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2.

- Salud Ambiental
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud ambiental está relacionada con
todos los factores físicos, químicos y biológicos externos a los que está expuesta una persona.
Engloba factores ambientales que podrían incidir en la salud y se basa en la prevención de las
enfermedades y en la creación de ambientes propicios para mejorar la salud. Por consiguiente, queda
excluido cualquier comportamiento no relacionado con el Medio Ambiente, así como cualquier
comportamiento relacionado con el entorno social y económico y con la genética.

La salud humana depende de una gran variedad de factores, entre los cuales el ambiente es muy
importante. De acuerdo con algunas estimaciones, los factores ambientales son responsables de
entre el 25 y 33% de la carga global de la enfermedad, afectando primordialmente a la población
menor de cinco años.

A pesar de que durante las últimas décadas México ha generado y recibido los beneficios de una
mejoría en las condiciones de salud, muchos grupos poblacionales se encuentran todavía frente a
riesgos de enfermedad ante la falta de oportunidades y servicios, lo que podría exacerbarse ante la
creciente presencia de sustancias químicas en el ambiente, la contaminación atmosférica en
exteriores e interiores, el calentamiento climático, la intoxicación por plaguicidas, la contaminación
de agua y alimentos, y otros problemas relacionados con el deterioro ambiental.
Panorama general.

• Se estima que en 2012 perdieron la vida 12,6 millones de personas por vivir o trabajar en
ambientes poco saludables: casi una cuarta parte del total mundial de muertes, según
nuevas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los factores de riesgo
ambientales, como la contaminación del aire, el agua y el suelo, la exposición a los
productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta, contribuyen a más de
100 enfermedades o traumatismos.

• En la segunda edición del informe, Ambientes saludables y prevención de enfermedades:


Hacia una estimación de la carga de morbilidad atribuible al medio ambiente, se revela que,
desde la primera edición, publicada hace una década, las muertes por enfermedades no
transmisibles que pueden atribuirse a la contaminación del aire

• Las enfermedades no transmisibles, como los accidentes cerebrovasculares, los cánceres y


las neumopatías crónicas, constituyen actualmente casi dos terceras partes del total de
muertes debidas la insalubridad del medio ambiente.

• Del informe se desprende, tras el análisis de más de 100 categorías de enfermedades y


traumatismos, que la gran mayoría de muertes vinculadas al medio ambiente se deben a
enfermedades cardiovasculares, como los accidentes cerebrales y la cardiopatía isquémica.

«Un ambiente sano es la base de la salud en la población», señala la Dra. Margaret Chan, Directora
General de la OMS. «Si los países no adoptan medidas para que los ambientes en los que se vive y se
trabaja sean sanos, millones de personas seguirán enfermando y muriendo prematuramente».
El medio ambiente y su relación con la salud.

Neumonía

La exposición a la contaminación del aire de interiores casi duplica el riesgo de neumonía en la niñez.
Más de la mitad de las defunciones de niños menores de cinco años causadas por infección aguda de
las vías respiratorias inferiores se deben a la inhalación de partículas del aire de interiores
contaminado con combustibles sólidos (OMS, 2014).

Accidente cerebrovascular
Casi una cuarta parte de todas las defunciones prematuras debidas a accidente cerebrovascular
(aproximadamente 1,4 millones de defunciones, la mitad de las cuales corresponden a mujeres) se
pueden atribuir a la exposición crónica a la contaminación del aire de interiores provocada al cocinar
con combustibles sólidos.

Accidente cerebrovascular

Casi una cuarta parte de todas las defunciones prematuras debidas a accidente cerebrovascular
(aproximadamente 1,4 millones de defunciones, la mitad de las cuales corresponden a mujeres) se
pueden atribuir a la exposición crónica a la contaminación del aire de interiores provocada al cocinar
con combustibles sólidos.

Cardiopatía isquémica

Aproximadamente un 15% de todas las defunciones por cardiopatía isquémica, que representan más
de un millón de defunciones prematuras cada año, se pueden atribuir a la exposición al aire de
interiores contaminado.

Neumopatía obstructiva crónica

Más de una tercera parte de las defunciones prematuras debidas a neumopatía obstructiva crónica
(EPOC) entre adultos de países de ingresos bajos y medianos se deben a la exposición al aire
contaminado de interiores. Las mujeres expuestas a altos niveles de humo en interiores tienen 2
veces más probabilidades de padecer EPOC que las que utilizan combustibles más limpios. Entre los
hombres (que ya corren un alto riesgo de EPOC debido a las altas tasas de consumo de tabaco), la
exposición al humo de interiores casi duplica (multiplica por 1,9) ese riesgo.

Cáncer de pulmón

Aproximadamente el 17% de las defunciones prematuras causadas cada año por el cáncer de
pulmón en adultos son atribuibles a la exposición a los carcinógenos del aire de interiores
contaminado por el uso de combustibles sólidos tales como madera y carbón vegetal o mineral para
cocinar. Las mujeres corren mayor riesgo a raíz de su papel en la preparación de alimentos.

Otras consecuencias sanitarias

En general, las pequeñas partículas y otros contaminantes del humo de interiores inflaman las vías
respiratorias y los pulmones, dificultan la respuesta inmunitaria y reducen la capacidad de
oxigenación de la sangre.

Además, se ha demostrado la relación entre la contaminación del aire de interiores y el bajo peso
ponderal, la tuberculosis, las cataratas y los cánceres nasofaríngeos y laríngeos.

La mortalidad debida a cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular también se ve afectada


por factores de riesgo tales como la hipertensión, la dieta malsana, la falta de actividad física y el
consumo de tabaco. Los factores de riesgo de neumonía infantil incluyen la lactancia materna
insuficiente, el bajo peso al nacer y el humo de tabaco ajeno. En cuanto al cáncer de pulmón y la
neumopatía obstructiva crónica, el consumo de tabaco y el humo de tabaco ajeno también son
factores de riesgo importantes.
Cambio climático y salud humana

Se prevé que entre 2030 y 2050 el cambio climático podría provocar otras 250 000 defunciones
anuales por paludismo, diarrea, calor extremo y desnutrición.

¿SABÍA QUE...? SI ACTUAMOS FRENTE AL CAMBIO


CLIMÁTICO, PODEMOS FORTALECER LA SALUD PÚBLICA
Mensaje de la OMS dirigido a los profesionales de la salud: El cambio climático será una cuestión
fundamental para los sistemas de salud del siglo XXI, que interactuará con todos los determinantes
sociales de la salud. Los profesionales sanitarios tienen los conocimientos necesarios para proteger la
salud frente al cambio climático, y deben hacerlo.

¿Por qué deben importar los efectos del cambio climático a los
profesionales de la salud?
1. El cambio climático amenaza directamente la salud de los pacientes. Los científicos están
plenamente de acuerdo en que el cambio climático tendrá profundas y graves repercusiones
en algunos de los determinantes más importantes de la salud: los alimentos, el aire y el
agua. El cambio climático provocará tormentas, olas de calor, inundaciones, sequías e
incendios más devastadores, que alterarán el suministro de agua y alimentos, así como la
prestación de servicios médicos y de otro tipo, y ocasionarán la destrucción de viviendas y
medios de vida, además de un aumento de los traumatismos, las enfermedades y las
muertes. El ascenso de las temperaturas modificará la distribución de distintas
enfermedades infecciosas de transmisión vectorial, alimentaria e hídrica, y provocará un
aumento de la carga que representan.

2. Los profesionales de la salud pueden combatir las enfermedades no transmisibles y el


cambio climático al mismo tiempo. El rápido aumento de la prevalencia de enfermedades
no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la neumopatía
obstructiva crónica presenta un desafío sin precedentes para los profesionales de la salud de
todo el mundo. En los países donde el automóvil es el medio de transporte predominante,
desplazarse a pie o en bicicleta permitirá reducir las emisiones de CO2, el sedentarismo, los
traumatismos y las muertes relacionadas con el tránsito, y la contaminación. En los países
donde se cocina y se caldean las viviendas utilizando combustibles sólidos principalmente, el
empleo de combustibles más limpios y de estufas y cocinas más eficientes dará lugar a una
reducción de la morbilidad y la mortalidad relacionada con la contaminación del aire en
interiores. La experiencia muestra que el dinero ahorrado del gasto sanitario derivado del
tratamiento de enfermedades relacionadas con los riesgos ambientales para la salud y las
bajas por enfermedad conexas suele ser igual o superior al costo de las intervenciones
destinadas a combatir el problema.

3. El propio sector sanitario contribuye considerablemente a las emisiones de gases de efecto


invernadero. En muchos países de ingresos altos, el sector sanitario genera un porcentaje
considerable de las emisiones de carbono. Por ejemplo, en 2012, el Servicio Nacional de
Salud del Reino Unido emitió el 40% de todas las emisiones correspondientes al sector
público británico, lo que es una cifra alarmante. En respuesta a esa situación, numerosos
hospitales y establecimientos de salud están demostrando que las estrategias para mejorar
la calidad de la atención al paciente a menudo van acompañadas de estrategias para reducir
la huella de carbono. Con frecuencia, esas estrategias permiten reducir costos, que, en
parte, se consiguen modificando los protocolos clínicos, recurriendo a compras locales y
sostenibles, y modernizando los establecimientos sanitarios con diseños y tecnologías más
eficientes desde el punto de vista energético. En los lugares donde el suministro de
electricidad no es fiable, invertir en energías renovables como la energía solar se ha
convertido en una alternativa asequible a los grupos electrógenos con motores diésel.

4. Los profesionales sanitarios tienen el deber de proteger la salud de los pacientes frente a
los efectos del cambio climático. Los profesionales sanitarios que trabajan a nivel local,
nacional e internacional tienen el deber, los medios políticos y las competencias necesarias
para proteger a la población frente a los riesgos para la salud relacionados con el cambio
climático. La inacción resultará muy costosa en términos de morbilidad, gasto sanitario y
pérdida de productividad. También hay consideraciones de equidad que son importantes. En
todas partes, las personas más expuestas a los riesgos son los niños, los ancianos y los
enfermos. Los países de ingresos bajos tendrán más dificultades para adaptarse al cambio
climático y a los riesgos para la salud derivados de este. Las poblaciones más expuestas a los
riesgos serán las que vivan en pequeños estados insulares en desarrollo, regiones
montañosas, zonas áridas, megalópolis y zonas costeras de países en desarrollo (en
particular, las grandes aglomeraciones urbanas de los deltas asiáticos), así como los pobres y
las personas que no tengan protección sanitaria.

¿Qué pueden hacer los profesionales de la salud al respecto?


1. Aprender, evaluar y planificar. Los profesionales de la salud pueden informarse acerca de
las amenazas para la salud relacionadas con el cambio climático que afectan a la población y
los pacientes con los que trabajan (véase http://www.who.int/phe). Pueden evaluar su
propia capacidad y la capacidad de su sistema sanitario para hacer frente a la situación y
pueden colaborar con otras personas para planificar estrategias de adaptación y mitigación.
Se necesitan mejores datos empíricos para garantizar la eficiencia y eficacia de las medidas
de salud pública adoptadas y de los servicios sanitarios, a fin de proteger la salud frente al
cambio climático. Los profesionales de la salud pueden responder a esa necesidad
participando en trabajos de investigación aplicada, sistemáticos e interdisciplinarios.

2. Fortalecer la capacidad de adaptación. Si bien la adaptación tiene límites, gran parte de los
efectos para la salud previstos son evitables o pueden combatirse, mediante intervenciones
de salud pública y servicios de salud conocidos y de eficacia probada, como la educación
sanitaria, la vigilancia de las enfermedades, la preparación frente a desastres, la lucha contra
los mosquitos, la higiene y las inspecciones alimentarias, los suplementos nutricionales, la
vacunación, la atención primaria y los servicios de salud mental, y la formación. En los casos
en que esas competencias sean insuficientes, los profesionales sanitarios podrán colaborar
con otros para reforzarlas.

3. Desempeñar un papel activo en los esfuerzos encaminados a mitigar los efectos del
cambio climático en la salud. Colaborando en la elaboración de políticas sanitarias y
ambientales locales, los profesionales de la salud podrán velar por que las intervenciones
destinadas a mitigar el cambio climático sean concebidas de forma que potencien al máximo
el bienestar humano. Es esencial evaluar las consecuencias para la salud de las decisiones
que se adopten en otros ámbitos, como por ejemplo en materia de urbanismo, transporte,
suministro de energía, producción de alimentos, uso del suelo y recursos hídricos. De ese
modo, los profesionales sanitarios podrán apoyar las decisiones que brinden la oportunidad
de mejorar la salud, el medio ambiente y la economía (véase supra), como la inversión en
medios de transporte sostenibles y en energías de uso doméstico más limpias.

4. Dar ejemplo. Los profesionales de la salud y el sector sanitario pueden afianzar su autoridad
moral reduciendo las emisiones de carbono derivadas de las actividades de los hospitales y
establecimientos sanitarios, mejorando la atención al paciente y reduciendo costos. Hay seis
ámbitos de acción importantes en que actuar: la gestión energética, el transporte, las
compras (incluidos los alimentos), los edificios y la organización de los espacios exteriores, el
empleo y las competencias profesionales, y la participación de la comunidad. Se ha
demostrado que la aplicación de buenas prácticas en esas áreas permite mejorar la salud y la
moral del personal, mejorar la salud de la población local, estimular una recuperación más
rápida de los pacientes y ahorrar.

5. Promover que la salud sea un elemento clave de todos los planes y las políticas relativas al
cambio climático. Los profesionales sanitarios pueden servirse de sus conocimientos y de la
autoridad de que gozan para informar e influir en las medidas adoptadas en el marco de los
principales procesos nacionales e internacionales que orientan las políticas aplicadas
respecto de los trabajos sobre el cambio climático, como la preparación de campañas
nacionales de comunicación, planes de acción nacionales y acuerdos internacionales para
promover la adaptación, y la movilización de recursos a tal efecto.

Para más información puede consultar los sitios web siguientes: www.who.int/globalchange.
¿Cómo se utiliza este enfoque en otros países?

El caso de Colombia.

INSERTAR EL SIGUIENTE VIDEO

https://www.youtube.com/watch?v=WfUNk1XbsyY
Intervenciones que pueden contribuir a la salubridad del medio
ambiente.

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