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Definición
Una quemadura se define como el daño de la piel causado por calor, líquidos calientes, humo,
químicos o corrientes eléctricas. Estas forman parte de las causas primordiales de
morbimortalidad en pediatría y la cuarta causa más frecuente de fallecimiento accidental en la
infancia, con un tercio de estas ocurriendo en niños entre los doce y veinticuatro meses de
edad.
Epidemiología
En un contexto mundial, las heridas por quemaduras representan la quinta causa más común
de lesiones en la infancia de tipo no fatales.
En los pacientes pediátricos, específicamente infantes y lactantes menores, las heridas por
quemaduras con mayor incidencia son las quemaduras por escaldaduras y las que son por
contacto. Ya en niños de mayor edad y adolescentes, por la adopción de conductas de alto
riesgo es más común encontrar quemaduras por electricidad o llamas. En general, las
quemaduras más frecuentes lo representan las quemaduras que son provocadas por
escaldaduras, luego las que son generadas por contacto y, por último, las que son
consecuencia de fuegos. Cabe destacar que el 75% de las quemaduras suceden en el hogar,
específicamente de manera más común en la cocina, en el lapso de tiempo en que se cocinan
alimentos dentro de un periodo entre las 4 pm y 7 pm, hora que coincide con tiempo de
preparación de comidas.
En base a una investigación global, la cual se encargó de recopilar información desde el 1990
al 2019 relacionada con el número de casos y decesos asociados a quemaduras en 204 países,
se está desarrollando un patrón de aumento progresivo de incidencia y reducción de
mortalidad. Esto nos hace pensar que, aunque actualmente existe un mejor manejo que nos
brinda los beneficios anteriormente mencionados, asimismo los riesgos son mayores. Por
ende, resulta imprescindible una correcta educación y establecimiento de estrategias
preventivas para los distintos tipos de lesiones por quemaduras.
Efectos sistémicos
Las manifestaciones fisiológicas de las quemaduras abarcan todos los sistemas orgánicos
[Tabla 1] y pueden provocar una profunda morbilidad y mortalidad. Existe una respuesta
hormonal y metabólica a la quemadura inicial y, dependiendo de la gravedad, puede causar
manifestaciones tanto locales como sistémicas. Inmediatamente después de sufrir la lesión, se
liberan una variedad de mediadores vasoactivos, catecolaminas y marcadores
inflamatorios,[7] lo que resulta en un fenómeno de fuga capilar local y sistémica, lo que
promueve la pérdida de proteínas y el desarrollo de edema intersticial. Este desarrollo es una
manifestación del síndrome de liberación inflamatoria sistémica (SRIS) y conlleva un alto
grado de morbilidad y mortalidad.[8] En quemaduras muy grandes (>40% TBSA), puede
sobrevenir depresión miocárdica significativa e hipotensión,[9] lo que dificulta el manejo
hemodinámico.
Además del desarrollo del SIRS, también sobreviene un estado hipermetabólico. Los
mediadores inflamatorios y la pérdida de proteínas dan como resultado un aumento
significativo del gasto energético y un estado catabólico,[10] mientras que el nivel de
hormonas anabólicas disminuye notablemente[11] provocando un desequilibrio en el uso y la
disponibilidad de energía. Esto contribuye a la pérdida de proteína muscular, densidad
mineral ósea y contenido mineral óseo general.[1] Además, las respuestas termorreguladoras
se ven afectadas, con un restablecimiento de la temperatura central del paciente en proporción
al área total quemada.[12] La piel quemada no puede retener calor ni agua, con la posible
consecuencia de pérdidas masivas de líquido por evaporación y respuestas metabólicas
mucho más graves de lo que se pensaba anteriormente.[13]
Desde el punto de vista respiratorio, las lesiones por quemaduras resultan en un cuadro
complicado, con un tratamiento inicial centrado en asegurar una vía aérea potencialmente
edematosa, y un tratamiento posterior que implica el manejo de las consecuencias de las
lesiones por inhalación, el envenenamiento con monóxido de carbono y cianuro, y el manejo
del posible desarrollo de del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Se ha
demostrado que tanto el mayor tamaño de la quemadura como la edad más joven son factores
predictivos independientes de la necesidad de intubación,[14] y que la morbilidad y la
mortalidad son altas en pacientes quemados con problemas respiratorios o lesiones por
inhalación.[15]
La disfunción del sistema gastrointestinal con translocación bacteriana a través del intestino
es una complicación común de las quemaduras graves y una causa independiente de shock
séptico en el paciente posquemado.[16] El sangrado por ulceración aguda de la mucosa
gástrica puede contribuir a hipotensión, anemia y posible perforación, peritonitis y shock
séptico.[17] Por último, la disminución aguda del vaciamiento gástrico puede poner al
paciente quemado en riesgo de aspiración durante períodos de sedación, instrumentación de
las vías respiratorias o cambios en el estado mental.[18]
Complicaciones
Una de las complicaciones con menor frecuencia, pero mayor mortalidad en quemaduras lo
representa el síndrome de shock tóxico. Su diagnóstico se realiza con cuatro criterios mayores
que deben presentarse y por lo menos tres criterios menores. Los criterios mayores lo
representan un rash macular de tipo difuso, descamación luego de un período de una o dos
semanas, hipotensión o una fiebre superior a 38.9 grados centígrados. Por otro lado, dentro de
los criterios menores está la presencia de confusión o desorientación, diarrea, duplicación de
los valores de urea o creatinina, mialgia, vómitos, plaquetas con un valor menor a cien mil,
incremento de pruebas de función hepática y creatinin-fosfoquinasa con un valor mayor del
doble de su límite superior.
Los principales factores que contribuyen a las complicaciones sistémicas son la rotura de la
piel y la integridad y pérdida de líquidos. Las complicaciones locales incluyen escaras
contracturas o retracciones y cicatrices.
Cuanto mayor sea el porcentaje de la superficie corporal total (SCT) afectada, mayor es el
riesgo de desarrollar complicaciones sistémicas.
La hipovolemia causa hipoperfusión del tejido quemado y a veces shock, puede ser
consecuencia de la pérdida de líquidos por las quemaduras profundas o de la afectación de
grandes zonas de la superficie corporal; también se desarrolla edema en todo el cuerpo por la
salida del líquido intravascular hacia el intersticio celular.
La hipotermia puede deberse a los grandes volúmenes de líquidos que se administran fríos
por vía IV y de la extensa exposición de las superficies corporales al ambiente frío del
servicio de urgencias, en particular en las quemaduras extensas.
La escara es un tejido duro y muerto causado por quemaduras profundas. Una escara
circunferencial, que rodea completamente un miembro (o a veces el cuello o el torso) es
potencialmente constrictora. Una escara constrictora limita la expansión del tejido en
respuesta al edema; en su lugar, el tejido aumenta la presión y finalmente causa isquemia
local. La isquemia amenaza la viabilidad de los miembros y los dedos distal a la escara, y una
escara alrededor del cuello o el tórax puede comprometer la ventilación.
Pronóstico
Se ha comprobado que existe un mejor pronóstico si los pacientes pediátricos que presentan
las próximas características reciben tratamiento en una unidad de quemados:
● Quemaduras circunferenciales o relacionadas con las manos, cara, pies y/o genitales.
● Más de 20% de espesor parcial del porcentaje del área de superficie corporal total o
más de 10% de espesor parcial y una edad menor a 10 años.
● Un porcentaje del área de superficie corporal total con un espesor total del 2%.
Dos de los factores predictores de mayor importancia sobre el pronóstico del paciente son el
área de superficie corporal total quemada y la profundidad de la quemadura. Aquellos niños
con lesiones por inhalación, y quemaduras consecuencia de abuso, son los que constan del
pronóstico menos favorable. Una de las herramientas más importantes para una adecuada
evolución, es un buen apoyo social y relaciones familiares sólidas, las cuales contribuyen al
bienestar psicológico del paciente, el cual puede verse afligido por problemas vinculados a su
apariencia, posterior a la quemadura. Esto se ve principalmente en pacientes pediátricos
mayores.
Prevención