extrema gravedad que trunca el ejercicio de la
libertad de la persona para decidir libremente sobre su destino, creando un
vacío existencial; y el daño psíquico, que es también una lesión a la
integridad psicosomática del ser humano que repercute en su salud. El daño
psíquico constituye así la alteración, modificación, perturbación o
menoscabo, de carácter patológico, del equilibrio mental del sujeto,
generalmente permanente y de diversa gravedad y magnitud(351).
346
La disquisición no es vana, pues la adopción de una u otra postura incide
directamente respecto de la legitimación activa para reclamar el daño, ya
que si el perjuicio psíquico se incluye como una forma de daño no
patrimonial, funciona la limitación que trae consigo el art. 1741 del CCyCN,
que sólo reconoce el derecho al afectado directo o, en caso de muerte o
gran discapacidad, a los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y
quienes convivían con aquél recibiendo trato familiar ostensible. En cambio,
de adoptarse la idea de que se trata de un rubro autónomo del daño moral,
la legitimación será más amplia e incluirá a los damnificados indirectos.
347
psíquicas que pueden derivarse de un hecho con independencia de que
se conceda también una reparación en concepto de daño moral"(355).
348
presumirá juris et de jure por la renuencia a emplazar al hijo en el estado de
familia que le corresponde y, como tal, el principal legitimado para
reclamarlo —con las excepciones descriptas en el punto IV.6— es el hijo,
como damnificado directo; el segundo deberá acreditarse mediante la
prueba pericial pertinente, que permita determinar el costo del tratamiento
psicológico necesario para abordar las consecuencias psíquicas que ha
generado tal acto omisivo y, en su caso, de estar presente, el grado y
alcance de incapacidad sobreviniente.
Esta distinción entre daño moral y daño psíquico ha sido destacada por
la jurisprudencia específica en materia de responsabilidad derivada de la
filiación, al decirse que "así como corresponde indemnizar el daño moral
proveniente de los padecimientos espirituales... también procede resarcir el
daño psíquico derivado de las consecuencias que en ese ámbito han dejado
en la actora aquellas conductas. Es en el ámbito psíquico; dado que, si bien
ambos afectan el equilibrio espiritual del damnificado, éste reviste
connotaciones de índole patológica que requieren un tratamiento psicológico
que supone a su vez la erogación de una suma de dinero"(361). Sobre la base
de esta distinción, el magistrado interviniente estableció una suma de $
60.000 en concepto de daño moral por la omisión voluntaria del
reconocimiento, y otra de $ 10.000 en concepto de daño psíquico,
equivalente al gasto de dos sesiones semanales de terapia durante al menos
un año, sugerido por la perito psicóloga en su informe.
349
En el mismo sentido, se expresó que "toda disminución a la integridad de
la personalidad humana es materia de obligado resarcimiento, dentro del
cual debe incluirse la merma de las aptitudes psíquicas, lo que por sí
constituye un daño resarcible y ese déficit en el ámbito psíquico debe ser
diferenciado del moral, por cuanto el daño psíquico puede implicar daño
patrimonial cuando provoca incapacidad sobreviniente, como en el caso de
autos, o cuando deben resarcirse los gastos por tratamiento psicológico, o
incidir en la valoración del daño moral, pero no se identifica con éste"(363).
En este mismo sendero, aunque con miras a dar curso al reclamo de daño
moral y rechazar el pedido de daño psíquico, se han diferenciado con énfasis
ambos rubros. Así, se resaltó que "si bien es cierto el hueco o vacío de figura
paterna que sufriera durante veintitrés años, no puede cargarse sobre las
espaldas del demandado, si en cambio ha de merituarse la frustración que
la actitud paterna ha de operar en contra de las expectativas de superar su
situación traumática (informe psicológico de fs. ...). El actor intenta una
respuesta de su padre biológico, para resignificar su vida proyectiva. Lo
propio ocurre con el daño psíquico, toda vez que no puede cargarse el vacío
derivado de la ausencia de la figura paterna, sobre el demandado ya que
hasta los 23 años pidió a su madre la verdad sobre su origen y ésta le fue
vedada... Sí en cambio corresponde evaluar la frustración devenida a partir
de la vivencia real de no aceptación que se instala a partir de la renuncia del
demandado a aceptarlo como tal (ver informe psicológico...)"(365). Con igual
criterio, se remarcó que "La lesión psíquica se configura ante la alteración
patológica de la personalidad. Debe quedar en claro que se requiere una
patología, por lo que no constituyen un daño psíquico las meras
perturbaciones emocionales. Éstas pueden contornear el daño moral, pero
no el psíquico, que exige —como quedó dicho— un matiz patológico"(366).
350
psicológica con relación causal con la falta de reconocimiento... y
presentaba graves fallas en la constitución subjetiva que se expresaban a
través de una personalidad borderline", se resolvió fijar en concepto de daño
moral la suma de $ 35.000, por incapacidad psíquica, la suma de $ 20.000
y por tratamiento psicoterapéutico, la suma de $ 10.000(367).
En la misma línea, se destacó que "el daño psíquico puede resultar del
agravio moral y de los padecimientos y sufrimientos que el mismo implica,
pero consistirá en el daño que los mismos ocasionan a la salud psíquica de
la persona, es decir es una consecuencia probable pero no necesaria de las
mismas y en cuanto dimensionable pecuniariamente en relación al costo
médico de su atención, debiendo ser estimada y probada en el caso
concreto para la admisión de su procedencia". Por tanto y respecto de este
rubro, se impuso al progenitor no reconociente el pago de la terapia
psicológica para cada uno de sus hijos menores de edad por un tiempo
mínimo de duración de seis meses, a razón de una sesión semanal(368).
351
Se ha dicho que "el desconocimiento del carácter de la filiación para un
hijo resulta deteriorante de la identidad y causante... de cuadros
sintomáticos y perturbaciones en el desarrollo. Este verdadero 'daño
psíquico' operado sobre los hijos, en estos casos, proviene de la no
resolución de los conflictos emocionales de los propios padres y la no
discriminación entre las aptitudes maritales y las parentales. Resulta aún
más grave en tanto que 'el yo es el resultado de la integración de
identificaciones tanto paternas como maternas'. Que se intente borrar de la
psiquis de un niño a uno de los progenitores, es como si se intentara borrar
la mitad de su identidad...'. Aquella vestidura con las que se disfraza la
realidad de su origen a un niño, no hacen sino desposeerlo de su propia
historia. De nada sirve 'inventar' a un padre maravilloso allí donde no lo hay;
así como tampoco sirve transmitir una imagen negativa teñida de
connotaciones personales. El intrincado funcionamiento mental inconsciente
convierte estas distorsiones en síntomas que, en la infancia, adquieren las
formas más variadas"(370).
6. Legitimación de la madre
352
La cuestión inherente a la legitimación de la madre presenta aristas
particulares en función de la postura que se adopte en cuanto a la naturaleza
jurídica del daño psíquico.
7. Prueba
Tal como adelanté, a diferencia de lo que ocurre con el daño moral, que
se presume a raíz de determinados comportamientos, el daño psíquico o
psicológico debe probarse a través de elementos concretos y demostrables,
que estarán determinados por la pericial psicológica o psiquiátrica
pertinente. Debe ser, además, de tal entidad, que revista características de
traumático y genere secuelas en la estructura psíquica de la persona, que
deban ser tratadas terapéuticamente, aunque ello no conlleve su
incapacidad productiva.
353
En fin, se desestimó el reclamo en tanto si bien la actora hizo referencia en
la demanda al daño psicológico, "no solicitó en ningún momento que se
produjera la prueba correspondiente y en varias oportunidades solicitó que
los autos pasaran a sentencia"(375).
Al hacer referencia al monto indemnizable por daño moral (ver punto IV.5)
esbocé las dificultades que presenta su determinación en abstracto, así
como la elaboración de pautas objetivas a considerar a tales efectos. Ello no
ocurre frente al daño psíquico, cuya fijación resulta en todos los casos de
valoraciones más o menos objetivas emanadas de las pericias psicológicas
o psiquiátricas ofrecidas en el proceso.
De ello dan cuenta los precedentes citados en el punto VII.4 (a los cuales
remito). A mayor abundamiento, cabe destacar el fallo de la sala K de la
Cámara Nacional Civil, del 14/6/2013(376), pues el tribunal distingue con
claridad las dos vertientes emergentes del daño psíquico, al decir: "no existe
incompatibilidad entre los gastos de tratamiento psicológico futuro y la
inclusión del daño psíquico como integrante de la incapacidad. Este último
responde a la incapacidad ya ponderada y el tratamiento sugerido no
asegura que se superará la incapacidad psíquica". En el caso, la perito
psicóloga informa "que C. padece Neurosis con rasgos depresivos,
paranoides y fóbicos. Indica que la falta de reconocimiento paterno le ha
originado una gran inseguridad en el desarrollo óptimo de su personalidad,
repercutió en forma negativa dentro de los parámetros esperables a su
condición y estado. Considera la experta que el inicio de la Neurosis del
peritado tiene como base fundamental causal el no reconocimiento de su
calidad de hijo por su padre biológico, más allá de la no presencia /ausencia
de esta figura parental que debió apuntalar (al menos con su reconocimiento
como tal) la formación de una personalidad sana desde la niñez. Señala que
el daño psíquico corresponde a Neurosis Fóbica moderada en un porcentaje
del 24 % parcial y reversible con tratamiento psicológico. Si bien del
dictamen de la perito psicóloga surge que el actor no presenta incapacidad
354
psíquica permanente pues la misma sería reversible con psicoterapia,... de
acuerdo a los años transcurridos hasta que se efectuó el examen psicológico
época en la cual C. contaba con 19 años de edad, considero que debe
resarcirse la incapacidad psíquica como permanente, máxime cuando no
puede asegurarse que el tratamiento producirá una reversión total de un
padecimiento que ya lleva muchos años. En consecuencia, propondré al
acuerdo fijar como indemnización del daño psíquico la suma de $ 25.000,
teniendo en cuenta que se ha demandado lo que en más o menos resulte
de la prueba". Desde otra perspectiva, "La perito psicóloga recomienda
tratamiento de índole psicoanalítico de dos años de duración con una
frecuencia semanal. Por ello, y considerando el valor de la sesión estimada
por la experta en concordancia con los valores otorgados en numerosos
precedentes, fijaré como resarcimiento en concepto de gastos futuros de
tratamiento psicológico la suma de $ 9600".
355
incluye tener una familia y gozar de ella"(379). Y que "lo que corresponde
resarcir es, concreta y exclusivamente, la omisión paterna de
reconocimiento; es decir, la negativa a otorgar al hijo el emplazamiento en
el estado de familia debido y la lesión que —en el campo estrictamente
jurídico— ella le ha causado. Pero no las carencias afectivas, el abandono
o la falta de apoyo espiritual, que permanecen dentro de un ámbito
específicamente moral, ajeno a las conductas que el derecho regula y
protege... No entenderlo así, conduce fácilmente a desorbitar la cuestión y
podría alentar pretensiones insensatas y antifuncionales que nunca cabe
prohijar"(380). Así se ha dicho también que "lo que se indemniza son las
aflicciones, sufrimientos o perturbaciones en los sentimientos que se derivan
de la falta de conocimiento de la propia identidad y de no ser considerado
en el ámbito de las relaciones humanas (v.gr., en el colegio) como hijo de
padre conocido, y aquello que es consecuencia directa de la conducta
omisiva, quedando fuera de su comprensión el desamor o carencia de
afecto, en el que... tanto puede incurrir un padre que no ha reconocido a su
hijo como quien lo ha hecho"(381).
356
antijurídico que debe ser resarcido. Pero frente a las carencias afectivas,
¿cuál es la conducta jurídica reprochable? ¿Existe un deber jurídico de
"querer" a un hijo y brindarle afecto? La respuesta negativa se impone.
Nuestro ordenamiento no prevé un deber de tal magnitud, que se inserta en
el plano de lo ético y moral, pero que sólo será reprochable al progenitor en
la medida en que trascienda en una conducta antijurídica tipificante de
determinados supuestos que generan consecuencias jurídicas: el abandono
como hipótesis de privación de la responsabilidad parental (art. 700, inc. b],
CCyCN), la inobservancia del deber alimentario como presupuesto de la
configuración del delito de incumplimiento de los deberes de asistencia
familiar (ley 13.944), entre otras.
357
El primer caso pertenece a la Cámara Civil del Tribunal de Alzada del
Estado de Minas Gerais, en Brasil(387). La solicitud proviene de un
adolescente de 15 años cuyo padre había dejado de mantener contacto con
él desde el nacimiento de otra hija fruto de una nueva pareja, pese a los
infructuosos intentos del joven de reanudar el vínculo. El fallo subrayó que
"la relación paterno filial, al conjugarse con la responsabilidad, otorga un
fundamento naturalmente jurídico, esencialmente justo, a que se otorgue
compensación indemnizatoria por los daños que los padres puedan causar
a sus hijos a raíz de una conducta impropia, esencialmente cuando les
niegan la convivencia y el amparo afectivo, moral y psíquico, así como la
concreta referencia paterna o materna, acarreando la violación de derechos
propios de la personalidad humana, ofendiéndose sus más sublimes valores
y garantías, como la honra, el nombre, la dignidad, la moral, la reputación
social...". Y concluyó: "Se encuentra configurado en autos el daño sufrido
por el actor..., la conducta ilícita practicada por el acusado, al dejar de
cumplir su deber familiar de convivencia y educación a fin de formar, a través
de la afectividad, un lazo parental con su hijo, y un nexo causal entre
ambos".
358
La cuestión se encuentra estrechamente ligada a los alcances que cabe
dar al art. 583 del CCyCN, en tanto regula el deber de informar del Registro
Civil y la consecuente intervención del Ministerio Público en los casos de
niños inscriptos sólo con emplazamiento materno(389).
359
En cambio, contrarios a la posibilidad de reclamar daños y perjuicios ante
la inacción del representante legal se muestran Sambrizzi, Medina, Bíscaro,
Cozzi Gainza y Apezechea(394). El primer autor sostiene que ni el derogado
art. 255 del CCiv. ni el actual art. 583 del CCyCN establecen la obligación
por parte de la madre de iniciar la acción, "lo cual hace que no se le puedan
imponer sanciones en el supuesto de que hubiera optado por no iniciarla.
Dichas disposiciones no hacen sino dar preeminencia a un derecho —el de
intimidad— por sobre otro, el derecho a la identidad..."(395). Por su parte,
advierte Medina que la falta de responsabilidad de la progenitora se funda
en que "no se encuentra legitimada por sí para una acción de determinación
de la paternidad; ella la ejerce en representación del hijo o, en su caso,
subrogándose en los derechos del hijo, y como para el hijo la acción es
imprescriptible, no vemos por qué se puede atribuir responsabilidad por el
no inicio de las acciones tendientes a que el obligado asuma sus
deberes"(396).
La acción podrá ser entablada por el hijo mayor de edad o por el menor
que goce de madurez suficiente —la que se presume a partir de los 13
años—, contando con la asistencia de un letrado patrocinante que ejercerá
su defensa técnica y sin necesidad de autorización judicial (art. 679)(398).
360
podrá actuar bajo su representación. En cambio, si el emplazamiento
paterno ha sido obtenido a raíz de una sentencia judicial ante la actitud
renuente del progenitor, considero que debe nombrarse al niño un tutor ad
litem, para evitar que en el ejercicio de su representación se presenten
intereses contrapuestos.
361
El reconocimiento complaciente es aquel que se realiza a sabiendas de
que el reconocido no tiene vínculo genético con el reconociente. Luego de
la sanción de la ley 24.410, este tipo de reconocimiento se encuentra
tipificado como delito de supresión y suposición del estado civil y de la
identidad en los arts. 138 a 139 bis del CPen.(401). Resulta evidente, pues,
que reconocer a un hijo a sabiendas de que no existe vínculo biológico con
aquél, aunque fuera con un propósito loable, constituye un hecho ilícito para
la normativa penal susceptible de generar responsabilidad civil(402).
362
discriminado ni objeto de trato disvalioso familiar o social y además ha
quedado incorporado en una relación familiar que le ha brindado todo el
espectro de cobertura legal y social que debe tener un hijo. Es posible que
la determinación del daño desde el punto de vista teórico presente
dificultades insalvables y que sea necesario analizar cada caso concreto
para establecer si el hijo ha sido perjudicado o no con el reconocimiento
complaciente. Pero en caso de que el proceder del reconociente no haya
resultado beneficioso para el hijo, el daño resultante de la identidad
vulnerada se verá agravado en este caso, por cuanto se ha debido ostentar
otra que puede haber resultado todavía más dañina que la falta de
vínculo"(404).
Coincido con este autor en cuanto a la dificultad —aun mayor que frente
al supuesto de daño por la omisión del reconocimiento— de esbozar
parámetros objetivos para determinar el daño moral fruto del reconocimiento
complaciente. Y ello en tanto es cierto que a diferencia de lo que ocurre ante
la falta de emplazamiento filial, en el caso difícilmente pueda hablarse de
daño objetivo en cuanto a la trascendencia social que la sustitución de la
identidad pueda tener en la vida de relación del hijo. Sin embargo, en el
plano del daño moral subjetivo y también desde la perspectiva del daño
psíquico, es evidente que la "falsa identidad" puede dejar secuelas severas
tanto emocionales como psicológicas, que deberán ser ponderadas en cada
caso concreto a los fines de evaluar el quantum del daño resarcible.
363
engañan a quien no es el progenitor biológico del niño para provocar su
reconocimiento.
364
extramatrimoniales, engendran tres hijos y le atribuyen la paternidad al
marido". Imposible negar que se ha obrado por lo menos con negligencia al
no haber siquiera pensado en la posibilidad de que alguno de los tres hijos
de la demandada no fuera de su marido si ésta mantenía relaciones
sexuales de manera estable con un tercero durante la época de la
concepción. Mediante tal comportamiento, los codemandados se han
despreocupado del deber social que les cabe de ajustar su conducta de
modo tal de no dañar con ella injustamente a los demás. Por otra parte, no
debe perderse de vista otra cuestión que interesa al factor de atribución: la
profesión de médico del padre biológico, que lo colocaba en una situación
de "privilegio" para comprender la situación y las consecuencias que de ella
se podían derivar.
365
El daño patrimonial resulta de la comprobación de una disminución del
patrimonio de quien fuera falsamente emplazado por diversas
circunstancias, tales como el pago de los alimentos a quien creía su hijo, las
donaciones que le hiciera, o cualquier otra erogación consecuente de la falsa
relación paterno filial. Caben aquí las mismas observaciones formuladas en
el punto VI, en orden a la necesidad de acreditar el perjuicio producido y su
entidad.
366
desplazada, una indemnización de $ 80.000 en concepto de daño moral, $
40.000 por gastos de tratamiento psicológico, $ 22.800 por daño emergente,
y $ 200.000 por incapacidad sobreviniente (daño psíquico e incapacidad
laboral parcial), condenando conjuntamente a su excónyuge y al progenitor
biológico. En cuanto al factor de atribución de la responsabilidad, se
coincidió en que "no es creíble que quienes mantenían relaciones sexuales
al tiempo del embarazo ni siquiera sospecharan que la niña podría haber
sido concebida en alguno de sus encuentros íntimos... obrando con culpa
los padres biológicos que permitieron que una persona se emplace como
padre de quien no era y mantuvieron oculta dicha situación durante años".
La antijuridicidad "se fundamenta en el incumplimiento del deber genérico
de no dañar al otro. Y es por ello que la condena a F. A. B. no se funda en
la circunstancia de que haya intimado con una mujer casada sino, por el
contrario, en el hecho de haber participado, inicialmente, del ocultamiento
de la posibilidad de que J. B. no fuera la hija biológica D. M. G. y,
posteriormente, en no haber informado la verdadera filiación de la menor
durante años". Con respecto a los rubros indemnizables, se destacó que
conforme los informes periciales, "D. M. G. padece una depresión neurótica
o reactiva, asociada a un trastorno por estrés postraumático que se traduce
en una limitación a su posibilidad de realizar actividades laborales y de la
vida diaria que guarda relación con la difícil situación que le ha tocado vivir.
En función de dichas secuelas, la experta concluyó que el actor sufre una
incapacidad parcial y permanente de 40 % de la total obrera que podría
llegar a aumentar si no recibe tratamiento... el actor sufre de incapacidad por
una reacción vivencial anormal neurótica con signos de manifestación
psicótica y posibilidad suicida, la cual se encuentra vinculada con los hechos
narrados en la causa, que le produce una incapacidad parcial y permanente
del 63 %... Es razonable suponer que en el presente y futuro tendrá serias
dificultades para desarrollar su vida con relativa normalidad... Las
alteraciones que enfrenta el actor afectan su capacidad de integración y de
sostén de la vida". En materia de daño moral, se ponderó que "sería ilógico
desconocer el inmenso dolor que produce lo que le ha tocado vivir al
reclamante". En cuanto al daño emergente, se consideró la suma de $
15.000 por reintegro de cuota alimentaria, $ 5800 por restitución de las
erogaciones efectuadas con la extensión de la tarjeta de crédito del actor, y
$ 2000 en concepto de restitución del pago de cuotas de institutos
educativos a los que asistía la niña.
367
ver con su relación adúltera... En definitiva, entiendo que existió también
culpa del codemandado ya que, habiendo tomado conocimiento de su
paternidad biológica, permitió que el actor se mantuviera emplazado en el
estado de padre de I...". Tras distinguir entre daño psíquico y daño moral
como dos rubros independientes, con relación al primero, se resaltó que "la
pericia psicológica determinó que los sucesos han tenido para la subjetividad
del actor... suficiente entidad como para evidenciar un estado de
perturbación emocional encuadrable en la figura de daño psíquico, por
acarrear modificaciones disvaliosas en diversas áreas de despliegue vital:
emocional, social, familiar y laboral. Señala la perito psicóloga... que el actor
P. A. D. M. presenta una Depresión Neurótica o Reactiva de Grado
moderado, por el que le corresponde un porcentaje de incapacidad psíquica
del 20 %. Recomendó, a su vez, la realización de un tratamiento psicológico
individual —que estimó en un año de duración— con el propósito de
propender a la elaboración psíquica del trauma sufrido y evitar su posible
agravamiento". En cuanto al daño moral, se argumentó que "el hecho de que
A. considerara durante más seis años, en el caso de A., y dos años, en el
caso de I., que era su padre, para luego enterarse que aquel estado civil era
falso y que el progenitor de I. era el por entonces amante de su mujer,
indiscutiblemente le debe haber producido un daño gravísimo, máxime
teniendo en cuenta el gran afecto y cariño que el accionante detentaba a
quienes consideraba sus hijos...". En fin, con respecto al daño patrimonial,
se tuvo en cuenta que "los gastos asumidos positivamente por el actor para
sostener económicamente, desde su nacimiento, a los hijos atribuidos por
presunción legal, por lo que el monto resarcitorio debe fijarse sobre la base
de fundada presunción y conforme lo autoriza el art. 165 del Código
Procesal. Para la determinación del quantum, la juzgadora consideró como
base estimativa la cuota reconocida en favor de A. en el proceso sobre
alimentos... Además ponderó el tiempo transcurrido desde el nacimiento de
los niños... hasta el momento en que el actor dejó de colaborar
económicamente".
368
como consecuencia de la realización del acto inválido, las cuales habrían
sido evitadas si no se hubiese celebrado". En el caso, "aunque el menor no
sea parte, no por eso debe dejar de accederse al reclamo que como daño
patrimonial invoca el actor respecto de los alimentos que abonara. Ello no
constituye estrictamente un pago sin causa o su repetición hacia quien en
definitiva lo consumió..., sino que es la consecuencia patrimonial inmediata
imputable al agente del dolo respecto de quien fuera víctima del mismo..., al
haberlo emplazado en una falsa relación de parentesco, siendo esa relación,
precisamente, el carácter sobre el que reposa el derecho alimentario...". En
cuanto al daño psicológico, se observó que "la perita considera que por el
síndrome depresivo reactivo existe una incapacidad parcial y permanente, y
que el tratamiento sugerido lo es a fin de evitar que el cuadro del actor no
pase de moderado a grave... el síndrome depresivo en el actor fue
desencadenado por el impacto de descubrir que aquel a quien había
reconocido como suyo no era su hijo, habiendo considerado además que se
ha detectado daño psíquico ya que la filiación no responde solamente al
orden biológico sino también al simbólico-psicológico, todo lo cual implica un
hecho traumático afectivo de implicancias negativas para la subjetividad".
En fin, el daño moral se consideró determinado "a raíz de la importancia que
asume el acto de reconocimiento de paternidad... El desplazamiento del
estado de familia, con repercusión en la vida social, provoca diversas
consecuencias disvaliosas en los afectos y sentimientos de quien lo padece,
pues es del curso habitual y ordinario de las cosas el sufrimiento de que el
hijo reconocido no ha sido tal".
369
XII. DAÑOS DERIVADOS DE LA DESESTIMACIÓN DE LAS ACCIONES DE
EMPLAZAMIENTO Y DESPLAZAMIENTO
370
En cambio, en ese mismo precedente, se desestimó el reclamo formulado
por la madre por derecho propio ante la conducta maliciosa de su cónyuge,
lo que nos ubica ya en el segundo presupuesto enunciado. Los argumentos
esgrimidos por el tribunal fueron los siguientes: "Los pesares de la madre...
por la calidad injuriosa que reviste la promoción de un juicio por
desconocimiento de paternidad matrimonial y las consecuencias que ello
pudo haber traído en su entorno social, no permiten que pueda invocar la
violación de un interés jurídico legítimo que sustente la posibilidad de
reparación del daño moral sufrido; en otras palabras, la madre no está
legitimada activamente para reclamar dicha indemnización, precisamente
por no ser damnificada directa... El interés tutelado por la norma es el del
hijo..., quien debe ejercer por sí su derecho, por tratarse de una acción
personalísima...".
371
La regla de la inadmisibilidad de la acción abarca tanto las situaciones de
TRHA heterólogas como homólogas, priorizándose siempre el elemento
volitivo frente al genético, de modo que si se utiliza material genético para la
procreación sin el consentimiento del cónyuge, éste puede impugnar la
filiación presumida por la ley(417).
De todos modos, la cuestión debe ser —una vez más— examinada con
extrema cautela, a fin de evitar que la procedencia de la indemnización
profundice el conflicto entre el hijo y los progenitores, priorizando la
intervención interdisciplinaria y los mecanismos de conciliación tendientes a
la recomposición de los vínculos.
372
XIV. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
373
normas internas incompatibles o contrarias, suplir los vacíos normativos
internos remitiendo al derecho internacional y garantizar el debido proceso.
Finalmente, en cuanto administrador, la obligación del Estado se explaya a
toda la esfera de funciones y actividades que no encuadran en la legislativa
ni en la judicial(423).
374
Así fue resuelto en un fallo del Tribunal Colegiado de Responsabilidad
Extracontractual n° 4 de Santa Fe, del 26/12/2005(425). En tal precedente se
condenó a la provincia de Santa Fe a abonar a una niña de 10 años,
perjudicada por el accionar del Registro Civil, la suma de $ 15.000 en
concepto de daño moral. En el caso, la niña había sido reconocida por su
padre biológico (el Sr. L. M. F.) un año y ocho meses después de su
nacimiento (ocurrido el 2/10/1996), y, posteriormente, esto es, cuatro años
y tres meses después de su nacimiento, por otro hombre que había formado
pareja con su madre (el Sr. J. R. G.). El Registro Civil asentó ambos
reconocimientos, expidiéndose dos partidas de nacimiento con diferentes
paternidades. Pese a ello, no advirtiéndose el error, se otorgó un documento
nacional de identidad a la niña en la que constaba como hija del segundo
reconociente, a quien creía su padre. El error fue descubierto en el año 2001
al presentarse el padre biológico en una defensoría zonal para solicitar un
régimen de comunicación con su hija. Frente a este panorama, el tribunal
consideró que se había afectado el derecho a la identidad de la niña,
permitiendo que fuera reconocida por dos padres diferentes. Y concluyó,
sobre la base de las opiniones vertidas en las pericias psicológicas, que este
doble reconocimiento le había generado un daño moral pues se habían
observado en ella "conflictos en torno a la conformación de su identidad,
viéndose afectada su constitución subjetiva". Al respecto, señaló que "el
nombre propio designa el lugar singular de un sujeto en el orden simbólico",
por lo cual la doble paternidad afecta a la niña "situándose por fuera de una
familia en la que no se incluye, y de la que es parte y portadora de un
apellido: G.", "viéndose afectados los vínculos familiares e interpersonales,
afectando de esta manera su vida de relación", ya que "en el ámbito familiar,
social y escolar en el que desarrolla sus actividades la menor, es reconocida
como G.". En fin, el tribunal subrayó que se estaba frente a un supuesto de
responsabilidad objetiva, que "invierte el onus probandi, resultando por ende
el demandado quien debe responder por el solo hecho de causar el perjuicio,
y que para que opere la ruptura del nexo causal y se configure una eximición
total o parcial, debió dicha parte acreditar la culpa concreta, precisa en
incontrovertible que atribuye —a la madre— en el resultado dañoso".
375
sala 1ª de la Cámara Nacional Civil y Comercial Federal, con fecha
28/4/2009(426), condenó al Gobierno local a abonar a la pequeña una
indemnización por daño moral de $ 50.000. Para así decidir, se destacó que
el dictamen equivocado emitido por el citado organismo provocó las
siguientes consecuencias: "a) la razonable sospecha de la asesora de
menores ..., quien se opuso a validar el acuerdo de los progenitores... sobre
el emplazamiento filial de la niña, habida cuenta el dictamen sobre el ADN
que excluía la paternidad biológica de E. C. F.; b) la designación de un
tutor ad litem ... B., para promover la acción de impugnación del
reconocimiento que aparecía como viciado de nulidad; c) la denuncia del
Ministerio Público Fiscal ante el fuero penal, que dio lugar a la investigación
de un posible delito de sustitución de estado, en violación de derechos
fundamentales de la niña; y d) el sometimiento de la pequeña a tres tomas
de sangre en años sucesivos: 1996, 1997 y finalmente en 1998, con la
presencia de un profesional del Consejo Nacional del Menor y la Familia, a
fin de constatar que las muestras fuesen extraídas sin fraude ni confusión...".
En suma, "una niña de 5 años, que debe extraerse sangre repetidamente
pues su estado filial —materia no disponible— permanece en duda a pesar
del reconocimiento del padre ante el Registro del Estado Civil, está en
condiciones de comprender la vulnerabilidad de su estado y de sufrir
mortificación, tristeza o angustia personal derivadas del deficiente
funcionamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos, concretado en un
dictamen pericial erróneo que perturbó el trámite del juicio de filiación".
376
1.2. Acción de daños y perjuicios por la falsa atribución de la
filiación
377
Cuando el renuente es menor de edad, podrá intervenir en el proceso
representado por sus progenitores o por sí, contando con la asistencia de
un letrado patrocinante que ejercerá su defensa técnica y sin necesidad de
autorización judicial (art. 679)(428).
De conformidad con el principio sentado por el art. 576 del CCyCN y dado
que el reclamo indemnizatorio por el no reconocimiento —al igual que los
otros supuestos de reparación emanados de la filiación— es uno de los
derivados de la responsabilidad civil, prescribe a los tres años (conf. art.
2561, CCyCN)(429).
Como la ley no prevé desde cuándo debe computarse ese plazo, subsiste
al respecto el debate desplegado antes de la reforma.
378
considerarse agraviado por el accionar del demandado que no lo ha
reconocido voluntariamente. ...Antes de ello, no hay ni hijo actor, ni padre
posible de demandar. Por ende, toda prescripción sólo puede contarse
desde que la sentencia emplace a las partes actora y demandada en el
estado de hijo y de padre respectivamente... Lo contrario llevaría a deducir
una acción eventual sujeta al resultado futuro e incierto de que la acción de
filiación tenga éxito"(431).
379
del emplazamiento legal, a ser resarcido por la afectación de los derechos
subjetivos que tal emplazamiento le confiere".
380
su hijo depende de que se establezca la invocada paternidad, la acción para
reclamar por tales perjuicios quedó expedita desde el momento mismo en
que se ocasionaron, oportunidad en que pudo accionarse requiriendo tanto
la reparación del supuesto agravio como la declaración judicial de la filiación
que se atribuye el demandante. Desde entonces corre el término previsto
por el art. 4037, CCiv. ..., el que al tiempo de interponerse la demanda se
hallaba sobradamente cumplido. Es que la acción en cuestión se hallaba
expedita y no estaba sujeta a ninguna contingencia que trabara su ejercicio,
en tanto que el argumento relativo a la falta de autonomía de ambas
acciones no justifica lo resuelto en la instancia anterior, puesto que...
también la de filiación era ejercitable al tiempo de haberse producido el daño
por el que se reclama reparación"(438).
381
Esta conclusión resulta extensible a los supuestos de falsa atribución de
la filiación, en cuyo caso puede ocurrir que el progenitor o el hijo engañados
sólo pretendan un resarcimiento por los daños y perjuicios, mas no el
desplazamiento filial respecto de quien durante largos años se han sentido
padre o hijo. La acción nace aquí también desde el hecho ilícito generador
del daño y puede ser interpuesta en cualquier momento mientras la filiación
no hubiera sido desplazada. Por el contrario, habiéndose dictado sentencia
que dejó sin efecto la filiación matrimonial o el reconocimiento, la acción
prescribe a los tres años desde que ésta hubiera adquirido el carácter de
cosa juzgada.
4. Intereses
El obrar antijurídico trae consigo el pago del resarcimiento por los daños
y perjuicios causados, al que accederán los intereses moratorios o
resarcitorios, es decir, aquellos que se pagan en concepto de indemnización
por el perjuicio que experimenta el acreedor por el retardo en obtener su
reparación.
382
para estipularlos; y c) la posibilidad de fijarlos pese a la ausencia de reclamo
en el momento de incoar la acción resarcitoria.
383
se presume con la notificación de la demanda de reclamación de la filiación,
ha merecido algunas variantes. Así, por ejemplo, en el contexto de la acción
de daños y perjuicios por la falsa atribución de la paternidad al marido, la
sala 1a de la Cámara Civil y Comercial de San Isidro(448)resolvió condenar a
los demandados a pagar intereses desde el momento en que el actor sufrió
el daño por el anoticiamiento de su no paternidad. Ello en tanto "el interés
de una suma de dinero reviste la condición de un accesorio cuyo cómputo
es la única forma de que el acreedor reciba al momento del pago, el valor
real de lo que se le adeuda; y dicho accesorio se debe —en las obligaciones
con fuente en hechos delictuales o cuasidelictuales— desde que se produjo
el daño, operándose la mora desde la comisión del mismo, tratándose de
intereses de carácter compensatorio y no moratorio". En otro fallo de la
Cámara Civil y Comercial de Junín, del 22/9/1995(449), se dispuso el cómputo
de los intereses "desde la fecha de inscripción del nacimiento del menor al
momento actual". En un precedente de la sala L de la Cámara Nacional Civil,
del 26/10/2016(450), se tomó como fecha para el cómputo de los intereses el
día en que demandado fue notificado del resultado de la prueba genética,
pues "a partir de esa fecha ninguna duda podía caber... de que el coactor J.
E. C. era su hijo, y el reproche subjetivo que merece su omisión de
reconocerlo es desde esa fecha irrefragable".
Pese a que la tasa pasiva resulta inferior al incremento del costo de vida
derivado de la inflación, algunos tribunales continúan aplicándola violando,
a mi entender, la garantía constitucional que consagra el art. 17 de la
Constitución(451).
384
Por el contrario, la mayoría de la jurisprudencia propugna la aplicación de
la tasa activa para el cómputo de los intereses devengados por el
resarcimiento ante la omisión voluntaria del reconocimiento del hijo u otros
daños derivados de las relaciones filiares(452).
385
que publica mensualmente el Banco Central de la República Argentina hasta
el 20 de abril de 2009 y, desde entonces hasta el efectivo pago, a la tasa
activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del
Banco de la Nación Argentina(459).
386
Un sector considera la improcedencia de la estipulación de los intereses
si no fueron oportunamente reclamados. Así, se resolvió que "siendo que el
principio de reparación integral... importa que la condena del capital se
integre con los intereses correspondientes desde la fecha en que aquél se
hizo exigible, ello es así siempre que el reclamo de intereses se haya
formalizado en la demanda... Por lo que si el pago de dichos intereses no
fue pedido expresamente a iniciar la demanda, no corresponde incluirlos de
oficio en la condena pues el juez sólo debe pronunciarse sobre el pedido y
nada más que sobre ello y aun cuando en materia de ilícitos se persigue una
reparación integral, ya que ella depende de que el interesado ejercite
idóneamente sus derechos"(462).
387
Desde esta perspectiva, frente a la existencia de normas sucesivas en el
tiempo, la doctrina y la jurisprudencia coinciden en que la responsabilidad
civil se rige por la ley vigente al momento del hecho antijurídico. Tal
conclusión es una derivación necesaria de la regla impuesta por el citado
art. 7º, pues el daño no es una consecuencia del obrar antijurídico, sino un
elemento constitutivo. La obligación de resarcir es una relación jurídica que
se establece entre el damnificado y el responsable, en razón de la ley,
cuando se reúnen los requisitos o presupuestos de hecho necesarios para
que ella se configure, uno de los cuales es el daño, sin en el que la obligación
de resarcir no nace(465).
388
En forma expresa, el Código de Familia de El Salvador dispone en el art.
150 in fine que "si fuera declarada la paternidad, la madre y el hijo tendrán
derecho a reclamar del padre indemnización por los daños morales y
materiales a que hubiere lugar conforme a la ley".
3. Daño patrimonial
389
acción con finalidad de subsidio no impide el planteo de una acción posterior
en búsqueda de la paternidad. La fijación de subsidios cesará sus efectos si
la filiación paterna del niño resulta determinada respecto de una persona
distinta del demandado (art. 342-8)(469).
390
CAPÍTULO XIII - DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
Es por ello que desde el DIPr. se han elaborado distintas teorías, cuyo
análisis excede el marco de esta obra. Basta aquí decir que la doctrina
moderna tiende a evitar las concepciones absolutas, aceptando en ciertos
casos la teoría de la lex fori —aquélla por la cual la calificación debe ser
dada por la ley del juez que conoce el pleito—, y para otros la lex causae —
aquella que entiende que la calificación debe ser dada por la ley que rige la
relación jurídica—(2).
391
su conceptualización se dificulta en un contexto marcado por veloces
cambios sociales y avances biomédicos, sumado a las relecturas o
transformaciones pretorianas que el régimen filiatorio ha experimentado en
los últimos tiempos desde una nueva mirada centrada en el reconocimiento
de los derechos humanos implicados(3).
3. Prelación de fuentes(4)
Como regla, siguiendo la posición unánime en la materia, el art. 2594 del CCyCN establece que frente a un
conflicto iusprivatista multinacional, corresponde aplicar en primer término, los tratados y las convenciones
vigentes de aplicación en el caso (p.ej., los Tratados de Montevideo que serán mencionados a lo largo de este
capítulo) y, sólo en defecto de normas de fuente internacional, se aplican las normas de derecho internacional
privado argentino de fuente interna, es decir, las contenidas en el Título IV del Libro Sexto (sobre Disposiciones
comunes a los derechos personales y reales) denominado "Disposiciones de derecho internacional privado" (arts.
2594 a 2671).
En el mismo sentido, el art. 2601 estipula que "La jurisdicción internacional de los jueces argentinos, no
mediando tratados internacionales y en ausencia de acuerdo de partes en materias disponibles para la prórroga
de jurisdicción, se atribuye conforme a las reglas del presente Código y a las leyes especiales que sean de
aplicación".
Sin embargo, el CCyCN propone dos excepciones a esta regla de prelación de la fuente convencional sobre
la fuente interna, tanto para determinar el derecho aplicable como para establecer la jurisdicción competente.
En el primer sentido, el art. 2597 establece que "Excepcionalmente, el derecho designado por una norma de
conflicto no debe ser aplicado cuando, en razón del conjunto de las circunstancias de hecho del caso, resulta
manifiesto que la situación tiene lazos poco relevantes con ese derecho y, en cambio, presenta vínculos muy
estrechos con el derecho de otro Estado, cuya aplicación resulta previsible y bajo cuyas reglas la relación se ha
establecido válidamente". Al respecto, se ha señalado que el CCyCN dota al juez de una herramienta que debe
ser utilizada con prudencia, porque "implica sustituir la valoración rígida del legislador por una valoración judicial
flexible. No siempre la localización del caso iusprivatista internacional que marca la ley es la adecuada cuando el
caso no tiene ningún vínculo relevante con el derecho aplicable, de manera que la solución a la que se podría
arribar es injusta porque los puntos de conexión están muy alejados del caso"(5).
392
jurisdicción que resultaría competente afectan sustancialmente los derechos
fundamentales de las personas involucradas en las controversias, cuestión
que —como se verá— se acentúa en los asuntos de familia, en concreto en
los conflictos vinculados a la filiación.
4. Jurisdicción competente
393
El DIPr. se ocupa también —como se vio— de determinar el derecho que
corresponderá aplicar para la solución de los casos iusprivatistas
internacionales. En este sentido, existen tres alternativas: la aplicación del
derecho propio, la aplicación del derecho extranjero, o la creación de un
derecho especialmente aplicable al caso (como ocurre, por ej., con el
Convenio sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de
Menores adoptado por la Conferencia de La Haya en 1980).
394
6. Reconocimiento de las decisiones o documentos extranjeros y
ejecución de las sentencias
395
Tanto es así que autores como Feldstein de Cárdenas y Scotti han
resaltado que como el orden público internacional representa un valladar
que suelen emplear los derechos estaduales para evitar la perturbación de
los principios fundamentales que les sirven de sustento, pese a esta
necesaria intervención, "se observa desde el punto de vista práctico que
cuanto más se acude a su arbitrio, más se profundiza la brecha que nos
aleja, separa de la armonía en las soluciones en el nivel internacional. De
allí que un mundo globalizado tan proclive a la apertura hacia el exterior por
parte de los Estados exige inexorablemente flexibilidad en la determinación
del orden público internacional"(15).
Desde una postura sumamente laxa, Mancini considera que "el orden
público de cada país comprende (fuera del derecho público), en la acepción
amplia de la palabra, el respeto a los principios superiores de la moral
humana y social, tales como son entendidos y profesados en el mismo, las
buenas costumbres, los derechos primitivos inherentes a la naturaleza
humana y las libertades a las que, ni las instituciones positivas de ningún
gobierno, ni los actos de la voluntad humana, podrían imponer
derogaciones"(18). Para Torres Campos, "no existe criterio absoluto para
determinar las reglas de orden público internacional; su carácter se revela
por el estudio del pensamiento del legislador y de los principios generales
sancionados expresa e implícitamente en cada país por la Constitución, las
leyes y las costumbres"(19). Por su parte, afirman Fernández Rozas y
Sánchez Lorenzo que "El orden público puede ser definido, en sentido
amplio, como el conjunto de principios que inspiran un Ordenamiento jurídico
396
y que reflejan los valores esenciales de una sociedad en un momento
dado"(20).
397
ordenamiento jurídico argentino". A diferencia del sistema anterior, el
CCyCN propone la llamada concepción "a posteriori" del orden público, por
la cual planteado el caso concreto, el juez, previo análisis de la ley extranjera
indicada por su regla de conflicto, resuelve si está o no en presencia del
orden público(26).
398
el derecho en general, evoluciona de lo nacional a lo universal, los derechos
humanos se han internacionalizado, es decir, han pasado de ser una
cuestión de derecho interno, perteneciente a la jurisdicción doméstica de los
Estados, a ser una cuestión internacional en la que coexisten diversas
fuentes: por un lado, la Constitución y la ley, por otro lado, los tratados, las
declaraciones y la jurisprudencia internacionales. Estas fuentes se
encuentran en constante interacción y tal dinamismo no deja de tener
consecuencias en la definición del orden público internacional de un
Estado"(32). En fin, Iñiguez observa: "la noción de orden público se funda en
valores y principios, es decir, son modos de establecer el comportamiento
del individuo en la sociedad y de esta con respecto a la persona... Hay
ciertas áreas privadas en las que el Estado brinda una protección especial
y, aunque una ley extranjera esté designada para regular una situación
privada internacional, no por ello resultará aplicable, pues será objeto del
test de coexistencia y de compatibilidad, a los principios informadores y
formadores del ordenamiento jurídico nacional y de derechos fundamentales
contenidos en la Constitución Nacional"(33).
399
en la base de la legislación de un país, reconocen fuentes muy diversas (la
religión, el tronco jurídico a que pertenece el país, la inmigración). El espíritu
que informa la legislación de un Estado tiene el dinamismo propio de lo
viviente y avanza con la vida de una comunidad. Por ello, la legislación que
se toma en cuenta como referencia a efectos del juicio de compatibilidad, es
la que impera en el foro al momento en que el juez resuelve"(37). Así, también
lo ha entendido nuestro Máximo Tribunal, al decir: "el orden público
internacional no es un concepto inmutable y definitivo sino esencialmente
variable, pues expresa los principios esenciales que sustentan la
organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido depende en
gran medida de las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento
en un estado determinado. De allí que la confrontación debe hacerse con un
criterio de actualidad, noción que es ampliamente recibida en el derecho
comparado"(38).
400
A tenor de lo expuesto, cabe concluir que en un estado constitucional y
convencional de derecho, la noción de orden público no puede identificarse
en forma automática ni exclusiva con las previsiones del ordenamiento
interno. Esta noción es mucho más amplia y se encuentra ligada al
reconocimiento de los derechos humanos emergentes de la Constitución y
los instrumentos internacionales, cuestión que se acentúa en el marco de
los procesos de familia donde se exige la atenuación o flexibilización del
contenido de este orden público.
8. Fraude a la ley
401
tal circunstancia, frente a la existencia de lagunas para dirimir conflictos de
competencia entre Estados no vinculados a través de dichos instrumentos,
la jurisprudencia suele recurrir a la aplicación analógica de las normas sobre
filiación de los Tratados de Montevideo.
402
3°, CPCCN, se desprende que la jurisdicción competente será la del
domicilio de los demandados, de modo que se busca resguardar su derecho
de defensa en juicio(44).
403
demandado se encuentra domiciliado y al que ha venido el actor en busca
de clarificar el punto".
404
El CCyCN contiene una norma concreta de derecho internacional de
fuente interna relativa a la jurisdicción en materia de filiación. En este
sentido, el art. 2631 dispone: "Las acciones relativas a la determinación e
impugnación de la filiación deben interponerse, a elección del actor, ante los
jueces del domicilio de quien reclama el emplazamiento filial o ante los
jueces del domicilio del progenitor o pretendido progenitor. En caso de
reconocimiento son competentes los jueces del domicilio de la persona que
efectúa el reconocimiento, los del domicilio del hijo o los del lugar de su
nacimiento".
Se ha dicho que "la inclinación del actor por uno u otro foro, seguramente,
estará orientada por la factibilidad de concretar este derecho en una u otra
jurisdicción —ya sea para establecer la filiación o para impugnar una filiación
que no responda a la verdadera identidad del sujeto—; esto redunda en
beneficio de su derecho de acceso a la justicia"(51).
405
posición más débil o vulnerable en este tipo de procesos, en especial,
tratándose de niños y adolescentes o personas con capacidad restrictiva.
La segunda parte del citado art. 2631, CCyCN, alude a las alternativas
jurisdiccionales en el caso de reconocimiento del hijo, la que puede
interponerse ante los jueces del domicilio del reconociente, los del domicilio
del hijo, o los del lugar de su nacimiento.
406
la fuente convencional o interna afecte sustancialmente los derechos
humanos de las personas involucradas en la controversia, tanto en cuanto
el acceso a justicia como con relación a la efectividad de las decisiones que
se adopten.
407
una norma de conflicto (de la que se carece en derecho internacional privado
argentino de fuente interna...), o bien por las normas de derecho
internacional privado de fuente convencional, establezca una distinción,
cuanto menos desde el punto de vista formal entre los hijos"(61).
408
o según la ley argentina más favorable, ya que si se pretende hacer valer la
sentencia extranjera en la República ello significa que la filiación pretende
desplegar eficacia en el país, según el criterio de efectividad seguido por la
norma precitada de los tratados(63).
Por otro lado, afirma con buen criterio Rubaja, que al legislar el tema
deberá tenerse en miras el interés superior del niño. El mayor exponente
que resguarda este "interés" en materia de filiación está constituido por
el favor filiationis, cuyo objeto principal es plasmar el emplazamiento jurídico
409
correspondiente al verdadero vínculo biológico de que se trate. Sin embargo,
para que los emplazamientos surtan plena eficacia, deberá resguardarse
que mediante la aplicación del principio no se vulnere el derecho de defensa
en juicio de ninguna de las partes que intervengan en el proceso, y que no
se facilite la elección fraudulenta del juez interviniente ni del derecho
aplicable. Para lograr estos objetivos "puede recurrirse a normas flexibles en
materia de jurisdicción internacional, pero asegurando un contacto mínimo
con el foro, y a normas materialmente orientadas a fin de garantizar que el
derecho aplicable a cada caso sea el que más favorezca el emplazamiento...
De este modo, y superado el control de orden público internacional
correspondiente, entiendo también se estará al principio de efectividad
respecto de las decisiones que se dicten"(67).
410
Ante esta laguna, en coincidencia con las posturas doctrinarias
esbozadas, la solución para la determinación del derecho aplicable en estos
casos se orienta de la mano del principio de favor filiationis, que en concreto
se plasma en recurrir al derecho que garantice el emplazamiento filial del
niño en el estado de familia que se pretende. Tal principio encuentra
fundamento en nuestro orden constitucional, pues procura la satisfacción de
los derechos humanos involucrados. En efecto, esta solución implica el
reconocimiento del derecho a la identidad en sentido amplio, no sólo aliado
al dato genético, en el caso de la filiación por naturaleza, sino también a la
voluntad procreacional, en el caso de la filiación por TRHA, pues resguarda
aspectos esenciales de este derecho como el inmediato emplazamiento filial
y la tutela de la filiación socioafectiva. Por otra parte, la regla del favor
filiationis en el caso concreto de la procreación por TRHA se vincula con el
reconocimiento a los progenitores del derecho a formar una familia. En fin,
la solución se compadece claramente con el principio del interés superior
del niño si se advierte, precisamente, que constituye la máxima satisfacción
de su derecho a la identidad, con el alcance expuesto precedentemente.
411
La norma sigue las posturas doctrinarias que procuraron aggiornar las
disposiciones de los Tratados de Montevideo a la luz del principio de
proximidad y del principio de favor filiationis, que se inclina por aplicar la
normativa que más derechos garantice al hijo.
412
y, por ende, garantizar el derecho del hijo a un inmediato emplazamiento
filial, como proyección del derecho a la identidad. Tales son: a) el derecho
del domicilio del hijo al momento del nacimiento; b) el derecho del domicilio
del hijo al tiempo del acto; y c) el derecho del domicilio del autor del
reconocimiento al momento del acto. En todos los casos —por las razones
ya indicadas— el punto de conexión es el domicilio (en los términos de los
citados arts. 2613 a 2615, CCyCN).
Finalmente, más allá de las reglas expuestas, debe notarse que tanto en
el marco de las acciones de filiación como en cuanto al reconocimiento del
hijo, el límite a la aplicación del derecho extranjero, como vimos ocurre en
todos los casos de DIPr., está dado por el orden público internacional (art.
2600, CCyCN), de modo que la normativa extranjera debe ser excluida
cuando conduce a las soluciones incompatibles con los principios
fundamentales que inspiran el contenido de nuestra regla de reconocimiento
constitucional y convencional, conforme lo expuesto en el punto I.7.
413
buscaba en las normas sobre reconocimiento y ejecución de sentencias
extranjeras en general contenidas en los códigos procesales locales.
414
respeto de los principios esenciales resguardados por el orden público
internacional argentino(76), en especial, la consideración prioritaria que
merece el interés superior del niño.
415
Más bien, a la inversa, el reconocimiento de esta filiación responde a
garantizar (como lo indica el propio art. 2634 in fine) el interés superior del
niño, vinculado con su derecho a obtener un inmediato emplazamiento filial
(favor filiationis) acorde a la voluntad procreacional o identidad socioafectiva.
416
Luego de un detallado examen de todos estos supuestos, el documento
se encarga de analizar los cuatro problemas centrales de los acuerdos por
sustitución con elementos trasnacionales: a) el registro y reconocimiento de
los certificados de nacimiento librados en el extranjero; b) el derecho
aplicable; c) el reconocimiento de la filiación por la voluntad procreacional; y
d) el reconocimiento de las decisiones relativas a la filiación emanadas de
las autoridades judiciales o administrativas extranjeras.
Para finalizar, este primer documento esboza los lineamientos que deben
considerarse en un futuro instrumento internacional sobre DIPr. en los casos
trasnacionales de gestación por sustitución, a saber: a) reglas uniformes en
materia de jurisdicción aplicable para tomar decisiones sobre los efectos de
la filiación; b) reglas uniformes en materia de derecho aplicable; c) normas
que establezcan el reconocimiento y la ejecución de dichas decisiones; d)
reglas uniformes sobre la ley aplicable a la determinación de la filiación por
ministerio de la ley o por acuerdo; e) ley aplicable o principios generales del
derecho para la determinación de la filiación por la voluntad procreacional; y
f) reglas sobre cooperación interestatal.
417
en marcha de procedimientos para garantizar que estén protegidos de
cualquier daño; b) garantizar los derechos de los restantes involucrados en
estos acuerdos, en especial la posible explotación de las mujeres gestantes,
así como de los intereses de los comitentes que suscriben estos contratos,
cuestión vinculada con la falta de regulación del accionar de las agencias
intermediarias.
418
armonizar las normas relativas a la competencia, el reconocimiento y
derecho aplicable, basándose en cambio en un sistema de garantías
mínimas combinado con un sistema de cooperación y, en última instancia,
un "principio de reconocimiento" para prevenir los abusos, evitar las
situaciones de niños sin filiación determinada, y asegurar la previsibilidad
para las partes. Ello evitaría tener que armonizar las complejas y variadas
normas de DIPr. relativas a la filiación. Este sistema de cooperación
requerirá de la puesta en marcha de un sistema centralizado (autoridades
centrales) que reforzará esta cooperación, pero además podrá ayudar a
prevenir algunos de los problemas que actualmente están presentes en la
subrogación internacional, y controlará que se respeten las garantías
impuestas por el instrumento multilateral. Ello permitirá también a los
Estados un control a priori del proceso para evitar los abusos, así como para
asegurar, de antemano, que cuando el convenio procede es porque existe
certeza en cuanto a la situación legal del niño concebido.
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